"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

jueves, 19 de marzo de 2015

Un momento de silencio... como San José

Solemnidad de San José. Es en el silencio donde se escucha la voz de Dios pues bien dicen que 


Así como hay dolor y alegría, así como hay inquietud y paz; así el hombre tiene en su vida dos cauces por donde transcurre su existencia: La palabra y el silencio.

La palabra, del latín parábola, es la facultad natural de hablar. Solo el hombre disfruta de la palabra. La palabra expresa las ideas que llevamos en nuestra mente y es el mejor conducto para decir lo que sentimos. Hablar es expresar el pensamiento por medio de palabras. Es algo que hacemos momento tras momento y no nos damos cuenta de que es un constante milagro. Hablar, decir lo que sentimos, comunicar todos nuestros anhelos y esperanzas o poder descargar nuestro corazón atribulado, cuando las penas nos alcanzan, a los que nos escuchan.

Nuestra era es la era de la comunicación y de la información. Pero la palabra tiene también su parte contraria: El silencio.

Nuestro vivir transcurre entre estos cauces: la palabra y el silencio. O hablamos o estamos en silencio.

Cuando hablamos "a voces" la fuerza se nos va por la boca... hablamos y hablamos y muchas veces nos arrepentimos de haber hablado tanto... Sin embargo el hablar es algo muy hermoso que nos hace sentir vivos, animosos y nos gusta que nos escuchen.

El silencio es un tesoro de infinito valor. Cuando estamos en silencio somos más auténticos, somos lo que somos realmente.

El silencio es algo vital en nuestra existencia para encontrarnos con nosotros mismos. Es poder darle forma y respuesta a las preguntas que van amalgamando nuestro vivir. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Y va a ser en ese silencio donde vamos a encontrar las respuestas, no en el bullicio, en el ajetreo, en el nerviosismo, la música ruidosa, en el "acelere" de la vida inquieta y conflictiva porque es en el silencio y por el silencio donde se escucha la voz de Dios pues bien dicen que "Dios habla quedito"

Meditando en estas cosas pienso en José el carpintero de Nazaret. El hombre a quien se le encomendó la protección y el cuidado de los personajes más grandes de la Historia Sagrada y no nos dejó el recuerdo de una sola palabra suya. Nada nos dijo pero con su ejemplo nos lo dijo todo. Más que el más brillante de los discursos fue su testimonio callado y lleno de amor.

San José, el santo que le dicen: "Abogado de la buena muerte". Porque... ¿A quién no le gustaría morir entre los brazos de Jesús y de María como él murió?

José tuvo una entrega total. Una vida consagrada al trabajo, un desvelo, un cuidado amoroso para estos dos seres que estaban bajo su tutela y supo, como cualquier hombre bueno y padre de familia, del sudor en la frente y el cansancio en las largas jornadas en su taller de carpintería y supo del dolor en el exilio de una tierra extranjera y supo en sus noches calladas y de vigilia del orar a Dios mirando el suave dormir de Jesús y de María, pidiendo fuerzas para cuidar y proteger a aquellos amadísimos seres que tan confiadamente se le entregaban. No tuvo que hablar.

No hay palabras que superen ese silencio de amor y cumplimiento del deber. Ahí está todo. Ahí está Dios. En las pequeñas cosas de todos los días, en la humildad del trabajo cotidiano.

El no fue poderoso, él no tuvo un puesto importante en el Sanedrín, él... supo cumplir su misión y su silencio fue su mayor grandeza.

Las almas grandes no lo van gritando por las plazas y caminos, se quedan en silencio para poder hablar con Dios y Dios sonríe cuando las mira.
Por: Ma Esther De Ariño



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miércoles, 18 de marzo de 2015

¿Quién es Cristo para mí?

Miércoles cuarta semana de Cuaresma. La conversión cristiana pasa primero por la experiencia de Cristo. 

La dimensión interior del hombre debe ser buscada insistentemente en nuestra vida. En esta reflexión veremos algunos de los efectos que debe tener esta dimensión interior en nosotros. No olvidemos que todo viene de un esfuerzo de conversión; todo nace de nuestro esfuerzo personal por convertir el alma a Dios, por dirigir la mente y el corazón a nuestro Señor.


¿Qué consecuencias tiene esta conversión en nosotros? En una catequesis el Papa hablaba de tres dimensiones que tiene que tener la conversión: la conversión a la verdad, la conversión a la santidad y la conversión a la reconciliación.



¿Qué significa convertirme a la verdad? Evidentemente que a la primera verdad a la que tengo que convertirme es a la verdad de mí mismo; es decir, ¿quién soy yo?, ¿para qué estoy en este mundo? Pero, al mismo tiempo, la conversión a la verdad es también una apertura a esa verdad que es Dios nuestro Señor, a la verdad de Cristo.



Convertirme a Cristo no es solamente convertirme a una ideología o a una doctrina; la conversión cristiana tiene que pasar primero por la experiencia de Cristo. A veces podemos hacer del cristianismo una teoría más o menos convincente de forma de vida, y entonces se escuchan expresiones como: “el concepto cristiano”, “la doctrina cristiana”, “el programa cristiano”, “la ideología cristiana”, como si eso fuese realmente lo más importante, y como si todo eso no estuviese al servicio de algo mucho más profundo, que es la experiencia que cada hombre y cada mujer tienen que hacer de Cristo.



Lo fundamental del cristianismo es la experiencia que el hombre y la mujer hacen de Jesucristo, el Hijo de Dios. ¿Qué experiencia tengo yo de Jesucristo? A lo mejor podría decir que ninguna, y qué tremendo sería que me supiese todo el catecismo pero que no tuviese experiencia de Jesucristo. Estrictamente hablando no existe una ideología cristiana, es como si dijésemos que existe una ideología de cada uno de nosotros. Existe la persona con sus ideas, pero no existe una ideología de una persona. Lo más que se puede hacer de cada uno de nosotros es una experiencia que, evidentemente como personas humanas, conlleva unas exigencias de tipo moral y humano que nacen de la experiencia. Si yo no parto de la reflexión sobre mi experiencia de una persona, es muy difícil que yo sea capaz de aplicar teorías sobre esa persona.



