"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 12 de julio de 2017

En la era de la comunicación, hogares de hoy



¿Existe realmente comunicación entre los padres y los hijos de hoy?

Las generaciones se suceden unas a otras. Los tiempos cambian, estilos de vida, de comportamiento, y modo de ver las cosas, de manejar conceptos e ideas, pero los valores permanecen inmutables ya que si los desvirtuamos terminarán por no serlo.
Es cierto que en generaciones atrás se vivía en los hogares bajo la voz de mando del “jefe”, del cabeza de familia, del señor “amo”. La mujer no osaba  levantar los ojos y su voz no se oía ni para defender a los hijos que en muchas ocasiones eran castigados con rigor y a veces injustamente. Hoy en día, el péndulo en el ambiente hogareño se ha ido al otro extremo. Hubo un intermedio, una transición entre esto y algo diferente. Ese cambio les tocó a nuestros padres, que si bien abandonaron el influjo del miedo y el poderío autoritario, quizá por un recuerdo doloroso, supieron darnos ternura y comprensión pero sin dejar de mostrarnos su jerarquía donde el respeto y la obediencia se unían al amor.
 
Quizá no había tanta comunicación como la que ahora se presume, ¿pero existe realmente comunicación entre los padres y los hijos de hoy?. Al diálogo, la charla, la confidencia se las llevó “el viento”, el viento de la prisa, el viento duro del apremio, el viento contumaz y envolvente del “ no tengo tiempo” … El padre no tiene tiempo, la madre no tiene tiempo y los hijos tampoco tienen tiempo. Ya no se habla. Cada quién tiene su espacio y están empezando a ser todos unos extraños en su propio hogar.

La transición de la que hablamos nos alcanzó a nosotros, los padres de ayer y los de hoy, que imitamos esa conducta que nos pareció buena para educar a nuestros hijos, pero hoy, en el afán de romper con todo lo “anterior”, con todo lo tradicional, se está exagerando y ya estamos viendo los resultados y consecuencias. Es cierto no hay mucho tiempo pero no es la cantidad sino la calidad. Libertad para los hijos pero guiados con amor y comprensión y sin perder jamás la jerarquía y el respeto. En la educación de los hijos no cabe ni el egoísmo ni la comodidad de los padres, es un continuo sacrificio y una dedicación total. Tener la fuerza y la autoridad para decirles “NO”  a lo que no les conviene. Cuando sean hombres y mujeres de bien nos lo agradecerán.
Por: María Esther de Ariño




Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse aquí

martes, 11 de julio de 2017

Como pareja y como padres



Con padres generosos, los hijos serán generosos
Una verdadera familia es el lugar de formación donde se aprende a vivir las grandes virtudes

Es importante y necesario, por el bienestar de la pareja y el ejemplo como formación de cada uno de los hijos, como seres humanos practicar, ambos, y como medio de vida: el agradecimiento (gratitud), respeto mutuo entre pareja y de los hijos hacia los padres y entre los mismos hermanos.

La solidaridad, el estimulo, el reconocimiento de los errores, siempre será parte de la formación familiar.

Una persona agradecida, bondadosa, alegre, respetuosa, positiva…siempre será agradable. Una persona violenta, resentida, frustradas, orgullosa, que piensa que todo lo merece y por eso no agradece, es soberbia y egoísta es una persona poco agradable.
 
Es importante reflexionar:

Una casa donde nadie se preocupa por la formación y superación personal (en los aspectos: espiritual, moral e intelectual) y familiar. Una casa donde nadie sabe agradecer, donde no se conoce el respeto, no existe la solidaridad, el estimulo y el reconocimiento; donde no existe la armonía de dos seres diferentes pero necesarios y complementarios.
Donde se intenta substituir a la madre o al padre, por dos mamás o dos papás, eso será una casa, pero jamás será un hogar. Porque un hogar lo construyen unidos (no solo juntos) una mujer como esposa, compañera, amiga, hermana y un hombre como esposo, compañero, amigo y hermano.

