"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

jueves, 8 de septiembre de 2011

Invitación al cumpleaños de María Santísima...

Invitación al cumpleaños de María Santísima...Feliz cumpleaños, Madre querida, te abraza tu hija, la que muchas veces te dejó esperando... la que buscaba la paz y la felicidad por otros caminos.
Los pájaros cantan desde los árboles más altos. Las flores se abalanzan sobre el aire saturándolo de aromas simples. El cielo abraza al mundo en un horizonte no tan lejano. ¿Por qué me parece que la naturaleza es un grito silencioso de esperanzas nuevas?

+ Porque es el cumpleaños de María Santísima- recuerda a mi alma la voz fuerte y serena del Ángel Gabriel.

- ¡Ay! Torpe de mí, que lo he olvidado- y es otro olvido que se suma a tantos... Éstos son los olvidos que van poniendo gris el alma.

+ No desesperes, amiga- Sonríe Gabriel, para que recuerde que la misericordia de Dios me envuelve y protege cuando más la imploro.- No desesperes, pues aún tienes tiempo de llegar a la gran fiesta.

- ¿Fiesta?¿Acaso en la parroquia....?

+ No te hablo de esas fiestas, sino de la que el Espíritu Santo prepara cada año para su fidelísima esposa.

- ¡Ah! Pero, amigo ¿Cómo voy yo a asistir a semejante fiesta? No, no soy digna...

Gabriel queda en silencio. Busca palabras y gestos para llegar a mi corazón.

+ Verás. El cumpleaños de María es, en el Reino Celestial, una muy hermosa fiesta. Todos los ángeles suspiramos de amor por el nacimiento de la Llena de Gracia. Todos los jardines eternos se inundan de canto: ¡Salve, Salve María!. La Santísima Trinidad se dispone a regalarle lo que más desea su corazón de Madre: Una gran mesa rodeada de todos sus hijos, precedida por Jesús... Y cuando digo “todos” significa “todos”.

- O sea que... yo...¿Podría asistir?

+ Claro que sí. Tu Madre te espera. No estaría completa sin ti. No estará completa si falta solo uno de sus hijos.

- Y ¿ Cómo llego?¿Cuál es el camino?.

+ El camino, amiga, parte de tu corazón. Nace de un sincero deseo de acercarse a Ella. Recuerda que puede ver tu corazón y conoce tus intenciones.

- Gracias, amigo. Pediré al Señor aumente mi fe y mi amor y me dé la gracia necesaria para desear estar siempre en la preciosa compañía de mi Madre. Pero aún no comprendo cómo llegaré al banquete, ni cómo he de ir presentada, ni cuáles regalos puedo llevar.

+ Es muy importante tu pregunta, por lo que la responderé por partes. Primero me preguntas dónde. Mira, la mejor de las madres jamás se aparta del mejor de los hijos. ¿Dónde hallas al Hijo?

- Pues.. en la Eucaristía. ¡Claro! Allí es el banquete. ¡La Santa Misa! ¡La tenía tan cerca y no me daba cuenta!. Entonces.. compartiremos los hermanos “el manjar más codiciado, este pan angelical” como dice esa canción que tanto me gusta. Gracias amigo por ayudarme a comprender.

+ También me preguntabas acerca de cómo ir presentada. Es un punto muy importante. ¿Cómo irá tu alma al banquete? Recuerda que el mismo Jesús te espera en el confesionario. Allí serás preparada adecuadamente para tan precioso momento. En cuanto a los presentes que puedes llevar a tu Madre ¿Cuál crees que le agradará más?
Me quedo en silencio. El mejor presente para María bien lo conozco. Pero temo no tenerlo en buenas condiciones.

- Creo, Gabriel, que el mejor regalo para ella es darle mi corazón, mi vida, todo mi ser, para que ella me conduzca a los brazos de su Hijo.

+ Así es... Mas no olvides que tu corazón debe ir acompañado constantemente de la oración, una oración que es un diálogo hermoso con “quien sabes que te ama”, como bien ha conocido Santa Teresa. Así, te acercarás a ella con el alma plena de agradecimiento. Cuánto más sincero sea tu agradecimiento más pronto llegará a su Inmaculado Corazón. Después, ofrécele tu corazón así como está. Con llagas y dolores, con tristezas y preguntas, con la sencilla alegría de tus días. Ella lo tomará gustosa, lo protegerá con sus delicadas manos y, con sus besos purísimos, curará todas sus llagas.

+ Luego... luego dile cuánto la amas. Díselo por todas las veces que no se lo dijiste. Díselo por todos los que no pudieron decírselo. Díselo también por todos los que no supieron. Ella se alegrará y sentirás su abrazo en las profundidades de tu alma. Más, no te inquietes si pasea su mirada por los bancos vacíos de la Parroquia. Quédate en silencio junto a Ella, para hacerle compañía. Seguro te contará que, en su fiesta soñada, cada hijo estaría en su banco... en el sitio que Ella le ha cuidado amorosamente.

