"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 24 de marzo de 2015

Las familias sostenibles


Criterios de sostenibilidad para la vida en familia y la relación de pareja en conciliación con el trabajo


La relación de pareja

Las familias sostenibles sólo pueden crecer en un medio ambiente adecuado que hay que propiciar. Su base social comienza creando un ambiente de aprecio y cuidado de la maternidad, en términos biológicos sólo una natalidad que supere 2,1 hijos por mujer garantiza la sostenibilidad de la raza humana. El recambio generacional afecta a la dimensión social de la familia sostenible y depende en gran medida de factores externos a las familias: políticas, imagen amable de la maternidad en los medios de comunicación, conciliación, etc…


La dimensión interna de la sostenibilidad es más accesible a las personas y comprende el cuidado del medio ambiente familiar que tanto depende de ellas, de padres y madres, de hijos y abuelos.



La mayor parte de la labor que las personas podemos hacer para que nuestra familia sea sostenible se centra en aspectos tan concretos como cuidar el ambiente de hogar, el cariño y respeto, los detalles personales de servicio, las costumbres y las fotografías e historias familiares que nos recuerdan que no somos fruto del azar.



Junto a ideas materiales, como dedicar tiempo a la familia y a cada miembro, deben ocupar un lugar preeminente otras como tener en la cabeza al cónyuge y los hijos a lo largo del día, fomentando los deseos de volver a casa, potenciar los buenos pensamientos, apartar los malos.



La base de todo esto es la relación de pareja que debe ser cuidada desde el principio del matrimonio y que un equivocado amor a los hijos nunca deben romper. Desde el "si quiero" hay que cuidar los detalles, la fidelidad en lo pequeño y la ilusión por cumplir los sueños y proyectos



Tarea de cada miembro

El matrimonio y la familia son una aventura apasionante, radical, creativa, muy confortadora; no son realidades estáticas sino que se hacen cada día. Darse a otros es, sin duda, una locura que algunos no entienden. Que una familia sea sostenible depende de cada unos de sus miembros.


Empezábamos con las conclusiones de la Comisión Brundtland: "satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las del futuro para atender sus propias necesidades". Sólo la familia sostenible, es decir estable y estructurada; es capaz de cumplir los criterios de sostenibilidad, de generar ilusión y esperanza en el futuro. Una visión positiva y de responsabilidad compartida favorecerá entre otras cosas un incremento de la natalidad. Sin esa positiva y adecuada valoración del proyecto familiar difícilmente se apostará por nuevos hijos.



Ese es nuestro reto, el de quienes estamos convencidos de que no todo es igual, que existe lo mejor y que es posible. Nuestro desafío consiste en actuar en nuestras familias y en la sociedad desde la lógica del amor para que el siglo XXI sea el de las familias sostenibles.


Por: Aníbal Cuevas


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lunes, 23 de marzo de 2015

¿Cómo liberarse de la envidia?

Perdón, alabanza y bendición para resisitir a la envidia

Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana”.
Mateo 11,28-30
Ciertamente el Señor quiere que reposemos y descansemos en Él. Espera que pongamos en Él toda nuestra confianza y así Él podrá tomarnos en sus brazos. Podemos confiar al poder de Dios todo lo que nos preocupa, todo lo que no queremos que sea dañado por los envidiosos, nuestros planes, la salud, la familia, el trabajo. La envidia supone mirar mal el bien del otro.

Nosotros queremos que en medio de esas acciones tremendas con las que el mal espíritu obra, le pedimos a Dios que ejerza el poder y nos sostenga. Cuando hemos sido humillados a causa de estas situaciones, el mejor refugio es la amistad de Dios, esa que nos ofrece Él. El quedarnos postrados delante de Él, saliendo de la lamentación. Él siempre nos levanta para que sigamos caminando en el amor, el servicio y el don maravilloso de la paz que nos regala para comunicarla a otros. “No te alegres de mi suerte, enemiga mía, porque si he caído, me levantaré; si habito en las tinieblas, el Señor es mi luz” Miqueas 7,8
A partir de esa actitud fuerte que nace de la confianza, siguiendo el evangelio de hoy, podemos superar todas las dificultades. Con la gracia que nos da el Señor de fortaleza y de poder estar en su presencia por encima de todo. Que Él nos regale gracia de confianza y de descanso en su presencia.
También sentimos cuánto se hace inestable el camino cuando la división que se da entre los nuestros, nos genera sobretodo en torno a la envidia que es mirar mal el bien que el otro posee, dejando de estar en comunión con él. A partir de esa mala mirada surgen las contiendas, las divisiones, las acusaciones desmedidas bajo la forma de difamación y calumnia. Por eso es tan importante pedirle al Señor que nos proteja la envidia. El peor daño que pueden hacernos los envidiosos es llenarnos de miedo y de rencor. Si no tuvieramos miedo y no estuviéramos pendientes de ellos nos sentiríamos fuertes y podríamos defendernos de esas circunstancias sin sufrir tanto. El temor que nos despierta nos debilita y perturba, hasta incluso llegar a enfermarnos. Cuando hay perturbación se desdibuja el camino y se desdibuja el ánimo.
Es bueno saber que en las tormentas de la vida aparecen nuestros amigos los santos que se hacen fuertes con nosotros para protegernos.
Cuando estamos muy pendientes de nuestra imagen y de lo que digan los demás nos llenamos de angustia por cualquier crítica y podemos caer en la soberbia. Necesitamos liberarnos de eso y animarnos a avanzar en la tormenta con las armas de la oración, del servicio, de la caridad, de la paciencia, del perdón, de la reconciliación… todo con lo que el Señor nos quiere que avancemos y quitemos de medio las insidias del mal.

