"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 13 de abril de 2016

Buscar a Jesús con confianza



Reflexiones de la oración
Desde la humildad podemos suplicar insistentemente a Jesús. ¿Qué necesidad tenemos y queremos pedir a Jesús?

La oración es mirar a Jesús con la confianza de un niño; caer a sus pies con la confianza de un enfermo y suplicarle con insistencia con la confianza de un pobre. Él está cerca de ti, viene como Padre, médico y rey de tu corazón, no temas, acércate y tu alma gozará de su presencia y de su amor. Es la fe la que te dará alas para llegar hasta Él.

Llega uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verle, cae a sus pies, y le suplica con insistencia diciendo: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva». Y se fue con él. Le seguía un gran gentío que le oprimía. (...) Mientras estaba hablando llegan de la casa del jefe de la sinagoga unos diciendo: «Tu hija ha muerto; ¿a qué molestar ya al Maestro?» Jesús que oyó lo que habían dicho, dice al jefe de la sinagoga: «No temas; solamente ten fe». Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegan a la casa del jefe de la sinagoga y observa el alboroto, unos que lloraban y otros que daban grandes alaridos. Entra y les dice: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida». Y se burlaban de él. Pero él después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entra donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate». La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor. Y les insistió mucho en que nadie lo supiera; y les dijo que le dieran a ella de comer. (Mc 5, 22-24; 35-43)

Buscar a Jesús

Mis ojos en tu mirada y tu mirada en mis ojos

Acudir a Jesús es ponerse en camino, estar atento a sus señales, sus huellas, sus palabras. Es oír de Él para buscarlo a Él. Buscar sus huellas es el primer paso. Abrir el corazón y la mente para que el mundo y los hombres nos hablen de Él. La oración es vivir sus huellas, tener hambre de Él para que poniéndonos en su presencia se nos revele, nos regale su mirada, su Palabra, su vida y su corazón.

Jairo era un personaje importante, jefe de la sinagoga, donde los judíos daban culto. Había escuchado del Maestro Jesús. Un nuevo profeta con sabiduría y poder. En un principio vio en Él al médico que podría curar a su hija. Tenía una gran necesidad de encontrarlo, pues Él quizás podría darle el regalo de curar a su hija gravemente enferma. Busca, pregunta, sale de sus seguridades y con la mente y su corazón puestos en su hija, lo encuentra.

Su búsqueda ha dado su fruto, está allí, en medio de la muchedumbre. Se acerca con cautela al inicio pero con decisión. No puede perder tiempo, tiene que reclamar su atención, su hija está grave.

Así es también nuestra oración, está búsqueda del maestro nos tiene que llevar a salir de nosotros, de nuestras seguridades, del afán de controlar nuestra vida, de ser creadores de nuestra propia felicidad para salir a la búsqueda de quien no sólo da la felicidad, sino de quien es la Felicidad. Muchas veces Dios usa la cruz, la enfermedad, la soledad, la tristeza como medios para salir en búsqueda de su corazón. Así nuestros ojos tan centrados en nosotros mismos volarán hasta los de Cristo y entonces, podremos experimentar la alegría de ser penetrados por la mirada de Aquel que nos consuela porque nos conoce y nos ama.

Mis rodillas se doblan irresistiblemente ante ti
El cruzar la mirada con la de Jesús lleva a la acción. Más bien a la pasividad de la acción: Jairo se deja caer de rodillas en signo de adoración, admiración, pequeñez, súplica. El amor expresado en una mirada suaviza el corazón, debilita todo miedo y da paso a este signo de sumisión y de entrega total en las manos de Dios.

Ponerse de rodillas ante Dios es señal de abandono, de seguridad puesta a los pies del Maestro. De rodillas no tenemos facilidad de movimientos, no podemos huir, no nos podemos defender. Sí, la oración verdadera es un acto de humildad, de presentarnos indefensos ante el amor de Dios. ¿Cuántas veces vivimos defendiéndonos del amor de Dios, del camino estrecho de su seguimiento, de la cruz? Cuanto más recemos y estemos en su presencia, más humildes seremos, más cerca de la tierra estaremos y así recordaremos nuestro origen y la necesidad de Dios.

Pero Cristo no quiere humillarnos. Nos deja así de rodillas para que levantemos la mirada, olvidándonos de nosotros mismos, para así contemplar su mano que se tiende para levantarnos, sostenernos y acariciar nuestras heridas. El ejercer su poder sobre nosotros a través del amor incondicional y constante.

Por eso puedo decir que la oración debe ser para mí un doblar irresistiblemente las rodillas ante su amor, un sentirme seguro en mi inseguridad, un humillarme para ser exaltado por su mano que se tiende para sostenerme, acogerme, y abrazarme.

Levantados por Cristo podemos pedir con confianza
De rodillas se ve el mundo desde una perspectiva distinta. No hay escapatoria, vemos todo más cerca del suelo y más lejos del cielo. Pero Cristo no nos quiere allí tendidos. Nos permite unos minutos, unas horas en esa postura espiritual porque sabe que nos hace bien.

