"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

domingo, 5 de junio de 2011

A CARLOS GUILLERMO

Carlos Guillermo, hoy es un día muy muy grande para ti, y sobre todo para tu alma, Dios entra por primera vez en ella, antes la has limpiado, la has preparado para recibirlo como  Él se merece. Tienes que estar muy contento, darle muchas gracias, por que hoy eres un elegido, gracias también por esos Padres que te ha dado y cuyo ejemplo debes siempre seguir, para tener siempre contento a Dios y a la Virgen María. Ya tienes que rezar todos los días y contarles tus cosas a Jesús él te comprenderá y ayudara mucho, habla igualmente mucho con Papa y con Mana, ellos deben de ser tus mejores amigos ¡¡Siempre!!.
Que Dios y la Virgen María te protejan, que seas muy feliz, te lo desea tu amigo Manolo desde esta España que aun estando lejos, hoy está a tu lado.  Ahora me voy a oir la Santa Misa y a pedir mucho por ti.
Un fuerte abrazo tu amigo Manolo.


sábado, 4 de junio de 2011

CORAZON DE JESUS

CORAZON DE JESUS, HIJO DE DIOS PADRE
CORAZON DE JESUS, ENGENDRADO POR EL ESPIRITU SANTO EN EL SENO DE LA VIRGEN MADRE
CORAZONN DE JESUS, UNIDO SUSTANCIALMENTE AL VERBO DE DIOS
¡TEN MISERICORDIA DE NOSOTROS!




Seguridad

Todo ser humano ha nacido para encontrar la felicidad. Es incuestionable. Por eso, Jesucristo, en su primer discurso importante habla de felicidad, que es lo que quiere decir bienaventuranza. Ya antes, Jeremías, se atreve a poner una maldición en labios de Dios: "maldito el que confía en el hombre y pone en la carne su fuerza". Esto es, en definitiva, lo que nos podría estar pasando a todos nosotros, cuando ponemos nuestra confianza en las cosas humanas.
Si nos hiciéramos una pregunta muy sencilla -¿dónde está mi seguridad? ¿Qué es aquello que más seguridad me da en la vida?-, veríamos como la ponemos muchas veces en las cosas que tenemos, en el dinero de una cuenta corriente, en una casa, en un coche, en unas vacaciones, en una buena figura física, en un aplauso social, en una posición bien ganada, en un sueldo, e incluso en una persona.
Jesucristo es capaz de ir mucho más allá de todo eso y decir que esos no son los motivos para que un hombre esté seguro y encuentre así la felicidad. Que mientras vivamos en un mundo en el que se nos mide por lo que tenemos, y se nos admire por lo que parezcamos y no por lo que seamos en el corazón, nunca vamos a encontrar la verdadera felicidad. Por eso Jesucristo dice que felices son los pobres, los que lloran, los que tienen hambre, los que son perseguidos por causa de la justicia. Porque todas esas personas han sido capaces de sobrepasar las fronteras del puro tener, y siguen siendo humanos, y siguen teniendo la misma dignidad, y siguen amando a todos y siendo los amados de Dios, y en definitiva deberían ser los amados de los hombres aunque no tengan nada.
Qué fácil es rezar, sonreír, ser optimista y llevarse bien con la vida, cuando tengo de casi todo. Tengo familia, tengo una modesta posición económica, tengo trabajo, tengo, tengo... Pero, ¿qué sería de mi estabilidad emocional, o de mi fe si me faltan las cosas que tengo? -la salud, mi puesto de trabajo, mi familia, mi dinero,... - ¿sería siempre el mismo ser encantador que creo ser ahora? En la medida que yo cifre todo mi bienestar, incluso espiritual, en las cosas que tengo, me estoy equivocando. Las Bienaventuranzas son una llamada a poner nuestra mirada en la transcendencia. Lo que hoy tenemos, pasa, termina, no es fuente de felicidad, y mientras que un cristiano no esté convencido de esto, mientras que un cristiano no haga una opción verdadera por buscar el reino de Dios y su justicia, es decir, por buscar primero las cosas del corazón, las que no se ven, las cosas de la intimidad con Dios antes que las cosas materiales, se está equivocando. ¡Cuántos problemas innecesarios aparecen por no tener esto claro! Si te preguntaran ahora mismo cuál es el motivo de tu tristeza, de tu dolor, te darías cuenta que no eres capaz de renunciar a tantos dones, no solamente materiales, sino también personales y espirituales que tienes. No te define lo que tienes, te define lo que eres. ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¿Cuál es tu concepto de felicidad?. Son las preguntas que te hace este domingo el Señor en el Evangelio.