Perdón, alabanza y bendición para resisitir a la envidia
En medio del gran crecimiento de nuestra obra también comienzan a sacudirse las fuerzas del mal. Es necesario para poder estar en Dios y descansar en Él, liberarnos de lo que nos quita la confianza. ¿Cómo defendernos de la envidia para que la confianza no sea dañada?. 3 pasos dice Victor Manuel Fernández: perdón, alabanza y bendecir
Perdón
Lo primero es perdonar, porque si alimentamos el rencor y deseamos el mal a los envidiosos complica las cosas y se produce un espiral de violencia y la Palabra de Dios nos pide que no alimentemos ese veneno. En lo posible y en lo que dependa de nosotros vivamos en paz con todos, “no se hagan justicia por su propia cuenta”. Si tratamos de comprender la debilidad del otro, si le pedimos cada día al Señor la gracia de perdonarlo, y le entregamos al Señor nuestro dolor, el perdón terminará por desatar los nudos de la convivencia.
Es importante, a la hora de perdonar a alguien, saber cuántas veces me ha perdonado Dios por tantos a los que hice daño y que también eran hijos suyos. También puedo recordar las faltas de perdón que producen en mí mucha angustia, porque me pueden enfermar. Descansar y reposar en Dios solo es posible cuando sacamos estos sentimientos por gracia de Dios. Es importante intentar comprender que el que me envidia vive cosas muy dolorosas y por eso hace de mí un chivo expiatorio. Le pedimos a Dios que nos de la posibilidad de ir un poco más alto, de perdón y de grandeza de alma.
Alabanza
La alabanza es una oración maravillosa, que levanta el corazón hacia Dios y lo saca de la angustia interior, de las tristezas, de las amenazas y los temores. Puedo alabar a Dios en medio de las peores tormentas. 146 “Alaba alma mía al Señor… ”    Pero también puedo hacer una alabanza, por algo bello que Dios haya hecho en esa persona que nos está haciendo daño. Es un intentar encontrarle un costado bueno al que me busca mi costado malo. Es un salir de la tormenta y volar por encima, desde la oración y la alabanza.
La alabanza produce en el corazón un gran efecto de liberación. Nos ayuda a debilitar nuestra angustia y temor, nos hace fuertes para que los demás no puedan debilitarnos con su actitud de malicia. Cuando alabamos a Dios estamos más protegidos que nunca de los celos y las envidias. La alabanza tiene un poder misterioso para desarmar a los malvados e impedir que cumplan con sus deseos. Por eso vale la pena alabar a Dios, hasta que se despierte el gozo de la alabanza en lo más hondo del corazón.

Benedición
Benedecir a una persona que nos trata mal, nos envidia o nos hace daño, deseearle el bien, pedirle al Señor que la bendiga, y si el Señor la bendice esa persona ya no necesitará más envidiarnos. Cuando odiamos alimentamos el fuego de la violencia y terminamos cada día más dañados. Cuando bendecimos a alguien estamos deseando que resuelva la dificultad de su corazón, que se curen sus tristezas…. si el Señor bendice a esa persona y le regala la alegría interior, la santidad, el verdadero amor, entonces se despertarán todas las gracias que el Señor tenía dispuesto y por acción del mal, el Envidioso llenó de envidia.
El gran testimonio del cristiano es el martirio, amar a los que no nos aman, bendecir a lo que nos maldicen, amar a todos como el Padre bueno que hace salir al sol sobre justos e injustos. Somos hijos del Padre y eso supone la invitación y el llamado a ser como Él. A veces no nos damos cuenta que estas situaciones de envidia giran en nuestro interior, y en otras oportunidades es manifiesta. Nosotros permanezcamos tranquilos en Dios alabando, perdonando y bendiciendo.

* Material elaborado en torno a la publicación de Mons. Victor Manuel Fernández “Para liberarte de los miedos”

Por: Padre Javier Soteras | Fuente: http://radiomaria.org.ar


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domingo, 22 de marzo de 2015

PRECIOSAS PALABRAS DEL SANTO PADRE









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sábado, 21 de marzo de 2015

La catequesis tiene que ser un camino hacia la santidad

         Requisitos imprescindibles para poder ser catequista: 

  •      Estar confirmado, asistir a la Santa Misa Dominical, Confesión frecuente, ir a la formación de catequistas y vida de intimidad con Dios y su Sagrada Escritura.

  •                             Nunca debemos olvidar que el/la catequista es una persona vocacionada, es decir, llamada por Dios para una misión concreta y muy importante dentro de la Iglesia, en la que ponemos mucha  carne en el asador. Nadie piense, que ser catequista es un hobbie, una distracción… La vocación es algo muy serio, donde está en juego nuestra felicidad y la de los demás. Y sobre todo el que las almas redescubran a Dios en su corazón.

·         Es muy importante que el/la catequista antes de comenzar la catequesis tenga un ratito de oración, donde en  la presencia de Dios le pida fuerzas al Espíritu Santo para que sea Él el que realmente actúe en nosotros.


