Jueves primera semana Cuaresma. Forjemos
nuestra alma a través de la oración, sacrificio y purificación interior.
La insistencia con la que Nuestro Señor
pide que nos acerquemos a la oración para que se nos dé; que nosotros lleguemos
a Él para encontrarlo, es una insistencia que requiere del corazón humano, una
grandísima fortaleza interior, una gran tenacidad. Esa tenacidad para que
pidamos y se nos dé, se ve muchas veces probada por las circunstancias, por las
situaciones en las que nos encontramos.
Jesús habla de que pidan y se les dará, pero no nos dice si será pronto o
tarde, cuando se nos dará. No nos dice si vamos a encontrar al primer momento
en que empezamos a buscar o va a ser una búsqueda larga. No nos dice si la
espera va a ser corta o se va a dilatar mucho. Simplemente nos dice que toquemos,
que pidamos, que busquemos con la certeza de que vamos a recibir, vamos a
encontrar y de que se nos va a abrir. Tener esta certeza, requiere en el alma
una gran fortaleza interior, una gran firmeza interior. Una firmeza que Dios N.
S. va probando, que poco a poco Él va viendo si es auténtica, si es verdadera.
Sin embargo, esto no es solamente una obra de Dios. Es importante el hecho de
que Dios quiera que nosotros construyamos esta firmeza interior, pero también a
nosotros nos toca actuar. Es obrar de Dios y obra nuestra. La Cuaresma es un
período especialmente señalado para indicar esta obra nuestra en la obra de
Dios. La obra nuestra en la tenacidad, en la constancia hasta conseguir que
Dios N. S. nos abra, nos dé y nos encuentre.
¿Qué hay que hacer para esto? La Cuaresma nos habla de una penitencia que hay
que realizar, de una oración en la que tenemos que insistir y de una
generosidad particular, en la que tenemos nosotros, poco a poco que ir
trabajando.
Para ello es necesaria una muy seria penitencia interior. Una penitencia que no
se quede simplemente en el hecho de que no comamos carne o que ayunemos algunos
días. Es una penitencia que va mucho más allá de los detalles, de los
sacrificios concretos exteriores. Es una penitencia que tiene que abarcar toda
nuestra vida, toda nuestra personalidad, porque precisamente es la penitencia
la que forja el alma, la que construye el alma. No son las concesiones las que
van a hacer de nuestra alma un alma aceptable a Dios, va a ser la penitencia la
que va a hacer de nuestra alma, un alma entregada a Dios.
Hemos escuchado en el Libro de Esther, una oración que hace esta mujer a Dios,
en la más total de las obscuridades, sabiendo que lo que va a hacer, es jugarse
el todo por el todo, porque Esther, va a presentarse ante el rey sin su
permiso, y esto estaba penado con la muerte en la corte de los persas. En el
fondo, Ester lo que lleva a cabo es una auténtica penitencia del alma, una
purificación de su espíritu, de su corazón para ser capaz de enfrentarse a una
prueba en la que sabe que está jugándose todo.
¿Cómo es esta penitencia interior? Es una penitencia que tiene que acabar todas
nuestras dimensiones, toda nuestra persona, nuestros pensamientos, nuestra
inteligencia, nuestros afectos, nuestra voluntad, nuestra libertad. ¿Hasta qué
punto nos hemos planteado alguna vez la autentica penitencia del alma, la
auténtica exigencia interior de ir probando nuestra alma, para ver si está
lista a resistir las pruebas para se fieles a Dios? Cuando llamemos y nadie nos
abra; cuando pidamos y nadie nos dé; cuando busquemos y nadie nos permita
encontrarlo.
Es un tema que en la Cuaresma se hace particularmente presente, pero que no
solamente tendría que ser un tema cuaresmal; tendría que ser un tema de toda
nuestra vida. La penitencia del alma, la purificación interior de nuestros
sentimientos, de nuestra voluntad de nuestra inteligencia, de nuestros afectos,
de nuestra libertad para ponerla totalmente de cara a Dios N. S. La base de la
penitencia del alma, es la confianza absoluta en Dios N. S. No se basa
simplemente en los actos que nosotros realizamos, de sacrificio o de renuncia
interior, se realiza sobre todo, apoyada en la confianza en Dios N. S.
"Si ustedes a pesar de ser malos saben dar cosas buenas a sus hijos, con
cuánta mayor razón, el Padre que está en los cielos dará cosas buenas a quiénes
se las pidan". La pregunta que tenemos que hacer es si estamos
reconociendo las cosas que Dios nos da como cosas buenas; si tenemos nuestra
alma dispuesta a aceptar todo lo que Dios pone en nuestra vida como buenas o
por el contrario, somos nosotros los que discernimos si esto es bueno o esto es
malo, no dependiendo de Dios, sino dependiendo de nosotros mismos: de cómo
nosotros lo recibimos; de cómo a nosotros nos afecta.
¿Qué sucede cuando Dios nos da un pan, un pescado? La parábola de Cristo habla
de un padre bueno, dice: "Ningún padre, cuando su hijo le pide un pescado,
le da una serpiente y ningún padre cuando su hijo le pide pan le da una
piedra". ¿No sentiríamos alguna vez nosotros que Dios nos da piedras antes
que pan? ¿O serpientes en vez de pescado? ¿No podríamos dudar nosotros a veces,
de lo que Dios nos da o de lo que Dios no nos está dando? Y aquí esta de nuevo
la exigencia ineludible de la penitencia interior: "Crea en mi, Señor un
corazón puro". Es decir, crea en mi, Señor, un corazón que me permita
captar que Tú no me estas dando ni piedras, ni serpientes, sino pan y pescado,
que lo que Tú me das es siempre bueno; que lo que Tu me ofreces, es siempre
algo para realizarme en mi existencia. Esto tengo que aprenderlo a ver y
únicamente se logra a base de la penitencia interior. No hay otro camino.
Que esta Cuaresma nos permita introducirnos un poco en este camino, en búsqueda
interior del encuentro con Cristo; en esfuerzo interior por encontrarnos con el
Señor, conscientes de que no hay otro camino sino es el de aprender a hacer de
nuestra alma, un alma que busca, sabiendo que va a encontrar. Un alma que toca,
sabiendo que le van a abrir.
Forjemos nuestra alma a través de la oración, del sacrificio y de la
purificación interior, para encontrar siempre, en todo lo que Dios nos da, al
Padre Bueno que da cosas buenas a quienes se las piden.
Por: P. Cipriano Sánchez LC
No hay comentarios:
Publicar un comentario