"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

viernes, 4 de noviembre de 2011

Ray Conniff - TEMA DE LARA (Vivo 1970).mpg

Himno a la familia

¡Claro que hablan los muertos!

Todos ellos, nos están invitando: ¡Venga! ¡A no desfallecer! Que no sabéis la dicha que es vivir con Dios aquí en su gloria...
Pasaron ya la Solemnidad de Todos los Santos y la conmemoración de los fieles difuntos. Pero durante el mes de noviembre, seguimos rezando por ellos y recordándolos.

Resultaría curiosa una pregunta como ésta: ¿Quién habla más alto, un vivo o un muerto?... Habría motivo para reírse con gusto si la pregunta se hiciera en serio. Porque sabemos de sobra que los únicos que hablan son los vivos, pues los muertos están bien callados en sus tumbas...

Un famoso dictador, refiriéndose a los que deseaba fueran fusilados, decía con mucha seriedad: Los muertos no hablan. Con ello quería expresar que, los que le estorbaban, permanecían callados para siempre si recibían un tiro en la nuca. Pero se equivocaba. Los muertos hablan, y con tanta o más elocuencia que los vivos.

Como se equivocaba también aquel niño, que fue después gran estadista y mártir de su patria. El papá lo encuentra una vez tumbado en tierra y apegado el oído al suelo.
- Pero, ¿qué estás haciendo aquí, hijo mío?...
Y el niño, muy serio y muy convencido:
- Papá, quiero escuchar lo que dicen los muertos, pero no oigo ni una palabra, y esto es muy triste.

Equivocación total, en uno como en otro. Los muertos hablan, y hablan muy alto. Como hablaba elocuentemente la sangre de Abel, según nos dice la Biblia. Y el lenguaje que nos dirigen, si lo sabemos escuchar, nos hace la vida seria, es cierto, pero también estimulante, provechosa y feliz.

Si tomamos el periódico, si escuchamos el noticiero de la radio o de la televisión, nos encontramos, sin que nos falle nunca, con un muerto u otro. Si abrimos un libro de Historia, nos leeremos listas inacabables de personas que ya no están entre nosotros. Sin embargo, todos nos siguen hablando, cada uno a su manera, y del modo más convincente.

Podríamos analizar sus voces.
Nos hablan con voz estimulante los héroes, los conquistadores, los libertadores... Los hombres y las mujeres grandes, que decimos. Su sólo nombre es un monumento al sacrificio, a la abnegación, a la valentía...

Ante esos gigantes de la Patria, que nos hablan con su silencio de muertos, ¿cómo puede el hombre de hoy juzgar a los politiqueros ---que es algo muy diferente de los políticos--, a los aprovechados, a los vividores del pueblo?...
Todos éstos, no se atreverían ciertamente a compararse con los padres de la Patria, que la hicieron grande a base de su propio sacrificio.
Los unos vivían para la Patria; los otros, ciudadanos sin escrúpulos, hacen que la Patria viva solamente para ellos.
A éstos no los escucha nadie; mientras que entendemos perfectamente el lenguaje de los primeros, y nos decimos al escucharlos:

- ¡No, no ha de acabar la raza de los grandes!...
Y, aunque su voz sea realmente un desafino, nos hablan también los grandes criminales, los tiranos más monstruosos, los hombres más perdidos. Porque, al ver su final desastroso, nos ponen sobre aviso, y nos dicen, si es que queremos entender su voz:

- ¡Cuidado! Que nosotros perdimos la vida, y con la vida, a Dios. No os perdáis vosotros también...

Nos hablan, finalmente, y mejor que nadie, los Santos, los hombres y mujeres más grandes de la Iglesia, de esta misma Iglesia a la cual nosotros pertenecemos.

Nos hablan los mártires, que dieron su sangre por Cristo, y nosotros sabemos responder: ¿Ellos lo dieron todo, y yo no podré dar algo?...

Nos hablan los Papas, obispos y sacerdotes, pastores eximios del Pueblo de Dios, y nosotros nos decimos: ¿Ellos han dado su vida entera por mí, por la Iglesia, y yo no puedo hacer nada por mis hermanos?...

Nos hablan misioneros ardorosos, religiosas tan entregadas, obreros heroicos, madres de familia estupendas, jóvenes sanos y niños candorosos..., y nosotros hacemos examen serio: ¿Ellos tan formidables, tan puros, tan trabajadores, tan valientes, y yo debatiéndome siempre en la medianía?...


Todos ellos, muertos ya, nos están invitando con voces clamorosas:

- ¡Venga! ¡A no desfallecer! Que no sabéis la dicha que es vivir con Dios aquí en su gloria...