·         Cuando se comienza la catequesis todos juntos nos ponemos en la presencia de Dios: En el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Es recomendable que se recuerde que allí donde dos o más se reúnen en nombre de Dios allí está Él en medio de ellos. El tener un Crucifijo, una vela encendida  y la fotografía de Jesucristo y la Virgen María ayuda muchísimo a estar en la presencia de Dios.

·         La catequesis debe estar preparada por el/la catequista con antelación, no llegar a lo que surja. La catequesis hay que trabajarla y prepararla.

·         La catequesis no es solo tener un tema actual que debatir, ni tampoco es un gabinete psicológico de deshago, ni puede ser solo un  rato de juego con los niños. La tarea del/de la catequista es dar a conocer a Jesucristo, a la Iglesia y sus grupos e instituciones, la Sagrada Escritura, los sacramentos, los santos, la piedad… Todo esto si se prepara bien hace que las personas que  reciban la catequesis vayan amando a Dios con más intensidad, reconocen a la Iglesia como una madre…Una catequesis tiene que tener como centro a Jesucristo.

·         En las catequesis las personas deben ir amando cada vez más la Eucaristía, la confesión, la oración, la intimidad con Dios… Pero para poder dar a conocer esto, el/la catequista debe vivirlo. Nadie da de lo que no tiene. Si un/una catequista no tiene su corazón en Dios, en los sacramentos, en la Iglesia ¿Qué le está dando a los demás? Muchas cosas, pero no a Dios.

·         Toda catequesis debe comenzar o terminar en el Sagrario, allí donde está nuestro Señor Jesucristo. La presencia viva de Jesús va transformando a las almas que se acercan a El. Por eso, si pretendemos que Jesucristo sea amado por todos, tenemos que llevarlos a Él. Y allí en el Sagrario rezar alguna oración  vocal, hacer peticiones, hablar con en el Señor, un ratito de silencio..

·         En cada catequesis se debe leer el Evangelio del día correspondiente o el del Domingo siguiente al día de la catequesis. Leerlo con profundidad y extraer una palabra que nos ilumine, que nos de fuerza, que nos recuerde todo el Evangelio. ¿Señor que me pides, que necesitas de mi?

·         El/La catequista tiene que ser con su vida testimonio de Jesucristo, ya que es referente para las personas a las que regala su tiempo para dar a conocer a Jesucristo. La mejor catequesis, nunca lo olvidemos, es nuestra propia vida cuando transparenta a Cristo. Nuestra vida tiene que ser luz y sal para los demás, un nuevo sabor en medio de este mundo.

·         En las catequesis se deben aprender las oraciones que la tradición cristiana nos ha ido transmitiendo: Padre Nuestro, Ave María, Gloria, Yo Confieso, Credo… Así como inculcar una devoción fuerte al Ángel de la Guarda, el Santo Rosario, Via-Crucis… El fervor en el corazón es muy importante para vivir una verdadera vida cristiana.

·         Es muy importante que el/la catequista rece por los componentes de su grupo y sus familiares, para que el Señor los vaya iluminando en la búsqueda de Dios.

·         Siempre, siempre misericordia unos con otros, mucho respeto y dispuestos a acoger  los distintos dones que Dios ha puesto en cada uno. Se trata de aceptar esos dones, valorarlos, acogerlos… Confiar en las personas, porque en cada una hay una pequeña ventana por donde Dios entra y es capaz de transformarlo todo en Verdadero Amor.  
Por: Padre Francisco Javier Domínguez  




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viernes, 20 de marzo de 2015

Los tres momentos del aborto: intelectual, legal, social

La aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en el siglo XX.

El último número de la revista Verbo dedica un interesante cuaderno al tema del aborto. El lector puede encontrar allí una detallada explicación, por parte del colombiano Juan David Gómez, sobre el proceso de introducción del aborto en Estados Unidos a partir de la sentencia Roe vs. Wade, un escrito ya clásico de Juan Vallet de Goytisolo desmontando lo que fue la ley del 85 y un interesante artículo de Ignacio Barreiro titulado “La imposición socio-económica de la ideología contraria a la naturaleza del hombre”, en la que amplía el marco del debate, especialmente en diálogo con Matthew Tan y su texto “Abortion in/as consumer structure”.
Pero me voy a detener brevemente en el artículo del director de Verbo, Miguel Ayuso, titulado “El aborto: algunas premisas ideológicas y políticas”. El texto, enjundioso, como todo lo que escribe Ayuso, tiene la gran virtud de señalar tres momentos que explican cómo se ha llegado a la situación actual: “a través de un proceso intelectual, que se ha apoyado en un proceso legal y se ha convertido en un proceso social”. De este modo se ha producido algo de extrema gravedad, lo que expreso Julián Marías en aquella frase, que Ayuso recoge: “La aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final” (se refería, claro está, al siglo XX).
No voy a resumir el artículo, que está fácilmente accesible en la revista Verbo, pero sí señalaré algunos aspectos que me han llamado la atención:
·         Indica Ayuso, al tratar de las raíces, del proceso intelectual, el nefasto impacto de la ideología de la emancipación y del vitalismo. Curiosa paradoja la de ese vitalismo que está en el origen de la “cultura de la muerte”, que se entiende, no obstante, si caemos en la cuenta de que el vitalismo presenta al sujeto humano “reducido a un haz de latidos momentáneos y contingentes”. Si el sujeto debe hacerse, se construye, y en consecuencia no tiene consistencia ontológica, no es de extrañar que podamos eliminar a ese sujeto que ni ha empezado a autodeterminarse.
·         En cuanto al proceso legal, una apreciación de suma importancia, vital: la distorsión que supone tomar la personalidad civil por la personalidad ontológica. Son dos conceptos diferentes y confundirlos lleva a interpretaciones jurídicas aberrantes.
·         Y ya en el último estadio, el del proceso social, destacar la importancia delmovimiento eugenésico (Margaret Sanger, ahora exaltada por la cultura hegemónica, llegó a afirmar que “lo más misericordioso que una familia humilde puede hacer por uno de sus miembros más pequeños es matarlo”) y luego de la “liberación sexual”. También merece un momento de reflexión la relación entre salarios de subsistencia y bajísima natalidad, siendo el segundo elemento la condición necesaria para el primero. No es de extrañar entonces la promoción de los medios, aborto incluido, para evitar un mayor número de hijos.