¿Es Cristo para mí una doctrina o es alguien vivo? ¿Es alguien vivo que me exige, o es simplemente una serie de preguntas de catecismo? La importancia que tiene para el hombre y la mujer la persona de Cristo no tiene límites. Cuando uno tuvo una experiencia con una persona, se da cuenta, de que constantemente se abren nuevos campos, nuevos terrenos que antes nadie había pisado, y cuando llega la muerte y dejamos de tener la experiencia cotidiana con esa persona, nos damos cuenta de que su presencia era lo que más llenaba mi vida.



Convertirme a Cristo significa hacer a Cristo alguien presente en mi existencia. Esa experiencia es algo muy importante, y tenemos que preguntarnos: ¿Está Cristo realmente presente en toda mi vida? ¿O Cristo está simplemente en algunas partes de mi vida? Cuando esto sucede, qué importante es que nos demos cuenta de que quizá yo no estoy siendo todo lo cristiano que debería ser. Convertirme a la verdad, convertirme a Cristo significa llevarle y hacerle presente en cada minuto.



Hay una segunda dimensión de esta conversión: la conversión a la santidad. Dice el Papa, “Toda la vida debe estar dedicada al perfeccionamiento espiritual. En Cuaresma, sin embargo, es más notable la exigencia de pasar de una situación de indiferencia y lejanía a una práctica religiosa más convencida; de una situación de mediocridad y tibieza a un fervor más sentido y profundo; de una manifestación tímida de la fe al testimonio abierto y valiente del propio credo.” ¡Qué interesante descripción del Santo Padre! En la primera frase habla a todos los cristianos, no a monjes ni a sacerdotes. ¿Soy realmente una persona que tiende hacia la perfección espiritual? ¿Cuál es mi intención hacia la visión cristiana de la virtud de la humildad, de la caridad, de la sencillez de corazón, o en la lucha contra la pereza y vanidad?



El Papa pinta unos trazos de lo que es un santo, dice: “El santo no es ni el indiferente, ni el lejano, ni el mediocre, ni el tibio, ni el tímido”. Si no eres lejano, mediocre, tímido, tibio, entonces tienes que ser santo. Elige: o eres esos adjetivos, o eres santo. Y no olvidemos que el santo es el hombre completo, la mujer completa; el hombre o la mujer que es convencido, profundo, abierto y valiente.



Evidentemente la dimensión fundamental es poner mi vida delante de Dios para ser convencido delante de Dios, para ser profundo delante de Dios, para ser abierto y valiente delante de Dios.



Podría ser que en mi vida este esfuerzo por la santidad no fuese un esfuerzo real, y esto sucede cuando queremos ser veleidosamente santos. Una persona veleidosa es aquella que tiene un grandísimo defecto de voluntad. El veleidoso es aquella persona que, queriendo el bien y viéndolo, no pone los medios. Veo el bien y me digo: ¡qué hermoso es ser santo!, pero como para ser santo hay que ser convencido, profundo, abierto y valiente, pues nos quedamos con los sueños, y como los sueños..., sueños son.



¿Realmente quiero ser santo, y por eso mi vida cristiana es una vida convencida, y por lo mismo procuro formarme para convencerme en mi formación cristiana a nivel moral, a nivel doctrinal? ¡Cuántas veces nuestra formación cristiana es una formación ciega, no formada, no convencida! ¿Nos damos cuenta de que muchos de los problemas que tenemos son por ignorancia? ¿Es mi cristianismo profundo, abierto y valiente en el testimonio?



Hay una tercera dimensión de esta conversión: la dimensión de la reconciliación. De aquí brota y se empapa la tercera conversión a la que nos invita la Cuaresma. El Papa dice que todos somos conscientes de la urgencia de esta invitación a considerar los acontecimientos dolorosos que está sufriendo la humanidad: “Reconciliarse con Dios es un compromiso que se impone a todos, porque constituye la condición necesaria para recuperar la serenidad personal, el gozo interior, el entendimiento fraterno con los demás y por consiguiente, la paz en la familia, en la sociedad y en el mundo. Queremos la paz, reconciliémonos con Dios”.



La primera injusticia que se comete no es la injusticia del hombre para con el hombre, sino la injusticia del hombre para con Dios. ¿Cuál es la primera injusticia que aparece en la Biblia? El pecado original. ¿Y del pecado de Adán y Eva qué pecado nace? El segundo pecado, el pecado de Caín contra Abel. Del pecado del hombre contra Dios nace el pecado del hombre contra el hombre. No existe ningún pecado del hombre contra el hombre que no provenga del pecado primero del hombre contra Dios. No hay ningún pecado de un hombre contra otro que no nazca de un corazón del cual Dios ya se ha ido hace tiempo. Si queremos transformar la sociedad, lo primero que tenemos que hacer es reconciliar nuestro corazón con Dios. Si queremos recristianizar al mundo, cambiar a la humanidad, lo primero que tenemos que hacer es transformar y recristianizar nuestro corazón. ¿Mis criterios son del Evangelio? ¿Mis comportamientos son del Evangelio? ¿Mi vida familiar, conyugal, social y apostólica se apega al Evangelio?
Ésta es la verdadera santidad, que sólo la consiguen las personas que realmente han hecho en su existencia la experiencia de Cristo. Personas que buscan y anhelan la experiencia de Cristo, y que no ponen excusas para no hacerla. No es excusa para no hacer la experiencia de Cristo el propio carácter, ni las propias obligaciones, ni la propia salud, porque si en estos aspectos de mi vida no sé hacer la experiencia de Cristo, no estoy siendo cristiano.



