"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

lunes, 2 de septiembre de 2013

TÚ ERES PEDRO: EL PAPA FRANCISCO

Autor: Carolina Crespo Fernández

Al segundo día del comienzo del cónclave, tras dos fumatas negras y tres votaciones, llegaba la esperada noticia. Eran las 19:06 horas del miércoles 13 de marzo de 2.013. En ese momento ya todos queríamos al nuevo Papa pero estábamos ansiosos de conocer su rostro. Las miradas de la gente concentrada en la Plaza de San Pedro y de las miles de personas que seguían este acontecimiento histórico a través de los medios de comunicación se dirigían hacia el balcón central de la Basílica de San Pedro . Eran las 20:10 h. cuando el cardenal protodiácono Jean –Louis Tauran anunciaba desde Roma al  mundo entero:”Habemus Papam. Eminentissimum  ac reverendissimum Dominum Georgium Marium Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Bergoglio”. La sorpresa que causó el nombre del papa electo  demostraba que quien elige al succesor de Pedro son los cardenles,  pero asistidos por el Espíritu Santo. El mismo Papa parecía desbordado por la situación; sin duda, tras revestirse de Cristo, comprendió rápidamente ante aquella  Plaza de San Pedro repleta que su corazón comenzaba a  dilatarse  hasta abarcar el mundo entero. El Papa quedó unos segundos en silencio, con los brazos caídos, sin fuerza. Era consciente que de ahora en adelante no sólo veremos a un personaje público relevante, sino al rostro de Jesús enviado para apacentar a sus ovejas. Desde un primer momento, quiso dejar claro que es Cristo quien debe ser el centro de atención, no el Papa.
Hermoso fue el gesto de elevar una plegaria por el Papa emérito, quien siguió la ceremonia desde Castelgandolfo y que llamó a su sucesor nada más saber la noticia de su elección.
Desde el primer momento, el Papa nos dio claros ejemplos de humildad. Con sencillez nos puso a rezar un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria; sobrecogedor fue el momento en que se inclinó y nos pedía unos segundos de silencio y de oración por él,”porque lo necesitaba”. Antes de bendecir al pueblo, nos pidió que le bendijésemos a él. Y así lo hicimos; los más privilegiados “in situ” y los demás desde nuestros hogares.
Desde el primer momento, quedó patente que la devoción a  María –como lo había sido en sus predecesores- era muy importante en su vida, con cariño especial hacia la advocación de la Virgen de los nudos, que representa a la  Inmaculada Concepción con la luna bajo sus pies. Ella no sólo desata los nudos, sino que aplasta con su pie la causa de todos ellos. La Virgen, como buena Madre, conoce  muy bien los nudos que nos atan  a los problemas y que a veces parecen no tener solución. Al día siguiente de su elección  visitó en la Basílica de Santa María la Mayor a la Salus Populi Romani  para poner a sus pies la nueva etapa de la Iglesia:” La Salus Populi Romani  es la mamá que nos da salud en el crecimiento, para afrontar y superar los problemas y en hacernos libres para las opciones definitivas; la mamá que nos enseñó a ser fecundos en el bien, en la alegría, en la esperanza, a no perder jamás la esperanza.” El 13 de mayo el Papa consagraba su pontificado a Nuestra Señora de Fátima; el 13 es, sin duda, muy especial en la vida de su S.S. Francisco. Un día 13 fue ordenado sacerdote y un día 13 de marzo del año 2.013 era elegido el 266 sucesor de Pedro.
Cada Papa tiende a desarrollar su propio estilo que se condensa en una frase que resume el mensaje que quieren comunicar a la Iglesia y a la Humanidad. Juan Pablo II escogió como lema ”NO TENGÁIS MIEDO”, que era una invitación  a los católicos , especialmente a los jóvenes, a recuperar el coraje para proclamar el Evangelio. Benedicto XVI escogió el lema “RAZÓN Y FE”, sosteniendo que la razón humana y la fe divina son interdependientes. El Papa Francisco ha decidido conservar su lema de obispo:”MISERANDO ATQUE ELIGENDO, MIRANDO CON MISERICORDIA LO ELIGIÓ.” El  Papa no cesa en la importancia de predicar a un Dios que tiene rostro, a