Por: Jorge Soley | Fuente: ForumLibertas


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jueves, 19 de marzo de 2015

Un momento de silencio... como San José

Solemnidad de San José. Es en el silencio donde se escucha la voz de Dios pues bien dicen que 


Así como hay dolor y alegría, así como hay inquietud y paz; así el hombre tiene en su vida dos cauces por donde transcurre su existencia: La palabra y el silencio.

La palabra, del latín parábola, es la facultad natural de hablar. Solo el hombre disfruta de la palabra. La palabra expresa las ideas que llevamos en nuestra mente y es el mejor conducto para decir lo que sentimos. Hablar es expresar el pensamiento por medio de palabras. Es algo que hacemos momento tras momento y no nos damos cuenta de que es un constante milagro. Hablar, decir lo que sentimos, comunicar todos nuestros anhelos y esperanzas o poder descargar nuestro corazón atribulado, cuando las penas nos alcanzan, a los que nos escuchan.

Nuestra era es la era de la comunicación y de la información. Pero la palabra tiene también su parte contraria: El silencio.

Nuestro vivir transcurre entre estos cauces: la palabra y el silencio. O hablamos o estamos en silencio.

Cuando hablamos "a voces" la fuerza se nos va por la boca... hablamos y hablamos y muchas veces nos arrepentimos de haber hablado tanto... Sin embargo el hablar es algo muy hermoso que nos hace sentir vivos, animosos y nos gusta que nos escuchen.

El silencio es un tesoro de infinito valor. Cuando estamos en silencio somos más auténticos, somos lo que somos realmente.

El silencio es algo vital en nuestra existencia para encontrarnos con nosotros mismos. Es poder darle forma y respuesta a las preguntas que van amalgamando nuestro vivir. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Y va a ser en ese silencio donde vamos a encontrar las respuestas, no en el bullicio, en el ajetreo, en el nerviosismo, la música ruidosa, en el "acelere" de la vida inquieta y conflictiva porque es en el silencio y por el silencio donde se escucha la voz de Dios pues bien dicen que "Dios habla quedito"

Meditando en estas cosas pienso en José el carpintero de Nazaret. El hombre a quien se le encomendó la protección y el cuidado de los personajes más grandes de la Historia Sagrada y no nos dejó el recuerdo de una sola palabra suya. Nada nos dijo pero con su ejemplo nos lo dijo todo. Más que el más brillante de los discursos fue su testimonio callado y lleno de amor.

San José, el santo que le dicen: "Abogado de la buena muerte". Porque... ¿A quién no le gustaría morir entre los brazos de Jesús y de María como él murió?

José tuvo una entrega total. Una vida consagrada al trabajo, un desvelo, un cuidado amoroso para estos dos seres que estaban bajo su tutela y supo, como cualquier hombre bueno y padre de familia, del sudor en la frente y el cansancio en las largas jornadas en su taller de carpintería y supo del dolor en el exilio de una tierra extranjera y supo en sus noches calladas y de vigilia del orar a Dios mirando el suave dormir de Jesús y de María, pidiendo fuerzas para cuidar y proteger a aquellos amadísimos seres que tan confiadamente se le entregaban. No tuvo que hablar.

No hay palabras que superen ese silencio de amor y cumplimiento del deber. Ahí está todo. Ahí está Dios. En las pequeñas cosas de todos los días, en la humildad del trabajo cotidiano.

El no fue poderoso, él no tuvo un puesto importante en el Sanedrín, él... supo cumplir su misión y su silencio fue su mayor grandeza.

Las almas grandes no lo van gritando por las plazas y caminos, se quedan en silencio para poder hablar con Dios y Dios sonríe cuando las mira.
Por: Ma Esther De Ariño



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miércoles, 18 de marzo de 2015

¿Quién es Cristo para mí?

Miércoles cuarta semana de Cuaresma. La conversión cristiana pasa primero por la experiencia de Cristo. 

La dimensión interior del hombre debe ser buscada insistentemente en nuestra vida. En esta reflexión veremos algunos de los efectos que debe tener esta dimensión interior en nosotros. No olvidemos que todo viene de un esfuerzo de conversión; todo nace de nuestro esfuerzo personal por convertir el alma a Dios, por dirigir la mente y el corazón a nuestro Señor.


¿Qué consecuencias tiene esta conversión en nosotros? En una catequesis el Papa hablaba de tres dimensiones que tiene que tener la conversión: la conversión a la verdad, la conversión a la santidad y la conversión a la reconciliación.



