"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

viernes, 15 de julio de 2011

Un millón de amigos...

¡Qué bello es pasar por la vida haciendo el bien sin mirar a quién!
¡Qué bello es sembrar semillas de Amor y Paz, de Alegría y Esperanza y ..hasta pasar desapercibido! ...
éso nace de mi corazón...
                                                                                       DIOS ME LOS BENDIGA...

jueves, 14 de julio de 2011

LA MADRE TERESA DE CALCUTA Y EL ABORTO

Esto decia la Madre Teresa de Calcuta sobre el Aborto, no tine desperdicios.

En la misa Jesús, estás vivo y presente

Es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa y te levantamos nuestro corazón.

Cuando estoy en tu presencia, Jesús Sacramentado, pienso con dolor: ¿Cómo no apreciamos este Misterio de amor donde te quedaste para ser nuestro confidente y nuestro alimento? ¡Qué frío es nuestro corazón!
Nos decimos católicos pero tampoco meditamos en tu entrega al Padre la noche del Jueves Santo al instituir la Sagrada Eucaristía. Nos parece que fue ya hace muchos años, sin embargo vuelve a suceder todos los días, a toda hora en el mundo entero, siempre que se esté celebrando la Santa Misa. En ella Tu vuelves a inmolarte, a ofrecerte al Padre por todos y cada uno de nosotros... de la misma manera que lo hiciste por primera vez. No nos detenemos a pensar ni un momento en la grandiosidad del valor de una Misa. Y de una manera simple y tranquila dejamos el cumplimiento al tercer Mandamiento de la Ley de Dios, que creo yo, proviene de la falta de preparación que tenemos los católicos respecto a lo que en sí es la Santa Misa.

Por cualquier motivo: paseo, fútbol, gusto por quedarse en casa cómodamente en "pants" y pantuflas, por unas visitas... porque el domingo "es para descansar"... y no salir para nada, en fin, porque "no me late", porque si no "siento un verdadero deseo de ir a la Iglesia... ¿para qué voy?"... y así podríamos llenar páginas enteras con mil y variados pretextos, que a nuestro modo de ver, son tan solo la consecuencia de no saber con plena conciencia que la Misa es lo más grande y hermoso que tenemos los católicos.

Que participar en ella es estar Contigo, vivo y presente, tal como estuviste en el tiempo en que habitaste entre nosotros.

¿Dónde está nuestra fe? ¿Es que hemos llegado a creer que ya no necesitamos estar presentes, dar testimonio, a nuestros hijos, a nuestros familiares y amigos de que somos cumplidores de los Mandamientos de la Ley de Dios y acudir a la Iglesia para orar y tanto a pedirte perdón como darte gracias a Dios por tanto beneficio que de Ti recibimos con nuestro cumplimiento y alabanza?... No basta con ser buenas personas y tratar de hacer el bien a nuestros semejantes... pues igual que no basta la fe para salvarse sin caridad y buenas obras, así no bastan las buenas obras sin fe y sin oración.

A parte de que no asistir a Misa los Domingos (que es el día del Señor) y días "indicados" de fiesta, es pecado grave, es saber que es la media hora más grandiosa porque nos ponemos en tu presencia y en la Iglesia, que es tu casa te levantamos nuestro corazón.

Señor mío, mi Jesús... pensando todas esta cosas que si a mi me dan pena....para Ti han de ser de un gran dolor pues pareciera que no tenemos ningún interés por conocerte mejor, indiferencia hacia tanto amor y absoluto desdén hacia lo es realmente la misa.

Señor, ya no más tibieza...tenemos que encender nuestro corazón para ir con amor y espíritu de agradecimiento a la Iglesia, a tu Casa, Señor, a participar en la Santa Misa (no a papar moscas y a ponernos "palomita" porque.....¡ya cumplimos!) para alimentarnos con tu Cuerpo y tu Sangre y pronto veremos cómo florece la Vida de la Gracia en nuestros corazones y en todos los actos de nuestra vida.

Busquemos con la lectura, formación y preparación lo que nos hace falta saber sobre lo que realmente es la Santa Misa, nos vamos a admirar de su contenido y valor. No lo dejemos pasar si realmente queremos saber lo QUE ESA MEDIA HORA REPRESENTA EN NUESTRA VIDA .