Dolor

Dice un cuento de niños, que las avestruces, cuando ven acercarse algún peligro, esconden la cabeza debajo del suelo, pensando que si no lo ven  deja de existir. Así hacemos nosotros, en nuestro tiempo, con todo el misterio del sufrimiento humano. Es verdad que cuando los telediarios o las revistas nos muestran imágenes de dolor, el recurso más fácil es volver la cara, cambiar de canal o incluso decir: “¡Dios mio, que espanto!”, y  poco más.
Sin embargo, en nuestra sociedad, el sufrimiento está muy presente, bien en personas cercanas, bien en tantos hermanos de otros paises y culturas. Y ante esto, no podemos dar la espalda. Muchas veces buscamos un camino para dar sentido y razón al dolor, algo por lo que merezca la pena no desesperanzarse, no arrepentirse ni de ser humano ni de tener fe en un Dios que es Padre y es Creador.
Este no querer volver la espalda al sufrimiento es lo que Jesucristo nos enseña con la Transfiguración: Él acababa de decir a sus discípulos que subía a Jerusalén para padecer y ser ejecutado y, como sabe que le van a ver crucificado, quiere llenarles de esperanza y les enseña su lado más bello. Porque solo aquél que sabe descubrir la belleza o el lado mas bello de cada ser humano, es capaz después de seguir amándolo aunque ese ser humano quede deformado o transformado por el sufrimiento.
Es lo que decía la madre Teresa de Calcuta cuando recogía a los enfermos o a los moribundos por las calles, y sabía descubrir en ellos la misma belleza del rostro de Cristo, pero sumergido en el dolor.
¿Cuál es nuestra actitud ante el sufrimiento? Ante las personas que cerca, dentro de la familia, padecen una enfermedad, ¿les damos la espalda o afrontamos la situación?. Dice el Evangelio que estaban en una nube contemplando el verdadero ser de Cristo, lo que de verdad se esconde tras las apariencias. Queremos profundizar en la razón por la cual Dios permite todavía hoy el sufrimiento humano. Por eso, más allá de la primera máscara del dolor desfigurada, existe en cada ser humano que sufre, un fondo de belleza, de transfiguración: un fondo único e irrepetible. Y sólo cuando sabemos reconocer esa dignidad humana, aceptamos al sufriente y aceptamos al que nos hace sufrir. No tenemos que mirar el dolor, que en sí, no tiene ningun sentido sino a la persona que lo sobrelleva, en la cual se asienta ese dolor y que por más que quiera, nunca le quitará una gota de dignidad humana. En esta Cuaresma, deberíamos todos acercarnos un poco más al mundo del dolor, y saber descubrir en cada persona que está sufriendo, ese verdadero rostro transfigurado de Cristo. Podría preguntarme cómo está siendo mi  limosna, no tanto la limosna material  sino la limosna de mi tiempo, de mi cariño, con quien sufre a mi lado. ¿Sé encararme con el dolor y descubrir ese rostro transfigurado que hay dentro de cada ser humano? Entonces sí: comprenderemos que Cristo  se transfiguró para que sus apóstoles soportaran el escándalo de la pasión, sabiendo que detrás  de ese hombre crucificado existía un hombre hermoso.También nosotros necesitaremos de muchas transfiguraciones para sobrellevar el escándalo del sufrimiento de las personas más amadas, para descubrir que es su belleza la que nos sostiene en el amor.

viernes, 3 de junio de 2011

Dulce Refugio...

A dónde podría ir... lejos de tu Espíritu ?
A dónde huiría... lejos de tu presencia ?
Sal. 139,7

E n C r i s t o ...

Hay mucho,
Cristo en Cristo...
Hay mucha sustancia de Amor...
reses, cebadas, manjares suculentos...
Todo está listo...
una mesa exquisita, que contiene en sí... TODO DELEITE apetecible para éste
corazón mío HAMBRIENTO y hastiado de tanta piltrafa...
Verdaderamente hay mucho, mucho ... y bueno.
Dios les bendiga...