+ Te dirá que los espera todos los días, que les ve caminar por la vida entre alegrías y tristezas, soledades y compañía, certezas y dudas. María quisiera decirles cuánto les ama, por eso les esperará siempre junto a los bancos vacíos.


El ángel Gabriel y yo nos quedamos en silencio un rato. El corazón nos viaja por el mundo contemplando los sitios que quedan vacíos en tantas misas. No soy juez de nadie, pues ni siquiera puedo recordar los motivos por los que, mi propio sitio, muchísimas veces estuvo vacío. Sé que, en cada lugar vacío hay un dolor, una soledad, una distancia...

Gabriel se va alejando entre las flores y los naranjos del patio de mi casa. Me queda en el alma el recuerdo de este momento. De su invitación al cumpleaños de María.
Tomo papel y lápiz. Transformo en letras los sentimientos que me desbordan el corazón.

Te dejo este relato, María querida, como un regalo más en tu cumpleaños. También lo mandaré a mis amigos, quizás le llegue al del banco vacío, como un simple recordatorio de que hay un lugar en el mundo que tiene su nombre, que no puede ser ocupado más que por él. Un lugar en el que le espera su Madre Celestial para abrazarle, consolarle y amarle, como nadie lo ha hecho jamás.

Feliz cumpleaños, Madre querida, te abraza tu hija, la que muchas veces te dejó esperando... la que buscaba la paz y la felicidad por otros caminos. La que no sabía que tu tenías mil regalos perfumados, esperándola, en silencio, junto a un banco vacío.


NOTA de la autora: "Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna."
Autor: María Susana Ratero

miércoles, 7 de septiembre de 2011

TRES MINUTOS


Tres minutos, fueron tres minutos los que el millón y medio de jóvenes adoraron, de rodillas, en Cuatro Vientos, en la JMJ con el Papa, al Santísimo Sacramento expuesto en la custodia procesional traída desde Toledo.

En tres minutos, Jesús explicó a la muchedumbre el misterio de la Eucaristía. El Señor llegó un día gozoso y feliz a dar una noticia impresionante: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto y todos murieron. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. Si alguno come de este pan vivirá eternamente; y el pan que Yo daré es mi carne para la vida del mundo”.

En tres minutos
se produce la reacción del público. Éste desvaría, ¿cómo puede darnos a comer su carne y a beber su sangre? ¡Dura es esta doctrina! ¿Quién podrá escucharla?

En tres minutos
se produce el escándalo. Los judíos murmuraban y lo comprendemos perfectamente: comerse su carne, beberse su sangre. Esto sólo dice algo a aquellos que están dispuestos a pasar por todo lo incomprensible.

Dios que nace en un pesebre, que trabaja como carpintero, que muere crucificado: todo esto es algo sin precedentes en la historia de las religiones. Pero un Dios que se hace cosa, un trozo de pan, unas gotas de vino…esto o somos todos imbéciles y, además una imbecilidad colectiva transmitida sucesivamente durante XXI siglos, o es un prodigio impresionante y, además, nos lo creemos. Yo lo creo firmemente.
En esos tres minutos, un millón y medio de jóvenes, vuestros hijos, vuestros nietos, adoraron al Dios hecho pan de los Ángeles. No hubo que atender a ninguno de ingesta alcohólica; nadie fumó un “porro”.

Es que, a veces, tengo dudas sobre mi fe en la Eucaristía y no comprendo cómo puede ser esto. Tampoco yo lo comprendo: ¡ahí está el prodigio! No se puede creer en Jesús sin creer en la Eucaristía.

Los judíos que escuchaban esta doctrina huyeron escandalizados: es el gran fracaso de Jesús que se perpetúa en los duros de corazón. Jesucristo preguntó a sus apóstoles: ¿también vosotros queréis marcharos? Tus hijos, tus nietos, en esos tres minutos, contestaron: ¿y a quién iremos, Señor? sólo Tú tienes palabras de vida eterna.

Cuando era la hora, dice San Lucas, se sentó a la mesa y en tres minutos dijo: ¡Ardientemente he deseado comer con vosotros esta Pascua antes de padecer! Ardientemente el Señor ha deseado comer esta Pascua en la que su Cuerpo es entregado por nosotros, y su Sangre derramada por nosotros. Jesús sabe que la vida sólo puede brotar de una muerte, que sólo Él puede sufrir. Esta muerte es la que acepta, a ella se entrega. Eso significan las palabras “por vosotros”. Que Jesús realizara ese “por vosotros”, eso es su amor. Y de aquí brota el misterio de la EUCARISTÍA (Cfr. Romano Guardini, III, p. 76).

Cada día la Santa Misa ocurre en nuestros Altares, pero no pasa, está presente a lo largo del día como raíz, centro, fuente y cumbre de nuestra vida. Es que ahora estoy metido en un gran activismo: pues la actividad más activa es la Eucaristía, la más trepidante, la más absorbente pues absorbe todos los pecados del mundo. Es que estoy desarrollando ahora una tarea muy influyente: la actividad más influyente es la Santa Misa, la más multitudinaria, la más responsable, de la que dependen más cosas y más personas.