¿Qué significa convertirme a la verdad? Evidentemente que a la primera verdad a la que tengo que convertirme es a la verdad de mí mismo; es decir, ¿quién soy yo?, ¿para qué estoy en este mundo? Pero, al mismo tiempo, la conversión a la verdad es también una apertura a esa verdad que es Dios nuestro Señor, a la verdad de Cristo.



Convertirme a Cristo no es solamente convertirme a una ideología o a una doctrina; la conversión cristiana tiene que pasar primero por la experiencia de Cristo. A veces podemos hacer del cristianismo una teoría más o menos convincente de forma de vida, y entonces se escuchan expresiones como: “el concepto cristiano”, “la doctrina cristiana”, “el programa cristiano”, “la ideología cristiana”, como si eso fuese realmente lo más importante, y como si todo eso no estuviese al servicio de algo mucho más profundo, que es la experiencia que cada hombre y cada mujer tienen que hacer de Cristo.



Lo fundamental del cristianismo es la experiencia que el hombre y la mujer hacen de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Qué experiencia tengo yo de Jesucristo? A lo mejor podría decir que ninguna, y qué tremendo sería que me supiese todo el catecismo pero que no tuviese experiencia de Jesucristo. Estrictamente hablando no existe una ideología cristiana, es como si dijésemos que existe una ideología de cada uno de nosotros. Existe la persona con sus ideas, pero no existe una ideología de una persona. Lo más que se puede hacer de cada uno de nosotros es una experiencia que, evidentemente como personas humanas, conlleva unas exigencias de tipo moral y humano que nacen de la experiencia. Si yo no parto de la reflexión sobre mi experiencia de una persona, es muy difícil que yo sea capaz de aplicar teorías sobre esa persona.



¿Es Cristo para mí una doctrina o es alguien vivo? ¿Es alguien vivo que me exige, o es simplemente una serie de preguntas de catecismo? La importancia que tiene para el hombre y la mujer la persona de Cristo no tiene límites. Cuando uno tuvo una experiencia con una persona, se da cuenta, de que constantemente se abren nuevos campos, nuevos terrenos que antes nadie había pisado, y cuando llega la muerte y dejamos de tener la experiencia cotidiana con esa persona, nos damos cuenta de que su presencia era lo que más llenaba mi vida.



Convertirme a Cristo significa hacer a Cristo alguien presente en mi existencia. Esa experiencia es algo muy importante, y tenemos que preguntarnos: ¿Está Cristo realmente presente en toda mi vida? ¿O Cristo está simplemente en algunas partes de mi vida? Cuando esto sucede, qué importante es que nos demos cuenta de que quizá yo no estoy siendo todo lo cristiano que debería ser. Convertirme a la verdad, convertirme a Cristo significa llevarle y hacerle presente en cada minuto.



Hay una segunda dimensión de esta conversión: la conversión a la santidad. Dice el Papa, “Toda la vida debe estar dedicada al perfeccionamiento espiritual. En Cuaresma, sin embargo, es más notable la exigencia de pasar de una situación de indiferencia y lejanía a una práctica religiosa más convencida; de una situación de mediocridad y tibieza a un fervor más sentido y profundo; de una manifestación tímida de la fe al testimonio abierto y valiente del propio credo.” ¡Qué interesante descripción del Santo Padre! En la primera frase habla a todos los cristianos, no a monjes ni a sacerdotes. ¿Soy realmente una persona que tiende hacia la perfección espiritual? ¿Cuál es mi intención hacia la visión cristiana de la virtud de la humildad, de la caridad, de la sencillez de corazón, o en la lucha contra la pereza y vanidad?



El Papa pinta unos trazos de lo que es un santo, dice: “El santo no es ni el indiferente, ni el lejano, ni el mediocre, ni el tibio, ni el tímido”. Si no eres lejano, mediocre, tímido, tibio, entonces tienes que ser santo. Elige: o eres esos adjetivos, o eres santo. Y no olvidemos que el santo es el hombre completo, la mujer completa; el hombre o la mujer que es convencido, profundo, abierto y valiente.



Evidentemente la dimensión fundamental es poner mi vida delante de Dios para ser convencido delante de Dios, para ser profundo delante de Dios, para ser abierto y valiente delante de Dios.



Podría ser que en mi vida este esfuerzo por la santidad no fuese un esfuerzo real, y esto sucede cuando queremos ser veleidosamente santos. Una persona veleidosa es aquella que tiene un grandísimo defecto de voluntad. El veleidoso es aquella persona que, queriendo el bien y viéndolo, no pone los medios. Veo el bien y me digo: ¡qué hermoso es ser santo!, pero como para ser santo hay que ser convencido, profundo, abierto y valiente, pues nos quedamos con los sueños, y como los sueños..., sueños son.



¿Realmente quiero ser santo, y por eso mi vida cristiana es una vida convencida, y por lo mismo procuro formarme para convencerme en mi formación cristiana a nivel moral, a nivel doctrinal? ¡Cuántas veces nuestra formación cristiana es una formación ciega, no formada, no convencida! ¿Nos damos cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son por ignorancia? ¿Es mi cristianismo profundo, abierto y valiente en el testimonio?



