"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 12 de septiembre de 2017

Jesús se dirige al Padre en la oración.



Catequesis de SS Juan Pablo II. Julio 22 de 1987.

1. Jesucristo es el Hijo íntimamente unido al Padre; el Hijo que “vive totalmente para el Padre” (cf. Jn 6, 57); el Hijo, cuya existencia terrena total se da al Padre sin reservas. A estos temas desarrollados en las últimas catequesis, se une estrechamente el de la oración de Jesús: tema de la catequesis de hoy. Es, pues, en la oración donde encuentra su particular expresión el hecho de que el Hijo esté íntimamente unido al Padre, esté dedicado a Él, se dirija a Él con toda su existencia humana. Esto significa que el tema de la oración de Jesús ya está contenido implícitamente en los temas precedentes, de modo que podemos decir perfectamente que Jesús de Nazaret “oraba en todo tiempo sin desfallecer” (cf. Lc 18, 1 ). La oración era la vida de su alma, y toda su vida era oración. La historia de la humanidad no conoce ningún otro personaje que con esa plenitud -de ese modo- se relacionara con Dios en la oración como Jesús de Nazaret, Hijo del hombre, y al mismo tiempo Hijo de Dios, “de la misma naturaleza que el Padre”.

2. Sin embargo, hay pasajes en los Evangelios que ponen de relieve la oración de Jesús, declarando explícitamente que “Jesús rezaba”. Esto sucede en diversos momentos del día y de la noche y en varias circunstancias. He aquí algunas: “A la mañana, mucho antes de amanecer, se levantó, salió y se fue aun lugar desierto, y allí oraba” (Mc 1, 35). No sólo lo hacía al comenzar el día (la “oración de la mañana”), sino también durante el día y por la tarde, y especialmente de noche. En efecto, leemos: “Concurrían numerosas muchedumbres para oírle y ser curados de sus enfermedades, pero Él se retiraba a lugares solitarios y se daba a la oración” (Lc 5, 15-16). Y en otra ocasión: “Una vez que despidió a la muchedumbre, subió a un monte apartado para orar, y llegada la noche, estaba allí solo” (Mt 14, 23).

3. Los evangelistas subrayan el hecho de que la oración acompañe los acontecimientos de particular importancia en la vida de Cristo: “Aconteció, pues, que, bautizado Jesús y orando, se abrió el cielo...” (Lc 3, 21), y continúa la descripción de la teofanía que tuvo lugar durante el bautismo de Jesús en el Jordán. De forma análoga, la oración hizo de introducción en la teofanía del monte de la transfiguración: “...tomando a Pedro, a Juan y a Santiago, subió a un monte para orar. Mientras oraba, el aspecto de su rostro se transformó...” (Lc 9, 28-29).

4. La oración también constituía la preparación para decisiones importantes y para momentos de gran relevancia de cara a la misión mesiánica de Cristo. Así, en el momento de comenzar su ministerio público, se retira al desierto a ayunar y rezar (cf. Mt 4, 1-11 y paral.); y también, antes de la elección de los Apóstoles, “Jesús salió hacia la montaña para orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sí a los discípulos y escogió a doce de ellos, a quienes dio el nombre de apóstoles” (Lc 6, 12)13). Así también, antes de la confesión de Pedro, cerca de Cesarea de Filipo: “...aconteció que orando Jesús a solas, estaban con Él los discípulos, a los cuales preguntó: ¿Quién dicen las muchedumbres que soy yo? Respondiendo ellos, le dijeron: ´Juan Bautista; otros Elías; otros, que uno de los antiguos Profetas ha resucitado´. Díjoles Él: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Respondiendo Pedro, dijo: “El Ungido de Dios” (Lc 9, 18-20).

5. Profundamente conmovedora es la oración de antes de la resurrección de Lázaro: “Y Jesús, alzando los ojos al cielo, dijo: !Padre: te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que siempre me escuchas, pero por la muchedumbre que me rodea lo digo, para que crean que tú me has enviados!” (Jn 11, 41-42).

