"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 31 de agosto de 2013

OTRO GRAN COMENTARIO A PEDRO CASQUERO

Comentario Publicado por:
D. Juan Bautista López, en su muro de Facebook.


Hoy Pedro Casquero nos ha dejado para siempre. Después de casi 30 años de compañero y amigo hoy me ha dado el único disgusto de nuestra vida laboral y no ha sido otro que habernos dejados solos en la Gerencia del SES y me atrevo a afirmar que en toda su trayectoria laboral y privada no ha dejado nada más que amistad, cariño y una multitud de personas que estamos muy orgullosos de haber tenido la suerte de conocerle y disfrutarle. Mi más profundo pésame a su familia y amigos.

Comentario dejado en los Blog.





Gracias, Manuel, Miguel Ángel y muchos más.
Quedáis cortos con lo narrado anteriormente, Yo no pagaría jamás los favores desinteresados y humanos que me ha hecho, he conocido a muchas personas, os juro que jamás conocí a alguien tan desinteresado para él, tan humilde y sencillo, tan dado y multiplicado para los demás, soy incapaz de describir ni la sombra de lo que significo Pedro en mi vida, sus razonamientos, su calma, te aconsejaba y te transmitía paz

GRACIAS PEDRO por ser mi amigo

Jamás te olvidare
José Antonio Rodríguez

Carta a Pedro Casquero

Autor: Leonor Muñoz Santos.

Esta maravillosa carta fue leída en el funeral de nuestro amigo Pedro, por la Madre de la autora de la misma.

VIVIR NO ES SOLO EXISTIR, SINO EXISTIR Y CREAR, SABER GOZAR Y SUFRIR Y NO DORMIR SIN SOÑAR.

AMIGO, TU CONOCISTE BIEN ESTO.

EXISTISTE DESDE EL MOMENTO EN QUE EMPEZASTE A CREAR ESTA ENORME FAMILIA QUE HOY REZA POR TI, DESDE EL MOMENTO EN QUE, CON TU SIEMPRE EXCELENTE DISPOSICIÓN, ERAMOS PRIVILEGIADOS  DE PODER CONTAR CONTIGO, DESDE EL MOMENTO EN QUE TU PRESENCIA ERA CAPAZ DE CONTAGIARNOS LA PAZ Y LA SERENIDAD QUE TAN A MENUDO NOS FALTABA.

POR DESGRACIA, TAMBIÉN CONOCISTE A LA PERFECCIÓN EL VERBO SUFRIR, PERO SIN DUDA, GOZAR, FUE EL TÉRMINO QUE SIEMPRE DESEABAS PARA TODOS.

DORMÍAS POCO, PERO AÚN ASÍ, LOS SUEÑOS SIEMPRE INVADÍAN LOS MILES DE NÚMEROS Y TABLAS EXCEL DE TU DISCO DURO.
ERA ENTONCES, CUANDO DESAPARECÍA DON PEDRO CASQUERO Y APARECÍA EL AMIGO BONACHÓN,  HUMILDE Y SERVICIAL QUE HACÍA DE TODAS LAS REUNIONES LA MEJOR DE LAS FIESTAS.

HOY, JUNTOS AQUÍ  SOLO PODEMOS AGRADECERLE A DIOS TU VIDA, TU MARAVILLOSA EXISTENCIA, TUS PALABRAS AMABLES, TU PROFESIONALIDAD CON MAYÚSCULAS Y TU FIDELIDAD ETERNA EN LA AMISTAD, PORQUE MIENTRAS, PUDIMOS HACER DE FORMA MUY CÓMODA EL CAMINO DE NUESTRAS VIDAS. TU ASÍ LO PROCURABAS A CADA PASO.

COMO SIEMPRE DECÍAS, NO IMPORTA EL TIEMPO QUE HAYAMOS COMPARTIDO, SINO LA CALIDAD DE LOS MOMENTOS VIVIDOS JUNTOS.

CONTIGO ESTE TIEMPO FUE SIMPLEMENTE PERFECTO.

GRACIAS, AMIGO PEDRO, POR TODO LO QUE NOS DISTE Y POR TODO LO QUE CON TUS HECHOS NOS ENSEÑASTE.


María, indica el camino hacia la unión plena con Dios

Juan Pablo II profundizó en la fuerza que puede infundir en un corazón azorado la figura de la Virgen. 
Autor: SS Juan Pablo II.


