"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

sábado, 11 de agosto de 2012

¿MIEDO A LA LIBERTAD?

Autor:Pablo Cabellos Llorente
            Cualquiera que siga lo que vengo escribiendo en la prensa valenciana, sabe que tengo sumo aprecio por la libertad, porque es el don más grande que Dios ha otorgado al ser humano y porque, desde la perspectiva cristiana, no hay salvación sin libre albedrío. Debo reconocer que cuando alguien  capitidisminuye la libertad de que gozan los miembros del Opus Dei en tantísimos asuntos opinables, me cansa. Sí, me cansa porque lo vivimos así, lo explicamos así y se ve así. Pero los pseudo-intelectuales no tienen razones ni aceptan razones. Escribió Séneca: El vulgo defensor de su propio mal, se levanta contra la razón.
            "Ni yo, ni ninguno de los miembros del Opus Dei -afirmó san Josemaría en una entrevista periodística-, pretendemos que todo el mundo nos comprenda o que comparta nuestros ideales espirituales. Soy muy amigo de la libertad y de que cada uno siga su camino. Pero es evidente que tenemos el derecho elemental de ser respetados". He traído estas frases pensando en las palabras recientemente pronunciadas por Tomás Gómez, diputado de la Asamblea de Madrid, que asombran al más inexpresivo. Y, aunque parezca paradójico, también se pueden oír sin pestañear, porque cansan.
            Aunque no sé si la palabrería del diputado ha damnificado a alguien más que a sí mismo al proferir: "cuando el Opus Dei marca ideológicamente a un gobierno ocurren cosas como ésta. El Opus es prácticamente una secta, es una pseudosecta. En este país habría que hacer una reflexión, creo que habría que hacerla en el Congreso de los Diputados y elevar a rango de ley que personas que pertenezcan a pseudosectas, como el Opus Dei, no puedan ocupar responsabilidades públicas". ¡Toma del frasco! Todo para discrepar del President de les Corts Valencianes, al pedir  que las mujeres que quieran abortar, antes de hacerlo, vean obligatoriamente una ecografía del feto y se les planteen «diferentes opciones y alternativas eficaces» para llevar adelante ese embarazo.
            Me referiré al derecho a ser respetados porque, aun comprendiendo que Gómez no entienda el Opus Dei, eso de impedir por ley que las personas pertenecientes a esta Prelatura de la Iglesia Católica -o a cualquiera que no sea un delincuente- puedan ocupar cargos públicos, ya no es un tema de comprensión, sino de lectura de varios derechos fundamentales reconocidos en nuestra Constitución y en la Declaración Universal de Derechos del Hombre. No es necesario apelar al evangélico amor a los enemigos.
             Además, si ve marcaje al gobierno en las declaraciones de una persona libre  -a la Obra la representan solamente el prelado y sus vicarios-, yerra y se dispara  su propia bala, quizá buscada como medio coactivo. Así piensan algunos: tiroteando al Opus Dei, sus miembros callarán. Se equivocan. Aparte, está la pseudo-secta: ¿sabe Gómez que eso es falsa secta?  Lo sectario y perjudicial para su credibilidad democrática es lo declarado por este diputado. Quizá le venga bien leerse la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo, de 1 de marzo de 1940, que dice algo muy parecido a lo afirmado por él.

TRES PASOS PARA ORAR CON LA SENCILLEZ DE UN NIÑO

TRES PASOS PARA ORAR CON LA SENCILLEZ DE UN NIÑO
Enséñame cómo buscarte...porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí.
Señor Dios, enséñame dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte... Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto. Tú me has modelado y me has remodelado, y me has dado todas las cosas buenas que poseo, y aún no te conozco... Enséñame cómo buscarte... porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí. Que te busque en mi deseo, que te desee en mi búsqueda. Que te busque amándote y que te ame cuando te encuentre (San Anselmo de Canterbury)

***

En días pasados estuve en un campamento de verano con 64 niños de diez y once años. ¡Toda una experiencia! Intenté, junto con otros varios sacerdotes y monitores laicos, que disfrutasen y, en mi caso algo importante, que se acercasen más a Dios. Personalmente, creo que ambas cosas se dieron...