6. La oración en la última Cena (la llamada oración sacerdotal), habría que citarla toda entera. Intentaremos al menos tomar en consideración los pasajes que no hemos citado en las anteriores catequesis. Son éstos: “...Levantando sus ojos al cielo, añadió (Jesús): ´Padre, llegó la hora; glorifica a tu Hijo para que tu hijo te glorifique, según el poder que le diste sobre toda carne, para que a todos los que tú le diste les dé Él la vida eterna´" (Jn 17, 1-2). Jesús reza por la finalidad esencial de su misión: la gloria de Dios y la salvación de los hombres. Y añade: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios Verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado sobre la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, tú, Padre glorifícame cerca de ti mismo con la gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo existiese” (Jn 17, 3-5).

7. Continuando la oración, el Hijo casi rinde cuentas al Padre por su misión en la tierra: “He manifestado tu nombre a los hombres que de este mundo me has dado. Tuyos eran, y tú me los diste, y han guardado tu palabra. Ahora saben que todo cuanto me diste viene de ti” (Jn 17, 6-7) Después añade: “Yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, porque son tuyos...” (Jn 17, 9). Ellos son los que “acogieron” la palabra de Cristo, los que “creyeron” que el Padre lo envió. Jesús ruega sobre todo por ellos, porque “ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti” (Jn 17, 11). Ruega para que “sean uno”, para que “no perezca ninguno de ellos” (y aquí el Maestro recuerda “al hijo de la perdición”), para que “tengan mi gozo cumplido en sí mismos” (Jn 17, 13): En la perspectiva de su partida, mientras los discípulos han de permanecer en el mundo y estarán expuestos al odio porque “ellos no son del mundo”, igual que su Maestro, Jesús ruega: “No pido que los saques del mundo, sino que los libres del mal” (Jn 17, 15).

8. También en la oración del cenáculo. Jesús pide por sus discípulos: “Santifícalos en la verdad, pues tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los envié al mundo, y yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17, 17-19). A continuación Jesús abraza con la misma oración a las futuras generaciones de sus discípulos. Sobre todo ruega por la unidad, para que “conozca el mundo que tú me enviaste y amaste a éstos como tú me amaste a mí” (Jn 17, 25). Al final de su invocación, Jesús vuelve a los pensamientos principales dichos antes, poniendo todavía más de relieve su importancia. En ese contexto pide por todos los que el Padre le “ha dado” para que “estén ellos también conmigo, para que vean mi gloria, que tú me has dado; porque me amaste antes de la creación del mundo” (Jn 17, 24).

9. Verdaderamente la “oración sacerdotal” de Jesús es la síntesis de esa autorrevelación de Dios en el Hijo, que se encuentra en el centro de los Evangelios. El Hijo haba al Padre en el nombre de esa unidad que forma con Él (“Tú, Padre, estás en mí y yo en ti” Jn 17, 21). Y al mismo tiempo ruega para que se propaguen entre los hombres los frutos de la misión salvífica por la que vino al mundo. De este modo revela el mysterium Ecclesiae, que nace de su misión salvífica, y reza por su futuro desarrollo en medio del “mundo”. Abre la perspectiva de la gloria, a la que están llamados con Él todos los que “acogen” su palabra.

10. Si en la oración de la última Cena se oye a Jesús hablar al Padre como Hijo suyo “consubstancial”, en la oración del Huerto, que viene a continuación, resalta sobre todo su verdad de Hijo del Hombre. “Triste está mi alma hasta la muerte. Permaneced aquí y velad” (Mc 14, 34), dice a sus amigos al llegar al huerto de los olivos. Una vez solo, se postra en tierra y las palabras de su oración manifiestan la profundidad del sufrimiento. Pues dice: “Abbá, Padre, todo te es posible; aleja de mí este cáliz, mas no se haga lo que yo quiero sino lo que tú quieres” (Mt 14, 36).