Cuaresma es convertirse a la verdad, a la santidad y a la reconciliación. En definitiva, Cuaresma es comprometerse. Convertirse es comprometerse con Cristo con mi santidad, con mi dimensión social de evangelización. ¿Tengo esto? ¿Lo quiero tener? ¿Pongo los medios para tenerlo? Si es así, estoy bien; si no es así, estoy mal. Porque una persona que se llame a sí misma cristiana y que no esté auténticamente comprometida con Cristo en su santidad para evangelizar, no es cristiana.



Reflexionen sobre esto, saquen compromisos y busquen ardientemente esa experiencia, esa santidad y ese compromiso apostólico; nunca digan no a Cristo en su vida, nunca se pongan a sí mismos por encima de lo que Cristo les pide, porque el día en que lo hagan, estarán siendo personas lejanas, indiferentes, tibias, mediocres, tímidas. En definitiva no estarán siendo seres humanos auténticos, porque no estarán siendo cristianos.


Por: P. Cipriano Sánchez LC


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martes, 17 de marzo de 2015

Actualizar la misión de la Iglesia en el mundo del trabajo

Mensaje de los Obispos de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar
En la actualidad se ha desvinculado el trabajo de la dignidad del ser humano, se ha despersonalizado


1.-En el año 2014 se han cumplido veinte desde la aprobación por La LXII Asamblea Plenaria de la CEE del documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Esta efeméride es ocasión de proponer en nuestra Iglesia una renovada reflexión desde la cambiada y cambiante situación del mundo del trabajo y de ofrecer el magisterio de nuestro episcopado, apoyado en el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia. Queremos ofrecer claves para que los agentes de pastoral obrera en las parroquias y diócesis, los militantes de los movimientos obreros apostólicos enviados a evangelizar el mundo del trabajo, las congregaciones religiosas cuyo carisma las sitúa en la presencia evangelizadora en esa realidad, y con ellos toda la Iglesia, puedan sentirse de nuevo enviados a seguir anunciando con palabras y obras, el Evangelio y la salvación de Nuestro Señor Jesucristo, en la realidad esencial del trabajo humano.

2.-Desde siempre el trabajo humano -así nos lo dice la Palabra de Dios- nos asocia a la obra creadora de Dios, de la que es continuación; por él ganamos el sustento cotidiano para nuestras familias, realizamos la vocación propia de todo ser humano con el aliento del Espíritu Santo, ordenamos nuestra vida al bien común, y respondemos a las exigencias de justicia y caridad que la comunión fraterna pide de todos y cada uno. Por esto el trabajo humano es medio imprescindible de realización personal de la propia vocación, y reconocimiento de la sagrada dignidad de la persona, varón y mujer.


3.-Mediante el trabajo humano construimos también la vida social y política, contribuyendo en nuestro mundo y sus circunstancias históricas concretas, a la realización del Plan de Dios para la humanidad, anticipando en la solidaridad humana y en la justa distribución de los bienes destinados universalmente a todos, la comunión fraterna que nuestro Señor Jesucristo realiza entre nosotros por medio de su Espíritu.


4.-Si falta el trabajo la dignidad humana está herida, nos ha recordado recientemente en diversas ocasiones el papa Francisco.


5.-En algunos lugares hoy el carácter sagrado de la dignidad humana no se tiene en cuenta y queda especialmente dañado por las condiciones de trabajo que imperan, con frecuencia, en nuestro mundo. La realidad del mundo del trabajo es hoy distinta a la de hace veinte años: se ha precarizado aún más, se ha desvinculado el trabajo de la dignidad del ser humano, se ha despersonalizado. Pese a tener trabajo, cada vez más, las condiciones del mismo –especialmente las salariales- impiden que trabajar sea un medio para salir de la pobreza y la exclusión social. El trabajo se ha individualizado de tal modo que ha dejado de ser un elemento de construcción social de lo común; para muchas personas pasa a ser un instrumento de individualización egoísta que nos enfrenta a los hermanos, que fragmenta los vínculos sociales, que no crea comunión entre las personas y pueblos, que impide en muchas ocasiones una vida personal, familiar, y social. De hecho las sucesivas “reformas laborales” buscando la posibilidad de aumentar los puestos de trabajo han favorecido esta tendencia.


6.-El trabajo sigue siendo la clave –quizá la clave esencial, decía San Juan Pablo II, enLaborem Exercens- de la cuestión social, y esto porque en la nueva configuración del trabajo humano se asienta el nacimiento de un nuevo sujeto cuya existencia se orienta a producir y consumir, reduciendo su humanidad, hiriendo su dignidad humana, y configurando así una sociedad deshumanizada. Negar la dignidad humana del trabajador, cosificando el trabajo humano, es negar a Dios mismo, y entorpecer su proyecto de salvación para todos.


7.-La Enseñanza Social de la Iglesia, desde antes incluso de la publicación de Rerum Novarum, ha tenido claro y ha puesto de manifiesto que el trabajo no es solo medio de expresión de la dignidad humana, sino que en su configuración se juega de manera especial la configuración de la sociedad y del mundo, conforme al plan de Dios. Los papas en la Doctrina Social han ido prestando cada vez mayor atención a la deshumanización que se produce en el trabajo humano, y a cómo en lugar de ser principio de vida, pasa a ser demasiadas veces ocasión de dolor, empobrecimiento y muerte.


8.-La Iglesia española ha insistido en estas cuestiones por medio de multitud de cartas pastorales, homilías, y reflexiones de los obispos diocesanos, a lo largo de los años. En 1994, mediante el documento de la LXII Asamblea Plenaria se ofreció a la Iglesia que peregrina en España, una serie de orientaciones –sobre todo de carácter operativo, y propuestas pastorales- que invitaban a acoger la pastoral obrera no solo como la actividad propia de especialistas, de quienes de manera expresa eran enviados a evangelizar esa realidad, sino como eje transversal que pudiera estar presente en las distintas actividades pastorales de la Iglesia que quiere acompañar el sufrimiento de sus hijos, de todo el hombre, y de todos los hombres.