Uno de esos días, un niño llamado Miguel se me acercó y me dijo que tenía que decirme algo muy importante y que no podía ser más tarde. Estaba nervioso y, por un momento, me imaginé lo peor: un niño se cayó, alguien se hizo daño, etc. Pero la noticia que Miguel me iba a contar era mucho más seria; algo que, según sus propias palabras, «me ha dejado alucinado, padre».

¿Qué pasó? Le doy la palabra a Miguel:

«Esta mañana, padre, después de ducharme, me fui a la capillita que tenemos en el campamento. Ahí coincidí con Álvaro, que está aquí conmigo. No nos pusimos de acuerdo para nada, ¿eh? Lo que fui a pedirle a Jesús, padre, es que hoy me llamaran mis papás por teléfono, pues los echaba de menos. Álvaro ha hecho lo mismo. Pues, ¿sabe qué, padre? ¡Han llamado! Mis padres y sus padres. Jesús escucha realmente y responde. ¡Estoy que no me lo creo!».

No sé a ustedes, pero a mí la experiencia de Miguel y Álvaro me ha emocionado. Por dos motivos: porque una vez más he aprendido de la candidez que siempre emana de los niños, esa sencillez que nos hace ver el mundo bajo otra perspectiva. No por nada Cristo mismo nos invitaba a hacernos como niños para entrar en el reino de los cielos.

Y segundo, porque he podido tocar de una manera muy sensible la cercanía de un Dios que nos ama profundamente, que quiere comunicarse con nosotros, que espera que le hablemos y confiemos en Él.

Y ¿qué hacer para llegar a esta sencillez? El camino nos lo traza San Anselmo en la bellísima oración que les he puesto al inicio de este artículo:

1. Reconocerse débil y necesitado: « enséñame dónde y cómo buscarte, dónde y cómo encontrarte... Tú eres mi Dios, tú eres mi Señor, y yo nunca te he visto».

2. Agradecer los beneficios recibidos por Dios: «Tú me has modelado y me has remodelado, y me has dado todas las cosas buenas que poseo, y aún no te conozco...».

3. Buscar y no cansarse en la oración, aunque cueste: «Enséñame cómo buscarte... porque yo no sé buscarte a no ser que tú me enseñes, ni hallarte si tú mismo no te presentas a mí» o aquella otra, más bella aún: «Que te busque en mi deseo, que te desee en mi búsqueda. Que te busque amándote y que te ame cuando te encuentre».

Sí, el resultado último es el enamoramiento. Porque el amor es esa fuerza que nos hace capaces de cosas grandes. Y grande es la oración. Además, cuando alguien ama, vuelve a repetir los mismos pasos: se sabe débil ante los peligros que pueden apartarle de su amor; agradece siempre lo que la persona amada le da; y busca seguir amándola con locura. Es un círculo virtuoso que nos eleva cada vez que lo empezamos.

Y voy más allá. Estos pasos reflejan, de manera muy nítida, la actitud de cualquier niño. Se sabe débil y por eso acude a los "brazos todopoderosos" de su madre. Agradece lo que recibe con los detalles típicos de un niño: un beso, una flor cortada en un campo, etc. Y, por último, está siempre buscando a sus padres, no puede estar solo, pues intuye que sería su perdición.