11. Parece que se refieren a esta oración de Getsemaní las palabras de la Carta a los Hebreos. “Él ofreció en los días de su vida mortal oraciones y súplicas con poderosos clamores y lágrimas al que era poderoso para salvarle de la muerte”. Y aquí el Autor de la Carta añade que “fue escuchado por su reverencial temor” (Heb 5, 7). Sí. También la oración de Getsemaní fue escuchada, porque también en ella -con toda la verdad de su actitud humana de cara al sufrimiento- se hace sentir sobre todo la unión de Jesús con el Padre en la voluntad de redimir al mundo, que constituye el origen de su misión salvífica.

12. Ciertamente Jesús oraba en las distintas circunstancias que surgían de la tradición y de la ley religiosa y de Israel, como cuando, al tener doce años, subió con los padres al templo de Jerusalén (cf. Lc 2, 41 ss.), o cuando, como refieren los evangelistas, entraba “los sábados en la sinagoga, según la costumbre” (cf. Lc 4, 16). Sin embargo, merece una atención especial lo que dicen los Evangelios de la oración personal de Cristo. La Iglesia nunca lo ha olvidado y vuelve a encontrar en el diálogo personal de Cristo con Dios la fuente, la inspiración, la fuerza de su misma oración. En Jesús orante, pues, se expresa del modo más personal el misterio del Hijo, que “vive totalmente para el Padre”, en íntima unión con Él.

Por: San Juan Pablo II | Fuente: Catequesis de SS Juan Pablo II.




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lunes, 11 de septiembre de 2017

El tiempo actual necesita católicos heroicos



El tiempo presente necesita, pues, católicos con la mirada fija en el ideal de las virtudes cristianas

Hay quien piensa que la religión católica consiste en un sentimentalismo vago e inconsistente. Sin embargo, los numerosos ejemplos heroicos de los católicos martirizados en el Medio Oriente, constituyen un desmentido categórico de esta mentalidad.
De hecho, nuestra fe nos llama a ser coherentes con nuestros principios cristianos, a vivirlos sinceramente y a luchar en su defensa. Especialmente en un tiempo en que están siendo erradicados sistemáticamente de la sociedad contemporánea. A menudo se olvida que formamos parte de la Iglesia Militante.
Es a lo que nos exhorta Pío XII en los siguientes discursos.
“El tiempo presente necesita, pues, católicos… con la mirada fija en el ideal de las virtudes cristianas, de la pureza, de la santidad, conscientes de los sacrificios que requieren, tiendan a ese ideal con toda su fuerza en la vida cotidiana, siempre recta, siempre correcta, sin que las tentaciones y seducciones puedan doblegarlos.
“Este es, queridos hijos e hijas, un heroísmo, a menudo oscuro, pero no menos precioso y admirable que el martirio cruento.
El tiempo presente exige católicos sin temor, para los cuales sea totalmente natural confesar abiertamente su fe, con palabras y hechos, siempre que la ley de Dios y el sentimiento del honor cristiano lo reclamen. ¡Hombres verdaderos, íntegros, firmes e intrépidos! Aquellos que no son tales que a la mitad, el mundo mismo hoy los descarta, los rechaza y los pisotea”.
El Papa se dirige de modo más explícito a la juventud católica alemana:
La separación entre la religión y la vida ?como si Dios no existiera en absoluto para la realidad del ser, para la profesión, para la economía, para las instituciones públicas?, esta separación es uno de los signos de la decadencia de la cultura cristiana; esa es la causa, como efecto de la laicización.
Dirigiéndose al episcopado francés, el mismo Papa Pío XII demandaba la aparición de:
“Un gran número de personas, firmes en los principios, exactamente instruidos en la doctrina de la Iglesia, dedicados a hacer penetrar en los aspectos sociales, económicos y jurídicos el verdadero espíritu cristiano, para asegurar, a través de su acción cívica y política, la salvaguardia de los intereses religiosos”.
Por: Redacción | Fuente: accionfamilia.org




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domingo, 10 de septiembre de 2017

El dominio de la "pantalla" en niños y preadolescentes



¿Tenemos en casa niñera electrónica?

