"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 30 de noviembre de 2013

El limosnero desvela el deseo del Papa de salir con él a ayudar a los pobres




Monseñor Konrad Krajewski (d) con el Papa, tras su nombramiento durante una misa especial, en el Vaticano, el 17 de septiembre Efe

El limosnero del papa, Konrad Krajewski, desveló el deseo del papa Francisco de salir con él por las noches para llevar ayuda a los pobres, en declaraciones que publican hoy los medios de comunicación italianos.
"Al principio, cuando yo solía salir por la noche por Roma, a veces el papa me preguntaba si podía acompañarme, y no se daba cuenta de los problemas que se podían crear si se supiera que salía del Vaticano", explicó Krajewski.
A la pregunta sobre si Francisco ha salido del Vaticano y le ha acompañado alguna vez, el obispo polaco se limitó a contestar: "¡Siguiente pregunta!", lo que ha alimentado las especulaciones sobre la posibilidad de que el papa argentino haya salido de incógnito del Vaticano.
Krajewski relató cómo el papa, cuando le nombró limosnero el pasado 3 de agosto, le pidió que hiciera como él hacía cuando era arzobispo de Buenos Aires: salir personalmente a llevar ayuda a los necesitados.
El arzobispo polaco, de 50 años, recordó que Francisco le dijo tras nombrarlo: "No te sentarás detrás del escritorio. Lo puedes vender. No esperes que la gente llame a tu puerta, ve a buscarla. Te quiero entre la gente para que lleves mi caricia a los pobres, a los desheredados, a los últimos".
"Estos mis brazos, son limitados. Si los podemos alargar con los brazos de Corrado podemos tocar a los pobres de toda Italia. Yo no puedo salir, él, sin embargo, es libre", dijo el papa Francisco, según refirió el limosnero.
Prefiere que le llamen Don Corrado, a pesar de ser arzobispo, y desveló que el papa bromeando también le dijo: "Cuándo alguien te llame 'excelencia' pedidle un tasa de cinco euros para los pobres".
"Cada vez que me ve el papa, me pregunta si necesito dinero", explicó el limosnero, que relató que el papa suele decir que "una cuenta corriente es buena cuando está vacía porque se ha donado a los necesitados".
El nuevo limosnero explicó que el papa le ha indicado que vaya a visitar también los hospicios para llevar su ayuda a los ancianos, pero también recuerda cómo le envió a la isla italiana de Lampedusa, para realizar donaciones a los inmigrantes supervivientes del naufragio del 3 de octubre, que se cobró la vida de más de 300 personas.
En Lampedusa, Krajewski compró 1.600 tarjetas telefónicas para los inmigrantes para que pudieran llamar a casa, ya que con el papa coincidió en que era eso lo que más necesitaban.
Cada mañana, relató Krajewski, se levanta a las 4:30 de la mañana e inicia su jornada respondiendo a las cartas de ayuda que llegan al Vaticano y a las que el mismo papa entrega al limosnero.
Se encarga de comprobar que las cartas, en las que se pide ayuda para pagar las facturas de la luz o el alquiler, sean verdaderas y a través del párroco de la zona desde dónde llega la petición se envían las donaciones -pequeñas y rápidas- 200, 500 o 1.000 euros según las necesidades.
También sale por las noches, acompañado de los guardias suizos, y lleva ayuda y comida a los vagabundos, a los ancianos, a los hospicios o comedores e, incluso, ha acompañado alguna vez a algún borracho a casa.
La Limosnería apostólica se financia con las donaciones y con los cerca 250.000 euros que cada año se recogen de la venta de los pergaminos bendecidos por el papa, que cuestan entre 5 y 15 euros, y que se piden para bautismos, bodas y otras ocasiones.
El año pasado, la Limosnería distribuyó cerca un millón de euros y ayudó, además de a Caritas, a 6.500 personas.


viernes, 29 de noviembre de 2013

¡El domingo ya empieza el Adviento!

Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad... 

Cuatro domingos de Adviento tendrán que pasar para que ya, una vez más, estemos en Navidad..

Este domingo es el primero y el advenimiento que vamos a celebrar es la conmemoración de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Es tiempo de preparación puesto que siempre que esperamos recibir a una persona importante, nos preparamos.

La Iglesia nos invita a que introduzcamos en nuestro espíritu y en nuestro cotidiano vivir un nuevo aspecto disciplinario para aumentar el deseo ferviente de la venida del Mesías y que su llegada purifique e ilumine este mundo, caótico y deshumanizado, procurando el recogimiento y que sean más abundantes y profundos los tiempos de oración y el ofrecimiento de sacrificios, aunque sean cosas pequeñas y simples, preparando así los Caminos del Señor.

Caminos que llevamos en nuestro interior y que tenemos que luchar para que no se llenen de tinieblas, de ambición, de lujuria, de envidia, de soberbia y de tantas otras debilidades propias de nuestro corazón humano, sino que sean caminos de luz, senderos que nos conduzcan a la cima de la montaña, a la conquista de nuestro propio yo.

