"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

domingo, 22 de octubre de 2017

El Camino Compartido



Un proyecto de vida matrimonial

El viaje es donde se encuentra la felicidad, no en el destino. Ésta es una de las principales reflexiones que nos presenta la película “El camino del guerrero” (Peaceful Warrior). El camino es donde podemos encontrar el mayor de los deleites y es precisamente ahí mismo donde llegamos a la plenitud; caminando, andando, y más aún cuando tenemos la dicha de contar con un compañero de viaje.

Al establecer una relación tenemos el deseo de hacer partícipe de nuestra vida al otro, y cuando tomamos la decisión de formalizar la relación con el compromiso del matrimonio, con el “sí, acepto”, no solo hacemos partícipe al otro de nuestra historia sino que escribimos una nueva entre los dos, donde el “tú” y el “yo” quedan superados por un “nosotros”. Ese “nosotros” es el que deberá ir orientando y gobernando las decisiones que vayamos tomando de ahora en adelante.

Mucho se suele hablar del proyecto de vida, de que tenemos que decidir los estudios que deseamos realizar, a qué nos queremos dedicar, qué es lo que queremos hacer de nuestra vida: qué camino es el que queremos recorrer. De lo que casi no se habla es del proyecto de vida matrimonial, de ese en el que los proyectos de vida individuales se  reajustan y reconfiguran para ser un solo proyecto en el que ya no son “mis metas” o “tus metas”, sino “nuestras metas” y ya no son dos vías o caminos distintos, sino uno mismo transitado por los dos.

Suele tenerse la tentación de pensar que en el momento en el que los novios contraen matrimonio, por default y de manera automática, ya es un solo camino el que se recorre y los dos se dirigen hacia el mismo destino, pero lamentablemente no es así. Paradójicamente, suele suceder continuamente que los novios se casan teniendo en su mente caminos diferentes, metas distintas e ideas que no coinciden con las del otro, precisamente por dar por hecho o suponer que el matrimonio en sí mismo los hará caminar hacia la misma dirección. Es esta una de las fuentes principales de problemas matrimoniales.

El proyecto de vida matrimonial es una herramienta fundamental, que al realizarlo nos permitirá disfrutar y vivir de manera más plena el viaje del matrimonio con esa persona que hemos elegido como compañera. El proyecto de vida matrimonial nos previene de ir viviendo de acuerdo a las circunstancias, de manera improvisada y nos permite tomar el timón de nuestro matrimonio para irlo guiando al puerto que hemos elegido.

Sustituyamos el mal de la improvisación por el bien del conocimiento, realicemos y revisemos nuestro proyecto de vida matrimonial tratando de visualizar diversas circunstancias y perspectivas, este ejercicio también nos ayudará a mejorar el conocimiento mutuo, el dialogo y la negociación en la pareja. A final de cuentas el matrimonio es algo que se tiene que disfrutar, no padecer. El matrimonio es ese viaje que nos da la felicidad cuando lo recorremos aprovechando los momentos adecuados, como lo dice Arthur Schnitzler, “estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”
Por: Francisco Peralta Dávalos




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sábado, 21 de octubre de 2017

¿Hay pecados sin perdón?



El arrepentimiento o contrición es indispensable para recibir el perdón de Dios.

El único pecado que no tiene perdón es el pecado contra el Espíritu Santo. ¿Y en qué consiste este pecado? Consiste en cerrarse de mente y de corazón a la acción del Espíritu Santo (cfr. Lc. 12, 10). Y no se perdona, porque al no dejarse la persona influir por el Espíritu Santo, no puede arrepentirse, y sin arrepentimiento no puede haber perdón. En realidad el pecado contra el Espíritu Santo es el rechazo a la gracia de Dios y al arrepentimiento final: es el rechazo a Dios inclusive hasta el momento de la muerte.