Hemos tenido oportunidad, de preguntarnos si somos adictos digitales, así como confirmar cómo este fenómeno nos "roba" el espacio que tenemos reservado para los nuestros y para Dios. Queremos considerar ahora el crecimiento de acceso, uso y abuso de los aparatos digitales por parte de niños y preadolescentes.
Según numerosos pediatras, psicólogos y educadores, el fenómeno del "dominio de la pantalla", perjudica el normal desarrollo emocional e intelectual de un niño pues, dejan de interactuar con el mundo que los rodea, aislándolos en el mundo digital.
Pero ocurre que, al lado de los niños, encontramos a padres pegados continuamente a los aparatos digitales. Eso los imposibilita, en cierta forma, para establecer normas, pues no son ejemplo vivo de lo que no se debe de hacer. Consideran más cómodo, menos trabajoso, da más libertad, ponerle un aparatito en sus manos, en vez de compartir, estar con él, escucharle.
La Dra. Steiner-Adair, autora del singular libro "La gran desconexión: protección de la infancia y relaciones familiares en la era digital", resalta dos importantes momentos en el relacionarse con el niño o el preadolescente: la ida al colegio, y más aún la vuelta del mismo; pues aquí tienen para contarle sus andanzas, sus preocupaciones, sus alegrías.
Los padres quedan preocupados, no saben cómo maniobrar esta difícil situación. Hay ventajas y desventajas. Ventajas, dicen algunos, son el comunicarnos con nuestros hijos, que los juegos desarrollan el pensamiento, que en la pre-adolescencia intercambian con amigos aumentando su relacionamiento social.