Hay una tercera dimensión de esta conversión: la dimensión de la reconciliación. De aquí brota y se empapa la tercera conversión a la que nos invita la Cuaresma. El Papa dice que todos somos conscientes de la urgencia de esta invitación a considerar los acontecimientos dolorosos que está sufriendo la humanidad: “Reconciliarse con Dios es un compromiso que se impone a todos, porque constituye la condición necesaria para recuperar la serenidad personal, el gozo interior, el entendimiento fraterno con los demás y por consiguiente, la paz en la familia, en la sociedad y en el mundo. Queremos la paz, reconciliémonos con Dios”.



La primera injusticia que se comete no es la injusticia del hombre para con el hombre, sino la injusticia del hombre para con Dios. ¿Cuál es la primera injusticia que aparece en la Biblia? El pecado original. ¿Y del pecado de Adán y Eva qué pecado nace? El segundo pecado, el pecado de Caín contra Abel. Del pecado del hombre contra Dios nace el pecado del hombre contra el hombre. No existe ningún pecado del hombre contra el hombre que no provenga del pecado primero del hombre contra Dios. No hay ningún pecado de un hombre contra otro que no nazca de un corazón del cual Dios ya se ha ido hace tiempo. Si queremos transformar la sociedad, lo primero que tenemos que hacer es reconciliar nuestro corazón con Dios. Si queremos recristianizar al mundo, cambiar a la humanidad, lo primero que tenemos que hacer es transformar y recristianizar nuestro corazón. ¿Mis criterios son del Evangelio? ¿Mis comportamientos son del Evangelio? ¿Mi vida familiar, conyugal, social y apostólica se apega al Evangelio?
Ésta es la verdadera santidad, que sólo la consiguen las personas que realmente han hecho en su existencia la experiencia de Cristo. Personas que buscan y anhelan la experiencia de Cristo, y que no ponen excusas para no hacerla. No es excusa para no hacer la experiencia de Cristo el propio carácter, ni las propias obligaciones, ni la propia salud, porque si en estos aspectos de mi vida no sé hacer la experiencia de Cristo, no estoy siendo cristiano.



Cuaresma es convertirse a la verdad, a la santidad y a la reconciliación. En definitiva, Cuaresma es comprometerse. Convertirse es comprometerse con Cristo con mi santidad, con mi dimensión social de evangelización. ¿Tengo esto? ¿Lo quiero tener? ¿Pongo los medios para tenerlo? Si es así, estoy bien; si no es así, estoy mal. Porque una persona que se llame a sí misma cristiana y que no esté auténticamente comprometida con Cristo en su santidad para evangelizar, no es cristiana.



Reflexionen sobre esto, saquen compromisos y busquen ardientemente esa experiencia, esa santidad y ese compromiso apostólico; nunca digan no a Cristo en su vida, nunca se pongan a sí mismos por encima de lo que Cristo les pide, porque el día en que lo hagan, estarán siendo personas lejanas, indiferentes, tibias, mediocres, tímidas. En definitiva no estarán siendo seres humanos auténticos, porque no estarán siendo cristianos.


Por: P. Cipriano Sánchez LC


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martes, 17 de marzo de 2015

Actualizar la misión de la Iglesia en el mundo del trabajo

Mensaje de los Obispos de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar
En la actualidad se ha desvinculado el trabajo de la dignidad del ser humano, se ha despersonalizado


1.-En el año 2014 se han cumplido veinte desde la aprobación por La LXII Asamblea Plenaria de la CEE del documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Esta efeméride es ocasión de proponer en nuestra Iglesia una renovada reflexión desde la cambiada y cambiante situación del mundo del trabajo y de ofrecer el magisterio de nuestro episcopado, apoyado en el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Queremos ofrecer claves para que los agentes de pastoral obrera en las parroquias y diócesis, los militantes de los movimientos obreros apostólicos enviados a evangelizar el mundo del trabajo, las congregaciones religiosas cuyo carisma las sitúa en la presencia evangelizadora en esa realidad, y con ellos toda la Iglesia, puedan sentirse de nuevo enviados a seguir anunciando con palabras y obras, el Evangelio y la salvación de Nuestro Señor Jesucristo, en la realidad esencial del trabajo humano.

2.-Desde siempre el trabajo humano -así nos lo dice la Palabra de Dios- nos asocia a la obra creadora de Dios, de la que es continuación; por él ganamos el sustento cotidiano para nuestras familias, realizamos la vocación propia de todo ser humano con el aliento del Espíritu Santo, ordenamos nuestra vida al bien común, y respondemos a las exigencias de justicia y caridad que la comunión fraterna pide de todos y cada uno. Por esto el trabajo humano es medio imprescindible de realización personal de la propia vocación, y reconocimiento de la sagrada dignidad de la persona, varón y mujer.


3.-Mediante el trabajo humano construimos también la vida social y política, contribuyendo en nuestro mundo y sus circunstancias históricas concretas, a la realización del Plan de Dios para la humanidad, anticipando en la solidaridad humana y en la justa distribución de los bienes destinados universalmente a todos, la comunión fraterna que nuestro Señor Jesucristo realiza entre nosotros por medio de su Espíritu.


4.-Si falta el trabajo la dignidad humana está herida, nos ha recordado recientemente en diversas ocasiones el papa Francisco.