Tres minutos bastaron a los peregrinos de Cuatro Vientos para adorar y entregarse a nuestro Jesús. Allí estabas tú, tus hijos, tus sobrinos y tus nietos. ¿No tienes tú tres minutos diarios para acercarte al Sagrario? Conocí a un lechero que se acercaba con sus cántaras, abría la puerta de la Iglesia y le decía: “Señor, aquí está Juan, el lechero”.

Tú le puedes decir: creo firmemente que estás aquí, con tu Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad. Creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. O bien: “Señor aquí tienes a este desgraciado, que no te sabe querer como Juan el lechero”. Y todo en TRES MINUTOS.

Gratitud, amor, fidelidad

Un corazón agradecido busca maneras concretas para corresponder a quien nos lo ha dado todo.

Hemos recibido regalos maravillosos de Dios: su misericordia, su Amor, su Hijo. Esta verdad toca el corazón de cada bautizado, es el centro de nuestra fe, enciende la esperanza, alimenta la caridad.

Cuando abrimos el alma a los dones de Dios, cuando reconocemos que nos libró del pecado, que nos sacó de las tinieblas, que nos condujo a la luz, que nos abrió las puertas del cielo, surge casi espontánea, gozosa, la gratitud.

Desde la gratitud, ¡qué fácil sería vivir los mandamientos, huir del pecado, enraizar en el amor! Porque un corazón agradecido busca maneras concretas para corresponder a quien nos lo ha dado todo.

Vivir a fondo la gratitud nos aparta, por lo tanto, del mal. Muchos de nuestros pecados surgen porque no somos plenamente agradecidos. En otras palabras, casi no haría falta la penitencia (confesión) si viviésemos a fondo la gratitud.

El Concilio de Trento lo explicaba así: “Si tuviesen todos los reengendrados tanto agradecimiento a Dios, que constantemente conservasen la santidad que por su beneficio y gracia recibieron en el Bautismo; no habría sido necesario que se hubiese instituido otro sacramento distinto de este, para lograr el perdón de los pecados” (Los sacramentos de la penitencia y de la extremaunción, capítulo 1).

La debilidad humana, unida a tantas distracciones que nos impiden reconocer y agradecer a fondo lo que significa ser redimidos, explica ese pecado que nos aparta de Dios, que nos hace ofender al prójimo, que nos destruye internamente.

Por eso, uno de los mejores antídotos contra el pecado radica precisamente en la gratitud. La invitación de san Pablo vale para cada generación cristiana: “Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría, cantad agradecidos, himnos y cánticos inspirados. Y todo cuanto hagáis, de palabra y de boca, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por su medio a Dios Padre” (Col 3,15b-17).

La gratitud, al mismo tiempo que nos aleja del mal, nos lleva a la fidelidad, a la entrega, a la búsqueda del bien y de la justicia. Quien es agradecido, no traiciona al Amigo.

Somos fieles, perseveramos firme en la fe, avanzamos en el amor, si continuamente damos gracias a Dios “porque es bueno, porque es eterna su misericordia” (Sal 118).
Autor: P. Fernando Pascual LC.

martes, 6 de septiembre de 2011

¿Cómo rezar bien mis oraciones?

¿Cómo rezar bien mis oraciones?
¿Hay oraciones más poderosas que otras? ¿Dónde reside el poder de una oración? ¿Tiene sentido preguntar si es más poderosa una novena que un rosario?
Acabo de conversar con un señor que me preguntó si podría recomendarle una oración especialmente poderosa: “Tengo problemas muy serios en mi casa y en el trabajo, necesito la intervención de Dios; recomiéndeme una oración que no falle, la oración más poderosa que usted conozca.”

Pude haberle entregado una selección de las oraciones que hemos recopilado en www.la-oracion.com. Pero ¿hay oraciones más poderosas que otras? ¿Dónde reside el poder de una oración? ¿Tiene sentido preguntar si es más poderosa una novena que un rosario? ¿Tiene valor una oración aunque se haga distraído? ¿Cómo se sabe si se reza “correctamente”?

¿Qué nos enseña la experiencia?

Hay fórmulas u oraciones vocales que a lo largo de los siglos han resultado especialmente “poderosas” para muchos: el Padrenuestro, el Avemaría, la oración de Jesús (Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí pecador), el canto de los salmos, etc.

Quienes han encontrado fruto para el crecimiento en su vida espiritual utilizando estas fórmulas u otras, progresan normalmente en tres momentos:

1. Comienzan a pronunciarlas con los labios o en silencio, dándole un sentido a las palabras mientras están en la presencia de Dios.

2. Luego, dan el paso a decirlas interiormente, hasta que con o sin la fórmula se dirigen a Dios con las actitudes propias de la oración que utilizan (actitud de creatura ante su Creador, de hijo ante su Padre, de pecador rescatado ante su Redentor, de bautizado ante el Espíritu Santo que habita en él, etc.).

