"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 25 de abril de 2015

Recordando a un santo evangelista

Marcos, cuyo atributo era el león y su nombre judío Juan, redactó su Evangelio sin transmitir largos discursos. 

Posiblemente la festividad de San Marcos no sea un día muy conocido a nivel general, a no ser que en el entorno de la familia exista algún miembro con este bonito nombre.

En cualquier caso, el día 25 de Abril, la Iglesia celebra la festividad de San Marcos y con tal motivo se celebra en mi Parroquia una solemne Eucaristía a la que acudimos muchos fieles seguidores del evangelista.

Uno, ha ser totalmente honesto y confesar que a pesar de haber oído infinidad de veces, su Evangelio en las distintas celebraciones litúrgicas a las que ha asistido, ha tenido que leerlo y sobre todo reflexionarlo para enriquecerse con él.

A través de su prosa narrativa, sencilla y a la vez viva y real, nos ha dejado impresos en nuestro corazón, cuarenta años después de la muerte del Maestro, la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret, al que por cierto al parece ofreció su propia casa para que celebrara su última cena.

Marcos, cuyo atributo era el león y su nombre judío Juan, redactó su Evangelio sin transmitir largos discursos a través de escritos, parábolas y hechos de Jesús partiendo de conversaciones mantenidas en Roma con Pablo y añadiendo muchos detalles que supo por Pedro.

En sus escritos que no nos habla de la infancia de Jesús ni de su vida en Nazaret junto a María y José, inicia la primera línea de su Evangelio afirmando que Jesús era el Hijo de Dios y lo proclama en la última página el oficial romano que vio morir a Jesús (15, 39).

Por todo ello Marcos, contesta con hechos a la afirmación de que Jesús era el Hijo de Dios, en los 16 capítulos de que consta su Evangelio.
Reúne en su primer capítulo tres hechos importantes que son el punto de partida de la predicación de Jesús: "La predicación de Juan el Bautista", "El bautismo de Jesús por Juan" y "La permanencia en el desierto".

Capítulo tras capítulo, el evangelista va desgranando la vida pública del Maestro, llevando la Buena Nueva en la curación del leproso y sanando el paralítico de su pecado y de su enfermedad. No se queda en palabras, sino que trae un cambio. Si quieres puedes curarme. Jesús se compadece y le dice "yo quiero" y le perdona los pecados a ese que pide a Dios con humildad y confiado en su misericordia.

En otro pasaje Jesús nos dice: "He venido a llamar a los pecadores", porque Dios no odia ni a los ricos ni a los mal educados, ni a los de derechas e izquierdas, porque su misericordioso plan contempla la salvación de todos.

El relato del grano de mostaza, demostrándonos que aún siendo tan pequeño al dejarle crecer se convierte en la planta más alta del huerto, el evangelista con esta narración simbólica, intenta hacer saber a los creyentes que no deben encerrarse en sus capillas, sino que han de salir a conquistar almas de buena voluntad, recordando a los Apóstoles que predicaron con humildad el Reino de Dios por todas partes.

En el centro del Evangelio de Marcos, nos encontramos el pasaje de la transfiguración de Jesús que conduce a Pedro, Santiago y a Juan hasta un cerro, al igual que Moisés subió al cerro a encontrar la Gloria de Dios sobre el Monte Sinaí.

La nube luminosa, la luz y la ropa brillante que se encontraron en el cerro, nos describe, signos exteriores que nos indican el misterio del Hijo de Dios, el día que resucite de entre los muertos, que será la respuesta del Padre a los Apóstoles que esperaban su Reino.

También Marcos nos enseña expresiones y costumbres judías (5,41) y nos ofrece formación catequista y pastoral. Y nos anima para cuando cometamos fallos y nos desespere nuestra soberbia, intentar entender que también sus discípulos los cometieron (14,32.40), incluso lo negaron y lo traicionaron
Además la desconfianza de Pedro cuando le dice a Jesús: "Maestro, nosotros hemos dejado todo para seguirte" y Jesús que no solo habla del premio para la otra vida, le contesta con rotundidad: "Ya en este vida el que se sacrifica por el Reino, encontrará amistades, alegría y una superación humana que no podría esperar".

Y nos describe con dolor, la última cena de Jesús, su agonía en el huerto de Getsemaní y finalmente su muerte en la cruz, y con gozo nos anuncia su feliz Resurrección.

La última cena de Jesús, nos dice, fue la primera del culto cristiano, donde Jesús se hace pan de Vida. Por ello la Eucaristía instituida por el Hijo de Dios aquel día no es solamente el recuerdo de la muerte de Jesús, sino que nos anuncia el día en que Cristo celebrará el Banquete del Reino con toda la humanidad reunida con El.

Pero también significó esta cena, el silencio del Hijo de Dios en ese instante lleno de dolor, en el cual siente que deberá cargar con toda la maldad de los hombres y pagar con su muerte, ante su Padre, justo y amado, la tristeza de su Pasión.

Su muerte, continúa Marcos, comienza con un grito de desesperación: “Dios mío Dios mío, por que me has abandonado? Y termina con la certeza del triunfo, por la reconciliación del Crucificado que moría agotado y asfixiado pero entregando al mundo una prueba más del amor del Hijo de Dios para nosotros que nos empuja por un camino de liberación.

