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Madre Dios...
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Hoy celebramos una fiesta que hace referencia al
título más sorprendente que puede tener una criatura humana: Madre Dios... Lo
cual significa que el Salvador del mundo no sólo nació "en" ella,
sino "de" ella. El Hijo formado de sus entrañas es el mismísimo
Hijo Dios, nacido en la carne.
El Evangelio nos narra los acontecimientos de la Navidad, remarcando la
imposición del nombre, dado por el ángel antes de la Concepción: JESÚS (que
significa YHWH [nombre sagrado e inefable de Dios en el A.T.] salva); nombre
puesto por orden divina... misterioso, cargado de significado salvífico [con
todo y por todo lo que significa el "nombre" para los semitas] (ver
a este respecto lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica al explicar
el II mandamiento...).
La invocación de ese nombre trae la salvación (semejante lo que ocurre en la
1a.lectura con el nombre de YHWH, pronunciado una sola vez al año). Nosotros
tenemos el nombre del Señor sobre nosotros: somos cristianos... ¡No lo
digamos con tanta ligereza!
Así, se abre el año con esa fórmula que pide la bendición y el favor de Dios.
Él nunca se la ha negado la humanidad; pero con Cristo esta Bendición es
irrevocable.
Comienza el año civil; y se lo celebra de diversos modos:
· En estas fiestas, se suele hacer mucho ruido
(bailes, fuegos artificiales, pirotecnia,...) mucho ruido ¿Y "pocas
nueces"...?
· Para muchos, las fiestas están cargadas de
melancolía (paso de los años; "los que ya se han ido"; nostalgias;
recuerdos...). Muchos desean "que las fiestas pasen pronto"...
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Para los pobres (que no son pocos), el dolor de no poder participar de las
alegrías festivas... o de hacerlo con muchas limitaciones.
Pensemos cómo vivimos interiormente las fiestas. Sin interioridad, todo lo
otro es vacío, pura exterioridad e hipocresía: festejamos... nada.
¿Cuál es el motivo para alegramos por las fiestas? El Amor de Dios,
experimentado en estos días como una fuerza que quiere renovarnos
incesantemente. Navidad es el comienzo de una nueva creación (Dios a hecho
con el hombre una Alianza Eterna: Cristo).
Todo comienzo de algo (también el del año civil) debe remitirnos a este
comienzo: al de la Alianza Nueva y Eterna... (la que no pasará jamás, y por
ende radicalmente diversa de lo que no permanece, lo que es pasajero,
transitorio (tiempo; apariencias; exterioridades)... Éste es el fundamento de
nuestra Paz, cuya Jornada mundial cada año celebramos precisamente hoy.
Volvamos a mirar las cosas que nos rodean, pero con esta perspectiva:
pensemos en las cosas que se fueron con el año y los años que pasaron... y
pongámoslas en manos Dios. Pero sepamos que todo lo que hayamos hecho con
amor, y por amor tiene un valor que permanece, y está "eternizado"
en la presencia del Señor.
Todo lo hecho por amor, aunque pequeño, aunque los demás no lo noten, ha sido
tomado en cuenta por Dios, y lo encontraremos renovado en Él.
También las personas que se han ido... Y así, nuestros lazos de amor, lejos
de perderse, serán renovados y glorificados en la Resurrección.
"Nada se pierde, todo se transforma..." también en el orden
espiritual.
Frente al año viejo, y al nuevo, tengamos una mirada de Fe: evaluemos desde
el amor que hemos puesto y hemos de poner para hacer las cosas.
El tiempo pasa, pero el amor permanece; y allí debemos encontrar el motivo de
nuestra alegría: en el amor vivido y en el "por vivir".
"En el atardecer de la vida e juzgará el Amor", nos recuerda San
Juan de la Cruz.
Un nuevo año ha "atardecido"...
Un año más de vida... y un año menos para llegar al cielo.
Un año con sus alegrías... y sus amarguras.
En vista a los acontecimientos de la vida de cada uno de ustedes, quiero hoy
recordarles nuevamente que con todos sus engaños, trampas y sueños rotos,
éste sigue siendo mundo hermoso, que vale la pena vivir como camino al
cielo.
En este valle de lágrimas, la alegría que da el Espíritu Santo es más fuerte
que cualquier pena... Esa alegría profunda, serena, misteriosa, radiante...
(quien la conoce, entiende lo que estoy diciendo... y a quien no la conoce,
le repito con el salmo 33: "prueben y vean qué bueno es el
Señor...").