El arrepentimiento o contrición es indispensable para recibir el perdón de Dios. Así define la contrición el Catecismo de la Iglesia Católica: “un dolor del alma y una detestación del pecado cometido con la resolución de no volver a pecar”. (CIC #1451)

Existe la “contrición perfecta”, que es un regalo del Espíritu Santo y consiste en optar por Dios y rechazar el pecado, porque preferimos a Dios más que a cualquier otra cosa. La “contrición perfecta” brota, entonces, del amor a Dios sobre todas las cosas. Este tipo de arrepentimiento perdona las faltas veniales y obtiene también el perdón de los pecados mortales, siempre y cuando tengamos la firme resolución de confesar esos pecados graves en el Sacramento de la Confesión enseguida que nos sea posible. (cfr. Caatecismo de la Iglesia Católica #1452)

Existe además la “contrición imperfecta” o “atrición”, también impulso del Espíritu Santo, por la cual nos arrepentimos de nuestros pecados debido al temor a la condenación eterna o porque podemos apreciar la fealdad del mismo pecado. Este tipo de arrepentimiento, aunque imperfecto, es suficiente para obtener el perdón de pecados mortales o veniales en el Sacramento de la Confesión. (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica #1453)

Sobre si el suicidio se perdona, he aquí lo que dice el Catecismo de la Iglesia al respecto: “No se debe desesperar de la salvación eterna de aquellas personas que se han dado muerte. Dios puede haberles facilitado, por caminos que El solo conoce, la ocasión de un arrepentimiento salvador. La Iglesia ora por las personas que han atentado contra su vida”. (Catecismo de la Iglesia Católica #2283)

Sólo Dios es dueño de cada vida humana. No podemos disponer de nuestra vida y de la de los demás según nuestros deseos y criterios. El mandamiento “No matar” se aplica a la muerte a uno mismo y a la muerte a los demás, incluyendo a los bebés que están aun en el vientre de su madre y desde el primer instante de su concepción, por lo que el aborto, en cualquier momento del embarazo también es un pecado grave. Otro pecado contra la vida es la eutanasia o asesinato misericordioso, que consiste en acabar con la vida de un enfermo terminal. Nadie tiene derecho, ni el enfermo, ni los médicos en decidir el momento de la muerte, por lo que el llamado “suicidio asistido” también es un pecado grave en el que está comprometido también el que colabora en suspender una vida humana.

Ahora bien, por más graves que sean estos pecados contra la vida, todos tienen perdón de Dios si se cumple con el debido arrepentimiento y, para los católicos, con la Confesión.
Por: Catholic.net




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viernes, 20 de octubre de 2017

¿Somos hipócritas o servidores?



Este discurso de Jesús se dirige a los cristianos de todos los tiempos. Se dirige a las autoridades de la Iglesia y se dirige igualmente a cada uno de nosotros.

En las Sagradas Escrituras, frecuentemente, Jesús ataca a los escribas y fariseos. Invita a los suyos a hacer y cumplir lo que enseñan, pero no imitarlos en su conducta. Son críticas duras que les hace a los dirigentes espirituales de su pueblo. En concreto les echa en cara lo siguiente:

1. No cumplen lo que enseñan
2. Imponen cargas pesadas a la gente, pero ellos ni las tocan
3. Quieren aparentar ante los demás
4. Buscan los primeros puestos y los saludos en las plazas

Ahora, uno podría pensar que estas actitudes fueron propias de esta gente y que con su muerte se acabaron. Lastimosamente no es así. Este discurso de Jesús se dirige, por eso, también a los cristianos de todos los tiempos. Se dirige a las autoridades de la Iglesia y se dirige igualmente a cada uno de nosotros.

Porque los fariseos no son una categoría de personas. Se trata, más bien, de una categoría del espíritu de una postura interior. Es un bacilo siempre dispuesto a infectar nuestra vida religiosa.

Todos somos fariseos:
a. Cuando reducimos la religión a una cuestión de prácticas espirituales, a un legalismo estéril;
b. Cuando pretendemos llegar a Dios dejando de lado al prójimo;
c. Cuando nos preocupamos más de “parecer” que de “ser”;
d. Cuando nos consideramos mejores que los demás.

Toda esta plaga tiene un único y solo nombre: hipocresía. Por eso, con toda justicia, fariseísmo se ha convertido para nosotros en sinónimo de hipocresía.
Los hipócritas tienen una “doble cara”, una vuelta hacia Dios y la otra hacia los demás. Y, sin duda, la cara que mira a Dios es horrible, espantosa.

Para Cristo, la ley no era un ídolo, sino que era un medio. Tenía la tarea de empujar al hombre hacia adelante, de ayudarle para crecer.
El desafío que hoy nos presenta Jesús es, entonces: amor o hipocresía. Porque amar significa servir. Quien ama realmente, sirve a los demás, se entrega a los hermanos.

