"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

domingo, 25 de diciembre de 2016

Navidad... una vez más Señor



La Navidad no es solo para una noche y de esta noche un ratito y tal vez mañana otro poquito. Es mucho más...es todos los días.

Una vez más hemos limpiado la casa. Hemos pulido los metales, hemos abrillantado las maderas.

Una vez más hemos sacudido el polvo, hemos encendido las luces...

Una vez más hemos hecho estrellas de papel plateado, hemos colgado guirnaldas, una vez más está engalanado el árbol de Navidad, una vez más, Señor, tienen nuestra casa ambiente de fiesta navideña.

Una vez más hemos andado con el vértigo del tráfico, de acá para allá buscando regalos y una vez más, Señor, hemos dispuesto la mesa y preparado la cena con esmero... una vez más, Señor...

Y una vez más todo esto pasará y será como fuego de artificio que se pierde en la noche de nuestras vidas, si todo esto ha sido meramente exterior. Si no hemos encendido la luz de Tu amor en nuestro corazón. Si nuestra voluntad no se inclina ante ti y te adora incondicionalmente.

Tu no quieres tibios , ya lo dijiste cuando siendo hombre habitabas entre nosotros, no quieres "medias tintas", a ratos si y a ratos no. Trajiste la paz pero también la guerra. La guerra dentro de nosotros mismos para vencer nuestro egoísmo, nuestra soberbia, nuestra envidia, nuestra gran pereza para la entrega total.

La Navidad no es solo para esta noche y de esta noche un ratito y tal vez mañana otro poquito. Es mucho más que eso, es todos los días, todos los meses y todos los segundos del año en que tenemos que vivir la autenticidad de nuestro Credo.

Ser auténticos con nuestra Fe no solo es: no robar, no matar, no hacer mal a nadie. Busquemos en nuestro interior y veamos esos pecados de omisión: el no hacer el bien, el no preocuparnos de los que están a nuestro lado, del hermano que nos tiende la mano y hacemos como que no lo vemos, como que no lo oímos... Veamos si en nuestra vida hay desprendimiento y generosidad o vivimos solo para atesorar y cuando nos parece que tenemos las manos llenas, las tenemos vacías ante los ojos de Dios.

Que esta Noche sea Nochebuena de verdad en nuestro corazón. Vamos a limpiar y quitar el polvo del olvido para las buenas obras. Vamos a colgar para siempre la estrella de la humildad donde antes había soberbia, vamos a poner una guirnalda de caridad donde antes había desamor.

Vamos a cambiar nuestra vida interior fría y apática, por una valiente y plena de autenticidad. Vamos a darte, Señor, lo que viniste a buscar en los hombres una noche como esta hace ya muchos años: limpieza de corazón y buena voluntad.

Empezamos esta pequeña reflexión con: Una vez más Señor... pues bien, ya no será una vez más, será: Siempre más, Señor.

Y como es una Noche muy especial, en nuestra primera oración, en nuestra primera conversación contigo te pedimos:

POR LOS ENFERMOS, POR LOS QUE NADA TIENEN Y NADA ESPERAN, POR LA PAZ EN EL MUNDO, POR LOS QUE TIENEN HAMBRE, POR LOS QUE TIENEN EL VACÍO DE NO SER QUERIDOS, POR LOS QUE YA NO ESTÁN A NUESTRO LADO, POR LOS NIÑOS Y LOS JÓVENES, POR LOS MATRIMONIOS, POR EL PAPA FRANCISCO, POR EL PAPA EMERITO BENEDICTO XVI, POR LA IGLESIA, POR LOS SACERDOTES.
A TODOS DANOS TU BENDICIÓN EN ESTE AÑO DE LA MISERICORDIA Y PARA TODOS LOS VISITANTES DE CATHOLIC.NET, UNA MUY FELIZ NAVIDAD.

Por: Ma Esther De Ariño


sábado, 24 de diciembre de 2016

Cristo Jesús está con nosotros esta noche



El Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, donde podremos adorarle.


Natividad del Señor

"Como el joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor: como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo".

