"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

miércoles, 15 de junio de 2011

La verdadera recompensa...

No puedo hacer el bien sólo para que me vean...
Necesito buscar la gloria de Dios cuando haga las cosas, ésta es la verdadera recompensa. Jesucristo lo dice bien claro:
“no practiquéis la justicia delante de los hombres”.
La sinceridad de vida exige la pureza de intención.
Ésta se consigue en la «intimidad con el Padre», es decir en la ... oración. Cuando realice actos, sea cuales sean, no puedo quedarme tan sólo con el premio de un buen pensamiento de parte de los demás; eso es actuar por vanidad. Sin embargo, cuando mi objetivo es glorificar a Dios con mi vida, mis obras recibirán “un premio en el cielo”. Porque Él sí ve lo que los demás no ven: los sacrificios ocultos, el sufrimiento secreto, los trabajos que nadie –ni mis padres, ni mis hermanos, ni mis hijos– ve. Estos son los actos que Dios premiará en la otra vida. De ahí brota la urgencia de vivir delante de Dios y no de los demás.
Leer Mt 6,1-6.16-18.
Dios les bendiga.

PROCURARE SEÑOR

Procuraré Señor, en mis momentos de angustia y amargura, recordar tu nombre y alabarlo por ponerme a prueba.

Procuraré Señor, a la hora de pedirte, tener más fe que el día anterior.

Procuraré Señor, al encontrarme en crisis, pedirte de la mejor forma la luz para encontrar la solución.

Procuraré Señor, recordar que en el desaliento, Tú eres el consuelo y el impulso para seguir viviendo en medio de injusticias y sinsabores.

Procuraré Señor, la relación en comunidad con mis semejantes.


Procuraré Señor, dar amor en vez de odio, ayudar y no hundir, tender la mano y no empujar.

Procuraré Señor, perdonar y no juzgar, la caridad y no la avaricia.

Procuraré Señor, la amistad a la enemistad, la unión y no la desunión.

Procuraré Señor, la paz y no la guerra.

Procuraré Señor, en los momentos más controversiales, tener paciencia y esperanza.

Procuraré Señor, alentar a los demás y no desalentarlos.

Procuraré Señor, ser humilde como tu hijo y aceptar con fortaleza tu voluntad.

Solemnidad de la Santísima Trinidad

Primera: Ex 34,3b-6.8-9; Salmo: Dn 3,52-56 Segunda: 2Co13,11-13; Evangelio: Jn 3,16-18

Sagrada Escritura

Primera: Ex 34,3b-6.8-9

Salmo: Dn 3,52-56

Segunda: 2Co13,11-13

Evangelio: Jn 3,16-18

Nexo entre las lecturas

La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes (2L). Con este saludo trinitario se nos manifiesta el sentido de esta solemnidad litúrgica. La iglesia en este día quiere adentrarse en el misterio uno y trino de Dios y de su incomparable amor por el género humano. La lectura del libro del Éxodo nos narra el momento misterioso en el que, en el Sinaí y en forma de nube, Dios se revela a Moisés como el Señor compasivo y misericordioso (1L).

La petición que hace Moisés a continuación conmueve el corazón: Si he obtenido tu favor, que mi Señor vaya con nosotros... perdona nuestros pecados y tómanos como heredad tuya. En La segunda lectura (2L) Pablo habla del Dios del amor que ofrece la paz a los corazones. En este día, por tanto, nos introducimos de algún modo en la intimidad de Dios. Lo contemplamos como Dios trino y uno. Dios paciente y misericordioso. Nos revela su vida íntima y nos invita a compartir de un modo inefable esta vida por la adopción como Hijos suyos. En efecto Dios ha amado tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que todo el que crea tenga la vida eterna. (EV) Dios quiere que el hombre tenga vida y la tenga en abundancia.

Mensaje doctrinal

1. Un misterio. El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. En esta fiesta se acoge el misterio de la revelación de Dios: tanto ha amado al mundo que llegó a la donación hecha redención en su Hijo Unigénito. Esto es posible acogerlo gracias a la nueva condición del bautizado abierto, por las virtudes teologales, a la intimidad divina. El cristiano bautizado es testigo, confidente del misterio trinitario. La Iglesia conserva este dogma como el misterio más profundo que le confió el Señor y lo mantiene, en la oración, como herencia viva y preciosa a través de los siglos. La exhortación de Gregorio Nacianceno revela muy bien el pensamiento de la Iglesia desde los primeros siglos:

“Ante todo, guardadme este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado inferior que abaje... Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero... Dios los Tres considerados en conjunto... No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee de nuevo...(0r. 40,41: PG 36,417).