Y termina su Evangelio con las últimas palabras de Jesús después de su Resurrección, que hablan de fe y de milagros y en las que les entrega sus últimas instrucciones: "Vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará. El que se resista a creer se condenará (16,15)", mensaje que les acompañaba, en el signo de la semilla que se sembrará en el mundo y producirá frutos a su debido tiempo en todos los campos de la actividad humana.

De este modo el Hijo de Dios, después de hablar con ellos fue llevado al Cielo y se sentó a la derecha del Padre. Y sus discípulos saldrían a predicar por todas partes.

Los que se salvarán no son almas ni individuos aislados, sino toda la creación que ha sido renovada por el Bautismo, en todas sus actividades y trabajos, siendo el fermento que transforma la historia de la humanidad. Esa humanidad que debe superar esas aptitudes temerosas de tantos "creyentes" que solo buscan en sus devociones un refugio contra las desgracias del tiempo presente. Marcos pregona que estamos en el mundo para sanarlo y santificarlo, no por nosotros mismos, sino por Cristo a través de nosotros.

Así las cosas, pienso que lo importante, además de lo que pasó contado por los evangelistas, es lo que está pasando. La venida del Reino nos llega tranquilo, despacio, sin grandes alegorías, porque está claro que el Hijo de Dios quiere que su Reino sea en un mundo nuevo, diferente, libre y verdadero para que pueda producirse.

Por último recordando a San Marcos, me viene a la memoria el gran mérito de Santa Teresa, que hacía las cosas ordinarias, de manera extraordinaria.

Y así, con este mismo mérito califico yo el Evangelio de este hombre, que el  25 de Abril, la Iglesia conmemora su festividad.


Por: José Guillermo García Olivas



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viernes, 24 de abril de 2015

Pecados con estatuto especial

Es un buen ejercicio preguntarse qué vicios o pecados, hoy día, van rodeándose de una aureola de respetabilidad...

Al parecer cada época tiene sus vicios favoritos así como sus virtudes emblemáticas. En los distintos tiempos y lugares hay cosas que se puede saber que están mal pero que son toleradas socialmente con tanta frecuencia que su malignidad prácticamente desaparece del lenguaje cotidiano. A lo sumo sirve de motivo para algún chiste, caricatura o anécdota. Por ejemplo: se sabe que el alcoholismo es una plaga pero no faltan los chistes de borrachos–todo un género literario–con lo cual la gravedad del exceso al beber queda sepultada entre sonrisas y carcajadas.
Es un buen ejercicio preguntarse qué vicios o pecados van adquiriendo carta de ciudadanía en cada época. A través de un proceso que empieza de modo muy gradual pero que luego invariablemente se acelera, ciertos comportamientos se van rodeando de una aureola de respetabilidad hasta el punto de ganar un “estatuto especial”: ya no se puede criticarlos sin más. A menudo, este proceso queda sancionado como admisible por razones de tipo político, a saber, porque gente en el gobierno, o gente con gran influencia económica practica con descaro tales costumbres.
Durante siglos, por dar un caso, la infidelidad matrimonial fue un hecho consentido en las cortes europeas así como en otros centros de poder. Catalina la Grande, de Rusia, tuvo en su larga vida una serie de “favoritos” que claramente cumplían el papel de amantes. Pero era imposible mencionar el asunto si no se usaba la palabra técnica: “Fulano de Tal es el favorito de la emperatriz…” Y era impensable que se considerara reprobable que su majestad tuviera sus “favoritos.”
En distintos tiempos las costumbres sexuales desviadas han ganado, así sea por breve tiempo, ese “estatuto especial.” Los médicos victorianos trataban las histerias de la época básicamente estimulando sexualmente a sus pacientes, que de ese modo descargaban las represiones de su estricta vida social. Imaginemos la escena: un elegante y muy respetable caballero inglés, ve que su esposa toma el carruaje para ir a su “tratamiento” médico. Unas dos horas después regresa, sexualmente saturada de sensaciones y físicamente extenuada, pero mucho más tranquila en su ánimo. Y la vida sigue y todos tan contentos.
El consumo de sustancias psicotrópicas ha tenido sus periodos de gran respetabilidad sobre todo en lo que tiene que ver con el largo reinado del opio. En China hubo una amplia cultura del opio, en su momento, de modo que un amigo podía llegar a casa de otro amigo sólo para ser detenido en la puerta por alguna empleada del servicio: “El señor Huang está en su sesión de opio y no podrá recibirlo por esta tarde…” El inoportuno visitante se disculpa mil veces y regresa a su propia casa, probablemente a drogarse él mismo. Y la vida sigue sin tropiezo ni fricción.
Indudablemente la poligamia entra en el análisis que venimos haciendo. Uno ve que es humillante para una mujer ver que su esposo está conquistando a otra mujer. El único significado que tiene esa conquista es que no está satisfecho con lo que tiene y llegar a esa conclusión no es agradable para ninguna mujer. Pero los hechos se imponen, el harén crece, y al final los polígamos se sientan a cenar y beber ante la mirada impotente o ya indiferente de sus muchas féminas. Si en ese ambiente alguien pretendiera hablar contra la poligamia seria visto como un extranjero anárquico o como un tonto potencialmente peligroso. Así que, por último, la gente no se hace problema yla vida sigue su curso con una nueva definición de lo que es “normal.”
Hay un patrón común que es bien claro en estos ejemplos, y muchos otros:
(1) Una imposición por vía de los hechos;
(2) Intervención de apoyo por parte de personas representativas o líderes ("celebridades,” se dice hoy);
(3) Postura sesgada a favor por parte de los medios de comunicación social;
(4) Razonamiento de justificación por parte de las autoridades jurídicas, religiosas o académicas, es decir, los líderes morales;
(5) Práctica masiva y consolidación de una nueva “normalidad;”
(6) Implantación de la costumbre establecida en la mente y corazón de los niños;
(7) Demonización de los opositores y subsiguiente persecución.
No es difícil darse cuenta que, en cuanto a varios y muy graves puntos de la vida moral, nuestra sociedad occidental va siguiendo escrupulosamente estos siete pasos. En la mayor parte de nuestros países los pasos del (1) al (3) ya se han cumplido. El punto (4) tiene un freno, o debería tenerlo, en la predicación y la enseñanza de la Iglesia. Lamentablemente vemos a teólogos y pastores nuestros divagando, dando tumbos, o francamente entregando las armas. Cuando hace poco leí en un conocido portal católico que un sacerdote–contra el que nada tengo como persona, debería sobrar que lo aclare–da consejos de extrema ambigüedad sobre qué deben hacer los padres cuando el hijo o hija llegan con su pareja homosexual a la casa, me dije: este portal ha entrado en fase (4). No sería el único caso. Tristemente ya tenemos cardenales en fase (4)...
Por supuesto, y como ya lo dijo Cristo, los hijos de las tinieblas son más astutos (Lucas 16, 8), de modo que no se quedan tranquilos en su fase (4) sino que ya han enviado sondas para ver cuánto cuela una “educación” sexual esencialmente perversora que sirva de punta de lanza a una fase (6) en toda regla. Para la muestra una noticia de hace casi cinco años en Canadá (enlace en inglés). Los intentos de fase (7) no faltan tampoco.Siempre se empieza por el blanco fácil, que es la Iglesia, a la que de inmediato se presenta como enemiga del progreso propio de las sociedades modernas, democráticas y pluralistas. Ejemplo de este planteamiento contra lo católico aquí.
Lo que a mí me sorprende de todo esto no es la serie de pasos o fases, que es cosa que ha sucedido en todos los tiempos, como ya se dijo; lo que me asombra es la ingenuidad, real o fingida, de los católicos que piensan que estos asuntos se van a resolver como por sí mismos; me asombra además y me duele ver tan pocos hermanos en el sacerdocio o en el quehacer teológico que se arriesguen a perder algo de su prestigio o de sus amistades por tomar una posición clara; y digo: clara, no agresora ni humillante para nadie.
La idea de que el pecado, cualquier pecado, pueda tener un estatuto especial que lo hace intocable es completamente ajena al Nuevo Testamento. A Pablo no le pareció intocable la comunidad de Corinto, donde alguno convivía maritalmente con su madrastra; a Juan el Bautista no le pareció intocable Herodes, que convivía maritalmente con su cuñada; a Juan Evangelista no le pareció intocable el sumo sacerdote Caifás, cuya corrupción deja muy clara. No: el pecado no tiene derechos y quien se acobarde frente a alguno de los siete pasos, que medite hacia dónde van sus propios pasos porque existe el camino empinado pero también el camino ancho, que lleva a la perdición.