Evitemos el exterminio por la modernidad contra natura. Sin la relación afectiva entre un hombre y una mujer, y la unión de voluntades, en legítimo matrimonio, no habrá procreación que es uno de los objetivos de la unión sacramental. Todos somos fruto  de una relación de un hombre y una mujer.

La existencia y la presencia de dos seres complementarios y necesarios en todos los aspectos, jamás podrán ser substituidos.

Podrá haber una casa. Una “familia”… pero no un HOGAR
Una verdadera  familia es el lugar de formación donde se aprende a vivir las grandes virtudes; el lugar querido por Dios para formar al ser humano; el lugar donde nos instruimos para ser personas; el lugar donde aprendemos a amar y a ser amados, a ser generosos, fieles, honestos y responsables. (P. Sergio G. Román | Fuente: Desde la fe)
 
La familia, es una comunidad de fe, esperanza y caridad. Por eso le podemos llamar Iglesia doméstica. (El Pontificio Consejo para la Familia)


La persona necesita vivir en familia, tener un hogar, un nido al que volver cuando sale a la calle, donde haya calor y protección (Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net)

Calor de hogar, que hay que mantener con arte, para estar “a gusto”. Con todas las letras. “A gusto” se escribe con la A de alegría, G de generosidad, U de utilidad, S de satisfacción, T de tolerancia y O de orden. Así se mide la “temperatura” y el calor no se nos escapa por las rendijas de gritos y discusiones. En primer lugar, de este clima de entrega a los demás, surge el gozo, la alegría que salpica a los demás, que se expresa en la mirada, puerta del mundo interior. Es un jardín donde crece la planta de la generosidad, cuando el marido llega cansado no se refugia en el telediario sino que va a recibir las novedades de la mujer y cada uno de los hijos. Donde todos colaboran y se sienten útiles, y por esto satisfechos. Y hay tolerancia, porque se sabe que hay cosas importantes y otras que no lo son, y se saben distinguir unas de otras, y ceder en aquello que es opinable e intrascendente y allí nadie pretende tener siempre la última palabra en cualquier asunto. Y orden, también material aunque sin que sea una manía para ocultar el desorden interior.

Esta es la vocación de nido, que no es hotel donde descansar, pero tampoco cárcel donde desarrollar un sentimiento posesivo y chantajes emotivos: es el lugar donde se está lo justo para nacer, para crecer, y para aprender a volar: para perderle miedo a la altura, y lanzarse finalmente al cielo. (Llucià Pou Sabaté | Fuente: Catholic.net)

En el hogar se aprende
La generosidad se enseña con el ejemplo, la constancia, el esfuerzo, con delicadeza y amor, y sobre todo, todo hecho con naturalidad y alegría. (Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net)

Es frecuente escuchar que los hijos aprenden de sus padres y padres que aprenden de sus hijos. Existe un lenguaje no verbal, que sustituye o acompaña nuestras palabras. Es el clima que creamos a nuestro alrededor, ordinariamente a través de cosas muy pequeñas como, por ejemplo, una sonrisa cordial o una mirada de aprecio. (Julia Burggraf)

Con padres generosos, los hijos serán generosos. (Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net)

En la familia es el mejor  ámbito para ser concebido, para nacer, para crecer, para envejecer y para morir con la dignidad propia de la persona humana. (Salvador Casadevall | Fuente: Catholic.net)

La base de la familia y de toda sociedad es el amor, entrega, alianza y consagración en  matrimonio de un hombre y una mujer en libre y absoluto consentimiento.
Por: Francisco Mario Morales




               Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse aquí

lunes, 10 de julio de 2017

Nuestra fe no está muerta, está dormida



La clave está en atreverse a creer que el Señor está palpitante en cada orla de su manto

Tal como ocurriera con los dos sueños del Faraón que José discernió, las dos mujeres que Marcos nos presenta (Mc 5, 21-43), la hemorroísa y la hija de Jairo son en realidad “una sola persona”. Eres tú. Somos cada uno de nosotros. De ninguna de la dos nos ofrece San Marcos su nombre. Pongamos el nuestro, sintámonos aludidos, interpelados, por la Palabra.