Es la actitud de Cristo. Toda su vida en esta tierra no fue sino un servicio permanente a los demás. Y al final entrega hasta su vida por nosotros, para liberarnos y salvarnos.

Y es también la actitud de María. En la hora de la Anunciación se proclama la esclava del Señor. Nosotros muchas veces creemos que estamos sirviendo a Dios porque le rezamos una oración o cumplimos una promesa. Miremos a María: Ella le entrega toda su vida, para cumplir la tarea que Dios le encomienda por medio del ángel. Cambia en el acto todos sus planes y proyectos, se olvida completamente de sus propios intereses.

Lo mismo le pasa con Isabel. Sabe que su prima va a tener un hijo y parte en seguida, a pesar del largo camino de unos cien kilómetros. No busca pretextos por estar encinta y no poder arriesgar un viaje tan largo. Y se queda tres meses con ella, sirviéndola hasta el nacimiento de Juan Bautista.
Hace todo esto, porque sabe que en el Reino de Dios los primeros son los que saben convertirse en servidores de todos. Cuando el ángel le anuncia que Ella será Madre de Dios, entonces María comprende que esta vocación le exige convertirse en la primera servidora de Dios y de los hombres.

Pidamos a Jesús y a María que nos regalen ese espíritu de servicio desinteresado y generoso, que ellos han vivido tan ejemplarmente. Sólo con ese espíritu podremos enfrentar los desafíos del mundo de hoy. Sólo con ese espíritu podremos ser instrumentos aptos para construir un mundo nuevo.

Preguntas para la reflexión

1. ¿En qué grupo estoy, hipócritas o servidores?
2. ¿Cómo podemos servir a los demás?
3. ¿Qué actitud de María puedo adoptar?
Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y homilías del Padre Nicolás Schwizer




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jueves, 19 de octubre de 2017

Seis consejos para evitar que los hijos sean materialistas y egoístas



 Muchas veces los padres debemos luchar contra la publicidad, la sociedad de consumo y aquellas frases como “es que todo el mundo lo tiene”; y es que son miles de estímulos que a diario alientan a los niños a tener más y más cosas. Sin embargo, este consumismo puede ocasionar en los pequeños un deseo insaciable de acumular cosas, volviéndose materialistas y egoístas. 
 Entonces, ¿qué podemos hacer los padres para ayudar a los hijos a ser menos materialistas y menos egoístas? Mercatornet da seis pequeñas pautas que no son difíciles de cumplir y que señalan el camino a seguir:

1. Modérate a ti mismo

Este mensaje destinado a los padres es el más difícil pero también el más importante. Distintas investigaciones muestran que los padres que son muy materialistas tienen hijos materialistas. La clave en este punto es analizar qué ejemplo das a tus hijos.

2. Pasa más tiempo con tus hijos que con el dinero

Haz un esfuerzo para pasar tiempo con tus hijos haciendo cosas que no cuesten dinero: ir al parque, pasear en bici, cocinar o jugar a distintos juegos de mesa.

3. Rotación de juguetes 

Tus hijos seguramente tengan muchos juguetes así que una opción es guardar algunos de ellos. Esto ayudará a los niños a aprender que no necesitan tanto para pasar un buen rato y además cuando sus padres roten los juguetes y les saquen los guardados los disfrutarán como si fueran nuevos.  El tener menos juguetes a mano también puede fomentar la creatividad y la resolución de problemas.

4. Menos recompensas económicas 

Algunas investigaciones muestran que los adultos que de niños recibieron recompensas económicas o materiales tales como “si te portas bien te compraré esto…” son más propensos a caer en lo mismo como padres. Para ello, no hay nada mejor que los niños se esfuercen en hacer algo durante un tiempo para valorar lo que es ganar algo, pues es la vida es esto.

5. Enseñar el hábito de “dar” más que “recibir”

Ayudar al otro ayuda a contrarrestar el materialismo. Algunos ejemplos pueden ir desde llevar la cena a un vecino enfermo a regalar algunos juguetes a centros para niños necesitados. Otra opción que se plantea es que el niño elija uno o dos regalos de Navidad para regalar a otros. Eso o una pequeña parte de la paga del domingo.