Autor: Ma. Esther De Ariño

miércoles, 13 de julio de 2011

FAMILIA Y SOCIEDAD

En la Constitución Gaudium et Spes, el Concilio Vaticano II estudió orgánicamente diversos temas, entre ellos, el matrimonio y la familia. Lo hizo a partir de la persona y en dirección a la persona, “única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí misma”. Respecto a ella, el mensaje fundamental de la Sagrada Escritura es saberla criatura de Dios, cuyo elemento específico y distintivo es ser imagen de Dios: “creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó”, se lee en el Génesis. Si la dignidad de la persona no se basa ahí, se corre el riesgo de tratarla de modo impropio y arbitrario, dejada al albur de lo que el derecho positivo quiera. Pero la realidad profunda del ser humano, y del matrimonio, es anterior a ese derecho, de tal manera que venimos a ser esclavos cuando no se respeta esa cualidad inalienable, pues pasamos a depender no de lo que somos, sino de lo que afirman otros por muy elegidos que sean.

            Algo semejante sucede con algunas sociedades de índole natural. La sociabilidad humana no es uniforme, sino plural, aunque todas las sociedades están llamadas a constituir un tejido unitario y armónico, en cuyo seno sea posible conservar y desarrollar la propia fisonomía y autonomía. Algunas –es el caso de la familia- corresponden más inmediatamente a la íntima naturaleza del hombre, mientras que otras son fruto de su libre voluntad. Por eso, la encíclica Centesimus annus, al trazar una relación de los derechos del hombre, citaba el de “fundar libremente una familia, acoger y educar a los hijos, haciendo uso responsable de la propia sexualidad”. Esta sociedad se convierte, como aseveró el último concilio, “en la expresión primera de la comunión de personas humanas”, en cuna y “comunidad de vida y amor”. Estas ligeras pinceladas aluden a la familia como la primera sociedad natural, titular de derechos propios y originarios, centro de la vida social e importantísima en relación con cada persona. Por ello, ha de ser entre hombre y mujer, que saben que un hijo no es un derecho, sino un don, que no se puede dar un niño en adopción a cualquiera porque el derecho del niño prevalece sobre todo desde antes de su nacimiento; no ha de ser fruto sino de la unión de hombre y mujer y, por supuesto, no se puede matar porque desde su concepción no es un objeto, sino un sujeto, una vida.

           

   A la vez, la familia es capital para la sociedad. Benedicto XVI la proclamó patrimonio de la humanidad, lo que viene a significar que es intocable y han de dispensársele todo tipo de cuidados. No se puede comprender que un palmeral sea algo protegido  -lo que está bien- y se cambie la familia en sus fundamentos, hasta el punto de que voces autorizadas han dicho que ya no existe el matrimonio en el Código civil español. Afirmábamos antes que la familia es la primera sociedad natural, el primer ámbito en el que el “yo” y el “tú” se convierten en “nosotros”. Y desde ahí se da el salto, como en círculos concéntricos, a una sociabilidad más amplia. El buen funcionamiento de la sociedad y el bien de las personas están estrechamente vinculados con el trato dado a la familia, tanto por otras sociedades menores como por la Iglesia y el Estado. Y no sirve decir que a nadie se le obliga a abortar, a divorciarse o a realizar una unión homosexual llamada matrimonio. La sociedad es inexorablemente una, y todo lo que sucede en ella nos afecta a todos, para bien o para mal.

             Recientemente se ha alegado que la moral no se legisla. En principio, debería ser cierto, pero sí se legisla, porque existen leyes con un fuerte contenido moral, cuya fuerza es la de la mitad más uno. Por ese procedimiento, se negó en USA que los negros fueran personas. Algo más es preciso para perfeccionar la libertad en democracia, evitando que sucedan cosas como ésta; algo más para no legislar la moral (¿Educación para la Ciudadanía?); algo más para tratarnos con respeto en la discrepancia y atender a las minorías; algo más para no envalentonarse contra la Iglesia Católica (no puedo dejar de preguntarme, si lo harían con otras religiones) por afirmar su doctrina; algo más para no dudar del derecho de los obispos a hablar sobre la institución más antigua de la humanidad. Si somos verdaderamente demócratas, hemos de proteger la democracia con algo más que la mitad más uno, para no maltratar instituciones con características propias, originarias y permanentes. Pienso, con el Magisterio de la Iglesia, que ningún poder puede abolir la naturaleza del matrimonio, ni su finalidad, ni su carácter propio: la totalidad –los cónyuges se entregan por completo el uno al otro-, la unidad de marido y mujer que hace de los dos una sola carne, la indisolubilidad y la fidelidad que exigen la donación recíproca y definitiva, y la fecundidad a la que naturalmente está abierto.
 Autor: Pablo Cabellos Llorente