Pregunta: ¿qué tan niños somos en nuestra oración? Si aún te falta algo por llegar, aquí están tres pasos sencillos; pasos que han sido vividos ya por otros, como San Anselmo... y como mis queridos maestros de 10 años llamados Miguel y Álvaro.
Autor: P. Juan Antonio Ruiz J., L.C.

viernes, 10 de agosto de 2012

JESUS HERRERO EN EL HOMENAJE A PUCHY ESCUDERO, TEATRO LOPEZ DE AYALA EN BADAJOZ

Jesús Herrero y de forma magistral interpreta una sentida canción de Alberto Cortes, muy acorde con el acto que se estaba celebrado, “Homenaje al Fallecido Compañero de Los Play Boys, Puchy Escudero” El titulo de la canción “Cuando Un amigo se va”.
Hay que resaltar también, el gran detalle de Jesús Herrero al recordar al también fallecido y muy querido por todos, músicos y no músicos, como fue el inolvidable Joaquín Rojas. Esta mención arranco un gran aplauso de todos los que en ese momento llenaban el teatro López de Ayala.

jueves, 9 de agosto de 2012

Y AHORA, ¿QUÉ HE DE ESPERAR?

Y  AHORA,  ¿QUÉ  HE  DE  ESPERAR?
Autor: Pablo Cabellos Llorente
            Los gruesos problemas que estamos atravesando,  siembran desesperanza por doquier. Buscamos alguien que nos saque de un marasmo tan envolvente, que cuando parece arreglarse algo, otro asunto se marchita. Sin embargo, antes de continuar, tal vez nos aproveche hacer un poco de examen sobre lo que colmaba nuestra esperanza hasta el momento de la crisis. Para empezar, nos sirve algo que decía un antiguo filósofo al afirmar que la esperanza mira al propio bien, no al que pertenece a otro; pero si amamos a ese otro, ya se puede desear algo para él como para uno mismo.
            Ahí tenemos un primer punto para pensar. Creo recordar que fue Agustín de Hipona quien señalaba respecto a la condición humana: no se pregunta si ama, se pregunta qué ama. Efectivamente, amar, amamos todos, pero ¿cuál es el objeto de nuestros amores? Nos faltan palabras que expresen lo que amaban otros: los pelotazos económicos, el poder por el poder, un orgullo inútil y ridículo, una presunta liberación sexual que -como escribió Julián Marías- está conduciendo a un agotamiento de la propia sexualidad,  trivializada y carente de interés cuando pierde su entronque personal, la máxima ganancia con el mínimo esfuerzo, el menor trabajo con la mayor retribución posible y tal vez blindada, el dinero de papá Estado con el que se puede trampear para vivir sin dar un palo al agua...
            Todas esas actitudes -y otras que se quedan sin teclear- no son precisamente un modelo de amor a nadie y suceden, precisamente, en tiempos que creíamos solidarios. Falta amor a los demás, al pueblo de al lado, a la región vecina o del otro extremo del país. Se pregunta qué ama, y la respuesta puede ser muy triste: se ama a sí mismo. Si miramos a nuestro contexto europeo -y más en concreto, a la zona euro-, cada nación tira de la manta hasta tratar de hacerse con ella. Pero me escapo del examen  personal -de conciencia, laica o religiosa-. Enseguida miro al de al lado: vecino, político, empresario, sindicalista liberado, pueblo siguiente, autonomía de enfrente o la Europa del euro. Y yo, ¿qué?
            Porque al margen de todos ellos, se pregunta qué amas y, por tanto, qué esperas. ¿qué esperábamos cuando se inició la crisis actual? Porque es posible que anhelásemos una serie de asuntos que están exactamente en la raíz de nuestras dificultades. Los citados anteriormente u otros semejantes han vencido a muchos, porque ante la búsqueda de confort, dinero, sexo fácil, poder o lo políticamente correcto -que consiste en mentir-, no hemos sido capaces de entender que esos caminos no llevan a ninguna parte, o sencillamente conducen al abismo. Si esperábamos de ese modo, es lógico que andemos ahora desesperados, por la sencilla razón de que para muchos todo eso ya no es así. Digo para muchos porque no deja de haber un resto que continúa viviendo muy bien. O quizá no tan bien, a causa de que, como permanecen esperando lo mismo, sean un tropel de  gente tan sumamente pobre que sólo tiene dinero.
            Sin olvidar los millones de parados  -quizá  los menos culpables-, como dicen en Italia, hemos llegado al punto. El punto es que necesitamos ser lo suficientemente honrados para reconocer cuál era el objeto de nuestras ilusiones, dónde teníamos puesto el corazón y en qué hemos de rectificar todos,  de modo muy particular los depositarios de dinero y  poder, pero todos.
            Hoy día es inmoral toda ostentación -en realidad, lo es siempre, pero ahora es obscena-, todo gasto inútil, todo el inmenso aparato de partidos, sindicatos, gobierno, oposición, autonomías, el uso de los impuestos  que salen del bolsillo de los ciudadanos -por mucho que le llamen dinero público- y son utilizados en vano.
            Pero es igualmente inmoral no rendir en el trabajo, la destemplanza, gastar lo que no tenemos, la  insolidaridad con el necesitado, viajar sin tino,  culpar de todo a no se sabe quién, declararse absolutamente inocente de nuestra deuda global porque ha sido causada por los que han robado, los que han mentido, los autores de dispendios de cualquier calibre... Y, ahora mismo, no es ético desertar de la desesperanza dejando de lado el optimismo y el espíritu emprendedor sin  ser capaces de extraer lo mejor de nosotros mismos y encontrar la verdadera esperanza, asentada en valores tan cristianos como la magnanimidad y la humildad. En nuestro corazón han de caber todos y, si es posible, Dios primero. Lo contrario se llama mezquindad.