3. Un paso más adelante se da cuando esa oración se hace una oración incesante, impregnando completamente toda la persona y toda la vida. Llevan corriendo por sus venas el sentido de las oraciones. El hábito de la presencia de Dios llega a ser para ellos como una segunda naturaleza.

Mientras escribo me sorprendo al recordar cuántas veces he rezado el rosario completamente distraído. Las invocaciones a Jesucristo que rezo todos los días con mi comunidad ¡cuántas veces las he pronunciado con la mente en otra parte! a pesar de que sean bellísimas y de una potente carga teológica y afectiva.

Errores comunes al rezar las oraciones vocales:

1. La mentalidad mágica: Creer que pronunciar las fórmulas produce un resultado automático (como un talismán).

2. El formalismo: Creer que por cumplir con una práctica de piedad, ya se hace oración. La atención se centra en la forma, en “hacerlo correctamente”; se da más importancia a la letra que se pronuncia que al espíritu con que se reza.

3. La rutina: A base de repetir una oración que uno se ha propuesto hacer todos los días, se puede caer en el escollo de hacerla inconscientemente, sin darle sentido.

Tres consejos para superar la rutina

Para superar la rutina a mí me ayuda:

1. Antes de iniciar las oraciones, tomar conciencia de lo que voy a hacer y ante quién estoy. Bastan tres segundos.

2. Llevar a la meditación lo que rezo todos los días (por ejemplo las oraciones de la mañana). Cuando se saborea en la meditación cada una de las palabras y de las frases de las oraciones, rumiándolas con calma en la presencia de Dios, se advierte que al volver a pronunciarlas cobran un mayor significado, salen de lo más profundo de la mente y el corazón; al poner más amor en lo que se dice a Jesucristo, las oraciones “dicen más”.

3. Cuando me doy cuenta de que he pronunciado una oración sin darle sentido a las palabras, sin centrar la mente en lo que digo y sin hacerlo “con todo el corazón, con toda el alma y con todas mis fuerzas” (cf. Mt 22,37 y Mc 12, 33), aplico un recurso que me ha servido mucho: detenerme y repetir la plegaria utilizando mis propias palabras, con toda espontaneidad.

¿Qué es lo que hace que una oración sea poderosa?

Lo que da valor a una oración es la fe con que se pronuncia. Con palabras o sin palabras, usando fórmulas oficiales de la liturgia y de la piedad cristiana o creando las oraciones personales espontáneamente, lo importante no son las palabras sino el espíritu con que se pronuncian. Allí tenemos el ejemplo de la oración de la cananea, cuando Jesús le dijo: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas». Y desde aquel momento quedó curada su hija.” (Mt 15, 28)

Una oración vocal debe brotar del corazón y ser pronunciada ante Dios con fe y atención para que pueda llamarse oración y para que sea poderosa. El poder de la oración no está en pronunciar determinadas palabras con los labios, sino en hacerlo con plena conciencia y dirigiéndose con fe a Dios Nuestro Señor.

La fuerza de una oración viene no del exterior (las palabras), sino del interior (del corazón). Lo esencial está en estar y permanecer ante Dios; lo importante es la elevación espiritual del corazón humilde a Dios.

Una sola palabra, un recuerdo de Jesús o una simple mirada llena de fe, con un sincero sentimiento de adoración, vale más que centenares de rosarios pronunciados sin sentido, como si de un loro se tratara (de aquí el sentido de la foto de arriba). San Pablo decía: “Prefiero decir cinco palabras con mi mente que mil en lengua desconocida.” (1 Co 14,19)

Por lo demás, no somos nosotros los que "logramos" que una oración sea poderosa, es la gracia de Dios.

La oración de Doña Lena

Recientemente escuché una oración de las más sentidas que he oído en mi vida. Como comenté hace unas semanas, estoy construyendo una ermita con sentido de reparación al Sagrado Corazón de Jesús. Al hacer el muro de contención quise poner en él una imagen de la Virgen de Guadalupe, en lugar de dejar el muro vacío. De esa manera, la imagen de la Virgen ayudará a las campesinos a recordarla mientras van por el camino.

La mostré a Doña Lena, una ancianita que fue a saludarme y a llevarme unas tortillas. Cuando vio la imagen de la Virgen de Guadalupe, de alegría tiró la bolsa de plástico que llevaba en la mano y comenzó a dialogar con la Virgen María con una naturalidad y una autenticidad parecidas a las de Juan Diego.

Doña Lena ha alcanzado una familiaridad con María como no había visto antes. Le pregunté sobre su relación con la Virgen y me dijo: “Ella es mi Madre, me conoce mejor que nadie, cuida mi camino, sabe lo que me aprovecha y me conviene, la tengo siempre en la memoria, estoy todo el tiempo en su presencia. Le confío toda mi vida y todas mis cosas. La quiero mucho y le platico por donde quiera que vaya.”

Esta buena mujer no sabe siquiera leer, no sigue fórmulas especiales al elevar su alma a Dios y a la Virgen, pero al escucharla dialogar con María pude ver sin lugar a dudas que estaba llena del Espíritu Santo.(Cf. Ef 5,18) Oraciones así son las más poderosas.

