"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Momentos para recordar del año 2015

Un año que termina lleno de actividades y noticias de la Iglesia que se han nacido de las enseñanzas del Santo Padre

El año 2015 ha estado lleno de actividades y noticias de la Iglesia, la mayoría de las cuales han nacido y se han visto reflejadas en las enseñanzas del Santo Padre. Recordemos algunos de estos eventos, documentos y viajes de Papa Francisco y nos sirva para volver, en 2016, sobre los hechos más relevantes del año que termina.

Enero

Homilía del Papa en la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios. 1 enero 2015










Homilía del Papa Francisco en la Santa Misa del día de la Epifanía del Señor. 6 enero 2015





Papa Francisco en su homilía en la solemnidad del Bautismo de Jesús. 1 enero 2015





Catequesis del Papa sobre su viaje a Asia y textos de todas las homilías y discursos. 21 enero 2015




Febrero

Consistorio público ordinario del 14 de febrero de 2015 con detalles de todos los cardenales




Homilía del Papa en la XIX Jornada de la Vida Consagrada, en la Fiesta de la Presentación del Señor. 2-2-2015




Mensaje del Papa para la Cuaresma 2015. Pidamos a Cristo un corazón misericordioso como el suyo




Marzo

Papa Francisco anunció un Jubileo extraordinario que tendrá en el centro la misericordia de Dios. 13 marzo 2015




Catequesis del Papa Francisco: Oración por el Sínodo de la familia. 25 de marzo de 2015




Abril

Mensaje pascual y bendición del Papa al mundo entero. Domingo de Resurrección, 5 abril 2015




Bula de convocación del Jubileo Extraordinario de la Misericordia




Mayo

Homilía del Papa Francisco en la Santa Misa de Pentecostés. 24 mayo 2015





Angelus del Papa en el domingo de la Santísima Trinidad: El misterio de amor del Dios Vivo. 31 de mayo de 2015




Junio

Homilía del Papa en la Solemnidad del Cuerpo y Sangre de Cristo. 4 de junio de 2015





El P. Lombardi resalta el significado del viaje a Sarajevo: Paz, diálogo y esperanza, las claves de la Visita del Papa




Cultivar y custodiar con responsabilidad la creación, con especial atención a los más pobres, que son los que más sufren las consecuencias de los daños ambientales




Homilía del Santo Padre Francisco en la misa multitudinaria en Turín. 21 junio 2015




Julio

El corazón del testimonio y del mensaje del Papa en América: fe versus ideología (mirada a posteriori)




Agosto

Angelus del Papa en solemnidad de la Asunción de María: El que cree, tiene Vida eterna. 15 de agosto de 2015




Septiembre

Un balance del viaje papal: Siembra de gracia y de savia, vitalidad evangelizadora y sacudida misionera y de misericordia




Despedida del Papa Francisco y todos los discursos y homilías de su visita a los Estados Unidos. 27 septiembre 2015




Octubre

Toda la información acerca del Sínodo de obispos sobre la familia




Noviembre

Angelus del Papa en la Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo: el fracaso del pecado. 22 de noviembre de 2015





Especial: un balance de la visita papal a Kenia, Uganda y República Centroafricana con todos los discursos y homilías. 30 noviembre 2015



Diciembre

En el solemne rito de apertura estaba presente el Papa emérito Benedicto XVI y fue el primero en entrar por la Puerta Santa después del Papa




Homilía del Papa Francisco en la Santa Misa en la Fiesta de la Virgen de Guadalupe. 12 de diciembre de 2015




Es la Navidad del Año Santo de la Misericordia, por eso deseo a todos que puedan acoger en su propia vida la misericordia de Dios. ¡Así haremos crecer la paz!



martes, 29 de diciembre de 2015

Se termina el año...

Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios. 

El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.

El día de hoy podríamos considerar tres cosas:
a) El tiempo pasa.
b) La muerte se acerca.
c) La eternidad nos espera.

