"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 12 de julio de 2014

Para encontrar a Dios hay que tratarle

Hemos de conocer lo esencial de la vida. Muchas veces vamos por la vida buscando la felicidad, y no la encontramos.

Una mujer comenzó a ir con sus padres a Misa por costumbre. Después, al profundizar en la fe, vio que "empezaba a tener otro sentido, un sentido de compromiso, me sentí más implicada... descubrí el valor de la Eucaristía como un encuentro con Cristo..." 

En nuestra sociedad actual, la asistencia a Misa depende de la costumbre del entorno familiar, de la fe que se ha recibido desde pequeños... y cuando se asiste a Misa por ejemplo en acontecimientos sociales o fiestas principales, incluso los que no saben "qué pasa ahí" sienten alguna motivación, el gusanillo de profundizar, pues no solo queremos vestirnos de fiesta sino que queremos participar en la fiesta, celebrarla. Como en las familias, que tienen un plato preferido para ciertas celebraciones. Queremos tener una relación viva y personal, maravillosa, con Jesús. Qué lástima, escuchar palabras y cantos, pero no gozar plenamente de las emociones estéticas en la música o en la belleza de las celebraciones, al no vivir la esencia de la Misa y de la comunión... Recuerdo un compañero de estudios que iba a la catedral de Córdoba a escuchar la Misa del domingo fascinado por la belleza de la liturgia y la música. Es difícil entender a Bach sin su fe, pues muchas composiciones están unidas a un sentimiento.

Hemos de conocer lo esencial de la vida. Muchas veces vamos por la vida buscando la felicidad, y no la encontramos... más tarde nos damos cuenta de que estaba allí al lado, en las cosas pequeñas de cada día, en las cosas obvias, que son las que olvidamos más fácilmente, y así nos va... Como el sentido religioso, el sentido trascendente de las cosas. Olvidamos las cosas que no proporcionan un inmediato beneficio práctico con la excusa de que "no sirven para nada", cuando son las que más sirven. Cuando faltan estas cosas, nos damos cuenta de que la vida no sirve para nada. Cuentan de una araña que se dejó caer por uno de sus hilos desde un árbol, para anclar los soportes alrededor de una rama y tejer su telaraña, esa malla que va engrandeciéndose con sucesivas vueltas, hasta completar su obra. Entonces, paseándose por su territorio, orgullosa de su realización, mira el hilo de arriba y dice: "éste es feo, vamos a cortarlo", olvidando que era el hilo por donde empezó todo, el que sustentaba todo. Al cortarlo, la araña desmemoriada cayó enredada en su red, prisionera de su obra. Así nosotros, encerrados en la obra de nuestra inteligencia o en el cuidado de tantas cosas... podemos olvidar la esencial, cuando cortamos el hilo de soporte. ¡No prescindamos de Dios! Es el soporte de todo lo invisible, los valores de amor y respeto a los demás, en definitiva, de la felicidad. Esta dimensión invisible de la vida. Si no, nos enmarañamos en cosas que nos hacen perder la libertad.

La necesidad de dar culto a Dios está en lo más profundo de nuestro interior (y cuando no le hacemos caso, se proyecta en forma de supersticiones varias, idolatrías de todo tipo, sectas variopintas pero peligrosas algunas de ellas, o una apatía brutal por la que no se ve sentido a nada...) Estamos en una época de "complejidad", en la que hay avances técnicos de todo tipo (en el campo científico, en el genético, en la informática...) y en medio del estado de bienestar, muchos de nuestros compañeros de viaje están prisioneros de la angustia ante el futuro, tienen miedo, incluso miedo a vivir. ¿Por qué tanta inseguridad? Porque quizá hoy se absolutiza el bienestar y éste no da respuesta al sentido de la vida, impide volar hacia arriba, mirar el cielo, en ese horizonte no hay Dios; es el gran ausente.

Todo ello causa el sentimiento de "insoportable ligereza del ser". En medio del pensamiento moderno que tiene tantas cosas buenas tenemos al hombre enfermo de frustración y un deseo de búsqueda de Dios, de ahí las profecías de que el siglo XXI sería "místico", porque es la única forma de recuperar el norte. Se intuye que la medicina es la misma: recuperar la idea de Dios, que sirve para cultos e ignorantes, enfermos y sanos, pobres y ricos... 

Pero para hallar a Dios hay que tratarle, darle culto. Y no externo, sino que implique la conciencia, un trato de corazón a corazón, fruto del amor y no de la costumbre, creando un "espacio interior" en nuestra conciencia, solos ante el espejo ante el cual encontramos el sentido de la vida, la seguridad que nos falta.