Cuando en la Iglesia celebramos las fiestas de los Santos y escuchamos sus ejemplos en la predicación, oímos voces celestiales. Todos ellos nos están proclamando que murieron a la tierra pero que están vivos en el Cielo. Nos aseguran que todo pasa también para nosotros, pero que nos están esperando como compañeros de su felicidad. Y esas voces no nos engañan. Las voces de los muertos son las más sinceras.


Nosotros les hablamos ahora a ellos, y les decimos:

- Muertos que hoy venís en los periódicos y en los telediarios..., muertos de los libros de Historia..., muertos todos que descansáis en los cementerios..., ¡qué alto que habláis y qué predicadores tan elocuentes que sois todos!...

Todo este modo de hablar nuestro suena un poco a teatro. Pero no es más que la escenificación de algo que sentimos muy dentro. Es la voz del alma inmortal. Es la exteriorización del anhelo más íntimo que nos empuja a encontrarnos con Dios, con ese Dios en cuyo seno ya están los hermanos que nos han precedido en la fe....
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano.

jueves, 3 de noviembre de 2011

¡Nuestros queridos muertos!

No los podemos olvidar delante de Dios, desde el momento que los queremos tanto....
Muchas veces nos hemos preguntado en nuestra América Latina: -¿A qué viene, y cómo se explica, la devoción de nuestros pueblos a los Fieles Difuntos?

No podemos ni queremos establecer comparación con otras culturas no cristianas, que no tienen nuestra esperanza, y que son también muy apegadas al culto de sus muertos. Hablamos de nosotros porque tenemos fe. Sabemos que los que nos precedieron están en el seno de Dios. Y sin embargo, pensamos mucho en ellos, rezamos mucho por ellos, y los muertos están presentes en nuestra familias como lo estuvieron en vida.

No pasa así en otras civilizaciones también cristianas --que se dicen superiores (!)-- y que ante sus muertos se muestran bastante frías...

Hablando, pues, de nosotros, ciertamente que hay dos explicaciones, muy legítimas las dos, y también bastante claras, en este proceder nuestro con los difuntos: el amor familiar y el buen corazón de nuestras gentes.

La primera, el amor familiar, es evidente. Nuestros pueblos conservan, gracias a Dios, un gran apego a la familia. Y es natural que, al llegar este día, sintamos la necesidad de hacer más presentes entre nosotros a los seres queridos que se nos fueron.

La segunda explicación que se da es el buen corazón, que nos hace sentir muy de cerca el dolor de los demás. Y eso de pensar que nuestros difuntos están a lo mejor todavía purificándose en aquel fuego devorador que, según la piedad y la fe cristiana, llamamos Purgatorio, eso nos llega muy al fondo del alma. Y eso es también lo que nos mueve a intensificar nuestros sufragios ante Dios por las almas benditas.

Hablando de esta segunda razón --el buen corazón de nuestros pueblos--, explicaba un prestigioso sacerdote latinoamericano:
- Pasa con los Difuntos como lo que ocurre en nuestros pueblos con el Santo Cristo. Se le tiene una devoción muy especial. Por ejemplo, llega la Semana Santa, y hay que ver las plegarias ante el Señor que sufre y cómo se le acompaña en procesiones penitenciales... Pasa el Sábado Santo con el recuerdo de la Virgen Dolorosa, y dice poco la celebración del Señor que resucita. ¿A qué obedece este fenómeno, a sólo cultura o a un sentimiento muy profundo del corazón?...

Nosotros aceptamos esta realidad: los difuntos nos dicen mucho al corazón, y los recordamos, rogamos por ellos, y los seguiremos encomendando siempre al Señor.

Pero, ¿qué debemos pensar de las penas del Purgatorio, de las cuales queremos aliviar a nuestros queridos difuntos? Aquí deberíamos tener las ideas muy claras. La Iglesia, guiada siempre en su fe por el Espíritu Santo, es quien tiene la palabra. Y lo que nos enseña nuestra fe se puede resumir en dos o tres afirmaciones breves y seguras.

Es cierto que en la Gloria de Dios no puede entrar nada manchado. Quien tenga pecado mortal --que quiere decir esto: de muerte eterna-- no verá jamás a Dios.

¿Y quién no tenga pecado mortal, sino faltas ligeras, apego a las criaturas, amor muy imperfecto a Dios, mezclado con tanto polvo y tantas salpicaduras de fango que se nos apegan siempre?... A la condenación eterna no va el que muere en estas condiciones, pero tampoco puede entrar en un Cielo que no admite la más mínima mancha de culpa.

Para eso está el Purgatorio, que significa eso: lugar de limpieza, de purificación. Lo cual es una gran misericordia de Dios. Si no existiera esa purificación y limpieza, ¿quién entraría en el Cielo, fuera de niños inocentes y de grandes santos que apenas se han manchado con culpa alguna?

San Juan Bautista Vianney, el Párroco de Ars, lo explicaba así en sus catequesis famosas:
- Cuando el hombre muere, se halla de ordinario como un pedazo de hierro cubierto de orín, que necesita pasar por el fuego para limpiarse.

¿Y qué podemos hacer nosotros? Pues, mucho. Al ser cierto que todos los miembros de la Iglesia formamos un solo Cuerpo, y que está establecida entre todos la Comunión de los Santos --es decir, la comunicación de todos nuestros bienes de gracia--, todos podemos rogar los unos por los otros.

Nosotros rogamos por las almas benditas para que Dios les alivie sus penas y las purifique pronto, pronto, y salgan rápido del Purgatorio.

Y esas almas tan queridas de Dios, que tienen del todo segura su salvación, ruegan también por nosotros, para que el Señor nos llene de sus gracias y bendiciones.

Ésta ha sido siempre la fe de la Iglesia Católica.

Esto hacemos cada día cuando en la Misa ofrecemos a Dios la Víctima del Calvario, Nuestro Señor Jesucristo, glorificado ahora en el Cielo, pero que se hace presente en el Altar y sigue ofreciéndose por la salvación de todos: de los vivos para que nos salvemos, y de los difuntos que aún necesitan purificación.

Eso hacemos también con todas nuestras plegarias por los difuntos.

Esto hace la Iglesia especialmente en estos días de noviembre, con una conmemoración que nos llena el alma de dulces recuerdos, de cariños nunca muertos, de esperanza siempre viva...

¡Los Difuntos! ¡Nuestros queridos Difuntos! No los podemos olvidar delante de Dios, desde el momento que los queremos tanto....
Autor: Pedro García, misionero claretiano.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Un cementerio cristiano nunca es triste

La fiesta y el recuerdo de los que nos precedieron en el paso a la otra vida.
El dos de Noviembre es la fiesta y el recuerdo de los que nos precedieron en el paso a la otra vida. ¡Cuántos reos del Purgatorio escapan al cielo el dos de noviembre! Pero muchos se quedan, muchos aún necesitan purgar, aprender a fuerza de dolor que la sensualidad y soberbia a quienes sirvieron no eran su felicidad; con el dolor de la espera, del amor que siente ganas de volar al cielo y aún no puede, tienen que purificarse en humildad, pureza y mansedumbre. Pero este dolor tiene final; dolor fatal el otro, el que no termina, el que siempre está comenzando y doliendo, como el sufrimiento agudo, terrible que llega de improviso. El Infierno es un dolor que eternamente comienza.

Fuimos de noche al Cementerio de Tenancingo; se veía con dificultad, porque las velas junto a los sepulcros estaban agotándose, pero olía a perfume de muchas flores: nardos, rosas, claveles, azucenas.

Un cementerio cristiano nunca es triste, es un bosque de cruces sobre las lápidas que infunden perpetua y profunda paz a ese lugar; imágenes cristianas sobre las tumbas además de la cruz, parecen guardianes seguros de cada difunto; todo el cariño a los seres queridos muertos se resume en los epitafios y en las flores.

El cementerio el dos de Noviembre es un bellísimo jardín que reúne a las familias, recoge todas las flores de los jardines y eleva al cielo las más bellas oraciones.
Autor: P Mariano de Blas LC.

Nota de este Blog:

Cuando recen por sus difuntos, por favor recen al menos tres AVEMARIAS y dejen que Dios la asigne al alma más necesitada.

martes, 1 de noviembre de 2011

Consejos para asegurar tus datos ante el posible ataque a Facebook anunciado por Anonymous que se realizara el 5 de noviembre.

Ante el posible ataque a Facebook, que según varias revistas, como páginas Web, han anunciado para el día 5 de noviembre de 2011, me gustaría advertirle y hacerle las siguientes consideraciones:

Tengan muchísimo cuidado, desde ahora hasta esa fecha, pues tal vez reciban correos electrónicos, mensajes, tal vez eventos en Facebook, en los que le pedirán una serie de datos, promediándoles que con ello quedara su cuenta totalmente blindada ante cualquier ataque que pueda producirse, en el 99,99 %  de los casos, nada más lejos de la realidad.

No den ningún dato sobre su cuenta, su perfil, u otro tipo de dato que le sea requerido, rechace siempre esas peticiones, salvo que esté plenamente seguro y conozca muy bien a la persona o entidad que se lo solicite.
Este tipo de eventos se presta a miles de abusos y robo de información, para más tarde comercializarla o lucrarse de la misma.

Yo voy a aconsejarles una serie de tareas que deberían hacer ante del citado día  cinco de Noviembre.

Punto primero:

Sobre el día uno de noviembre saque una copia de seguridad de todos los datos de Facebook, les digo sobre el día uno, pues los últimos días habrá posiblemente tal demanda que no las puedan realizar.