Qué dijo Benedicto XVI en la Misa de Beatificación de Juan Pablo II

El Papa nos recuerda que la fe es el primer don que el Señor puede concedernos y un gran amor por la Madre de Jesús.
En la homilía de la Misa de Beatificación de Juan Pablo II, nos encontramos con dos personajes que van casi indisolublemente unidos, María la Madre del Señor y Juan Pablo II.

Juan Pablo II fue beatificado en el primer día del mes de Mayo, día también de San José obrero. El Papa nos recuerda que la fe es el primer don que el Señor puede concedernos, y sobre todo a los que han sido puestos para confirmar precisamente en la fe a sus hermanos, los sumos pontífices, de los cuales en ese día era consagrado como Beato, todo para edificación de la Iglesia santa de Dios. “Juan Pablo II es consagrado Beato por su fe, fuerte, generosa, apostólica”.

Desde sus inicios como sacerdote y luego como obispo, se distinguió precisamente por su fe, inquebrantable frente a insospechados ataques en su propia patria a lo que ha sido el sostén del vigoroso pueblo polaco, su fe en Dios y su gran devoción a la Madre de Dios. Y cuando pontífice, Juan Pablo II tuvo siempre como guía y protectora a María, que fue llamada por Isabel “Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá”, y desde entonces María no tuvo otro empeño que acompañar al Hijo que se le había confiado, y después de su muerte y resurrección, ella fue encargada por el mismo Cristo de cuidar, atender y alentar la fe de sus hermanos los apóstoles una vez que él se hubiera ido a su Padre Celestial.

El Papa dice que aunque no se refiere una aparición expresa a María después de la Resurrección de su Hijo, su figura se esconde en cada una de las circunstancias que rodearon la muerte y la resurrección de su Hijo. Así la vemos en lo alto de la cruz, y después aparece con los Apóstoles el mismo día de Pentecostés.

Ella fue siempre su inspiración. A todos les consta que el Papa nunca soltaba el Rosario de su mano, y ya en su escudo episcopal y luego como Pontífice hizo aparecer a María en lugar central: “una cruz de oro, una “eme” abajo, a la derecha, y el lema: “Totus tuus” inspirado en San Luis María Grignion de Monfort: “Soy todo tuyo y todo cuanto tengo es tuyo, tú eres mi todo, oh María, préstame tu corazón”.

Siguiendo el ejemplo del Papa Beato, tengamos una gran veneración por la Madre de Jesús. Ella nos acercará al corazón de su Hijo y nos sentiremos también cobijados por la guía del Espíritu Santo que iluminó a María para que velara por los intereses de su Hijo en vida mortal y luego por los de su Cuerpo Místico, en los primeros días de la Iglesia naciente hasta nuestros días. Bendita tú oh María que fuiste inspiración del nuevo Beato.
Autor: Pbro. Alberto Ramírez Mozqueda

martes, 12 de julio de 2011

ARGUMENTOS A FAVOR DEL ABORTO

 Autor: D. Pablo Cabellos Llorente, Año 2009


La nueva Ley del Aborto prevista en España está dando lugar a un interesante debate, en muchos casos no tanto por la novedad o enjundia de los argumentos sino precisamente por su pobreza. Se ha convertido en un tema tan ideologizado que, con harta frecuencia, hace olvidar el fondo de la cuestión: la muerte del nasciturus y el trauma sufrido por tantas mujeres que lo han practicado. De esto último hablan las estadísticas y algunas valientes que se han atrevido a contarlo. Existe una asociación de mujeres víctimas del aborto (AVA).