La religión pertenece a las cosas importantes de la vida. Cuentan de un barquero que llevaba gente de un lado a otro de un gran río, y un día subió un sabiondo que empezó a increparle diciéndole: "¿conoces las matemáticas?" -"no", contestó el barquero. -"Has perdido una cuarta parte de tu vida. ¿Y la astronomía?" -"¿Esto se come o qué?", contestó el pobre. "-Has perdido dos cuartas partes de tu vida". -"¿Y la astrología?" -"Tampoco", dijo el barquero. "-¡Desgraciado, has perdido tres cuartas partes de tu vida!". En aquel momento la barca se hundió, y viéndolo que se lo llevaba la corriente, le dijo el barquero: -"¡Eh, sabio!, ¿sabes nadar?" -"¡No!", contestó desesperado. -"Pues has perdido las cuatro cuartas partes de tu vida, ¡toda tu vida!" Pues para quien va por un río, lo importante no es saber tantas cosas sino saber nadar. Así las cosas esenciales de la vida, muchas veces olvidadas, son saber quién soy, de dónde vengo y adónde voy, y descubrir el sentido religioso y -como dice el viejo refrán- al final de la vida el que se salva sabe y el que no, no sabe nada. Los peces se ahogan sin agua y los hombres se asfixian sin aire, así nuestra alma sufre asfixia si no tiene saciada esta sed de Dios, pues el corazón del hombre está inquieto y sin paz hasta que reposa en Él. 

La religión es una experiencia personal de la que no podemos prescindir, es una necesidad. Y también es social, constituye una de las tradiciones no sólo culturales sino también basilares de la misma familia: la familia que reza unida permanece unida, dice el refrán. Ante una crisis familiar, para resistir ante las dificultades, es importante ver el cielo, recordar el sentido divino del contemplar el cielo. 



Fragmento del Capítulo 1 del Libro "Mi Querida Misa. La belleza de la Eucaristía y del domingo"

Descarga el libro completo Da click aquí

Autor: P Llucià Pou Sabaté

viernes, 11 de julio de 2014

Nostalgia de los cuartos vacíos

Se han ido con un equipaje, lleno de todo aquello que con amor les fuimos transmitiendo, en su corazón y en su mente.

Hoy Jesús, traigo nostalgia en el alma. 

Hoy Jesús, mis ojos traen vaho de lágrimas, porque hay demasiado silencio en mi casa y he venido aquí para que postrándome a tus plantas sienta el consuelo de tu entrega, también de tu desprendimiento a tantas cosas con la única resolución de hacer la voluntad de tu Padre. Y me detengo un momento a pensar ...¡ cómo hiciste el corazón de la mujer, como hiciste el corazón de las madres!. Y hoy te vengo a contar todos mis pensamientos, sentimientos y nostalgias....

La mujer está en la política, en la ciencia, en la comunicación, pero su esencia de mujer no la ha de perder así como tampoco su ternura, su sensibilidad y el percibir las cosas de manera diferente al hombre. Esto tiene relación con el hecho de cómo sentimos las madres cuando los hijos se van. Los padres lo asumen de distinta manera y las horas fuera del hogar los distraen y los confortan.

Las mujeres cuando nos convertimos en madres, pasamos por etapas diferentes: la espera, los hijos pequeños, los hijos en la adolescencia, los hijos jóvenes y cuando los hijos se van. Suena esto a título de película, pero esto es lo que en estos momentos nos ocupa y atañe. Cuando los hijos se van. 

Los hijos se van por diferentes motivos. Porque se casan, por el trabajo, por lo estudios, en fin, por el motivo que sea, pero llega un tiempo en que se van. Parece que aún oímos las risas, las conversaciones, las discusiones, el teclear de la máquina de escribir o de la computadora ya muy entrada la noche para entregar un trabajo al día siguiente en la Universidad. Un suéter, un zapato, varios cuadernos dejados en el sitio más inverosímil de la casa... Sus habitaciones no con el orden que hubiésemos deseado y que siempre pedimos inútilmente, el retrato del novio o de la novia... Calor y color por todas partes, ruido, música, VIDA. 