Para aquellas personas que no saben cómo hacer la copia les pongo los pasos a seguir.

Entre normalmente en Facebook.

Vaya a la pestaña MI CUENTA,  ábrala.

Elija la opción Configuración de la cuenta, pulse esa opción.

Mire muy bien la pantalla que la ha salido, fíjese debajo de IDIOMA, ángulo inferior izquierdo de la pantalla que está viendo, y en letras azules, podrá leer “Descarga una copia de tu información, pulse sobre las letras azules.

Vera que le aparece una nueva pantalla, le explica el contenido que traerá la copia, y en verde vera una opción que pone “Crear mi archivo”, pues pulse ahí.

Le saldrá una nueva pantalla más pequeña donde vera Crear mi archivo, o cancelar. Dele a  Crear mi archivo.

Por ultimo le saldrá una última pantalla y que en el centro de la misma podrá leer:
Recibirás un mensaje de correo electrónico cuando el archivo esté listo para descargar
Pues dele en esta pantalla a la opción  Aceptar.
La copia ha sido pedida, recibirá en la cuenta de correo que tenga dada en Facebook, un correo electrónico, con el enlace para descargarse toda su información en un archivo comprimido. Lógicamente al llegar al enlace le pedirá el nombre de usuario y la clave para entrar en Facebook, la que utiliza normalmente.

Al descomprimir este archivo creara una carpeta llamada Facebook-nombre.apellidos, dentro de esta carpeta creara una con el nombre de nombre.apellidos, ejemplo manuel.murillogarcia, entre en esa carpeta y pulse sobre el archivo index y se abrirá como si estuviera en Facebook, aparecerá fu fotografía del perfil Con su Nombre y Apellidos y todo su perfil, a la izquierda tendrá la opciones, de MURO, FOTOS, VIDEOS, NOTAS, EVENTOS y MENSAJES.
Como puede ver ya tiene toda su información en su ordenador, y es poco el espacio que ocupa.

Punto Segundo:

Ya tenemos salvaguardada nuestra información, pues bien si el ataque está previsto para el día cinco, el tres o el cuatro, quitaría del perfil cuantos más datos personales mejor, para en caso de robo de información no poder ser identificado o localizado, ya que lo único que quedaría serian Nombre y Apellidos, ante un robo o un borrado masivo de información yo siempre tendría una copia, la que antes sacamos, en mi ordenador, y podría una vez restablecido el servicio volver a cargarla nuevamente.

CONCLUSION:

Desconfié de promesas en la que le asegure que su cuenta quedara blindada, lógicamente si atacan el servidor de Facebook (Ordenador de Facebook) en donde estén sus datos, ¿quién le va a impedir que tomen o borren sus datos? ¡¡¡Nadie!!! Luego no se fie y hago verdadero hincapié, nunca den un solo dato, no se fíen de nada. La seguridad es vital en estos casos y seguro que más de uno dará algún dato que comprometerá toda su información.

El día siete si todo sigue funcionando vuelva a rellenar los datos que borro de su perfil, como medida de seguridad, cambien su clave de acceso.
Como puse en el original publicado en su día “Esta nota volveré a publicarla a finales de octubre”, pues aquí la tienen nuevamente.

Espero haberle sido útil, un saludo.
 Manuel Murillo Garcia

Todos los Santos... que están en el Cielo

Todos los que están en la presencia del Señor son santos. Unos en los altares, otros anónimos, pero cerca del corazón del Padre Eterno.
La Iglesia católica recuerda y venera, en este día, a todos los Santos que están en el Cielo.

El objeto de esta fiesta es agradecer a Dios por la gracia que ha concedido a sus elegidos y movernos a imitar sus virtudes y a seguir su ejemplo o a implorar la divina misericordia por la intercesión de tan poderosos abogados.

Todos los que están en la presencia del Señor son santos. Unos en los altares, otros anónimos pero no por eso menos cerca del corazón del Padre Eterno.

Hay santos de todas las edades, de todas las razas y condiciones sociales para mostrarnos que todos los hombres y mujeres podemos y somos capaces de ser santos. Unos nacieron en el lujo de los palacios y otros en humildes chozas. Unos fueron militares, otros comerciantes, magistrados, pescadores, monjas , religiosos, personas casadas, reyes, viudas, esclavos y hombres libres y pecadores.

Los hay que llegaron a la santidad por el martirio y los hay que se santificaron día a día con el cumplimiento de las cosas cotidianas, con las pequeñas cosas. Se santificaron en las circunstancias ordinarias de su vida: lo mismo en la prosperidad que en la adversidad, en la salud o en la enfermedad, en la riqueza o en la pobreza. Siempre supieron hacer, de las circunstancias de su vida un medio de santificación.