Tentación

Hay que reconocer que hoy en día, algunas palabras que se han utilizado siempre en la Iglesia para definir  realidades ya están pasadas de moda e incluso dan risa: la palabra pecado, la palabra soberbia y en el caso de hoy la palabra tentación. El Evangelio nos habla de la tentación como posibilidad en la vida de Jesús y de tentación como posibilidad en nuestra vida.
Ya nos gustaría ser perfectos, ya nos gustaría que todo lo hiciéramos siempre bien, pero no es así. Todos sabemos que dentro de nosotros hay un mecanismo, un resorte misterioso por el cual yo puedo elegir el mal, puedo elegir el daño, puedo elegir el destruir a los demás e incluso destruirme a mí mismo. Cuando yo escucho ese principio interior de destrucción, tengo dos posibilidades: reconocerlo o disfrazarlo. Y esa es la misión del tentador. Disfrazar la destrucción de belleza, disfrazar la verdad de mentira, entonces es cuando yo cometo esa falta llamada pecado.
Hoy todos debemos preguntarnos cuales son nuestras tentaciones. Tentación en el sentido más profundo de la palabra. Cuantas veces disfrazamos lo malo de bueno, porque no hemos sido capaces de vivir unos principios y acabamos cediendo a ellos justificándolos. Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive. Así hoy vivimos  en un mundo en el cual  se puede justificar todo. Aparentemente todo está bien mientras que no moleste a los demás, mientras que no haga daño. Hay un acuerdo universal de que cada uno haga lo que quiera, de que cada uno ponga su propia ética. Ante esto, Cristo nos enseña que el hombre no puede encontrar en sí mismo el principio que da la moralidad a las cosas. Yo no soy autónomo. He de tener la suficiente humildad intelectual para reconocer que hay Alguien fuera de mí que es quien me dio la vida y me dio el ser, que es Dios y me dicta qué es lo que es bueno y lo que no lo es. Por eso  Jesús ante la tentación recurre a la Sagrada Escritura: Está escrito,...
A veces, siendo cristianos practicantes, cedemos a la tentación de hacer un cristianismo a nuestra medida, olvidándonos de las leyes de Dios y  de las leyes de la Iglesia. Incluso hay personas que dicen: “yo no estoy de acuerdo con el Magisterio, o yo no estoy de acuerdo con el Papa en esto.”
Nos atrevemos a hacer nuestra propia religión según nuestras propias necesidades y tenemos que ser lo suficientemente humildes como para saber que yo puedo equivocarme y que incluso me puedo equivocar justificando mis equivocaciones y que siempre tendré el servicio de un Dios que, a través de la Sagrada Escritura y a través de la Iglesia, que es Madre, enseña dónde está la verdad.
Vivimos en un mundo en el que sobran justificaciones de acciones que sabemos que están objetivamente mal hechas. Por eso, que el tentador no nos engañe más, que estemos siempre alertas para tener cuidado. En el tiempo de Cuaresma que los cristianos empezamos con ilusión y con fuerza,  debemos estar más atentos y más sensibles a los engaños, ya vengan de dentro o  de fuera. Que tengamos la suficiente humildad  para reconocer que siempre Dios es Dios y nosotros no somos dioses, y por tanto no somos los autores del bien y del mal, sino que nos es dado reconocer el bien y nos es dado también con nuestra libertad conquistarlo.

jueves, 2 de junio de 2011

UN MANDAMIENTO MUY BONITO

El Cuarto Mandamiento de la Ley de Dios dice: Honrarás a tu Padre ya tu Madre, ya que ellos participan del poder creador de Dios.











Se transformará en Alegría... Leer Jn 16,16-20.

La alegría que la liturgia suscita en el corazón de los cristianos no está reservada solo a nosotros: es un anuncio profético destinado a toda la humanidad y de modo particular a los más pobres, en este caso a los más pobres en alegría. Pensemos en nuestros hermanos y hermanas que, (…) viven el drama de la guerra: ¿qué alegría pueden vivir? Pensemos en los numerosos enfermos y en las personas solas que, además de experimentar sufrimientos físicos, sufren también en el espíritu, porque a menudo se sienten abandonados: ¿cómo compartir con ellos la alegría sin faltarles al respeto en su sufrimiento? Pero pensemos también en quienes han perdido el sentido de la verdadera alegría, especialmente si son jóvenes, y la buscan en vano donde es imposible encontrarla: en la carrera exasperada hacia la autoafirmación y el éxito, en las falsas diversiones, en el consumismo, en los momentos de embriaguez, en los paraísos artificiales de la droga y de cualquier otra forma de alienación.
Como en tiempos del profeta Sofonías, la palabra del Señor se dirige de modo privilegiado precisamente a quienes soportan pruebas, a los "heridos de la vida y huérfanos de alegría". La invitación a la alegría no es un mensaje alienante, ni un estéril paliativo, sino más bien una profecía de salvación, una llamada a un rescate que parte de la renovación interior. (Benedicto XVI, ángelus, 17 de diciembre de 2006) Cuando la belleza y la verdad de Cristo conquistan nuestros corazones, experimentamos la alegría de ser sus discípulos. (Benedicto XVI, Lunes 18 de mayo de 2009)

Incomparable...



Cierren sus ojos...
inclinen su rostro...
y escúchenla...
Dios les bendiga...