Como en un magnífico exordio, con la alegría de los esposos que conviven juntos, así anuncia el Profeta Isaías la venida de Cristo el Salvador que colmará los deseos de los hombres de una muy estrecha solidaridad con el autor de los siglos, de los continentes y de los hombres.

Cristo Jesús está con nosotros esta noche, este día y todos los siglos, y aunque personajes extraños tratan de acaparar las miradas y atraerlas hacia sí, Cristo Jesús tendrá que ser el único centro de atención, de amor, de paz y de solidaridad.

Benedicto XVI lo expresa magníficamente: "En la gruta de Belén, la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Cristo Jesús está presente y nos acompaña".

No cabe duda que todos los hombres se preguntan, unos para acogerlo y otros para rechazarlo, cómo es Dios y qué rostro tiene. Los que han intentado acercarse a él, nos han dado su propia versión, y nos han reflejado su experiencia, pero ha sido la suya propia que muchas veces no refleja definitivamente el rostro del verdadero Dios. Ni los profetas, ni los sacerdotes, ni Moisés siquiera, han logrado darnos una versión total del Dios del Universo, e incluso, muchos quisieron hacerse un Dios a su imagen y semejanza, para sostener la precariedad de sus vidas e incluso tratando de encontrar en él, justificación para su estrecha o torcida manera de vivir, justificando sus injusticias, su avaricia, su tremenda avaricia, que deja a muchos sin comer, mientras ellos se permiten disfrutarlo todo.

Todas esas versiones que nos han dejado de Dios, han sido o incompletas o falsas, y podría haber desconcierto, cuando San Juan, en el prólogo de su Evangelio, afirma tajantemente que a Dios nadie lo ha visto. ¿Entonces qué hacer? ¿Está el Señor jugando a las escondiditas? No definitivamente no, pero tendríamos que decir al llegar a este punto, que el verdadero Dios es tan grande, que nunca lo entenderíamos ni podríamos poseerlo con nuestra débil inteligencia y con la cortedad de nuestra manos.

Pero precisamente el Dios de los cielos, queriendo ponerse en nuestras manos, se hace pequeño, indefenso, niño, en el portal de Belén, y en él podremos adorar al Dios que los hombres buscan para tener una respuesta a todas sus inquietudes. Es la respuesta del verdadero Dios, un Dios que se hace niño y se hace hombre, para que el hombre se haga Dios. Y esa realidad se realiza en la persona de Cristo Jesús, que es todo Dios y es al mismo tiempo todo hombre. Qué admirable descubrimiento del Dios de los cielos, creador de cuanto existe. En el Divino Niño podemos adorar la grandeza de Dios, sin olvidarnos que cuando el Hijo de Dios se encarna, ya lleva presente con él la salvación para todos los hombres con su muerte y resurrección.

Es el momento de la adoración, es el momento del amor. a Cristo mismo no lo entenderemos sin amor, y sin amor tampoco comprenderíamos el designio de Dios de hacerse cercano a los hombres. Mientras prendemos luces y más luces en al árbol de Navidad, esforcémonos más por encender el corazón en la luz del corazón de Cristo para que todo el mundo se convierta en una hoguera de amor, de paz, de consuelo y de solidaridad para todos los hombres.


Esta es la VERDADERA Y FELIZ NAVIDAD.

Por: P. Alberto Ramírez Mozqueda

viernes, 23 de diciembre de 2016

¿Qué significa para mí la Navidad?



Corramos con alegría hacia Belén, acojamos en nuestros brazos al Niño que María y José nos presentarán.

Homilía de SS Benedicto XVI, el viernes 16 de diciembre de 2011 en el rezo de Vísperas con los universitarios de los ateneos romanos en preparación a la Navidad.


"Sed contantes, hermanos, hasta la venida del Señor" (St 5,7)

Con estas palabras el Apóstol Santiago nos indica la actitud interior para prepararnos a escuchar y a acoger de nuevo el anuncio del nacimiento del Redentor en la cueva de Belén, misterio inefable de luz, de amor y de gracia.

(...)