La muerte se acerca. Cada día que pasa estoy más cerca de ella. Es necio no querer pensar esto. Muchos de los que murieron el año pasado se creían que iban a seguir vivos en éste, pero se equivocaron. Puede que este año sea el último de nuestra vida. No es probable, pero sí posible. Debo tenerlo en cuenta. En ese momento trascendental, ¿qué querré haber hecho? ¿Qué NO querré haber hecho? Conviene hacer ahora lo que entonces me alegraré de haber hecho, y no lo que me pesará haber hecho.

La eternidad nos espera. Nos preocupamos mucho de lo terrenal que va durar muy poco. Nos preocupamos de la salud, del dinero, del éxito, de nuestra imagen, etc. Todo esto es transitorio. Lo único que va a perdurar es lo espiritual. El cuerpo se lo van a comer los gusanos. Lo único que va a quedar de nosotros es el alma espiritual e inmortal.

Con la muerte no termina la vida del hombre: se transforma, como dice el Prefacio de Difuntos. Palabras de Santo Tomás Moro sobre la morada en el cambio de destino.

Los que niegan la vida eterna es porque no les conviene. Pero negarla no es destruirla. La verdad es lo que Dios nos ha revelado.

Hoy es el momento de hacer balance. No sólo económico, sino también espiritual y moral.

Hagamos examen del año que termina.

Sin duda que habrá páginas maravillosas, que besaremos con alegría.

Pero también puede haber páginas negras que desearíamos arrancar. Pero eso ya no es posible. Lo escrito, escrito está.

Hoy abrimos un libro nuevo que tiene todas las páginas en blanco. ¿Qué vamos a escribir en él?

Que al finalizar el año 2016, podamos besar con alegría cada una de sus páginas.

Que no haya páginas negras que deseemos arrancar.

Puede que en ese libro haya cosas desagradables que no dependen de nosotros.

Lo importante es que todo lo que dependa de nosotros sea bueno.

Pidamos a Dios que dirija nuestra mano para que a fin de año podamos besar con alegría todo lo que hemos escrito.

También es el momento de examinar todas las ocasiones perdidas de hacer el bien.

Ocasiones irrecuperables. Pueden venir otras; pero las perdidas, no se recuperarán.

Finalmente, demos gracias a Dios de todo lo bueno recibido en el año que termina.

De la paciencia que Dios a tenido con nosotros.

Y de su gran misericordia.


Por: P. Jorge Loring SJ

lunes, 28 de diciembre de 2015

LA ESCALERA DE LA VIDA

Sube los escalones de tu existencia. Despacio, cauteloso, con mucha calma, inteligencia y  buena voluntad, sube los escalones.

Pensando siempre en la gloria que se encuentra en lo más alto de la escalera que estás subiendo.
No cedas ni un segundo al desánimo; no permitas que la indecisión te domine.

Aprende a superarlos. El mundo pertenece a los seres optimistas, positivos y sinceros; nunca será de los cobardes, quejosos, indecisos, mentirosos y deshonestos, estos últimos se quedan en los primeros escalones de la gran escalera.

Prosigue en línea recta, buscando tus sagrados objetivos, en nombre del Creador a quien debemos la vida, hónrala.

Si alguien no te recibe de buena gana, ni acepta tu buena intención, no pierdas el tiempo en comentarios y sentencias acusatorias, pues tal actitud no soluciona el problema.

Y si te caes antes de llegar al escalón al que te propusiste llegar, no te desanimes, porque el caer es una oportunidad para levantarte y reaccionar, continua subiendo nuevamente con más fuerza y altruismo.

Victoria no es nunca haber caído, sino levantarse de la caída y seguir alegremente, prometiéndote a ti mismo, mirar con orgullo los demás escalones que se encuentran adelante y altivamente seguir subiendo.

Sube, sube siempre con coraje, con firmeza con sabiduría y un fuerte deseo de vencer, imponiéndote el más alto concepto de una vida digna, honrada y bien vivida.

Acuérdate, la victoria es de los que luchan contra las situaciones desfavorables, sin perder el vigor, la fe, y el ideal de la vida.
Si no vences es porque te dejaste contaminar por la ola negra del mal y perdiste el deseo de luchar hasta el final porque, quien lucha, dando el verdadero esplendor a la vida, al bien y persiste sin retroceder... 