Por: Fray Nelson Medina | Fuente: infocatolica.com




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jueves, 23 de abril de 2015

Por qué creo en la Iglesia católica

Cada uno pone sus ojos en lo que le interesa... ¿Dónde pones tus ojos en los santos o en los escándalos?

Creo en la Iglesia por gracia de Dios

La fe es un regalo inmerecido que libremente recibimos.


Creo en la Iglesia porque creo en Jesucristo

Quien cree que Jesús es Dios debe creer también en todo lo que El ha hecho y dispuesto para nuestra salvación. La Iglesia nace de su costado traspasado de donde vertió agua y sangre. La Iglesia sigue viviendo del agua (Bautismo) y de la Sangre (Eucaristía) derramada en la Cruz.


Creo en la Iglesia por la Eucaristía

Dios hace muchísimos milagros para recordarnos las verdades de la fe. Muchos de estos son verificados por rigurosos estudios científicos: Lanciano, Lourdes, Guadalupe y muchos otros. El milagro más grande es la Eucaristía. El dijo: "El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día" Juan 6,54. Es El mismo Cristo en la Eucaristía quien se hace realmente presente cada día en más de 500.000 iglesias católicas en todos los continentes.

Algunos dicen: "Jesús está en todas partes. Para que ir a la Iglesia". Hay que enseñarles: Sí, Jesús está en todas partes, pero sólo en la Eucaristía está presente en forma substancial para que lo comamos y tengamos vida nueva. Para sanarnos, liberarnos del mal, unirnos en la Iglesia y darnos fuerza para vivir la santidad. Sólo en la Iglesia se encuentra a Cristo Eucaristía.

Cristo ha venido para reunirnos, como un pastor recoge a sus ovejas. Quiere así que seamos su Cuerpo Místico para que en EL seamos todos hijos del Padre. Quiso hacernos familia suya. Por eso funda una sola Iglesia, con una sola fe, un solo bautismo.