Un argumento ha sido aportado por la ministra de Igualdad. Ha venido a decir que no se abortará después de que el feto cuente con veintidós semanas –salvo con problemas de tal magnitud que no sea posible la supervivencia del feto- porque la ciencia asegura que después de ese tiempo es viable fuera del seno de la madre. ¡Ya! Sólo se plantean dos pequeñas cuestiones: ¿es acaso inviable dentro del seno de la madre antes de cumplirse ese tiempo? ¿Tan inseguro es el seno de la madre? ¿Qué dice la ciencia de eso? Lo de la gran magnitud se aplicaría a casos especiales en que sí se puede matar.

Otro argumento es el del asunto religioso. Pero, ¿no estamos por lo científico? ¿No dice la ciencia que hay vida desde el primer instante de la unión del óvulo y el espermatozoide? No creo que el tamaño sea un tema religioso. La propia inventora del término preembrión declaró que aquello no tenía base científica y que lo utilizó bajo presión. Pero sigamos con la cosa religiosa. Se trata así para hacer creer que es un tema exclusivo de la Iglesia, cuando hay muchos no creyentes que están a favor de la vida desde su inicio. Otro paso más: se acusa enseguida -¡cómo no!- a la Iglesia de los crímenes de la Inquisición. Aparte de que cada asunto hay que juzgarlo con sus coordenadas de espacio y tiempo, aun dando por bueno que en la Iglesia se hayan cometido fechorías, ¿justificaría esto que alguien cometa otras como ésta de matar al ser más inocente?

Una razón peregrina ha sido que el lince utilizado por la propaganda de la Conferencia Episcopal no es español sino australiano. Así que todos tranquilos. Aún ha dado el lince algo más de sí, pues ha servido para decir que la Iglesia está contra este animal protegido y a favor de que vayan a la cárcel las mujeres que abortan. Sería como de juzgado de guardia si diera el nivel.

Otro razonamiento: me contó un profesor de Instituto, militante en otro tiempo en partidos de izquierda y abortistas –no es necesario identificar aborto e izquierda-, autor de un artículo a favor de la vida y contra el aborto. Antes de publicarlo, lo mostró a un antiguo correligionario. Éste lo leyó y reconoció su lógica. Entonces, ¿estás de acuerdo?, preguntó el escritor. No, respondió el colega, porque eso es facha. Es un caso singular, pero el razonamiento (?) se utiliza con cierta frecuencia.

Quizá el fondo más importante del proyecto de ley es el nuevo giro de tuerca que se da a la sociedad española: lo que era un delito –no punible en determinados supuestos- parece que se quiere convertir en un derecho de la mujer. Es posible que no haya más abortos con la nueva ley, porque el supuesto de la salud psicológica de la madre, bajo el que se han efectuado casi todos, ha supuesto su práctica libre. Pero algunas clínicas los han realizado sin cumplir siquiera los pequeños trámites que marca la ley, quizá por la escasa vigilancia y/o excesivo afán de lucro. Es decir, opino que lo peor es declarar la muerte de esos inocentes como un derecho de sus madres, al parecer incluso siendo menores de edad. He visto una ecografía de nasciturus de ocho semanas, y basta eso para darse cuenta de que nadie es dueño de la vida de otro, tampoco –quizá aún menos- si es su hijo. Pero, además, es una ley machista, porque carga sobre la mujer toda la responsabilidad de un acto que, con muchas posibilidades, le acarreará graves secuelas. Y, a propósito de la cárcel, nadie se acuerda del último apresamiento por este tema.

lunes, 11 de julio de 2011

Asunto Religioso?

¿ASUNTO RELIGIOSO?

