"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 1 de febrero de 2012

Emerita Augusta Teatro Romano

Paseo virtual por La Vera - Desde Garganta a Yuste

Monasterio De Guadalupe

Cerezo en flor 2011 Valle del Jerte

Descálzate por un momento, verás la diferencia...

Descalzo puedo sentir el terreno que piso y estar atento al interior de las personas que se me pasan por alto cuando entro calzado.
¡Qué diferente serían las relaciones entre los hombres si tuviésemos la prudencia, el equilibrio, el tino para ver, sentir e intuir cómo está la persona con la cual voy a tener una comunicación!.

Muchas veces no vemos más que nuestras pequeñas y miopes percepciones personales de los acontecimientos, de las situaciones, y tal vez, por lo general, no vemos lo que está pasando en el corazón, en los sentimientos de la otra persona. Si, y entramos con todo, devastando, dañando, hiriendo, y para eso somos muy agudos y sutiles, incluso expertos; pero una vez que lo hicimos no hay vuelta de hoja, tarde para arrepentirse, y claro, luego nos entran los remordimientos.

Nos decimos: ahora sí se va a enterar fulanito de tal. Pisamos fuerte y no nos damos cuenta que tal vez la táctica, el modo para solucionar, curar, pegar lo roto es la suavidad, es tener que descalzarme un momento, para pisar con cuidado; y si entro en el interior de alguien, lo hago a tientas.

¡Cuántos de nosotros no sabemos esperar el momento, no pensamos que lo que voy a decir va a traer más perjuicio que beneficio, que voy a destruir más que construir!

Dame Señor la prudencia, el cariño, la paz interior, para que esa paz la pueda llevar en cualquier situación y circunstancia, y que siempre sepa decir en el momento oportuno y con las mejores palabras la verdad, para no herir ni lastimar.

Habitualmente entramos en el interior de los demás sin fijarnos en el modo en que lo hacemos, pisando fuerte o con gran descuido; pero comprendí que descalzo puedo sentir el terreno que piso y estar atento al interior de las personas que se me pasan por alto cuando entro calzado.

Al descalzarme, camino más lentamente, tratando de pisar suavemente para no dejar marcas que lastimen.

Descalzarse es entrar sin prejuicios, es estar atento a la necesidad del otro, sin esperar una respuesta determinada, es entrar sin intereses y con mucho respeto. Cuanto más difícil sea el terreno interior de los demás, más suavidad y más cuidado debo tener para entrar. Y esto lo debo conocer antes de entrar.

Que estas sencillas reflexiones, nos ayuden a pensar en la posibilidad de hacer de nuestra sociedad un lugar más humano, con una convivencia con más tolerancia y paciencia, con una mayor capacidad de pensar más en los otros que en uno mismo.

Cultivemos actitudes sencillas, como ceder el paso, ceder la conversación, el esperar que el otro termine para yo hacer mi intervención, esperar y retirarme si mis palabras van a herir o dañar una relación.

¡Cuánto control de uno mismo! y al mismo tiempo ¡cuánta capacidad de amar! pues en mi corazón siempre busco el mayor bien. Yo sé que podemos cambiar y mejorar nuestra sociedad, nuestra familia, nuestro entorno ¿por qué esperar para mañana si puedo comenzar el cambio hoy?

Porque creo, Señor, que estás vivo y presente en el corazón de mis hermanos, me comprometo a detenerme, a descalzarme y entrar en cada uno como en un lugar sagrado.
Autor: P. Dennis Doren L.C.