Al inicio de la oración hemos buscado salir de nosotros mismos, lo hemos buscado a Él, hemos llegado hasta su mirada y sus ojos nos han penetrado el corazón. Esta fuerza poderosa de Jesús nos ha "derribado" hasta el suelo y de rodillas nos hemos reconocido pecadores, enfermos, pobre, necesitados de su amor.

Ahora, con nuestro corazón bien dispuesto podemos pedir lo que más necesitamos. Desde la perspectiva de la humildad podemos suplicar insistentemente como lo hizo Jairo. ¿Qué necesidad vital tenemos y queremos pedir a Jesús? Entremos en nuestro corazón desde la humildad y veamos qué queremos, necesitamos, amamos para presentarlo al divino Maestro. Tenemos la seguridad de que Él conoce nuestro corazón mejor que nosotros y desde antes de que se lo pidamos, ya se encuentra nuestra petición en su corazón. Por eso, cuando Él nos levanta, nos vuelve a mirar y nos escucha ya sabe lo que necesitamos.

El final de esta historia de Jairo ya lo conocemos: Cristo le dice, "no temas, ten fe" y lo demás, sucede porque ya estaba escrito en el corazón de Jesús
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Por: P. Guillermo Serra, LC | Fuente: la-oracion.com
Este artículo se puede reproducir sin fines comerciales y citando siempre el autor y la fuente www.la-oracion

martes, 12 de abril de 2016

Al empezar este nuevo día, estrénalo con alegría



Reflexiones para el cristiano de hoy
Descubre en todos los acontecimientos de las próximas horas la caricia de Dios y el milagro que es estar vivo.

Cada día Dios, hasta hoy nos ha permitido despertar cada día, es decir abrimos los ojos, volvemos a la conciencia de estar en este mundo, al despertar se nos abren nuevamente los sentidos y podemos contemplar todas las maravillas que Dios nos da para que podamos ser felices.

Pero quizá no siempre ni todos los días despertamos al amor, porque nos quedamos enfrascados en los remordimientos, en los sufrimientos tanto del pasado como del futuro, o el miedo a lo que vendrá, pero la vida se nos da como el maná, solo para cada día.

Despertar cada día es tomar conciencia de ese presente, de ese instante en que somos amados por Dios, que nos ama con amor eterno, y descubrimos que todo es don de Dios, que todo es una caricia de su amor.

Despertar cada día es conectar nuestra alma a lo trascendente, conectarse con Él Absoluto que es Dios, y percibir lo relativo de la criatura, lo pasajero que es este mundo.

Despertar cada día es saber que estamos en el mundo pero que nos somos de este mundo, que estamos de viaje, que somos peregrinos, que somos forasteros en patria extraña.

Despertar cada día es conocer desde la fe mi pequeñez y la grandeza del amor de Dios.

Al empezar este nuevo día, estrénalo con alegría, porque realmente es un nuevo día con toda su grandeza con todo su esplendor, y en este nuevo día también despierta al amor, y descubre en todos los acontecimientos de las próximas horas la caricia de Dios y el milagro que es estar vivo.
Por: P Idar Hidalgo

lunes, 11 de abril de 2016

La vida es como un pórtico... lo importante está tras la puerta



Reflexiones para el cristiano de hoy
Nada es estable en el mundo de lo terreno. Todo puede cambiar en un instante.

La vida es como un pórtico. Lo importante está tras la puerta. Lo presente prepara la entrada, mientras esperamos la llegada del Esposo.
En el pórtico se suceden días de ventura y días de desgracia. Nada es estable en el mundo de lo terreno. Todo puede cambiar en un instante.
La mirada se dirige hacia la puerta. Cuando se abra, si seré aceptado al banquete de bodas del Cordero, la alegría será completa.
¿Cómo vivir ahora? ¿Cómo afrontar las dificultades de cada día? ¿Cómo resistir a las tentaciones del Maligno? ¿Cómo promover el bien entre mis hermanos?
No resulta fácil mantenerse fieles. Mil voces de sirenas nos aturden y nos invitan a una vida de engaños y de falsas alegrías. La tentación nos acecha sin descanso.

Por eso, necesito recordar que existe un Amor verdadero. Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, ha desvelado el maravilloso designio de su misericordia. La fe se convierte en maní que alimenta durante el tiempo de la espera.
Un día se abrirá el pórtico y empezará el banquete de la vida eterna. Ese día la alegría de Dios será nuestra alegría, y será una alegría plena y verdadera (cf. Jn 18,1-13).
Por: P. Fernando Pascual LC
 

domingo, 10 de abril de 2016

Hoy es día de bendecir y ser bendecido


Somos invitados por Dios a mirarnos, a mirar a las personas y el mundo que nos rodea, con la mirada de Jesús.