un  Dios que es Amor:”El Señor nunca se cansa de perdonar, nunca. Nosotros somos los que nos cansamos de pedirle perdón. Es insistente en la necesidad de representar a Cristo con imágenes que rebosan misericordia y ternura.
Sin duda, Francisco es un Papa de gestos: una  persona atenta, afectiva, que se emociona,  una persona que se hace querer porque se da  a los demás. Pero, también es el papa de las palabras: es un gran comunicador, pide oraciones, urge  a hablar de Cristo, a ser sus seguidores. Y encima convence, porque predica con el ejemplo.
El Papa Francisco siempre ha tenido una gran devoción a Santa Teresita de Lisieux y a San José, custodio de María y de Jesús. Siendo cardenal tenía la costumbre de incluir unas estampitas de estos santos en las cartas que enviaba. En  la mesita de su habitación no faltaba la estampita de Santa Teresita con un jarrón de rosas blancas. Su ministerio petrino lo quiso comenzar el 19 de marzo, festividad de San José, hombre valiente, trabajador, humilde y lleno de ternura.
Emocionante fue la visita de Francisco al Papa emérito; el Pontífice le regaló  un icono de la Virgen de la Humildad. Francisco le dijo a Benedicto XVI:”Cuando la vi, pensé en usted. Gracias por la humildad durante su pontificado. Nos ha dado un gran ejemplo de humildad y de ternura.” No hay ruptura con sus predecesores: él ha tendido su mano a los pobres, a los discapacitados, a los marginados, a los olvidados y a los alejados de la Iglesia.
Para los jóvenes , sus enseñanzas han de brillar como rayos que disipan la oscuridad de este futuro incierto e ilumine el sendero de la vida en una etapa trascendental como es la juventud.”No seáis nunca hombres y mujeres tristes; un cristiano jamás puede serlo. Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, a Jesús, que está entre nosotros; con él nunca estamos solos, incluso en los momentos difíciles, aún cuando el camino  de la vida tropìeza  con problemas y obstáculos que parecen insuperables, y hay tantos(…) No os dejéis robar la esperanza, no dejéis robar la esperanza, esa que nos da Jesús.”
A los jóvenes- en edad y espíritu-, invita Francisco a participar en la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en la ciudad brasileña de Rio de Janeiro del 23 al 28 de julio bajo el lema “Id y haced discípulos de todos los pueblos.”Queridos amigos, también yo me pongo en camino con vosotros. Ahora estamos ya cerca de la próxima   de esta peregrinación de la cruz de Cristo. Aguardo con alegría el mes de julio, en Rio de Janeiro.” Porque estamos arraigados y edificados en Cristo, nos mantenemos firmes en la fe ; y la permanencia firme en la fe determina que debemos tomar muy en serio ese mandato del Señor.
El Papa, al igual que Juan Pablo II y Benedicto XVI, se muestra especialmente cercano a los jóvenes, que son quienes tienen en sus manos el futuro de la Iglesia y de la Humanidad. Los jóvenes deben aspirar con su compromiso, generosidad y valentía  a edificar un mundo mejor, a ser luz del mundo que ilumine y transforme el entorno donde se mueven:"Queridos jóvenes, no enterréis vuestros talentos, los dones que Dios os ha regalado. No tengáis miedo de soñar cosas grandes".

¡Viva el Papa!

Juan Bautista un gran hombre

Juan bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Hoy te invita a que cambies tu. 


La madre, Isabel, había escuchado no hace mucho la encantadora oración que salió espontáneamente de la boca de su prima María y que traía resonancias, como un eco lejano, del antiguo Israel. Zacarías, el padre de la criatura, permanece mudo, aunque por señas quiere hacerse entender.

Las concisas palabras del Evangelio, porque es así de escueta la narración del nacimiento después del milagroso hecho de su concepción en la mayor de las desesperanzas de sus padres, encubren la realidad que está más llena de colorido en la pequeña aldea de Zacarías e Isabel; con lógica humana y social comunes se tienen los acontecimientos de una familia como propios de todas; en la pequeña población las penas y las alegrías son de todos, los miedos y los triunfos se comparten por igual, tanto como los temores. Este nacimiento era esperado con angustiosa curiosidad. ¡Tantos años de espera! Y ahora en la ancianidad... El acontecimiento inusitado cambia la rutina gris de la gente. Por eso aquel día la noticia voló de boca en boca entre los paisanos, pasa de los corros a los tajos y hasta al campo se atrevieron a mandar recados ¡Ya ha nacido el niño y nació bien! ¡Madre e hijo se encuentran estupendamente, el acontecimiento ha sido todo un éxito!