¡Vencerá!
TODOS LOS QUE CREEN EN SUS IDEALES Y  SE ESFUERZAN

POR ALCANZARLOS, CON LA AYUDA  DE  DIOS… VENCEN

sábado, 26 de diciembre de 2015

En el clima de la alegría navideña.. ¿el martirio de San Esteban?

En la óptica de la fe, la fiesta de san Esteban está en plena sintonía con el significado profundo de la Navidad.

Por: SS Papa Francisco 



Duante la octava de Navidad, en la alegría de la Navidad se inserta la fiesta de san Esteban, el primer martir de la Iglesia. El libro de los Hechos de los Apóstoles nos lo presenta como "un hombre lleno de fe y de Espíritu Santo", elegido con otros seis para dar servicio a las viudas y a los pobres en la primera comunidad de Jerusalén. Y nos cuenta su martirio, cuando después de un fogoso discurso que suscitó la ira de los miembros del Sanedrín, fue arrastrado afuera de las murallas de la ciudad y lapidado.

Esteban murió como Jesús, pidiendo perdón por sus asesinos. En el clima de la alegría navideña, esta conmemoración podría parecer fuera de contexto. De hecho la Navidad es la fiesta de la vida y nos infunde sentimientos de serenidad y de paz. ¿Por qué entonces turbar su encanto con el recuerdo de una violencia tan atroz? En realidad en la óptica de la fe, la fiesta de san Esteban está en plena sintonía con el significado profundo de la Navidad.

En el martirio, de hecho, el amor derrota a la violencia, la vida a la muerte. La Iglesia ve en el sacrificio de los martires su "nacimiento al cielo". Celebramos por lo tanto hoy la "navidad" de Esteban, que en profundidad se desprende de la Navidad de Cristo. ¡Jesús transforma la muerte de quienes lo aman en aurora de vida nueva!

En el martirio de Esteban se reproduce la misma lucha entre el bien y el mal, entre el odio y el perdón, entre la mansedumbre y la violencia, que tuvo su culminación en la cruz de Cristo. La memoria del primer mártir acaba así con una falsa imagen de la Navidad: ¡una imagen de fábula y duzurosa, que en el evangelio no existe!

La liturgia nos trae el sentido auténtico de la Encarnación, relacionando Belén al Calvario y recordándonos que la salvación divina implica que la lucha al pecado, pasa por la puerta estrecha de la cruz.

Este es el camino que Jesús ha indicado claramente a sus discípulos: "Serán todos odiados a causa de mi nombre. Pero quién habrá perseverado hasta el final será salvado".

Por eso hoy rezamos de manera particular por los cristianos que sufren discriminación a causa del testimonio que dan de Cristo y del evangelio. Estamos cerca de estos hermanos y hermanas que como san Esteban, son acusados injustamente y objeto de violencias de varios tipos.

Estoy seguro que, lamentablemente, son más numerosos hoy que en los primeros tiempos de la Iglesia y que son tantos. Esto sucede especialmente en los lugares en donde la libertad religiosa no está todavía garantizada o no está plenamente realizada. Sucede también en países y ambientes que en sus papeles tutelan la libertad y los derechos humanos, pero donde de hecho los creyentes, especialmente los cristianos, encuentran limitaciones y discriminaciones.

A un cristiano esto no lo maravilla, porque Jesús lo ha anunciado como ocasión propicia para dar testimonio. Entretanto en el plano civil, la injusticia va denunciada y eliminada. Que María Reina de los Mártires nos ayude a vivir este tiempo de Navidad con aquel ardor de fe y de amor que refulge en san Esteban y en todos los mártires de la Iglesia.

viernes, 25 de diciembre de 2015

¡Se quedó sin nada!

Detente un momento ante esa cueva.¿Ves ese niño indefenso? Es Dios, es el único Redentor. 

Quienquiera que seas,
detente un momento ante esa cueva.
¿Ves ese niño indefenso?
Es Dios, es el único Redentor.


Es para ti.
Si te sientes muy pecador…
É1 te dice que tienes perdón.
Si estás muy desesperado…
Él te ofrece la alegría de vivir.
Si eres pobre…
piensa que Él es más pobre que tú
y que es pobre por ti.