9.-El proceso que culminó en la aprobación de dicho documento de la Asamblea Plenaria partió de un “VER” que desde las diócesis, y con la participación directa de Movimientos Apostólicos, y Congregaciones Religiosas se realizó para identificar y caracterizar aquella realidad humana en la que el amor de Cristo nos urge a encarnarnos. Se nos ofreció entonces a los Obispos un rico conjunto de realidades, análisis, experiencias y reflexiones que nos ayudaron a proponer nuestro magisterio orientando y animando la presencia evangelizadora de la Iglesia en este mundo del trabajo.


10.-Posteriormente, el Manifiesto publicado por el Departamento de Pastoral Obrera, en 2004, con ocasión del X aniversario de la publicación de aquel primero, nos seguía insistiendo en la necesidad de reconocer la existencia del conflicto social. Hoy, veinte años después, es conveniente seguir mirando con detenimiento, y con misericordia entrañable esa realidad, mirar a los hombres y mujeres del trabajo, ver cuáles son sus esperanzas y sus gozos, sus sufrimientos y luchas; una mirada que nos permita actualizar en las nuevas circunstancias una propuesta pastoral para toda la Iglesia.


11.-Queremos invitaros de nuevo a recorrer un camino de mirada y misericordia entrañable, que nos lleve a transitar senderos de justicia, en los que sembrar el Evangelio en la vida de los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo. Queremos invitar a nuestras comunidades diocesanas, a las delegaciones y secretariados de pastoral obrera y del trabajo, a los movimientos apostólicos especializados en el mundo obrero, a las parroquias, comunidades, congregaciones religiosas presentes en estos ámbitos de evangelización, a mostrar desde su cercanía encarnada el rostro sufriente de Cristo que nos sigue preguntando ¿Dónde está tu hermano?


12.-Queremos hacer llegar a todos los trabajadores y sus familias nuestra solidaria y fraterna cercanía; de modo especial a quienes son víctimas de accidentes laborales y enfermedades profesionales, a quienes han perdido el trabajo sin esperanza de recuperarlo, a quienes lo tienen que realizar en condiciones precarias o injustas, a quienes se ven atrapados en la espiral de la economía sumergida, informal y sin derechos; a los jóvenes a los que se les niega el trabajo y que les lleva a afrontar con desesperanza un futuro laboral cargado de incertidumbre; a las mujeres que se ven tantas veces discriminadas en el trabajo por su propia condición, a los migrantes forzados a abandonar sus familias y hogares en busca de un trabajo que les permita vivir con dignidad.


13.-El proceso de mirada a la realidad que os invitamos a iniciar es la mejor manera de celebrar este aniversario del documento “La Pastoral Obrera de toda la Iglesia”. Desde vuestra experiencia y reflexión podremos proponer mejor nuevas orientaciones que nos ayuden a realizar la misión evangelizadora de la Iglesia en medio del mundo obrero. Al Departamento de Pastoral Obrera de la CEAS le encomendamos animar y coordinar este proceso a lo largo de este curso, que pueda ofrecernos este necesario punto de partida.


14.-Os animamos a seguir transparentando con vuestra vida el Amor misericordioso de Dios a todos los que sufren, y a seguir ofreciendo la salvación de Jesucristo a todos nuestros hermanos del trabajo.


Por: Comisión Episcopal de Apostolado Seglar | Fuente: www.accioncatolicageneral.es

lunes, 16 de marzo de 2015

La deconstrucción de la familia ahora también se llama copaternidad


Guillermo Pfening, tuvo una bebé pero no con su pareja sino con una amiga. Le llaman copaternidad.

El proceso de deconstrucción de la familia avanza se denomina sociedad desvinculada


Las agencias de noticias dan cuenta que Guillermo Pfening, actor de Dulce amor, Vecinos en guerra y Farsantes, entre otros, acaba de ser padre, pero no de una pareja, esposa o novia. Quien dio a luz a la niña Asia ha sido su mejor amiga, llamada Cynthia Pinasco (ayudante de cámara de la productora Pol-ka). Ambos decidieron formar una familia, pero sin ser pareja. Lo llaman "copaternidad" 
El 30 de diciembre de 2014 nació la pequeña y desde entonces la polémica sobre este tipo de paternidad no para de crecer. 

A través de Twitter, Pfening defendió la decisión tomada con su amiga. "Gracias a todos por las lindas palabras. Yo no expuse mi paternidad en los medios. Ni las fotos ni los comentarios salieron de mí. Igual creo que la mayoría de los medios han tratado el tema con respeto y cariño. Estoy convencido que una decisión que nace del más puro amor y deseo es una buena causa. Creo en el amor en todas sus variadas formas y en que los sueños hay que cumplirlos. Asia te amamos desde siempre", tuiteó. 

Luego, el actor habló largo y tendido en el programa radial Agarrate catalina, de Radio La Once Diez. "Acá no hay legislación, pero esto se empezó a hacer hace 10 años entre todo tipo de parejas. Empezó con mujeres solteras, gays y ahora ya se da entre gente heterosexual", comentó Guillermo, explicando que es padre legítimo de Asia más allá de que la copaternidad no está legislada en Argentina.

Haciendo referencia a su caso, agregó: "La idea es que no hace falta un vínculo sentimental, sí de amor, de compañerismo y responsabilidad, pero que no hace falta un vinculo tan pasional para darle amor a un hijo y para crear un nuevo tipo de familia".

