"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

lunes, 30 de mayo de 2011

Sobre la FE....en Dios que es Maravilloso y Eterno...

El fruto del silencio es la oración.
El fruto de la oración es la fe.
El fruto de la fe es el amor.
El fruto del amor es el servicio.
El fruto del servicio es la paz...
Madre Teresa de Calcuta.

Juicios

Hace unos días paseaba por una calle a la que no iba desde pequeño. Las casas que veía aparentemente eran las mismas y me daba gusto comprobar que mis recuerdos eran fieles a las cosas tal y como eran. Todo era igual menos una cosa: en una de las casas, en el jardín donde yo tantas veces había estado de pequeño, entonces lleno de flores y con una huerta llena de frutos, estaba abandonada. Ahora en lugar de esos frutos y esas flores, había maleza;  muchas ortigas, muchos cardos. Y eso me sirvió para acordarme  que,  así como el jardín que es cultivado da frutos cuando se le atiende con cariño, así es el alma de la persona que quiere cultivarse y que quiere cuidar también de dar a tiempo esos frutos.
De algún modo esto es lo que nos quiere decir el Evangelio. ¿Qué árbol malo da frutos buenos o que árbol bueno da frutos malos? Cuando el Señor dice: ¿cómo te atreves a quitar la pajita que tiene tu hermano en el ojo cuando tú tienes una viga?, nos advierte que antes de mirar cómo están los jardines de alrededor, que miremos también como está nuestro propio jardín. Porque, también lo dice en el Evangelio, de lo que sobreabunda  en el corazón, habla la boca. Muchas veces,  descubrimos que somos muy prontos a la crítica, nos encanta enjuiciar, condenar a los demás, viendo con facilidad sus defectos y  sus fragilidades, y sin embargo nos olvidamos que primero deberíamos mirar dentro de nosotros mismos. Es más, incluso esas condenas y esos juicios que hacemos, en algunas ocasiones son un reflejo de esa condena y de ese juicio que yo me estoy haciendo a mí mismo o que  está sucediendo en mí. El que es bueno, decía el Señor, de lo bueno que hay en su corazón, saca cosas buenas. El que tiene el corazón lleno de hieles, de retorceduras, de rencores, manifiesta al exterior esas hieles, esos rencores y esas retorceduras.
Tendremos  tal vez que ocuparnos un poco de ese cultivo y de mirar primero dentro de nuestro corazón antes de mirar en el corazón de los demás para ser auténticos. Y esto no significa que el cristiano siempre tenga que callarse ante las cosas que estén mal hechas. Pero  nunca enjuicia a la persona. Se dice siempre que se juzga al pecado pero no al pecador. Así el Señor decía que el que esté sin pecado que tire la primera piedra, dándonos a entender que nosotros no tenemos autoridad moral para juzgar a nadie, porque ¿quién sabe su historia? ¿Quién conoce sus limitaciones, quién conoce sus miedos, sus mismas enfermedades, etc...? Alguna vez se ha dicho que un hombre queda definido por tres parámetros: su historia, su biología y su libertad. Y sólo hay alguien capaz de conocer toda la historia, hasta la más olvidada de un ser humano. Sólo hay alguien que es capaz de conocer de un modo exhaustivo, hasta lo más íntimo, la biología de un ser humano. Y solo hay alguien que es capaz de conocer de un modo completo, hasta en lo más dudoso, la libertad de un ser humano. Y ese es Dios. Por eso el juicio es de Dios. Nosotros no podemos juzgar más que nuestro propio jardín. Cuidar  que esté fresco, y  que dé frutos. Y si en nuestro jardín y en nuestra alma hay cosas positivas, veremos de un modo positivo el de los demás. Sólo el bueno sabe ver lo bueno y sólo el malo sabe ver lo malo.
Deberíamos preguntarnos todos cuál es mi actitud hacia los demás: de juicio, de condenación, de exigencia, o es una actitud positiva, comprensiva. Porque de lo que sobreabunda el corazón, sin duda ninguna, habla  la boca.

