Nos llegan momentos difíciles que solo la
compañía y la compresión de un buen amigo nos conforta, nos arropa y nos da la
fuerza para seguir.
Con el recuerdo de lo que dice el poeta:
Cuando al rozar las espinas del dolor y
desencanto,/ el corazón duele tanto que brota sangre al latir... / y mueren las
ilusiones por no tener un abrigo,/ ¡ qué dulce es un pecho amigo que entienda
nuestro sufrir!”
Sabemos que siempre estaremos necesitados
de esto porque la vida a veces nos hace llorar y sentirnos tristes y abrumados
porque alguien nos lastimó o ciertas circunstancias nos obligaron a pasar por
trances dolorosos la pérdida de un ser querido, la ausencia de un ser amado, la
soledad , un mal momento económico, las enfermedades, un desamor, un sueño
roto... en fin, nos llegan momentos tan difíciles que solo la compañía y la
compresión de un buen amigo o amiga nos conforta, nos arropa y nos da la fuerza
para seguir...
Cuando podemos tener ese “regalo de
amistad “medicinal” tan sincero y cálido debemos sentirnos privilegiados y lo
somos pues nada en este mundo se puede comparar con la dicha de tener “ese
amigo” que sabe de nuestro dolor , lo comparte y nos da valor para poder mirar
a la vida de frente... ¡ ese amigo o amigos son invaluables !
Pero el AMIGO, así con mayúsculas, es
Jesús, el Hijo de Dios, el que se hizo hombre para poder conocer mejor nuestro
corazón y darnos el apoyo y el amor que necesitamos siempre, pero más, en
algunos momentos de nuestra vida.
Jesús sabía que íbamos a sufrir y por eso
se quedó en el Sagrario y por eso y en ese pedacito de pan está su Cuerpo, su
Sangre y su Divinidad.
¡Amigo del hombre! Pero más amigo, y sabe
querer especialmente, a los que sufren, amigo de los enfermos, amigo de los
jóvenes que batallan con arrojo para conservarse puros y limpios en este “mar”
de sugestiones nocivas y tentaciones de pecado, amigo de los niños, de los que
mueren de hambre, de los que están sin libertad a pesar de ser inocentes, de
los que no tienen trabajo de los ancianos que viven en olvido y desamor...
El es el AMIGO que nuca se cansa de
esperar, que es fiel, que siempre escucha y que sabe perdonar y hasta disculpa
cuando nos alejamos y nos olvidamos de El.... Y El seguirá esperando con el
mismo cariño, con la misma ternura para abrazarnos y secar nuestras lágrimas al
volver a Él, porque nada hay que se le pueda comparar ya que dando su vida en
la cruz, sus brazos están abiertos para recibirnos y sabemos que no hay amor
más grande que el que da su vida por un amigo. Es por eso que ÉL, es EL AMIGO
MEJOR Y MÁS AMIGO QUE PODEMOS TENER.
Termino ofreciéndoles estas palabras del
P. Ignacio Larrañaga:
“ Llegaste
a mi humilde y discretamente, para ofrecerme tu amistad. Me elevaste a tu
nivel, bajándote tu al mío, y deseando un trato familiar, pleno de abandono.
Quieres que tu amistad sea fecunda y productiva, para mi mismo y para los
demás. Dios amigo del hombre. Creador amigo de la creatura. Santo amigo del
pecador. Eres el amigo ideal, que nunca falla en su fidelidad y nunca se rehúsa
a sí mismo. Al ofrecimiento de tan magnífica amistad, quisiera corresponder
como Tú lo esperas y mereces procediendo siempre como tu amigo. Amén”.
Autor: Ma Esther De Ariño.
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