Creo en la Iglesia porque es obra de Dios y no de hombres

No escojo a la Iglesia como podría escoger mi plato favorito. La Iglesia es institución divina y no capricho humano. Los hombres pueden fundar otras muchas iglesias y religiones para reunirse y hacer cosas buenas. A estas guardo respeto y a quienes buscan la verdad con sinceridad les tengo admiración. Pero no por eso olvido que Jesús, Dios y hombre verdadero, quiso reunirnos en UNA IGLESIA, la que El fundó.


Creo en la Iglesia "Católica" que significa "Universal"

La Iglesia católica no es sólo para un grupo o región. Es para todo pueblo, raza y nación. Está en todas partes, es la más grande y bien organizada del mundo. No porque sus miembros sean más inteligentes sino porque es obra de Dios.

¿Sabía usted que cada día hay en el mundo 50.000 nuevos católicos? Cada mes hay un millón y medio de católicos más que el mes anterior. Cada año hay 18 millones de católicos más que el año anterior. Durante el gobierno del Papa Pablo VI, la Iglesia Católica pasó de 600 millones a 750 millones. Durante el gobierno del Papa Juan Pablo II el número de católicos pasó de 750 millones a 1,086 millones en 2003. Esto a pesar de un esfuerzo intenso de parte del mundo para desprestigiarla y destruirla.


Creo en la Iglesia porque sólo ella enseña con autoridad divina toda la verdad

Jesús confió a los Apóstoles la revelación divina contenida en su Palabra. Les prometió el Espíritu Santo y les comunicó la facultad de enseñar en Su nombre. «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.» -Lucas 10,16. Sólo la Iglesia Católica es gobernada por el Papa y los obispos, sucesores de los Apóstoles, herederos de esta promesa. Ellos poseen por lo tanto la autoridad del magisterio para enseñar toda la Palabra revelada y profundizar su contenido sin error, con la protección y guía del Espíritu Santo.

Mientras que en otras Iglesias hay diversidad de interpretaciones Bíblicas, sólo la Iglesia Católica ha enseñado la verdad plena con total consistencia en todas partes desde el principio. Sólo ella posee el Depósito de Fe que contiene todo lo que Jesús nos reveló: La Biblia y la Tradición Apostólica.


Creo en la Iglesia porque veo la obra de Dios en María nuestra madre

Los católicos hacemos lo que Jesús pidió al discípulo amado en la Cruz: Llevamos a María a nuestra casa. Cf. Jn 19,27.


Creo en la Iglesia por el testimonio de los Apóstoles y los Padres


Creo en la Iglesia por el testimonio de los santos, nuestros hermanos mayores

Ellos son Evangelios vivos, ejemplos de lo que Dios hace en los que viven plenamente en la Iglesia y son alimentados con Cristo vivo a través de ella.


Creo en la Iglesia porque no me dejo llevar por los escándalos sino por la Palabra de Dios

Es cierto que hay escándalos en la Iglesia. Ya Jesús lo advirtió. Pero también hay cientos de miles de mártires que han derramado su sangre por Cristo en cada siglo incluso el nuestro. Millones y millones viven su fe inspirados por el Evangelio.

Sé bien que la Iglesia está formada de seres humanos pecadores. Pero Jesús quiso reunir en ella a los pecadores para hacerlos hijos de su Padre, Dios. No todos se convierten. Desde el principio algunos desde adentro le traicionan. Pero Jesús no revoca su alianza sellada con Su Sangre. Sigue siempre fiel a sus promesas. Jesús dijo: "Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella." Mateo 16,18

Cada uno pone sus ojos en lo que le interesa: unos miran a los santos y ven Evangelios vivos dignos de ser imitados. Otros en cambio sólo miran los malos ejemplos para justificar el rechazo a la Iglesia.

¿Dónde pones tus ojos en los santos o en los escándalos? Jesús nos advierte: "el que no tiene pecado, que tire la primera piedra". Por mi parte prefiero mirar a los santos, nuestros hermanos mayores pues tengo mucho que aprender de ellos y aprecio sus ayudas. No desisto en la esperanza de llegar a ser uno de ellos por la misericordia de Dios que perdona y da la gracia.

En cada siglo los enemigos de la Iglesia anuncian su inminente desaparición. Sin embargo ella los entierra a todos. Han pasado 2000 años. Todo imperio se ha derrumbado pero la Iglesia sigue siendo la misma madre con más de mil millones de hijos e hijas, más de 405.450 sacerdotes y más de 3.000 obispos. El número de seminaristas está aumentando y también las ordenaciones sacerdotales. Todavía hay muchachas que optan por la vida religiosa y aun surgen nuevas comunidades religiosas.

Hoy la Iglesia es perseguida, despreciada y difamada por todas partes. Pero su autoridad moral sigue siendo un faro de luz inextinguible que puede ser odiado pero no ignorado. La sucesión de Pedro jamás se ha roto. El Papa sigue gobernando a la Iglesia y los católicos por todo el mundo siguen unidos en comunión con él. A pesar de su ancianidad, el Papa es capaz de reunir a cientos de miles de jóvenes para escucharle enseñar la Palabra de Dios. La Santa Sede mantiene relaciones con 178 países (2011).

Todo esto sólo puede ser obra de Dios. Por eso creo y por eso no puedo dejar de anunciar la verdad a mis hermanos.

Y usted: ¿Conoce la Iglesia católica o la caricatura que hacen de ella sus enemigos? ¿Está usted sobre la roca firme establecida por Cristo o en las arenas movedizas de interpretaciones humanas? Jesús te llama. No lo hagas esperar.