5.-En algunos lugares hoy el carácter sagrado de la dignidad humana no se tiene en cuenta y queda especialmente dañado por las condiciones de trabajo que imperan, con frecuencia, en nuestro mundo. La realidad del mundo del trabajo es hoy distinta a la de hace veinte años: se ha precarizado aún más, se ha desvinculado el trabajo de la dignidad del ser humano, se ha despersonalizado. Pese a tener trabajo, cada vez más, las condiciones del mismo –especialmente las salariales- impiden que trabajar sea un medio para salir de la pobreza y la exclusión social. El trabajo se ha individualizado de tal modo que ha dejado de ser un elemento de construcción social de lo común; para muchas personas pasa a ser un instrumento de individualización egoísta que nos enfrenta a los hermanos, que fragmenta los vínculos sociales, que no crea comunión entre las personas y pueblos, que impide en muchas ocasiones una vida personal, familiar, y social. De hecho las sucesivas “reformas laborales” buscando la posibilidad de aumentar los puestos de trabajo han favorecido esta tendencia.


6.-El trabajo sigue siendo la clave –quizá la clave esencial, decía San Juan Pablo II, enLaborem Exercens- de la cuestión social, y esto porque en la nueva configuración del trabajo humano se asienta el nacimiento de un nuevo sujeto cuya existencia se orienta a producir y consumir, reduciendo su humanidad, hiriendo su dignidad humana, y configurando así una sociedad deshumanizada. Negar la dignidad humana del trabajador, cosificando el trabajo humano, es negar a Dios mismo, y entorpecer su proyecto de salvación para todos.


7.-La Enseñanza Social de la Iglesia, desde antes incluso de la publicación de Rerum Novarum, ha tenido claro y ha puesto de manifiesto que el trabajo no es solo medio de expresión de la dignidad humana, sino que en su configuración se juega de manera especial la configuración de la sociedad y del mundo, conforme al plan de Dios. Los papas en la Doctrina Social han ido prestando cada vez mayor atención a la deshumanización que se produce en el trabajo humano, y a cómo en lugar de ser principio de vida, pasa a ser demasiadas veces ocasión de dolor, empobrecimiento y muerte.


8.-La Iglesia española ha insistido en estas cuestiones por medio de multitud de cartas pastorales, homilías, y reflexiones de los obispos diocesanos, a lo largo de los años. En 1994, mediante el documento de la LXII Asamblea Plenaria se ofreció a la Iglesia que peregrina en España, una serie de orientaciones –sobre todo de carácter operativo, y propuestas pastorales- que invitaban a acoger la pastoral obrera no solo como la actividad propia de especialistas, de quienes de manera expresa eran enviados a evangelizar esa realidad, sino como eje transversal que pudiera estar presente en las distintas actividades pastorales de la Iglesia que quiere acompañar el sufrimiento de sus hijos, de todo el hombre, y de todos los hombres.


9.-El proceso que culminó en la aprobación de dicho documento de la Asamblea Plenaria partió de un “VER” que desde las diócesis, y con la participación directa de Movimientos Apostólicos, y Congregaciones Religiosas se realizó para identificar y caracterizar aquella realidad humana en la que el amor de Cristo nos urge a encarnarnos. Se nos ofreció entonces a los Obispos un rico conjunto de realidades, análisis, experiencias y reflexiones que nos ayudaron a proponer nuestro magisterio orientando y animando la presencia evangelizadora de la Iglesia en este mundo del trabajo.


10.-Posteriormente, el Manifiesto publicado por el Departamento de Pastoral Obrera, en 2004, con ocasión del X aniversario de la publicación de aquel primero, nos seguía insistiendo en la necesidad de reconocer la existencia del conflicto social. Hoy, veinte años después, es conveniente seguir mirando con detenimiento, y con misericordia entrañable esa realidad, mirar a los hombres y mujeres del trabajo, ver cuáles son sus esperanzas y sus gozos, sus sufrimientos y luchas; una mirada que nos permita actualizar en las nuevas circunstancias una propuesta pastoral para toda la Iglesia.


11.-Queremos invitaros de nuevo a recorrer un camino de mirada y misericordia entrañable, que nos lleve a transitar senderos de justicia, en los que sembrar el Evangelio en la vida de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo. Queremos invitar a nuestras comunidades diocesanas, a las delegaciones y secretariados de pastoral obrera y del trabajo, a los movimientos apostólicos especializados en el mundo obrero, a las parroquias, comunidades, congregaciones religiosas presentes en estos ámbitos de evangelización, a mostrar desde su cercanía encarnada el rostro sufriente de Cristo que nos sigue preguntando ¿Dónde está tu hermano?


12.-Queremos hacer llegar a todos los trabajadores y sus familias nuestra solidaria y fraterna cercanía; de modo especial a quienes son víctimas de accidentes laborales y enfermedades profesionales, a quienes han perdido el trabajo sin esperanza de recuperarlo, a quienes lo tienen que realizar en condiciones precarias o injustas, a quienes se ven atrapados en la espiral de la economía sumergida, informal y sin derechos; a los jóvenes a los que se les niega el trabajo y que les lleva a afrontar con desesperanza un futuro laboral cargado de incertidumbre; a las mujeres que se ven tantas veces discriminadas en el trabajo por su propia condición, a los migrantes forzados a abandonar sus familias y hogares en busca de un trabajo que les permita vivir con dignidad.