Sobre la repercusión que tomó la noticia en los medios de comunicación y en las redes sociales, se permitió analizar: "Esto amerita una reflexión, porque hay un montón de mujeres que por el reloj biológico… y un montón de hombres que no encuentran a una persona y, de pronto, de esta manera hay un entendimiento (…) A mí me parece una concepción natural. Hay familias bien constituidas y otras que no funcionan (…) Todos como padres nos podemos equivocar, pero me parece que mientras haya amor y responsabilidad, y no estar pensando tanto en el que dirán, lo otro se va acomodando, porque sino el miedo te paraliza". 

Pfening, de 36 años, también tiene una larga carrera en cine. Integró los elenco de las películas XXY, Paco y Wakolda, entre otras. 
El proceso de deconstrucción de la familia avanza rápidamente en lo que Josep Miró denomina “sociedad desvinculada”, que es el postmodernismo que estamos padeciendo. Sexo sin amor, familias sin cónyuges, reproducción desligada de un verdadero acto conyugal…
Por qué es deconstrucción? Porque basta leer la finalidad expresada por los propios progenitores de la criatura para advertir que se proponen deliberadamente “crear” “un nuevo tipo de familia”. Se puede llamar familia al engendro que acabamos de relatar, donde el hijo no es producto del amor humano, conyugal de sus padres sino una especie de generación puntual por encargo?
Claramente, y con todo respeto, afirmamos que no. Alguien dirá pero una pareja real, que se separa luego de tener un niño no es lo mismo que esta denominada “copaternidad”? Y la respuesta es claramente NO. Porque una pareja de convivientes o de esposos, se formó por amor. A consecuencia de ese amor se engendró su hijo y luego sobrevino la ruptura. Pero en el caso que nos ocupa ello claramente no es así porque nunca hubo amor ni convivencia entre los “partners”, que sólo acordaron como “amigos” generar un embarazo sin vínculo afectivo de pareja, simplemente de “amigos” en el mejor de los casos. En algún momento habrán pensado que los niños tienen derecho a nacer fruto del amor de sus padres y no como en un tubo de ensayo? Porque qué diferencia tiene esta procreación de la “in Vitro”? Casi ninguna, solamente que se genera dentro del vientre de la madre por una relación física sexual pero nada más!!! Y que no se nos tilde de retrógrados por poner en primer lugar el interés superior de los niños y niñas como manda sabiamente la Convención de los Derechos del Niño. Claro que toda vida vale, pero es este el modo de procrear humanamente? Qué diferencia tiene con un vientre de alquiler? Sólo que en este caso no se paga arrendamiento. Así va la humanidad. A este tren, que niñez estamos formando?

Por: Carlos Álvarez Cozzi

domingo, 15 de marzo de 2015

ACTUALIZACIÓN DE MI BLOG, CONOCE EXTREMADURA Y SU GENTE






HOY HE ACTUALIZADO MI OTRO BLOG, DEDICADO A  EXTREMADURA Y CON EL NOMBRE DE:
CONOCE EXTREMADURA Y SU GENTE, POR MANUEL MURILLO GARCÍA.
PARA VERLO, POR FAVOR PINCHE AQUÍ.

Caminando con el Papa Francisco


Entrevista al P. Lombardi en el segundo aniversario de pontificado


En el segundo aniversario de la elección como Sucesor de Pedro, del Card. Jorge Mario Bergoglio, resuenan las palabras del Papa Francisco, antes de su primera bendición Urbi et Orbi y tras rezar por el Obispo de Roma emérito, Benedicto XVI, por quien pidió que el Señor lo bendiga y la Virgen lo proteja: «Y ahora, comenzamos este camino: Obispo y pueblo. Este camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a todas las Iglesias. Un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros: el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, para que haya una gran fraternidad».
Sobre el segundo año caminando con el Papa Francisco, el P. Federico Lombardi, director de Radio Vaticano y de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, ha sido entrevistado por Roberto Piermarini.

Empezando por las imágenes que más se podrían destacar:

«En un flujo infinito de imágenes, es difícil elegir. Pero quisiera recordar tres. La primera es el abrazo ante el Muro de las Lamentaciones en Jerusalén, entre tres: el Papa con el Rabino y con el líder musulmán. Un momento simbólico fundamental del diálogo y de la paz en el viaje del Papa a Tierra Santa, en un lugar absolutamente crucial para la paz en el mundo. La segunda imagen que quedó grabada en todos es cuando el Papa Francisco, al terminar la gran ceremonia en la catedral ortodoxa en Estambul, en Constantinopla, pidió, en cierto sentido, la bendición del Patriarca y se inclinó ante él. Un momento de fraternidad en el diálogo ecuménico, el gran anhelo de la unidad de los cristianos. Y la tercera imagen, que no es una sola, sino una serie de imágenes, que el Papa mismo ha evocado en varias ocasiones, es durante el gran viaje a Filipinas: las multitudes de personas llenas de afecto, deseosas de ver al Papa, de darle su amor, de manifestar su entusiasmo, que le presentan a los niños. Alegría y esperanza ante el Papa. Un pueblo que mira a su futuro con esperanza, presentándole a sus niños y a las nuevas generaciones de Asia y de la humanidad».

En el ámbito internacional, el segundo año de Pontificado del Papa Francisco está marcado también por el papel de mediación de la Iglesia:

«El Papa ha lanzado una infinidad de llamamientos por la paz, en particular ante las situaciones más críticas y dramáticas que conocemos muy bien. Las que se refieren a Oriente Medio, las que se refieren ahora a Ucrania, en el marco europeo… Momentos muy significativos que hemos visto, en los que, de algún modo, se percibió también la capacidad de presencia personal del Papa Francisco. Como la ‘ración por la paz’, después de su viaje a Tierra Santa, con la invitación personal a rezar juntos, para el presidente de Israel y el presidente de la Autoridad Palestina, aquí en el Vaticano.
Y otro momento, que despertó también el interés internacional con cierta sorpresa, fue cuando el presidente Obama y el presidente Raúl Castro le agradecieron al Papa Francisco por su contribución para la renovación de las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Así se comprendió, aunque con cierta discreción, que el Papa Francisco ha dado su contribución personal».
El Sínodo sobre la familia ha monopolizado un poco este segundo año de pontificado
A la luz de lo que ha dicho el Papa Francisco ¿qué balances y perspectivas se pueden destacar?:
«Estamos en camino. Estoy convencido de que esta renovación del Sínodo como método de puesta en marcha de la comunidad de la Iglesia más amplia, que luego llega a madurar en los encuentros de los Obispos, es uno de los aspectos importantes con los que Francisco ve su servicio a la Iglesia. Un intento verdadero de hacer vivir a la Iglesia la experiencia de ser una comunidad, que camina junta. Escuchando junta también la voz del Espíritu que la acompaña en el camino. Sin miedo, mirando con mucha honestidad los problemas del mundo de nuestro alrededor, los signos de los tiempos y sin miedo, precisamente, a ir a tierras nuevas, porque son nuevas las tierras hacia las cuales la humanidad está yendo. Todavía no las conocemos todas en sus detalles, pero la fe firme en Cristo y el firme arraigo en el Evangelio, escuchar lo que el Espíritu le dice hoy a la Iglesia, para afrontar de forma adecuada, responder de forma adecuada a las situaciones nuevas que se plantean. Ahora el Papa Francisco, como dice él, siguiendo las sugerencias del Espíritu, ha encontrado en la familia un gran tema. Efectivamente, la familia está enlazada con la vida concreta de la mayor parte de las personas en este mundo y, por lo tanto, reflexionar a la luz del Evangelio sobre cómo se vive esta dimensión, estos problemas fundamentales de vida personal y social, es una gran contribución también al bien de la humanidad, es una forma de desarrollar el servicio de la Iglesia por el bien de la humanidad de hoy».

También en su segundo año, el Papa no deja de recordar a los pobres y la dignidad y tutela de la persona humana, como centro de su acción pastoral:


«Sí: esto lo entendimos muy bien. Quiso llamarse Francisco porque los pobres son el centro de su atención. Y sabemos que son los pobres en un sentido muy amplio: son todas las personas violadas en su dignidad, no sólo desde el punto de vista económico, sino también espiritual, de la pobreza de relaciones sociales, etc. Y en ello, Francisco manifiesta una gran atención y ha llevado también a la atención pública tantos aspectos significativos para la dignidad de la persona humana: los problemas de los migrantes, de los refugiados, los problemas de las nuevas esclavitudes, los problemas del tráfico de órganos y de personas humanas, de la marginación de los ancianos y de los enfermos… Son cosas que se ve que lleva en su corazón y que él recuerda con gran espontaneidad, con gestos y con palabras. Quisiera decir que también el tema que nos ha interesado tanto en estos años, el de los abusos sexuales contra los menores, se inserta en esta atención de Francisco hacia los ‘pobres’ y las marginaciones, en un contexto más amplio, con mucha coherencia. Por lo que los menores víctimas de abusos son personas humanas violadas en su dignidad y que merecen atención. Y el hecho de haber lanzado esta nueva Comisión para la tutela de los menores, en una perspectiva, no tanto hacia el pasado, sino atesorando la experiencia del pasado, mirando sobre todo a los problemas de la prevención de los abusos, también fuera de la Iglesia, en el mundo de hoy, es una gran intuición. Y me parece un paso adelante importante, en la continuidad con el empeño del Papa Benedicto, pero con un horizonte más amplio y su inserción en la lucha en favor de la verdadera dignidad de las personas humanas».
Por: Roberto Piermarini | Fuente: es.radiovaticana.va

sábado, 14 de marzo de 2015

2016 Año Santo de la Misericordia

Del 8 de diciembre de 2015, solemnidad de la Inmaculada Concepción al 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo.
Papa Francisco anunció un Jubileo extraordinario que tendrá en el centro la misericordia de Dios. 13 marzo 2015




Por: Papa Francisco  


Durante la celebración penitencial en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco, se refirió a la Iglesia como la casa que recibe a todos y a ninguno rechaza. Este viernes por la tarde, rodeado de cientos de fieles que lo acompañaron también durante el segundo aniversario de su Pontificado, el Obispo de Roma recordó que las puertas de la Iglesia “permanecen abiertas, para que quienes son tocados por la gracia, puedan encontrar la certeza de su perdón”.
El Papa Francisco contó que piensa frecuentemente en cómo la Iglesia puede hacer más evidente “su misión de ser testigo de su misericordia”, un camino -aseguró- que comienza con una conversión espiritual, y en este sentido anunció un Jubileo extraordinario que tenga en el centro la misericordia de Dios. “Será un Año Santo de la Misericordia”, puntualizó. Así este Año Santo, organizado por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, comenzará la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y finalizará el 20 de noviembre de 2016.
El Santo Padre se mostró además convencido de que “toda la Iglesia podrá encontrar en este Jubileo la alegría para redescubrir y hacer más fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consolación a cada hombre y cada mujer de nuestro tiempo”.

