"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

viernes, 21 de octubre de 2016

¿Se puede "superar" el pasado?



Con pena veo en mi pasado una nube inmensa de pecados y de faltas, de egoísmos y de miserias, de cobardías y de perezas.

Cada decisión, cada acto, queda escrito de modo indeleble en el camino de la propia vida y de la vida de quienes están cerca o lejos, en la marcha imparable de la historia humana.

A veces quisiéramos cancelar hechos o palabras pronunciadas en el pasado. Pero lo hecho, hecho está. Queda fijo, inmutable. Pesa sobre el presente y sobre el futuro de modos más o menos intensos, incluso dramáticos.

Frente al pasado, frente a los errores cometidos, ¿existe alguna terapia? ¿Es posible superar esos hechos terribles, esos pecados, que hieren el Corazón de Dios, que dañan a los hermanos, que nos carcomen internamente?

En un escrito autógrafo, titulado “Meditación ante la muerte”, el Papa Pablo VI miraba hacia el pasado con pesar, al ver aquellas acciones “defectuosas, imperfectas, equivocadas, tontas, ridículas” que constituían parte de su existencia.

Si eso escribe un Papa, ¿qué podré decir yo? Con pena veo en mi pasado una nube inmensa de pecados y de faltas, de egoísmos y de miserias, de cobardías y de perezas.

Pero sabemos que el pasado, aunque insuprimible, puede ser “superado” desde la potente misericordia de un Dios que busca salvar a cada uno de sus hijos. Para ello, sólo necesito abrirme a la gracia, acudir al Médico para suplicar la salvación.

La experiencia del perdón, el don de la misericordia en el sacramento de la confesión, se convierte en motivo para renovar la esperanza, para levantarme del polvo, para ponerme bajo una mirada que no condena, sino que rescata.

“Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más” (Jn 8,11). Las palabras de Cristo a la mujer sorprendida en adultero también valen para mi vida.

Es entonces cuando puedo repetir aquellas otras palabras de Pablo VI en el texto antes citado: “Y luego, finalmente, un acto de buena voluntad: no mirar más hacia atrás, sino cumplir con gusto, sencillamente, humildemente, con fortaleza, como voluntad tuya, el deber que deriva de las circunstancias en que me encuentro. Hacer pronto. Hacer todo. Hacer bien. Hacer gozosamente: lo que ahora Tú quieres de mí, aun cuando supere inmensamente mis fuerzas y me exija la vida. Finalmente, en esta última hora.”
Por: P. Fernando Pascual LC

jueves, 20 de octubre de 2016

La Eucaristía, signo de unidad de la Iglesia



El pan que partimos, ¿no es acaso comunión con el Cuerpo de Cristo?

La Eucaristía es signo de la unidad de la Iglesia. Es signo por varias cosas:

* Participamos de una mesa. Si participamos, si comemos de una mesa se da por razón de la mesa, una unidad simbólica entre todos los comensales.

* Además, la comida es el pan formado por muchos granos y sin embargo es uno, simboliza la unidad de la Iglesia; muchos miembros, pero una sola Iglesia. El vino formado por muchos racimos, sin embargo, es un solo vino; simboliza la unidad de la Iglesia formada por muchos y sin embargo, es una sola.

* Y aún la misma asamblea -sobre todo cuando esa asamblea toma el signo en plenitud, que es cuando está presidida por el Obispo-, esa asamblea es signo de la unidad de la Iglesia porque está el Obispo, están los sacerdotes, están los diáconos, están los distintos ministros, cada uno desempeñando distintas funciones, con distintos poderes y sin embargo no son distintas cosas, sino son "una sola cosa" en el Señor. Entonces la Eucaristía es signo de la Unidad de la Iglesia.

A lo que quiero referirme brevemente ahora, es a la Eucaristía no solamente como signo, sino a la Eucaristía como "causa" de la unidad de la Iglesia, es decir, que es la Eucaristía la que crea la unidad, la produce, la realiza.

¿Por qué "causa"? Porque si el sacramento de la Eucaristía, como hemos visto, significa la unidad, siendo sacramento, que es signo eficaz, produce lo que significa.

No hay ninguna duda de que la Eucaristía significa la unidad. ¿Es sacramento? Entonces produce la unidad, porque el sacramento es signo sensible y eficaz de la gracia invisible. Significa unidad, causa unidad.

Por eso el texto de San Pablo en la Primera a los Corintios: "un cuerpo somos los que somos muchos, puesto que de un pan participamos".

¿En qué radica la eficacia unitiva del Pan Eucarístico? Lo expresa el Apóstol versículos antes: "el pan que partimos, ¿no es acaso comunión con el Cuerpo de Cristo?".