Pero, el Lic. Ignacio Gath, psicólogo del Instituto de Neurología Cognitiva de Buenos Aires, objeta que el preadolescente quedará expuesto a sitios web inadecuados, que se corre el riesgo de que accedan a él personas desconocidas exponiéndolos a situaciones de vulnerabilidad. El debate es amplio...
Piden los niños celulares a edades cada vez más tempranas, ¿por qué no...si todos lo tienen?, dicen ellos. Pero, se pregunta uno: ¿cuáles son los beneficios para su bienestar, tanto emocional como social?
La psicóloga mexicana Tania Castro llama de "huérfanos digitales" a los "niños cuyos padres les permiten sumergirse en la tecnología sin restricción alguna, con el objetivo de mantenerlos tranquilos y sin protestar". ¿Cuál es el riesgo?, se pregunta esta psicóloga. Es que, con el uso excesivo de estos dispositivos electrónicos los transforma en una "niñera electrónica". La televisión, en su puesto de relevancia, va siendo desplazada gradualmente por las tabletas, los celulares (con sus juegos y redes sociales), dando lugar a que "se pierda el vínculo comunicativo entre padres e hijos" (ACI, 14 de mayo 2017).
Encuestas en variados países muestran que los niños pasan entre 5 a 6 horas y media por día frente a la pantalla, sea TV, celular o Tablet. Singular queja, en Reino Unido, de los niños: el 27 % dice que sus padres tienen normas dobles sobre la tecnología...Diríamos nosotros: son "adictos digitales" y quieren impedir que sus hijos lo sean; el mal ejemplo los traiciona. Hay enfrentamiento en las respuestas: 60% de los padres creen que su hijo pasa demasiado tiempo en el dispositivo móvil en casa, pero el 21 % de los niños sienten que sus padres no los escuchan porque están en mensajes, llamadas o textos en sus móviles. Espántense: en Reino Unido, el 39 % de los niños se comunican por texto, correo o redes sociales con sus padres, ¡estando en la misma casa!
Este fenómeno de "encajar el chupete (pepe)", de la "niñera electrónica", de la "paternidad distraída", de los "huérfanos digitales", nos lleva a la consecuente preocupación frente la excesiva presencia de la pantalla en los niños y preadolescentes.
Las asociaciones de pediatría alertan sobre el uso, sobre todo en los bebés, ya que puede ocasionar problemas de aprendizaje y de psicomotricidad. Esto, muchos padres no lo saben. A veces puede producir trastornos en el habla (o específicos del lenguaje), en niños de 4 o 5 años, que vivieron acompañados de ellos durante toda la infancia. "Porque la imagen no tiene una palabra que acompañe el proceso de aprendizaje, es tanta la velocidad que no aparece el procesamiento adecuado. Los niños prefieren ver e interactuar con el mundo digital en vez de crear escenarios en el mundo real. La reducción de la manipulación de objetos afecta la motricidad" (Clarín de Buenos Aires, 1-3-2017).
Ocurren aún repercusiones en el comportamiento, la salud, el estudio: el excesivo uso en preadolescentes produce insomnio y falta de descanso que derivan en dificultades atencionales, bajando el rendimiento escolar; la disminución de actividad física y de exposición al sol da trastornos del peso; el intercambio online dificulta la adquisición de habilidades comunicacionales y sociales (un conflicto online se soluciona con un clic, borrando el contacto o bloqueándolo).
Clara explicación hace la psicóloga argentina Ileana Fischer, que coordina equipos en el Centro Rascovsky. Recomienda - entre otras cosas - no darles celular a niños menores de 2 años. Es lo que vemos, niños que aún no hablan, con los teléfonos celulares o las tabletas de sus padres, impidiendo eso que exploren el mundo de su entorno y relacionarse con quienes los rodean.
Confirmando esta recomendación, la Academia Estadounidense de Pediatría, basada en un estudio del 2010 de la Kaiser Family Foundation, declara: "el cerebro de un niño se desarrolla rápidamente durante estos primeros años y los niños pequeños aprenden mejor si interactúan con personas, que con pantallas". Distraerlos con pantallas no es la solución, hay que enseñarles a que se apacigüen o entretengan por sí mismos.
Más radicales en sus propuestas están la Academia Americana de Pediatría y la Sociedad Canadiense de Pediatría: los niños no deben usar aparatos electrónicos portátiles antes de los 12 años. ¡Sorprendente afirmación! ¿Y por qué propondrán esto? Veamos las observaciones de Cris Rowan, terapeuta pediátrica y experta en desarrollo infantil, autora del libro "Infancia virtual", entra en polémica proponiendo prohibir el uso a los niños menores de esa edad. Numerosas razones pone en el tablero de discusión, veamos apenas algunas: 1) la exposición excesiva a las tecnologías, se ha demostrado que se asocia con déficit de atención, retrasos cognitivos, problemas de aprendizaje, impulsividad y disminución del autorregularse, por ejemplo, rabietas. 2) Poco movimiento, retraso en el desarrollo. El movimiento, mejora la atención y la capacidad de aprendizaje. 3) Aumento de la obesidad. 4) De 9 y 10 años, privados de sueño, calificaciones afectadas negativamente. 5) Uso abusivo, factor causal en el aumento de la depresión infantil, ansiedad, trastornos de vinculación, déficit de atención, comportamiento del niño problemático. 6) Contenidos violentos pueden causar agresión infantil. 7) Y cuando son de alta velocidad contribuyen al déficit de atención, disminución de la concentración y de la memoria. Quien no puede mantener la atención no puede aprender.
Dejamos en sus manos estas variadas informaciones para un mejor accionar en esta delicada problemática familiar. Que Dios y la Virgen los ayuden.
Por: P. Fernando Gioia, EP | Fuente: es.gaudiumpress.org




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sábado, 9 de septiembre de 2017

El peligro del formalismo y legalismo



Jesús nos manifestó, por su actitud, la libertad cristiana frente a la letra de la ley.