El poder de una oración reside en el espíritu con que sea dicha.

Esta noche me propongo rezar las Completas con particular sentido de adoración y gratitud a Dios.
Autor: P Evaristo Sada LC.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Consejos para asegurar tus datos ante el posible ataque a Facebook anunciado por Anonymous que se realizara el 5 de noviembre.


Ante el posible ataque a Facebook, que según varias revistas, como páginas Web, han anunciado para el día 5 de noviembre de 2011, me gustaría advertirle y hacerle las siguientes consideraciones:

Tengan muchísimo cuidado, desde ahora hasta esa fecha, pues tal vez reciban correos electrónicos, mensajes, tal vez eventos en Facebook, en los que le pedirán una serie de datos, promediándoles que con ello quedara su cuenta totalmente blindada ante cualquier ataque que pueda producirse, en el 99,99 %  de los casos, nada más lejos de la realidad.

No den ningún dato sobre su cuenta, su perfil, u otro tipo de dato que le sea requerido, rechace siempre esas peticiones, salvo que esté plenamente seguro y conozca muy bien a la persona o entidad que se lo solicite.
Este tipo de eventos se presta a miles de abusos y robo de información, para más tarde comercializarla o lucrarse de la misma.

Yo voy a aconsejarles una serie de tareas que deberían hacer ante del citado día  cinco de Noviembre.

Punto primero:

Sobre el día uno de noviembre saque una copia de seguridad de todos los datos de Facebook, les digo sobre el día uno, pues los últimos días habrá posiblemente tal demanda que no las puedan realizar.

Para aquellas personas que no saben cómo hacer la copia les pongo los pasos a seguir.

Entre normalmente en Facebook.

Vaya a la pestaña MI CUENTA,  ábrala.

Elija la opción Configuración de la cuenta, pulse esa opción.

Mire muy bien la pantalla que la ha salido, fíjese debajo de IDIOMA, ángulo inferior izquierdo de la pantalla que está viendo, y en letras azules, podrá leer “Descarga una copia de tu información, pulse sobre las letras azules.

Vera que le aparece una nueva pantalla, le explica el contenido que traerá la copia, y en verde vera una opción que pone “Crear mi archivo”, pues pulse ahí.

Le saldrá una nueva pantalla más pequeña donde vera Crear mi archivo, o cancelar. Dele a  Crear mi archivo.

Por ultimo le saldrá una última pantalla y que en el centro de la misma podrá leer:
Recibirás un mensaje de correo electrónico cuando el archivo esté listo para descargar
Pues dele en esta pantalla a la opción  Aceptar.
La copia ha sido pedida, recibirá en la cuenta de correo que tenga dada en Facebook, un correo electrónico, con el enlace para descargarse toda su información en un archivo comprimido. Lógicamente al llegar al enlace le pedirá el nombre de usuario y la clave para entrar en Facebook, la que utiliza normalmente.

Al descomprimir este archivo creara una carpeta llamada Facebook-nombre.apellidos, dentro de esta carpeta creara una con el nombre de nombre.apellidos, ejemplo manuel.murillogarcia, entre en esa carpeta y pulse sobre el archivo index y se abrirá como si estuviera en Facebook, aparecerá fu fotografía del perfil Con su Nombre y Apellidos y todo su perfil, a la izquierda tendrá la opciones, de MURO, FOTOS, VIDEOS, NOTAS, EVENTOS y MENSAJES.
Como puede ver ya tiene toda su información en su ordenador, y es poco el espacio que ocupa.

Punto Segundo:

Ya tenemos salvaguardada nuestra información, pues bien si el ataque está previsto para el día cinco, el tres o el cuatro, quitaría del perfil cuantos más datos personales mejor, para en caso de robo de información no poder ser identificado o localizado, ya que lo único que quedaría serian Nombre y Apellidos, ante un robo o un borrado masivo de información yo siempre tendría una copia, la que antes sacamos, en mi ordenador, y podría una vez restablecido el servicio volver a cargarla nuevamente.

CONCLUSION:

Desconfié de promesas en la que le asegure que su cuenta quedara blindada, lógicamente si atacan el servidor de Facebook (Ordenador de Facebook) en donde estén sus datos, ¿quién le va a impedir que tomen o borren sus datos? ¡¡¡Nadie!!! Luego no se fie y hago verdadero hincapié, nunca den un solo dato, no se fíen de nada. La seguridad es vital en estos casos y seguro que más de uno dará algún dato que comprometerá toda su información.

El día siete si todo sigue funcionando vuelva a rellenar los datos que borro de su perfil,
Esta nota volveré a publicarla a finales de octubre, sobre el día veinticinco, pero es conveniente que hagan ya una copia a modo de ensayo, de esta manera no tendrán dificultad alguna el día que la deban hacer.

Espero haberle sido útil, un saludo Manuel Murillo

¿Dónde está lo esencial?