La Comunión con Cristo crea la comunión de todos entre sí. Pongamos como ejemplo alguna breve aplicación: en estos momentos Juan Esteban mientras realiza su tratamiento en Mendoza está más unido a nosotros y nosotros a Juan Esteban por unirnos más a Cristo, la Cabeza. Nosotros al recibir a Jesús, la Cabeza, al unirnos más con la cabeza, nos unimos más con los miembros del cuerpo. Y lo mismo podemos decir de los Padres que están en China, que están en Rusia, o que están en Egipto o en donde sea. No solamente los padres que nosotros conocemos, sino otros misioneros, otros sacerdotes, que están pasando por momentos de dificultad, algunos a lo mejor al punto de tener que sufrir el martirio
Por: P. Carlos M. Buela

miércoles, 19 de octubre de 2016

¡No dejes de ir a misa!



La oración
Una Misa oída mientras vivas te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de la muerte.

A la hora de tu muerte, tu mayor consuelo serán las Misas que durante tu vida oíste.

Cada Misa que oíste te acompañará en el tribunal divino y abogará para que alcances perdón.

Con cada Misa puedes disminuir el castigo temporal que debes por tus pecados, en proporción con el fervor con que la oigas.

Con la asistencia devota a la Santa Misa, rindes el mayor homenaje a la Humanidad Santísima de Nuestro Señor.

La Santa Misa bien oída suple tus muchas negligencias y omisiones.

Por la Santa Misa bien oída se te perdonan todos los pecados veniales que estás resuelto a evitar, y muchos otros de que ni siquiera te acuerdas.

Por ella pierde también el demonio dominio sobre ti.

Ofreces el mayor consuelo a las benditas ánimas del Purgatorio.

Consigues bendiciones en tus negocios y asuntos temporales.

Una Misa oída mientras vivas te aprovechará mucho más que muchas que ofrezcan por ti después de la muerte.

Te libras de muchos peligros y desgracias en los cuales quizás caerías sino fuera por la Santa Misa.

Acuérdate también de que con ella acortas tu Purgatorio.

Con cada Misa aumentarás tus grados de gloria en el Cielo. En ella recibes la bendición del sacerdote, que Dios ratifica en el cielo.

Al que oye Misa todos los días, Dios lo librará de una muerte trágica y el Angel de la guarda tendrá presentes los pasos que dé para ir a la Misa, y Dios se los premiará en su muerte.

Durante la Misa te arrodillas en medio de una multitud de ángeles que asisten invisiblemente al Santo Sacrificio con suma reverencia.

Cuando oímos misa en honor de algún Santo en particular, dando a Dios gracias por los favores concedidos a ese Santo, no podemos menos de granjearnos su protección y especial amor, por el honor, gozo y felicidad que de nuestra buena obra se le sigue.
Todos los días que oigamos Misa, estaría bien que además de las otras intenciones, tuviéramos la de honrar al Santo del día.

La Misa es el don más grande que se puede ofrecer al Señor por las almas, para sacarlas del purgatorio, librarlas de sus penas y llevarlas a gozar de la gloria. ˆ San Bernardo de Sena.

El que oye Misa, hace oración, da limosna o reza por las almas del Purgatorio, trabaja en su propio provecho. ˆ San Agustín.

Por cada Misa celebrada u oídas con devoción, muchas almas salen del Purgatorio, y a las que allí quedan se les disminuyen las penas que padecen. ˆ San Gregorio el Grande, Papa.

Durante la celebración de la Misa, se suspenden las penas de las almas por quienes ruega y obra el sacerdote, y especialmente de aquellas por las que ofrece la Misa. ˆSan Gregorio el Grande

Puedes ganar también Indulgencia Plenaria todos los lunes del año ofreciendo la santa Misa y Comunión en sufragio de las benditas almas del Purgatorio. Para los fieles que no pueden oír Misa el lunes vale que la oigan el domingo con esa intención.
Se suplica que apliquen todas las indulgencias en sufragio de las Almas del Purgatorio, pues Dios nuestro Señor, y ellas le recompensaran esta caridad.

La Santa Misa es la renovación del Sacrificio del Calvario, el Mayor acto de adoración a la Santísima Trinidad. Por eso es obligación oírla todos los domingos y fiestas de guardar.

martes, 18 de octubre de 2016

Vive, no mueras lentamente

El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz. ¡Eso es todo!

Un periodista pregunta a Ana María Matute, de la Real Academia Española:
¿Qué es para usted vivir mucho?
Ella responde:
Darte cuenta, tocar lo que vives en cada instante.
El buen fotógrafo capta lo instantáneo. La persona sabia es aquella que sabe vivir en cada instante. Así afirma  Dostoyevski: “El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz. ¡Eso es todo! Si cualquiera llega a descubrirlo, será feliz de inmediato, en ese mismo minuto, en ese mismo instante”.

