Autor:
Carolina Crespo Fernández
El derecho a la vida no es una concesión que ha de hacer
el Estado o la sociedad; es un derecho anterior al Estado mismo y a la sociedad. El derecho a vivir del
nasciturus no depende de opiniones humanas. El Estado no puede amparar
legalmente la licitud de dar muerte a un ser humano que ni siquiera puede
defenderse. Si bastasen las leyes o las mayorías para hacer moralmente
aceptable cualquier cosa, estarían justificados los crímenes de Hitler que él
amparó legalmente ¿En función de qué intereses el Estado o la sociedad va a sentenciar
que un ser humano es digno de vivir y
otro, por el contrario, de ser
exterminado?
Aún no estando penalizado por la ley, el aborto no se
convierte en un acto moral. Es tan ilógico hablar del derecho al aborto como
del derecho al terrorismo, por lo tanto, un aborto podrá ser legal pero siempre
carecerá de Justicia.
El aborto es habitualmente comercializado y vendido a la
mujer en un momento de crisis en su vida. Ante esta mujer, el personal de la clínica
abortista y los vendedores de abortos negarán la identidad individual y la
dignidad del ser humano indefenso. El aborto es un negocio muy lucrativo basado
sobre todo en la explotación del drama de una mujer. Una mujer embarazada que
oiga el latido del corazón de su hijo, nunca será capaz de abortar sino es
incitada a ello por asesinos que se esconden bajo la máscara del progreso y de
la modernidad.
Les exijo a todos aquellos que dicen que el aborto es un
derecho de la mujer, que no lo hagan en mi nombre; como mujer, a mí no me
representan .NO, EN MI NOMBRE.