"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 9 de julio de 2011

Y se llamaba María

María creyó en el Dios del amor, de él se fió y a él le cantó todas las maravillas que hizo en ella y en su pueblo.

“No más que el cielo puede ser espejo tuyo. ¡Oh sol!-suspiró la gotita de rocío.

“Yo siempre estoy soñando contigo. ¿pero qué puedo esperar? Soy tan pequeña para tenerte en mí -Y se echó a llorar desconsolada.

“Le contestó el sol: Yo lleno el cielo infinito; pero también puedo estar en ti, gotita de rocío. Yo me haré chispa para llenarte y tu vida pequeñita se hará un mundo de luz”. (Tagore)

María era como una pequeña gota de rocío que, por recibir a Dios, se hizo luz para el mundo. María creyó en el Dios del amor, de él se fió y a él le cantó todas las maravillas que hizo en ella y en su pueblo.

La Virgen se llamaba María. Así la pusieron sus padres. Era un nombre muy corriente, pero que tenía un gran significado: “La llena de gracia”. María, la criatura más cercana a la Trinidad, estuvo llena de Dios. Dios estaba en María y María vivía en Dios y de Dios. El creador dejó una profunda huella en su alma y por donde caminaba María, se palpaba la presencia del Omnipotente.

Sin darse cuenta, un día cualquiera, Dios la cambió. “Fue un día en que no te esperaba. Entraste, sin que yo lo pidiera, en mi corazón. Y pusiste un sello de eternidad en los instantes fugaces de mi vida" (Tagore).

María creyó y por eso fue alabada. “Ella concibió la Palabra de Dios antes en la mente que en el seno” (San Agustín). Isabel pone la fe de María como fundamento de todo lo que ha realizado y va a poder realizar. Así dice “Feliz la que ha creído que se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor” (Lc 1,45). San Pablo habla de la fe como fundamento de toda vida cristiana: “El justo vive de la fe”(Rom 1,17). Así lo entendió San Juan de la Cruz al poner la fe como único medio adecuado para unir el alma a Dios. Para conocer y poseer a Dios es necesario, despojarse de todos los bienes para quedarse con sólo Dios.

Aunque la Virgen recibe la alabanza de su prima, expresa con el canto del Magníficat lo que Dios es para ella: todo. Este himno de acción de gracias alaba a Dios por la elección que hizo en ella, a pesar de ser tan pequeña; reconoce, además, la providencia y misericordia de Dios en el mundo y el cumplimiento de las promesas hechas a los padres antiguos.

María experimenta en su vida que “para Dios no hay nada imposible” (Lc 1,37). Dios visitó a María y de este encuentro nació el Amor. Es imposible explicar la acción de Dios. Algo nos puede aclarar estas palabras de Tagore: “El que puede abrir los capullos, ¡lo hace tan sencillamente!. Los mira, nada más, y la savia de la vida corre por las venas de las hojas.

Autor: Padre Eusebio Gómez Navarro OCD

viernes, 8 de julio de 2011

Incomparable ...

Mi Dios maravilloso, incomparable...
únicamente lo que damos, es lo que
nos enriquece cada día mas...
es lo que nos enseñas... te amo!!!

Yo los envío como Ovejas en medio de Lobos...

Puedo caminar seguro, Cristo, por esta vida, aún entre medio de lobos porque se sé que no estoy nunca sólo. Dame fuerzas para crecer en mi vida de unión contigo; que tenga más fe y esperanza para aceptar lo que me pidas, que tenga más amor para quererlo intensamente y que tenga fortaleza para llevarlo adelante.
Quiero serte fiel, Señor, cuando llegue la prueba, dame tu gracia y eso me basta. amén.
Leer Lectura del Evangelio según san Mateo 10,16-23
Dios les bendiga.

Tu presencia en la Eucaristía

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos. Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza.


Señor Jesús:

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

"Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios" (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.

Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, "camino, verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio" y "ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo" (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.

Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo por nosotros" (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.

Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: "Mi vida es Cristo" (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti.

Queremos aprender a "estar con quien sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo presente todo se puede sufrir". En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración "el amor es el que habla" (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: "Quedaos aquí y velad conmigo" (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos "gemidos inenarrables" (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o "misterio".