martes, 31 de enero de 2012

CONSIDERACIONES PARA EL FINAL DE UN PROCESO

Autor: Pablo Cabellos Llorente
            He dejado estas líneas hasta la conclusión del llamado juicio de los trajes, para que ni siquiera aparentara el intento de llevar la balanza acá o allá. Mi deseo es utilizar la situación cercana buscando conclusiones de índole moral en el ámbito de la justicia. Camps es el sexto presidente autonómico dimitido y absuelto posteriormente. Le precedieron Demetrio Madrid, Carlos Collado, Gabriel Cañellas. Javier Otano y Juan José Ibarreche, de tres partidos distintos.
            Creo recordar que el asunto valenciano comenzó con la filtración de unas conversaciones telefónicas grabadas con permiso del  juez, y propagadas por un diario de alcance nacional. Seguramente nunca se conocerá al padre de la filtración, acto tremendamente inmoral por divulgar algo bajo secreto de sumario, calumnioso o al menos difamatorio. ¿No es posible asegurar más la imposibilidad de este tipo de hechos? ¿Se han investigado? Supongo que no serían muchos los que podrían permearlo. Además de una difusión indebida por atentar a la fama de las personas, deja a los interesados en flagrante estado de indefensión hasta que se levanta el secreto -¿no suena a hipocresía?- del sumario.
            Eso no ha ocurrido solamente en este caso, sino en bastantes más coyunturas de diverso signo, por ejemplo, en torno a las investigaciones del 11-M, el CGPJ se quejó  de filtraciones de documentos policiales importantes. Investigando el caso Faisán se habló de detenciones que no respetaban los principio de presunción de inocencia, legalidad y proporcionalidad. Cito casi al azar porque me importan la Justicia y las personas quienesquiera que sean. No recuerdo ningún filtrador descubierto.
            Es más difícil juzgar la moralidad de la acción periodística, y esto en diversos ámbitos: ¿la mueve algún interés propio o ajeno?¿No puede tener ahí algún límite el derecho a la información? No hablo tanto de límites legales cuanto de ética profesional.  Sé que es muy difícil delimitar este asunto, pero más preguntas: ¿se paga por obtener estas filtraciones?, ¿es el móvil de quien las facilita lo que interesa al medio?, ¿es el dinero o el modo de acreditar un favor o pagarlo? Y suponiendo que sea la profesionalidad de informar, ¿no puede tener el tope del deterioro, tal vez irreparable, que sufre el que ya es "acusado", antes de serlo?
            En el mundo de los medios de comunicación social las dificultades intrínsecas de la comunicación frecuentemente se agigantan a causa de la ideología, deseo de ganancia y control político,  rivalidades y conflictos entre grupos y otros males sociales. Por eso, la dimensión ética ha de estar presente en los contenidos, en el modo de comunicarlos y en otras cuestiones estructurales, que han de tener en cuenta tanto la persona como la comunidad humana.
            Luego, ha de considerarse el cuestión judicial propiamente dicha, que no es separable de lo anterior, porque no es raro que las materias lleguen a los tribunales con el  juicio previo que generan  las noticias aventadas. La Justicia con mayúscula está hoy muy amenazada por los criterios de la utilidad y el tener, con lo que disminuye su esencia, y la persona queda amenazada en su dignidad y derechos. Con demasiada frecuencia, en aras de aparente transparencia y equidad, el justiciable viene a ser tratado de  modo poco humano. Con una expresión usual en estos casos, ¿qué es el "circo" que rodea a estos procesos sino una falta de humanidad con jueces, jurados, justiciables o testigos? ¿Se puede hacer algo para evitarlo? ¿No debería entrar también ahí la renovación de la Justicia?
            Benedicto XVI: "La justicia no es una simple convención humana. Cuando, en nombre de una presunta justicia, predominan los criterios de la utilidad, del beneficio y de la posesión, se puede llegar a pisotear el valor y la dignidad de la persona". Se  objetará que se juzga con leyes y no según el Papa. Así es, pero son precisamente las leyes el instrumento protector de arbitrariedades y trato inadecuados al ser humano. Es más, existen tales leyes, pero vienen dribladas por la moda, por la presión política o económica, por intereses de poder, etc. El Pontífice está sencillamente defendiendo a la persona, por ejemplo, de esta declaración: objetivo conseguido por lograr la dimisión  del presidente. Con todo respeto, la justicia no es eso.
            No valoro el veredicto del caso que da pie a estas líneas, me interesan las personas, las afectadas por estos sucesos y las  degradadas por sí mismas persiguiendo fines espurios. El que filtra, vende o mercadea con la justicia, el testigo falso, el juez de parte, el que arremete contra los veredictos cuando no le gustan, etc.,  se hace peor. Y la vida está para mejorar, para lograr más humanidad, que es más libertad, menos esclavitud de ideologías, partidismos o del afán de poder o  tener más. Me interesan también los que legislan en beneficio de esa dignidad humana y los que lo hacen contra ella. Y diré mi opinión siempre que pueda, sin esperar la moda o  los aplausos. Por ejemplo, anticipo mi desacuerdo con el actual gobierno si mantiene el aborto como un derecho de la mujer, el tristísimo derecho de matar.

¡El Año de la Fe!