La casa tuvo las habitaciones destinadas a ellos y se fueron transformando con el paso de los años. Cuartos infantiles primero: muñecos de peluche en las repisas y en el suelo, un elefante, una avestruz, una pelota, un barco, un osito, una muñeca, un avión. Después... fotografías, póster, banderines del equipo favorito, libros, revistas, etcétera. Movimiento de entradas y salidas, llamadas telefónicas de larguísimas conversaciones... En los fines de semana el vestido de noche sobre una silla y el silencio de un profundo sueño juvenil en las mañanas de los domingos.

Esos cuartos ahora están vacíos. Muy en orden, con el orden que tantas veces predicamos y que ahora nos duele. Quietos, callados. Entramos en ellos con pasos quedos, quién sabe por qué y recorremos con la vista las camas con sus colchas impecables, todos los rincones... todo está en orden, todo está bien. Levantaron el vuelo. Se fueron del nido. Se fueron del nido que los cobijó por años. Nosotros, sus padres, los enseñamos a volar y se fueron. 

Van a volver pero nada será igual. Regresarán hombres y mujeres forjados en el diario vivir. Con sus vidas propias y manejadas a su manera. Están comenzando la más seria y profunda experiencia, igual que nosotros lo hicimos. 

Tenemos que retirarnos de la presencia activa en sus vidas y pasar a ser la parte contemplativa de sus existencias y sus proyectos. Se han ido con un equipaje, lleno de todo aquello que con amor les fuimos transmitiendo, en su corazón y en su mente. Muchas de "esas cosas" estarán dormidas hasta que ellos sean padres... Llevan como escudo, para todos los infortunios que la vida les depare, su fe en Dios y su amor a Él. Los forjamos en el deber y en el afán de la excelencia para emprender toda clase de experiencias y sabrán dar amor porque amor les dimos.

En el abrazo se llevan nuestro corazón, pero después abrimos los brazos y los vemos partir...para que la VIDA los reciba. 

Los recuerdos son de "otros tiempos". La nostalgia es el presente de los cuartos vacíos.

Autor: Ma Esther De Ariño

jueves, 10 de julio de 2014

¿Pero Dios realmente nos escucha?


Lo que pasa es que con frecuencia no creemos del todo a las palabras de Jesús. Pensamos que Él se ha olvidado de nosotros.

No pocas personas cuando comienzan a orar o perseveran en un camino de oración se ponen la pregunta si realmente Dios les escucha o más bien toda la vida de oración es un producto de su mente, de su fantasía desorbitada, de su afán de que Dios realmente exista y nos oiga para poder ser consolados y así eludir el drama de la vida en su dureza y realismo. La oración no sería otra cosa que una pía consolación para nuestra existencia, muchas veces tan llena de dolores, sufrimientos, golpes, contratiempos, reveses.

Otros sí creen que Dios existe pero que Él está demasiado "ocupado" para poner atención a nuestras pequeñas cosas, que tienes Él otras muchas más importantes que las nuestras y que nuestras peticiones, a veces ridículas, no le interesan para nada.

La pregunta puede estar ahí en nuestro corazón como algo que lo corroe y le quita fuerzas. La duda puede surgir. Pero hay que responder con fuerza de modo afirmativo: ¡Sí, Dios sí nos escucha! Y el único modo que tenemos de saberlo es por la fe, a no ser que Dios quiera darnos algún signo especial en algún caso extraordinario.

Jesús lo ha dicho claramente en el Evangelio: "Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá, porque el que pide, recibe, el que busca encuentra y al que llama se le abrirá" (Mt 7, 7-8). Él no dijo: "pedid y a lo mejor se os dará, buscad y es posible que encontraréis, llamad y quizás se os abrirá". No dijo claramente que la petición será oída y tenida en cuenta. Claro todo lo que se pida como favor o gracia concreta que supera las formas ordinarias de acción divina y que son un milagro hay que hacerlo añadiendo: "si es ésta tu voluntad".

Lo que pasa es que con frecuencia no creemos del todo a las palabras de Jesús. Pensamos que Él se ha olvidado de nosotros, que no le interesamos, que en el fondo que no nos ama. Eso es. Dudamos de su amor. Y no nos sentimos amados por Él. Y esto le duele mucho a Él, porque Él nos ama de un amor infinito. Él ha sido paciente con nosotros, ha sido amable, ha dado su vida por nosotros, nos ha dicho de mil modos que nos ama. Y luego nosotros dudamos de su amor. No le creemos. No lo aceptamos. Sin duda ninguna debe ser ésta una gran herida abierta en su Corazón.