¿Dónde está lo esencial?
Lo esencial no se ve, ni se escucha, ni se toca. Lo esencial se esconde en cada hombre, en lo más íntimo de nuestro corazón
A veces vivimos como las plantas o los animales. Aseguramos nuestra comida y procuramos lograr una buena digestión. Evitamos el sol cuando nos quema o lo buscamos cuando hace frío. Nos apartamos de las espinas y acariciamos, con un especial gustillo en la garganta, la piel de un gato. Guardamos cosas y cosas en el armario y tiramos lo que no nos gusta a la basura. Nos levantamos con la pena de dejar la cama y nos acostamos con la inquietud de no haber hecho todo lo que hubiéramos querido. Hacemos planes para el verano, y en el verano pensamos en lo que haremos al reiniciar el trabajo o la carrera.

Entre las prisas y las angustias de todos los días, entre los olores de la cocina y los gritos de los niños, entre los ruidos de la radio y las imágenes de la computadora, nos olvidamos de lo esencial: en cada uno brilla algo divino, algo eterno.

No nacimos para pudrirnos en un despacho, ni para levantar muros con filas interminables de ladrillos. No nacimos para planchar las sábanas ni para vaciar platos de ensalada. Somos, aunque nos duelan las muelas y nos asuste la oscuridad, una chispa del amor de Dios: somos espirituales, somos eternos.

Lo esencial no se ve, ni se escucha, ni se toca. Lo esencial se esconde en cada hombre, en lo más íntimo de nuestro corazón, y nos permite pensar y amar por encima de lo cotidiano, de lo banal, de lo superfluo.

Podemos vivir mucho o poco. Podemos estar en una silla de ruedas o conducir un aeroplano. Podemos vivir con hijos y nietos o estar solos, en un barrio pobre de una ciudad miserable. Pero lo esencial sigue allí, escondido, cierto, indestructible.

A veces lo esencial se asoma cuando un esposo pide perdón, quizá sin palabras, a su esposa o a algún hijo. O cuando un niño reparte su bocadillo a un compañero, o le presta su último juego electrónico. O cuando unos padres deciden no abortar al hijo no esperado, pero que pide, con su silencio y su pequeñez, un lugarcito en casa. O cuando un hijo invierte los mejores años de su vida para cuidar a su madre que sufre por culpa del Alzheimer. O cuando una chica, con todo el futuro por delante, decide consagrarse a Dios para trabajar con los pobres, para enseñar a los niños o para levantar todos los días una oración invisible al Dios que sí ve lo esencial.

Lo esencial sigue en pie, todos los días, fuera de las pantallas de la televisión o de las crónicas de la prensa. No aparece en internet, pero está en los corazones. No se cotiza en la bolsa, pero permite que vivan y mueran los que venden y los que compran. No gana guerras, pero vence en los hospitales en donde son cuidados los heridos, sean amigos o enemigos.

El mundo sigue su camino. La luna crece y decrece con regularidad perfecta. El sol nos calienta todas las mañanas, y las nubes se pasean por el cielo con sus formas caprichosas y sus colores de tristeza o de esperanza. Lo esencial vive, más allá de las estrellas y más escondido que los tuétanos, con su libertad misteriosa, profunda, enamorada.

No se puede comprar el amor, leemos en la Biblia. Lo esencial tampoco está en venta. Cada uno lo tiene en su corazón. Y puede hacerlo crecer para el bien del universo, para tu bien y para el mío.
Autor: P. Fernando Pascual LC.

domingo, 4 de septiembre de 2011

'Somos más'

¿Cuánto cuesta un milagro?

¿Cuánto cuesta un milagro?
Quisiera hoy, en estas horas de mí caminar frágil, dejar mi vida entre tus manos, como vasija humilde, como barro confiado.
Teresa, la niñita de esta historia real, aquel día fue a su habitación, puso en un bolsillo de su jeans las monedas que había estado ahorrando de su merienda, y con paso resuelto se encaminó a la farmacia de la esquina.

Con total aplomo, esperó a que el farmacéutico le prestara atención, pero nada. Finalmente, con una moneda tocó repetidas veces en el mostrador.

-¿Qué es lo que quieres?--le dijo el hombre--¿No ves que estoy hablando con mi hermano que acaba de llegar de Chicago, y hace años no lo veo?

-Pues de mi hermano quiero hablarle. Él está muy enfermo y quiero comprar un milagro.

-¿Qué dices?

-Su nombre es Andrés. Algo muy malo le ha estado creciendo en su cabeza. Mi Papi dice que sólo un milagro puede salvarlo Dígame, ¿cuánto cuesta un milagro?

Con voz algo más suave, el farmacéutico le dijo que no tenía milagros a la venta, y que no podía ayudarla.

En eso intervino el hermano recién llegado al pueblo, un hombre muy bien vestido.

-¿Qué clase de milagro necesita tu hermano?

--No sé-replicó Tere medio asustada.--Sólo sé que está muy enfermo y Mami dice que necesita una operación y Papi dice que no pueden pagarla, que se necesita un milagro.

-¿Cuánto tienes?

-Cuarenta y un pesos.

-¡Qué coincidencia! ¡Exactamente lo que cuesta un milagro para hermanitos! Llévame a tu casa.