Que la fe sea compañera de vida, compromiso a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo.
Quiero anunciar en esta Celebración Eucarística que he decidido convocar un «Año de la Fe» que ilustraré con una carta apostólica especial. Este Año de la Fe comenzará el 11 de octubre de 2012, en el 50º aniversario de la apertura del Concilio Vaticano II, y terminará el 24 de noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey del Universo. Será un momento de gracia y de compromiso por una conversión a Dios cada vez más plena, para reforzar nuestra fe en Él y para anunciarlo con alegría al hombre de nuestro tiempo (Homilía de Benedicto XVI en la santa Misa para la nueva evangelización, 16 octubre 2011).

Con estas palabras, el Santo Padre ha convocado a toda la Iglesia a movilizarse a favor de la gran empresa de la fe en nuestro tiempo. Estos últimos decenios nos han acostumbrado a celebrar "El Año Internacional de...", pongamos, por ejemplo, la cultura, la paz, la biodiversidad, el planeta tierra, la fe religiosa. ¿No es paradójico que algo tan perenne y universal como son los valores humanos, tenga que celebrarse con un Año Internacional a su favor? ¿Tantos enteros han bajado estos valores en nuestra sociedad que se necesita del fuerte empujón de un Año Internacional para elevarlos? ¿Qué sentido tiene y qué se pretende con la celebración de un Año Internacional, tan frecuente en nuestro tiempo? ¿Qué frutos se esperan de él?

Pueden ser varios los motivos para convocar un Año Internacional. Comencemos con una reflexión sencilla. Sea cual sea el motivo, tal hecho busca llamar la atención de la humanidad, "hacer ruido" sobre un valor, a veces también, por desgracia, sobre un contravalor.

La humanidad entera enfoca el lente zoom de su mirada sobre el objeto de la celebración, al menos durante ese año. Los medios, con su poder, se hacen eco, mayor o menor, de dicho evento. se siguen efectos, más o menos duraderos,de cara al futuro.

¡Un año internacional vale la pena! La Iglesia se adapta a los tiempos y lugares. La fe no requiere de ruido, de propaganda. Pero el "ruido" y la propaganda de los medios puede ayudar a la fe y a su propagación.

Hagamos otra anotación. Los valores son perennes, pero la conciencia que los hombres tienen de ellos es muy tornadiza. Está sometida a flujos y reflujos. A veces incluso se oscurece, se debilita e incluso se pierde. La humanidad necesita, entonces, un revulsivo que despierte la conciencia para que vuelva a admirar la belleza y la actualidad de ese valor "olvidado". He aquí la razón por la que en estos casi cincuenta años después de la inauguración del Vaticano II se han celebrado en la Iglesia Católica dos años de la fe.


Objetivos del Año de la fe

¿Qué sentido da el Papa a este Año de la fe? ¿Qué objetivos pretende con él? Pienso que la respuesta la hallaremos en los dos documentos con los que fueron convocados los dos años de la fe después del Concilio Vaticano II: el de Pablo VI (1967) y ahora el de Benedicto XVI:

1) "Para confirmar nuestra fe rectamente expresada" (Pablo VI), "redescubrir los contenidos de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada" (Benedicto XVI).

2) "Para promover el estudio de las enseñanzas del Concilio Vaticano II" (Pablo VI), "con el Concilio se nos ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del siglo que comienza" (Benedicto XVI).

3) "Para sostener los esfuerzos de los católicos que buscan profundizar las verdades de la fe" (Pablo VI); "intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa, sobre todo en un momento de profundo cambio como el que la humanidad está viviendo" (Benedicto XVI).

A estos fines comunes a los dos Papas, Benedicto XVI añade, fijándose en las circunstancias actuales, algunos más:

1) "Invitar a una auténtica y renovada conversión al Señor, único Salvador
del mundo".

2) "Comprometerse a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe".

3) "Suscitar en todo creyente la aspiración a confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza".

4) "Comprender de manera más profunda no sólo los contenidos de la fe sino, juntamente también con eso, el acto con el que decidimos de entregarnos totalmente y con plena libertad a Dios".

Este último objetivo es el que más recalca el Papa Ratzinger. Le interesa subrayar la inseparabilidad del acto con el que se cree y de los contenidos a los que prestamos nuestro asentimiento:
·  El acto de fe sin contenidos nos conduce a la total subjetivación de la fe.
·  Los contenidos, sin el asentimiento de la fe, instruyen nuestra mente, pero no nos unen a Dios ni son capaces de transformar nuestra vida, de convertirla al Dios vivo. Sólo si la profesión de fe desemboca en confesión del corazón podemos hablar de una fe madura, bien formada, capaz de producir frutos en los demás.