Y a la casa llegan las felicitaciones y los parabienes. Primero, los vecinos que no se apartaron ni un minuto del portal; luego llegan otros y otros más. Por un rato, el tin-tin del herrero ha dejado de sonar. En la fuente, Betsabé rompió un cántaro, cuando resbaló emocionada por lo que contaban las comadres. Parece que hasta los perros ladran con más fuerza y los asnos rebuznan con más gracia. Todo es alegría en la pequeña aldea.

Llegó el día octavo para la circuncisión y se le debe poner el nombre por el que se le nombrará para toda la vida. Un imparcial observador descubre desde fuera que ha habido discusiones entre los parientes que han llegado desde otros pueblos para la ceremonia; tuvieron un forcejeo por la cuestión del nombre -el clan manda mucho- y parece que prevalece la elección del nombre de Zacarías que es el que lleva el padre. Pero el anciano Zacarías está inquieto y se diría que parece protestar. Cuando llega el momento decisivo, lo escribe con el punzón en una tablilla y decide que se llame Juan. No se sabe muy bien lo que ha pasado, pero lo cierto es que todo cambió. Ahora Zacarías habla, ha recuperado la facultad de expresarse del modo más natural y anda por ahí bendiciendo al Dios de Israel, a boca llena, porque se ha dignado visitar y redimir a su pueblo.

Ya no se habla más del niño hasta que llega la próxima manifestación del Reino en la que interviene. Unos dicen que tuvo que ser escondido en el desierto para librarlo de una matanza que Herodes provocó entre los bebés para salvar su reino; otros dijeron que en Qunram se hizo asceta con los esenios. El oscuro espacio intermedio no dice nada seguro hasta que «en el desierto vino la palabra de Dios sobre Juan». Se sabe que, a partir de ahora, comienza a predicar en el Jordán, ejemplarizando y gritando: ¡conversión! Bautiza a quienes le hacen caso y quieren cambiar. Todos dicen que su energía y fuerza es más que la de un profeta; hasta el mismísimo Herodes a quien no le importa demasiado Dios se ha dejado impresionar. 

Y eso que él no es la Luz, sino sólo su testigo.

"Quien me reconocerá delante a los hombres, también yo lo reconoceré delante a mi Padre que está en los cielos". 

La obra de la redención, el triunfo del Reino Amor sobre el de las tinieblas se realiza en medio de la pobreza y de la persecución. Así llevó a cabo su misión el mismo Cristo, así cumplió su misión también Juan el Bautista. A los ojos del mundo parece un derrotado: prisionero, aborrecido por los poderosos según el mundo, decapitado, sepultado. 

Y sin embargo, es precisamente ahora, cuando la semilla que cae en tierra y muere, comienza a dar sus frutos. Esta derrota aparente es tan solo la antesala, el preludio de una victoria definitiva: la de la Resurrección. Entonces le veremos y ésa será nuestra gloria y nuestra corona.

Nuestra vida de cristianos, si es una auténtico seguimiento de Cristo, es una peregrinación "en medio de las persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios". Sí, llegan los ataques, las calumnias, las persecuciones... pero ellos son sólo una señal de que vivimos el amor, animados por el Espíritu Santo. 

Pero, si somos de Dios, si Dios nos ama y somos su pueblo... ¿Qué otra cosa importa? Él nos ama y nos quiere ver semejantes a su Hijo, como una hostia blanca dorándose bajo el sol. Sólo nos toca abandonarnos confiadamente entre sus manos, para que así pueda transformarnos en Cristo.

Autor: Archidiócesis de Madrid,


domingo, 1 de septiembre de 2013

Dios mío y todas mis cosas!

Ni el bienestar, ni la fama, ni el amor humano, nada ni nadie, pueden llenar el vacío que se produce en el corazón cuando falta Dios. 