La vida te sonreirá , si se es capaz de descubrir esa sonrisa. Cada cosa tiene su belleza, tiene su alma. Para ello se necesita tiempo, y aprender a ver con los ojos del alma; entonces nacen deseos de disfrutar la vida. No  se puede tomar  la vida como una carrera, no es una competencia; La vida es un tesoro que hay que sorberlo en cada momento, que hay que compartido, es un soplo de eternidad que el Señor nos ha regalado. La vida es saber disfrutar y compartir el cariño inmenso que nos rodea, cuando estamos en familia, en el trabajo, en el campo, cuando sopla el viento y acaricia la lluvia. La vida es un eterno aprendizaje del amor. 
“Alégrate de la vida porque te da la oportunidad de amar y trabajar y jugar y mirar a las estrellas”  (Henry Van Dyke). Hay que vivir sin miedo a perder, pues “al que vive temiendo nunca le tendré por libre” (Horacio). Hay que vivir en el aquí y en el ahora,  pues“algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora” (John Lennon).
“¿ Amas la vida ? Pues no malgastes el tiempo que es la tela de la vida” (Benjamín Franklin).Y quine no ama la vida , tendrá que amar a los otros, pues “amando a los demás descubriréis el sentido de la vida” ( Juan Pablo II).  Cuando se tiene en la vida un porqué, se vive sin dificultad el cómo (F. W. Nietzsche). Y “cuando una persona planta árboles bajo los cuales sabe muy bien que nunca se sentará, ha empezado a descubrir el significado de la vida” ( Elton Trueblood). Cada día hay que empezar a vivirlo como si fuese el primero y el último. “Cada vida ha de tener sus espacios huecos, que el ideal ha de rellenar” (Julia Ward Howe).
La vida es breve, hay, pues, que aprender a vivir, a aprovecharla, para no tener que morir sin haber vivido, para no morir lentamente.
“Muere lentamente quien no viaja,
 quien no lee,
quien no escucha música,
quien no halla encanto en sí mismo.
 muere lentamente
quien destruye su amor propio;
quien no se deja ayudar.
 muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos senderos;
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con quien desconoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión
y su remolino de emociones;
aquellas que rescatan el brillo de los ojos
y los corazones decaídos.
Muere lentamente
quien no cambia la vida cuando está insatisfecho
con su trabajo, o su amor;
quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir tras de un sueño;
quien no se permite,
por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Hazlo hoy!
Por: P. Eusebio Gómez Navarro OCD | Fuente: eusebiogomeznavarro.org

lunes, 17 de octubre de 2016

Reflexión para aumentar mi fe en Dios



La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela

Algunas personas llegan a pensar que la fe es como la esperanza. Cierto es que la persona que tiene fe tiene esperanza, pero no necesariamente es la esperanza. El catecismo de la Iglesia católica dice: CIC 166: “La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de
Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros”. Es decir, todos en la medida de alimentar nuestra fe y compartirla nos enriquecemos. Dice la carta a los romanos 10, 17: Así pues, la fe nace al oír el mensaje, y el mensaje viene de la palabra de Cristo.
La fe es un don de Dios, es decir, se debe pedir a Dios. La fe se debe separar de la superstición, que es en lo que algunos pueden caer por falta de conocimiento en la religión. La carta a los Hebreos 11, 1, dice: “Tener fe es tener la plena seguridad de recibir lo que se espera; es estar convencidos de la realidad de cosas que no vemos”.
La fe se debe trabajar y en la medida que hay esfuerzo hay esperanza de alcanzar lo que se busca. Dentro del ámbito cristiano esperar algo ya no se reduce a cuestiones meramente egoístas, sino a beneficios para todos.
La madre Teresa de Calcuta dice: “del silencio nace la oración, de la oración nace la fe, de la fe nace el amor, del amor nace la entrega y de la entrega la paz”. Todo lleva un proceso, y para progresar en la fe hay que progresar en el silencio y en la oración y esto conllevará a más dones y virtudes que enriquecerán a la persona y por ende a los que le rodean.

La palabra fe viene del latín FIDES, y significa lealtad. De la misma palabra FIDES se desprende fiel y otras más. La lealtad se la debemos a Dios, en la medida que seamos fieles, es decir leales, podemos esperar como dice en la carta a los hebreos, aquellas cosas que ya hemos pedido, es decir tenemos esperanza en que Dios nos ayudará en lo que necesitamos y todo esto será para cumplir con la voluntad de Dios. Así como la Virgen maría que fue leal a lo que el Señor pedía pudo alcanzar la gloria que Dios Padre concede a todo obediente a su palabra. Los santos son santos por ser leales, por tener fe en que las promesas de Jesucristo se cumplirán en su momento, quizá no en el que pedimos nosotros pues Dios nos concede las cosas no cuando queremos, sino cuando ya estamos preparados.

Por: P. Modesto Lule Zavala msp | Fuente: www.modestolule.com/