En esta fiesta como en las demás conmemoraciones de los santos, es Dios quién constituye el objeto supremo de Adoración y a El va dirigida fundamentalmente la veneración que tributamos a sus siervos, pues El es el dador de todas las gracias.

Nuestras oraciones a los santos no tiene otro objeto que el de pedir y alcanzar que intercedan por nosotros ante Dios, por consiguiente el fervor con que celebremos esta fiesta debería ser un culto de reparación por la tibieza con que dejamos pasar todas las fiestas religiosas del año.

Recordaremos a todos los seres queridos que se han ido y que por la gran misericordia y el amor infinito de Dios están en su presencia y pidámosles que ellos que ya están en el regazo de Padre, nos iluminen para seguir por el camino de salvación.

Mañana, día 2, la Iglesia pedirá por todos los que ya no están con nosotros por ser un día dedicado a los que terminaron su misión en la tierra y que la Iglesia le da el nombre de DÍA DE LOS FIELES DIFUNTOS y que todos conocemos como el Día de Muertos.

Para ellos, nuestro recuerdo lleno de amor y nuestras oraciones. Tal vez no todos han purificado su alma y aún están en la necesidad de nuestras misas y oraciones para llegar a la presencia del Señor, pero de todas maneras es bueno que no olvidemos y pidamos por aquellas almas más necesitadas, porque tal vez no tienen a nadie que en este día las recuerde....

Sin duda, porque así nuestra fe nos lo dice, creemos que los que se nos fueron, no han muerto, siguen viviendo con las potencias de su alma: memoria, entendimiento y voluntad, y por lo tanto su amor sigue haciéndolos estar cerca de nosotros para cuidarnos y guiarnos con más plenitud y profundidad que como lo pudieron hacer aquí en su vida terrena. La vida no termina al separarse el alma de su envoltura ... no morimos nos transformamos y el amor perdura por siempre, eternamente.
Autor: Ma Esther De Ariño.

lunes, 31 de octubre de 2011

Noviembre, mes para meditar

Es el mes en que se habla de la muerte Jesús mio y... no nos gusta. No estamos preparados para ello y tan solo nos causa desasosiego.
El día está desapacible....soledad en la Capilla, la luz roja parpadea y tu estás ahí Señor... y yo como siempre estoy frente a ti y no se por qué tengo un sentimiento de melancolía...debe ser el mes de noviembre. Este mes que nos llena de recuerdos de los seres que ya no podemos ver, lugares vacíos, ecos de voces queridas ... que ya no oímos, siluetas y rostros que llevamos en nuestro corazón, pero...que ya no están.

Es el mes en que se habla de la muerte y los crepúsculos tienen una luz mortecina y el viento que va arrancando las hojas de los árboles nos habla de la proximidad del invierno. Si tuviera color le pondríamos un tono gris, serio y formal, con pinceladas de color cobre y oro....

Es el mes en que el pensamiento de la muerte nos pone inquietos pero solo por unos días pues pronto nos liberamos de este, para seguir, con alegría inconsciente, sumergiéndonos en el bullicio de la vida.

Pensar, meditar en la muerte no nos gusta. No estamos preparados para ello y tan solo nos causa desasosiego. Sabemos que algún día llegará... Tu, Jesús, nos dices: Velad, porque no sabeís ni el día ni la hora. Estad alerta, para no ser sorprendidos.

La muerte ha de llegar, eso no cabe duda, pero tu Señor, nos trajiste la esperanza de la resurrección. Creer en que vamos a resucitar es algo que nos aligera el alma y que en realidad no es la muerte sino una transformación de la propia vida.

Y San Pablo nos dice en su primera carta a los corintios: Ahora bien, si se predica que Cristo ha resucitado de entre los muertos, ¿cómo andan diciendo algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos?.Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó y si no resucitó Cristo, vana es nuestra predicación, vana también vuestra fe. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos como primicia de los que se durmieron

Esta fe es la que nos alimenta, Señor, y hace que tengamos una esperanza en esa muerte como la puerta hacia la otra vida, hacia la vida eterna.

Pero eso si, ese viaje a la eternidad nos obliga a tener listo "el equipaje", nos hace vivir día a día con el esfuerzo y la voluntad de ser mejores. No podemos despreciar el momento presente para obtener méritos que serán presentados ante tu Juicio, Señor.

Los seres queridos que se fueron nos impelen de mil formas y momentos a que preparemos "ese camino" y ese final de nuestra vida terrena, porque ellos ya saben que el gozo será infinito cuando traspasemos esa temida puerta de la muerte y podamos contemplar el rostro de tu amado Padre, el tuyo , el de tu Santísima Madre y también el de todos los que se nos adelantaron.