Por: P. Jordi Rivero | Fuente: Corazones.org

miércoles, 22 de abril de 2015

Al empezar este nuevo día, estrénalo con alegría

Reflexiones para el cristiano de hoy.

Descubre en todos los acontecimientos de las próximas horas la caricia de Dios y el milagro que es estar vivo. 


Cada día Dios, hasta hoy nos ha permitido despertar cada día, es decir abrimos los ojos, volvemos a la conciencia de estar en este mundo, al despertar se nos abren nuevamente los sentidos y podemos contemplar todas las maravillas que Dios nos da para que podamos ser felices.

Pero quizá no siempre ni todos los días despertamos al amor, porque nos quedamos enfrascados en los remordimientos, en los sufrimientos tanto del pasado como del futuro, o el miedo a lo que vendrá, pero la vida se nos da como el maná, solo para cada día.

Despertar cada día es tomar conciencia de ese presente, de ese instante en que somos amados por Dios, que nos ama con amor eterno, y descubrimos que todo es don de Dios, que todo es una caricia de su amor.

Despertar cada día es conectar nuestra alma a lo trascendente, conectarse con Él Absoluto que es Dios, y percibir lo relativo de la criatura, lo pasajero que es este mundo.

Despertar cada día es saber que estamos en el mundo pero que nos somos de este mundo, que estamos de viaje, que somos peregrinos, que somos forasteros en patria extraña.

Despertar cada día es conocer desde la fe mi pequeñez y la grandeza del amor de Dios.

Al empezar este nuevo día, estrénalo con alegría, porque realmente es un nuevo día con toda su grandeza con todo su esplendor, y en este nuevo día también despierta al amor, y descubre en todos los acontecimientos de las próximas horas la caricia de Dios y el milagro que es estar vivo


Por: P Idar Hidalgo 






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martes, 21 de abril de 2015

Abrir los ojos sobre lo que está sucediendo

La persecución de los cristianos a nivel global: una amenaza a la paz y a la seguridad internacional


«La persecución de los cristianos a nivel global: una amenaza a la paz y a la seguridad internacional». Es el título de la conferencia que se llevó a cabo el viernes 17 de abril de 2015, en la sede de las Naciones Unidas de Nueva York. Según la Santa sede intervino el observador permanente vaticano ante la ONU, mons. Bernardito Aúza, según indicó la Radio Vaticana. El religioso recordó los duros llamados de Papa Francisco a la comunidad internacional para que «no permanezca muda e impasible» ante crímenes inaceptables. Los mártires de hoy, observó el Pontífice, «son más numerosos que en los primeros siglos».
En Irak, Siria, Nigeria, Libia, Kenia y en las regiones del subcontinente asiático, dijo mons. Aúza, «la tierra ha sido literalmente regada con sangre. Hemos visto imágenes bárbaras de cristianos coptos decapitados en Libia; Iglesias llenas de gente explotar durante las celebraciones litúrgicas en Irak, Nigeria y Paquistán; antiguas comunidades cristianas expulsadas de sus casas en la Llanura de Nínive; estudiantes cristianos ajusticiados en Kenya».
«Miles de personas en todo el mundo –indicó– son perseguidas, privadas de sus derechos humanos fundamentales, discriminadas y asesinadas simplemente porque son creyentes. Sabemos que estos ataques contra personas de fe no suceden solo con los cristianos», sino también a otros musulmanes y minorías étnicas, como los yazidíes, sobre todo después de la violencia de los milicianos del llamado Estado Islámico. Sin embargo, precisó, hay un hecho inconfutable: «en muchas partes del mundo, los cristianos son tomados como blanco específicamente». Así, en el informe de 2014 del Pew Research Center se puede ver que la mayor parte de los ataques contra las personas de fe son contra cristianos.
Entre 2006 y 2012, afirmó mons. Aúza, los cristianos fueron afectados por persecuciones o discriminaciones en 151 de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas. «Esto indica –subrayó con fuerza– un fracaso colectivo de esta organización internacional, cuyo objetivo es el de salvar a los pueblos y a las naciones del flagelo de la violencia y de las agresiones injustas». Mons. Azúa recordó que «entre 100 y 150 millones de cristianos sufren persecución en el mundo de hoy».
«El observador permanente recordó que el mes pasado en Ginebra, en el Consejo para los derechos humanos de las Naciones Unidas, 65 países firmaron una declaración (redactada por Líbano, Rusia y la Santa Sede) para sostener los derechos humanos de los cristianos y de otras comunidades, en particular en el Medio Oriente. «Fue la primera vez en la que se mencionó explícitamente la categoría de los cristianos en el Consejo para los derechos humanos», indicó. Azúa también lanzó un llamado para actuar rápido, antes de que sea demasiado tarde, ante esta urgencia: «los cristianos perseguidos en todo el mundo [...] cuentan con nosotros y piden cada vez mayores esfuerzos de nuestra parte para salvarlos de la persecución. Recemos para que podamos ser capaces, juntos, de abrir los ojos del mundo sobre lo que está sucediendo».

Por: Redacción | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it






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lunes, 20 de abril de 2015

Abiertos a Dios

La vida humana está llena de paradojas. Hay señales de bondad, pero también signos de odio y violencia. Hay médicos eficaces, pero también enfermedades incurables. Hay personas generosas y justas, pero también quienes destruyen familias y calumnian sin piedad.