ALABARTE

Cuando te "entregues" a Dios No habra dificultad que pueda remover tu camino...
Camino / 476


domingo, 29 de mayo de 2011

Ser agradecido


Muchas veces te preguntas por qué almas, que han tenido la dicha de conocer al verdadero Jesús desde niños, vacilan tanto en corresponder con lo mejor que poseen: su vida, su familia, sus ilusiones.
Mira: tú , precisamente porque has recibido "todo" de golpe, estás obligado a mostrarte muy agradecido al Señor; como reaccionaría un ciego que recobrara la vista de repente, mientras a los demás ni siquiera se les ocurre que han de dar gracias porque ven.
Pero... no es suficiente. A diario, has de ayudar a los que te rodean, para que se comporten con gratitud por su condición de hijos de Dios. Si no, no me digas que eres agradecido.

Perdón

Cuando vemos en la televisión escenas dramáticas, surge de un modo espontáneo la compasión hacia las personas que sufren un daño. Pero cuando ese sufrimiento está motivado por personas concretas, desalmadas y crueles, junto a la compasión por las víctimas surge la rabia, la ira y el deseo que los culpables reciban un grave daño.
Cuando el Señor nos llama a amar a los enemigos, a ser comprensivos, a no condenar, no significa una invitación a ser blandos, cobardes y tontos. Todo lo contrario. Solo el fuerte, el valiente, el justo es capaz de sobreponerse a las emociones que le embargan y actuar, incluso con el deseo, de un modo humano y ecuánime.
Todos sabemos que el verdadero amor, también el amor a los enemigos, se fundamenta en la justicia; de tal modo que sin justicia no puede darse el amor verdadero. Justicia y amor se necesitan mutuamente.
Por eso, el evangelio nos llama a no condenar, a no juzgar, a ser compasivo y esto no es una utopía, sino un modo de ser, que tanta gente buena a lo largo de los siglos ha sido capaz de realizar.
No podemos ser como aquellos que nos hacen daño, no podemos permitir que el odio, la ira y el rencor aniden en nuestro corazón, hasta que lo envenenan y retuerzan, de tal modo que al final recibiríamos un doble daño: el que nos hicieron en el fuero externo y el que nos siguen haciendo en el fuero interno.
El cristiano es el hombre del perdón, que diariamente se libera de sus rencores, pues al mirar a Aquél que en la cruz perdonó a sus verdugos, se siente capaz de superar su rabia y dolor, y junto a incontables generaciones de mártires (anónimos muchos de ellos), es capaz de decir a aquellos que le hacen daño: “ No insistas, hay un santuario dentro de mí, más íntimo que yo mismo en el que tú y tu crueldad no podéis entrar. Ese santuario está limpio y desde él te perdono, te deseo el bien, que te des cuenta del daño que haces, que rectifiques, que dejes de renunciar a tu propia dignidad y que vuelvas a ser aquello para lo que recibiste la vida: autor del bien.
Todos deberíamos preguntarnos como vivimos diariamente la Buena Noticia del perdón y de la compasión. La pregunta es muy sencilla: ¿A quién deseo el daño ó a quién se lo estoy haciendo? Con mis críticas, con mi ira ó intolerancia ante sus defectos, ó con mi distanciamiento. Y veremos como el perdón hay que vivirlo primero en la familia, donde tantas veces hay rencores: hermanos que no se hablan por supuestos repartos de beneficios; hijos que sus padres les dan de todo y cuando reciben un “no”, se soliviantan y enfurecen contra ellos; esposos que al no ponerse de acuerdo, optan por la incomunicación y la indiferencia. Y es que el perdón abarca todos los ámbitos de las relaciones humanas (familia, trabajo, ocio, etc...), de tal modo que un mundo sin perdón supondría un regreso a la jungla, un volver a imperar la ley del más fuerte, del más duro. Necesitamos perdonar. Que sea esta nuestra súplica. ¡Señor, ayúdame a no guardar rencor! ¡Enséñame a perdonar!