Queridos amigos, Santiago nos exhorta a imitar al agricultor, que "espera con constancia el precioso fruto de la tierra" (St 5,7). (...)¿Pero es realmente así? La invitación a la espera de Dios ¿está fuera de nuestra época? Una vez más, podemos preguntarnos con radicalidad: ¿Qué significa para mí la Navidad?, ¿es realmente importante para mi existencia, para la construcción de la sociedad?

Son muchas, en nuestra época, las personas, que ponen voz a la pregunta de si debemos esperar algo o a alguien; si debemos esperar a otro mesías, a otro dios; si vale la pena confiar en aquel Niño que en la noche de Navidad encontramos en el pesebre entre José y María.

La exhortación del Apóstol a la constancia paciente, que en nuestro tiempo podría dejar un poco perplejo, es, en realidad, el camino para acoger en profundidad la cuestión de Dios, el sentido que tiene en la vida y en la historia, porque es en la paciencia, en la fidelidad y en la constancia de la búsqueda de Dios, de la apertura a Él, donde Él revela su rostro. No necesitamos un dios genérico, indefinido, sino un Dios vivo y verdadero, que abra el horizonte del futuro del hombre a una perspectiva de esperanza firme y segura, una esperanza rica de eternidad y que permita afrontar con valentía el presente en todos sus aspectos. Deberíamos decir entonces: ¿dónde puedo buscar el verdadero Rostro de este Dios? O mejor todavía: ¿Dónde Dios se encuentra conmigo mostrándome su Rostro, revelándome su misterio, entrando en mi historia?

Queridos amigos, la invitación de Santiago: "Sed contantes, hermanos, hasta la venida del Señor", nos recuerda que la certeza de la gran esperanza del mundo se nos da y que no estamos solos y que no construimos nuestra historia en soledad. Dios no está lejos del hombre, sino que se ha inclinado hacia él y se ha hecho carne (Jn 1,14), para que el hombre comprenda donde reside el sólido fundamento de todo, el cumplimiento de sus aspiraciones más profundas: en Cristo (cfr Exhort. ap. postsin. Verbum Domini, 10).

La paciencia es la virtud de los que se confían a esta presencia en la historia, que no se dejan vencer por la tentación de poner la esperanza en lo inmediato, en perspectivas puramente horizontales, en proyectos técnicamente perfectos, pero lejos de la realidad más profunda, la que da la dignidad más alta a la persona humana: la dimensión trascendente, el ser criatura a imagen y semejanza de Dios, el llevar en el corazón el deseo de elevarse hacia Él.

Hay otro aspecto que quisiera destacar esta tarde. Santiago nos ha dicho: "Mirad al agricultor: este espera con constancia" (5,7). Dios, en la Encarnación del Verbo, en la encarnación de su Hijo, experimentó el tiempo del hombre, de su crecimiento, de su hacer en la historia. Este Niño es el signo de la paciencia de Dios, que en primer lugar es paciente, constante, fiel a su amor hacia nosotros; Él es el verdadero "agricultor" de la historia, que sabe esperar. ¡Cuántas veces los hombres han intentado construir el mundo solos, sin o contra Dios! El resultado está marcado por el drama de las ideologías que, al final, se ha demostrado que van contra el hombre y su dignidad profunda.

La constante paciencia en la construcción de la historia, tanto a nivel personal como comunitario, no se identifica con la tradicional virtud de la prudencia, de la que ciertamente se tiene necesidad, sino que es algo más grande y complejo. Ser constantes y pacientes significa aprender a construir la historia con Dios, porque sólo edificando sobre Él y con Él la construcción está bien fundada, no instrumentalizada para fines ideológicos, sino verdaderamente digna del hombre.

Esta tarde reencendemos de una forma más luminosa la esperanza de nuestros corazones, porque la Palabra de Dios nos recuerda que la venida del Señor está cerca, incluso el Señor está con nosotros y es posible construir con Él.

En la gruta de Belén la soledad del hombre está vencida, nuestra existencia ya no está abandonada a las fuerzas impersonales de los procesos naturales e históricos, nuestra casa puede ser construida en la roca: nosotros podemos proyectar nuestra historia, la historia de la humanidad, no en la utopía sino en la certeza de que el Dios de Jesucristo está presente y nos acompaña.