lunes, 6 de agosto de 2012

LA TRANSFIGURACIÓN CAMBIA LA VIDA

Los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará.
El hecho de la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor tiene en los Evangelios una importancia muy grande. Como la tiene después para la vida de la Iglesia, que le consagra hoy una fiesta especial, la cual reafirma nuestra esperanza en el Señor Resucitado, pues sabemos que, cuando se nos manifieste, transformará nuestros cuerpos mortales, eliminando de ellos todas las miserias, y configurándolos con su cuerpo glorioso e inmortal...

Lo que pasó en el Tabor lo sabemos muy de memoria.
Jesús, al atardecer de aquel día, deja a los apóstoles en la explanada galilea y, tomando a los tres más íntimos --Pedro, Santiago y Juan--, se sube a la cima de la hermosa montaña.
Pasa el Señor la noche en oración altísima, dialogando efusivamente con Dios su Padre, mientras que los tres discípulos se la pasan felices rendidos al profundo sueño...

Al amanecer y espabilar sus ojos los discípulos, quedan pasmados ante el Maestro, que aparece mucho más resplandeciente que el sol...

Se le han presentado Moisés y Elías, que le hablan de su próxima pasión y muerte...

Se oyen los disparates simpáticos de Pedro, que quiere construir tres tiendas de campaña y quedarse allí para siempre...

El Padre deja oír su voz, que resuena por la montaña y se esparce por todos los cielos: -¡Éste es mi Hijo queridísimo!...

Y la palabra tranquilizante de Jesús, cuando ha desaparecido todo: -¡Animo! ¡No tengáis miedo! Y no digáis nada de esto hasta que yo haya resucitado de entre los muertos...

Pedro recordará muchos años después en su segunda carta a las Iglesias:
- Si os hemos dado a conocer la venida poderosa de nuestro Señor Jesucristo, no ha sido siguiendo cuentos fantasiosos, sino porque fuimos testigos de vista de su majestad. Cuando recibió de Dios Padre honor y gloria, y de aquella magnifica gloria salió la poderosa voz: ¡Éste es mi Hijo amadísimo en quien tengo todas mis delicias! Y fuimos nosotros quienes oímos esta voz cuando estábamos con él en la montaña santa.

Este hecho del Tabor tuvo muchas repercusiones en la vida de Jesús y de los apóstoles.

Sí, en la de Jesús ante todo. Porque Jesús no era insensible al dolor que se le echaba encima con la pasión y la cruz. La vista de la gloria que le reservaba el Padre por su obediencia filial fue para Jesús un estímulo muy grande al tener que enfrentarse con la tragedia del Calvario.

Para los apóstoles, ya lo sabemos también. Acabamos de escuchar a Pedro. Y sabemos cómo la visión del Resucitado ante las puertas de Damasco fue para Pablo una experiencia extraordinaria, que supo transmitir después en sus cartas a las Iglesias: -¡Nuestro cuerpo, ahora sujeto a tantas miserias, será transformado conforme al cuerpo glorioso del Señor!...

Así lo es también para nosotros. Porque la vida no se nos ofrece siempre risueña, sino que muchas veces nos presenta unas uñas bien aceradas.

En esos momentos de angustia, recordamos con la visión del Tabor la palabra del apóstol San Pablo:
- Comprendo que los padecimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria que un día se nos revelará.

Cuando todo nos va bien en la vida, solemos decir con Pedro --del que dice el Evangelio que no sabía lo que se decía--: ¡Qué bien se está aquí!...

Pero es cuestión de dejar el Tabor para después. Ahora hay que subir a Jerusalén con Jesús. Es decir, hay que cargar con la cruz de cada día, porque en el Calvario nos hemos de encontrar con el Señor, para encontrarnos seguidamente con Él en el sepulcro vacío...

La Transfiguración fue un paréntesis muy breve, aunque muy intenso, en la vida de Jesús. Detrás quedaban casi tres años de apostolado muy activo, en los que había predicado y hecho muchos milagros. Ahora había que enfrentarse con Getsemaní, la prisión, los tribunales, los azotes y el Gólgota. Pero la experiencia del Tabor le anima a seguir adelante sin decaer un momento.

Para nosotros, es cuestión de mirar a nuestro Jefe y Capitán, Cristo Jesús.

Hay que tener fe en Dios, cuando nos brinda la misma gloria que a Jesucristo.

Porque si Dios nos ofrece el mismo cáliz que a su Hijo, es decir, la misma suerte en sus sufrimientos, es porque nos tiene destinados también a la misma gloria y felicidad que las de Jesucristo.

Jesús se manifiesta en el Tabor, más que en ninguna otra ocasión, como el esplendor de la gloria del Padre. Nadie ha visto la gloria interna de Dios. Pero mirando a Jesús envuelto en una luz que opaca y anula del todo la luz del sol, nosotros llegamos a barruntar lo que es ese Dios que un día veremos cara a cara y que nos envolverá con sus esplendores. Esplendores que son ya ahora una realidad que llevamos dentro, aunque no los vemos. La Gracia del Bautismo nos ha transformado en esa luz que nos hace gratos, ¡y tan gratos!, a los ojos divinos...

¡Señor Jesucristo! ¡Qué grande, qué amoroso, y qué humilde, te muestras en el Tabor! ¿Cuándo, pero cuándo nos será dado gozar de aquel espectáculo que enloqueció a los discípulos?...

Ya vemos que nos preparas cosa buena de verdad. El caso es que sepamos merecerla....
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano.

domingo, 5 de agosto de 2012

DECÁLOGO PARA UN VERANO CON CRISTO

DECÁLOGO PARA UN VERANO CON CRISTO
Un cristiano, en el verano, no esconde ni guarda su fe como quien deja en el armario el abrigo de invierno

  1. Un cristiano, en el verano, no esconde ni guarda su fe como quien deja en el armario el abrigo de invierno. Somos cristianos siempre y, por lo tanto, nuestra comunión con Cristo ha de ser consciente y constante.

    2. La vida cristiana no se sostiene solamente en el “ser buenos”. Bondadoso, al cien por cien, sólo Dios. Por ello mismo este tiempo es propicio para no olvidar a Dios y ser rostros vivos de su presencia. Las prisas son enemigas de la caridad sin ruido.

    3. Sin oración, un cristiano, es un molino paralizado. Muchos de nuestros fracasos y deserciones se deben a que hemos roto la “línea” telefónica con el Señor. La oración nos hace fuertes, nos clarifica, nos hace reflexionar y llevar a cabo la voluntad del Padre.