Ante una vida tan confusa, donde tras momentos de luz encontramos túneles de angustia, necesitamos abrirnos a algo, a Alguien, que dé esperanza.
Sólo cuando reconocemos que hay un Dios bueno, que la Justicia triunfará sobre el mal, que la misericordia puede perdonar los pecados, empezamos a respirar un aire nuevo.
Necesitamos vivir abiertos a Dios: a su ternura, a su paciencia, a su paternidad, a su hermosura, a su interés continuo y discreto por todos y cada uno de sus hijos.
Sólo si permitimos que Dios entre en nuestras almas seremos capaces de dejar a un lado preocupaciones que asfixian, trabajos que esclavizan, miedos que paralizan, angustias que deprimen.
Vivir abiertos a Dios significa, sobre todo, descubrir su acción en la historia humana, su humilde venida entre nosotros con la Encarnación del Hijo. “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14).
Desde entonces no sólo hay milagros (ciegos, cojos, paralíticos curados), sino una certeza: el amor es más fuerte que el pecado, la vida ha vencido a la muerte.
Este día puede ser completamente diferente. Basta con acercarme al Evangelio y escuchar. Entonces dejaré entrar a Dios, me abriré a su Amor, daré pasos nuevos que me unan a la gran familia de los que se dejan purificar por la Sangre del Cordero que murió y resucitó por mí.

Por: P. Fernando Pascual LC



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domingo, 19 de abril de 2015

La vergüenza de ser cristianos

Hay que reconocer que parte de las increencias de hoy pueden deberse a empachos de ayer

Un compañero de la «Tele» me cuenta que cuando el mes pasado visitaba, cm su equipo, Egipto para realizar varias filmaciones, fue recibido en El Cairo por el director general de la Televisión Egipcia. Y que éste, después de darles todas las facilidades para su trabajo, se despidió de ellos regalándoles un ejemplar del Corán, no sin antes poner respetuosamente los labios sobre la portada del libro. «Que Alá os proteja en vuestra tarea», les dijo. Y lo hizo -me dice mi compañero- con un respeto, una naturalidad tal, que el grupo de españoles, no creyentes la mayoría, se sintió sinceramente emocionado.


Y ahora, díganme ustedes si se imaginan a cualquiera de los altos jefes de Televisión Española haciendo un gesto semejante. O díganme si les cabe en la cabeza que el director general de alguna gran empresa pudiera hacer algo parecido regalando una Biblia a unos visitantes extranjeros. Díganme, incluso, más si lo haría con esa espontánea sinceridad un arzobispo español a un grupo de desconocidos. Me temo que todos ellos encontrarían ocho mil razones («¿Qué van a pensar?» «¡Cualquiera sabe si serán creyentes!» «A lo mejor se ríen del regalo») para no hacerlo o para ponerse coloradísimos ante la simple idea.



La verdad es que lo que más se aprende en un viaje por Oriente es la absoluta naturalidad con la que lo religioso se inserta en la vida de los creyentes. Mi primer recuerdo de los países árabes es el de un musulmán postrado en el aeropuerto de El Cairo haciendo sus oraciones sobre el cemento de la pista, insensible al gruñido de los motores de los aviones.



He visto amigos judíos profundamente creyentes que, también con plena naturalidad y sin escrúpulos, cumplían en público algunas prescripciones de su religión que para un no judío resultaban absolutamente ridículas, pero que realizadas con aquella seriedad terminaban siendo conmovedoras. Y en las calles de la India uno puede encontrarse docenas de gurús y santones que muestran su desnudez o se en- cierran en la contemplación sin que la curiosidad de los turistas o los fotógrafos les produzca el menor embarazo.



Pero aquí es otra cosa: aquí oscilamos entre el orgullo agresivo por ser católicos y la vergüenza de demostrarlo en público. Aún no hace muchos días un amigo me contaba que, en una de esas largas esperas de los aeropuertos, decidió rezar el rosario. Y su mujer le decía: «Pero pasa las cuentas con él en el bolsillo. Se van a reír de nosotros.» Y mi amigo le respondió: «Si a aquella parejita del sillón de enfrente no le da vergüenza besarse en público, ¿por qué me va a mi darla el rezar?»



SI, ha habido tiempos en los que en España casi contaba más el exhibicionismo religioso que la misma fe. No faltaban quienes convertían su creencia en una cierta agresividad y se la metían hasta en la sopa a quienes no la tenían. Y hay que reconocer que parte de las increencias de hoy pueden deberse a empachos de ayer. Gentes que se vieron obligadas a ir a misa a diario en los colegios o rosarios rezados «a la fuerza» en algunos hogares te dicen hoy que ya hicieron en sus años infantiles o juveniles suficientes actos religiosos para toda la vida.



Pero ahora hemos emigrado al hemisferio de la «vergüenza». Periódicos hay que ignoran las noticias religiosas o sólo las dan cuando son estrambóticas, porque piensan que eso es cosa sólo de curas. Dueños hay de salas de cine a quienes aterra la idea de proyectar un filme religioso -que, además, ya prácticamente sólo los hay en las filmotecas- por miedo a coger fama de beatos. Universitarios que se pondrían colorados antes que confesar que van a misa los domingos. Curas, incluso, que procuran hablar de «lo que la gente habla», porque conversar en una cafetería sobre temas religiosos es algo que «no se lleva».