Aquel hombre era el Dr. Carlton Armstrong, cirujano especializado en neurocirugía, quien cubrió todos los gastos de la operación, salvando así la vida del niño.

La madre no se cansaba de repetir que habían presenciado un milagro real, sin saber cuánto pudo haber costado.

Jesús ha insistido una y otra vez que hay que ser como niños para llegar al Reino de los Cielos. Y lo que Jesús nos dice es que debemos actuar como niños, con la misma ingenuidad, con la misma seguridad, con la misma espontaneidad con que los niños confían plenamente en Dios.

Y a nosotros los grandes, ¡que trabajo nos da ponernos en sus manos!

El Padre Fernando Pascual comenta que tal parece tememos los proyectos de Dios para con nuestras vidas, y preferimos seguir nuestros propios gustos, decidir nuestros pasos, tenerlo todo bajo el control de nuestros deseos.

Y no acabamos de entender en esos momentos de dificultades que Dios tiene un camino distinto para nosotros, quizás difícil, quizás incomprensible, quizás lleno de espinas.

“Señor, ayúdame a descubrir ese proyecto. Dame fuerzas para confiar, para no olvidar que eres un Padre bueno. Permíteme reconocer que la Cruz es parte del camino del que ama, una astilla que nos permite contagiarnos del fuego de amor que tu Hijo trajo al mundo.

Quisiera hoy, en estas horas de mí caminar frágil, dejar mi vida entre tus manos, como vasija humilde, como barro confiado. Dejar que modeles en mi alma y en mi cuerpo tu proyecto; permitirte conquistar mis ideas y mis actos; y trabajar para que también otros, desde mi vida transformada, puedan avanzar hacia la esperanza y descubrir tu Amor eterno.”

Tere sí sabía cuánto costaba un milagro... cuarenta y un pesos, más la fe de una chiquilla.

Bendiciones y paz.
Autor: Juan Rafael Pacheco.

Dos tórtolas ofrecidas en sacrificio

Dos tórtolas ofrecidas en sacrificio
Se ofrecían en forma de sacrificio cuando se presentaba a Dios al hijo primogénito.
La Redención tiene infinitas facetas para que nuestro corazón, en meditación, las descubra. Cuando rezamos el cuarto misterio gozoso del Santo Rosario, por ejemplo, meditamos la Presentación de Jesús en el templo. Y sabemos que allí recordamos la celebración de un rito que el pueblo judío heredó de las leyes de Moisés: se presentaba a Dios al hijo primogénito en el Templo, en forma de sacrificio. Y la costumbre de los humildes era presentar dos tórtolas como ofrenda. Cuando aquel día José y María ofrecieron a Jesús en el Templo se vivió un anticipo de lo que ocurriría luego: el Cordero de Dios iba a ser verdaderamente ofrecido en sacrificio, para la Salvación de toda la humanidad. Allí el anciano Simeón profetizó a María que su corazón iba a ser traspasado por una espada, por el destino de Cruz que su Hijo iba a enfrentar.

Aquí se esconde un gran misterio: se ofrecieron entonces dos tórtolas como símbolo de sacrificio a Dios. Ellas representaban a Jesús y también a María. Se ofreció en sacrificio al Redentor y a la Corredentora, juntos inseparablemente en la obra de la Salvación. Dios Padre recibió la ofrenda de Su propio Hijo y también la de la Criatura más perfecta, verdadera Arca que contuvo y dio su naturaleza humana al Salvador.

Las dos tórtolas ofrecidas en sacrificio en Jerusalén dos mil años atrás unieron indisolublemente a Madre e Hijo en la obra de la Salvación, frente a Dios Padre. Jesús murió física y místicamente por nosotros en la Cruz, pero su Madre lo siguió en todo momento, de tal modo que también sufrió místicamente la Pasión de su Hijo amado. Así, el misterio de la Redención va unido al de la Corredención de María.

El único y verdadero Salvador de la humanidad no quiso en ningún momento tener a Su Madre lejos de él: espiritualmente ellos siempre estuvieron unidos, como lo están ahora. Estos tiempos son importantes para recibir de nuestra Madre Celestial el consuelo y la guía para que lleguemos a su Hijo. Porque como dijo San Luis Grignion de Montfort: María es el camino más corto y seguro para llegar a Jesús.

¡Jesús y María, sean la Salvación del alma mía!
Autor: Oscar Schmidt

sábado, 3 de septiembre de 2011

María, Señora de Misericordia

María, Señora de Misericordia
La llamaron de la Merced por haber usado de la máxima caridad con sus hijos más necesitados.
Ha caído en mis manos una pequeña historia de la Merced, y me hace ilusión dedicar este mensaje de hoy a la Virgen de la Merced, un nombre y una advocación tan bellos de María, la que se apareció a San Pedro Nolasco, la que sostuvo a San Ramón Nonato y liberó a tantos cautivos. La llamaron de la Merced por haber usado de la máxima caridad con sus hijos más necesitados.