Ambas mujeres tienen entre sí un triple nexo que nos permite identificarlas como un solo mensaje del Señor. Por una parte, San Marcos nos presenta “trenzadas” las dos sanaciones. Por otra, ambas “cuentan” 12 años. Pareciera que el Evangelista hubiera “subrayado” en rojo este detalle. Abundemos en él.

La mujer enferma lleva 12 años “perdiendo vida”. La sangre es signo de vida en el contexto bíblico. Curiosamente, 2000 años después, en las campañas de donación de sangre uno de los lemas es “donar sangre es donar vida”. Y así es.

Ella se ha gastado su fortuna en tratamientos que, a la postre, no sólo han resultado infructuosos, sino que han empeorado su estado. Aterricemos: en nuestra vida hay muchas heridas emocionales y situaciones dolorosas por las que vamos “perdiendo” alegría, paz, bondad, etc. Se nos va la “vida... en el Espíritu”, se nos van los frutos. Se nos va la vida, solemos decir ante un golpe de calor estival. Muchas veces nos acostumbramos a confiar demasiado en nuestro propios recursos y experiencia vital para salir del atolladero, porque nos cuesta pedir ayuda. Es como su tuviéramos frío y en lugar de buscar el calor del hermano, quisiéramos “reinventar” el fuego.

Hay diferencia entre ver y mirar, entre oír y escuchar. Tampoco es lo mismo apretujar que tocar. La multitud que apretuja al Maestro nos recuerda a nosotros mismos cuando estamos con el Señor sólo “emocionalmente”, cuando estamos en la Eucaristía “de cuerpo presente”, sin darnos cuenta de la Presencia. Cuando leemos mucho sobre el Evangelio, pero no terminamos de sumergirnos en el Evangelio. Cuando lamentamos lo mal que va el mundo en lugar de dar gracias a Dios “siempre y en todo lugar, porque es justo y necesario”.

Ella toca la orla del manto, es decir la parte de su túnica aparentemente más “alejada” de la mirada del Señor. La túnica representa la Iglesia misma, que “reviste” al Señor y le hace visible en el mundo. El testimonio de aquella mujer nos recuerda que el Amor del Señor nos puede sanar sólo con que “toquemos” levemente cualquiera de las piedras vivas que la formamos. Tocar es abrazar es expresar el amor fraterno. Es como la “caricia del Papa” que el Beato Juan XXIII regaló a los padres para sus niños, en el famoso discurso de la Luna la noche inaugural del Concilio.

La hija de Jairo representa nuestra vida en Cristo, nuestro primer amor con el Señor. La joven lleva casi 2000 años teniendo doce, porque la obra de Dios en cada uno de nosotros no envejece. Es como dicen los Padres Orientales de la Iglesia refiriéndose al corazón interior: Nuestra porción de vida eterna, el “lugar” genuino de nuestra semejanza con Dios.

Jairo, jefe de la sinagoga, representa a la Iglesia, que intercede al Señor por todos los hombres y por cada uno de sus hijos, seamos o no conscientes de ello. La niña, en efecto, no es consciente, no puede salir a pedir ayuda. Cuando los amigos de Jairo comentan a éste que ya no hace falta “molestar“ al Maestro, no es difícil aventurar la frase siguiente: “Jesús no ha llegado a tiempo, estaba atendiendo a esta otra señora”. Son los mismos parientes que alternan el llanto desconsolado por la joven difunta con la risa burlesca ante el diagnóstico del Señor: “La niña está dormida”. Ellos representan nuestros sentimientos desbocados, variables, cuando les falta el dominio de sí que los gobierne como el imán a las limaduras de hierro. Pero Jairo confía y deja en manos del Señor a su pequeña. San Marcos no nos dice su nombre, pero en el nombre de su padre está escrita la obra que va a hacer el Señor en ella, porque Jairo deriva de Yag´ir, que significa "Dios iluminará".