Si crees que no hay camino para encontrar la paz…
El es el Camino.
Si crees que todo es farsa y mentira
en la vida y en la sociedad…
Él es la Verdad.
Si crees que la vida no tiene sentido ni valor…
Recuerda que Él es la Vida.

Tú que te has detenido ante muchos palacios,
y tiendas, y salas de fiestas,
sin encontrar lo que buscas…
nada pierdes con intentar
comprar a ese Niño el amor,
la vida y la paz.
Y Él a cambio te pide
una pequeña limosna de amor.

Se quitó los rayos, se quitó la fuerza
y se quedó sólo con el amor.

Si te hacen un pequeño favor,
das las gracias.
Si el favor es muy grande,
sientes la obligación de agradecerlo muchísimo más.

El favor que Dios te hace volviéndose hombre por ti,es mayor que el mar, mayor que el cielo,
mayor que todo.

Pero dime si alguna vez le has dicho ¡gracias!,
como a los que te hacen pequeños favores.

Nadie te ha amado como Él.
Nadie te amará como Él.
Mucho ama el que mucho perdona.
El te ha perdonado lo que nadie te perdonaría.

Pedir una limosna de amor para Él, ¿es mucho pedir?
Vivir la Navidad en paz con Dios,
¿es mucho pedir?

Me atrevería a sugerirte una cosa:
Si tú, como adulto, no sabes amar a ese Niño-Dios,
deja a tus hijos que lo amen,
diles que lo amen por ti,
que disfruten la Navidad por ti.

Se quitó los rayos, se quitó la fuerza
y se quedó sólo con el amor.
Yo me quito la careta de hipocresía,
mi coraza de pecador
y me quedo sólo con la gratitud.



Por: P Mariano de Blas LC 

jueves, 24 de diciembre de 2015

Cristo Jesús está con nosotros esta noche

El Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, donde podremos adorarle.

Natividad del Señor

"Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo".

Como en un magnífico exordio, con la alegría de los esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de los hombres.

Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad.

Benedicto XVI lo expresa magníficamente: "En la gruta de Belén, la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña".

No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras ellos se permiten disfrutarlo todo.

Todas esas versiones que nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos.

Pero precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es al mismo tiempo todo hombre. Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección.

Es el momento de la adoración, es el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres.


Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD.

Por: P. Alberto Ramírez Mozqueda 

miércoles, 23 de diciembre de 2015

El pesebre que acogería al Niño Dios

Aquel pesebre, pobre y viejo, no había pensado en su vida que acogería al Niño Dios entre sus pajas. Nosotros, en cambio, sabemos que el Niño Jesús llegará el 24 en la noche. 

En las faldas de un monte, por encima de Belén, hay una cueva. Es pequeña y algo tosca, pero acogedora; refresca en los días de calor, y abriga, en los de frío. Durante el año, los animales se resguardan en ella.

Los bueyes y las vacas acuden a pastar allí. Sacian su hambre con las frescas pajas que un mozo deposita a diario en un rústico pesebre, formado por resistentes ramas.

- ¡Vaya existencia la mía! -se decía el pesebre-. ¡¿No se podría haber empleado de mejor modo mi madera?!

El ganado acudía a él por necesidad, porque gusto no lo había. La mayoría de los desayunos, cenas y comidas, terminaban en indigestión. Porque, ¿a quién le gusta escuchar quejas mientras come?
Una noche fría de invierno, entre los aullidos del viento y la respiración profunda de los animales que ahí dormían, llegaron dos personas a la cueva. Venían arropados de arriba abajo. El hombre jalaba con cuidado de su borriquillo, mientras la mujer que lo montaba, soportaba con paciencia los dolores del parto.

- Aquí está bien -dijo el hombre apesadumbrado-. Hemos caminado bastante -suspiró-. Me gustaría ofrecerte algo mejor, María, pero tú sabes que hoy no ha sido un buen día…

- No te aflijas, José -le respondió María, consolándole-. Hágase Su voluntad -y señaló con el dedo al cielo-.