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio" de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR.

Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Amén.

Autor: SS Juan Pablo II/ Adoración Eucarística

jueves, 7 de julio de 2011

¿Cuál es tu Viña?

Existen muchísimas formas de crear una Viña, de hacerla crecer, de mover al mundo en la dirección de Jesús.

El Señor nos hace referencia en las Escrituras a Su Viña. ¿Pero a que se refiere Él con este mensaje, puesto en términos de nuestros tiempos?. La viña del Señor es Su obra, el lugar donde se trabaja para la misión de la Salvación. ¿Cuál es tu actitud de vida frente a la Viña de Cristo?.

Tenemos en el mundo tres clases de actitudes frente al llamado del Cielo:

1. La de aquellos que se involucran en trabajar activamente, como obreros cotidianos, integrando el plantel de trabajadores de la obra de la Redención.

2. La de aquellos que trabajan activamente también, pero en contra de la obra del Cielo. Negar a Dios activamente, frenando Su obra, es la forma más directa de condenarse.

3. Aquellos tibios que, sabiendo de un modo u otro del llamado de Dios, no se comprometen. ¡Y ya sabemos que dijo Jesús respecto de los tibios!.

¿En que categoría estás tú?. ¿Lo tienes claro, te animas a responder?.

Para aquellos que creen estar en la primer categoría, o al menos desean estar en ella: no nos equivoquemos. Nuestra vida no está dividida: no existe el trabajo, la familia y luego la Viña del Señor (como asistír a Misa el domingo, por ejemplo). Nuestra vida es una, integral e indivisible. La Viña debe ser nuestra vida, nuestra realidad cotidiana.

Trabajar como viñateros para Jesús es obrar para Su causa en forma permanente.

En términos prácticos, todos debemos tener una participación dentro de la inmensidad de Viñas que existen en el mundo, y debemos ser activos trabajadores en al menos una de ellas. La oración es una parte fundamental del trabajo del Viñatero, por eso los grupos de oración son tan importantes. También el dar testimonio, el difundir la necesidad de la conversión del alma, el volcar a las personas a la lectura diaria de las Escrituras. El ser evidencia viva de un cristiano comprometido con la obra de Dios es parte central de nuestro rol de obreros. El ayudar a los pobres y necesitados, haciéndolo en nombre de la caridad que Jesús nos enseñó.

Existen muchísimas formas de crear una Viña, de hacerla crecer, de mover al mundo en la dirección de los Corazones de Jesús y María. Nada te limita, nada te frena. por ejemplo, es

¿Tienes una Viña en la que trabajas para la obra de Dios?. ¿Crece tu Viña, aumenta el producido en ella, se incrementa tu gozo al ver los resultados concretos?.

Comprométete en la obra del Cielo, enlístate en la gran Viña del Señor, súbete a la Obra de la Salvación, con tus errores y defectos.

¡No existe gozo más inmenso que el de sentirse un obrero en esta empresa, con el mismo Jesús como Patrón!.

miércoles, 6 de julio de 2011

El poder de la Oración...