Libro privilegiado del Año de la fe

El año de la fe deberá expresar un compromiso unánime para redescubrir y estudiar los contenidos fundamentales de la fe, sintetizados en el Catecismo de la Iglesia Católica (Porta fidei, no. 11).

Si de lo que se trata es de reavivar e infundir una nueva linfa a la fe de los creyentes en Cristo, el Catecismo es el camino seguro para conseguirlo. En él se resume y expresa la fe de toda la Iglesia desde sus orígenes hasta nuestros días. En él hallamos:
·  la fe que profesamos (credo)
·  la fe que celebramos (liturgia)
·  la fe que vivimos (moral)
·  la fe que rezamos (oración)

En nuestro tiempo, en el que los contenidos objetivos de la fe cristiana son muchas veces devaluados, sometidos a crítica destructiva, preteridos, ha llegado el momento de apuntar el zoom sobre la fe en toda su riqueza de doctrina, fruto de veinte siglos de reflexión y de vida.

¡Un año entero para ello hará mucho bien a toda la comunidad de la Iglesia!

Benedicto XVI propone el Catecismo, en este Año de la Fe, "como un verdadero instrumento de apoyo a la fe, especialmente para quienes se preocupan por la formación de los cristianos, tan importante en nuestro contexto cultural" (Porta fidei, no. 12).

En las parroquias, en las escuelas privadas o públicas, el Catecismo brinda un apoyo insustituible para la enseñanza de la fe a los niños y jóvenes. Un cierto vaciamiento de la fe objetiva, que hoy se presiente en muchas iglesias particulares, tal vez sea debido a que se ha dejado de lado una referencia explícita al Catecismo de la Iglesia Católica. Quizás en estos últimos decenios se ha incubado y luego desarrollado el peligro de dar preferencia a los métodos, a la pedagogía, a los sentimientos, sobre los contenidos.

El Año de la Fe puede ayudar a la catequesis, también a la de adultos, a conseguir un equilibrio, una armonía entre pedagogía y teología, entre el contenido de la fe y las formas de comunicarlo a los demás. El papa Ratzinger ha invitado a la Congregación para la Doctrina de la Fe a que, redacte una Nota con la que se ofrezca a la Iglesia y a los creyentes algunas indicaciones para vivir este año de la fe de la manera más eficaz y apropiada, ayudándoles a creer y evangelizar (Porta fidei, no. 12).

En la sociedad en que vivimos se entrecruzan los cristianos con hermanos en la fe, que ahora son indiferentes y viven al margen de ella; con hombres y mujeres de otras religiones, o que no son creyentes, aunque busquen sinceramente y de corazón la verdad. En este año de la fe, es importante para todos tomar en las manos el Catecismo de la Iglesia Católica, leerlo, reflexionarlo, dejar que la verdad y belleza de la fe que en él se expresa echen raíces en el corazón y florezcan en frutos de luz, de conversión y renovación, de gozo y de paz. A los no creyentes la lectura del Catecismo puede constituir una llamada amorosa de Dios.

El poder de la fe

El papa Benedicto XVI, hace el elogio de la fe en una hermosa y significativa página del Motu proprio Porta fidei, un elogio que pone de manifiesto el poder de la feprimero la Virgen María, los apóstoles, discípulos, mártires,hombres y mujeres a lo largo de la historia han dado su vida para acercar a todos a Cristo.

Los últimos somos los cristianos de hoy: "nosotros". las palabras del Papa son a la vez constatación, exhortación, estímulo, proyección del futuro; "también nosotros vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la historia", que la fe sea "compañera de vida", "compromiso a convertirnos en un signo vivo de la presencia de Cristo resucitado en el mundo".

Conclusión

Tenemos por delante unos diez meses para prepararnos a comenzar el año de la fe con corazón magnánimo. Leer, reflexionar, meditar y asimilar con la mente y con la vida, en estos meses, el Catecismo. Es una forma maravillosa, personal y comunitaria, de abrir el alma a la gracia del Año de la Fe.