Pero sí, Dios nos escucha. Escucha nuestras palabras, pero sobre todo escucha nuestro corazón, los quejidos de nuestro corazón, los gritos inenarrables de nuestro corazón. ¿Cómo no nos va a escuchar Él que vive en nosotros por la gracia? ¿Cómo no nos va escuchar quien ha querido dar su vida por nosotros? ¿Cómo no nos va a escuchar el que no espera más que un gesto nuestro para hacerse presente en nuestra vida?¡La fe es tan sencilla! Dios en realidad, ¡pide tan poco! No seamos incrédulos sino creyentes. Sintamos el gozo de sentirnos amados por Él, de sentirnos escuchados, de sentirnos sus hijos.

Autor: P. Pedro Barrajón, L.C. | Fuente: la-oracion.com



miércoles, 9 de julio de 2014

EL ARTE DE AMAR A TODOS



Autor: Pablo Cabellos Llorente

         Son muchas las palabras  cuyo contenido cambia, bien por las permutas normales introducidas por escritores o por el pueblo llano e imaginativo, bien por intereses menos claros. No es infrecuente que un mismo vocablo sea utilizado deliberadamente para vaciar su contenido natural por otro que puede resultar ser exactamente lo contrario. Un ejemplo: lo que para algunos es un valor –el derecho al aborto-, para muchos es un desvalor –muerte de un inocente y muy probable padecimiento psicológico de la madre-.

         El ejemplo puede ser tomado como brutal, pero es real como bien sabemos todos. Mas no es menos atroz el uso destinado a la palabra amor. Originariamente, la voluntad podría considerarse –como hace Rafael Alvira- en cinco modos de querer: el primer uso sería el deseo como tendencia al fin, la búsqueda de la unión o posesión de lo deseado. La segunda manera  de querer aprueba o rechaza hechos sucedidos. Sería la tercera cuando nos dirigimos al futuro, en cuyo caso la voluntad es poder y elegir. La capacidad creadora del ser humano ocuparía el cuarto  puesto. Finalmente, hay un uso de la voluntad que llamamos amor y que viene a consistir en el reconocimiento y afirmación de una realidad por lo que en sí misma es y vale.

         Estos  usos de la voluntad se entremezclan en nuestras vidas y si alguno se ausenta,  debilitará el resto y al hombre mismo. Mas si no se encaminan al amor, que es su cúspide, la ruina será mayor. Porque la persona está hecha para  abrirse a otros. Muchos autores coinciden en que el hombre es un ser constitutivamente dialogante. Si no hubiese con quien establecer este diálogo manifestativo de la creatividad, de nuestra intimidad, de la capacidad de donación, en lugar de una persona lograda hallaríamos un fracasado. Digamos también que las relaciones interpersonales pueden medirse por el amor y la justicia.

         Si  saltamos a la caridad –virtud teologal por la que amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestros prójimos como a nosotros mismos por amor de Dios-, observaríamos una  virtud que no deroga nada de cuanto va dicho sobre los modos de ejercitar la voluntad y, por tanto, la libertad. No hay espacio para tratar con amplitud sobre la caridad, de la que afirma Tomás de Aquino que es una cierta participación en la infinita caridad, que es el Espíritu Santo, lo que, para ser pleno, exige estar en gracia de Dios. Y así, poder amar con el mismo Corazón de Cristo. ¡Qué lejos queda este planteamiento del pobre concepto de caridad consistente en la limosna dada a un pobre!

         Naturalmente, el mundo andaría mejor estructurado con lo escrito en los primeros párrafos, pero no hay duda de que si los cristianos viviéramos una caridad plena, seria más factible disfrutar del arte de amar a los demás. Estoy llamando arte al ejercicio de la primera de las virtudes porque, a pesar de que la creatividad ha sido el enunciado cuarto de las formas de querer, también se afirmó que todas confluyen en el amor, lo que conlleva siempre arte: para relacionarse y dialogar, para tender al bien amado, para rechazar lo que estorba, para elegir el amor.

         Ahora vendría bien considerar dos ideas agustinianas: “no se pregunta si ama, se pregunta qué ama”. Aquí aparecerían con toda seguridad discrepancias de apariencia insalvable, que no lo será tanto si  enterramos  los propios egoísmos para expresar el amor que es donación al otro: a Dios y a los demás. Luego san Agustín  expresó aquello tan banalmente entendido por algunos: “Ama y haz lo que quieras”. Esta idea agustiniana no puede comprenderse como una especie de libertinaje suicida,  la torpeza de prostituir el amor, lo que puede suceder en toda relación humana que ve a los demás como objetos: de placer, de negocio, de poder…

         Dos ideas más sobre el amor a los demás, extraídas de san Josemaría: en  “Es Cristo que pasa”, escribió: “la caridad cristiana no se limita a socorrer al necesitado de bienes económicos; se dirige, antes que nada, a respetar y comprender cada individuo en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre e hijo del Creador”. En “Amigos de Dios”, puntualiza más este aspecto al afirmar que amar es “buscar el bien de las almas sin discriminación de ningún género, logrando para ellas, antes que nada, lo mejor: que conozcan a Cristo, que se enamoren de Él”
Estaría en sintonía con la reiterada alusión del Papa Francisco a que la Iglesia no es una ONG.