Dios se ha dado a conocer como comunión de vida y de amor: un Dios que en sí mismo no está aislado es Padre, Hijo y Espíritu Santo. La comunión trinitaria en Dios es la realidad más profunda y más perfecta. No es posible comprenderla con la inteligencia humana porque es un misterio. El nuevo catecismo nos dice en el número 258: "Toda la economía divina es la obra común de las tres personas divinas. Porque la Trinidad, del mismo modo que tiene una sola y misma naturaleza, así también tiene una sola y misma operación (cf. Cc. de Constantinopla, año 553: DS 421). "El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son tres principios de las criaturas, sino un solo principio" (Cc. de Florencia, año 1442: DS 1331). Sin embargo, cada persona divina realiza la obra común según su propiedad personal. Así la Iglesia confiesa, siguiendo al Nuevo Testamento (cf. 1 Co 8,6): "uno es Dios y Padre de quien proceden todas las cosas, un solo el Señor Jesucristo por el cual son todas las cosas, y uno el Espíritu Santo en quien son todas las cosas (Cc. de Constantinopla II: DS 421)".

2. La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo estén siempre con ustedes. Con estas palabras comienza el saludo trinitario paulino. En efecto, es la experiencia de fe y de vida cristiana la que llevo a Paulo a formular esta bella bendición usada ahora en cada Celebración Eucarística.

El cristiano experimenta a lo largo de su vida la gracia de Cristo que es el don de la redención. Con la recepción de los sacramentos actualiza y hace propios los dones que le deja Cristo. Él nos introduce en calidad de Hijos adoptivos en el misterio trinitario. "Por medio de Cristo tenemos acceso, en un solo Espíritu, al Padre". (Ef 2,18). A lo largo de su vida, el cristiano ha de buscar imitar a Cristo en sus virtudes aplicando las enseñanzas del Evangelio a todas sus acciones y relaciones humanas.

Experimentar el amor del Padre es experimentar la realidad de su Providencia divina. Al Padre se le atribuye la creación de cuanto existe. Y su conservación. Dios Padre es rico en misericordia y bondad, tardo a la ira y clemente; lo experimentamos al ver la pequeñez y debilidad de nuestro ser. Dios Padre ha querido introducirnos en su misma intimidad al enviarnos a Jesucristo, camino que nos lleva a Él.

El Espíritu Santo mora en nosotros, actúa en nuestra oración. Cuanto hacemos en la vida sobrenatural es bajo su influencia. Inspira a la mente, mueve la voluntad, alienta las virtudes etc. para que en Él glorifiquemos con Cristo a Dios Padre.

3. La Trinidad y la vida cristiana. Por medio de las virtudes teologales, que nos elevan al nivel sobrenatural, podemos experimentar una amistad creciente con cada una de estas Personas divinas. Esto es lo que pretende la Liturgia de hoy. En esta experiencia misteriosa se fundan la alegría, la paz operante, el ideal de santidad y de perfección personal y comunitaria, la concordia fraterna y el fervor entusiasta que deben caracterizar toda la comunidad eclesial. La fe nos permite aceptar el misterio sin cuestionarlo. La fe nos ayuda a ver que Dios es la verdad misma y no puede engañarse ni engañarnos. La esperanza nos infunde confianza y firme seguridad de que llegaremos a gozar de la eternidad gozosa a pesar de las dificultades de esta vida. El amor, finalmente, nos hace donarnos sin límites para reflejar la gloria y la bondad de Dios en nuestros hermanos los hombres.

Ya desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad: "Si alguno me ama -dice el Señor- guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él" (Jn 14,23). No podemos desperdiciar el tiempo en disquisiciones mentales y no disfrutar de la presencia de tan ilustres huéspedes en nuestras almas.

Hagamos nuestra esta oración:

"Dios mío, Trinidad que adoro, ayúdame a olvidarme enteramente de mí mismo para establecerme en ti, inmóvil y apacible como si mi alma estuviera ya en la eternidad; que nada pueda turbar mi paz, ni hacerme salir de ti, mi inmutable, sino que cada minuto me lleve más lejos en la profundidad de tu Misterio. Pacifica mi alma. Haz de ella tu cielo, tu morada amada y el lugar de tu reposo. Que yo no te deje jamás solo en ella, sino que yo esté allí enteramente, totalmente despierta en mi fe, en adoración, entregada sin reservas a tu acción creadora". (Oración de la Beata Isabel de la Trinidad).