Tengamos presente a lo largo de este tiempo: "que la Palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada"

Que este Año de la Fe haga cada vez más fuerte la relación con Cristo, pues sólo en Él tenemos la certeza para mirar al futuro y la garantía de un amor auténtico y duradero.
Autor: Antonio Izquierdo García, L. C.

lunes, 30 de enero de 2012

La segunda tentación

Ésta paraliza el corazón, encadena la voluntad, hiere mortalmente la esperanza, nos aparta de Dios.
Llega una tentación. De avaricia o de lujuria, de envidia o de soberbia, de pereza o de egoísmo, de vanidad o de ira.

Si no estuvimos atentos, si no recurrimos a la ayuda divina, la tentación penetra, poco a poco, en el alma. Luego crece desde las pasiones, entre dudas y ansiedades. Al final, sucumbimos. Hemos pecado.

Entonces puede insinuarse la segunda tentación. Esa que nos hace pensar que no ha pasado nada. O esa que nos dice que es imposible volver a empezar. O esa que nos aparta de Dios: si hemos sido tan malos, ¿con qué cara podemos pedir misericordia?

La segunda tentación es terrible: paraliza el corazón, encadena la voluntad, hiere mortalmente la esperanza, prepara el terreno a nuevos pecados, nos aparta de Dios.

Si el pecado ha vencido en nuestras vidas, si nos ha robado la amistad con Dios y la unión con los hermanos, necesitamos más que nunca pedir la gracia del perdón. No podemos permitir que la segunda tentación nos hunda más y más en el mal cometido. No podemos dejar crecer el monstruo de la desconfianza que destruye tantas vidas. No podemos abrir las puertas al pecado diabólico por excelencia: pensar que ni siquiera Dios es capaz de perdonarnos.

Resistir la primera tentación es posible sólo con Dios. Si el pecado se hizo presente por nuestra culpa, necesitamos más que nunca volver a Dios para resistir al más terrible de los males: la segunda tentación.

Para ello, hemos de aprender a ver nuestro pecado como Dios lo ve: como la herida en un hijo. Porque para Dios el hijo no deja de serlo si está enfermo. Somos también suyos en medio del lodo del pecado.

La mirada paterna del Dios de misericordia nos da fuerzas para reemprender la lucha, para acudir al sacramento de la confesión, para amar más porque hemos sido muy amados, para perdonar a mis hermanos porque también yo, mil y mil veces, he sido perdonado...
Autor: P. Fernando Pascual LC

domingo, 29 de enero de 2012

"Test" para saber si me salvo

Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas

Lo único necesario, según Dios, es nuestra salvación eterna. Pero uno se puede preguntar, se debe preguntar: ¿Ese último día, el día en que se van a repartir los puestos del cielo, de la felicidad eterna o de la infelicidad eterna, ¿dónde estaré yo? ¿Estaré a la derecha? ¿Estaré a la izquierda?

Hay una manera, una especie de test para saberlo, y es hacerse estas cuatro preguntas. Una vez que se responden, puede uno, de manera relativamente segura, adivinar si ese día estará a la derecha o estará a la izquierda.

La primera pregunta es: ¿Qué me dice mi pasado? Por pasado se puede entender toda la vida desde el uso de razón: aproximadamente desde los siete u ocho años hasta el día de ayer. ¿Qué me dice esa vida? ¿Me deja tranquilo, no me preocupa? ¿Puedo seguir igual, o debería cambiar radicalmente, para lograr un día llegar a la puerta del cielo?. Esa sería la primera pregunta: ¿Qué me dice mi pasado? Para los más jóvenes este pasado es breve, para otros es el período quizá más largo; por lo tanto ese pasado tiene mucho que decirme.

La segunda pregunta es: ¿Qué me dice mi presente? Por presente podemos tomar en cuenta lo que llevamos de este año. ¿Qué me dice ese presente? ¿Puedo decir que es el mejor año; puedo decir que está siendo ya un año muy malo, el peor incluso? ¿Puedo continuar igual y no habrá problemas, o realmente debo de dar un cambio radical?.

Tercera pregunta: ¿Qué me dice mi futuro? Ciertamente el futuro no se puede adivinar fácilmente; sin embargo, hay una manera de auscultarlo, una manera de adivinarlo y es el preguntarme si, a medida que pasa el tiempo, voy mejorando o voy empeorando; porque la línea tiende a seguir en la misma dirección. Si voy mejorando, lo normal es que continúe mejorando. Si voy cada vez peor, lo normal es que la línea siga bajando, que siga empeorando. Por eso uno puede adivinar el futuro de su propia vida, viendo cómo va esa línea. Va hacia arriba, va hacia abajo: así tenderá a seguir.