Pongamos hoy nuevamente nuestra vida en manos de María Santísima. Ella pondrá
el año que termina en manos del Padre Misericordioso, y la en el que comienza
en manos del Hijo Providente... ella que es Soberana de los Ángeles, pero
mucho más aún es nuestra: sangre y dolor de nuestra raza humana.
Amén.
Autor: P Juan Pablo
Esquivel
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
jueves, 1 de enero de 2015
El primer día del año...para María, Madre de Dios
miércoles, 31 de diciembre de 2014
Hoy es Noche Vieja
Se fue un año más.
Al final del año es conveniente hacer un balance de los 365 días, para ver qué
se hizo con ese año de vida. Conviene también saldar todas las deudas que se
tienen con Dios y con los demás.
Quiero asomarme a la ventana de mi casa y mirar hacia atrás, hacia ese largo
camino que he recorrido durante todo el año.
Si algo puedo ver, es que cada día de ese año transcurrido estuvo lleno del
amor de Dios. Estoy en deuda con Él; por eso mi primera palabra al final del
año es: ¡Gracias!.
Pero, al lado de tantas bondades de ese Dios, está la triste historia de la
ingratitud y la mediocridad para con ese gran amigo. Por eso la segunda palabra
tiene que ser: "¡Perdóname todos los errores, todas las mediocridades!.
¡Yo sé que me perdonas!"
Pero hay una tercera palabra que quiero decir: "Te pido un gran año para
hacer con el una gran tarea, ayúdame a que este año que empieza sea mejor, que
valga la pena vivir. Conviértelo en un gran año. Que aquello de "próspero año
nuevo" no se quede en una ironía, sino en una verdad.
También quiero, al final del año, saldar cuentas con mi prójimo, quiero sacar
de mi espíritu, arrancar, tirar todos los rencores, odios, resentimientos hacia
mis hermanos. Quiero terminar el año bien con todos. Quiero poder decir que no
tengo malos sentimientos hacia ningún ser humano.
Es hora de pedir perdón a todos los que en el camino he herido, molestado,
desairado. A los que tenían derecho a esperar una respuesta y no se la di, a
los que necesitaban una palabra de aliento y me quedé con ella. A los que
encontré tirados en el camino de la vida, desesperados, tristes, vacíos de Dios
y de ilusión, y pasé de largo porque tenía mucha prisa. Quiero pedirles perdón.
Deseo dormir en paz la última noche del año y despertar con el alma renovada
para emprender la nueva jornada de este año que comienza.
Es importante recordar que este año será lo que cada uno haga con él. ¿Será el
mejor o será el peor? ¿Será uno de tantos, ni bueno ni malo, sino todo lo contrario?
De cada uno de nosotros depende.
Dios que te da ese año nuevo es el que más ardientemente te dice: ¡FELIZ AÑO!
Al Dios que me dio la vida, ¡gracias!.
Al Dios de mis días felices, ¡gracias!.
Al Amor de mis amores, ¡gracias!.
Puesto que al final de la vida me examinarán del amor, perdóname por no haber
amado lo suficiente, y concédeme morir de amor.
Por: P Mariano de Blas
Aun es tiempo de acercarse al portal..
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Ya, felizmente, festejamos hace unos días, esta fecha venturosa
de Navidad. Todavía es tiempo de acercarse al portal, a visitar al Niño.
Todos guardamos en nuestra alma recuerdos entrañables de las fiestas
navideñas: bellos recuerdos de nuestra infancia, y también de nuestra edad
juvenil y adulta. Y es que, en este día todos nos hacemos un poco como niños.
Y está muy bien que sea así, porque nuestro Señor prometió el Reino de los
cielos a los que son como niños. Más aún, desde que Dios se hizo niño, ya
nadie puede avergonzarse de ser uno de ellos.
¡Tantas cosas podrían decirse en un día como éstos! Pero no voy a escribir un
tratado de teología. Me voy a limitar, amigo lector, a contarte una sencilla
y bella historia. Espero que te guste.
Se cuenta que el año 1994 dos americanos fueron invitados por el Departamento
de Educación de Rusia -curiosamente-, para enseñar moral en algunas escuelas
públicas, basada en principios bíblicos. Debían enseñar en prisiones,
negocios, en el departamento de bomberos y en un gran orfanato. En el
orfanato vivían casi 100 niños y niñas que habían sido abandonados por sus
padres y dejados en manos del Estado. Y fue en este lugar en donde sucedió
este hecho.