13.-El proceso de mirada a la realidad que os invitamos a iniciar es la mejor manera de celebrar este aniversario del documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Desde vuestra experiencia y reflexión podremos proponer mejor nuevas orientaciones que nos ayuden a realizar la misión evangelizadora de la Iglesia en medio del mundo obrero. Al Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS le encomendamos animar y coordinar este proceso a lo largo de este curso, que pueda ofrecernos este necesario punto de partida.


14.-Os animamos a seguir transparentando con vuestra vida el Amor misericordioso de Dios a todos los que sufren, y a seguir ofreciendo la salvación de Jesucristo a todos nuestros hermanos del trabajo.


Por: Comisión Episcopal de Apostolado Seglar | Fuente: www.accioncatolicageneral.es

lunes, 16 de marzo de 2015

La deconstrucción de la familia ahora también se llama copaternidad


Guillermo Pfening, tuvo una bebé pero no con su pareja sino con una amiga. Le llaman copaternidad.

El proceso de deconstrucción de la familia avanza se denomina sociedad desvinculada


Las agencias de noticias dan cuenta que Guillermo Pfening, actor de Dulce amor, Vecinos en guerra y Farsantes, entre otros, acaba de ser padre, pero no de una pareja, esposa o novia. Quien dio a luz a la niña Asia ha sido su mejor amiga, llamada Cynthia Pinasco (ayudante de cámara de la productora Pol-ka). Ambos decidieron formar una familia, pero sin ser pareja. Lo llaman "copaternidad" 
El 30 de diciembre de 2014 nació la pequeña y desde entonces la polémica sobre este tipo de paternidad no para de crecer. 

A través de Twitter, Pfening defendió la decisión tomada con su amiga. "Gracias a todos por las lindas palabras. Yo no expuse mi paternidad en los medios. Ni las fotos ni los comentarios salieron de mí. Igual creo que la mayoría de los medios han tratado el tema con respeto y cariño. Estoy convencido que una decisión que nace del más puro amor y deseo es una buena causa. Creo en el amor en todas sus variadas formas y en que los sueños hay que cumplirlos. Asia te amamos desde siempre", tuiteó. 

Luego, el actor habló largo y tendido en el programa radial Agarrate catalina, de Radio La Once Diez. "Acá no hay legislación, pero esto se empezó a hacer hace 10 años entre todo tipo de parejas. Empezó con mujeres solteras, gays y ahora ya se da entre gente heterosexual", comentó Guillermo, explicando que es padre legítimo de Asia más allá de que la copaternidad no está legislada en Argentina.

Haciendo referencia a su caso, agregó: "La idea es que no hace falta un vínculo sentimental, sí de amor, de compañerismo y responsabilidad, pero que no hace falta un vinculo tan pasional para darle amor a un hijo y para crear un nuevo tipo de familia".

Sobre la repercusión que tomó la noticia en los medios de comunicación y en las redes sociales, se permitió analizar: "Esto amerita una reflexión, porque hay un montón de mujeres que por el reloj biológico… y un montón de hombres que no encuentran a una persona y, de pronto, de esta manera hay un entendimiento (…) A mí me parece una concepción natural. Hay familias bien constituidas y otras que no funcionan (…) Todos como padres nos podemos equivocar, pero me parece que mientras haya amor y responsabilidad, y no estar pensando tanto en el que dirán, lo otro se va acomodando, porque sino el miedo te paraliza". 

Pfening, de 36 años, también tiene una larga carrera en cine. Integró los elenco de las películas XXY, Paco y Wakolda, entre otras. 
El proceso de deconstrucción de la familia avanza rápidamente en lo que Josep Miró denomina “sociedad desvinculada”, que es el postmodernismo que estamos padeciendo. Sexo sin amor, familias sin cónyuges, reproducción desligada de un verdadero acto conyugal…
Por qué es deconstrucción? Porque basta leer la finalidad expresada por los propios progenitores de la criatura para advertir que se proponen deliberadamente “crear” “un nuevo tipo de familia”. Se puede llamar familia al engendro que acabamos de relatar, donde el hijo no es producto del amor humano, conyugal de sus padres sino una especie de generación puntual por encargo?
Claramente, y con todo respeto, afirmamos que no. Alguien dirá pero una pareja real, que se separa luego de tener un niño no es lo mismo que esta denominada “copaternidad”? Y la respuesta es claramente NO. Porque una pareja de convivientes o de esposos, se formó por amor. A consecuencia de ese amor se engendró su hijo y luego sobrevino la ruptura. Pero en el caso que nos ocupa ello claramente no es así porque nunca hubo amor ni convivencia entre los “partners”, que sólo acordaron como “amigos” generar un embarazo sin vínculo afectivo de pareja, simplemente de “amigos” en el mejor de los casos. En algún momento habrán pensado que los niños tienen derecho a nacer fruto del amor de sus padres y no como en un tubo de ensayo? Porque qué diferencia tiene esta procreación de la “in Vitro”? Casi ninguna, solamente que se genera dentro del vientre de la madre por una relación física sexual pero nada más!!! Y que no se nos tilde de retrógrados por poner en primer lugar el interés superior de los niños y niñas como manda sabiamente la Convención de los Derechos del Niño. Claro que toda vida vale, pero es este el modo de procrear humanamente? Qué diferencia tiene con un vientre de alquiler? Sólo que en este caso no se paga arrendamiento. Así va la humanidad. A este tren, que niñez estamos formando?

Por: Carlos Álvarez Cozzi