Hace unos días celebrábamos el día de Cristo Rey. Cristo es un Rey que no es de este mundo. El reino que El nos vino a enseñar pertenece a los pobres, a los pequeños y también a los pecadores arrepentidos, es decir, a los que lo acogen con corazón humilde y los declara bienaventurados porque de "ellos es el Reino de los Cielos".... y a lo "pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas ocultas a los sabios y a los ricos.

Es preciso entrar en ese Reino y para eso hay que hacerse discípulo de Cristo.

A nosotros no toca ser portadores del mensaje que Jesús vino a traer a la Tierra.

Cristo no vivió su vida para sí mismo, sino para nosotros desde su Encarnación. por "nosotros los hombres y por nuestra salvación hasta su muerte, por nuestros pecados" (1Co 15,3) y en su Resurrección "para nuestra justificación (Rm4,1) "estando siempre vivo para interceder en nuestro favor" (Hb 7,25). Con todo lo que vivió y sufrió por nosotros, de una vez por todas, permanece presente para siempre "ante el acatamiento de Dios en favor nuestro" (Hb 9,24).

Cuatro domingos faltan para que celebremos su llegada. Días y semanas para meditar, menos carreras, menos cansancio del bullicio y ajetreo de compras y compromisos, de banalidades y gastos superfluos.... mejor preparar nuestro corazón y tratar de que los demás lo hagan también para el Gran Día del Nacimiento en la Tierra de Dios que se hace hombre.


ESTO ES EL ADVIENTO. PREPARÉMOSNOS CON ILUSIÓN Y CON FE.

Autor: Ma Esther De Ariño

jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Qué árbol vas a poner esta Navidad?

Decorar el árbol tiene el sentido de una gran esperanza, la de la redención, la de sentirse amado por Dios. 


Es tradición decorar árboles en este periodo del año. Sin embargo, la forma de hacerlo para los ateos y los cristianos es muy diferente. 

¿Qué puede esperar cada uno de ellos en esta navidad? 

El árbol del conocimiento 

Margaret Downey, presidente de "Atheism Alliance International", junto con un grupo de miembros librepensadores, han preparado en Filadelfia un hermoso pino que adornaron con portadas de libros. El árbol del conocimiento: "The knowledge tree". Esta iniciativa buscaba expresar su amor al conocimiento y su amor al periodo invernal. 

André Frossard, ateo, escéptico e indiferente, hijo de un marxista que llegó a ser secretario general del partido comunista en Francia, se declaraba un ateo perfecto. Él comentaba: "Dios no existía. El cielo estaba vacío y la tierra era una combinación de elementos químicos. Era el ateo perfecto, no porque negaba la existencia de Dios, sino porque simplemente ni siquiera me ponía el problema de la existencia de Dios". Para Frossard, adornar un árbol del conocimiento durante la navidad no tendría sentido. Dice, contando su experiencia: "vivíamos una navidad sin recuerdos religiosos, una navidad que no era fiesta de nadie. Dios no existía". Antes de su conversión, por una gracia especial de Dios, la navidad no tenía un sentido. "Los hombres éramos una fraternidad de huérfanos que no teníamos un padre en común como las religiones tradicionales". 

La visión atea afronta este periodo sin una esperanza o con expectativas meramente humanas. Por ello, se adornan árboles pensando sólo en lo terreno. Por el contrario, la visión cristiana ofrece otra perspectiva desde la cual se puede vivir esta Navidad. Los árboles navideños tienen otro simbolismo que se manifiesta con una esperanza más plena, más profunda. 


El árbol de la vida

Los cristianos no somos huérfanos y, en Jesucristo, somos hermanos. Para los creyentes, Cristo es el árbol de la vida y todos aquellos que creen en Él, viven unidos a Él y participan de la vida. Entonces la Navidad, el árbol, la fiesta, tienen el sentido de una esperanza más grande, la de la redención, la de sentirse amados por Dios. 

El Papa Benedicto XVI lo recordó en su reciente encíclica: "No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor. La gran esperanza del hombre sólo puede ser Dios, el que nos ha amado y que nos sigue amando hasta el extremo" (Spe Salvi nn. 26-27). 

La Navidad es la fiesta de la encarnación. Para nosotros, continúa el Papa: "Dios es el fundamento de la esperanza, el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo. Su amor es para nosotros la garantía de que existe aquello que esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es realmente vida" (Spe Salvi n. 31). 

En esta preparación para la Navidad, cada uno de nosotros es responsable de poner su árbol y de adornarlo con aquello que llene mejor los deseos profundos de su corazón.