Palabras del Santo Padre:
También este año, en las vísperas del Cuarto domingo de Cuaresma, nos hemos reunido para celebrar la liturgia penitencial. Estamos unidos a tantos cristianos que, hoy en cada parte del mundo, han recibido la invitación a vivir este momento como signo de la bondad del Señor. El Sacramento de la Reconciliación, de hecho, permite acercarnos con confianza al Padre por tener la certeza de su perdón. Él es verdaderamente “rico de misericordia” y la extiende con abundancia sobre aquellos que recurren a Él con corazón sincero.
Estar aquí para tener la experiencia de su amor, es sobre todo fruto de su gracia. Como nos ha recordado el apóstol Pablo, Dios nunca deja de mostrar la riqueza de su misericordia en el curso de los siglos. La transformación del corazón que nos lleva a confesar nuestros pecados es “don de Dios”: nosotros solos no podemos. El poder confesar nuestros pecados es un don de Dios, es un regalo, es “obra suya” (cfr Ef 2,8-10). Ser tocados con ternura de su mano y plasmados de su gracia nos permite, por lo tanto, acercarnos al sacerdote sin miedo por nuestras culpas, sino con la certeza de ser recibidos en el nombre de Dios, y comprendidos a pesar de nuestras miserias. Y, también, dirigirnos sin un abogado defensor: tenemos sólo uno, que ha dado la vida por nuestros pecados. Es Él que, con el Padre, nos defiende siempre. Al salir del confesionario, sentiremos su fuerza que restaura la vida y devuelve el entusiasmo de la fe. Después de la confesión seremos renacidos.
El Evangelio que hemos escuchado (cfr Lc 7,36-50) nos abre un camino de esperanza y de consolación. Es bueno sentir sobre nosotros la misma mirada compasiva de Jesús, así como lo ha percibido la mujer pecadora en la casa del fariseo. En este pasaje vuelven con insistencia dos palabras: amor y juicio.
Está el amor de la mujer pecadora que se humilla delante el Señor; pero antes está el amor misericordioso de Jesús por ella, que la empuja a acercarse. Su llanto de arrepentimiento y de gozo lava los pies del Maestro, y sus cabellos los secan con gratitud; los besos son expresión de su afecto puro; y el perfume derramado en abundancia atestigua qué tan valioso es Él a sus ojos.
Cada gesto de esta mujer habla de amor y expresa su deseo de tener una certeza firme en su vida: la de haber sido perdonada. ¡Y esta certeza es bellísima! Y Jesús le da esta certeza: acogiéndola le demuestra el amor de Dios por ella, ¡justamente a ella!, ¡una pecadora pública! El amor y el perdón son simultáneos: Dios le perdona mucho, le perdona todo, porque «ha amado mucho» (Lc 7,47); y ella adora Jesús porque siente que en Él hay misericordia y no condena. Siente que Jesús la entiende con amor. A ella, que es una pecadora…Gracias a Jesús, sus muchos pecados Dios se los carga en la espalda, no los recuerda más (cfr Is 43, 25). Porque esto también es verdad, ¿eh? Cuando Dios perdona, olvida. Olvida. ¡Y es grande el perdón de Dios! Para ella ahora inicia una nueva estación; ha renacido en el amor a una vida nueva.
Esta mujer ha verdaderamente encontrado el Señor. En el silencio, le ha abierto su corazón; en el dolor, le ha mostrado el arrepentimiento por sus pecados; con su llanto, ha llamado a la bondad divina para recibir el perdón. Para ella no habrá ningún juicio que no sea el que viene de Dios, y esto es el juicio de la misericordia. El protagonista de este encuentro es ciertamente el amor, la misericordia que va más allá de la justicia.
Simón, el patrón de casa, el fariseo, al contrario, no consigue encontrar el camino del amor. Todo está calculado, todo pensado… Permanece detenido en el umbral de las formalidades. Es una cosa fea, el amor formal, no se entiende. No es capaz de cumplir el paso siguiente para ir al encuentro de Jesús que le trae la salvación. Simón se ha limitado a invitar a Jesús al almuerzo, pero no lo ha recibido verdaderamente. En sus pensamientos invoca sólo la justicia y haciendo así se equivoca.
Su juicio sobre la mujer lo aleja de la verdad y no le permite ni siquiera comprender que es su huésped. Se ha detenido en la superficie –a la formalidad- no ha sido capaz de mirar el corazón. Ante la palabra de Jesús y a la pregunta sobre qué siervo había amado más, el fariseo responde correctamente:
«Aquel a quien le ha perdonado más». Y Jesús no deja de hacerle ver: «Has juzgado bien» (Lc 7,43). Sólo cuando el juicio de Simón es dirigido al amor, entonces él está en lo justo.
La llamada de Jesús empuja a cada uno de nosotros a no detenernos nunca en la superficie de las cosas, sobre todo cuando somos ante una persona. Estamos llamados a mirar más allá, a centrarse en el corazón para ver de cuánta generosidad cada uno es capaz. Ninguno puede ser excluido de la misericordia de Dios: ninguno puede ser excluido de la misericordia de Dios.  Todos conocen el camino para acceder y la Iglesia es la casa que recibe a todos y a ninguno rechaza. Sus puertas permanecen abiertas, para que quienes son tocados por la gracia puedan encontrar la certeza de su perdón. Más grande es el pecado, más grande debe ser el amor que la Iglesia expresa hacia aquellos que se convierten. ¡Con cuánto amor nos mira Jesús! ¡Con cuánto amor cura nuestro corazón pecador! ¡Nunca se asusta de nuestros pecados! Pensemos en el hijo pródigo que, cuando decide de volver donde el padre, piensa en decirle un discurso, pero no le deja hablar, el Padre: Lo abraza. Así es Jesús con nosotros: “Padre tengo tantos pecados” – “Pero Él estará contento si tú vas: te abrazará con tanto amor! No tengas miedo…
Queridos hermanos y hermanas, he pensado frecuentemente en cómo la Iglesia pueda hacer más evidente su misión de ser testigo de su misericordia. Es un camino que inicia con una conversión espiritual. Y tenemos que andar este camino. Por eso, he decidido llamar un Jubileo extraordinario que tenga en el centro la misericordia de Dios. Será un Año Santo de la Misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la palabra del Señor: “Sean misericordiosos como el Padre” (cfr Lc 6,36). Y esto especialmente para los confesores, ¿eh? ¡Tanta misericordia!
Este Año Santo iniciará en la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo y rostro vivo de la misericordia del Padre. Confío la organización de este Jubileo al Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, para que pueda animarlo como una nueva etapa del camino de la Iglesia en su misión de llevar a cada persona el Evangelio de la misericordia.
Estoy convencido que toda la Iglesia, que tiene tanta necesidad de recibir misericordia, porque somos pecadores, podrá encontrar en este Jubileo la alegría para redescubrir y hacer más fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consolación a cada hombre y a cada mujer de nuestro tiempo. No olvidemos que Dios perdona todo, y Dios perdona siempre. No nos cansemos de pedir perdón. Confiemos este año desde ahora a la Madre de la Misericordia, para que dirija a nosotros su mirada y vele sobre nuestro camino: Nuestro camino penitencial, nuestro camino con el corazón abierto, durante un año a recibir la indulgencia de Dios, a recibir la misericordia de Dios.