Francisco de Asís, uno de los Santos más queridos de la Iglesia, tenía este lema, que se repetía siempre:

¡Dios mío y todas mis cosas!

Con ello venía a confesar que lo único que le interesaba en la vida, lo único en que valía la pena pensar, lo único por que se podía aspirar es Dios y nada más que Dios. En Dios tenía toda su riqueza, y fuera de Dios no le decían nada todas las criaturas de este mundo, que, en tanto valen, en cuanto nos llevan a Dios.

Este mensaje de Francisco es perenne, para todos los lugares y todos los tiempos, para los pueblos igual que para cada persona en particular.

En nuestros días debe ser más actual que nunca, porque aún están coleteando en el mundo las consecuencias del ateísmo militante, y, además, se nos echa encima un nuevo paganismo.

Hoy contamos ciertas cosas del comunismo ateo con una satisfacción muy grande. Porque, ¡gracias a Dios!, pasaron aquellos años en que estaba proscrita la religión, y el sólo nombrar a Dios ya era un delito penado con la misma muerte. ¿Es posible esto?... ¡Y tan posible!

Por poner un caso nada más. En la revolución marxista española de 1936, es allanado un apartamento en busca de algún sacerdote. No se encuentra a nadie, porque el Padre que allí había lo supo disimular tan bien, que los milicianos se marchaban tal como habían venido. Lo malo fue que, al despedirse, aquel hombre, de quien no sospecharon, los despidió cortésmente con el simple y tradicional ¡Adiós!... Los rojos entran en sospechas.

-¿Qué es eso de "adiós"?... Ahora se dice "¡Salud!"...

Y por aquel ¡adiós! educado que le salió tan espontáneo, el Sacerdote paró ante el pelotón de fusilamiento... Repetimos, ¿es posible que se odie así a Dios?...

Esto fue el comunismo en todas partes. En Rusia, para ir contra Dios, se llegó a dar normas que nos parecen inconcebibles. Por ejemplo, se ordenó que en todas las escuelas se escribiera el nombre de Dios con minúscula. Porque Dios no era un ser divino, singular y personal, sino un producto de la razón, una fantasía ingeniosa, un cuento pasado de moda, una palabra común carente de sentido.

Sabemos que este hecho fue la última gota que rebasó la paciencia del gran disidente soviético y premio Nobel de Literatura. Descaradamente, se rebeló contra la orden gubernativa de escribir así el nombre de Dios, mientras que había de escribirse con mayúscula el de la policía o cualquier organismo del Estado. Las palabras de este valiente tuvieron resonancia mundial:
Es el colmo de la mezquindad atea contra la más excelsa fuerza creadora del universo, y ¡no me someteré a esta nueva indignidad!...

Gracias a DIOS y habremos de escribir con mayúsculas las cuatro letras del nombre bendito, que todo ha cambiado en aquellos países esperanzadores, en los que hoy se vuelve a adorar públicamente a Dios como es debido. El ateísmo oficial hubo de declararse impotente frente a la fuerza interna que el Reino de Dios desarrollaba dentro del pueblo ruso.

Pero este fenómeno es siempre para nosotros un aviso, una invitación, una exigencia.

En la vida del hombre, y más en nuestros tiempos de tan grave secularización, se corre el peligro de olvidar a Dios. Más, se correría el peligro de abandonar conscientemente a Dios, si es que Dios llegara un día a estorbar en el disfrute del mundo. Nosotros vemos el peligro del materialismo moderno, y nos preguntamos para prevenirnos:

- ¿Quién podrá más, Dios o el materialismo que nos rodea? ¿Quién nos seducirá definitivamente, el placer o Dios?...

El grito del salmo: ¿Quién, fuera de Dios?, debe tener en la vida del hombre resonancias fuertes y continuas. Es casi un grito de guerra. La que se libra dentro de cada uno, cuando ve que a su alrededor apostatan muchos del amor de Dios para darse sin freno a las cosas perecederas.

Ni el bienestar, ni la fama, ni el amor meramente humano, ni nada ni nadie, pueden llenar el vacío que se produce en el corazón cuando falta Dios.
Lo único que nos llena es ese Dios que satisface nuestra sed de eternidad.