En medio de las dificultades de la vida, el cristiano cuenta con una ayuda única: la figura de la Madre de Dios «que indica el camino, es decir, Cristo, único mediador que lleva en plenitud al Padre». 

Juan Pablo II profundizó en la fuerza que puede infundir en un corazón azorado la figura de la Virgen. 

Al levantar la mirada hacia su imagen, explicó el Santo Padre, «podemos afirmar que María, junto a su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos».


Queridos hermanos

Recordemos una de las páginas más conocidas del Apocalipsis de Juan. En la mujer encinta, que da a luz un hijo, ante un dragón rojo como la sangre enfurecido con ella y con el que ha engendrado, la tradición cristiana, litúrgica y artística, ha visto la imagen de María, la madre de Cristo. Sin embargo, según la intención original del autor sagrado, si el nacimiento del niño representa la venida del Mesías, la mujer personifica evidentemente al pueblo de Dios, es decir, el Israel bíblico, o sea, la Iglesia. La interpretación mariana no está en contraste con el sentido eclesial del texto, ya que María es «figura de la Iglesia» (Lumen Gentium, 63; cf. San Ambrosio, «Expos. Lc», II, 7). 

En lo profundo de la comunidad fiel aparece por tanto el perfil de la Madre del Mesías. Contra María y la Iglesia se levanta el dragón, que evoca a Satanás y el mal, como lo indica la simbología del Antiguo Testamento: el color rojo es signo de guerra, de masacre, de sangre derramada; las «siete cabezas» coronadas indican un poder inmenso; mientras que los «diez cuernos» evocan la fuerza impresionante de la bestia, descrita por el profeta Daniel (cf. 7,7), imagen también del poder prevaricador que amenaza a la historia. 

El bien y el mal, por tanto, se enfrentan. María, su Hijo y la Iglesia representan la aparente debilidad y pequeñez del amor, de la verdad, de la justicia. Contra ellos se desencadena la monstruosa energía devastadora de la violencia, de la mentira, de la injusticia. Pero el canto que sella el pasaje nos recuerda que el veredicto definitivo es confiado a «la salvación, el poder y el reinado de nuestro Dios y la potestad de su Cristo» (Apocalipsis 12, 10). 

Ciertamente en el tiempo de la historia, la Iglesia puede verse obligada a refugiarse en el desierto, como el antiguo Israel en marcha hacia la tierra prometida. El desierto, entre otras cosas, es el refugio tradicional de los perseguidos, es el ámbito secreto y sereno donde se ofrece la protección divina (cf. Génesis 21, 14-19; 1Reyes 19,4-7). Ahora bien, en este refugio la mujer permanece sólo durante un período de tiempo limitado, como subraya el Apocalipsis (cf. 12,6.14). El tiempo de la angustia, de la persecución, de la prueba no es, por tanto, definitivo: al final, vendrá la liberación y será la hora de la gloria. 

Contemplando este misterio desde una perspectiva mariana, podemos afirmar que «María, junto a su Hijo, es la imagen más perfecta de la libertad y de la liberación de la humanidad y del cosmos. La Iglesia deber mirar hacia ella, que es su madre y modelo, para comprender el sentido de su propia misión en plenitud» (Congregación para la Doctrina de la Fe, «Libertatis conscientia», 22-3-1986, n. 97; cf. «Redemptoris Mater», 37). 

Fijemos, entonces, nuestra mirada en María, imagen de la Iglesia peregrina en el desierto de la historia, que se dirige a la meta gloriosa de la Jerusalén celeste, donde resplandecerá como Esposa del Cordero, Cristo Señor. La Iglesia de Oriente honra a la Madre de Dios como la «Odiguitria», la que «indica el camino», es decir, Cristo, único mediador que lleva en plenitud al Padre. Un poeta francés ve en ella «la criatura en su estado original y en su lozanía final, como surgió de Dios en la mañana de su esplendor original» (Paul Claudel, «La Vierge à midi», editorial Pléiade, página 540). 

En su inmaculada concepción, María es el modelo perfecto de la criatura humana, llena desde el inicio de esa gracia divina que sostiene y transfigura a la criatura (cf. Lucas 1, 28), que escoge siempre, en su libertad, el camino de Dios. De este modo, en su gloriosa asunción al cielo, María, es la imagen de la criatura llamada por Cristo resucitado a alcanzar, al final de la historia, la plenitud de la comunión con Dios en la resurrección a una eternidad bienaventurada. Para la Iglesia, que experimenta con frecuencia el peso de la historia y el asedio del mal, la Madre de Cristo es el emblema luminoso de la humanidad redimida y abrazada por la gracia que salva. 