Yo supongo que esto es, en parte, la vieja ley del péndulo y que esta «moda de la vergüenza» se nos pasará cuando nos demos cuenta de lo ridícula que es. Pero es, de todos modos, un signo bastante triste de nuestra colectiva cobardía.



Pero obsérvese bien que no estoy pidiendo que regresemos al «orgullo exterior» de ser católicos, sino simplemente a serlo con espontaneidad y a expresarlo naturalmente. No se trata de convertir a los cristianos en hinchas futbolísticos, que sólo saben hablar de su propio equipo, sino en gente a quien la fe le salga por las obras como sale de los pulmones la respiración.



Claro que hay que empezar por tener el corazón muy en Dios para hablar bien de él. El cristiano es un apóstol, no un charlatán de feria. Y tiene que empezar por cumplir aquel consejo que daba Von Hügel: «Cuando el cristianismo es odiado por el mundo, la hazaña que al cristiano le corresponde realizar no es mostrar elocuencia de palabra, sino grandeza de alma. Por eso no hables demasiado de las cosas grandes: déjalas crecer en ti.»



Cuando hayan crecido lo suficiente, la fe saldrá en nuestras palabras como les brotan las rosas a los rosales.

Por: José Luis Martín Descalzo | Fuente: Razones para el amor





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sábado, 18 de abril de 2015

Los siete pecados de padres del adolescente

Educar no es fácil, se necesita un plan claro de virtudes y valores

Natalia Echeverri en el Universal.com nos deja este artículo sencillo y claro, errores de los padres de adolescentes. Los comparto porque son palabras llenas de sentido común...


Seguramente usted es de quienes escuchó infinidad de veces “porque soy su papá y punto”, “¿es que sus amigos le dan de comer?”, “no, mientras viva en esta casa”… Frases con las que sus padres afirmaban su autoridad y ocultaban, muchas veces, que carecían de los argumentos necesarios para mantener una conversación.

Y como todo lo aprendemos de ellos, parecería normal que también nosotros repitiéramos las famosas frasecillas que en ese entonces nos llenaron de una ansia subnormal por ser adultos con rapidez. Así que antes de continuar con la educación de ese ser mitad niño mitad joven, pregúntese si está exigiendo de su hijo o hija en la misma proporción de lo que le brinda.

De nuestra propia historia se podría deducir que ser demasiado autoritario o, por el contrario, muy permisivo, son los errores más comunes que cometen los padres de adolescentes. Sin embargo, según la experiencia en consulta del doctor René Solano, sicólogo de familia y magister en Educación y Desarrollo Humano, existen siete puntos de los cuales los padres deberían reflexionar al educar a sus hijos.

1) No tener un plan claro en la crianza

Es indispensable que los dos padres tengan una idea unificada de lo que quieren formar en sus hijos. Esos son temas que los matrimonios no suelen sentarse a hablar, no planean cuál es la dirección que quieren tomar, qué valores desean inculcar en sus hijos, y esto es un error porque establecer los objetivos de formación facilita pensar en los distintos ámbitos de la vida del adolescente: académica, afectiva, social, etc.

Después de hablar sobre esos temas, conviene que los dos unifiquen lo que quieren. Los padres tienden a tener puntos de vista diferentes: generalmente, uno es más rígido y el otro más flexible, así que deben negociar y ponerse de acuerdo en los medios para ejecutar esos planes.

2) No ofrecer un modelo completo de la vida adulta

Este es un problema muy grave porque los chicos no tienen por qué imaginarse la vida a futuro. Para eso tienen a sus padres. No obstante, usualmente tienen la imagen de que a los papás “les toca esforzarse mucho y divertirse poco” y eso les hace poco gustosa la idea del mundo adulto.

Por eso es una herramienta de crianza muy importante aterrizarlos en cuanto a por qué los padres toman determinadas decisiones, por qué hacen lo que hacen, cómo han planificado sus vidas, qué decisiones tomaron cuando se equivocaron y cuando tuvieron éxito, cómo resuelven su vida afectiva, social, etc.

A través de esa conversación se debe hacer un llamado a la realidad para no dejarlos solos gravitando en el mundo del juego y del placer.

3) Solo satisfacer

Y este punto tiene una variable: satisfacer en exceso. Los padres quieren darles gusto a sus hijos y está bien que quieran brindarles una mejor calidad de vida de la que tuvieron. Pero al hacerlo cometen una equivocación y es impedir que sus hijos vivan las frustraciones.

Lo cierto es que todos tenemos límites y queremos muchas cosas. Sin embargo, no siempre se puede, allí hay una tarea importantísima que debe asumir el adolescente, y el adulto le debe ayudar a no desesperarse, a afrontar la dificultad, a no caer en la desesperación, a aceptar la limitación y la historia que le tocó vivir.

4) Darles la idea de que lo valioso es solo lo material

"Ese es un punto delicado y gravísimo, porque lo que hace realmente feliz a las personas son los bienes inmateriales como los valores, la justicia, la alegría y la unidad. Los chicos pueden comprarse la pinta, estar en la rumba, tener lindos zapatos y esos son momentos de felicidad, pero todos quedan fuera del ser. Y cuando se rompe el zapato fino y no puede comprarse otro, eso representa un reto muy tenaz para el muchacho”, asegura el doctor Solano.