En efecto, nuestra fe no está muerta, está dormida. Los “parientes” ya tienen la siguiente pregunta preparada: Si está dormida, ¿por qué a nadie se le ocurrió despertarla? ¿Acaso Jairo o su esposa no hubieran podido tocarle en el brazo levemente? No, porque de ese sueño sólo puede despertarnos la Voz de Cristo. Por eso, cuando sentimos dormido el ánimo y deprimido el corazón sólo la escucha de la Palabra puede hacernos llegar el “Talitha kumi”. Es cierto que también podemos rechazar el diagnóstico del Médico y certificar nuestra desesperanza, como forenses de nosotros mismos. Aun así, a los tres días nos daremos cuenta con asombro de que nuestra “hija de Jairo” no sufre descomposición alguna. Nos daremos cuenta de que nuestra esperanza está viva, pero dormida. Está dormida, pero muy viva.

El lenguaje coloquial viene a iluminar esta realidad con pintoresca gracia: Tras una jornada de fatigoso trabajo solemos decir: “Estoy muerto de cansancio”. Y no nos damos cuenta de que un difunto no experimenta cansancio alguno, al contrario, goza de descanso perfecto. Saquémosle punta a la frase citada: Cuanto más grande es el cansancio experimentado más vivos estamos, más nos hemos apasionado en el trabajo. En clave de Evangelio, los caminos de Dios son distintos de los nuestros, porque cuanto más nos hemos desgastado por los hermanos, más vivos estamos, y más vivos nos sentimos. Cuanto más ha ardido nuestra zarza con el fuego del amor de Dios, más ligera navega la savia del Espíritu por nuestras ramas.

El tercer nexo entre las dos mujeres es que ambas tienen un encuentro personal con el Maestro. La mujer sanada es la única que le ha “tocado”. La orla del manto puede ser cualquier cosa, por pequeña que sea, de la que el Señor se sirve para mostrarnos su presencia en lo cotidiano. Para Blaise Pascal fueron unas notas de órgano, para la Madre Teresa la llamada de un mendigo. La clave está en atreverse a creer que el Señor está palpitante en cada orla de su manto. Ella lo creyó... y así fue.

Y en cuanto a la joven, muchos hablaban de ella, pero sólo Jesús le habló a ella. Y después de despertarla tuvo la emocionante delicadeza de pedir que le dieran de comer. Ahí ha dejado escrita una ulterior exhortación para nosotros: Cuando el Amor de Dios nos saca de nuestra postración, depresión y melancolía, hemos de alimentar a la hija de Jairo, hemos de robustecer nuestra dieta espiritual con los sacramentos, la Palabra, la vida fraterna, etc... Hemos, en suma, de vivir como hijos resucitados.
Por: Hermano Lázaro Clemente



Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse aquí

domingo, 9 de julio de 2017

Gracias, sólo gracias

Si aprendemos a agradecer, nos daremos cuenta que en nuestro corazón aumenta el deseo de servir, es decir de donarse.

Hoy puede tener más sentido la frase: en vida hermano, en vida... después de la experiencia.

Siempre suele suceder así, que vamos aprendiendo en el camino, y que hay que estar despierto para que nuestros prejuicios o nuestras ocupaciones no nos permitan pasar de largo frente a quien nos esta pidiendo un "te quiero", o simplemente deseando que alguien lo valore.. para poder dar más.

Es verdaderamente una fortuna... desear estar despierto aún cuando las cosas no van como uno desearía.. lo importante es saber dar gracias. Vivir en gratuidad... porque todo es regalo, todo es don.

Un periódico italiano comentaba que el Papa Benedicto XVI, es el Papa de las gracias, porque a todos les da las gracias, a los gendarmes que lo custodian, a su secretario, al que le abre la puerta, a la que le pasa un vaso de agua... ¡que maravilla! Si aprendemos a dar las gracias, creo que nos cambiaría la vida y hasta los estados de ánimo... ¡recibimos tanto y damos tan poco!

Se nos regala un nuevo día, se nos regala las manos con estos dedos que teclean mis ideas y las van esculpiendo en la pantalla de la computadora y mis palabras como huellas llevan una dirección... son para alguien. Se nos regala la tecnología y en cada instante un poco de aire para seguir viviendo, se me regala la fe y la esperanza sin mérito alguno. Y bien se que doy muy poco, por eso tengo deseos de agradecer.