La meta última de la vicisitud humana llegará cuando «Dios sea todo en todo» (1 Corintios 15, 28) y, como anuncia el Apocalipsis, cuando «el mar deje de existir» (21, 1), para explicar que el signo del caos destructor y del mal será finalmente eliminado. Entonces la Iglesia se presentará ante Cristo como «como una novia ataviada para su esposo» (Apocalipsis 21, 2). Esa será la hora de la intimidad y del amor sin fisuras. Pero ya desde ahora, al mirar a la Virgen elevada al cielo, la Iglesia comienza a experimentar la alegría que le será ofrecida en plenitud al final de los tiempos. 

En la peregrinación de fe a través de la historia, María acompaña a la Iglesia como «modelo de la comunión eclesial en la fe, en la caridad y en la unión con Cristo. Eternamente presente en el misterio de Cristo, ella está, en medio de los apóstoles, en el corazón mismo de la Iglesia naciente y de la Iglesia de todos los tiempos. Efectivamente, "la Iglesia fue congregada en el cenáculo con María, que era la Madre de Jesús, y con sus hermanos. No se puede, por tanto, hablar de Iglesia si no está presente María, la Madre del Señor, con sus hermanos» (Congregación para la Doctrina de la Fe, «Communionis notio», 28-5-1992, n. 19; cf. San Cromacio de Aquileya, «Sermo» 30, 1). 

Cantemos, entonces, nuestro himno de alabanza a María, imagen de la humanidad redimida, signo de la Iglesia que vive en la fe y en el amor, anticipando la plenitud de la Jerusalén celeste. «El genio poético de san Efrén el Sirio, llamado "la cítara del Espíritu Santo", ha cantado incansablemente a María, dejando una impronta todavía presente en toda la tradición de la Iglesia siríaca» («Redemptoris Mater», 31). Es él quien presenta a María como imagen de belleza: «Ella es santa en su cuerpo, bella en su espíritu, pura en sus pensamientos, sincera en su inteligencia, perfecta en sus sentimientos, casta, firme en sus propósitos, inmaculada en su corazón, eminente, llena de todas las virtudes» («Himnos a la Virgen María» 1,4; editorial Th. J. Lamy, «Hymni de B. Maria», Malines 1886, t. 2, col. 520). Que esta imagen resplandezca en el corazón de toda comunidad eclesial como reflejo perfecto de Cristo y que sea como un signo que se alza por encima de los pueblos, como «ciudad colocada en la cumbre de una montaña», y «lámpara sobre el candelero para que alumbre a todos» (cf. Mateo 5, 14-15).

viernes, 30 de agosto de 2013

PRECIOSO MENSAJE RECIBIDO

Buenos días, Manuel.

                Ocurre siempre, nunca estamos del todo preparado para recibir la noticia…, ha sido tan rápido que no hemos podido despedirnos, decirle tanta y tantas  cosas, darle las gracias por…, sobre todo por su amistad.

                Un abrazo fuerte, estoy convencido que Pedro está disfrutando de la presencia de Dios, y abrazado a su hijo Manuel mira con ternura a sus seres queridos.

                Isabel tiene un nuevo aliado en el cielo, dile que le pida a su amigo, compañero, esposo, padre de sus hijos, que le dé fuerza para seguir adelante y sobre todo para ayudar a los demás.


Juan Manuel González.

TRAGEDIA Y SOLIDARIDAD

Autor: Carolina Crespo Fernández
  
El accidente ferroviario sucedido en Santiago que ensombreció la noche del 24 de julio y apagó la sonrisa de todos nosotros ha sido sin duda un suceso espeluznante .La capital gallega estaba engalanada como cada año para celebrar su Día Grande; sin duda, cada 25 de julio permanecerá en nuestra memoria como un día Grande, pero grande en calidad humana, pues una situación trágica descubrió al mundo entero la solidaridad de cientos de profesionales y de ciudadanos anónimos que nos han dado una gran lección de amor al prójimo.