Fuente de la Alegría ...

Dónde surge la felicidad?
Dónde echa raices una vida con sentido?
Dónde empieza esa dicha que prometes...Dios?
"LA PALABRA...SE HIZO CARNE Y PUSO SU MORADA
ENTRE NOSOTROS"
...Esa es la ALEGRÏA ... y empieza en el encuentro de las personas... cuando ése encuentro es AUTÉNTICO...
"SEPAN QUE LES AMO... CON EL CORAZÓN... y que agradezco al Buen Dios por ustedes... todos los días, gracias por acompañarme en ésta CRUZADA... "
Dios les bendiga...

LLamada...

No me mandes callar!
No puedo obedecerte.
Tu perdón me ha quemado como un fuego
y l ...o tengo que hablar
siempre y a todos,
aunque me lo prohibas,
o aunque no me lo crean.
Si, por eso, me echan de esta tierra,
saldré hablando de Tí.

Diré que eres de todos,
siempre el mismo,
que tu amor no depende de nosotros,
que nos amas igual, aunque no amemos;
nuestro título ante Tí es la pobreza
de no amar.
Que eres voz que llama siempre
a cada puerta,
con nombre exacto, inconfundible;
que no pides nada,
das y esperas
el tiempo que haga falta;
que no fuerzas los ritmos de los hombres,
que no cansas,
no te cansas,
y que tu amor es nuevo cada día;
que te dolemos todos,
cuando no te buscamos.
Diré muchas más cosas:
que basta con mirarte en cualquier sitio,
porque todos son tuyos,
para ser otra cosa;
simplemente
para ser persona.
Señor, que, chispa a chispa,
no me canse
de prender este fuego!
Ignacio Iglesias.

Bendito sea Dios... por sus grandezas y prodigios... La Gracia y la Paz de Dios esté con todos nosotros... sus hijos.


Dios os bendiga a todos.

sábado, 28 de mayo de 2011

Predicamos a Cristo hasta los confines de la tierra

Evangelización es la proclamación del Evangelio con el fin de atraer a todos a Cristo y a su Iglesia. Para evangelizar hay que vivir el Evangelio. Esto es posible por la obra del Espíritu Santo y nuestro compromiso. Todo bautizado ha de ser un evangelizador. 

Pablo VI, Homilía pronunciada en Manila 29 noviembre 1970
¡Ay de mí si no anuncio el Evangelio! Para esto me ha enviado el mismo Cristo. Yo soy apóstol y testigo. Cuanto más lejana está la meta, cuanto más difícil es el mandato, con tanta mayor vehemencia nos apremia el amor. Debo predicar su nombre: Jesucristo es el Mesías, el Hijo de Dios vivo; él es quien nos ha revelado al Dios invisible, él es el primogénito de toda criatura, y todo se mantiene en él. Él es también el maestro y redentor de los hombres; él nació, murió y resucitó por nosotros.
Él es el centro de la historia y del universo; él nos conoce y nos ama, compañero y amigo de nuestra vida, hombre de dolor y de esperanza; él, ciertamente, vendrá de nuevo y será finalmente nuestro juez y también, como esperamos, nuestra plenitud de vida y nuestra felicidad.
Yo nunca me cansaría de hablar de él; él es la luz, la verdad, más aún, el camino, y la verdad, y la vida; él es el pan y la fuente de agua viva, que satisface nuestra hambre y nuestra sed; él es nuestro pastor, nuestro guía, nuestro ejemplo, nuestro consuelo, nuestro hermano. Él, como nosotros y más que nosotros, fue pequeño, pobre, humillado, sujeto al trabajo, oprimido, paciente. Por nosotros habló, obró milagros, instituyó el nuevo reino en el que los pobres son bienaventurados, en el que la paz es el principio de la convivencia, en el que los limpios de corazón y los que lloran son ensalzados y consolados, en el que los que tienen hambre de justicia son saciados, en el que los pecadores pueden alcanzar el perdón, en el que todos son hermanos.
Éste es Jesucristo, de quien ya habéis oído hablar, al cual muchos de vosotros ya pertenecéis, por vuestra condición de cristianos. A vosotros, pues, cristianos, os repito su nombre, a todos lo anuncio: Cristo Jesús es el principio y el fin, el alfa y la omega, el rey del nuevo mundo, la arcana y suprema razón de la historia humana y de nuestro destino; él es el mediador, a manera de puente, entre la tierra y el cielo; él es el Hijo del hombre por antonomasia, porque es el Hijo de Dios, eterno, infinito, y el Hijo de María, bendita entre todas las mujeres, su madre según la carne; nuestra madre por la comunión con el Espíritu del cuerpo místico.
¡Jesucristo! Recordadlo: él es el objeto perenne de nuestra predicación; nuestro anhelo es que su nombre resuene hasta los confines de la tierra y por los siglos de los siglos.
Disfruto evangelizar de esta manera.

