"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 31 de mayo de 2011

Oración por la Familia

Un video precioso, con una oarcion por la Familia Cristiana




Ahí tienes a tu Madre....

" La propagación del Evangelio a través de Internet "

La verdad del Evangelio no puede ser objeto de consumo ni disfrute superficial... sino un Don que pide una respuesta libre.
Esa verdad, incluso cuando se proclama en el espacio virtual de la red, está llamada siempre a encarnarse en el mundo real y en relación con los rostros concretos de los hermanos y hermanas con quienes compartimos la vida cotidiana. Por eso, siguen siendo fundamentales las relaciones humanas directas en la transmición de la Fe.

Papa Benedigto XVI.

Perdonar con toda el alma

Creo no debo poner nada, ella lo dice todo.


La Fiesta de hoy: " La visitación de la Virgen María..."

                                        UNA VISITA CON EL MEJOR DE LOS REGALOS...
...A Isabel se le concede el Don del Espíritu y se convierte en una profetiza, que nos "Revela" quién es el "Fruto Bendito" que María lleva en su vientre.
No nos cansemos de cantar: " Mi alma celebra la grandeza del Señor, mi Espíritu salta de gozo en Dios, mi Salvador."
Dios les bendiga.

" Todo lo que ÉL quiere, lo hace ..." Sal. 115,3 . Eres maravilloso...

" Todo lo que ÉL quiere, lo hace ..." Sal. 115,3 . Eres maravilloso...

Solo importa amar

Cuando un edificio antiguo amenaza ruina, es común que los técnicos intervengan con sus propuestas de rehabilitación, presentando complicados estudios y presupuestos, para colocar piezas de hierro o inyectar hormigón que refuerce y de seguridad a ese lugar deteriorado por el paso de los años.
Del mismo modo que hay técnicos que entienden de construcción, el gran técnico del ser humano, sin duda ninguna, porque en el origen es su autor, es el mismo Dios, el mismo Cristo.
Precisamente de rehabilitación tenemos que hablar hoy. En el tercer encuentro de Cristo resucitado con sus apóstoles, el Señor quiere rehabilitar a Pedro; después de su triple negación, de su fracaso, de su grandísima debilidad y cobardía, Cristo quiere darle una nueva oportunidad. Y no le hace un examen muy complicado, ni le propone técnicas caras, ni excesivamente costosas: “Simón, hijo de Juan – le dijo, ¿me amas?” Porque en el fondo, a Cristo no le importan nuestras fragilidades, no le importan nuestros pecados. Él ya contaba con que nos íbamos a equivocar. Cristo sólo espera del hombre una cosa, que su relación sea de amor. Lo hemos oído tantas veces, que Dios no quiere nuestros sacrificios, no quiere nuestros cumplimientos ni nuestros servilismos, sólo quiere el corazón del hombre, sólo le interesa el amor. Pero no porque vayamos a engrandecer a Dios con nuestro amor,  sino porque el mismo Dios sabe, que lo único que nos engrandece, que nos embellece, que nos beneficia, es que tengamos un corazón lleno de amor.
Por eso, sólo el amor rehabilita al hombre. Sólo seremos capaces de levantarnos de nuestras fragilidades,  de nuestras equivocaciones, de nuestros fracasos, si somos capaces de amar. Así lo decía San Juan de la Cruz: “A la tarde, te examinarán del amor”. Porque cuando nos encaremos con la eternidad, o incluso ya aquí en la tierra, cuando nos encaramos con nuestro Dios, la pregunta hecha a Simón Pedro, de algún modo, es una pregunta hecha a cada uno de nosotros: “¿Me amas?. Si me amas, apacienta”, es decir, expresa ese amor a tus hermanos. No tenemos excusa. Cuántas veces no nos hemos sentido capaces de realizar aquello que Dios nos pide, porque nos parecía difícil o excesivo. Cristo lo que nos viene a decir, es que, con la fuerza del amor, con la fuerza de un amor que nos ha sido injertado por el Bautismo, con la fuerza de un amor que no es humano sino divino, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con la resurrección de Cristo que nos entrego el Espíritu, con la fuerza de ese amor, seremos capaces de absolutamente todo.
Vamos a pedirle al Señor, que sepamos que con la fuerza de ese amor, ya no cuentan nuestras fragilidades. No nos podemos excusar diciendo: “yo no soy capaz, yo no creo que pueda, a mí no me llama, yo no me veo capacitado”. Cuántas veces nos hemos excusado en nuestra aparente debilidad, para no cumplir con las tareas: “yo no me puedo reconciliar con esta persona, yo no puedo vivir una práctica religiosa más intensa”. Y el Señor en el fondo te dice: “Pero, ¿me amas?, porque si me amas, quiere decir que mi amor está contigo. Que seas consciente de que yo he resucitado para llenarte de mi amor y de esa fuerza, y por tanto, es verdad que tú  solo no eres capaz, pero con mi amor en tí, puedes hacer todo lo que yo te proponga”. Lo decía muy bien San Agustín: “Manda lo que quieras, pero dame lo que mandas.” Nosotros hoy le decimos al Señor, que con la fuerza de su amor sí nos sentimos capaces, acometeremos todo aquello que Él nos pida, por más duro que nos parezca.
No vivamos nunca más un cumplimiento en la religión, ni vivamos una relación con Dios del miedo, del perfeccionismo, del temor. A Jesús sólo le interesa nuestro amor, como sólo le interesó de Simón Pedro el amor. Cada vez que nos sintamos fracasados, cada vez que veamos que nos hemos equivocado, que resuene en nuestro corazón la pregunta del Nazareno: “¿ Me amas?”, y ojalá que todos podamos contestar con las mismas palabras del apóstol: “Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que yo te quiero”.

Predicamos a Cristo hasta los confines de la tierra

Evangelización es la proclamación del Evangelio con el fin de atraer a todos a Cristo y a su Iglesia. Para evangelizar hay que vivir el Evangelio. Esto es posible por la obra del Espíritu Santo y nuestro compromiso. Todo bautizado ha de ser un evangelizador.
Pablo VI, Homilía pronunciada en Manila 29 noviembre 1970

¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia nos apremia el amor. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda criatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros.
Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él, ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.
Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, y la verdad, y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.
Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito, y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.
¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.

Por los que no te han conocido

Recemos cada día esta oración por aquellas personas que aún no han podido conocer al único Dios Verdadero, para de ellos sea también el reino de los Cielo