Por: P. Nicolás Schwizer | Fuente: Homilías del P. Nicolás Schwizer

Reflexión
1. En el Evangelio, Jesús se enfrenta de nuevo con los fariseos. Para gran escándalo de ellos, Él se presenta como dueño del sábado. Así nos manifiesta que lo importante no es la ley, sino el espíritu de la ley; que lo decisivo no es el cumplimiento al pie de la letra, sino el amor al Legislador.

2. En el Antiguo Testamento vemos los preceptos de la ley respecto al sábado. De ahí se llegó a un minucioso catálogo de acciones lícitas y prohibidas para este día sagrado. Arrancar espigas, lo que hicieron los apóstoles caía bajo la prohibición de cosechar en sábado. Curar una mano paralizada era practicar la medicina en sábado, cosa igualmente prohibida.

Los fariseos habían inventado un código de prácticas y prohibiciones tan ingenioso que bastaba con respetarlo para estar en regla con Dios. No interesaba ya que el corazón estuviera endurecido, ni la fe apagada: lo único importante eran los gestos y ritos. Entendemos bien que así la fidelidad a la letra hizo olvidar el espíritu de la ley.

3. Jesús, en cambio, nos manifestó, por su actitud, la libertad cristiana frente a la letra de la ley. Él nos descubre, más allá de ello, la intención de Dios en la institución del sábado. “El sábado ha sido hecho para el hombre y no el hombre para el sábado”.

El día del descanso libera al hombre de su carga diaria. Es un regalo de Dios para alegría del hombre. Y, además, debe hacerlo libre para Dios. Pero ser libre para Dios significa mucho más que el observar preceptos y ritos.

No está libre para Dios quien por tantos ritos no ve ya al hombre, su hermano. Por eso, hacer el bien - como lo hizo Jesús en el Evangelio de hoy - no rompe el descanso del sábado. El amor el prójimo no admite descanso.

4. Ahora la pregunta es: ¿Qué quiere decirnos Cristo a nosotros por medio de este Evangelio de hoy?

Me parece que Él quiere nuestra atención sobre un peligro inherente del cristianismo: el peligro del formalismo y del legalismo. Es el peligro de toda religión: realizar fiestas y ritos, pero sin cambiar en nada la vida de cada día, sin cambiar en nada la actitud frente a Dios y a los demás.

5. Así es como el cristianismo muere. El mayor enemigo de la Iglesia no es el odio, ni la persecución. Al contrario, estas adversidades son un estímulo y una ocasión para renovarnos. Tampoco lo es el pecado, porque todo pecado puede convertirse en una falta bendita, gracias al arrepentimiento y el perdón.

El mayor enemigo del cristianismo es la rutina. Ella se insinúa sin que nos demos cuenta. Es ella la que reseca el corazón y corrompe los mejores anhelos. La rutina nos hace rezar sin respeto, nos hace asistir a misa sin gozo, sin acción de gracias y sin provecho. Nos hace venir a la Iglesia con el corazón cerrado y nos obliga a marcharnos tal como hemos llegado.

6. Sin embargo, creemos que estamos asegurando nuestra salvación yendo a misa todos los domingos. Pero de nada nos servirá el haber asistido a misa, si al salir no ha cambiado nada en nuestro corazón, en nuestra conducta, en nuestras costumbres.

¿Para qué comulgar con el Cuerpo de Cristo y encontrarse en Él con todos sus miembros, nuestros hermanos, si al salir quedamos guardando rencor contra uno de ellos, si no nos amamos un poco más que antes, si no nos sentimos más cerca unos de otros?

¡Qué así sea!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.

Padre Nicolás Schwizer
Instituto de los Padres de Schoenstatt





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