Gabriela Louise Redden, una mujer pobremente vestida y con una expresión de derrota en el rostro, entró en una tienda de abarrotes. Se acercó al dueño de la tienda, y de una forma muy humilde le preguntó si podía fiarle algunas cosas.
Hablando suavemente, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, que tenían 7 hijos, y que necesitaban comida. John Longhouse, el abarrotero, se mofó de ella y le pidió que saliera de la tienda. Visualizando las necesidades de su familia, la mujer le dijo: "Por favor señor, le traeré el dinero tan pronto como pueda." John le dijo que no podía darle crédito, ya que no tenía cuenta con la tienda.
Junto al mostrador había un cliente que oyó la conversación. El cliente se acercó al mostrador y le dijo al abarrotero que él respondería por lo que necesitara la mujer para su familia. El abarrotero, no muy contento con lo que pasaba, le preguntó de mala gana a la señora si tenía una lista. Louise respondió: "¡Sí señor!". "Está bien," le dijo el tendero, "ponga su lista en la balanza, y lo que pese la lista, eso le daré en mercancía."
Louise pensó un momento con la cabeza baja, y después sacó una hoja de papel de su bolso y escribió algo en ella. Después puso la hoja de papel cuidadosamente sobre la balanza, todo esto con la cabeza baja. Los ojos del tendero se abrieron de asombro, al igual que los del cliente, cuando el plato de la balanza bajó hasta el mostrador y se mantuvo abajo. El tendero, mirando fijamente la balanza, se volvió hacia el cliente y le dijo: "¡No puedo creerlo!".
El cliente sonrió mientras el abarrotero empezó a poner la mercancía en el otro plato de la balanza. La balanza no se movía, así que siguió llenando el plato hasta que ya no cupo más. El tendero vio lo que había puesto, completamente disgustado. Finalmente, quitó la lista del plato y la vio con mayor asombro.
No era una lista de mercancía. Era una oración que decía: "Señor mío, tú sabes mis necesidades, y las pongo en tus manos".
El tendero le dio las cosas que se habían juntado y se quedó de pie, frente a la balanza, atónito y en silencio. Louise le dio las gracias y salió de la tienda. El cliente le dio a John un billete de 50 dólares y le dijo: "Realmente valió cada centavo" Fue un tiempo después que John Longhouse descubrió que la balanza estaba rota.
En consecuencia, solo Dios sabe cuanto pesa una oración.

Mientras estés vivo... siéntete vivo...

Siempre ten presente que:
La piel se arruga,
El pelo se vuelve blanco,
Los días se convierten en años…
Pero lo importante no cambia;
...tu fuerza y tu convicción no tienen edad.
Tu espíritu es el plumero de cualquier tela de araña.
Detrás de cada línea de llegada, hay una de partida.
Detrás de cada logro, hay otro desafío.
Mientras estés vivo, siéntete vivo.
Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo.
No vivas de fotos amarillas…
Sigue aunque todos esperen que abandones.
No dejes que se oxide el hierro que hay en ti.
Haz que en vez de lástima, te tengan respeto.
Cuando por los años no puedas correr, trota.
Cuando no puedas trotar, camina.
Cuando no puedas caminar, usa el bastón.
¡¡¡Pero nunca te detengas!!!

Autora: Madre Teresa de Calcuta
 

Un mensaje siempre tan actual y tan presente...

Video producido y editado: en El Tocuyo, Edo. Lara Venezuela.
Visita de: Silvia Mariella,  cantante de música Católica de Uruguay.
Pastoral Familiar de la Iglesia Inmaculada Concepción de El Tocuyo.

Cinco peligros contra el amor de Dios

Estos peligros que nos apartan de Dios, enferman y paralizan el buen funcionamiento de nuestro corazón.


San Francisco de Sales sabía que nuestro corazón, cuando funciona bien, late, vive, suspira, trabaja, para Dios. Pero también sabía que existen cinco peligros que nos apartan de Dios, que enferman y paralizan el buen funcionamiento de nuestro corazón.

¿Cuáles son esos peligros? He aquí la lista, según el santo obispo de Ginebra:

1. el pecado, que nos aleja de Dios;

2. el afecto a las riquezas;

3. los placeres sensuales;

4. el orgullo y la vanidad;

5. el amor propio, con la multitud de las pasiones desordenadas que engendra, las cuales son en nosotros una pesada carga que nos aplasta” (San Francisco de Sales, “Tratado del amor de Dios”).

Si esos son los peligros, entonces ¿cómo reiniciar la marcha hacia Dios, hacia el amor de nuestra alma, hacia Aquel por quien empezamos a existir, hacia Aquel que nos busca y nos ama con cuerdas humanas y con lazos de amor (cf. Os 11,4)?

El camino es sencillo y arduo: hay que remover con decisión, desde la ayuda de Dios y desde una sana vigilancia, esos enemigos.

En primer lugar, hay que luchar contra el pecado en todas sus formas. Es el peor enemigo, el que nos aparta de Dios y del hermano, el que destruye el amor, el que apaga la gracia.