Queridos amigos, corramos con alegría hacia Belén, acojamos en nuestros brazos al Niño que María y José nos presentarán. Volvamos a partir de Él y con Él, afrontando todas las dificultades.

A cada uno de vosotros el Señor os pide que colaboréis en la construcción de la ciudad del hombre, conjugando de un modo serio y apasionado la fe y la cultura.

Por esto os invito a buscar siempre, con paciente constancia, el verdadero Rostro de Dios. (...) Buscar el Rostro de Dios es la aspiración profunda de nuestro corazón y es también la respuesta a la cuestión fundamental que va emergiendo cada vez más en la sociedad contemporánea.

(...)

Queridos amigos, esta tarde nos apresuramos unidos con confianza en nuestro camino hacia Belén, llevando con nosotros las esperanzas de nuestros hermanos, para que todos podamos encontrar al Verbo de la vida y confiarnos a Él. (...) Llevar a todos el anuncio de que el verdadero rostro de Dios está en el Niño de Belén, tan cercano a cada uno de nosotros, porque Él es el Dios paciente y fiel, que sabe esperar y respetar nuestra libertad.

A Él, esta tarde, queremos confesar con confianza el deseo más profundo de nuestro corazón: "Yo busco tu rostro, Señor, ¡ven, no tardes!" Amén.
Por: SS Benedicto XVI

jueves, 22 de diciembre de 2016

Ya casi está todo listo para Navidad ... ¿y nuestros caminos?


Reflexiones Adviento y Navidad


Estamos corriendo, para que no se nos olviden las hasta hemos hecho una lista para que no se nos olviden las "cosas" que tenemos que hacer.



¡YA TE FALTA POCO PARA NACER.... OH, SEÑOR DE LA HISTORIA!

Al final del Adviento... ¿Cómo estás nuestros caminos?

Todos sabemos que falta poco para que llegue la Navidad....y ahí andamos corriendo, hasta hemos hecho una lista para que no se nos olviden las "cosas" que tenemos que hacer, regalos, alimentos para la cena de Nochebuena o la comida de Navidad.... ¡y los turrones!, ah, eso si no nos pueden faltar y los vinos....otra cosa importante para brindar....

Cada quién, según sus posibilidades, trataremos que esa noche o día, se pueda celebrar lo mejor posible y sobre todo, si es que llega a ser en nuestra casa, quedar con el mejor de los éxitos....

Todo esto está muy bien, pero.... ¿Cómo están nuestros caminos? Los "caminos" de nuestro interior, los "caminos" de nuestro corazón....

Hace muchísimos años, Juan, comenzó a predicar la penitencia, un bautismo para el perdón de los pecados y su arrepentimiento, es tiempo de mortificación por eso vemos que los sacerdotes visten de color morado al celebrar la misa, y todavía muchos miles de años antes, podemos leer al profeta Isaías: "Ha resonado una voz en el desierto: Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos. Todo valle será rellenado, toda montaña y colina, rebajada; lo tortuoso se hará derecho, los caminos ásperos serán allanados y todos los hombres verán la salvación de Dios".

Es ahora cuando ha llegado nuestro tiempo... ¿Cómo preparamos esos "caminos"... sin allanar las crestas de nuestra soberbia, de nuestra altanería... sin poner rectos nuestros deseos de ambición cambiándolos por generosidad, sin suavizar esa aspereza pidiendo perdón o dándolo con un gesto de amor....?

Es el momento de pensar, de "bucear" en nuestro interior para ver si nos hace falta cambiar nuestro modo de ser, cambiar nuestra vida... para poder ofrecer "algo", para poder "regalarle" algo al Hijo de Dios que ya no tarda en llegar, que ya no tarda en aparecer en nuestra Historia, siendo El el Señor y Dueño de la misma, y sin embargo
lo vamos a ver naciendo en la más profunda humildad y solo ý únicamente por amor.

Es tiempo de regalar. y de recibir regalos..., todo está bien.

Pero El solo vino a buscar mi corazón para que lo ame.... ¿se lo daré?......



Por: Ma Esther De Ariño