Era 25 de diciembre. Los educadores comenzaron a contarles a los niños la
historia de la primera Navidad. Les hablaron acerca de María y de José
llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas y, obligados
por las circunstancias, tuvieron que irse a un establo a las afueras de
Belén. Y fue allí, en una cueva pobre, maloliente y sucia, en donde nació
Dios, el Niño Jesús. Y allí fue recostado en un pesebre.
Mientras los chicos del orfanato escuchaban aquella historia, contenían el
aliento, y no salían de su asombro. Era la primera vez que oían algo
semejante en su vida. Al concluir la narración, los educadores les dieron a
los chicos tres pequeños trozos de cartón para que hicieran un tosco pesebre.
A cada niño se le dio un cuadrito de papel amarillo, cortado de unas servilletas,
para que asemejaran a unas pajas. Luego, unos trocitos de franela para
hacerle la manta al bebé. Y, finalmente, de un fieltro marrón, cortaron la
figura de un bebé.
De pronto, uno de ellos fijó la vista en un niño que, al parecer, ya había
terminado su trabajo. Se llamaba Mishna. Tenía unos ojos muy vivos y estaría
alrededor de los seis años de edad. Cuando el educador miró el pesebre, quedó
sorprendido al ver no un niño dentro de él, sino dos. Maravillado, llamó
enseguida al traductor para que le preguntara por qué había dos bebés en el
pesebre. Mishna cruzó sus brazos y, observando la escena del pesebre, comenzó
a repetir la historia muy seriamente. Por ser el relato de un niño que había
escuchado la historia de Navidad una sola vez, estaba muy bien, hasta que
llegó al punto culminante. Allí Mishna empezó a inventar su propio relato, y
dijo: -"Y cuando María puso al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me
preguntó si yo tenía un lugar para estar. Yo le dije que no tenía mamá ni
papá, y que no tenía ningún lugar adonde ir. Entonces Jesús me dijo que yo
podía estar allí con Él. Le dije que no podía, porque no tenía ningún regalo
para darle. Pero yo quería quedarme con Jesús. Y por eso pensé qué podía
regalarle yo al Niño. Se me ocurrió que tal vez como regalo yo podría darle
un poco de calor. Por eso le pregunté a Jesús: Si te doy calor, ¿ése sería un
buen regalo para ti? Y Jesús me dijo que sí, que ése sería el mejor regalo
que jamás haya recibido. Por eso me metí dentro del pesebre. Y Jesús me miró
y me dijo que podía quedarme allí para siempre".
Cuando el pequeño Misha terminó su relato, sus ojitos brillaban llenos de
lágrimas y empapaban sus mejillas; se tapó la cara, agachó la cabeza sobre la
mesa y sus hombros comenzaron a sacudirse en un llanto profundo. El pequeño
huérfano había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría ni abusaría de
él. ¡Alguien que estaría con él para siempre!
Esta conmovedora historia, ¡tiene tanto que enseñarnos! Este niño había
comprendido que lo esencial de la Navidad no son los regalos materiales, ni
el pavo, ni la champagne, ni las luces y tantas otras cosas buenas y
legítimas. Lo verdaderamente importante es nuestro corazón. Y querer estar
para siempre al lado de Jesús a través de nuestro amor, de nuestra fe, del regalo
de nuestro ser entero a Él.
Dios nace en un establo, no en un palacio. Nace en la pobreza y en la
humildad, no en medio de lujos, de poderes y de riquezas. Sólo así podía
estar a nuestro nivel: al nivel de los pobres, de los débiles y de los
desheredados.
Sólo si nosotros somos pequeños y pobres de espíritu podremos acercarnos a
Él, como lo hicieron los pastores en aquella bendita noche de su nacimiento.
Los soberbios, los prepotentes y los ricos de este mundo, los que creen que
todo lo pueden y que no necesitan de nada ni de nadie -como el rey Herodes,
los sabios doctores de Israel y también los poderosos de nuestro tiempo- tal
vez nunca llegarán a postrarse ante el Niño en el pobre portal de
Belén.
Ojalá nosotros también nos hagamos hoy como niños, como Mishna, como los
pobres pastores del Evangelio, para poder estar siempre con Jesús.
Sólo los humildes pueden ir a Belén y arrodillarse ante la maravilla infinita
y el misterio insondable de un Dios hecho Niño y acostado en un pesebre. Sólo
la contemplación extasiada y llena de fe y de amor es capaz de penetrar -o,
mejor dicho, de vislumbrar un poquito al menos- la grandeza inefable de la
Navidad. ¡El Dios eterno, infinito, omnipotente e inmortal, convertido en un
Niño recién nacido, pequeñito, impotente, humilde, incapaz de valerse por sí
mismo! ¿Por qué? Por amor a ti y a mí.