         En la otra cara de la moneda queda el reproche del fundador del Opus Dei hacia “la mentalidad de quienes quieren ver el cristianismo como un conjunto de actos o prácticas de piedad, sin percibir su relación con las situaciones de la vida corriente, con la urgencia de atender a las necesidades  de los demás y de esforzarse por remediar las injusticias”, expresando a continuación que quien así pensara no habría comprendido todavía lo que significa que el Hijo de Dios se haya encarnado. Así saldremos  a las periferias de miseria y marginación.     


"Venid, benditos de mi Padre"

La palabra más bella que pueda Dios decirte es: "Venid" La invitación personal a acercarnos sin temor a Él.


Venid, benditos de mí Padre, a tomar posesión del Reino de los Cielos

Las palabras más bellas que pueda Dios decir a una criatura son ésas: Venid: la invitación personal a acercarnos sin temor; venid a mi mesa, venid a mi huerto, entrad en mi amistad.

Benditos de mí Padre: Tener la bendición de Dios en la vida es la máxima seguridad, porque esa bendición transforma tu vida entera en una amorosa felicidad.

A tomar posesión del Reino de los Cielos: Te daré la mitad de mi Reino, te doy mi Reino, se nos dice aquí; el Reino de Dios, ¡qué grande es, qué hermoso es, qué tuyo es! Aquí tienes la llave, pequeño príncipe del gran Reino. Te sonaba muy exigente el precio, porque te hablaban de cruz y renuncia, y ahora que eres dueño del castillo, ¿qué opinas? ¿Barato, muy caro, inefable? "Juego de niños", dijo uno del precio, cuando se lo mostraron, aunque lo maltrataron como a un mártir, y apostó por ese Reino; nadie se lo pudo arrebatar.

¿Por qué luchas en la vida? ¿Por qué te matas y trabajas y oras? ¡Qué rico eres y qué rico vas a ser, cuando te entreguen las llaves de un Reino eterno! Tienes que saber esperar y luchar y morir por ese Reino.

Tienes que estar en pie de lucha, debes funcionar con metas, estar hecho de urdimbre de guerrero.

Disfruta de la lucha también en las artes de la paz, y pelea por la santidad lo mismo que por ganar almas para Dios. 

La vida bien entendida es lucha, aventura apasionante, en la que se debe escalar la alta cima con lo mejor del propio esfuerzo, con todo lo que dé el alma y las uñas y el corazón.

En marcha pues, luchador; ármate de valor y fuego, de hambre de Dios y de cumbres: las cumbres te esperan.

Dios te dice desde arriba: Te espero, te he esperado muchos siglos; aquí te quiero ver, herido, rasguñado, enflaquecido por el esfuerzo, pero entero el corazón, para darte el eterno abrazo de la victoria. En marcha, luchador, te esperan las cumbres.

Has caído en mil batallas y ésa es la brecha abierta en tus murallas, pero hoy es tu fe más grande que todas las derrotas sufridas, y debes surgir de tus cenizas como el Ave Fénix.

¿Puedes? Si crees, puedes, apoyado en el Dios de los ejércitos.
Autor: P Mariano de Blas

martes, 8 de julio de 2014

Un cristiano sin la Virgen está huérfano


Autor: Papa Francisco
Ella nos acompaña siempre
Ciudad del Vaticano, 30 junio 2014 
El sábado por la tarde, el Papa encontró en la Gruta de Lourdes de los Jardines Vaticanos a un grupo de jóvenes de la diócesis de Roma. ´Esta visita a la Virgen es muy importante en nuestra vida -dijo-. Ella nos acompaña incluso en la decisión más definitiva, en la decisión vocacional porque acompaño a su Hijo en su camino que fue muy duro y doloroso. Ella nos acompaña siempre´.

