"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

viernes, 22 de abril de 2016

La educación es cosa del corazón





Sabemos bien que para una auténtica obra educativa no basta una buena teoría o una doctrina que comunicar. Hace falta algo mucho más grande y humano: la cercanía, vivida diariamente, que es propia del amor y que tiene su espacio más propicio ante todo en la comunidad familiar, pero asimismo en una parroquia o movimiento o asociación eclesial, en donde se encuentren personas que cuiden de los hermanos, en particular de los niños y de los jóvenes, y también de los adultos, de los ancianos, de los enfermos, de las familias mismas, porque los aman en Cristo. 

El gran patrono de los educadores, san Juan Bosco, recordaba a sus hijos espirituales que "la educación es cosa del corazón y sólo Dios es su dueño" 

En la obra educativa, y especialmente en la educación en la fe, que es la cumbre de la formación de la persona y su horizonte más adecuado, es central en concreto la figura del testigo: se transforma en punto de referencia precisamente porque sabe dar razón de la esperanza que sostiene su vida, está personalmente comprometido con la verdad que propone. El testigo, por otra parte, no remite nunca a sí mismo, sino a algo, o mejor, a Alguien más grande que él, a quien ha encontrado y cuya bondad, digna de confianza, ha experimentado. Así, para todo educador y testigo, el modelo insuperable es Jesucristo, el gran testigo del Padre, que no decía nada por sí mismo, sino que hablaba como el Padre le había enseñado.

Por este motivo, en la base de la formación de la persona cristiana y de la transmisión de la fe está necesariamente la oración, la amistad personal con Cristo y la contemplación en él del rostro del Padre. Y lo mismo vale, evidentemente, para todo nuestro compromiso misionero, en particular para la pastoral familiar. Así pues, la Familia de Nazaret ha de ser para nuestras familias y para nuestras comunidades objeto de oración constante y confiada, además de modelo de vida. 

Queridos hermanos y hermanas, y especialmente vosotros, queridos sacerdotes, conozco la generosidad y la entrega con que servís al Señor y a la Iglesia. Vuestro trabajo diario para formar a las nuevas generaciones en la fe, en estrecha conexión con los sacramentos de la iniciación cristiana, así como para preparar al matrimonio y para acompañar a las familias en su camino, a menudo arduo, en particular en la gran tarea de la educación de los hijos, es la senda fundamental para regenerar siempre de nuevo a la Iglesia y también para vivificar el tejido social de nuestra amada ciudad de Roma.
Así pues, proseguid, sin desalentaros ante las dificultades que encontráis. La relación educativa es, por su naturaleza, delicada, pues implica la libertad del otro, al que siempre se impulsa, aunque sea dulcemente, a tomar decisiones. Ni los padres, ni los sacerdotes o los catequistas, ni los demás educadores pueden sustituir la libertad del niño, del muchacho o del joven al que se dirigen. De modo especial, la propuesta cristiana interpela a fondo la libertad, llamándola a la fe y a la conversión.

En la actualidad, un obstáculo particularmente insidioso para la obra educativa es la masiva presencia, en nuestra sociedad y cultura, del relativismo que, al no reconocer nada como definitivo, deja como última medida sólo el propio yo con sus caprichos; y, bajo la apariencia de la libertad, se transforma para cada uno en una prisión, porque separa al uno del otro, dejando a cada uno encerrado dentro de su propio "yo". Por consiguiente, dentro de ese horizonte relativista no es posible una auténtica educación, pues sin la luz de la verdad, antes o después, toda persona queda condenada a dudar de la bondad de su misma vida y de las relaciones que la constituyen, de la validez de su esfuerzo por construir con los demás algo en común.

Así pues, es evidente que no sólo debemos tratar de superar el relativismo en nuestro trabajo de formación de las personas; también estamos llamados a contrarrestar su predominio destructor en la sociedad y en la cultura. Por eso, además de la palabra de la Iglesia, es muy importante el testimonio y el compromiso público de las familias cristianas, especialmente para reafirmar la intangibilidad de la vida humana desde la concepción hasta su término natural, el valor único e insustituible de la familia fundada en el matrimonio, y la necesidad de medidas legislativas y administrativas que sostengan a las familias en la tarea de engendrar y educar a los hijos, tarea esencial para nuestro futuro común.

Mi afecto y mi bendición os acompañan hoy y en el futuro.
BENEDICTO XVI

jueves, 21 de abril de 2016

Hoy es jueves, Señor, jueves y mes de los niños



Reflexiones Eucaristía
Un niño es como un milagro que está ante nosotros y no lo sabemos ver. Por sus ojos se asoma Dios y a Dios lo vemos si nos asomamos a sus ojos.

Hoy es jueves, Señor.  Y mes donde recordamos a los niños en México y algunos paises. El niño...los niños. Tu los amaste con especial amor..."Dejad que los niños se acerquen a mí" y en otro momento....porque de los que son como estos es el Reino de los Cielos Mt 19.13-15.