Un filósofo de la antigüedad griega, después de pasearse por todo el mercado sin haber comprado nada, pronunció su sentencia célebre:
¡De cuántas cosas no tengo necesidad alguna! Me sobra todo. Me basta la filosofía de mi cabeza...
El hombre que se contenta con Dios, dice también: ¡No necesito nada! Con Dios tengo bastante...

Serán inmortales los versitos de Teresa de Jesús:
Quien a Dios tiene nada le falta: sólo Dios basta.

Una persona célebre en nuestros tiempos, ciega y sordomuda desde su nacimiento, pero que llegó a una superación sorprendente, lo dijo de manera humilde, aunque profundamente sabia y con dulce poesía:
Yo creo que Dios es para mí como el sol para el color y la fragancia para la flor. Como la luz en las tinieblas y la voz en mi silencio.
El ¡Dios mío y todas mis cosas! franciscano, es no solamente la aspiración de un Santo. Es, así de sencillo, la experiencia más elemental que dicta el simple sentido común....

P. Federico Vila, Claretiano, mártir en Tarragona. Solsenitzyn. Helen Keller. Sal. 18, 32.
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano.

sábado, 31 de agosto de 2013

OTRO GRAN COMENTARIO A PEDRO CASQUERO

Comentario Publicado por:
D. Juan Bautista López, en su muro de Facebook.


Hoy Pedro Casquero nos ha dejado para siempre. Después de casi 30 años de compañero y amigo hoy me ha dado el único disgusto de nuestra vida laboral y no ha sido otro que habernos dejados solos en la Gerencia del SES y me atrevo a afirmar que en toda su trayectoria laboral y privada no ha dejado nada más que amistad, cariño y una multitud de personas que estamos muy orgullosos de haber tenido la suerte de conocerle y disfrutarle. Mi más profundo pésame a su familia y amigos.

Comentario dejado en los Blog.





Gracias, Manuel, Miguel Ángel y muchos más.
Quedáis cortos con lo narrado anteriormente, Yo no pagaría jamás los favores desinteresados y humanos que me ha hecho, he conocido a muchas personas, os juro que jamás conocí a alguien tan desinteresado para él, tan humilde y sencillo, tan dado y multiplicado para los demás, soy incapaz de describir ni la sombra de lo que significo Pedro en mi vida, sus razonamientos, su calma, te aconsejaba y te transmitía paz

GRACIAS PEDRO por ser mi amigo

Jamás te olvidare
José Antonio Rodríguez

Carta a Pedro Casquero

Autor: Leonor Muñoz Santos.

Esta maravillosa carta fue leída en el funeral de nuestro amigo Pedro, por la Madre de la autora de la misma.

VIVIR NO ES SOLO EXISTIR, SINO EXISTIR Y CREAR, SABER GOZAR Y SUFRIR Y NO DORMIR SIN SOÑAR.

AMIGO, TU CONOCISTE BIEN ESTO.

EXISTISTE DESDE EL MOMENTO EN QUE EMPEZASTE A CREAR ESTA ENORME FAMILIA QUE HOY REZA POR TI, DESDE EL MOMENTO EN QUE, CON TU SIEMPRE EXCELENTE DISPOSICIÓN, ERAMOS PRIVILEGIADOS  DE PODER CONTAR CONTIGO, DESDE EL MOMENTO EN QUE TU PRESENCIA ERA CAPAZ DE CONTAGIARNOS LA PAZ Y LA SERENIDAD QUE TAN A MENUDO NOS FALTABA.

POR DESGRACIA, TAMBIÉN CONOCISTE A LA PERFECCIÓN EL VERBO SUFRIR, PERO SIN DUDA, GOZAR, FUE EL TÉRMINO QUE SIEMPRE DESEABAS PARA TODOS.

DORMÍAS POCO, PERO AÚN ASÍ, LOS SUEÑOS SIEMPRE INVADÍAN LOS MILES DE NÚMEROS Y TABLAS EXCEL DE TU DISCO DURO.
ERA ENTONCES, CUANDO DESAPARECÍA DON PEDRO CASQUERO Y APARECÍA EL AMIGO BONACHÓN,  HUMILDE Y SERVICIAL QUE HACÍA DE TODAS LAS REUNIONES LA MEJOR DE LAS FIESTAS.