Autor: D. Pablo Cabellos Lorente
Durante el trámite y aprobación de la reciente ley del Aborto, ha sido norma desechar las opiniones adversas con el aserto de que no han de imponerse los motivos religiosos. Aparte de que las verdades no son tales porque la Iglesia lo proclame, sino que proclama lo que es verdadero, téngase en cuenta que la defensa de la vida no es un asunto emanado de ninguna religión, sino exigido por el ser del hombre. Lo terrible es cuando la esencia del hombre se revuelve contra sí misma de modo no racional; entonces las exigencias de la racionalidad claman por una respuesta; y al no hallarla, se inventa, convenciéndose incluso el propio inventor.
Las declaraciones en favor de la vida naciente van desde los filósofos clásicos hasta la poesía o los últimos descubrimientos. Toda la verdad no es proporcionada por la ciencia experimental, pero lo probado empíricamente es verdadero. Y probado está que la unión de óvulo y espermatozoide produce un nuevo ser perteneciente a la especie humana desde el principio. El investigador Lejeune escribió: "Aceptar el hecho de que, desde la fertilización, un nuevo ser ha comenzado a existir no es una cuestión de opinión. Es una evidencia experimental". Cuanto más pasa el tiempo, tanto más claro resulta aquello de Julián Marías: "la ilicitud del aborto nada tiene que ver con la fe religiosa, ni aun con la mera creencia en Dios; se funda en meras razones antropológicas, y en esa perspectiva hay que plantear la cuestión". En tal horizonte se movía, en el siglo V antes de Cristo, el Juramento Hipocrático: "Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo soliciten, ni administraré abortivo a mujer alguna". Siempre ha existido aborto y, siempre también, el consiguiente rechazo. Ni lo uno ni lo otro son modernos, pero tampoco religiosos. En todo caso, moderno es el avance de la ciencia que avala la vida y retroceso el derecho que favorece la muerte.
Así pensaba Ovidio, cuya crítica comienza por su abortista amante Corina, para censurarlo después en todos los casos, amparando al niño indefenso -así canta el poeta- ante quien está provisto de todas las armas contra él. No puede ser más explícito, ni más actual porque hasta esas armas son ahora igualmente brutales. De hecho, ningún abortista permite visionar la grabación de un aborto. Es cierto que también existen pensadores que han estado o están a favor de la violenta muerte uterina. Pero ni la ciencia experimental ni la antropología gozaban de los conocimientos actuales, incluso la fe religiosa, diciendo lo mismo que ahora, tal vez se expresaba con menor fuerza, por escasez de datos científicos. Supongo que nadie considerará confesional la declaración de muchísimos médicos españoles indicando que "el aborto es un atentado a todos los derechos humanos, a todo orden moral, una amenaza gravísima a toda la sociedad". Supongo igualmente que nadie calificará de religiosos los estudios realizados en torno al recién concebido, ni que los microscopios utilizados (o cualquier otro medio) tengan patente celestial, ni que hiciera teología el Nobel de Medicina Alfred Kastles al afirmar que, "desde el punto de vista biológico, cualquier práctica abortiva, por temprana que sea, debe ser considerada un homicidio". Quizás sólo la ideologización acepta el aborto.
El Real Colegio de Psiquiatras de Londres emitió un comunicado en 2008, para afirmar los graves problemas mentales que el aborto puede acarrear a la mujer que lo practica, autocorrigiendo severamente otro documento de 1994. La experiencia de lo que iba sucediendo -incluido algún suicidio- motivó este cambio radical. El progreso de la ciencia hace más incomprensible, también por arcaica, la postura abortista. Ésta es parte de un tipo de feminismo trasnochado, que acaba dejando sola a la mujer con un "derecho" convertido en la carga maldita de haber permitido matar a su hijo. No es el amigo de la vida quien deba quedar arrinconado por los débiles argumentos de este feminismo, basado en la libertad de disponer del propio cuerpo, de que no podemos imponer a otros nuestras opiniones, de evitar que alguien vaya a la cárcel por este motivo, el hijo no deseado... Todas esas argumentaciones, y otras parecidas, dejan de lado dos verdades fundamentales: la ciencia muestra que el aborto es matar un ser humano y enseña también que la mujer sufre graves consecuencias. Todas las leyes imponen algo: ¿son más importantes las que obligan a proteger determinadas plantas que las que exigen el cuidado de un hijo?
El gran pacifista Gandhi se expresó en estos términos sobre la interrupción voluntaria del embarazo: "A mí me parece claro como la luz del día que el aborto es un crimen". Las verdades sencillas -el derecho a la vida lo es- se expresan con sencillez. Lamento decir que sólo una sociedad anestesiada por el egoísmo puede pronunciarse de otra manera. Imponer el aborto nos afecta a todos, porque la sociedad receptora, nuestra sociedad, deviene en peor, se degradan sus cimientos y todos permanecemos menos seguros, aunque se denomine interrupción voluntaria del embarazo, que es como llamar interrupción de la respiración a la pena de muerte.