Ambos se establecieron lo mejor que pudieron en la cueva, agradeciendo el calor de los animales.
El pesebre, que jamás dormía, se enterneció al ver la situación de aquella agotada pareja.
Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, María dio a luz a su hijo primogénito. Los gemidos del recién nacido resonaron en la cueva, rompiendo el silencio. Los animales se despertaron agitados en un primer momento; pero después de desperezarse, lo contemplaron con respeto.

José tenía al niño en sus brazos y lo había envuelto en pañales. Su corazón latía con fuerza: estaba nerviosísimo. Cuando por fin tuvo oportunidad de ver al niño, se topó con unos grandes y preciosos ojos grises que lo miraban con curiosidad; entonces, sintió cómo una gran emoción llenaba su alma.

María permanecía recostada sobre unas gruesas cobijas que habían traído de Nazaret, y no le quitaba la vista a su hijo. Con un notable esfuerzo, cambió de postura y le pidió a José que le mostrase al Niño. Cuando él se lo dio, Ella lo cargó durante un largo rato, estrechando al niño contra su corazón.

Cuando María acabó de contemplarlo, se lo entregó a José, quien lo paseó maravillado. Y tras una larga y silenciosa adoración, lo depositó dormido en el pesebre.

Sonó, entonces, un redoblar de pasos, y a acto seguido entraron unos pastores en la cueva.
- En hora buena -exclamaron al ver al Niño. Y les contaron cuanto les había dicho el ángel-.
Cuando llegaron a la señal que les había dado el ángel: “encontrarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”, el pesebre estuvo a punto de dar un brinco de asombro, pero recordó que el Niño Jesús aún dormía plácidamente sobre él.

Su nombre había aparecido en los labios de los ángeles. No lo podía creer. Lo ocurrido estaba preestablecido por Dios.

Cuando los pastores terminaron su relato, con gran admiración de los padres de Jesús y del mismo pesebre, sacaron sus humildes regalos y se los ofrecieron al Niño de corazón.
Una vez que los pastores se fueron y que el Niño se hubo vuelto a dormir, María y José también se entregaron al descanso, rendidos de cansancio.

Cuando el silencio llenó de nuevo la cueva con su majestad, el pesebre se quedó pensativo. Aún no acababa de entender lo que habían dicho los pastores.

- ¿Cómo es posible que sea Dios? -pensaba para sus adentros-.

Tras mucho repetir: «Tengo entre mis pajas a Dios», comprendió porqué no le pesaba aquel niño.
Aquel pesebre, pobre y viejo, no había pensado en su vida que acogería al Niño Dios entre sus pajas. Sabía que algún día vendría el Mesías -como todo el mundo-, pero jamás habría imaginado que nacería en aquella tosca cueva de aquel remoto poblado, y precisamente en aquella época del año. Y mucho menos que él sería el primer depositario.

Cuando Dios vino al mundo, no pasó inadvertido sólo para los hombres. También llegó de sorpresa para aquel pesebre de Belén. Ningún ángel le anunció que sobre él se recostaría el Hijo de Dios.

Nosotros, en cambio, sabemos que el Niño Jesús llegará el 24 en la noche. Tenemos tiempo para vivir con entusiasmo este Adviento. Regalémosle un corazón amable, quitando cada día una paja de nuestro áspero carácter. Ofrezcámosle el calor de nuestro corazón.


Por: Gustavo Velázquez Lazcano, LC

martes, 22 de diciembre de 2015

El buey y el asno, junto al pesebre

Los rostros del buey y el asno nos miran esta Navidad y nos hacen una pregunta: ¿Comprendes tú la voz del Señor? ¿Volverás a casa llenos de alegría?

Benedicto XVI, cuando aún no era Papa, escribió varios textos dedicados a la Navidad en el libro Imágenes de la esperanza. 

En la cueva de Greccio (Es una pequeña localidad situada en el valle de Rieti, en Umbría, no muy lejos de Roma ) se encontraban aquella Nochebuena, conforme a la indicación de san Francisco de Asis, el buey y el asno: «Quisiera evocar con todo realismo el recuerdo del niño, tal y como nació en Belén, y todas las penalidades que tuvo que soportar en su niñez. Quisiera ver con mis ojos corporales cómo yació en un pesebre y durmió sobre el heno, entre un buey y un asno».