    4. La Eucaristía (además de obligación moral) es una necesidad física y espiritual. Si ya con ella nos resulta llevar una vida relativamente cristiana, sin ella nos convertimos en marionetas del mundo. Quedamos a merced del único alimento material que el mundo ofrece o que el escaparate efímero nos presenta.

    5. En el verano vamos buscando el sol. El culto al cuerpo no puede estar por encima de la adoración a Dios. Él sí que es el único Sol de justicia. Es quien broncea de verdad aquellas entrañas que, sin verlas, sabemos que son importantes para ser solidarios con los demás y amantes de Dios: el corazón y el alma.

    6. "Dime lo qué lees y te diré cómo piensas”. ¿Acaso un cristiano no ha de nutrirse con palabras de esperanza? Un buen libro, con criterios cristianos, será garantía de un pensamiento recto, de una conciencia lúcida.

    7. La Creación la ha puesto Dios para nuestro deleite. Nuestra tierra está sometida a una constante alteración y degradación fruto de las ansias de disfrute del hombre. Respetemos el entorno donde descansamos y gocemos de tantas cosas buenas que el Señor pone a nuestro alcance. Cuesta siglos repoblar la tierra, horas el incendiarla.

    8. La belleza, el arte, la música clásica…nos puede llevar al encuentro y al disfrute personal de Dios. Un santuario es una puerta abierta a la fe. María Virgen es una mano que nos empuja hacia el Señor. La grandiosidad de un templo es un aperitivo de la gloria que nos aguarda en el cielo. ¡Disfruta de la huella que el hombre ha dejado a través del arte y como fruto de su fe!

    9. El silencio y la contemplación junto al mar. La escalada de montañas como signo de nuestro esfuerzo por llegar al cielo. Nuestro descanso como antesala de lo que un día desea Dios para cada uno de nosotros…pueden ser reflexiones que nos ayuden a vivir este tiempo estival con sentido cristiano

    10. En el valle o en el mar, en la montaña o en una aldea, adentrados en el bosque o perdidos en un desierto. Frente a una catedral o por las calles de una gran ciudad: no olvidemos que somos cristianos. No olvidemos que, Dios, va con nosotros.
Autor: Javier Leoz | Fuente: Ecclesia.

LOS MÁRTIRES INGLESES

Hay en la Historia de la Iglesia una página brillante por demás: es la que escribieron con su sangre los mártires ingleses. ¿Quiénes fueron esos héroes insignes?...
Hay en la Historia de la Iglesia una página brillante por demás: es la que escribieron con su sangre los Mártires Ingleses. ¿Quiénes fueron esos héroes insignes?...

El protestantismo inglés nació -¡qué cosa más triste!- de un adulterio. El rey Enrique VIII fue un gran defensor de la fe católica cuando surgió la herejía de Lutero. Pero se empeñó en divorciarse de su esposa legítima para casarse con otra, y después con otra y otra..., hasta tener sus célebres seis mujeres. Como el Papa, fiel al Evangelio de Jesucristo, se negó a reconocer la nulidad del matrimonio, el rey se separó de la Iglesia. Ahí empezó todo.

Su hija Isabel, habida de la segunda mujer, consumó la separación de la iglesia de Inglaterra y se declaró cabeza de la misma, prescindiendo en absoluto del Papa. Quien no reconocía la supremacía de la reina sobre el Vicario de Jesucristo se constituía reo de esa majestad y era condenado a muerte en la horca, precedida siempre de cárcel terrible, de procesos inacabables, y de torturas espantosas.

Para preservar su fe, muchos católicos emigraron de Inglaterra, constituyeron colonias especiales, y los jóvenes se formaban en seminarios extranjeros para volver a su tierra disfrazados de comerciantes, de profesionales o de soldados y mantener la fe católica a costa de todo

Los sacerdotes tenían que abandonar la isla en el espacio de cuarenta días, y los jóvenes que se preparaban para el sacerdocio en el extranjero deberían regresar en el período de seis meses y prestar juramento de fidelidad a la reina como cabeza del Estado y de la Iglesia. Si no lo hacían, eran declarados traidores y condenados a muerte.