No sé porque ...

Yo quiero acercarme a ti, Señor, y saciarme de gozo en tu presencia.
Sal 16,15.

SOBRE EL ABORTO, ¿ASUNTO RELIGIOSO?

Autor: Pablo Cabellos Lorente
Durante el trámite y aprobación de la reciente ley del Aborto, ha sido norma desechar las opiniones adversas con el aserto de que no han de imponerse los motivos religiosos. Aparte de que las verdades no son tales porque la Iglesia lo proclame, sino que proclama lo que es verdadero, téngase en cuenta que la defensa de la vida no es un asunto emanado de ninguna religión, sino exigido por el ser del hombre. Lo terrible es cuando la esencia del hombre se revuelve contra sí misma de modo no racional; entonces las exigencias de la racionalidad claman por una respuesta; y al no hallarla, se inventa, convenciéndose incluso el propio inventor.

Las declaraciones en favor de la vida naciente van desde los filósofos clásicos hasta la poesía o los últimos descubrimientos. Toda la verdad no es proporcionada por la ciencia experimental, pero lo probado empíricamente es verdadero. Y probado está que la unión de óvulo y espermatozoide produce un nuevo ser perteneciente a la especie humana desde el principio. El investigador Lejeune escribió: "Aceptar el hecho de que, desde la fertilización, un nuevo ser ha comenzado a existir no es una cuestión de opinión. Es una evidencia experimental". Cuanto más pasa el tiempo, tanto más claro resulta aquello de Julián Marías: "la ilicitud del aborto nada tiene que ver con la fe religiosa, ni aun con la mera creencia en Dios; se funda en meras razones antropológicas, y en esa perspectiva hay que plantear la cuestión". En tal horizonte se movía, en el siglo V antes de Cristo, el Juramento Hipocrático: "Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me lo soliciten, ni administraré abortivo a mujer alguna". Siempre ha existido aborto y, siempre también, el consiguiente rechazo. Ni lo uno ni lo otro son modernos, pero tampoco religiosos. En todo caso, moderno es el avance de la ciencia que avala la vida y retroceso el derecho que favorece la muerte.

Así pensaba Ovidio, cuya crítica comienza por su abortista amante Corina, para censurarlo después en todos los casos, amparando al niño indefenso -así canta el poeta- ante quien está provisto de todas las armas contra él. No puede ser más explícito, ni más actual porque hasta esas armas son ahora igualmente brutales. De hecho, ningún abortista permite visionar la grabación de un aborto. Es cierto que también existen pensadores que han estado o están a favor de la violenta muerte uterina. Pero ni la ciencia experimental ni la antropología gozaban de los conocimientos actuales, incluso la fe religiosa, diciendo lo mismo que ahora, tal vez se expresaba con menor fuerza, por escasez de datos científicos. Supongo que nadie considerará confesional la declaración de muchísimos médicos españoles indicando que "el aborto es un atentado a todos los derechos humanos, a todo orden moral, una amenaza gravísima a toda la sociedad". Supongo igualmente que nadie calificará de religiosos los estudios realizados en torno al recién concebido, ni que los microscopios utilizados (o cualquier otro medio) tengan patente celestial, ni que hiciera teología el Nobel de Medicina Alfred Kastles al afirmar que, "desde el punto de vista biológico, cualquier práctica abortiva, por temprana que sea, debe ser considerada un homicidio". Quizás sólo la ideologización acepta el aborto.

El Real Colegio de Psiquiatras de Londres emitió un comunicado en 2008, para afirmar los graves problemas mentales que el aborto puede acarrear a la mujer que lo practica, autocorrigiendo severamente otro documento de 1994. La experiencia de lo que iba sucediendo -incluido algún suicidio- motivó este cambio radical. El progreso de la ciencia hace más incomprensible, también por arcaica, la postura abortista. Ésta es parte de un tipo de feminismo trasnochado, que acaba dejando sola a la mujer con un "derecho" convertido en la carga maldita de haber permitido matar a su hijo. No es el amigo de la vida quien deba quedar arrinconado por los débiles argumentos de este feminismo, basado en la libertad de disponer del propio cuerpo, de que no podemos imponer a otros nuestras opiniones, de evitar que alguien vaya a la cárcel por este motivo, el hijo no deseado... Todas esas argumentaciones, y otras parecidas, dejan de lado dos verdades fundamentales: la ciencia muestra que el aborto es matar un ser humano y enseña también que la mujer sufre graves consecuencias. Todas las leyes imponen algo: ¿son más importantes las que obligan a proteger determinadas plantas que las que exigen el cuidado de un hijo?