Hay que trasladarse a la Europa de principios del siglo doce. El mar Mediterráneo estaba infestado de corsarios turcos y sarracenos, musulmanes fanáticos que asaltaban las embarcaciones, descendían en las costas, arrasaban casas y pueblos enteros, robaban, asesinaban, y, lo peor de todo, se llevaban cristianos al norte de Africa para venderlos como esclavos y hacerles apostatar de la fe. Ante la impotencia de las naciones cristianas, será la Virgen María, --la de siempre, la que es el Auxilio de los Cristianos--, quien intervenga, con mano suave, pero firme, y con corazón de Madre.

A un comerciante rico de Barcelona le preguntan ansiosos sus familiares y amigos:
- Pero, ¿qué estás haciendo, con eso de vender todos tus negocios y enseñar a ese grupo de muchachos a hacer lo mismo? ¿A qué viene el meterse en esas embarcaciones de moros con tanto peligro?
Y Pedro Nolasco, sin miedo ninguno, responde a todos:
- Nada. ¿Quieren ustedes venir también a rescatar de la morería a los cristianos que están esclavos? Necesito más voluntarios.

Ahora interviene la Virgen. Era la noche del 1 al 2 de Agosto de 1218. Estaba Pedro Nolasco en oración, cuando aparecen los primeros destellos de una luz celestial. Y empiezan a verse ángeles y más ángeles, que vienen rodeando a una Señora hermosísima, la cual le sonríe amorosa, y le dice:
- Lo que estás haciendo agrada mucho a Dios. No te desanimes. Yo te encargo ahora que fundes una Orden religiosa. Tus compañeros, imitando a mi Hijo Jesús, se entregarán a la salvación de sus hermanos, si es preciso hasta dándose en prenda por su rescate. Yo estaré con vosotros.
Pedro Nolasco no duda de la presencia de María, y comunica la visión al rey Don Jaime y al consejero real San Raimundo de Peñafort, los cuales hablan con el Obispo, que se queda pasmado:
- Pero, ¿es verdad lo que me dicen? Si es así, yo pongo el habito a esos valientes.
Con la protección de María y la misión del Obispo, Pedro Nolasco y sus compañeros se lanzan a una empresa sin igual.

Pronto se les agrega Ramón Nonato, valiente como ninguno. Se ordena de sacerdote, y marcha al norte del Africa a rescatar cautivos. Lo da todo, se queda sin un centavo, y se pregunta:
- ¿Y qué hago ahora?
El amor es ingenioso, y le dicta una resolución heroica. No pudiendo rescatar más esclavos, porque ya no tiene un centavo, se presenta decidido ante aquel dueño:
- Aquí me tiene. Me vendo como esclavo. ¿Cuánto paga por mí?
El rico no suelta dinero, y le ofrece con desdén:
- La libertad de otro esclavo.
- ¡Aceptado!...
Y, al convertirse Ramón en esclavo, se da con ardor a predicar a los otros cautivos la fe cristiana. Pero sus nuevos dueños, para que no hable más, le cierran la boca con un candado. Ocho meses dura su cautiverio y su martirio.

Al llegar el dinero para su rescate, es liberado y devuelto a España. En Barcelona se le hace un recibimiento triunfal. Y el Papa Gregorio IX le llama para hacerlo Cardenal, aunque muere apenas inicia el camino hacia Roma.

Bonita historia, que tanto nos dice hoy. Mientras haya hombres, hermanos nuestros, esclavos de otros hombres, que los tiranizan injustamente, siempre la Virgen de la Merced tendrá una palabra para ellos.

Mientras haya hombres, hermanos nuestros, que se han hecho ellos mismos cautivos de un vicio cualquiera, la Virgen tendrá para ellos un latido de su corazón maternal.

Mientras haya una sola persona que sufre, la Virgen tendrá que desempeñar su oficio de liberadora del dolor.

Son cautivos --justa o injustamente, para nosotros es igual-- tantos presos, que, en las cárceles de nuestros países, no tienen condiciones de vida dignas de una persona humana.

Son cautivos de la sociedad tantos niños que pululan desarrapados por nuestras calles, ladronzuelos en tan tierna edad, sin hogar, sin escuela, sin esperanza de un puesto digno entre la ciudadanía.
Son cautivas tantas mujeres, que no acaban de liberarse de las mil esclavitudes a que se han visto sujetas durante siglos, y que esperan liberación.

Son cautivas tantas personas en su propio hogar, cuando en él falta el amor, y falla el marido o falla la esposa y madre, convirtiendo la casa en una cárcel o poco menos.

Nosotros somos cautivos de nosotros mismos cuando no acabamos de romper lazos --fuertes como sogas o finos como hilos de seda-- que nos impiden volar libres hacia Dios.

¡Virgen de la Merced, ya ves que aún te queda algo que hacer en el mundo! Aún hay muchos esclavos que gimen entre cadenas y encerrados en prisiones tenebrosas. Si quieres liberar a tus hijos cautivos, sirviéndote de nosotros, aquí nos tienes, instrumentos fieles en tus manos de Madre.
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano.