Tal vez nos han pasado cosas inesperadas para poder realizar todo aquello que
con tanto entusiasmo emprendimos
Nos encontramos a medio camino, en
la mitad del año.
Ha transcurrido ya tiempo desde aquellos primeros días de enero en los que
pisábamos el flamante camino con un paso un poco cauteloso, con una incógnita
en el corazón pero también con una alforja llena de buenos propósitos.
Empezábamos el camino nuevo, mejor dicho, no había camino, ahora se ha hecho
camino al andar.
Es bueno volver la vista atrás y hasta quizá hacer un alto en este tan personal
sendero para ver qué ha sido de todo "aquello" que nos propusimos con
auténtico afán de mejorar. ¿Somos, aunque sea un poco, algo mejores? ¿Vamos
cumpliendo con aquellas metas que se nos antojaron que podíamos alcanzar? ¿Los
que nos rodean podrán decir que hemos cambiado, que se nos nota diferentes y
que ahora nuestro trato y cercanía es una agradable realidad?
Tal vez nos han pasado cosas, muchas cosas inesperadas, quizá dolorosas, tal
vez hemos encontrado muchos obstáculos, más fuertes de lo que esperábamos
encontrar para poder realizar todo aquello que con tanto entusiasmo emprendimos
pero... también quizá nos hemos ido dejando llevar por el cómodo
"mañana" y ese, como es natural, aún no llega. No nos desanimemos.
El comienzo de un nuevo año no es elemento privativo de cambio. Siempre se
puede cambiar. Nunca es tarde. Empecemos hoy, desde este instante. Nada importa
que hayan pasado los meses...lo que pasó, pasó, y en este momento lo que
estamos viviendo es el HOY.
Veamos al fondo de nuestra alforja de peregrinos, de caminantes hacia la casa
del Padre. ¿Todavía están aquellos propósitos, aquellos buenos deseos?. Pues
empecemos hoy. Ahora. Si era el dejar de fumar, el beber en demasía y sin
control, el comer desordenadamente, el abatir la pereza, etcétera, hoy es el
momento.
No olvidemos que nunca es tarde para decir: te quiero, para perdonar, para
llamar al amigo o a la amiga que teníamos en el olvido, para visitar a una
persona que está sola o enferma, para ser más comprensivos, más tolerantes,
para ser más generosos, más desprendidos, más cariñosos, más alegres, más
puntuales, más responsables de nuestros deberes y obligaciones, más cordiales,
más humildes, más serviciales, más honestos, más pacientes, más serenos, más
limpios de corazón, más auténticos, más firmes en el cumplimiento de las leyes
de Dios, en resumen: más FELICES. No olvidemos a Dios en nuestro diario
caminar, Él es el único que nos dará esa fuerza para cumplir nuestros
propósitos, que nos ayudará a amar más y mejor, Él es quien nos da la verdadera
alegría. No olvidemos su gran amor por nosotros.
Porque vivir empeñados en todo esto nos traerá la PAZ y con la paz en nuestra
vida iremos haciendo el camino nuevo, que día a día, marcan nuestros pasos,
pero siempre con el esfuerzo y el empeño de ser cada día mejores. EMPECEMOS
HOY.
Autor: Ma Esther De Ariño
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