lunes, 23 de mayo de 2011

Adiós a Julia Del Viejo.

Imagen de archivo año 209 cuando fue galardonada con el prmio Extremeños de HOY::HOY

No es fácil asimilar la perdida de tan gran persona, entrañable compañera y amiga.
Julia,  destacada ATS primero del Hospital Materno Infantil, luego del Complejo Hospitalario, Infanta Cristina, donde llego a ocupar la dirección de Enfermería de dicho complejo, donde realizo una gran labor profesional.

Pero la gran labor y lucha incansable por ayudar e incluso salvar a los demás fue como Coordinadora de Trasplantes, buscaba con gran ahínco un órgano para poder salvar una vida y lo consiguió tantas y tantas veces….

Con una gran profesionalidad y una dosis de humanidad digna del mayor elogio, siempre estuvo dispuesta a eso, salvar una vida dando todo cuánto ella tenía que no era poco, luchadora incansable, persona admirada y querida por todos cuantos hemos tenido el honor de trabajar cerca de ella.

Como anécdota personal puedo contar el gran susto que le di, ya que tuvimos los despachos uno frente al otro en el Hospital Infanta Cristina, y un día al ir a abrir mi despacho, sobre las quince treinta de la tarde, me dio un sincope y caí fulminado al suelo, desde su despacho oyó el golpe y salió rápidamente, y arrastrándome como pudo me traslado a Urgencias donde fui reanimado, recuerdo que una vez consciente y aun en una cama de urgencias, me decía: “Jodio que susto me has largado, te creía muerto, deja el tabaco que yo no te cojo más.”

Era una constante en ella siempre se crecía ante una adversidad y con ese enorme sentido del humor que tenía, hacia fácil las cosas por difíciles que fueran o le restaba importancia a la misma, que gran persona Julia.

Felicitaciones premios, distinciones creo que se mereció todas, cabe destacar entre ellas la nominación en el 2009 de  Extremeños de Hoy como reconocimiento a su labor como Coordinadora Regional de Trasplantes, ya en esa época mermada por la enfermedad que en el año 204 le fue diagnosticada, un cáncer.
Enfermedad a la que le planto el valor y el afán de lucha que a ella le caracterizaba, pero que desgraciadamente al final nos la ha arrebatado de este mundo.

Nos queda a todos con el corazón partido, hundidos por una parte por perder a una persona tan entrañable y querida, pero por otro lado satisfechos y consolados por el gran ejemplo que nos ha dejado, ya que su huella será para nosotros imborrable, y perdurara mientras vivamos. Ahora desde arriba y junto a nuestros dos grandes amigos como lo fueron Miguel Alonso y Manolo Pajuelo, seguro que seguirá velando, aun con más fuerza para ayudar a todos los que necesiten un trasplante de órgano.

Solo me queda desde estas líneas unirme al dolor y a las oraciones de su marido José María y de sus hijos Guadalupe y José María, para quien fu una Esposa y Madre ejemplar.

Hasta siempre querida y admirada amiga.
Manuel Murillo Garcia.