Sugerencias pastorales

En una sociedad como la nuestra, que por una parte tiene sed del misterio de Dios, pero por otra, se aleja de la práctica litúrgica y sacramental de la Iglesia, nos conviene ayudar a nuestros fieles a descubrir por experiencia las maravillas y tesoros de nuestra fe en la Trinidad. No basta una formulación teórica -que también es importante-. No basta saber que Dios es uno en tres personas, es necesario que este misterio se viva de modo experiencial.

Debemos promover todo aquello que ayude para que nuestros fieles sientan y experimenten el amor de Dios Padre, la amistad profunda y generosa con Cristo Señor, la presencia amorosa del “dulce huésped de sus almas”. Ciertamente ayudará mucho la predicación, pero no cabe duda que el mejor modo de transmitir a Dios es haciendo uno mismo la experiencia de Dios. Conocemos muchas personas ignorantes en cuanto a ciencia, pero sabias en cuanto a experiencia de Dios. Carecen de la instrucción más básica y, sin embargo, han hecho una profunda experiencia de Dios que pueden transmitir a los demás con profundidad.

En este sentido qué importantes se revelan las primeras oraciones que aprenden los niños de labios de sus madres, o de sus educadoras en la catequesis. Esas oraciones aprendidas bajo el calor del hogar acompañan al hombre en las más variadas vicisitudes de la vida. El misterio trinitario se hace así, el misterio del amor, el misterio que se adentra en el corazón del hombre, el misterio por el que el hombre aprende a relacionarse con Dios. Con un Dios trascendente y a la vez un Dios íntimo que inhabita en el alma.

En la catequesis podemos hacer hincapié en aquellos signos trinitarios que practicamos diariamente como son: el acto de signarse, el rezo del Gloria al Padre al Hijo y al Espíritu Santo, la bendición de la mesa o de otros momentos del día. Romano Guardini tiene explicaciones excelentes sobre algunos de estos signos.
Autor: P. Octavio Ortíz.

martes, 14 de junio de 2011

La Vida Espiritual ...

Si pensaran en la expresión evangélica de que Dios es espíritu y los verdaderos adoradores deben adorarlo en espíritu y verdad (Jn 4,24) y se hacen un solo espíritu con Él , no les sería difícil comprender que la verdadera vida espiritual consiste en esto: que el hombre siempre tenga su intención en Dios, y no ansíe más que a Dios, ...y no se acuerde más que del mismo Dios, más aún que toda acción comience después de haber invocado el nombre del Señor, y a Él sea dirigid; en resumen: ha recogido todo su entender, querer, recordar, sentir y actuar en la Bondad divina; corazón y carne a la vez exultan en el Dios vivo ; Cristo vive en el hombre, ya no el mismo hombre; su alma está guiada por el Espíritu de Dios como el cuerpo por el alma; y su espíritu da testimonio que son hijos de Dios (Rm 8,16) y que son un vivo ejemplo de Cristo, tanto que dicen con el Apóstol: "Sean imitadores nuestros, como nosotros de Cristo" , como si dijeran: "
Quieren un vivo ejemplo de Cristo?
Mírennos a nosotros".
Dis les bendiga...

LA SILLA

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo.


Cuando el sacerdote llego a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo ;

"Supongo que me estaba esperando", le dijo.

"No, quien es usted?", dijo el hombre.

"Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted; cuando ví la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo".

"Ah si, la Silla", dijo el hombre enfermo, le importa cerrar la puerta?" .

El sacerdote sorprendido la cerró.
"Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la Iglesia he escuchado siempre al

respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, ..., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y me salió por el

otro, pues no tengo idea de cómo hacerlo. -Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración." Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. así es como te sugiero que lo hagas:
Te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de tí. No es algo alocado el hacerlo pues El nos dijo: "Yo estaré siempre con vosotros". -

Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora".-

"Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces". Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija.... pues me internaría de inmediato en el manicomio."

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo, y que no dejara de hacerlo.

Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición y se fue a su parroquia.

Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido.

El sacerdote le preguntó: "Falleció en Paz ? "

"Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso."

"Cuando regresé de hacer compras una hora más tarde ya lo encontré muerto."

"Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. -Qué cree usted que pueda significar esto?"