Fuente: es.radiovaticana.va

viernes, 13 de marzo de 2015

Respetad a los ancianos, aprended de ellos, cuidadlos

Donde los ancianos no son respetados, los jóvenes no tienen futuro dice el Papa.

En su catequesis semanal ante miles de peregrinos el Papa reflexionó sobre las cualidades de la vejez, de los ancianos y denunció su marginación. Dijo que parte de la cultura del descarte consiste en apartarlos porque no son productivos cuando, en realidad, son 'pozos de sabiduría'.
RESUMEN DE LA CATEQUESIS DEL PAPA EN ESPAÑOL:
Queridos hermanos y hermanas:
La catequesis de hoy está dedicada a la situación de los ancianos en la sociedad actual.
Gracias a los avances de la medicina, la vida del hombre se ha prolongado, pero nuestras sociedades, a menudo basadas en el criterio de la eficacia, no se han alargado el corazón a esta realidad.

La cultura del descarte considera a los mayores un lastre, un peso, pues no sólo no producen, sino que además constituyen una carga y, aunque no se diga abiertamente, se los desecha. Y muchas personas mayores viven con angustia esta situación de desvalimiento y abandono. Una sociedad sin proximidad, donde la gratuidad y el afecto sin contrapartidas van desapareciendo, es una sociedad perversa.
Fiel a la Palabra de Dios, la tradición de la Iglesia siempre ha valorado a los ancianos y ha dedicado un cuidado especial a esa etapa final de la vida. Por eso mismo, no puede tolerar una mentalidad distante, indiferente y, menos aún, de desprecio a los mayores, y pretende despertar el sentido colectivo de gratitud y acogida, para que los ancianos lleguen a ser parte viva de la sociedad.
Los jóvenes de hoy serán los ancianos de mañana. También ellos lucharon por una vida digna, recorriendo nuestras mismas calles y viviendo en nuestras casas. Tengamos bien presente: donde los ancianos no son respetados, los jóvenes no tienen futuro.
Saludo a los peregrinos de lengua española venidos de España, México, Argentina y otros países latinoamericanos. Queridos hermanos, recordemos hoy a los ancianos especialmente necesitados, que viven solos, enfermos, dependientes de los demás. Que puedan sentir la ternura del Padre a través de la amabilidad y delicadeza de todos. Muchas gracias.

Fuente: Romereports

jueves, 12 de marzo de 2015

El equilibrio no está de moda

Pareciera que nos han impuesto vivir con angustias, tensos, siempre como explotando 

Hace un tiempo me he puesto a pensar, viendo algunas actitudes de muchas personas, en dónde está el equilibrio, es decir, el que uno sea “equilibrado” en el momento de actuar, de pensar, de hablar. Y me dí cuenta de todo lo que nos cuesta vivir de esa manera. Pareciera que lo que resalta y debe ser así, son los excesos, los gestos muchas veces extravagantes, las conversaciones hasta violentas si se quiere, y como que eso llama más la atención.

Es más, esos son los modelos que muchas veces se nos presentan. O si no bastaría con preguntarnos y observar: ¿Cómo son los “héroes” que se nos presentan? Miremos en la literatura moderna, en el cine, en las historias televisivas, en la música, donde aparecen supuestos “héroes” que se transforman en ídolos, y en casi todos se da una constante: actúan en forma desaforada, violenta, exaltados, con hasta excesos de vitalidad; y en muy pocos casos el “héroe de turno” se muestra como un ser equilibrado, maduro, sólido sicológicamente.

Basta con ver cuáles son los “ídolos” a quienes siguen los jóvenes, donde generalmente nos damos cuenta que muchos de ellos “actúan” de esa manera, y que sin dudas en su vida serán personas más “tranquilas y equilibradas”, y toda esa manera llamativa de actuar no es otra cosa que eso: una “actuación”.

Me pregunto por qué razón nos cuesta tanto seguir y admirar a alguien digamos “moderado”, equilibrado, que habla y no grita y no gesticula de manera exagerada.

¿Cuál será el motivo para que alguien sea admirado, para que triunfe, necesite ser “extravagante”, “raro”?. Parece que sólo pueden triunfar los que actúen de esa manera.

Pienso que quizás confundamos la serenidad con la apatía, el aburguesamiento, y en realidad se puede ser feliz de una manera también calma, y el hecho de ser equilibrado no necesariamente tiene que ver con vivir angustiado ni desalentado.

¿Cuál es la verdadera personalidad, la verdadera madurez? Pareciera que nos han impuesto vivir con angustias, tensos, siempre como “explotando”, pensando que ser “vital” es sinónimo de excesos, de cierta “neurosis”, como si esos fueran los verdaderos “grandes”.

Y la verdad, que para mí son Grandes en serio aquellos que aman el silencio, los que trabajan sin desalentarse, quien tiene paciencia y sabe esperar y no vive en el “ruido” permanente.

Grande e ídolo es quien es capaz de tener un corazón abierto y disponible para los demás, quien no necesita vivir “aturdido”, el que trabaja constante y silenciosamente esforzándose por construir cada día desde su lugar, un mundo mejor.

En fin, el verdaderamente Grande es lo contrario a lo que muchas veces nos muestran quienes quieren ocupar ese lugar de “modelos” para el hombre de hoy.


Por: Padre Oscar Pezzarini | Fuente: www.feliceslosninos.org