6. Cuidado con la televisión e internet

Buena parte de este materialismo viene aprendido de estos medios, que además tiene otras consecuencias. Una buena rutina es establecer una cultura familiar en la que quede claro que la televisión, los teléfonos, las computadoras son un privilegio, no un derecho, y que los padres tienen el poder de controlar el acceso de los niños a estos aparatos.
Otra ventaja adicional es que las familias que limitan el acceso a estos dispositivos tienen mucho más tiempo para hablar y los padres  pueden conocer mejor lo que está pasando en las mentes de sus hijos.

Qué tal te parecen estos consejos, no son tan difíciles de seguir, ¿verdad? Es cuestión de proponernos, de enseñar a los hijos que las cosas materiales no son las que nos dan la felicidad, que la generosidad nos hace grandes, a diferencia del egoísmo que nos aleja de las personas y nos aparta de la felicidad.
Mercatornet – 17.10.2017




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miércoles, 18 de octubre de 2017

Vive, no mueras lentamente

El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz. ¡Eso es todo!

Un periodista pregunta a Ana María Matute, de la Real Academia Española:
¿Qué es para usted vivir mucho?
Ella responde:
Darte cuenta, tocar lo que vives en cada instante.
El buen fotógrafo capta lo instantáneo. La persona sabia es aquella que sabe vivir en cada instante. Así afirma  Dostoyevski: “El hombre es desgraciado porque no sabe que es feliz. ¡Eso es todo! Si cualquiera llega a descubrirlo, será feliz de inmediato, en ese mismo minuto, en ese mismo instante”.


La vida te sonreirá , si se es capaz de descubrir esa sonrisa. Cada cosa tiene su belleza, tiene su alma. Para ello se necesita tiempo, y aprender a ver con los ojos del alma; entonces nacen deseos de disfrutar la vida. No  se puede tomar  la vida como una carrera, no es una competencia; La vida es un tesoro que hay que sorberlo en cada momento, que hay que compartido, es un soplo de eternidad que el Señor nos ha regalado. La vida es saber disfrutar y compartir el cariño inmenso que nos rodea, cuando estamos en familia, en el trabajo, en el campo, cuando sopla el viento y acaricia la lluvia. La vida es un eterno aprendizaje del amor. 
“Alégrate de la vida porque te da la oportunidad de amar y trabajar y jugar y mirar a las estrellas”  (Henry Van Dyke). Hay que vivir sin miedo a perder, pues “al que vive temiendo nunca le tendré por libre” (Horacio). Hay que vivir en el aquí y en el ahora,  pues“algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora” (John Lennon).
“¿ Amas la vida ? Pues no malgastes el tiempo que es la tela de la vida” (Benjamín Franklin).Y quine no ama la vida , tendrá que amar a los otros, pues “amando a los demás descubriréis el sentido de la vida” ( Juan Pablo II).  Cuando se tiene en la vida un porqué, se vive sin dificultad el cómo (F. W. Nietzsche). Y “cuando una persona planta árboles bajo los cuales sabe muy bien que nunca se sentará, ha empezado a descubrir el significado de la vida” ( Elton Trueblood). Cada día hay que empezar a vivirlo como si fuese el primero y el último. “Cada vida ha de tener sus espacios huecos, que el ideal ha de rellenar” (Julia Ward Howe).
La vida es breve, hay, pues, que aprender a vivir, a aprovecharla, para no tener que morir sin haber vivido, para no morir lentamente.
“Muere lentamente quien no viaja,
 quien no lee,
quien no escucha música,
quien no halla encanto en sí mismo.
 muere lentamente
quien destruye su amor propio;
quien no se deja ayudar.
 muere lentamente
quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos senderos;
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con quien desconoce.
Muere lentamente
quien evita una pasión
y su remolino de emociones;
aquellas que rescatan el brillo de los ojos
y los corazones decaídos.
Muere lentamente
quien no cambia la vida cuando está insatisfecho
con su trabajo, o su amor;
quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir tras de un sueño;
quien no se permite,
por lo menos una vez en la vida,
huir de los consejos sensatos...
¡Vive hoy!
¡Arriesga hoy!
¡Haz hoy!
Por: P. Eusebio Gómez Navarro OCD | Fuente: eusebiogomeznavarro.org




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