El sacerdote se secó las lagrimas de emoción y le respondió: "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera..."


Volverte amar...

La LUZ brilla para el hombre bueno,
la ALEGRÏA es para la gente honrrada,
Alegrense en el Señor,
hombres buenos, y alaben su Santo nombre.
Sal. 97,11-12.
Evangelio


Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiaras a tu enemigo. Pero yo os digo: amen a sus enemigos y rueguen por los que les persiguen, para que sean hijos de su Padre Celestial, que hace salir el sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos. Porque si aman a quienes les aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿No hacen eso mismo también los publicanos? Y si no saludan sino a sus hermanos, ¿qué hacen de particular? ¿No hacen lo mismo los gentiles? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto.

Oración introductoria

Jesucristo, yo quiero darte lo mejor de mí. Sabes que lo busco en serio, pero soy débil. Busco la santidad y la anuncio, pero me avergüenzo de ella; quiero cambiar, pero me gusta mi imperfección. Necesito de ti para enorgullecerme y amar la santidad. Jesús, que no me quede en palabras.

Petición

Señor, quítame el miedo a la santidad. Dame tu gracia para comprender que la santidad es la verdadera donación y que no consiste en grandes proyectos, sino en el trato personal con los que me rodean, rezando por los que nos persiguen, amando a los que nos odian, saludando a los que no nos conocen.

Meditación

¿Cómo podemos imitar a Jesús? Él dice: «Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial» (Mt 5, 44-45). Quien acoge al Señor en su propia vida y lo ama con todo su corazón es capaz de un nuevo comienzo. Logra cumplir la voluntad de Dios: realizar una nueva forma de vida animada por el amor y destinada a la eternidad. (Benedicto XVI, Ángelus del 20 de febrero de 2011).

Reflexión apostólica

Nos falta fe. Si realmente creyéramos que somos hijos de nuestro Padre celestial y que estamos destinados a la vida eterna, todo en nosotros cambiaría. Entonces, comprenderíamos que esta vida con sus sufrimientos y sus pesares, son sólo una preparación para la vida eterna. Esa vida eterna en la que nos sorprenderíamos de lo que hay. Una vida en la que me saludarán incluso los desconocidos, en la que estaremos cerca de la perfección.

Lo mejor de todo es que no hay que esperar tanto; podemos empezar ahora. Sólo hay que acoger al Señor y amarlo con el corazón para traer el cielo a la tierra. Al inicio, costará, pero poco a poco la caridad dará otro sabor al sacrificio, hasta que encontremos que hacer el bien es lo más agradable que existe en el mundo. Y, entonces, disfrutaremos el perdonar, el renunciar a nuestros gustos por los demás, el amor. Entonces, y sólo, entonces, habremos comprendido lo que significa el Cristianismo: ser felices haciendo felices a los demás.

Propósito

Ofreceré la actividad que más me gusta por amor a Dios.

Diálogo con Cristo

Jesús, te pido que aumentes mi fe para que me de cuenta de que la santidad no es hacer lo que no me gusta, sino lo que te gusta a Ti. Dame tu gracia para perdonar de corazón como Tú me has perdonado, Dios mío; para amar no sólo a los que me quieren, sino a los que me han hecho algún daño; para parecerme cada día más a ti.

Se considera como perfección el esfuerzo constante por la perfección. (San Jerónimo, Epist. 254)

¿Cómo me veo a mí mismo?

¿Cómo me veo a mí mismo?


¿Qué percibo de hermoso en mi vida? ¿Qué hay oscuro en el camino del pasado? ¿Cómo miro hacia adelante, hacia el futuro que se construye cada día?

Autor: P. Fernando Pascual LC

Con frecuencia pensamos en nosotros mismos. A veces desde la propia historia. Otras veces desde el presente. En ocasiones lo hacemos con la mirada dirigida hacia el futuro.

Al mirar hacia el pasado, descubrimos momentos de encuentros y aventuras, de normalidad y exaltación, que explican nuestra existencia presente.

Más de uno se sorprenderá al recordar que sus padres se conocieron gracias al asesinato del abuelo. Otros descubrirán que en su genealogía hay un gran explorador y un peligroso asesino. Otros no acabarán de comprender por qué siguen vivos, si los médicos avisaron a la madre de que ese niño no viviría más de 6 meses después de nacer.