Para redimirnos del pecado, para salvarnos de la muerte, para liberarnos de
todas las esclavitudes que nos oprimen y afligen.
Si Dios ha hecho tanto por ti, ¿qué serás capaz tú de regalarle al Niño Dios?
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martes, 30 de diciembre de 2014
Se termina el año
Han pasado ya las penas y las alegrías.
De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de
haber agradecido a Dios.
El tiempo pasa volando. Han pasado ya
las penas y las alegrías. De ellas sólo quedan el mérito de haber sufrido con
espíritu sobrenatural, y de haber agradecido a Dios las satisfacciones. El
pasado deja huella en la biografía que Dios tiene de mí.
El día de hoy podríamos considerar tres cosas:
a) El tiempo pasa.
b) La muerte se acerca.
c) La eternidad nos espera.
El tiempo pasa volando. Han pasado ya las penas y las alegrías. De ellas sólo
quedan el mérito de haber sufrido con espíritu sobrenatural, y de haber
agradecido a Dios las satisfacciones. El pasado deja huella en la biografía que
Dios tiene de mí.
La muerte se acerca. Cada día que pasa estoy más cerca de ella. Es necio no
querer pensar esto. Muchos de los que murieron el año pasado se creían que iban
a seguir vivos en éste, pero se equivocaron. Puede que este año sea el último
de nuestra vida. No es probable, pero sí posible. Debo tenerlo en cuenta. En
ese momento trascendental, ¿qué querré haber hecho? ¿Qué NO querré haber hecho?
Conviene hacer ahora lo que entonces me alegraré de haber hecho, y no lo que me
pesará haber hecho.
La eternidad nos espera. Nos preocupamos mucho de lo terrenal que va durar muy
poco. Nos preocupamos de la salud, del dinero, del éxito, de nuestra imagen,
etc. Todo esto es transitorio. Lo único que va a perdurar es lo espiritual. El
cuerpo se lo van a comer los gusanos. Lo único que va a quedar de nosotros es
el alma espiritual e inmortal.
Con la muerte no termina la vida del hombre: se transforma, como dice el
Prefacio de Difuntos. Palabras de Santo Tomás Moro sobre la morada en el cambio
de destino.
Los que niegan la vida eterna es porque no les conviene. Pero negarla no es
destruirla. La verdad es lo que Dios nos ha revelado.
Hoy es el momento de hacer balance. No sólo económico, sino también espiritual
y moral.
Hagamos examen del año que termina.
Sin duda que habrá páginas maravillosas, que besaremos con alegría.
Pero también puede haber páginas negras que desearíamos arrancar. Pero eso ya
no es posible. Lo escrito, escrito está.
Hoy abrimos un libro nuevo que tiene todas las páginas en blanco. ¿Qué vamos a
escribir en él?
Que al finalizar este año que hoy comienza, podamos besar con alegría cada una
de sus páginas.
Que no haya páginas negras que deseemos arrancar.
Puede que en ese libro haya cosas desagradables que no dependen de nosotros.
Lo importante es que todo lo que dependa de nosotros sea bueno.
Pidamos a Dios que dirija nuestra mano para que a fin de año podamos besar con
alegría todo lo que hemos escrito.
También es el momento de examinar todas las ocasiones perdidas de hacer el
bien.
Ocasiones irrecuperables. Pueden venir otras; pero las perdidas, no se
recuperarán.
Finalmente, demos gracias a Dios de todo lo bueno recibido en el año que
termina.
De la paciencia que Dios a tenido con nosotros.
Y de su gran misericordia.
Por: P. Jorge Loring SJ
lunes, 29 de diciembre de 2014
Dos tórtolas ofrecidas en sacrificio
Se ofrecían en forma de sacrificio
cuando se presentaba a Dios al hijo primogénito.
La Redención tiene infinitas facetas para que nuestro corazón, en
meditación, las descubra. Cuando rezamos el cuarto misterio gozoso del Santo
Rosario, por ejemplo, meditamos la Presentación de Jesús en el templo. Y sabemos
que allí recordamos la celebración de un rito que el pueblo judío heredó de las
leyes de Moisés: se presentaba a Dios al hijo primogénito en el Templo, en
forma de sacrificio. Y la costumbre de los humildes era presentar dos tórtolas
como ofrenda. Cuando aquel día José y María ofrecieron a Jesús en el Templo se
vivió un anticipo de lo que ocurriría luego: el Cordero de Dios iba a ser
verdaderamente ofrecido en sacrificio, para la Salvación de toda la humanidad.