HOY, JUNTOS AQUÍ  SOLO PODEMOS AGRADECERLE A DIOS TU VIDA, TU MARAVILLOSA EXISTENCIA, TUS PALABRAS AMABLES, TU PROFESIONALIDAD CON MAYÚSCULAS Y TU FIDELIDAD ETERNA EN LA AMISTAD, PORQUE MIENTRAS, PUDIMOS HACER DE FORMA MUY CÓMODA EL CAMINO DE NUESTRAS VIDAS. TU ASÍ LO PROCURABAS A CADA PASO.

COMO SIEMPRE DECÍAS, NO IMPORTA EL TIEMPO QUE HAYAMOS COMPARTIDO, SINO LA CALIDAD DE LOS MOMENTOS VIVIDOS JUNTOS.

CONTIGO ESTE TIEMPO FUE SIMPLEMENTE PERFECTO.

GRACIAS, AMIGO PEDRO, POR TODO LO QUE NOS DISTE Y POR TODO LO QUE CON TUS HECHOS NOS ENSEÑASTE.


María, indica el camino hacia la unión plena con Dios

Juan Pablo II profundizó en la fuerza que puede infundir en un corazón azorado la figura de la Virgen. 
Autor: SS Juan Pablo II.


En medio de las dificultades de la vida, el cristiano cuenta con una ayuda única: la figura de la Madre de Dios «que indica el camino, es decir, Cristo, único mediador que lleva en plenitud al Padre». 

Juan Pablo II profundizó en la fuerza que puede infundir en un corazón azorado la figura de la Virgen. 

Al levantar la mirada hacia su imagen, explicó el Santo Padre, «podemos afirmar que María, junto a su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos».


Queridos hermanos

Recordemos una de las páginas más conocidas del Apocalipsis de Juan. En la mujer encinta, que da a luz un hijo, ante un dragón rojo como la sangre enfurecido con ella y con el que ha engendrado, la tradición cristiana, litúrgica y artística, ha visto la imagen de María, la madre de Cristo. Sin embargo, según la intención original del autor sagrado, si el nacimiento del niño representa la venida del Mesías, la mujer personifica evidentemente al pueblo de Dios, es decir, el Israel bíblico, o sea, la Iglesia. La interpretación mariana no está en contraste con el sentido eclesial del texto, ya que María es «figura de la Iglesia» (Lumen Gentium, 63; cf. San Ambrosio, «Expos. Lc», II, 7). 

En lo profundo de la comunidad fiel aparece por tanto el perfil de la Madre del Mesías. Contra María y la Iglesia se levanta el dragón, que evoca a Satanás y el mal, como lo indica la simbología del Antiguo Testamento: el color rojo es signo de guerra, de masacre, de sangre derramada; las «siete cabezas» coronadas indican un poder inmenso; mientras que los «diez cuernos» evocan la fuerza impresionante de la bestia, descrita por el profeta Daniel (cf. 7,7), imagen también del poder prevaricador que amenaza a la historia. 

El bien y el mal, por tanto, se enfrentan. María, su Hijo y la Iglesia representan la aparente debilidad y pequeñez del amor, de la verdad, de la justicia. Contra ellos se desencadena la monstruosa energía devastadora de la violencia, de la mentira, de la injusticia. Pero el canto que sella el pasaje nos recuerda que el veredicto definitivo es confiado a «la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo» (Apocalipsis 12, 10). 

Ciertamente en el tiempo de la historia, la Iglesia puede verse obligada a refugiarse en el desierto, como el antiguo Israel en marcha hacia la tierra prometida. El desierto, entre otras cosas, es el refugio tradicional de los perseguidos, es el ámbito secreto y sereno donde se ofrece la protección divina (cf. Génesis 21, 14-19; 1Reyes 19,4-7). Ahora bien, en este refugio la mujer permanece sólo durante un período de tiempo limitado, como subraya el Apocalipsis (cf. 12,6.14). El tiempo de la angustia, de la persecución, de la prueba no es, por tanto, definitivo: al final, vendrá la liberación y será la hora de la gloria. 