Autor: Laureano López, L.C.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las diez frases del documento «La alegría del Evangelio» del Papa Francisco

J. V. BOO / CORRESPONSAL EN EL VATICANO


Aboga, entre otras cosas, por «una presencia femenina más incisiva en la Iglesia»

EFE

El Papa Francisco aboga en su primera exhortación apostólica «Evangelii Gaudium» (La alegría del Evangelio), que se ha hecho pública este martes, por una «conversión del Papado» y, concretamente, por «una saludable descentralización» de la Iglesia, así como por aumentar la responsabilidad de los laicos. A continuación, recogemos las diez frases destacables de «La alegría del Evangelio»:
La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento».
-«Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables».
-«Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría. Ese testimonio me hace mucho bien y me sostiene en mi propio deseo de superar el egoísmo para entregarme más».
-«Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro(cf. Ex 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en elfetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano».
-«No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados locales en el discernimiento de todas las problemáticas que se plantean en sus territorios. En este sentido, percibo la necesidad de avanzar en una saludable ‘descentralización’».
-«A los sacerdotes les recuerdo que el confesionario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible».
-«En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos».
-«Reconozco con gusto cómo muchas mujeres comparten responsabilidades pastorales junto con los sacerdotes, contribuyen al acompañamiento de personas, de familias o de grupos y brindan nuevos aportes a la reflexión teológica. Pero todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia».
-«Más que como expertos en diagnósticos apocalípticos u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviación, es bueno que puedan vernos como alegres mensajeros de propuestas superadoras, custodios del bien y la belleza que resplandecen en una vida fiel al Evangelio».
-«El debido respeto a las minorías de agnósticos o no creyentes no debe imponerse de un modo arbitrario que silencie las convicciones de mayorías creyentes o ignore la riqueza de las tradiciones religiosas. Eso a la larga fomentaría más el resentimiento que la tolerancia y la paz».

martes, 26 de noviembre de 2013

Dios nos reprende con una caricia

Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su papá. ¡Esas son manos seguras!
Autor: SS Francisco


Fragmento de la homilía del Papa francisco el la misa del martes 12 noviembre en Santa Martha

Confiémonos a Dios como un niño se confía en las manos de su papá. El santo padre ha reiterado que el Señor no nos abandona nunca y ha subrayado que también cuando nos reprende, Dios no nos da una bofetada sino una caricia.

"Dios ha creado al hombre para la incorruptibilidad", pero "por la envidia del diablo ha entrado la muerte en el mundo". 

Hay un pasaje del Libro de la Sabiduría que recuerda nuestra creación. La envidia del diablo, ha hecho posible que comenzase esta guerra, "este camino que termina con la muerte y ha entrado en el mundo y la experimentan aquellos que le pertenecen". 

Todos tenemos que pasar por la muerte, pero una cosa es pasar por esta experiencia con una pertenencia al diablo y otra cosa es pasar por esta experiencia de la mano de Dios. Y a mí me gusta escuchar esto: "Estamos en las manos de Dios desde el principio". La Biblia no explica la Creación, usando una imagen hermosa: Dios, con sus manos nos hace del barro, de la tierra, a su imagen y semejanza. Son las manos de Dios las que nos han creado: el Dios artesano, ¿eh? Como un artesano nos ha hecho. Estas manos del Señor... Las manos de Dios, que no nos abandonan.

La Biblia, narra como el Señor le dice a su pueblo: "Yo camino contigo, como un papá con su hijo, llevándolo de la mano". Son las manos de Dios las que nos acompañan en el camino.

Nuestro Padre, como un Padre con su hijo, nos enseña a caminar. Nos enseña a ir por el camino de la vida y de la salvación. Son las manos de Dios las que nos acarician en los momentos de dolor, nos consuelan. ¡Es nuestro Padre el que nos acaricia! Nos quiere mucho. Y también en estas caricias, muchas veces, está el perdón. Una cosa que me ayuda es pensar esto. Jesús, Dios, ha traído consigo sus llagas: se las hace ver al Padre. Este es el precio: ¡Las manos de Dios son manos llagadas por amor! Y esto nos consuela mucho.

Muchas veces, escuchamos decir a las personas que no saben en quien confiar: "¡Confíate en las manos de Dios!. Esto, es bello porque allí estamos seguros: es la máxima seguridad, porque es la seguridad de nuestro Padre que nos quiere mucho. Las manos de Dios, también nos curan de nuestras enfermedades espirituales.

Pensemos en las manos de Jesús, cuando tocaba a los enfermos y los curaba, son las manos de Dios: ¡Nos curan! ¡No me imagino a Dios dándonos una bofetada! No me lo imagino. Reprendiéndonos sí me lo imagino, porque lo hace. Pero nunca, nunca nos hiere. ¡Nunca! Nos acaricia.