Allí el anciano Simeón profetizó a María que su corazón iba a ser traspasado
por una espada, por el destino de Cruz que su Hijo iba a enfrentar.
Aquí se esconde un gran misterio: se ofrecieron entonces dos tórtolas como
símbolo de sacrificio a Dios. Ellas representaban a Jesús y también a María. Se
ofreció en sacrificio al Redentor y a la Corredentora, juntos inseparablemente
en la obra de la Salvación. Dios Padre recibió la ofrenda de Su propio Hijo y
también la de la Criatura más perfecta, verdadera Arca que contuvo y dio su
naturaleza humana al Salvador.
Las dos tórtolas ofrecidas en sacrificio en Jerusalén dos mil años atrás
unieron indisolublemente a Madre e Hijo en la obra de la Salvación, frente a
Dios Padre. Jesús murió física y místicamente por nosotros en la Cruz, pero su
Madre lo siguió en todo momento, de tal modo que también sufrió místicamente la
Pasión de su Hijo amado. Así, el misterio de la Redención va unido al de la
Corredención de María.
El único y verdadero Salvador de la humanidad no quiso en ningún momento tener
a Su Madre lejos de él: espiritualmente ellos siempre estuvieron unidos, como
lo están ahora. Estos tiempos son importantes para recibir de nuestra Madre
Celestial el consuelo y la guía para que lleguemos a su Hijo. Porque como dijo
San Luis Grignion de Montfort: María es el camino más corto y seguro para
llegar a Jesús.
¡Jesús y María, sean la Salvación del alma mía!
Por: Oscar Schmidt | Fuente:
www.reinadelcielo.org
domingo, 28 de diciembre de 2014
De vuelta a la normalidad
La Navidad ha terminado, pero Jesús, que
nace para nuestra salvación…
La Navidad ha terminado, pero Jesús, que nace para nuestra salvación, se
queda con nosotros y nos acompaña a lo largo de todo el año que acaba de
comenzar.
Luego de las fiestas de Navidad debemos regresar al ritmo normal de
nuestras vidas y trabajos de la rutina diaria. Parece que la felicidad ha
terminado junto con la tranquilidad y el reposo de estas fechas. Sin embargo,
emprendemos un nuevo año con la compañía de Jesús que está siempre con nosotros
y nace para nuestra salvación.
La Navidad es para muchos una fiesta que llega y se termina. Sin embargo,
hay que recordar que con la Navidad Jesús comienza a vivir como nosotros la
aventura de la vida humana, y es con Él con quien comenzamos el año.
La fiesta de la Navidad es un principio y no un fin, por tanto, debemos
tomar en cuenta que vamos siempre en compañía de Jesús en el trayecto del año
que comienza.
Unos de los personajes de la Navidad que mejor representan la actitud que
el cristiano debe tener al retomar su vida diaria luego de las fiestas
navideñas es la de los pastores que adoraron al Niño Jesús en el pesebre de
Belén. El Evangelio nos cuenta que los pastores regresaron a sus campos
alabando a Dios y diciendo maravillas sobre el Niño a quienes contaban su
visita al pesebre. (Lc 2, 17,18,20)
El cristiano que vuelve a la normalidad de su vida sabe que Jesús es una
compañía constante a lo largo del año, e igualmente sabe que para hacer
fructífera y plena esa compañía, hace falta trabajar para ser amigos de Jesús
constantemente. Esto se puede lograr a través del estudio de la Sagrada
Escritura, la oración, las obras de caridad, el acercamiento a los sacramentos,
etc.
Por: Gabriel González Nares
sábado, 27 de diciembre de 2014
La coherencia heroica del cristiano
¿Qué hacer, cómo
actuar?
¿Hasta qué punto vale la pena ser fieles
a Cristo cuando luego uno puede quedar abandonado a su suerte, como un soñador
derrotado?
Hay ocasiones en las que ser fiel al
Evangelio implica el riesgo de un fracaso en la familia, en el trabajo, en la
vida social. ¿Qué hacer, entonces?
La pregunta se presenta continuamente en los corazones de muchos católicos. Un
empresario sabe que tiene que pagar buenos salarios, pero que así puede perder
la competividad y llegar a la quiebra. Un esposo o una esposa sabe que no debe
usar anticonceptivos, pero la otra parte le amenaza con la expulsión del hogar
o con el divorcio. Un farmacéutico sabe que no debe vender pastillas que
implican un uso contrario a la moral católica, pero si no las vende quedará
aislado en el mercado y terminará por cerrar la farmacia. Un distribuidor de
libros sabe que no es correcto favorecer la venta de libros contrarios a la
doctrina católica, pero si actúa así se arriesga al fracaso.
Las situaciones son infinitas. En el fondo de las mismas se esconde la pregunta
inicial: ¿qué hacer, cómo actuar? ¿Hasta qué punto vale la pena ser fieles a
Cristo cuando luego uno puede quedar abandonado a su suerte, como un soñador
derrotado?
Plantear así la cuestión implica un error de perspectivas. Porque con este tipo
de preguntas parece que la alternativa está entre ser fieles a Cristo y ser
prácticos y realistas. En otras palabras, Cristo queda puesto como un obstáculo
a la "realización personal", porque uno llega a pensar que lo que
Cristo pide sería "peligroso": seguirle implica dar un salto en el
vacío que puede llevar al fracaso.
En realidad, quien conoce de verdad a Cristo, quien sabe lo que Él ha hecho por
uno mismo y por todos los hombres, quien aprecia el cielo como la meta
auténtica de toda existencia humana, quien siente en su corazón el abrazo de la
misericordia, quien vive a fondo la fe y la esperanza, no puede tener miedo.
Cristo es, para el que cree en serio, lo más importante. Más importante que su
puesto de trabajo, que su vida matrimonial, que sus seguridades humanas, que su
dinero, que su salud.
Es fácil decirlo y parece muy difícil vivir de esta manera. Pero quien ama de
veras, y amamos de veras cuando nos sentimos muy amados por un Dios bueno, es
capaz de eso y de mucho más.
Los mártires son, en ese sentido, un ejemplo luminoso: están dispuestos a
perder la propia vida en manos de perseguidores asesinos antes que renunciar a
Cristo. Han vivido la coherencia heroica del cristiano.
La vida de tantos mártires, hombres y mujeres, sirve de luz para la vida de
todo bautizado. Su testimonio es la consecuencia de quien sabe lo que podemos
leer en uno de los textos más hermosos de quien lo dejó todo por Cristo, Pablo
de Tarso:
"¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación?, ¿la angustia?,
¿la persecución?, ¿el hambre?, ¿la desnudez?, ¿los peligros?, ¿la espada? Como
dice la Escritura: ´Por tu causa somos muertos todo el día; tratados como
ovejas destinadas al matadero´. Pero en todo esto salimos vencedores gracias a
aquel que nos amó. Pues estoy seguro de que ni la muerte ni la vida ni los
ángeles ni los principados ni lo presente ni lo futuro ni las potestades ni la
altura ni la profundidad ni otra criatura alguna podrá separarnos del amor de
Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro" (Rm 8,35-39).
Después de dos mil años, podemos decir, desde una experiencia que salva, que ni
los impuestos, ni las amenazas, ni el paro, ni las ideas dominantes son
suficientes para hacer que nos apartemos de quien nos ha dado su Cuerpo y su
Sangre para salvarnos, de quien nos invitó a ser, para siempre, sus amigos.
Por: P. Fernando Pascual
viernes, 26 de diciembre de 2014
El gran Tren de la Vida
La vida es como un viaje en un tren, con sus estaciones, sus
cambios de vías, y sus accidentes!
Al nacer nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros
padres, y creemos que siempre viajaran a nuestro lado, pero en alguna estación
ellos se bajaran dejándonos en el viaje solo.
De la misma forma se subieron otras personas, que serian significativas: nuestros hermanos, amigos,
hijos y hasta el amor de nuestra vida.
Muchos bajaran y dejaran un vacío permanente… Otros pasan tan
desapercibidos que ni nos damos cuenta que desocuparon sus asientos!! Este
viaje estará lleno de alegrías, tristezas, fantasmas, esperas y despedidas.
El éxito consiste en tener una buena relación con todos los
pasajeros, en dar lo mejor de nosotros.
El gran misterio para todos, es que no sabemos en que estación
nos bajaremos, por eso, debemos vivir de la mejor manera, amar, perdonar,
ofrecer lo mejor de nosotros... Así, cuando llegue el momento de desembarcar y
quede nuestro asiento vacío, dejemos bonitos recuerdos a los que continúan
viajando en el tren de la vida!