Mes de noviembre.... mes para meditar.
Autor: Ma Esther De Ariño.

domingo, 30 de octubre de 2011

Nos faltan palabras para alabarte

Meditaciones de las letanías del Rosario. Tú y yo, requerimos urgente la mano que acaricia, el rostro que se inclina hacia nuestro dolor, el corazón que compadece y suaviza el sufrimiento.

Consuelo de los afligidos
Hoy se buscan calmantes, pastillas contra el dolor, porque el dolor se ha multiplicado por todas partes. Cuando no son las enfermedades del cuerpo, son las tribulaciones del alma. El hombre de hoy, tú y yo, requerimos como algo urgente la mano que acaricia, el rostro que se inclina hacia nuestro dolor, el corazón que compadece y suaviza el sufrimiento. Necesitamos las manos, el rostro, el corazón de María. A todos los que sufren sin esperanza vayamos a decir que tienen una Madre, que los ama mucho.....


Auxilio de los cristianos
Se requería esta ayuda porque, si el Demonio la trae con todos los hombres, principalmente se ensaña con los cristianos. Entrar en el Corazón de María es estar a salvo de todos los peligros. Y si en todo tiempo ha sido necesario este auxilio, hoy más que nunca, pues perece que todo el infierno ha salido de sus antros para hacer daño a la Iglesia y a los cristianos. Por eso, si invocar a María, rezar el rosario siempre ha sido necesario, hoy es de vida o muerte. A los que defienden lo contrario los veremos muertos por el camino, desangrados por ese vampiro infernal.


Reina de los ángeles, de los patriarcas, de los profetas. Reina de los apóstoles, de los mártires, de los confesores, de las vírgenes. Reina de todos los santos.
Nadie quiere estar fuera de su reinado. Hasta los ángeles, que no son humanos, han pedio y obtenido tenerla como Reina. No como Madre, que ese privilegio sólo a los humanos ha sido dado. Pero al menos como Reina. Ningún ángel la llama con el tierno nombre de Madre, sino con el nombre respetuoso de Reina mía.
Los patriarcas y los profetas, que son los grandes del Antiguo Testamento están bajo su protección. Su grandeza ha quedado pequeña ante la Gran Señora y Reina. Así me imagino yo a Abrahán, a Moisés, a Isaías y a los demás besando respetuosamente las manos de quien llevó en ellas a Dios mismo.
Los grandes del Nuevo Testamento son los que entran en esta lista envidiable: apóstoles, mártires, confesores, vírgenes. De todos es la Reina, la que los supera a todos, la que les ha dado la fortaleza en sus batallas, la que les ha guiado hasta el cielo y hasta la santidad. Reina de muchos, Reina de los mejores, porque eres la Mejor de todos.
Reina de los santos. Podría ser reina de ti y de mí, si llegamos a ser tales. Hay que ganarlo con esfuerzo. La posibilidad está abierta, mientras dura la vida. Todos los santos han amado de manera particular a su Reina. Y Dios los premia de manera muy especial en el cielo, por haber honrado tan hermosamente a su Joya.


Reina concebida sin pecado original
El privilegio de la Inmaculada Concepción. Estamos muy de acuerdo con que Dios hiciera una excepción con su Madre, que también es nuestra Madre. Nuestra Madre nació igual a nosotros en todos menos en el pecado original. ¡Bendita Tú, que no pasaste por la amargura del pecado! Así, no manchada por nada, puedes ayudar más eficazmente a los manchados con todos los pecados. Vemos que los doctores y enfermeras se ponen guantes y tapabocas para no contagiarse y poder curar mejor. María no necesita de eso. No necesita antivirus. Más bien los virus mueren en el acto en su presencia. A veces podría uno pensar que, como uno es pecador, si intenta tocar o dar un beso o una flor a María la contamina. No es cierto. Ella no se contagia de nuestra basura, sino que nosotros nos contagiamos de su pureza y de su santidad.


Reina elevada al cielo
Esto está defendido en un dogma, el de la Asunción. Alguien de nuestra raza, alguien muy especial ya está en el cielo en cuerpo y alma. Nuestra Madre nos dice que es verdad lo de los nombres escritos en el cielo; nos dice que vale la pena sufrir todo con tal de ganar el cielo. Nos anima, nos ayuda a conseguirlo. Puedes estar seguro de que para conseguir que tú vayas al cielo María Santísima hará todo lo que está en su mano para lograrlo, lo está haciendo. Déjala hacer, deja que te lleve al cielo, no la estorbes con tu ingratitud.
¡Qué alegría tan profunda y tan pura nos da el saber que nuestra Madre está ya para siempre en el cielo, eternamente feliz..! Solo faltamos nosotros. Ella lo sabe y ruega a diario para lograrlo. Suplica a su Hijo que tenga misericordia. En fin que, si bien fue Jesús el que me mereció la redención, será mi Madre la que al fin lo obtenga. ¡Gracias infinitas, Madre!