Desde entonces, el buey y el asno forman parte de toda representación del pesebre. Pero, ¿de dónde proceden en realidad? Como es sabido, los relatos navideños del Nuevo Testamento no cuentan nada de ellos. Si tratamos de aclarar esta pregunta, tropezamos con uno hechos importantes para los usos y tradiciones navideños, y también, incluso, para la piedad navideña y pascual de la Iglesia en la liturgia y las costumbres populares.


El buey y el asno no son simplemente productos de la fantasía piadosa. Gracias a la fe de la Iglesia en la unidad del Antiguo y del Nuevo Testamento, se han convertido en acompañantes del acontecimiento navideño. De hecho, en Isaías 1,3 se dice: Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo. Israel no conoce, mi pueblo no discierne.

Los Padres de la Iglesia vieron en estas palabras una profecía referida al nuevo pueblo de Dios, la Iglesia constituida a partir de judíos y gentiles. Ante Dios, todos los hombres, judíos y gentiles, eran como bueyes y asnos, sin razón ni entendimiento. Pero el Niño del pesebre les ha abierto los ojos, para que ahora reconozcan la voz de su Dueño, la voz de su Amo.

En las representaciones navideñas medievales, sorprende continuamente cómo a ambos animales se les dan rostros casi humanos; cómo, de forma consciente y reverente, se ponen de pie y se inclinan ante el misterio del Niño. Esto era lógico, pues ambos animales eran considerados la cifra profética tras la que se esconde el misterio de la Iglesia –nuestro misterio, el de que, ante el Eterno, somos bueyes y asnos–, bueyes y asnos a los que en la Nochebuena se les abren los ojos, para que en el pesebre reconozcan a su Señor.


Pero, ¿lo reconocemos realmente? Cuando ponemos en el pesebre el buey y el asno, debe venirnos a la mente la palabra entera de Isaías, que no sólo es buena nueva –promesa de conocimiento venidero–, sino también juicio sobre la presente ceguedad. El buey y el asno conocen, pero «Israel no conoce, mi pueblo no discierne».


¿Quién es hoy el buey y el asno, quién es mi pueblo que no discierne? ¿En qué se conoce al buey y al asno, en qué a mi pueblo? ¿Por qué, de hecho, sucede que la irracionalidad conoce y la razón está ciega?

Para encontrar una respuesta, debemos regresar una vez más, con los Padres de la Iglesia, a la primera Navidad.


¿Quién no conoció? ¿Por qué fue así?





Quien no conoció fue Herodes: no sólo no entendió nada cuando le hablaron del Niño, sino que sólo quedó cegado todavía más profundamente por su ambición de poder y la manía persecutoria que le acompañaba.
 

Quien no conoció fue, «con él, toda Jerusalén». Quienes no conocieron fueron los hombres elegantemente vestidos, la gente refinada. Quienes no conocieron fueron los señores instruidos, los expertos bíblicos, los especialistas de la exégesis escriturística, que desde luego conocían perfectamente el pasaje bíblico correcto, pero, pese a todo, no comprendieron nada.

Quienes conocieron fueron –comparados a estas personas de renombre– bueyes y asnos: los pastores, los magos, María y José. ¿Podía ser de otro modo? En el portal, donde está el Niño Jesús, no se encuentran a gusto las gentes refinadas, sino el buey y el asno.

Ahora bien, ¿qué hay de nosotros? ¿Estamos tan alejados del portal porque somos demasiado refinados y demasiado listos? ¿No nos enredamos también en eruditas exégesis bíblicas, en pruebas de la inautenticidad o autenticidad del lugar histórico, hasta el punto de que estamos ciegos para el Niño como tal y no nos enteramos de nada de Él? ¿No estamos también demasiado en Jerusalén, en el palacio, encastillados en nosotros mismos, en nuestra arbitrariedad, en nuestro miedo a la persecución, como para poder oír por la noche la voz del ángel, e ir a adorar?