Un tren con doscientas dieciocho personas, con doscientas dieciocho historias, con sus ilusiones, que de pronto, se vieron truncadas en una maldita curva. Y es que la tragedia y la muerte irrumpen sin avisar, de improviso, poniendo de manifiesto nuestra fragilidad.

Pero, en esta tragedia los verdaderos héroes fueron los cientos de ciudadanos, la marea ingente que acudió al lugar de los hechos para llevar enseres necesarios así como para trasladar a los centros hospitalarios en sus coches particulares a los heridos, colaborando con los bomberos y servicios de emergencia, y aún sin ser conscientes de la envergadura de lo que estaba sucediendo. La lista de los fallecidos iba aumentando en proporción con el dolor de todos.  Personal sanitario, bomberos, Protección Civil, Cruz Roja, Policía Nacional, psicólogos estuvieron a la altura de las circunstancias, aún sabiendo que hay hechos a los que no es fácil enfrentarse. Era sobrecogedor y conmovedor ver las iniciativas solidarias desde las redes sociales, los cientos de personas que hacían colas ante las puertas de los hospitales o del Centro de Transfusiones compostelano con el único ánimo de ayudar a salvar vidas; horas y horas de larga espera hasta que llegase su momento para donar sangre.


La vida está hecha de contrastes; al día siguiente del siniestro, las portadas de los medios de comunicación no mostraron imágenes del tradicional espectáculo lumínico sobre la fachada de la Catedral, sino las imágenes  y testimonios que nos dejó una catástrofe que desveló la sensibilidad y solidaridad de nuestro pueblo ante la tragedia y el sufrimiento ajeno; una tragedia que exigió de todos una fuerza de unión y solidaridad con las víctimas y sus familiares, evitando baldíos intereses políticos. Lo que procedía era, es y será acompañar a los que sufren.

A la familia de Pedro Casquero

Pedro tras una vida ejemplar, nos ha dejado, el mimo día de su muerte le escribí una carta dirigida a él, aun con lágrimas en los ojos y no quería que se nombrara nada más que a él y que ya creo todos la conocéis.

Pero me falta una parte importante,  que también hice desde el primer momento y es unirme al dolor y  al as oraciones de su familia, esa gran familia en valores integrada por Isabel, su gran Mujer, su Hija Conchi y ese Marido excepcional, que Dios le ha dado.

Quiero tener también un recuerdo para su hijo ya fallecido Manuel, Manu para ellos. 

Para Isabel, Conchi, su Marido y toda esa gran familia de Pedro y tantos y tantos amigos, que me consta han derramado alguna lágrima tras su repentina muerte.

Para todos ellos, no me queda más que unirme  al dolor de Isabel, de su hija Conchi, y de su Marido, de sus hermas y hermanos unirme también a sus oraciones, para que a todos y bajo la fe Cristiana,  les de fuerza para seguir adelante extendiendo así el gran ejemplo que Pedro nos ha dejado.

Descansa en Paz Amigo Pedro.

Manuel Murillo Garcia


A los necesitados de luz y consolación

Qué saludable es sentirnos vulnerables y que no nos dé vergüenza reconocerlo. Y luego, tener la humildad y el valor de pedirle a Dios consolación y fortaleza. 



Me ha llamado la atención la cantidad de personas que busca en internet "frases de consolación". De las personas que llegan a este blog a través de búsquedas en Google, que es el 40% de las visitas diarias, la búsqueda de mayor impacto es "frases de consolación". Está claro, en la vida hay sufrimiento y agradecemos aquello que contribuya a disminuir la intensidad de una pena.

Es saludable reconocernos vulnerables

Todos o casi todos conocemos el sufrimiento físico y moral, el peso profundo del propio pecado, la oscuridad del misterio de Dios, la incógnita del futuro, lo difícil que es encajar el sufrimiento en la familia, la soledad, la enfermedad, la traición, las humillaciones, la incomprensión de los seres queridos, etc. Así es la condición humana. Así es la vida... Por eso buscamos consolación. Esta vida es maravillosa pero tiene luces y sombras.

Qué saludable es sentirnos vulnerables y que no nos dé vergüenza reconocerlo. Y luego, tener la humildad y el valor de pedirle a Dios consolación y fortaleza.

El consolador tiene un nombre

Jesucristo, al volver al Padre, no quiso dejarnos solos; vio que necesitaríamos compañía y consuelo para nuestra peregrinación camino al cielo. ¿Qué fue lo último que hizo en su vida terrena? Expiró. Exhaló el Espíritu", refiere san Mateo. (Mt 27, 50) Nos dejó su Espíritu.

"Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce" (Jn 14,16) "Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré" (Jn 16,7).

Lo más común en la oración es dirigirse a Dios Padre y a Dios Hijo. Al Espíritu Santo se le llama "el Gran Desconocido". Pero Jesucristo le llamó: "Paráclito", que significa "Consolador". Esa consolación que tanto buscamos tiene un nombre: Espíritu Santo. La consolación, más que un estado anímico, es el fruto de una presencia, la presencia de una Persona: la tercera persona de la Trinidad.

Cuando el Espíritu Santo se derrama sobre nosotros y nosotros lo acogemos como el "dulce huésped del alma" y somos fieles a sus inspiraciones, Él va produciendo sus frutos. Su presencia se demuestra con frutos. El don de Consolación abarca toda la realidad que Pablo enumera cuando habla de los frutos del Espíritu: caridad, gozo, paz, paciencia, afabilidad, bondad, longanimidad, fidelidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia, castidad. (cf Gál 5, 22-23) Por eso, si buscamos consolación, debemos acudir a la fuente y origen de todo consuelo.

El inicio de la meditación diaria

La meditación diaria se inicia con la invocación al Espíritu Santo, para pedir luz y consuelo. Les comparto las dos invocaciones al Espíritu Santo que yo utilizo al comenzar mi meditación. Con mi comunidad canto el Veni Creator. Cuando estoy solo me gusta cantar interiormente el himno Veni Sancte Spiritus, que es un himno de consolación.

Si te sucede que al leer este himno del Espíritu Santo dices: "ya lo conozco" o "ya lo leí", y vas adelante con otra cosa, te sugiero hacer un alto y reflexionar. El hombre de oración o que quiere progresar en la oración, gusta y saborea estas cosas. Cada vez que entra en contacto con ellas se detiene y las disfruta. Si tu oración suele ser cerebral, tal vez pases adelante. Si tu oración es más contemplativa, podrás disfrutarlo más, saboreándolo interiormente. No se trata de saber o de conocer, sino de gustar interiormente las cosas del espíritu. ¡Que lo disfrutes

Ven, Espíritu Santo,
y envía desde el cielo
un rayo de tu luz.

Ven, Padre de los pobres;
ven, dador de las gracias;
ven, lumbre de los corazones.

Consolador óptimo,
dulce Huésped del alma,
dulce refrigerio.

Descanso en el trabajo,
en el ardor tranquilidad,
consuelo en el llanto.

O Luz santísima,
llena lo más íntimo
de los corazones de tus fieles.

Sin tu ayuda,
nada hay en el hombre,
nada que sea inocente.

Lava lo que está manchado,
riega lo que es árido,
cura lo que está enfermo.

Doblega lo que es rígido,
calienta lo que es frío,
dirige lo que está extraviado.

Concede a tus fieles
que en ti confían,
tus siete sagrados dones.

Dales el mérito de la virtud,
dales el puerto de la salvación
dales el eterno gozo.

Autor: P Evaristo Sada LC.

jueves, 29 de agosto de 2013

ABORTO: EXTERMINIO HUMANO

Autor: Carolina Crespo Fernández

El derecho a la vida no es una concesión que ha de hacer el Estado o la sociedad; es un derecho anterior al Estado  mismo y a la sociedad. El derecho a vivir del nasciturus no depende de opiniones humanas. El Estado no puede amparar legalmente la licitud de dar muerte a un ser humano que ni siquiera puede defenderse. Si bastasen las leyes o las mayorías para hacer moralmente aceptable cualquier cosa, estarían justificados los crímenes de Hitler que él amparó legalmente ¿En función de qué intereses el Estado o la sociedad va a sentenciar que un ser humano es digno de vivir y  otro, por el contrario,  de ser exterminado?

Aún no estando penalizado por la ley, el aborto no se convierte en un acto moral. Es tan ilógico hablar del derecho al aborto como del derecho al terrorismo, por lo tanto, un aborto podrá ser legal pero siempre carecerá de Justicia.

El aborto es habitualmente comercializado y vendido a la mujer en un momento de crisis en su vida. Ante esta mujer, el personal de la clínica abortista y los vendedores de abortos negarán la identidad individual y la dignidad del ser humano indefenso. El aborto es un negocio muy lucrativo basado sobre todo en la explotación del drama de una mujer. Una mujer embarazada que oiga el latido del corazón de su hijo, nunca será capaz de abortar sino es incitada a ello por asesinos que se esconden bajo la máscara del progreso y de la modernidad.