La cuarta pregunta puede ser ésta: ¿Qué me dice mi ambiente? Por ambiente tomo todo el entorno social en que me muevo, comenzando por mi familia, mi esposo, esposa, mis hijos, mis otros parientes, lecturas que tengo, lugares de diversión, lugares de esparcimiento, viajes, trabajo profesional, amistades y todo lo que me rodea. ¿Qué me dice ese ambiente?, o dicho de otra manera, si sigo con ese ambiente, yendo a esos lugares, leyendo lo que leo, viendo lo que veo, teniendo los amigos que tengo, ¿qué va a ser de mí? Muchas veces sucede aquello de :"dime con quién andas, y te diré quién eres”. Muchas veces ocurre que un buen ambiente mejora a las personas, pero también se da el caso de que personas muy buenas y muy sanas se van corrompiendo, cada vez más, con un ambiente adverso.

¿Qué me dice mi pasado, mi presente, mi futuro? ¿Qué me dice mi ambiente? Cada uno puede responder a esas cuatro preguntas, y adivinar, de una manera más o menos convincente, dónde se encontrará ese día: a la derecha o a la izquierda.

Recordemos, para concluir, que Dios no dice: “Hay una cosa muy importante”, sino: “hay una sola cosa necesaria, que es nuestra salvación”. El que logra arreglar este punto, ha logrado arreglar todo; pero el que arregla todo menos esto, su propia salvación, podría recordar aquella frase del mismo Maestro, ¿"De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su alma ¨?.


¿Qué te dice tu pasado, tu presente, tu futuro, tu ambiente? Tú lo sabes. Sabes ahora que lo más probable es que te salves... o que no te salves.
 Autor: P. Mariano de Blas.

sábado, 28 de enero de 2012

¿Me permite usted cargar su Niño un momento?

Una plática con la Virgen María ahora que viene la fiesta de la Candelaria, la presentación de Jesús en el Templo. ¿Qué sentiría María ese día?

El bullicio que rodea la Navidad ha cesado, se han desarmado y guardado, prolijamente, coloridos arbolitos y pintorescos pesebres... Esperando, quizás, que en la próxima Navidad "las cosas mejoren", como si el mero paso del tiempo fuese garantía de mejoría...

- La Noche Buena ¿se fue así de rápido de tu corazón, María Santísima?

Jamás se fue, amiga mía, al contrario... quedaron grabados en mi alma todos los perfumes, los sonidos, cada respiración de mi pequeño, los húmedos ojos de José al tomarle en sus brazos, los destellos de luz que las estrellas me regalaban...

- ¿Las estrellas, Señora?

Podría verlas desde donde estaba dando a luz... resplandecían, amiga, resplandecían... esa noche, ese cielo, volvían a mi alma cada vez que el dolor, implacable, me recordaba que los caminos de la salvación tienen mas espinas que rosas...

- ¿Cuándo fue que la recordaste por primera vez? Digo, como aferrándote, como buscando respuestas...

Pues... al poco tiempo de nacer Jesús, precisamente a los cuarenta días, cuando debimos realizar la presentación en el Templo.

- Cuéntame, Señora, cuéntame...

No, mejor acompáñame, el alma tiene ciertos secretos que las palabras aún no han aprendido a expresar...

Y nos fuimos juntas a Belén...

El pequeño Jesús había aumentado más de un Kg. de peso desde su nacimiento, se veía rozagante, hermoso, con tranquilo sueño y acompasada respiración...

Belén dista unos 20 kilómetros de Jerusalén, salimos antes de que amaneciera, para llegar al primer destino pasado el mediodía ... El trayecto fue bastante tranquilo, los padres estaban felices por la ceremonia que iban a protagonizar... recordé el día del bautismo de mis hijos, sí, sé lo que sentía tu corazón, Madre querida...

Jerusalén se dibujó en el horizonte, llegamos a la casa de unos parientes de José, donde la Sagrada Familia descansó un poco de tan arduo trayecto, y se vistieron con la indumentaria apropiada para presentarse en el Templo...

Caminamos entre la gente, ellos eran unos más entre la multitud, nada los diferenciaba, María no hacía ningún gesto que hiciese pensar a las gentes que cargaba en sus brazos al Mesías...