En segundo lugar, hay que romper con cualquier apego a las riquezas para empezar a vivir en una confianza plena, filial, en la providencia de nuestro Padre Dios (cf. Mt 6,19-34).

En tercer lugar, hay que renunciar a los placeres sensuales que nos atan al mundo, para revestirnos de Cristo y de su Evangelio (cf. Rm 13,13-14).

En cuarto lugar, hay que dejar de lado orgullos y vanidades que nos hacen buscar los primeros puestos y la autocomplacencia, para vivir con la sencillez del niño que confía plenamente en su Padre (cf. Mt 18,1-4; Lc 14,7-11).

Por último, hay que acabar con el amor propio, con ese afán continuo de buscar lo que nos satisface y nos gusta, para aprender la ley de la fecundidad: el que renuncia a su propia vida la encuentra (cf. Mt 16,24-26), porque “si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24).

Sí, es un camino arduo, pero la meta es maravillosa: el encuentro con Dios como Padre misericordioso, la fecundidad gozosa, la vida plena, el amor hacia los hermanos. Así podremos empezar a vivir aquí en la tierra un poco como se vive, en plenitud, en el cielo.

Autor: P. Fernando Pascual LC

martes, 5 de julio de 2011

Padre nuestro...¡todo un Dios!

Nos hemos acostumbrado tanto a esta forma de rezar, que sale de nuestros labios de la manera más rutinaria e indiferente.


No es fácil saber a ciencia cierta dónde y en qué momento Jesús dijo por primera vez la oración más bella y más preciada, enseñándonos a llamar a nuestro Dios: PADRE

Cerca del Monte de los Olivos hay una Basílica que guarda en sus cimientos, como una preciosa perla, una misteriosa gruta. Según la tradición, allí enseñó Jesús a orar a sus discípulos. Tal vez allí, por primera vez, sonaron las sagradas palabras del PADRENUESTRO.

No creemos que es muy importante el saber si efectivamente fue en ese lugar, lo realmente importante en sí son las palabras de Cristo para enseñarnos a dirigirnos a nuestro Creador, haciéndonos una revelación asombrosa, inimaginable y de profunda ternura con la que podemos dirigirnos a nuestro Dios.

Desde ese instante las relaciones de Dios y los hombres ya no fueron las mismas. Se nos abrió una puerta directamente al corazón de Dios, una puerta que jamás se cerrará. Como dice el Padre Martín Descalzo: - "Aquel día en verdad, giró la historia del mundo. Si los hombres no se dieron cuenta es solo porque la ceguera parece ser la parte más ancha de nuestra naturaleza".

Jesús nos enseña a decir Padre, a llamar Padre al Todopoderoso. al Creador de los mundos, al omnipotente, al Supremo Hacedor de todo lo visible e invisible... así sin más, llana y sencillamente "PADRE".

Santos saltaban de gozo ante la idea de llamar Padre, Dios y nosotros nos hemos acostumbrado tanto a esta forma de rezar, que sale de nuestros labios de la manera más rutinaria e indiferente, sin pensar que ante esta palabra nuestro corazón debería quedar extasiado e inundado de gozo, y como nos dice Schurmann: - "esta forma de dirigirse a Dios no es tan evidente como alguien podría suponer. Hacía falta que Jesús nos diera su permiso y nos alentara para invocar a Dios con esta palabra "Padre", tan íntima y familiar".

Y aún hay más, porque en el comienzo de PADRENUESTRO, Jesús emplea un vocablo que jamás se había dirigido a Dios: Abba

Abba es el nombre que el niño pequeño dirige a su padre. Jesús, usa siempre esta palabra y esa es la que coloca al comienzo de la oración y con ella nos introduce en una familiaridad con Dios que jamás nadie pudo imaginar.

Es la TOTAL CONFIANZA. Dios no es para nosotros solo un Padre, es lo que es el "papá" para el niño que empieza a balbucear.


Que desde hoy, al comenzar esta bellísima oración del Padrenuestro, pongamos el corazón, lleno de amor y confianza, en nuestros labios para llamar a Dios "PADRE O PAPÁ".

Autor: Ma Esther De Ariño