Reina del Santísimo Rosario
Es una Madre que nos pide rezar el Rosario. Es Ella y no algún fraile disgustado. Porque Dios mismo ha prometido gracias realmente excelentes. Si rezando el rosario todos los días se obtiene el cielo, díganme si vale la pena rezarlo. Desapreciar esta oración es despreciar a María y despreciar a Dios. Una de las mejores cosas que se pueden hacer es, precisamente, rezar el rosario y hacer que otros lo recen. El Papa instituyó un año del rosario. Nos consta que lo reza diariamente. Todos los grandes santos han sido devotos de María y han tenido un gran aprecio por la oración que más le gusta a la Madre de Dios.


Reina de las familias
Es un título que faltaba en las letanías y que Juan Pablo II se encargo de añadir. Las familias tenían necesidad de una Reina. Y una Reina fuerte, que fuera parte de una familia, abogada y defensora contra un enemigo abiertamente declarado contra las familias, el Demonio. Hoy tiene el maléfico pensamiento de destruir la familia. Y ya ha hecho bastante mal. Pero se le enfrenta su eterna rival, María Santísima. Todos somos miembros de una familia y todos queremos que las familias se sostengan en el amor y en la unidad. Invoquemos a la Reina de la Familia.


Reina de la paz
Tan necesaria en nuestros tiempos. Si invocáramos más a María, si rezáramos el rosario con más frecuencia y devoción se acabarían las guerras, todas las guerras. Está prometido. Pero no lo creemos. Seguimos tercamente empeñados en pelear con nuestras piedras, flechas, espadas, cañones y bombas.
A su Hijo se le llama entre otras cosas, Príncipe de la paz. Pues bien, este príncipe, cansado de que no le hagamos caso, nos ha dicho insistentemente: “ Si quieren la paz, hagan lo que Ella les diga”. Él nos ha pedido que recemos el rosario. Dios mismo ha prometido paz a cambio de rosarios.
María es una Reina bellísima, muy poderosa. María es una Madre amorosísima, la mejor de todas. María es la delicia de Dios. María es la flor más bella que ha producido la tierra. Su nombre es dulzura, es miel de colmena. Dios la hizo en molde de diamantes y rubíes, y luego rompió el molde. Le salió hermosísima, adornada de todas las virtudes, con sonrisa celestial. Y, cuando moría en la cruz, nos la regaló. Esa mujer es mi madre bendita...
Autor: P Mariano de Blas LC

sábado, 29 de octubre de 2011

Alabanzas a La Santísima Virgen

Meditaciones de las letanías del Rosario. Rezarlas con devoción es como ir llenando un cántaro, el de nuestro corazón, de más amor, alegría y admiración.
Rosa mística
Esta letanía la comprenden quienes aman las flores y son capaces de extasiarse ante alguna de ellas. Pues, bien, María es una flor bellísima, la más bella de todas. ¿Te gustan las flores, una rosa, un clavel...? María es una rosa que no se marchita, perfumada siempre, que nos hace mirarla, quererla como la flor más hermosa. La mejor rosa que ha producido la tierra.
Todas las bellas flores acaban marchitándose, no pueden mantener su encanto sino por un tiempo reducido. María ha florecido en el jardín del cielo y no se marchitará jamás. Por eso produce una ilusión perenne, un éxtasis eterno, una ternura inacabable.

Torre de David
La comparación se refiere a la muralla que rodea y defiende la ciudadela de Jerusalén, la Ciudad Santa. Una torre en la muralla es la parte mas fuerte. Así se quiere comparar a María como un bastión inexpugnable en la Iglesia, la nueva Jerusalén, una fuerza imbatible contra los enemigos de Dios y de nosotros, sobre todo del enemigo eterno de Dios y de los hombres, el Diablo. Contra la Torre de David nada puede el Demonio. Lo sabe desde hace mucho tiempo. Por eso él odia a María con todas sus fuerzas y a los hijos de María. Contra Ella y contra Dios nada puede, pero sí puede contra sus hijos. Ahí se centra su venganza. Se podría decir que ahí está la debilidad de Dios y de la Santísima Virgen. Pero depende de nosotros. Si estamos cerca de María no hay nada que temer. Si nos alejamos de Ella, hay que temer todo, y con razón.

Torre de marfil
El marfil es un elemento muy valioso, muy cotizado. Esto pone en serio peligro de extinción a los pobres elefantes que lo producen en sus colmillos. Se quiere significar que María está hecha de material precioso, de virtudes celestiales, de santidad, de pureza.