Contemplando este misterio desde una perspectiva mariana, podemos afirmar que «María, junto a su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia deber mirar hacia ella, que es su madre y modelo, para comprender el sentido de su propia misión en plenitud» (Congregación para la Doctrina de la Fe, «Libertatis conscientia», 22-3-1986, n. 97; cf. «Redemptoris Mater», 37). 

Fijemos, entonces, nuestra mirada en María, imagen de la Iglesia peregrina en el desierto de la historia, que se dirige a la meta gloriosa de la Jerusalén celeste, donde resplandecerá como Esposa del Cordero, Cristo Señor. La Iglesia de Oriente honra a la Madre de Dios como la «Odiguitria», la que «indica el camino», es decir, Cristo, único mediador que lleva en plenitud al Padre. Un poeta francés ve en ella «la criatura en su estado original y en su lozanía final, como surgió de Dios en la mañana de su esplendor original» (Paul Claudel, «La Vierge à midi», editorial Pléiade, página 540). 

En su inmaculada concepción, María es el modelo perfecto de la criatura humana, llena desde el inicio de esa gracia divina que sostiene y transfigura a la criatura (cf. Lucas 1, 28), que escoge siempre, en su libertad, el camino de Dios. De este modo, en su gloriosa asunción al cielo, María, es la imagen de la criatura llamada por Cristo resucitado a alcanzar, al final de la historia, la plenitud de la comunión con Dios en la resurrección a una eternidad bienaventurada. Para la Iglesia, que experimenta con frecuencia el peso de la historia y el asedio del mal, la Madre de Cristo es el emblema luminoso de la humanidad redimida y abrazada por la gracia que salva. 

La meta última de la vicisitud humana llegará cuando «Dios sea todo en todo» (1 Corintios 15, 28) y, como anuncia el Apocalipsis, cuando «el mar deje de existir» (21, 1), para explicar que el signo del caos destructor y del mal será finalmente eliminado. Entonces la Iglesia se presentará ante Cristo como «como una novia ataviada para su esposo» (Apocalipsis 21, 2). Esa será la hora de la intimidad y del amor sin fisuras. Pero ya desde ahora, al mirar a la Virgen elevada al cielo, la Iglesia comienza a experimentar la alegría que le será ofrecida en plenitud al final de los tiempos. 

En la peregrinación de fe a través de la historia, María acompaña a la Iglesia como «modelo de la comunión eclesial en la fe, en la caridad y en la unión con Cristo. Eternamente presente en el misterio de Cristo, ella está, en medio de los apóstoles, en el corazón mismo de la Iglesia naciente y de la Iglesia de todos los tiempos. Efectivamente, "la Iglesia fue congregada en el cenáculo con María, que era la Madre de Jesús, y con sus hermanos. No se puede, por tanto, hablar de Iglesia si no está presente María, la Madre del Señor, con sus hermanos» (Congregación para la Doctrina de la Fe, «Communionis notio», 28-5-1992, n. 19; cf. San Cromacio de Aquileya, «Sermo» 30, 1). 

Cantemos, entonces, nuestro himno de alabanza a María, imagen de la humanidad redimida, signo de la Iglesia que vive en la fe y en el amor, anticipando la plenitud de la Jerusalén celeste. «El genio poético de san Efrén el Sirio, llamado "la cítara del Espíritu Santo", ha cantado incansablemente a María, dejando una impronta todavía presente en toda la tradición de la Iglesia siríaca» («Redemptoris Mater», 31). Es él quien presenta a María como imagen de belleza: «Ella es santa en su cuerpo, bella en su espíritu, pura en sus pensamientos, sincera en su inteligencia, perfecta en sus sentimientos, casta, firme en sus propósitos, inmaculada en su corazón, eminente, llena de todas las virtudes» («Himnos a la Virgen María» 1,4; editorial Th. J. Lamy, «Hymni de B. Maria», Malines 1886, t. 2, col. 520). Que esta imagen resplandezca en el corazón de toda comunidad eclesial como reflejo perfecto de Cristo y que sea como un signo que se alza por encima de los pueblos, como «ciudad colocada en la cumbre de una montaña», y «lámpara sobre el candelero para que alumbre a todos» (cf. Mateo 5, 14-15).

viernes, 30 de agosto de 2013

PRECIOSO MENSAJE RECIBIDO

Buenos días, Manuel.