Cuando disponemos nuestro corazón para bendecir a las personas con quienes convivimos, la luz de Cristo nos cubre y, pasamos a ver la vida y a las personas con una nueva óptica. Muchas veces, nuestros sinsabores, nuestros negativismos y las críticas oscurecen nuestra visión y nuestro corazón y nos tornamos incapaces de ver las cosas como ellas son.

Somos invitados por Dios a mirarnos, a mirar a las personas y el mundo que nos rodea, con la mirada de Jesús. Solamente con el auxilio de la gracia de Dios seremos capaces de percibir lo bonita que es la vida, aunque las dificultades golpeen nuestra puerta. Cultivemos el buen humor, la alegría y disposición de amar y bendecir a los demás.

Hoy no puede ser solamente más un día de nuestra vida. Hagamos un firme propósito de bendecir y decir palabras de ánimo, de consuelo al prójimo.

Estés seguro que seremos nosotros los primeros beneficiados por la gracia de Dios. Recemos por las personas que nos persiguen, que nos desprecian, que nos critican, que nos difaman y por quien tenemos antipatía.

Quiero, pues, que oren los hombres en todo lugar; que levanten al cielo manos limpias, sin enojos ni discusiones (1Tim 2,8).

Jesús, confío en ti.

sábado, 9 de abril de 2016

Formación, tarea de siempre




Urge difundir la luz de la doctrina de Cristo.

Atesora formación, llénate de claridad de ideas, de plenitud del mensaje cristiano, para poder después transmitirlo a los demás.
No esperes unas iluminaciones de Dios, que no tiene por qué darte, cuando dispones de medios humanos concretos: el estudio, el trabajo.
Al regalarte aquella Historia de Jesús, puse como dedicatoria: "Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo".
Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera?
En el momento en que aprendemos algo descubrimos otras cosas que ignorábamos y que constituyen un estímulo para continuar este trabajo sin decir nunca basta.
La vocación enciende una luz que nos hace reconocer el sentido de nuestra existencia.
Es convencerse, con el resplandor de la fe, del porqué de nuestra realidad terrena.
Nuestra vida, la presente, la pasada y la que vendrá, cobra un relieve nuevo, una profundidad que antes no sospechábamos.
Todos los sucesos y acontecimientos ocupan ahora su verdadero sitio: entendemos adónde quiere conducirnos el Señor, y nos sentimos como arrollados por ese encargo que se nos confía.

No cabe separar la semilla de la doctrina de la semilla de la piedad.

Tu labor de sembrador de doctrina podrá evitar los microbios que la hagan ineficaz, sólo si eres piadoso.
Una chispa de su luz.
Si el mundo ha salido de las manos de Dios, si Él ha creado al hombre a su imagen y semejanza (Gen I, 26) y le ha dado una chispa de su luz, el trabajo de la inteligencia debe, aunque sea con un duro trabajo, desentrañar el sentido divino que ya naturalmente tienen todas las cosas; y con la luz de la fe, percibimos también su sentido sobrenatural, el que resulta de nuestra elevación al orden de la gracia.
No podemos admitir el miedo a la ciencia, porque cualquier labor, si es verdaderamente científica, tiende a la verdad. Y Cristo dijo: ‘Ego sum veritas’ (Ioh XIV, 6). Yo soy la verdad.
No basta el deseo de querer trabajar por el bien común; el camino, para que este deseo sea eficaz, es formar hombres y mujeres capaces de conseguir una buena preparación, y capaces de dar a los demás el fruto de esa plenitud que han alcanzado»

La fe nos enseña que todo tiene un sentido divino, porque es propio de la entraña misma de la llamada que nos lleva a la casa del Padre.
 No simplifica, este entendimiento sobrenatural de la existencia terrena del cristiano, la complejidad humana; pero asegura al hombre que esa complejidad puede estar atravesada por el nervio del amor de Dios, por el cable, fuerte e indestructible que enlaza la vida en la tierra con la vida definitiva en la Patria. 

Afrontar esperanzadamente el futuro con fe sobrenatural no significa en absoluto ignorar los problemas. Todo lo contrario: la fe es nuevo acicate para la búsqueda cotidiana de soluciones, certeza de que ni la ciencia ni la conciencia de un científico pueden aceptar sinrazones de mentirosa eficacia, que lleven a negar el amor humano, a cegar las fuentes de la vida, al hedonismo sutil o al más burdo materialismo, que sofocan la dignidad del hombre y lo hacen esclavo de la tristeza.

Proseguimos nuestra andadura de servicio a los hombres, en la amable compañía de la Madre de Dios, que es también Madre nuestra. Ella agrandará nuestro corazón y nos hará tener entrañas de misericordia. Y amparará la invocación que hacemos al Espíritu con el Salmista guíame en tu verdad y enséñame, porque tú eres mi Dios, mi salvador, y en ti espero siempre, para que ilumine las inteligencias y fortalezca las voluntades, de manera que nos acostumbremos siempre a buscar, a decir y a oír la verdad, y se establezca así entre los hombres un clima de comprensión y de concordia, de caridad y de luz, por todos los caminos de la tierra.

San Josemaría Escrivá