De esta manera, los rostros del buey y el asno nos miran esta noche y nos hacen una pregunta: Mi pueblo no entiende, ¿comprendes tú la voz del Señor? Cuando ponemos las familiares figuras en el nacimiento, debiéramos pedir a Dios que dé a nuestro corazón la sencillez que en el Niño descubre al Señor –como una vez San Francisco en Greccio–. Entonces podría sucedernos también –de forma muy semejante a san Lucas cuando habla sobre los pastores de la primera Nochebuena–: todos volvieron a casa llenos de alegría.


Por: Joseph Ratzinger 

lunes, 21 de diciembre de 2015

Navidad... una vez más Señor

La Navidad no es solo para una noche y de esta noche un ratito y tal vez mañana otro poquito. Es mucho más...es todos los días. 

Una vez más hemos limpiado la casa. Hemos pulido los metales, hemos abrillantado las maderas.

Una vez más hemos sacudido el polvo, hemos encendido las luces...

Una vez más hemos hecho estrellas de papel plateado, hemos colgado guirnaldas, una vez más está engalanado el árbol de Navidad, una vez más, Señor, tienen nuestra casa ambiente de fiesta navideña.

Una vez más hemos andado con el vértigo del tráfico, de acá para allá buscando regalos y una vez más, Señor, hemos dispuesto la mesa y preparado la cena con esmero... una vez más, Señor...

una vez más todo esto pasará y será como fuego de artificio que se pierde en la noche de nuestras vidas, si todo esto ha sido meramente exterior. Si no hemos encendido la luz de Tu amor en nuestro corazón. Si nuestra voluntad no se inclina ante ti y te adora incondicionalmente.

Tu no quieres tibios , ya lo dijiste cuando siendo hombre habitabas entre nosotros, no quieres "medias tintas", a ratos si y a ratos no. Trajiste la paz pero también la guerra. La guerra dentro de nosotros mismos para vencer nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestra envidia, nuestra gran pereza para la entrega total.

La Navidad no es solo para esta noche y de esta noche un ratito y tal vez mañana otro poquito. Es mucho más que eso, es todos los días, todos los meses y todos los segundos del año en que tenemos que vivir la autenticidad de nuestro Credo.

Ser auténticos con nuestra Fe no solo es: no robar, no matar, no hacer mal a nadie. Busquemos en nuestro interior y veamos esos pecados de omisión: el no hacer el bien, el no preocuparnos de los que están a nuestro lado, del hermano que nos tiende la mano y hacemos como que no lo vemos, como que no lo oímos... Veamos si en nuestra vida hay desprendimiento y generosidad o vivimos solo para atesorar y cuando nos parece que tenemos las manos llenas, las tenemos vacías ante los ojos de Dios.

Que esta Noche sea Nochebuena de verdad en nuestro corazón. Vamos a limpiar y quitar el polvo del olvido para las buenas obras. Vamos a colgar para siempre la estrella de la humildad donde antes había soberbia, vamos a poner una guirnalda de caridad donde antes había desamor.

Vamos a cambiar nuestra vida interior fría y apática, por una valiente y plena de autenticidad. Vamos a darte, Señor, lo que viniste a buscar en los hombres una noche como esta hace ya muchos años: limpieza de corazón y buena voluntad.

Empezamos esta pequeña reflexión con: Una vez más Señor... pues bien, ya no será una vez más, será: Siempre más, Señor. 

Y como es una Noche muy especial, en nuestra primera oración, en nuestra primera conversación contigo te pedimos:

POR LOS ENFERMOS, POR LOS QUE NADA TIENEN Y NADA ESPERAN, POR LA PAZ EN EL MUNDO, POR LOS QUE TIENEN HAMBRE, POR LOS QUE TIENEN EL VACÍO DE NO SER QUERIDOS, POR LOS QUE YA NO ESTÁN A NUESTRO LADO, POR LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES, POR LOS MATRIMONIOS, POR EL PAPA FRANCISCO, POR EL PAPA EMERITO BENEDICTO XVI, POR LA IGLESIA, POR LOS SACERDOTES.
A TODOS DANOS TU BENDICIÓN EN ESTE AÑO DE LA MISERICORDIA Y PARA TODOS LOS VISITANTES DE CATHOLIC.NET, UNA MUY FELIZ NAVIDAD.


Por: Ma Esther De Ariño