El gran pacifista Gandhi se expresó en estos términos sobre la interrupción voluntaria del embarazo: "A mí me parece claro como la luz del día que el aborto es un crimen". Las verdades sencillas -el derecho a la vida lo es- se expresan con sencillez. Lamento decir que sólo una sociedad anestesiada por el egoísmo puede pronunciarse de otra manera. Imponer el aborto nos afecta a todos, porque la sociedad receptora, nuestra sociedad, deviene en peor, se degradan sus cimientos y todos permanecemos menos seguros, aunque se denomine interrupción voluntaria del embarazo, que es como llamar interrupción de la respiración a la pena de muerte.

domingo, 10 de julio de 2011

Y la vida... ¿cómo se hace la vida?

La vida se hace amando, porque el amor tiene tanto que hacer en el mundo, que no da tiempo para odios ni rencores.

El joven iba acercándose al momento cumbre en el que concluiría sus estudios universitarios. Largos años de carrera, que se le habían hecho interminables, llegaban a su fin. No sin tropiezos, sentía que ya estaba llegando a su meta. Había logrado dominar la teoría, la práctica inclusive, de lo que habría de ser la profesión que había soñado ejercer por el resto de su vida. ¿De su vida?

Aquel viernes en la tarde se sentía intranquilo. Le parecía que de tanto aprender, no había aprendido nada. Sentía que le faltaba algo importante, y no sabía cómo expresarlo. Caminando por el campus universitario se encontró con uno de sus profesores, precisamente aquel que en más de una ocasión lo había orientado en sus estudios, y decidió abordarlo.

A rajatablas, le preguntó: “Profe, dígame, cómo se hace la vida?


El viejo profesor esbozó una ligera sonrisa, mientras lo invitaba a que se sentaran en un banco cercano, y le refirió lo que a él a su vez le había contado un viejo profesor en un momento parecido, fiel reflejo de la sabiduría de siglos:

“La vida se hace sorbo a sorbo, paso a paso y día a día.

Se hace saboreando a Dios, caminándolo a lo ancho y a lo hondo, mirándolo a través de sus colores, oyéndolo a través de sus sonidos, palpándole la perfección y desentrañándole la luz.

La vida se hace como trabajador de su siembra, como obrero de su palabra, como jardinero de sus flores, como cantador de sus prodigios... como Él te mandó hacerla.

La vida se hace agitando el mundo que llevamos dentro y descubriendo el mundo que llevan los demás.

Se hace respirando a Dios con la fuerza de la naturaleza, con la sabiduría de su gracia y con el impulso de sus pisadas, que van tras nosotros para que no perdamos el camino ni se nos aparte la luz.

La vida se hace sufriendo, pero sin apagar nunca la velita encendida de la fe.

La vida se hace amando, porque el amor tiene tanto que hacer en el mundo, que no da tiempo para odios ni rencores.

La vida se hace en el espacio de lo cotidiano, en pequeños trozos de cada día, en momentos que encendemos de pasión, en vuelos que se emprenden con besos y son sueños.

Velar y dormir, soñar y despertar, llorar y reír, creer y dudar, caer y levantarse: eso es hacer la vida.

La vida no se hace para lucir, para exhibirse, para mostrarnos como en un escaparate de vanidad y focos de colores.

La vida se hace en el recinto íntimo, en ese taller de abeja trabajadora que llevamos dentro, en ese aguijón que extrae y regala, que profundiza y endulza.

Hay que caminar la vida, porque es la única manera de llegar.

Cumple tu misión de dar. Déjale a Dios el balance de lo que debes recibir.

Porque en ese libro de la generosidad, del esfuerzo y de la entrega, ¡se hace la vida!”

Hermosa lección de sapiencia que a todos nos conviene aprender y recordar siempre.

Bendiciones y paz.

Autor: Juan Rafael Pacheco