También cuando nos reprende lo hace con una caricia porque es Padre. "Las almas de los justos están en las manos de Dios". Pensemos en las manos de Dios, que nos ha creado como un artesano, que nos ha dado la salud eterna. Son manos llagadas y nos acompañan en el camino de la vida. Confiémonos en las manos de Dios, como un niño se confía en las manos de su papá. ¡Esas son manos seguras!

lunes, 25 de noviembre de 2013

El Papa cierra el Año de la Fe que inició Benedicto XVI

·         60.000 peregrinos abarrotaron la plaza de San Pedro

·         «Cristo es el centro de la creación, del pueblo y de la historia», recordó durante la homilía

Darío Menor. Corresponsal en la Santa Sede. Efe
Si el creyente quiere serlo de verdad, debe «reconocer y acoger la centralidad de Jesucristo» en todas las facetas de su vida, «en sus pensamientos, en sus palabras y en sus obras». Ése fue el mensaje principal que dejó el Papa Francisco a los más de 60.000 fieles que participaron ayer en la solemne misa celebrada en la plaza de San Pedro, a pesar del frío y la amenaza de lluvia. Este acto puso fin al Año de la Fe. El Pontífice comenzó su homilía acordándose del ya Papa emérito Benedicto XVI, que fue quien promovió esta iniciativa, mostrándole su «afecto y reconocimiento por este regalo que nos ha hecho».
«Nos ha ofrecido la oportunidad de redescubrir la belleza de este camino de fe que comenzó en el día de nuestro bautizo, que nos hizo hijos de Dios y hermanos en la Iglesia. Un camino que tiene como meta final el encuentro pleno con Dios, y durante el cual el Espíritu Santo nos purifica, nos eleva, nos santifica, para hacernos entrar en la felicidad que anhela nuestro corazón», comentó el Pontífice, explicando así el objetivo principal del Año de la Fe. Con él concelebraron la Eucaristía más de 1.200 cardenales, obispos y sacerdotes. Entre ellos se encontraban los patriarcas y arzobispos mayores de las Iglesias católicas orientales, para los que el Pontífice tuvo unas palabras de cariño.
Además de ofrecerles un saludo «cordial y fraterno», destacó que el intercambio de la paz con ellos durante la ceremonia simbolizaba sobre todo «el reconocimiento del obispo de Roma hacia estas comunidades, que han confesado el nombre de Cristo con una fidelidad ejemplar, pagando con frecuencia un alto precio». En su recuerdo a los cristianos orientales, manifestó su deseo de que aquellos que viven «en Tierra Santa, en Siria» y en toda la región consigan «el don de la paz y de la concordia».
En su homilía, en la que nuevamente volvió a improvisar y a sorprender a los asistentes con su lenguaje coloquial, Francisco insistió en que Cristo es «el centro de la creación, del pueblo y de la historia» y advirtió que, cuando se pierde este concepto poniendo «cualquier otra cosa» en lugar de Jesús, se producen sólo «daños, tanto para el ambiente que nos rodea como para el hombre mismo». Ayer se celebraba la solemnidad de Cristo Rey y el Santo Padre recordó por ello la búsqueda que hizo el pueblo de Israel para encontrar la figura ideal de rey. «Estos hombres buscaban a Dios mismo: un Dios que fuera cercano, que aceptara acompañar al hombre en su camino, que se hiciese hermano suyo». Ese «hermano» que buscaban es Cristo, «alrededor del cual se constituye el pueblo, que cuida de su pueblo, de todos nosotros, a precio de su vida. En él somos uno; unidos a él, participamos de un solo camino, un solo destino».
Acabó el Papa Francisco su homilía incidiendo en la lectura evangélica sobre el buen ladrón. La promesa que Jesús le hizo cuando estaba crucificado significa una esperanza para todos los católicos. «Hoy todos podemos pensar en nuestra historia, en nuestro camino. Cada uno tiene el suyo: cada uno tiene sus errores, sus pecados, sus momentos felices y sus momentos oscuros». Les pidió luego el Sumo Pontífice a los presentes que se dirigieran a Jesús asumiendo su condición de pecadores y pidiéndole que se acordara de ellos. «La promesa de Jesús al buen ladrón nos da una gran esperanza: nos dice que la gracia de Dios es siempre más abundante que la plegaria que se le ha pedido. El Señor siempre da más de lo que se le pide, es muy generoso», aseguró Francisco.
Por otro lado, la Santa Sede realizó una colecta a favor de la población filipina afectada por el tifón. Así, según indicó el presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, Rino Fisichella, esta colecta de dinero se realiza «como signo de participación concreta y solidaria con quienes comparten la misma fe y están en situaciones de necesidad extrema». Para Fisichella se trata de una «contribución de los peregrinos por el Año de la Fe a tantos hermanos y hermanas que han sido tocados por esta calamidad y están en situaciones de profunda necesidad». Además, apuntó que el Papa Francisco ha repetido durante los primeros meses de su pontificado que la importancia de «vivir la fe tocando la ''carne'' de Cristo en los pobres y en los que sufren».
Después de la misa, el Papa dirigió la oración del Ángelus. En su alocución previa a la oración mariana hizo un reconocimiento a la labor de los misioneros y se acordó de Junípero Serra, el misionero franciscano español de cuya muerte se celebra el tercer aniversario. «Nuestro reconocimiento a los misioneros que durante los siglos han anunciado el Evangelio y esparcido la semilla de la fe en tantas partes del mundo», dijo el Papa. Además, dio las gracias a los impulsores del Año de la Fe. En particular, citó al arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, el dicasterio vaticano que ha organizado las actividades de esta iniciativa. «Le doy las gracias de corazón a usted y a todos sus colaboradores. ¡Muchas gracias!».
Las reliquias de San Pedro, expuestas por primera vez
Por primera vez las reliquias de San Pedro fueron expuestas durante una ceremonia ante decenas de miles de fieles que otro domingo más abarrotaban la plaza de San Pedro del Vaticano. Era un gesto con el que la Santa Sede subrayaba la importancia de la misa de ayer, con la que concluía el Año de la Fe, proclamado por el ya Papa emérito Benedicto XVI y continuado por Francisco. De hecho, en un momento de la Eucaristía, mientras se rezaba el credo, el Papa Francisco tomó en sus manos la urna de bronce en la que se guardaban los huesos que pertenecerían al Apóstol Pedro. En la caja podía leerse la siguiente inscripción en latín: «Huesos hallados en el hipogeo de la Basílica Vaticana, que se considera que son del beato Pedro Apóstol». La exhibición de las reliquias, anunciada por el arzobispo Rino Fisichella, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangelización, ha reabierto el debate sobre si los restos que contiene la urna son o no los del apóstol. Fisichella no quiso entrar en polémicas y aseveró que lo importante era que «habían sido reconocidos por la tradición católica». El relicario se conserva desde 1971 en la capilla privada del Papa, dentro del apartamento pontificio. Los huesos fueron hallados en 1950 en unas excavaciones bajo la basílica vaticana comenzadas en 1939. Tras 30 años de investigaciones, en 1968 el Papa Pablo VI indicó que estos restos óseos eran considerados las reliquias del Apóstol Pedro.
El detalle
Un español entre las 36 personas que recibieron el «Evangelii gaudium»
En la parte final de la Eucaristía, el Papa entregó una copia de su exhortación apostólica «Evangelii gaudium» («La alegría del Evangelio») a 36 representantes de los 1.300 millones de católicos. Había un obispo, un sacerdote, un diácono, religiosos, catequistas, una familia, miembros de movi-mientos, artistas... Y finalmente, también dos periodistas, uno de ellos español. Se trata de Javier Martínez-Brocal, director de la agencia de noticias para televisión Rome Reports, galardonada con el premio ¡Bravo! que otorga la Conferencia Episcopal Española en 2010. El contenido de la exhortación apostólica no se hará público hasta mañana, cuando la Santa Sede presentará el texto.