Acabamos de pasar la Navidad, todo tan bonito, todos tan
buenos, muchos, muchos regalos, pero hoy volvemos nuevamente al tren de la
vida. Te deseo que el viaje en tu tren, en el que el año que viene, sea mejor cada día, cosechando éxitos y dando mucho Amor
y las mismas alegrías y buenos deseos que teníamos en Navidad, pero siempre
acordándose de Dios. Ah! Os doy las gracias a todos por ser pasajeros de mi
tren. ¡¡Feliz viaje a todos!! Y aun bajándonos en distintas estaciones… un día
volveremos a vernos.
jueves, 25 de diciembre de 2014
SE LO MERECEN TODO.
Cómo la vieja generación ayuda a enseñar
a los nietos la Fe.
"Los abuelos son un tesoro", dijo Francisco en una
homilía durante la Misa el pasado 19 de noviembre.
En la misma homilía, el Santo Padre señaló que "el pase de
edad avanzada en la historia, la doctrina, la fe y los dejan a nosotros como
una herencia." Señaló que "juegan a menudo un papel heroico en la
transmisión de la fe en tiempos de persecución "y cuando los padres
estaban ausentes o confundidos por las ideologías seculares," abuelas
fueron los que entregaron en la fe. "Muchos abuelos han tenido un papel
mucho más directo en las vidas de sus nietos debido a la ruptura de la familia
y la única la paternidad, lo que, por desgracia, son cada vez mayores en la
sociedad moderna.
El Papa celebrará el tesoro de los abuelos en una misa para ellos
en la Plaza de San Pedro el 28 de septiembre, como parte de un día dedicado a
los abuelos y las personas mayores, organizado por el Consejo Pontificio para
la Familia. (Día de los Abuelos se celebra en los Estados
Unidos cada mes de septiembre después del Día del Trabajo.)
La Asociación de Abuelos Católica reconoció las contribuciones de
los abuelos cuando comenzó en Inglaterra en 2002. Su fundación surgido de una
peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Walsingham celebró para honrar
y agradecer a los santos. Joaquín y Ana, padres de María
y abuelos de Jesús, y para honrar a todos los abuelos, dijo el fundador
Catalina Wiley - que con su esposo Stewart levantó su familia a una milla de
este santuario conocido como "Nazaret de Inglaterra."
La peregrinación recibió una bendición papal, también en 2002,
desde el Papa San Juan Pablo II; en consecuencia, se convirtió
en un evento y difusión anual, en 2007, a Irlanda, cuando los Wileys compró
otra casa por Nuestra Señora de Santuario de Knock.
La primera peregrinación de Knock atrajo a 5.000 abuelos, y al año
siguiente, la asistencia se duplicó a 10.000.
"Cada vez más, me di cuenta de la increíble necesidad de
pasar a lo largo de la fe", dijo Wiley, que tiene 10 nietos. Ella escribió al Papa Benedicto XVI, preguntando si iba a escribir
una oración para los abuelos y luego se llevó decenas de oraciones de los niños
por sus abuelos a Consejo Pontificio de la Familia para dar al Santo Padre. Ella se emocionó cuando Benedicto cumplió la petición
"Fue la oración universal, del Papa Benedicto para los
abuelos que realmente decidimos que íbamos a convertirnos en la Asociación de
Abuelos católica", dijo Wiley. "Hasta ese momento,
estábamos a la peregrinación. La oración era el camino a
seguir ".
Con la asociación rápidamente se extiende por Europa y la difusión
en todo el mundo, a petición suya, el Consejo Pontificio para la Familia
tradujo la oración a muchos idiomas diferentes, porque "es la oración
universal de los abuelos en todas partes", dijo Wiley. "La oración ha sido un gran instrumento de
evangelización".
Ahora, la asociación es una asociación privada aprobada por la
Iglesia de los fieles; y, en todo el mundo, muchos
cardenales, arzobispos y obispos han demostrado su apoyo a la asociación.
Michael La Corte, el director estadounidense de asociación de los
abuelos, abuelos reconoció como "los colaboradores preeminentes de los
padres" en la educación de sus nietos. "En
consecuencia", dijo, "la vocación de los abuelos de transmitir la fe
es inculcado por Dios."
En Walsingham, padre marista Phil Greystone acuñó la frase
"la vocación de los abuelos" para Wiley. "La vocación sagrada de los abuelos es transmitir la fe a sus
nietos", explicó.
En Australia, el cardenal George Pell lanzó el capítulo
australiano de la Asociación de Abuelos católicos el 1 de diciembre de 2013, en
la Catedral de Santa María en Sydney. "Para muchos niños
católicos de hoy, los abuelos pueden ser los únicos que practican los miembros
católicos de sus familias", dijo en su homilía que día.
