Autor: Jose Maria Murillo García
Sí que lo hacemos difícil, o a mi así me lo
parece. En un momento que nos haría falta en esta nuestra España de las
Comunidades, tener las relaciones más abiertas, y que diesen lugar a un mayor
entendimiento entre sus moradores, lo estamos haciendo al revés.
Esto pensaba esta mañana, ya que he
presenciado un momento que es el que me ha dado pie a ver lo que estamos
haciendo, quizás, seguramente, sin darnos cuenta.
Tenía que llevar al médico unas pruebas, para más
señas, era un traumatólogo, llegue unos diez minutos antes de la hora de mi
citación, y observo lo siguiente:
En el
pequeño espacio, yo le llamaría pasillo, que hacía de sala de espera, había
cuatro personas, las cuatro metidas en sus teléfonos – digo metidas – porque
dije, ¡buenos días! No contesto nadie, vinieron otras dos personas, no dijeron
nada, sacaron sus teléfonos y también se metieron en ellos. Durante el tiempo
que permanecí en aquella estancia, pasaron a consulta cuatro de los siete que
habíamos coincidido. De esos cuatro, ni uno, dijo algo al marcharse, nada, me
figuro que como los veían –metidos en sus teléfonos- por no molestarlos, tan
solo una señora, mayor, seguro que más de sesenta, y muy bajito dijo: adiós,
fui yo solo el que contesto a la despedida.
No creo que la consulta de un medico sea el
lugar idóneo para formar una tertulia, de acuerdo. Pero hay dos cosas que me
llaman poderosamente la atención, una que ni a la llegada ni al marcharse,
digan nada, y otra que no muy bien se
habían sentado –alguna llego ya con él en la mano- sacaron el aparatito y
clavadas o clavados en el.
Esta forma de actuar, no la entiendo, seguro
que muchas de estas personas a través de WhatsApp, estarían comunicándose con
amigos o familiares, quizás fuese así, pero la sensación era, que a cada uno no
lo interesaba nada de lo que pudiesen aportar los demás, la sensación era, como
si no los viesen, y la distancia entre nosotros era mínima, pero en tales condiciones
los sentías totalmente lejos, como a la persona que ves en el campo, pero que
sabes que tu voz a esa distancia no es audible.
Ya decía antes, que el momento y el sitio no
es para una tertulia, pero hay o había, unas reglas de urbanidad, de educación en
una palabra, que creo te obligan a dar los buenos días, y al marcharte, decir algo, despedirte.
Si a esto le unes lo de los teléfonos, ya sí
que no sabes, que es lo que está pasando.
Para mi estas personas serán incapaces de
entablar una conversación como no sea por teléfono, me parece una verdadera
pena, creo que lo que hoy nos hace falta es dialogar, pero hacerlo en grupos,
donde cada uno pueda tener una forma diferente de ver una situación,
seguramente porque cada uno mira desde puntos diferentes a la misma figura,
unos verán la figura iluminada y los otros puestos en sentido contrario, verán
las sombras, la explicación que cada uno de, de esa misma figura nos llevara a
conocerla con más exactitud. Quizás mi edad influya en ver así las cosas, pero lo
cierto es que según mis cortas entendederas, bueno no es esta forma de actuar.
Y tampoco creo que sea buena, con la facilidad
que hoy, se organiza una manifestación, ya sea de jubilados, de taxistas, de
feministas, o independentistas y ahí si los ves dispuestos a hablar, bueno
quizás no debería decir eso, la mayoría no hablan, vociferan y algunos o
algunas con la cara desencajada.
¿Qué les dejamos a nuestros representantes en
el Congreso, sentados en sus mullidos sillones y con todos los datos y medios a
su alcance?
Otro día os contare más cosas, un saludo.
Badajoz, 7 de mayo del 2018.
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