                Ocurre siempre, nunca estamos del todo preparado para recibir la noticia…, ha sido tan rápido que no hemos podido despedirnos, decirle tanta y tantas  cosas, darle las gracias por…, sobre todo por su amistad.

                Un abrazo fuerte, estoy convencido que Pedro está disfrutando de la presencia de Dios, y abrazado a su hijo Manuel mira con ternura a sus seres queridos.

                Isabel tiene un nuevo aliado en el cielo, dile que le pida a su amigo, compañero, esposo, padre de sus hijos, que le dé fuerza para seguir adelante y sobre todo para ayudar a los demás.


Juan Manuel González.

TRAGEDIA Y SOLIDARIDAD

Autor: Carolina Crespo Fernández
  
El accidente ferroviario sucedido en Santiago que ensombreció la noche del 24 de julio y apagó la sonrisa de todos nosotros ha sido sin duda un suceso espeluznante .La capital gallega estaba engalanada como cada año para celebrar su Día Grande; sin duda, cada 25 de julio permanecerá en nuestra memoria como un día Grande, pero grande en calidad humana, pues una situación trágica descubrió al mundo entero la solidaridad de cientos de profesionales y de ciudadanos anónimos que nos han dado una gran lección de amor al prójimo.

Un tren con doscientas dieciocho personas, con doscientas dieciocho historias, con sus ilusiones, que de pronto, se vieron truncadas en una maldita curva. Y es que la tragedia y la muerte irrumpen sin avisar, de improviso, poniendo de manifiesto nuestra fragilidad.

Pero, en esta tragedia los verdaderos héroes fueron los cientos de ciudadanos, la marea ingente que acudió al lugar de los hechos para llevar enseres necesarios así como para trasladar a los centros hospitalarios en sus coches particulares a los heridos, colaborando con los bomberos y servicios de emergencia, y aún sin ser conscientes de la envergadura de lo que estaba sucediendo. La lista de los fallecidos iba aumentando en proporción con el dolor de todos.  Personal sanitario, bomberos, Protección Civil, Cruz Roja, Policía Nacional, psicólogos estuvieron a la altura de las circunstancias, aún sabiendo que hay hechos a los que no es fácil enfrentarse. Era sobrecogedor y conmovedor ver las iniciativas solidarias desde las redes sociales, los cientos de personas que hacían colas ante las puertas de los hospitales o del Centro de Transfusiones compostelano con el único ánimo de ayudar a salvar vidas; horas y horas de larga espera hasta que llegase su momento para donar sangre.


La vida está hecha de contrastes; al día siguiente del siniestro, las portadas de los medios de comunicación no mostraron imágenes del tradicional espectáculo lumínico sobre la fachada de la Catedral, sino las imágenes  y testimonios que nos dejó una catástrofe que desveló la sensibilidad y solidaridad de nuestro pueblo ante la tragedia y el sufrimiento ajeno; una tragedia que exigió de todos una fuerza de unión y solidaridad con las víctimas y sus familiares, evitando baldíos intereses políticos. Lo que procedía era, es y será acompañar a los que sufren.

A la familia de Pedro Casquero

Pedro tras una vida ejemplar, nos ha dejado, el mimo día de su muerte le escribí una carta dirigida a él, aun con lágrimas en los ojos y no quería que se nombrara nada más que a él y que ya creo todos la conocéis.

Pero me falta una parte importante,  que también hice desde el primer momento y es unirme al dolor y  al as oraciones de su familia, esa gran familia en valores integrada por Isabel, su gran Mujer, su Hija Conchi y ese Marido excepcional, que Dios le ha dado.

Quiero tener también un recuerdo para su hijo ya fallecido Manuel, Manu para ellos. 

Para Isabel, Conchi, su Marido y toda esa gran familia de Pedro y tantos y tantos amigos, que me consta han derramado alguna lágrima tras su repentina muerte.

Para todos ellos, no me queda más que unirme  al dolor de Isabel, de su hija Conchi, y de su Marido, de sus hermas y hermanos unirme también a sus oraciones, para que a todos y bajo la fe Cristiana,  les de fuerza para seguir adelante extendiendo así el gran ejemplo que Pedro nos ha dejado.

Descansa en Paz Amigo Pedro.

Manuel Murillo Garcia