´Cuando un cristiano me dice, no que él no ama a la Virgen, sino que no siente que tiene que buscarla y rezarla, me entristezco´ afirmó Francisco. ´Un cristiano sin la Virgen está huérfano, como también lo está un cristiano sin la Iglesia . Un cristiano necesita a estas dos mujeres, dos mujeres madres, dos mujeres vírgenes: la Iglesia y la Virgen. Y para hacer la prueba de una vocación cristiana justa, hay que preguntarse: ´¿Cómo es mi relación con estas dos Madres?´.

El Pontífice les recordó que en la actual cultura de lo provisional es importante no perder el sentido de lo definitivo. ´Tenemos miedo de lo definitivo. Y para elegir cualquier vocación, también las que son un estado: el matrimonio, la vida consagrada, el sacerdocio, hay que elegir desde una perspectiva definitiva. Y a eso se opone la cultura de lo provisional . Es una parte de la cultura que nos toca vivir en este momento, y hay que vivirla y vencerla´.

Al concluir, Francisco animó a todos a cantar el ´Salve Regina´ e impartió su bendición a los jóvenes y a sus familias, a quienes pidió también que rezasen por él.

lunes, 7 de julio de 2014

Cambio de Nombre en Los Play Boys


Como `pueden observar por la fotografía y el enlace:
Los Play Boys cambian de nombre y pasan a llamarse LOS MÍTICOS PLAYBOYS DE BADAJOZ de Badajoz, le han puesto un Adjetivo delante y han juntado Play Boys, aquí lo tienen.

http://www.oepm.es/es/signos_distintivos/resultados_expediente.html?mod=M&exp=3113354&bis

Con más tiempo ampliare la noticia.

domingo, 6 de julio de 2014

Homenaje a las víctimas


Para ellos todo era futuro. Oportunidades, ilusiones, proyectos. La muerte era lo último en lo que pensaban; ni se les ocurría.

Entre los sucesos históricos de un año tan singular como el 2000, se contará el del Kursk. El submarino ruso que sufrió un accidente, nunca aclarado, y se hundió. Moscú tardó varios días en enviar una operación de rescate. Asunto simplemente inexplicable. El resultado: 118 vidas, sepultadas en el fondo del mar. 

Es natural que nos preguntemos por qué suceden cosas así. Tal vez no nos interesa el trasfondo político, enmascarado por los hechos. Pero algo nos duele. Asusta imaginar la tensión que habrán vivido ahí dentro. El accidente. El paso de las horas en oscuridad total. La humedad y la presión. Incomunicación. Incertidumbre. Y el apagarse de las voces una a una. 

Nos duele por esos 118 hombres. La mayoría eran jóvenes, con una familia, con un futuro. Patriotas valientes que nunca regresaron de su aventura submarina. “No pudieron” ser rescatados. Vimos por televisión a sus esposas, a sus padres, llorando en el puerto, entre la indignación, la rabia y el desconsuelo. Alguien tendrá que revelar a sus hijos que "papá no volverá de su viaje por el mar". Cuando ya de poco servía, se rescataron cuatro cuerpos. Una multitud acompañó a la procesión funeraria. Las viudas, los huérfanos, los compañeros del ejército. Era la conciencia colectiva que quería gritar con su silencio: "¡No tenía que haber sucedido así!" Las víctimas de este accidente han dejado un vacío en la vida de los suyos y de su país. Nadie puede sustituir sus espacios en el tablero del mundo. 

El Kursk ocupó las primeras planas durante varios días. Todo el mundo lo sabía. No era para menos. Se trataba de un submarino nuclear ruso. Los 118 marinos murieron sirviendo a su patria. Homenaje bien merecido. 

Esto me llevó a pensar que no es cierto que hoy en día no se aprecie la vida humana. El mundo entero mostró indignación e interés por este incidente que costó la vida de tantos hombres. Con la misma evidencia esto se revela cada vez que tiene lugar una suceso similar: terremotos, huracanes, que han ganado fama a costa de tantas vidas y poblados destruidos; atentados, accidentes aéreos... 

¿Quién dice entonces que no nos importa la vida? Lágrimas por la guerra en Tierra Santa. Clamor popular y manifestaciones contra la violencia del terrorismo. Peticiones de indulgencia para los condenados a la pena de muerte. Prevención ante epidemias en Africa. 

Está claro que amamos la vida. La nuestra y las de los demás. Pero tal vez no todas las vidas por igual. Si no, ¿por qué tanto silencio ante una tragedia peor que todas aquéllas? ¿Cómo explicarnos tal indiferencia frente a la muerte de millones de seres humanos que también merecen un homenaje? 