5) Desconocer la vida social del adolescente

Un fallo “requetegrave” –de acuerdo con nuestro asesor- es desconocer las amistades del hijo adolescente, los lugares que frecuenta, los intereses verdaderos, los temas que le interesan y los que usa para socializar e identificarse. Desconocer su mundo es permitir que haya oportunidades para que le ofrezcan alternativas dañinas.

El problema no es que se meta en problemas, el problema es que esté solo o con unos referentes inadecuados para resolverlos. Todo ser humano confronta situaciones difíciles y dolorosas, pero lo importante es aprender a resolverlas, por eso hay que buscar cómo romper la distancia, los silencios, la frialdad.

6) Solo juzgar y recriminar

Este punto se deriva del anterior. Muchos padres promueven la distancia con los hijos al pararse como adultos, juzgando y recriminando sus gustos, y no reconocen ni entienden el porqué de sus actos. Esto genera una ruptura importante, pues los muchachos sienten que los adultos no los quieren.

7) No conocer sobre la adolescencia

En otras palabras, desconocer qué se vive en ese proceso en cuanto a ideas, relaciones sociales, emociones y cambios. Los padres no deben dejarse llevar por modas, la idea de que el papá o la mamá tiene que ser cómplice, o eso de que “yo soy amigo de mi hijo”, es muy confuso par el chico o la chica, pues sus padres no asumen un rol de orientación y firmeza sino de complicidad con los deseos del hijo… pero de una manera negativa.

No informarse o no pedir ayuda para manejar las situaciones tensas lleva a que los padres acepten distanciamientos o le pongan títulos negativos al muchacho (“¡es un rebelde!”).

Incluso si están divorciados deben ponerse de acuerdo. Hay que saber que los adolescentes acaban de ser niños y van hacia la juventud, y es que otro error grave es pensar en ellos como adultos. Los jóvenes de hoy son ‘grandotes’ de cuerpo, pero no son adultos; su poder de reflexión y decisión están limitados y cuando los padres se dejan dominar o imponer ideas están abandonando su papel, dejando que los chicos vivan una cantidad de situaciones que no tendrían por qué vivir si tuvieran al lado a adultos eficaces.


Por: José G. Sentandreu | Fuente: www.el-adolescente.com




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viernes, 17 de abril de 2015

Perder a Cristo

Quien se sienta triste porque le parece encontrarse lejos de Cristo, tenga esperanza, Él no se va.


Le han matado a su Señor y ella no pudo socorrerle. Sus gritos en medio de la multitud no sirvieron de nada y en seguida los sofocaron con golpes y empujones. ¡No había podido hacer nada por Jesús! Seguirle en silencio y acompañarle de pie junto a la cruz. Y nada más.

Lloraba recordando, en cambio, lo bueno que había sido Jesús con ella aquel día en la casa de Simón, la paz que le había inundado siempre al lado del Maestro, su mirada bondadosa y limpia, aquella seguridad... Pero ya todo había acabado. Sus enemigos habían vencido y se habían desecho de Él y ahora ni siquiera le permitían a ella ungir como era debido el cuerpo del Señor.

Ella había creído que ya nunca podría llorar más. Que, después de la muerte de Jesús, quedaría insensible a cualquier otro dolor. Pero sí, aquello era demasiado. ¡Ya no tenía a Cristo! ¡Ni siquiera su cuerpo! Se lo habían quitado. Sintió rabia, amargura, odio, nostalgia. Todo a la vez.

Se le aparecen de pronto unos ángeles, pero ella ni se inmuta. ¿Qué le importa todo si ha perdido a Cristo? Jesús en persona se le acerca. No le oye llegar. Él se insinúa. Nada: está tan inmersa en su desesperación que no distingue la voz de Cristo hasta que Él mismo se le revela.

Ella se arroja sin dudarlo un instante a los pies de Cristo, los abraza llorando de alegría y en un instante cree entender todo lo que había pasado. Nosotros, mientras tanto, observémosla.

Ahí está María, de la que Jesús había expulsado siete demonios. Cristo le había perdonado sus muchos pecados porque ella había amado mucho. Y porque Jesús le había perdonado demasiado pensó que, en adelante, jamás podría decir que ella le amaba ya bastante.

Es una mujer y le ama como ella es: con sencillez, con naturalidad, con esos pequeños detalles que dejan la impronta de una alma delicada. No se le habían presentado oportunidades especiales, pero tampoco había perdido ninguna ocasión para demostrar a Jesús su cariño y su eterno agradecimiento por haberla salvado.

Con fina intuición esta mujer había experimentado que nada era comparable con la posesión de Cristo, con su amistad, con la paz que Él irradia. Y que, por ello, no existe peor tragedia que perderle o disgustarle.

Sólo se había equivocado en un detalle: creía que había perdido a Cristo, que se lo habían quitado. Y nadie pierde a Cristo "sin querer", como extraviamos un llavero o un reloj. María, en realidad lo llevaba muy, pero que muy vivo en su alma. Por eso se había levantado de madrugada. Por eso lloraba.

Quien se sienta triste porque le parece encontrarse lejos de Cristo, tenga esperanza. Si estuviese tan lejos como el demonio le sugiere, ninguna pena le daría. Una de dos: o ya tiene a Cristo o lo está tocando ya. Bastará, como hizo María, darse la vuelta, actuar como si ya lo hubiese hallado y descubrir la presencia de Cristo que le dice: "No me buscarías, si no me hubieses encontrado ya".


Por: P. José Luis Richard



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