Pues bien, HOY ES EL DÍA DEL NIÑO, pero como el día de la madre, del padre, del anciano, etcétera, no solo es por un día... siempre tiene que ser, todos los meses, todos los años, todos los días, todos los instantes... tienen que ser para esos seres que les tocó estar cerca de nosotros y ¡qué inútil será ! querer en un solo día rebosarlos de amor, rodearlos de caricias y mimos y en algunos casos, ¡qué triste!, querer restañar heridas que abrimos con desamor, querer endulzar veinticuatro horas, que antes y después son horas de agrios modos, de desatención y olvido.

Pero volviendo a que hoy es el día del niño, pensaremos en este día como un día de primavera. Eso son los niños: una hermosa primavera.

Los niños son como millares de esas florecillas que vemos tapizar los verdes campos de este planeta azul. Sus ojos son como estrellas y sus risas como el más bello sonido de campanitas de cristal. Y precisamente por esa delicada y tierna belleza nada puede ser más conmovedor y doloroso que un niño con ojos tristes, que el llanto silencioso o acongojado de un niño que en vez de risas sabe de lágrimas... de unas manitas que en vez de jugar, tiemblan o piden pan.

Un niño es como un milagro que está ante nosotros y no lo sabemos ver.

Un niño es candor, inocencia, ternura, gorjeo, canto, miel, luna, estrella, brisa, pureza, amanecer... Por sus ojos se asoma Dios y a Dios lo vemos si nos asomamos a sus ojos.

Todo eso y más es un niño y sin embargo... sabemos que muchas de esas florecillas en todas las partes del mundo se agostan en los hospitales con huesos rotos y aplastados por la furia demencial con que fueron golpeados, que hay Herodes modernos que matan a estos pequeños seres, precisamente porque son pequeños, porque no pueden defenderse y madres que algún día, sino es que siempre, en las largas horas de vigilia y remordimiento, estarán oyendo el llanto, el grito, en la oscuridad de sus entrañas, cuando matan al ser más inocente, su propio hijo...."¡No los mateís, dadmelos a mí!" - suplicaba la Madre Teresa de Calcuta.

Sin niños el mundo no tendría primavera y nuestra gran responsabilidad es que todos los niños tengan paz, alimento, ternura, aire limpio y amor para que en vez de llanto oigamos sus risas como campanitas de cristal.

Hoy Señor, ante Ti, en Tu presencia en el Sagrario, ayudamos a verte en los niños, amarlos como Tu los amas, y que aprendamos de ellos, la bondad y sencillez. Que encontremos en ellos Tu mirada, la esperanza que tienes en nosotros los hombres adultos... que no sabemos lo que hacemos.
Por: María Esther de Ariño

miércoles, 20 de abril de 2016

No se puede amar a quien no se conoce



Es imposible conocer a fondo a Jesús y no amarlo, si se hace con un corazón bien intencionado.

¿Nunca te ha pasado que te formas un preconcepto sobre alguien, y cuando lo llegas a conocer a fondo te sorprendes de lo absolutamente distinta que es en realidad esa persona?. A veces lo que sientes es mejor que lo que esperabas, y otras veces te decepcionas, porque habías generado mayores expectativas. Pero en cualquier caso lo que sientes ahora es a una persona distinta, totalmente distante de la imagen que te habías figurado.
Imagínate ahora que hablamos de Jesús, nuestro Dios. ¿Cuán a fondo lo conoces?. ¿Te atreves a decir que tienes una cercanía con El que te permita sentirlo vivo, presente, familiar, como El realmente es?.
¿Cómo podemos amar a Cristo, si no nos esforzamos en conocerlo?. Cristo es la fuente del amor infinito, imagínate cuanto más podrás amarlo si lo conoces a fondo, como El realmente es.
Enamorarse de Jesús es la consecuencia lógica de conocerlo, de interesarse por El.
Para llegar a conocer a Cristo en profundidad puedes elegir varios caminos, pero la manera más perfecta y directa es a través de la lectura de los Evangelios. Su Vida entre nosotros es Su mayor testimonio de amor. Pero también estudiando la vida de muchos santos se llega a conocer a Cristo. ¿Por qué?. Simple: cuando uno entiende que Jesús se dio de forma abierta y amorosa a las almas que se abrieron humildemente a El, comprende también que ese amor está disponible para cualquiera que quiera ir a gozarlo. Y cuando el Señor da, da a mano abierta. Se manifiesta como un enamorado de Sus hermanos aquí, se brinda sin límites. Es entonces que uno toma conciencia que Jesús nos mira, y nos espera todo el tiempo. Siempre atento a un gesto nuestro, a un saludo, a un pensamiento. Un eterno enamorado de nuestra alma, que espera pacientemente ser reconocido, ¡Y es nuestro Dios!.