Hay quienes, al ver su pasado, sienten cierto orgullo, no siempre bien fundamentado. Llegan a creer que tienen “buena sangre”, cuando quizá sólo tienen en cuenta a algunos familiares y dejan de lado a otros que resultaría mejor olvidar... Otros agachan los ojos con cierta vergüenza, como si les diera miedo reconocer a algunos “personajes” que dejaron una triste huella en la historia de sus seres queridos. Otros se sienten indiferentes: al fin y al cabo, con antepasados buenos o con antepasados malos, lo importante es existir, y eso ya es mucho.
La mirada al pasado no se limita a la propia familia. También vemos las acciones (y las omisiones) de personas que nos educaron, que nos ayudaron, que nos curaron o que provocaron en nosotros una enfermedad dolorosa.

Además, no podemos cerrar los ojos a ese pasado escrito desde la propia libertad: opciones que hemos realizado con mayor acierto, o que nos llevaron a fracasos amargos que no acabamos de encajar.

Respecto del presente, las perspectivas son muy variadas. Uno supone que se encuentra en una situación afortunada, porque realiza el trabajo que siempre había soñado, porque se lleva bien con sus jefes y sus compañeros, porque vive con los seres que ama, porque su conciencia está tranquila.

Otro descubre y toca inquietudes continuas en su corazón. Ni los estudios realizados, ni el trabajo que desempeña, ni su familia, ni sus amigos, le “llenan”. Siente un extraño vacío y una profunda disconformidad con lo que le pasa. Sueña y sueña en que un día podrá salir de situaciones que ve ahora como túneles oscuros sin sentido.

Otros no saben exactamente dónde están ni qué tienen. Dejan que la vida siga su marcha inexorable, se dejan arrastrar por los acontecimientos. Ni lloran por penas amargas ni sienten euforias por lo que realizan. Simplemente siguen adelante, con una serenidad extraña, quizá con apatía, sin grandes sobresaltos y sin grandes ilusiones.

Respecto del futuro, las miradas también son muy diferentes. Van desde la esperanza de quien prevé un paso hermoso y grande en su camino personal hasta quien encuentra ante sí un horizonte confuso, lleno de amenazas, sin nada capaz de ilusionarle.

Cada uno puede preguntarse: ¿cómo me veo a mí mismo? ¿Qué percibo de hermoso en mi vida? ¿Qué hay oscuro en el camino del pasado? ¿Cómo miro hacia adelante, hacia el futuro que se construye cada día?

La mirada sería incompleta si no abriésemos el telón del cielo para reconocer que existe un Dios que es Padre, que piensa en sus hijos, que busca al perdido, que tiende la mano al que sufre, que cura las heridas, que rescata al pecador, que da esperanzas a quien llora su presente, que viste el horizonte con el arco iris que nos recuerda su ternura eterna.

Sólo cuando me ponga ante los ojos divinos conseguiré verme a mí mismo de un modo completo, magnífico, inesperado. Mi pasado quedará entonces en las manos de Dios. Mi presente se mostrará como un valle rodeado de cariño. Mi futuro brillará como un horizonte maravilloso de esperanzas...

lunes, 13 de junio de 2011

La Iglesia es de todos los pueblos... es Católica desde sus inicios...

La Iglesia es de Todos los pueblos...
Es Santa y no por las capacidades de sus miembros (los hombres)... porque si así hubiera sido... se hubiera extiguido para siempre..

La Silla

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo.


Cuando el sacerdote llego a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo ;

"Supongo que me estaba esperando", le dijo.

"No, quien es usted?", dijo el hombre.

"Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted; cuando ví la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo vendría a visitarlo".

"Ah si, la Silla", dijo el hombre enfermo, le importa cerrar la puerta?" .

El sacerdote sorprendido la cerró.

"Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la Iglesia he escuchado siempre al

respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, ..., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y me salió por el

otro, pues no tengo idea de cómo hacerlo. -Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración." Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. así es como te sugiero que lo hagas:

Te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de tí. No es algo alocado el hacerlo pues El nos dijo: "Yo estaré siempre con vosotros". -

Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora".-

"Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces". Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija.... pues me internaría de inmediato en el manicomio."

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo, y que no dejara de hacerlo.

Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición y se fue a su parroquia.

Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido.

El sacerdote le preguntó: "Falleció en Paz ? "

"Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso."

"Cuando regresé de hacer compras una hora más tarde ya lo encontré muerto."

"Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. -Qué cree usted que pueda significar esto?"

El sacerdote se secó las lagrimas de emoción y le respondió: "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera..."