FILIACIÓN DIVINA: Este rasgo típico de nuestro espíritu nació con la Obra, y en 1931
tomó forma: en momentos humanamente difíciles, en los que tenía sin
embargo la seguridad de lo imposible -de lo que contempláis hecho
realidad-, sentí la acción del Señor que hacía germinar en mi corazón y en
mis labios, con la fuerza de algo imperiosamente necesario, esta tierna
invocación: Abba, Pater! Estaba yo en la calle, en un tranvía (…)
Probablemente hice aquella oración en voz alta.
Y anduve por las calles de Madrid, quizá una hora, quizá dos, no lo
puedo decir, el tiempo se pasó sin sentirlo. Me debieron tomar por loco.
Estuve contemplando con luces que no eran mías esa asombrosa verdad,
que quedó encendida como una brasa en mi alma, para no apagarse
nunca. (Apuntes íntimos de S. Josemaría).
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