Es imposible conocer a fondo a Jesús y no amarlo, si se hace con un corazón bien intencionado. El amor crecerá entonces como consecuencia lógica de entender que El está allí, esperando que lo descubramos y le abramos nuestras puertas a Su amor.
¡Leemos y nos interesamos por tantas cosas intrascendentes en nuestra vida!. Busquemos, por una vez, en el lugar correcto.
Jesús nos está esperando, quiere que nos hagamos primero Sus amigos, para luego enamorarnos perdidamente de El, nuestro Dios. 
 Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org


martes, 19 de abril de 2016

La Presencia de Dios en lo pequeño y cotidiano



Dios se comunica con nosotros de múltiples maneras, solo hay que saber oírlo y verlo en las pequeñas cosas cotidianas.

Tomás de Kempis nos aconseja en su inmortal obra "La imitación de Cristo" (escrita varios siglos atrás): "Atender  a qué es lo que se dice y no a quién lo dice".

Dios se comunica con nosotros de múltiples maneras, solo hay que saber oírlo y verlo en las pequeñas cosas cotidianas. Muchas veces esperamos grandes manifestaciones, cuando en realidad Dios es el Rey de lo pequeño, lo humilde, cuando actúa aquí en la tierra. Toda la Gloria y Omnipotencia de Dios, se transformó en humildad y pequeñez cuando EL se manifestó, hecho hombre, entre nosotros. Una cueva en Belén, el hogar mas humilde, una vida escondida, todo señala la pequeñez como puerta hacia la Santidad. Los hechos, las obras, las más simples expresiones de nuestra voluntad,  son el signo de nuestro estado espiritual. Ni grandes manifestaciones, ni una vida extremadamente visible u ostentosa, nada de eso fue enseñado a nosotros a través del ejemplo dado por Jesús, a lo largo de Su vida en la tierra, como Criatura/Dios. El nos enseñó con los hechos, con Su Palabra. Y quienes lo juzgaron y condenaron, simplemente miraron quien hablaba, olvidando o pasando por alto el mensaje.

¡Se mató al mensajero, en la Cruz!.

¿Cuantas veces en este mundo vemos que se hace lo mismo?. Se da valor a las ideas  o a las obras a partir del prestigio del autor, y se descartan enormes mensajes para la humanidad, simplemente por no aceptarse a los mensajeros más humildes, más pequeños,  más simples. Pero la trampa es más compleja aún, ya que para llegar a ser respetado se debe adherir a  las reglas del mundo: vanidad, egocentrismo, corrupción, envidia, poder, etc.
De este modo, se vuelve muy difícil llegar a difundir las buenas obras, desde mensajeros basados en la humildad, la pequeñez, la sinceridad, el amor, la unión verdadera y la entrega.

¿Cuantos casos como la Madre Teresa pueden pasar los filtros que el mundo pone?.

¿Cuantos quedan en el camino?.

Sepamos escuchar a Dios, El está dentro nuestro, en las cosas pequeñas, en los mensajes de humildad y sencillez. Y sepamos verlo en aquellos a los que el mundo condena por no cumplir con sus estándares, aquellos que solo quieren vivir en la simpleza del día a día. Los modelos a imitar muchas veces están mas cerca de nosotros de lo que pensamos, solo hace falta prestar atención, poner una mirada a nuestro alrededor, y descubrir la Presencia de Dios donde menos la esperamos.
Por: Oscar Schmidt | Fuente: www.reinadelcielo.org

lunes, 18 de abril de 2016

Una grieta en la muralla



El corazón ha levantado murallas y barreras. ¿Hay espacios para la esperanza? ¿Es posible una brecha para el cambio?



El corazón ha levantado murallas y barreras. No desea ayudas, ni consejos, ni consuelos. La pena dejó tapiadas puertas y ventanas. Un conocido, un familiar, un amigo, han cerrado su alma con candado.
¿Hay espacios para la esperanza? ¿Es posible una brecha para el cambio? Dios mismo se detiene ante las puertas del castillo. No puede forzar a quien no desea recibir caricias ni socorros.
Solo queda esperar. Quizá algún día descubramos una grieta en la muralla, un espacio que permita una pequeña transfusión de aire nuevo, una fisura que abra oportunidades para empezar un proceso de escucha.
Si el corazón rompe sus miedos, sus soberbias, sus rencores, sus amarguras, será posible empezar un camino de curación interior. Si, además, el alma inicia a escuchar a Dios que habla de mil modos, también desde familiares y amigos buenos, comenzará el milagro de una sanación profunda.
Vivimos en un mundo donde tantos hombres y mujeres necesitan ayuda y no la buscan, o no saben cómo acogerla. En este mundo las grietas sanas abren espacios a cambios buenos, porque Dios transforma a quienes dejan rendijas abiertas a sus gracias.

Seguramente hoy se ha abierto una grieta en la muralla de un alma. La ayuda llega. La mente respira aires nuevos. El corazón siente un bálsamo de ternura. La misericordia invita al arrepentimiento. Alguien llora sus pecados y reconoce que existe un Padre bueno que nos ama sin límites...
Por: P. Fernando Pascual LC