Gracias, sería una nueva palabra que podíamos agregar a nuestro diccionario diario. Pero no solo decirlo, es necesario que esa palabra nazca del silencio, después de tomar conciencia que somos consentidos de Dios, que se nos regala Él mismo en cada Eucaristía, en cada Evangelio.

Es curioso... pero también Dios nos da las gracias, porque nos bendice (bien dice), porque habla bien de nosotros y cuando damos gracias se multiplican las bendiciones y tenemos más para repartir y regalando lo que Dios nos da, más crecemos, somos más cristianos, somos más divinos.

Si aprendemos a agradecer, nos daremos cuenta que en nuestro corazón aumenta el deseo de servir, es decir de donarse. Decir gracias a cada regalo nos conduce a la paz y a la alegría y es que en el mundo siempre hay más bien que mal, hay mas personas buenas que malas y a nosotros Dios nos ha rodeado de personas maravillosas.

Es cierto que tenemos heridas... pero son buenas. Yo mismo soy una persona herida que busca bálsamo para sus heridas y solo en la gratuidad va uno encontrando la alegría siempre nueva del que se encuentra con la sorpresa del regalo.

Ser conciente de que hoy puedo caminar... ¡cómo lo he de agradecer! Darme cuenta que puedo ver... ¡cuánto he de agradecer! Darme cuenta que puedo oír... Todo es regalo, todo tiene su encanto, todo tiene su sorpresa.

Porque el amor hace nueva todas las cosas, el amor hace eterno el instante y es desde ahí donde puedo agradecer.

Gracias, la palabra puede no decirnos nada... pero unida a nuestra existencia puede decirlo todo porque toda nuestra vida será justamente eso "una acción de gracias" después de todo la misma Eucaristía es eso... "ACCIÓN DE GRACIAS".

Toda la vida como un don.. pero es cierto que hay que pasar por la experiencia de la ausencia del don para darse cuenta del valor de la presencia, es necesario, vivir la ausencia del don, para ser conciente de que nada nos corresponde como mérito, que he correspondido muy poco para lo mucho que se me ha dado.

Vivir la gratuidad puede cambiar nuestra vida y nuestra manera de ver la vida... y no lo digo como una "auto-ayuda" sino como la realidad misma de la existencia que veo dibujada en la existencia de Cristo y en su oración: "gracias padre porque así te ha parecido bien" o en la misma actitud de Job: "si de Dios recibimos los bienes porque no hemos de aceptar los males".

Dios nos quiere libres y un corazón agradecido no está atado a la criatura porque bien sabe que no es dueño sino solo administrador de todos los bienes que Dios le ha querido compartir.... y hemos de dar gracias también por nuestras limitaciones que nos hacen vivir en la realidad humana y no angelical y que nos permite vivir en humildad, sabiendo que no merecemos sino que todo se nos da por amor.

Y es verdad que Dios no se entrega a nosotros en pedazos sino que se da totalmente y a pesar de nuestras miserias el sigue hablando bien de nosotros y nos sigue bendiciendo...

Por todo lo anterior que bueno que hoy tengo la oportunidad de decir gracias, por compartir así como soy sin ese afán de llenar expectativas... sin ese afán de perfeccionista ni con la inquietud del "deber ser." Simplemente ser y ser lo que se es.

Que nuestra vida sea Eucarística y al final sea una acción de gracias y podamos dejar está vida con estás palabras: "gracias Padre porque así te pareció bien... "

Qué mayor alegría que recibir los regalos, viviendo cada día como algo totalmente nuevo. Vendrán otros 6 de febrero... vendrán otras horas, pero este día jamás se volvera a repetir... hoy es totalmente nuevo.... por eso hoy quiero que este día sea para tí y para mi... un motivo para decir GRACIAS y sentir muy dentro de nuestro corazón la alegría de saber dar gracias.
Por: P Idar Hidalgo




Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse aquí