domingo, 24 de noviembre de 2013

¡Qué grande es Nuestro Señor Jesucristo!

Durante su vida en la tierra, aunque era el Hijo de Dios, Cristo vivió en humildad, se hizo todo para todos a fin de salvarnos.

¡El próximo domingo celebramos la gran fiesta de Cristo Rey!

Jesucristo ha sido constituido el centro del universo. Todo fue creado por Él y para Él, todo se mantiene en Él, y Jesucristo será el único Soberano de todas las cosas en los siglos eternos. ¡Qué grande es Nuestro Señor Jesucristo, y qué orgullosos estamos nosotros de su gloria!

Durante su vida en la tierra, aunque era el Hijo de Dios, Jesucristo vivió en humildad, se hizo todo para todos a fin de salvarnos a todos, y sólo a partir de su resurrección aparece en todo el esplendor de su grandeza. Sin embargo, aún no se ha manifestado toda la gloria suya. Hemos de esperar al fin, cuando vuelva a dar la mano definitiva al mundo y a cerrar la historia de todas las cosas. Sólo entonces veremos sometidos a Jesucristo los seres todos del cielo y de la tierra, y celebraremos su Reino que no tendrá fin.

Todo esto es muy bonito. Todo esto, entusiasma. Pero, ¿nos damos cuenta de lo que nos exige?...

En la revolución mexicana, que cubrió de mártires nuestra América, un joven de veintitrés años abandona su magnífico puesto en el Banco Internacional de México y se enrola en las filas de los católicos que luchaban por defender la Religión perseguida. Una bala perdida le atraviesa las dos piernas, pierde el sentido, cae prisionero, y, recobrado el conocimiento, le pregunta el coronel:
- ¿De qué partido es usted?
- Soy un defensor de Cristo Rey.
- ¿Qué grado tiene?
- Capitán primero.
- ¿Se rinde?
- No, no me rindo.
- Deme su revolver.
- Tómelo, y máteme si quiere. Pero antes déjeme gritar: ¡Viva Cristo Rey!
El coronel disparó el arma, le destrozó al valiente muchacho la cabeza con las balas, y con aquellos disparos le abría las puertas del Cielo, el Reino glorioso de Jesucristo.

Como este joven mártir, nosotros, bien penetrados de la fe cristiana, miramos en Jesucristo al Soberano que dicta leyes, al Jefe que gobierna, al Juez que pedirá cuentas. Y nos rendimos ante Jesucristo.

Con la mentalidad democrática que rige nuestros pueblos, nos cuesta aceptar un jefe absoluto, al que llamamos dictador; no nos sometemos a nadie sino al pueblo soberano, como decimos; y jamás aceptaríamos una justicia que no se rigiera por las normas que nosotros mismos le hemos impuesto. Así es nuestra democracia, así pensamos, y esto es lo único que aceptamos.
Pero ante Jesucristo hemos de cambiar de parecer.