Les exijo a todos aquellos que dicen que el aborto es un derecho de la mujer, que no lo hagan en mi nombre; como mujer, a mí no me representan .NO, EN MI NOMBRE.

Tiempo para Dios


Desechemos la tibieza, el espíritu tacaño para todo lo concerniente a las cosas de Dios. 


En nuestra vida tenemos muy bien programadas nuestras horas, nuestras semanas. Tiempo para trabajar, tiempo para el ejercicio, tiempo para tomar alimentos, de preferencia los que más nos gustan, tiempo para descansar o divertirnos, pero... ¿y el tiempo para Dios?. 

No encontramos tiempo para Dios, para orar. Teniendo comunicación con Él que es quién precisamente nos da ese tiempo que repartimos en nuestro muy personal plan de vida.

Y llega el domingo... Si estamos en un lugar de descanso, de monte o de playa ¡qué difícil es programarnos para ir a misa! Si nos hemos quedado en la ciudad, ¡con qué mezquindad le damos a Dios la media hora de misa de los domingos! 

Para ir al cine , al teatro o a un evento deportivo nos ponemos diligentes y contentos. Queremos llegar y llegamos antes de que empiece la función, buscamos el mejor lugar para poder ver y oír lo mejor posible, ¡no nos queremos perder ni un solo detalle!. Pero la misa, y eso que la entrada es gratis, no importa llegar cuando ya está empezada la ceremonia y no nos interesa ver o no ver lo que el celebrante hace o dice en el altar y nos quedamos en la entrada para que en el momento de que nos den la bendición nos podamos ir rápidamente, como el que termina un cometido fastidioso y poco grato.

Sabemos que la misa es el sacrificio incruento en que bajo las especies de pan y vino convertidas en el Cuerpo y Sangre de Jesucristo ofrece el sacerdote al Eterno Padre. La misa es el acto esencial del culto católico por ser el milagro del misterio Pascual del Hijo de Dios. Como acto de culto a nuestro Creador es la adoración a la Divina Majestad, la acción de gracias por los beneficios recibidos, la reparación de nuestros pecados y de toda la humanidad, para oír su palabra y la petición de la mediación de Cristo 

Por todos nosotros. Es poder estar en la Cena del Señor la noche del Jueves Santo en el espacio y en el tiempo. Es poder llegar con nuestro corazón hasta Dios y si lo recibimos, es alimentarnos de El y pedir que nos acompañe en el camino que estamos recorriendo aquí hasta el final de nuestros días. 

Tarde o temprano ese día llegará y no queremos presentarnos a El con la frase tan conocida de "las manos vacías" sino con algo mucho peor: con el corazón vacío de amor.

No le hemos querido, no le hemos amado como El nos amó hasta dar la vida por nuestra salvación eterna. Vamos viviendo indiferentes a ese gran amor y no sabemos corresponder. Cuando estemos en su presencia ¡qué ansias de volver a empezar, qué ganas de tener todo el tiempo del mundo como ahora, otra vez, toda una vida para amarlo!.

Pensaremos, aunque ya demasiado tarde, en cómo desperdiciamos los minutos, las horas, los años en pequeñeces, en minucias que nos absorbieron, que nos quitaron todo nuestro tiempo para al pasar por una Iglesia entrar, dejando todos la preocupaciones afuera, y frente al Sagrario decirle a Cristo simplemente: -"Te amo y aquí estoy".

Pasamos la vida corriendo tras las cosas vanas y perecederas mientras que apenas tenemos unas migajas de oración para Dios y con la media hora escasa de los domingos en la Iglesia tenemos la conciencia tranquila porque ya cumplimos. ....

Cambiemos radicalmente la forma de vivir nuestra religión.

Seamos radicales en este cambio. Desechemos la tibieza, el espíritu tacaño para todo lo concerniente a las cosas de Dios y amémosle con generosidad, empezando por cumplir con el primer Mandamiento que es: Amar a Dios sobre todas las cosas.

¡Qué se nos note que lo amamos, para que en los ojos de Cristo encontremos, un día, el reconocimiento del encuentro con el amigo, al llegar a su presencia!

Autor: Ma Esther De Ariño.