¡Qué obediencia de amor! ¡Qué increíble silencio!... subimos las escalinatas del Templo, todo hacía pensar que se trataría de una ceremonia más, de un recién nacido más... pues varios niños sería presentados ese día... mas, Simeón estaba allí, había salido del recinto, tenía la mirada... iluminada... como si el viejo anuncio del Espíritu de que no moriría sin ver la salvación de Israel, acabara de hacerse... bueno, en realidad, ese es uno de los detalles de ese tipo de anuncios, a quienes el tiempo no afecta ni en su frescura, ni en su nitidez, ni en la impresión que deja en el alma que lo recibe...

José y María habían subido el último de los escalones, cuando fueron vistos por el anciano...

Se acercó lentamente a los padres, como quien emprende su último y mas importante trayecto... sus ojos estaban llenos de lágrimas... la pareja entró al recinto, el hombre los seguía...¡cuantas cosas pasaban en ese instante por su mente y por su corazón!, tantos años de espera... el anciano había imaginado este momento de mil maneras, ver llegar a los padres en fastuosos carruajes, o con custodias quizás, los imaginó vestidos de las mas diversas maneras, había pensado que les reconocería por los signos exteriores que el mundo valora....nada de eso había ocurrido, el Mesías había llegado ante él en brazos de una mamá-niña-virgen que le sostenía con seguridad, una mamita de rostro sencillo y mirada de luz, una mamita de ropas humildes y manos como pimpollos de rosa... ¡y el padre!, no era ni un rey, ni un noble, ni un rico hombre, ni un profeta, ni nada que sobresaliese... era un simple trabajador, sus manos callosas certificaban que el Mesías sería alimentado con el sudor de su frente... nada espectacular, nada ostentoso rodeaba a ese pequeño por cuya visión él se mantenía con vida, sin embargo, había algo que no podía explicar, el sol brillaba de una manera especial ese día, un extraño perfume inundaba el aire, era de esos días en los que uno siente que todo está perfecto y en su sitio, esos instantes que no deberían transcurrir.... Sí, Simeón ya no tenía dudas, se acercó a la pareja, les saludó con reverencia y dijo a María...

- ¿Me permite usted cargar su niño un momento, Señora?

- Pues ... claro- y María no entendía porque ese anciano le había pedido a su pequeño... quizás, le recordase sus hijos o sus nietos....

El anciano tomó al pequeño, le besó varias veces en la frente, le miró como extasiado, mientras las lagrimas no cesaban de brotar de los cansados ojos...., luego, con todas las fuerzas de su voz y con todo el amor que había en su alma, levantando el niño con exquisito cuidado dijo a toda la humanidad:

- Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: Luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo, Israel...

El hombre apretó por última vez al niño contra su pecho y lo devolvió a su madre, quien, junto con su esposo, estaba admirada por lo que el anciano decía...

Simeón bendijo al santo matrimonio, fue la última bendición que hizo en su vida y fue hecha desde lo más profundo del alma. Y a la madre le dijo:

- Este niño será causa de caída y elevación para muchos en Israel, y a ti misma, una espada te atravesará el corazón, así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos...

El anciano miró a María un momento a los ojos con infinita ternura, hizo luego una reverencia y partió para siempre...

José tenía los ojos enrojecidos, María, que guardaba todas estas cosas en su corazón, le tomó la mano fuerte, muy fuerte, pues eran demasiados acontecimientos juntos... Te miré, María, pues no entendía la reacción de José... me dijiste serenamente:

En este instante, tal como me lo explicaría él mismo después, mi esposo comprendió que no serían muchos los años en que estaría con nosotros, sobre todo, que en el momento de la realización de la misión de Jesús en este mundo, yo no le tendría a mi lado, que grandes dolores debería soportar mi corazón y estaría sola... para José, Simeón significó al anuncio de su propia y cercana muerte, pero, con la misma disposición de ánimo que aceptaba todas las cosas de su vida, aceptó este anuncio, su dolor no era por él sino por nosotros, por dejarnos... ahora sé, con absoluta certeza, de que nunca nos dejó, de que estuvo conmigo en cada alegría y en cada dolor, que fue su amor el que me sostuvo de pie al lado de la cruz... ero aún falta para eso, aún debe entrar Ana, la profetisa...

Callé, María tenía razón, debía conocer los acontecimientos de a uno, para darle a todos su justa dimensión...

Ana entró al Templo como cada día desde hacía más de sesenta años, conocía cada centímetro del lugar como la palma de su mano...