Jesucristo no es un dictador que oprima a nadie ni un hombre sin corazón. Es un Soberano lleno de amor que no busca sino nuestra salvación.

Pero el único legislador es Jesucristo, y no una asamblea constituyente, con diputados elegidos por nosotros.

El único que manda es Jesucristo, porque es el Señor.

El que tendrá la última palabra es Jesucristo, porque ha sido constituido Juez de vivos y muertos.

Ante este Jesucristo nos jugamos la vida.
Aceptar a Jesucristo es aceptar su Persona, su doctrina y sus mandatos.

Por desgracia, no todos aceptan a Jesucristo de manara incondicional. Son muchos los que lo rechazan. No admiten a nadie que esté sobre sus cabezas. No quieren a ninguno que les venga a fastidiar la vida de placer a que se entregan...

El orgullo y la sensualidad son los dos grandes enemigos de Cristo.

Sin embargo, Jesucristo se ofrece y actúa como Salvador antes que ejercer sus poderes de Juez.
Ha dejado su Iglesia en el mundo como signo del Reino y encargada de llevar adelante el Reino de Dios hasta que Jesucristo vuelva. Y aquí, en la Iglesia y su Vicario el Papa, es donde tropiezan también muchos. Al aceptar a Jesucristo en su Persona y no en sus representantes ni en su Iglesia, vienen a rechazar al mismo Jesucristo, que dijo:
- Id y enseñad... Con vosotros estoy... Quien os acoge a vosotros me acoge a mí, y quien a vosotros rechaza me rechaza a mi y al Padre que me envió.

Cuando nosotros hablamos así de Jesucristo y salimos con energía por sus derechos, podemos dar la sensación de que nosotros somos más rigurosos que el mismo Jesucristo. Pero esto es una equivocación completa. Jesucristo no es nada riguroso, porque es Rey de amor y Rey de paz.

Nuestra lengua puede subir un poco el tono, pero tampoco somos rigurosos. Lo que nos pasa es que nos duele, como le dolía a Pablo, el ver que hombres, hermanos nuestros, rehusan someterse a Jesucristo, porque con ello hasta pueden poner en peligro su salvación. Y este miedo nos hace cambiar un poquito la voz...

Nosotros, creyentes, no ponemos condiciones a Jesucristo. Que mande. Que pida. Que nos gobierne por su Iglesia. No nos pide que dejemos el puesto en el Banco ni que entreguemos la pistola al enemigo para que nos abra la cabeza. Pero nos pide el amor del corazón, y se lo damos entero. Nos pide la obediencia a su Iglesia, y no nos ponemos a discutir. Y así, tranquilos, esperamos su venida, y hasta le pedimos que la acelere, pues estamos impacientes de encontrarnos con Él: ¡Ven, Señor Jesús!... .

Salvador Gurtiérrez de Mora, 19-Mayo-1927.

Autor: Pedro García, misionero claretiano

sábado, 23 de noviembre de 2013

La Iglesia, con las cuentas claras

·         Balance de la Asamblea Plenaria del Episcopado
·         «La credibilidad nos va en la transparencia económica», aseguró ayer el secretario general al presentar los presupuestos de la Conferencia Episcopal
Transparencia en los presupuestos, en la acción. Es el mensaje que lanzó ayer en su segunda comparecencia, el nuevo secretario general de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, acompañado del vicesecretario de Asuntos Económicos, Fernando Jiménez Barriocanal, al presentar los presupuestos del Episcopado para el próximo año. Es uno de los acuerdos adoptados por la CII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal, reunida desde el lunes hasta ayer. Así, aunque no se disponen todavía de los datos sobre la última campaña de la declaración de la Renta, los obispos confían y trabajan sobre la hipótesis de que la Iglesia recibirá la misma cantidad del año anterior. Con este punto de partida, el Fondo Común Interdiocesano estará dotado con 231,6 millones, la misma cantidad que este año, mientras que el presupuesto de la CEE será de 4,4 millones, un 1,5 por ciento más que en 2013.
«Hay un deber de transparencia y claridad», relató Gil Tamayo, que subrayó como «la credibilidad nos va en este asunto». Así, recordó que «la Iglesia está en clave de autofinanciación, no vive del Estado. Lo hace por intermediación de la Administración Pública, pero se somete a un referéndum anual», explicó en relación a la decisión de los ciudadanos de marcar la cruz de la Iglesia en su declaración de la renta.
Preguntado por si desde el Gobierno les ha comunicado ya la inclusión de la Iglesia en la futura Ley de Transparencia, Jiménez Barriocanal señaló que «no es un tema que se esté tratando en las relaciones que mantienen los técnicos de Hacienda y los de la Conferencia Episcopal». Acto seguido, dijo que «nosotros vamos a hacer lo que se nos diga, pero ya estamos avanzando en esa línea. Se habla de presentar los presupuestos, una memoria de actividades, someter a revisión estas actividades».
Poco antes, en declaraciones a Radio Nacional, Gil Tamayo pidió que «el PSOE y otros partidos del espectro político expresen sus ideas y cumplan sus programas pero dejen de usar a la Iglesia como bandera para distraer de asuntos que son graves e importantes». En esta línea, ha pedido que «los experimentos se hagan con gaseosa y no con las cosas que van bien» en referencia a la intención del Partido Socialista de modificar los acuerdos del Estado con la Santa Sede. «España lleva una trayectoria democrática lo suficientemente amplia y los acuerdos que fueron firmados después de la Constitución y ratificados por el Congreso están dando resultados», aseguró.
«El inmigrante no es un peligro»
Asignatura de Religión
Gil Tamayo justificó la presencia de la asignatura de Religión en el aula desde «el derecho esencial de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones en el marco escolar».
Cuchillas en la valla de Melilla
Preguntado por la instalación de las cuchillas en la valla de Melilla, el secretario se confesó hijo de inmigrantes en Alemania, y destacó que «esa no es la manera, habrá que regular desde el respeto básico y esencial a la vida. El inmigrante no es un peligro. Nosotros no podemos estar en una cultura del descarte».
El aborto
En relación a la reforma del aborto, se mostró partidario de «desclericalizar las cosas» y tomar la defensa de la vida como un derecho humano.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Con María, el día de su presentación en el Templo

