Pentagrama
es una serie de cinco líneas paralelas donde el compositor ubica las notas de
la escala musical, compás tras compás, hasta lograr un caminar melódico.
Comentan que un día, Amadeus Mozart, a los cinco años, entusiasmado recorría
las teclas del piano, como buscando algo. Se le acerca un conocido y le
pregunta: ¿Qué estás buscando? El niño artista le contesta:"Las que
armonizan y ubicadas, forman finalmente un hermoso concierto".
Amadeus Mozart, ubicando correctamente las notas
musicales, compuso melodías inolvidables. Pero demos un paso más. Si en lugar
de notas musicales ubicamos personas, nos damos cuenta que es difícil la
convivencia, ponernos de acuerdo en el pentagrama de la vida. Las notas
obedecen al talento del genio. Y nosotros, las personas, debemos poner ingenio
para liberarnos de ataduras, egoísmo y soledades que provocan disonancias que
separan.
Cristo es el que desea organizar pacíficamente toda
la creación, dañada por el pecado. Él tiene la misión de reunir a todos, a
pesar de tantas diferencias. La desunión aleja a unos de otros, separa a las
personas, resquebraja hogares, siembra el desconcierto en los pueblos y
naciones.
"La unión hace la fuerza". Juntos,
hermanados es más fácil y llevadero.
Recordemos que los tizones separados, nunca harán
fogón. La búsqueda de caminos para encontrar la unidad, debe estar presente en
nuestro ideal de vida. Hemos progresado en todos los campos, y
asombrosamente..."los hombres de hoy hemos aprendido a volar como pájaros
y a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el arte de vivir juntos, como
hermanos".
Si cultivamos buenos sentimientos abriremos caminos
que llevan a la unidad ya que los intereses mezquinos jamás han logrado uniones
duraderas. Cuánto tenemos que progresar en el campo de la convivencia. El
desafío que nos lanzó Jesús:"Amaos los unos a los otros", lo hemos
trastocado, como decía el inspirado cómico Cantinflas, en "armaos los unos
contra los otros".
Comenta el Evangelista San Mateo, que un
especialista de la ley, le hizo esta pregunta a Jesús: Maestro, ¿cuál es el
mandamiento más importante de la ley?
Ante esa inquietud capciosa, Cristo
respondió:"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y
con toda tu mente. Este es el primero y el más importante. Pero hay otro
semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la ley y los
profetas se fundamentan en estos dos.
Si tomamos en cuenta estas dos orientaciones del
Maestro, todo será más fácil.
Raúl Follerau, el apóstol de los leprosos, lo
expresa así:"O los hombres aprendemos a amarnos y a comprendernos
mutuamente o estamos condenados a desaparecer sin remedio".
En el pentagrama de la vida busquemos las notas que
se aman", ubicándonos de tal manera que, conformemos una sinfonía y así
seamos protagonistas en la "Civilización del Amor".
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