José y María aún estaban esperando su turno para la presentación, hablando entre ellos de lo sucedido con Simeón...

- Bendito sea este día y bendito seas, Oh Señor, que te has dignado mostrarme la salvación del mundo...

María giró la cabeza y se encontró con una mujer anciana, encorvada por el paso de los años, pero con una mirada serena y dulce...

- Mujer, que tienes en tus brazos a quien tanto hemos esperado, te agradezco en nombre de la humanidad doliente, tu entrega generosa...

Señora yo...

- Calla, niña, como has callado hasta ahora, que tu silencio será, para la historia, camino de salvación, ejemplo de entrega generosa, luz en la oscuridad

- Pero, ¿Quién es usted?- intervino José, a quien las palabras de de la mujer no hacían mas que confirmar su partida antes de la misión del hijo adoptivo.

- Mi nombre es Ana, hija de Fanel, de la familia de Aser....Joven era yo cuando el Señor me dio un buen esposo, al que acompañé por siete años hasta que la muerte se nos interpuso... desde entonces, y ya tengo ochenta y cuatro años, no he hecho mas que servir a Dios día y noche, con ayunos y oraciones, sin apartarme del Templo...Hoy sentí que debía venir mas temprano que de costumbre. Apenas salí de mi casa vi a mi buen amigo Simeón que caminaba rumbo a las montañas... me extrañó sobremanera. Al acercarme noté en él la mirada mas serena, iluminada y radiante que jamás tuvo... me dijo que era ese su ultimo viaje:”¿Sabes Ana?... El Señor jamás defrauda a los que en él depositan sus mejores sueños.... Y yo siempre soñé ver con mis propios ojos la salvación del mundo... ha llegado Ana... por fin... ve a verlo”, y partió feliz... feliz...

- ¿Cómo supo usted?- José era un estricto custodio del secreto.

- ¿Conoces esa voz interior que proviene de lo alto y, al mismo tiempo, de las profundidades del alma?

- Por cierto, la conozco- José sentía que podía confiar en Ana

- Pues la misma voz me acercó a ustedes...Ahora hablaré de este niño a todos los que esperan la redención de Jerusalén....

Los papás participaron de la ceremonia tal como lo ordena la ley. La cotidianeidad del Templo se vería alterada desde ahora por la ausencia de Simeón y los anuncios de Ana...

A la mañana siguiente caminamos lentamente rumbo a Nazaret, María guardaba todos los acontecimientos y los meditaba en su corazón, la identidad de Jesús había salido ya de la intimidad de sus padres, aunque por treinta y tres años su madre guardaría el secreto de su concepción, la palabra Mesías había comenzado a pronunciarse con renovadas fuerzas en Jerusalén y en Belén ¿Qué hacer?¿Como sigue esta historia ahora, Señora mía?

Pues, sencillamente, volvimos a casa y el niño crecía fuerte y sano, José trabajaba en su taller y teníamos lo suficiente para vivir... Muchas veces pensaba en los acontecimientos pasados, en cuales serian los tiempos de callar y los tiempos de hablar... pero una sola certeza guiaba mi corazón... la certeza de que Dios no nos dejaría tomar rumbos equivocados, que Él nos mostraría, de manera evidente, los caminos a seguir. La rutina contrastaba con la magnificencia de los anuncios del ángel y de Simeón, pero estaba allí con el propósito de ayudarme y enseñarme a modelar y dominar mi voluntad, ayudarme a darle el justo valor a las pequeñas cosas, para que comprendiese que la vida de un ser humano se construye desde las pequeñas cosas de la familia, como ladrillos que van formando una pared... Tu me habías preguntado cuando recordé la Noche buena por vez primera, y te he respondido desde el alma.... así como esa bendita noche ha sido para mí un faro en la oscuridad, debe serlo también para ti, amiga, guarda ordenadamente las luces del arbolito, pero deja que la luz de la nochebuena te ilumine el camino cada vez que sientas que la soledad te agobia o que los caminos se desdibujan y no sabes por donde se sigue...

Volvimos a casa, a la realidad de mi vida, tu te fuiste a ayudar a las señoras de la parroquia que confeccionaban los adornos para celebrar la Fiesta de la Candelaria, yo volví a los míos habiendo aprendido algo mas de tu vida, algo mas de ti, Señora mía...



NOTA:

"Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna."
Autor: María Susana Ratero.