Este día, ayer, la Santa Iglesia festejaba el día en que, pequeñita, María fue presentada en el Templo. 

Al meditar sobre tu vida, Madre querida, nos queda siempre en el alma alguna enseñanza, un prudente consejo, un camino...

Hoy, 21 de noviembre, la Santa Iglesia festeja el día en que, pequeñita, fuiste presentada en el Templo.

Por más que intento, Madrecita, no puede descubrir mi corazón una enseñanza en esta parte de tu vida. Me quedo en oración. Acabo de recibir a tu Hijo bajo la apariencia de pan. Así, mi corazón hecho pregunta se postra ante ti.

Enséñame, Madre...

Me abrazas el alma y siento que te acompaño en tan hermoso día.

Vas llegando al Templo de la mano de tus padres. La mano de Joaquín te llena de fuerza y confianza. La de Ana te sostiene un equipaje de amor, besos y abrazos para que te acompañe en el viaje trascendental que emprendes.

Con tu inocencia, jamás perdida, y tu ternura, exquisitamente multiplicada en años venideros, vas acercándote al lugar del que tanto te han hablado y vas aprendiendo a abrazarte al Dios eterno que conociste de la boca de tus amados padres.

Por estas cosas de la imaginación una María mamá, tal como me la recuerda la imagen de la Parroquia, me acompaña a descubrir a una María niña.

Vamos subiendo las escalinatas... Al llegar al último escalón distingo, a una prudente distancia un personaje conocido...

¡ Madre! ¿Acaso esa mujer que está allí, observando de lejos es... ?

-Si, hija, es Ana, la profetisa.

Claro, según dice la Escritura: "... casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones" (Lc 2, 36-37)

Ana... quien años más tarde hablaría "... acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén"...(Lc 2,38)

Ana... mira a esta niña de ojos dulces, belleza serena y sonrisa de cielo.

Ana... guarda ese rostro en su corazón, pues el rostro de María es inolvidable.

Me descubro nuevamente arrodillada en la Parroquia. Te miro con el alma, María, y descubro de tu mano la enseñanza. Simple y profunda. Simple como una mujer viuda mirando de lejos. Profunda, como el amor que nos tienes.

¡Nadie puede olvidarte, Madre!. Una vez que se te ha conocido, no es posible el olvido.

Aunque pasen muchos años entre el encuentro y el abrazo... entre la mirada y la sonrisa.

Nadie, que te haya visto, aunque sea una vez, puede olvidarte. Verte... no con los ojos del cuerpo, sino con los del alma. El encuentro es interior. El abrazo, único.

Mi corazón está feliz pues me has enseñado, una vez más, que meditar en tus ejemplos no es en vano, ni "pérdida de tiempo". Meditar en ti calma las angustias del alma, encamina los pasos del corazón y nos acerca a tu Hijo.

Este 21 de noviembre quiero pedirte que subas conmigo las escalinatas de mi vida. Que me lleves de la mano y me proveas de un imprescindible equipaje interior. Que sepa mantener ese equipaje meditando siempre en tus virtudes y ejemplos.

Feliz recuerdo de tu Presentación, Madre.



Hermano que lees estas sencillas líneas. Acompaña a Maria recordando con ella este día. Acompáñala con una oración, con un pensamiento, con una obra de caridad... Suma tu sencilla ofrenda a la que hizo de su vida la más pura ofrenda de amor.




NOTA de la autora:

Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna.
Autor: María Susana Ratero

jueves, 21 de noviembre de 2013

El Dios que ofrecemos al mundo

Un Dios que se empeña en meternos dentro de su propia felicidad, y no para hasta conseguirlo. 