Para ellos todo era futuro. Oportunidades, ilusiones, proyectos. La muerte era lo último en lo que pensaban; ni se les ocurría. Se sentían seguros y protegidos, en el calor del vientre materno. Hablamos no sólo de rusos, mexicanos, españoles... sino de personas de muchos países del mundo. Tal vez de todos. Se trata de inocentes que no murieron en un accidente o a causa de un fenómeno natural. 

Son víctimas a quienes tal vez pocos lloran. Y aparentemente no se nota el espacio vacío que dejan en el mundo. Sus restos no son depositados en una caja y llevados a un cementerio. No ocupan los titulares de la prensa. No llenan estadios. No hay homenaje para ellos. Jamás sabremos cuántos son, ni tendremos una lista con sus nombres, pues quizás no llegaron a tenerlos. Pero ¿quién puede afirmar que entre ellos no habría hombres y mujeres que marcarían la historia: futuros gobernantes, pensadores, sacerdotes, artistas? Habría... pero alguien no lo quiso así. Apenas probaron un poco de la aventura de vivir. Sólo pudieron imaginar cómo sería el rostro de su madre y soñar con el mundo que escuchaban ahí fuera, tan cerca. 

Sí. Nos referimos a los millones de bebés que el aborto ha hundido. Para ellos ya es demasiado tarde. No hace falta enviar una operación de rescate. Pero para otros, miles y miles más, todavía hay posibilidad. Podemos salvarlos y darles la oportunidad de seguir viviendo. Vamos a demostrar que en verdad nos interesa la vida, cada vida humana. Que nos duele que mueran los inocentes, como los marinos rusos del Kursk, como las víctimas de tantas catástrofes y guerras, como todos aquellos que no pudieron celebrar siquiera su primer cumpleaños. Este será el mejor homenaje para ellos. 

Autor: Ignacio Sarre

sábado, 5 de julio de 2014

Tomás, perseguido por Cristo

El Apóstol llamado Tomás en los Evangelios (Mt 10, 3; Mc 3,18, Lc 6,15) es apodado "Dídimo" que significa "gemelo" (Jn 11,16). Entra casi en el Evangelio de una forma silenciosa. Sus primeras palabras afirman en una ocasión su deseo de morir con Jesús (Jn 11, 16). 

Posteriormente se manifiesta con un estilo racionalista ante las palabras de Jesús, asombrándose de cómo se puede conocer un camino, no sabiendo a dónde se va (Jn 14,4). Finalmente conocemos su incredulidad ante el hecho de la Resurrección ( Jn 20, 24-29) y su presencia en la aparición de Jesús en el lago de Tiberíades (Jn 2, 1-14). 

Tras la Ascensión lo contemplamos en Jerusalén con los demás apóstoles. La tradición le asigna como actividad misionera Persia y la India. La ciudad hindú de Calamina, donde se supone que murió, no ha sido identificada. Santo Tomás murió mártir Sus restos fueron traslados a Edesa. 

Vamos a contemplar la figura de Sto. Tomás a la luz de ese amor de Dios que siempre persigue al hombre para que se salve y llegue al conocimiento de la verdad. Es una de las formas más bellas de ver la misericordia divina.

Dios siempre persigue al hombre cuando éste se sale del camino del amor y de la verdad que él le ofrece. La misericordia no es tanto una actitud pasiva de Dios, siempre dispuesto a perdonar, cuanto una acción de Dios positiva consistente en buscar la oveja perdida una y otra vez. El Evangelio está lleno de imágenes bellísimas de este estilo de Dios. Desde el buen Pastor que abandona el rebaño a buen recaudo para ir a buscar a la oveja perdida, hasta ese Cristo que providencialmente se hace presente siempre allí donde alguien le necesita, la realidad es que Dios persigue al hombre una y otra vez ofreciéndole su Corazón abierto para que vuelva. 

La misericordia divina, -un atributo precioso de Dios-, se convierte así en esa larga persecución de Dios al hombre a lo largo de toda la vida por medio de innumerables gracias que respetan indudablemente la libertad del hombre. No se resigna a perder a nadie. Dios no abandona a nadie, a no ser que alguien le abandone a él.