Casa de oro
Nuevamente se habla de un mineral precioso, el rey de los metales, el oro. Si una casa se construye completamente de oro, su valor es incalculable. Queremos decir que María vale más que el oro, vale tanto que no tiene precio en los mercados. Por ninguna criatura ha apostado Dios tanto como por María. La valora tanto que la ha hecho su Madre. Y nos valora tanto que la ha hecho nuestra Madre. Aquí podemos comprender el amor de Dios a nosotros. La casa de oro se llama María de Nazareth y se llama nuestra Madre.

Arca de la alianza
El Arca antigua de la Alianza era respetada fuertemente por los judíos, por una razón; encerraba las dos tablas de los mandamientos que Dios había revelado a Moisés. María encerró no las tablas de los mandamientos sino a Dios mismo, el autor de la Antigua y de la Nueva Alianza. De ahí que la veneración hacia Ella se alarga y se eleva casi hasta el infinito.
Rezar las letanías con devoción es como ir llenando un cántaro, el de nuestro corazón, de más amor, alegría y admiración. Al final, el cántaro se ha llenado de todas esas hermosas realidades. ¡Qué diferencia de los que las rezan sin amor, distraídos! Su cántaro se llena de nada.

Puerta del cielo
Si el cielo es la felicidad eterna, el lugar donde reside Dios y donde estamos destinados a vivir felices por toda la eternidad, la puerta de entrada es muy importante. Resulta que la puerta se llama María. Al cielo se entra por María. Quien ama a María, quien le tiene gran devoción, tiene el boleto asegurado y la puerta abierta para entrar.
Su sí a Dios abrió la puerta que estaba cerrada. Ella nos abrirá la puerta de la felicidad eterna; nos dará un abrazo cariñoso. y nos presentará a Jesús y al Padre. ¡Cuanta ilusión me da el pensar en ese momento!
A medida que conocemos a la Virgen, nos vamos enterando de su gran importancia en esta vida y en la otra vida. María nos es completamente necesaria e indispensable. Y los que opinan de otra manera, muy su opinión, que respetamos, pero andan muy equivocados.
Abrir la puerta, y encontrarnos con María Santísima es el comienzo del cielo, su preludio, el inicio del éxtasis eterno que comienza...pero no terminará jamás...

Estrella de la mañana
Lucero que precede a la salida del Sol, de Jesús. Estrella del Mar, que orienta a los que andan perdidos. Me llama mucho la atención la devoción que tienen a la Virgen los marineros de muchos puertos. Ellos saben de tormentas, de difíciles momentos pasados en alta mar. Por eso saben también invocar con todas sus fuerzas a la Estrella del Mar.

Salud de los enfermos
María lleva en sus manos y en su corazón la salud, tan necesaria para vivir en plenitud. Por eso, uno de los momentos en que más se invoca a María por parte de todos sus hijos es en la enfermedad. Uno de los momentos en que más necesitamos invocar a María es en los momentos de dolor. Y cuando más se acerca a sus hijos como buena madre es en esos dolorosos momentos...
Salud de los enfermos del alma. Sabe curar enfermedades del cuerpo, pero sobre todo del alma. Ella sabe otorgar algo tan grande como la salud, la paciencia y el amor en la enfermedad. Como buena Madre está a la cabecera de sus hijos enfermos. Y sobre todo en la hora de la muerte. Todos los buenos cristianos mueren en brazos de su Madre, de María. Y morir así, no es triste, todo lo contrario. Cada uno de nosotros nos preparamos la propia muerte. Si queremos morir en brazos de María, digámoselo.

Refugio de los pecadores
Es muy importante que lo sepan todos. El pecador se siente muy solo, terriblemente lejos de Dios y de los hombres. Pero hay un refugio seguro, donde vive una persona muy querida, muy nuestra, tan nuestra que es nuestra Madre. También en el pecado sigue siendo nuestra Madre. Es cuando más la necesitamos, cuando Ella sabe que la necesitamos más. A cuantos ha salvado, incluso en el último instante. No desesperes, mientras exista María.
Un recado urgente, un S.O.S. para todos los que han perdido la esperanza: Mientras exista María Santísima, hay remedio para todos los males, hay perdón para todos los pecados. De todos los títulos hermosos que tiene María, este es el más querido y más aprovechado precisamente por ellos, los pecadores.
Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Quien reza frecuentemente el rosario hace esta petición miles de veces y quien hace una petición miles de veces, la consigue. Mira por donde el rezo del rosario tanto tendrá que ver con nuestra salvación eterna.
Todos conocemos aquella bella reflexión :“Yo les cierro la puerta...pero tu Madre les abre la ventana”. Si tienes miedo de Dios, no lo tengas de María. La Virgen María, la Immaculada, la Madre de Dios no tiene repugnancia de besar las llagas purulentas de sus hijos enfermos.
Autor: P Mariano de Blas LC