En ese orden de ideas, en la Jornada Mundial de la Juventud en Río
de Janeiro, informó Francisco juventud, "¿Qué tan importantes son los
abuelos de la vida familiar y para la transmisión de la herencia humana y
religiosa que es tan esencial para todos y cada sociedad."
Incluso antes de convertirse en Papa, Francisco habló de su propia
abuela, Rosa. En una entrevista de radio, explicó que ella
le enseñó a orar y "dejó una profunda huella espiritual en mí y me solía
contar historias de los santos."
Wiley describe los abuelos como los centros para el hogar Wiley
alrededor de la misa dominical, la gracia antes de las comidas y oraciones
noche cortos "los evangelizadores naturales en la familia." -
Incluyendo el Padre Nuestro, Ave María, Gloria y Ángel de Dios - con los
nietos.
Wiley sugiere dar una imagen sagrada o algo que es sagrado para
los nietos para ayudarles a crecer en la oración.
Ella ha explicado el Rosario a ellos de una manera que ellos
puedan entender. "Es como álbum de fotos de
la Virgen", dijo. "Ella tiene todas estas
imágenes de la vida de Jesús. Vamos a escoger una de las
imágenes [] misterios ".
"Me conmovió profundamente porque mis nietos estaban rezando
el Rosario, y que quería seguir y decir más", dijo sobre el resultado.
Arena Escudos ve resultados similares con lo que a su nieto a
Rosario de los Niños, un movimiento de oración de grupo para niños, dirigido
por los niños, que se inició en Connecticut y ahora se está extendiendo a nivel
nacional e internacional.
"Mi nieto Kyle llegó a Rosario Infantil no saber cómo rezar
el Rosario y ser tímidos a la hora de participar", dijo. Eso fue hace dos años, cuando tenía 6. Ahora, él se une a los
otros niños de inmediato. También le gusta jugar al tema
Rosario de los Niños en el coche. Noches regulares en casa de la
abuela de Shields significan tiempo leyendo libros acerca de Jesús y de la
Santísima Madre de pasar, también.
"Los abuelos son especialmente preparado para ayudar a
comenzar infantiles Rosario grupos de oración o llevar a sus nietos a grupos ya
existentes", explicó Blythe Kaufman, infantil Rosario fundador. "Estas primeras experiencias de oración crean recuerdos
maravillosos de estos pequeñitos que durarán toda la vida."
Los abuelos pueden ayudar a enseñar a otros niños, también. Nietos Shari París no viven cerca de ella en Pontiac, Ill., Sin
embargo, ella todavía ayudaron a iniciar el primer grupo Rosario infantil en
Illinois, que pronto vieron forman dos grupos más. También ha pedido a los abuelos en su parroquia para llevar a sus
nietos a unirse a estas oraciones.
Alicia Belanger, líder sindical de los abuelos en la Diócesis de
Springfield, Mass., Explicó que cuando ella y su marido, Gary, tome sus dos
nietos, 8 y 11 años, salir a cenar, Gary siempre los lleva en la gracia de orar
.
"Eso es muy de refuerzo para los niños, porque estamos dando
gracias a Dios", dijo Alicia. "Leemos historias de la
Biblia cuando nuestros nietos están aquí. Ellos dicen: 'Abuela, leernos
un cuento, y leernos otro.' Les encanta a todos ".
Entrar en el coche, los Belangers siempre hacen la señal de la Cruz
y pedir a los ángeles para protegerlos.Después de recoger a los niños de la
escuela, llevar a los niños a la adoración eucarística a rezar una oración por
su mamá y su papá. También se tienen los hijos en
una peregrinación a un santuario Santísima Madre en la ciudad y luego tratan
los nietos a los helados.
La Corte señaló que hay muchas oportunidades comunes para los
abuelos y nietos para hablar acerca de la fe: Un viaje al zoológico es una
"magnífica oportunidad para hablar de Noé y su obediencia a Dios."
Independientemente de la forma, la importancia es compartir. Cardenal Pell dijo a los abuelos en diciembre pasado para
compartir con los nietos el amor a Jesús y María y los santos particulares. "Hay que animar a orar a sus ángeles de la guarda y sus
santos patronos, para saber que Jesús es su mejor amigo y Salvador", dijo. "Oremos para que ellos puedan llegar a conocer la belleza y
la alegría de una relación personal con Jesucristo, María y los santos."
Por
JOSEPH Pronechen
miércoles, 24 de diciembre de 2014
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