Desde el momento en que Dios crea a cualquier ser humano, esa persona se convierte en objeto inmediato del amor de Dios. A partir de ahí Dios se hace garante de un compromiso destinado a lograr, respetando la libertad humana, la salvación del hombre. Jamás desiste Dios de este compromiso, suceda lo que suceda y pase lo que pase. Es tal el amor de Dios hacia el hombre que, aun rechazado, olvidado, abandonado, blasfemado, Dios sigue llamando a las puertas del corazón una y otra vez, hasta el último momento de la vida. Este comportamiento divino se encierra en una palabra: "alianza". Dios ha hecho una alianza de amor con el hombre que él siempre respetará.

Desgraciadamente el hombre con frecuencia toma a broma este amor de Dios. Cree que la misericordia divina consiste en burlarse del amor de Dios que siempre terminará perdonando, incluso sin que medie la petición de perdón. Así muchos seres humanos juegan inconscientemente a lo largo de la vida con la misericordia divina, olvidándose de aquellas palabras de S. Pablo: "Trabajad con temor y temblor por vuestra salvación". En esta actitud se da un equívoco de fondo. Nada tiene que ver la Misericordia infinita de Dios con la certeza de que el hombre va a estar dispuesto a pedir perdón un día. La Misericordia divina siempre estará asegurada; no así la petición de perdón del hombre. La Misericordia divina necesita la actitud humilde del hombre que reconoce su mentira, su equivocación, su deslealtad al amor de Dios.

A pesar de los pecados cometidos, una y otra vez, nunca hay motivo o razón para dudar de la Misericordia divina. El amor de Dios es más grande que nuestros pecados, por terribles que fueran. Ahí tenemos a Pedro, a Zaqueo, a la mujer adúltera, a tantas personas pecadoras con quienes Cristo se encontró. Nunca encontraron en él el reproche amargo, el rechazo cruel, la crítica amarga. Al revés, todos los pecadores, que reconocieron su pecado, encontraron en Cristo el perdón, el aliento, el ánimo, la esperanza que tanto les ayudó a encontrar el camino de la paz y del bien. No deja de tener un significado muy consolador esa imagen del Crucificado, en la que Cristo, clavado en la Cruz, tiene los brazos abiertos para siempre, convirtiéndose así en la imagen de ese Dios que siempre espera, que siempre acoge, que siempre abraza.

Autor: P. Juan J. Ferrán

viernes, 4 de julio de 2014

¿Miedo a quedar anticuados?

Sólo queda anticuado quien sigue modas pasajeras, porque la verdad nunca pasa.
En diversos momentos de la historia surge un miedo íntimo a perder el tren del progreso, a quedarse anticuados, a sucumbir bajo acontecimientos e ideas que avanzan triunfantes.

Ese miedo es sano si lo nuevo resulta mejor que lo antiguo. Ese miedo es confuso si no hemos pensado seriamente dónde esté lo mejor y dónde lo peor. Ese miedo es suicida y enfermizo cuando algo nuevo destruye elementos buenos del pasado y avanza hacia metas irracionales, incluso negativas.

Un cristiano, ¿puede tener miedo a quedar anticuado? En realidad, si está profundamente enraizado en Cristo, si cree con fe auténtica en la Victoria del Maestro, si lee y busca vivir el Evangelio, si acoge lo que dicen el Papa y los obispos cuando exponen la doctrina católica... un cristiano así no tendrá nunca miedo a quedar anticuado.

Porque vivir según la fe de la Iglesia no es anclarse en ideas caducas que hoy sirven y mañana se tiran, sino que permite al creyente construir su existencia sobre una Roca viva y presente en el tiempo y más allá del tiempo: Jesucristo.

Por eso no tenemos miedo a quedar anticuados. El Evangelio conserva una vitalidad y un empuje que vale para todos los hombres, en todos los tiempos, a través de las diferentes culturas. Es levadura que rejuvenece, es sal que purifica, es agua que lava, es alimento que da vida eterna.

Sólo queda anticuado quien sigue modas pasajeras, quien abraza novedades sin un sano discernimiento, quien promueve libertades orientadas al capricho y a la comodidad, quien renuncia al sano sacrificio, quien avanza por la puerta amplia que lleva a la perdición (cf. Mt 7,13-14).

No tenemos miedo a quedar anticuados, porque la verdad nunca pasa, mientras que cielos y tierras quedan enjaulados en el flujo del tiempo (cf. Mt 24,35).

Ante nuestros ojos sucumben los engaños del mundo, del demonio y de la carne. La belleza del Resucitado brilla con la frescura de una mañana eterna y joven. No tenemos miedo, sino esperanza, porque Él ha vencido al mundo (cf. Jn 16,33).

Autor: P. Fernando Pascual LC