Si siempre estoy pensando en Dios, cabe preguntar:

¿Y cómo es Dios para mí? ¿Cómo es el Dios en quien yo pienso? ¿En qué Dios debe creer el mundo?...

Porque los hombres nos hemos imaginado a Dios de mil maneras. ¿Son correctas todas estas formas de ver a Dios, son todas válidas, las hemos de mantener todas?...

Es esto muy importante, porque Dios influirá en nuestra vida según sea lo que pensemos de Él y el modo como experimentemos a Dios.

¿Es lo mismo pensar en un Dios presente que cuida de nosotros, o pensar en un Dios lejano al que nada le importamos?...

¿Es lo mismo tener miedo horrible a Dios, que está con una vara en la mano, esperando que cometamos un disparate para molernos a golpes, o amarlo con una confianza de hijos?...

¿Es lo mismo esperar en Él, que nos quiere felices, o poner todo nuestro afán en este mundo que pasa, sin pensar en una vida eterna dentro del seno de Dios?...

El ateísmo moderno, el negar y combatir a Dios, ha sido un fenómeno inexplicable de nuestros días. Antes, a nadie se le ocurría semejante barbaridad. Y hoy el mundo necesita contar con Dios.

Muchos teólogos y filósofos nos ofrecían un Dios infinito, un Dios simple, omnipotente, eterno... Con ello teníamos un Dios al que no entendíamos de ninguna manera, muy elevado allá en las alturas, que no nos decía nada ni nos movía a nada, sino a adorarlo de una manera fría...

El hombre, el que veía a Dios en la Naturaleza, se espantaba ante el trueno y el rayo, ante el terremoto devastador o el ciclón espantoso... Ese hombre de religión natural tenía miedo a Dios, aunque lo reconocía en todas las cosas, como cantaban en aquella tribu de la selva africana:

- Después de la noche, el día; después del árbol otro árbol; después de la nube otra nube; después de mí, otro hombre. Pero Dios vive, Dios no muere, Dios es señor de la muerte.

No está mal este Dios de la Naturaleza. Pero a nosotros no nos llena. Queremos algo más.
Aunque no queremos sólo al Dios de los judíos, es decir, al Dios de la Biblia en el Antiguo Testamento. Era el Dios verdadero, el Dios de la revelación, el Dios que nos buscaba para salvarnos..., pero nos hacía temblar el Dios del Sinaí, con una Ley que engendraba esclavos, como dirá San Pablo.
Nosotros queremos al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo, al que nos hace conocer íntimamente el Espíritu Santo. ¿Y quién es este Dios?...

Un Dios Amor. Porque es un Dios Padre, que se desvive por sus hijos.

Un Dios que nos busca con pasión divina, hasta vernos libres de la perdición.

Un Dios que se convierte en mendigo de amor, y nos dice: -¡Hijo, dame tu corazón!

Un Dios que se empeña en meternos dentro de su propia felicidad, y no para hasta conseguirlo.

Contra ese fenómeno inexplicable del ateísmo moderno, nosotros creemos en Dios, esperamos en Dios, ponemos en Dios todas nuestras ilusiones, le amamos y por Él hacemos todas las cosas. Y este es el Dios, por otra parte, que los creyentes queremos presentar al mundo para comunicarle nuestra fe.

Ante tanta calamidad del mundo -guerras, hambre, inmoralidad, injusticia-, son muchos los hombres de buena voluntad que quieren hacer algo y trabajan por remediar males tan graves. Nosotros, igual. Nosotros queremos hacer algo por nuestros hermanos, y les ofrecemos lo único que tenemos y con lo que contamos seguros: con Dios. Con un Dios que es amor, que nos busca y que nos salva.
Con un Dios que, manifestado en Jesucristo, nos impone un yugo suave y una carga ligera.

Con un Dios del que nadie se ríe, ciertamente, pero que conoce nuestra debilidad, y está siempre prodigándonos su mirada comprensiva y tendiéndonos la mano.

Nosotros ofrecemos al mundo el testimonio de un Dios al que amamos y del que no esperamos más que amor, porque Dios es amor, como lo expresó de modo admirable Teresita, esa joven Doctora de la Iglesia:
- Yo no he dado a Dios más que amor y espero recibir sólo amor.

Éste es nuestro Dios. Esto pensamos de nuestro Dios. Así es Dios para nosotros, y así somos nosotros para nuestro Dios. Nada se interpone entre Dios y nosotros, porque Dios llena nuestra vida entera.
¡Oh Dios, Tú eres mi Dios!

El Dios mío y el de todos los hombres.
El que te nos has revelado y te nos has dado en Jesucristo.

El que nos quieres tener contigo metidos en tu gloria para siempre.
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano
Queremos ofrecer al mundo con nuestra vida una imagen tuya hecha de piedad, de oración, de fidelidad, para que todos crean en ti, se vuelvan a ti, y Tú los salves....

Autor: Pedro García, Misionero Claretiano