¿Y los seglares? No podían tener escondidos en su casa a los sacerdotes. Quienes los ocultaban o permitían en sus casas la celebración de la Misa eran entregados a las autoridades y condenados con los mismos sacerdotes.

El sacerdote apóstata Knox se cebó de tal modo contra la celebración de la Misa, que consiguió del Parlamento escocés aprobara esta norma:
- Nadie puede celebrar Misa, ni los fieles la pueden oír ni estar presentes en ella bajo pena de confiscación de todos sus bienes y el castigo corporal a discreción de los magistrados.
Y daba su increíble razón:
- Una Misa me da más miedo que diez mil enemigos armados que desembarcaran en cualquier parte del reino.

¿Cómo respondieron los católicos? Fueron 237 los sacerdotes y religiosos procesados y condenados a muerte, y 79 los seglares que sufrieron el martirio por haber ocultado en sus casas a los sacerdotes y permitido en ellas la celebración de la Eucaristía.

La sabia Inglaterra fue astuta en la persecución. No le interesaban los mártires, sino los apóstatas. El caso era implantar definitivamente el protestantismo y hacerlo sumiso a la Corona, separando de Roma a la iglesia nacional.

Si nos fijamos ahora especialmente en los mártires seglares, nos encontramos con ejemplos hermosísimos. Y su martirio revestía heroísmo muy especial, porque detrás quedaban esposa o esposo e hijos. Sin embargo, se habían comprometido con Jesucristo y su Iglesia, y llevaban las consecuencias hasta el fin.

Ana Line, ya delante de la horca, dice a la muchedumbre, congregada para presenciar el espectáculo:
- Me han condenado por recibir en mi casa a sacerdotes. Ojalá en vez de uno pudiera haber recibido a miles. ¡Y no me arrepiento por lo que he hecho!

Margarita Clitheroe fue también una valiente cuando se encontró frente al cadalso, y arengó a los asistentes:
- Este camino hasta el Cielo es corto, muy corto...

Margarita Ward, descubierta como encubridora de otro sacerdote, fue tentada de mil maneras por los jueces para que se pasara a la iglesia protestante, pero la palabra final que le mereció la horca fue contundente:
- Eso no me lo permite mi conciencia.

Y el Beato Juan Felton, gran amigo de la reina Isabel, pero fiel a su fe católica, fue el valiente que clavó en la puerta del Arzobispado la bula con que el Papa condenaba a la reina apóstata y pretendida cabeza de la Iglesia.
Ya ante la horca, tiene la elegancia de quitarse el anillo de boda y hacérselo llegar a la reina como un regalo personal suyo.

La joven esposa quedaba viuda, y el niño de dos años, cuando llegue a los veinte, sabrá dar también la vida como mártir de Cristo, igual que su papá.

Estos hermanos católicos son el germen del restaurado catolicismo inglés. Hoy, con el providencial ecumenismo, estamos dando los pasos hacia la unión de las dos Iglesias.

Y nos sentimos optimistas, pues sabemos hacia dónde está yendo el Espíritu Santo. Poco a poco, pero llegará el día feliz de la integración de todos en la única Iglesia de Cristo.

Tanta sangre y tan generosa no se puede perder, e Inglaterra volverá a ser la isla de los santos. No lo dudamos: la sangre de estos mártires pesa mucho en la presencia de Dios. ¿Cuándo llegará la hora dichosa de la suspirada unión?...
Autor: Pedro García, Misionero Claretiano.

sábado, 4 de agosto de 2012

AMÓ A DIOS COMO SÓLO UNA MADRE PUEDE AMAR.

María es la única mujer a quien Dios puede llamar madre y Jesús es el único Dios a quien una mujer puede llamar Hijo.
Nacer es tener una madre. Así ha sido y es para todo hombre; así ha sido para el mismo Dios, que se hizo hombre en el seno de una Virgen. Por eso, el título mariano de "Madre de Dios" es una de las verdades más consoladoras y más ennoblecedoras de la humanidad. El cristianismo no teme en afirmar que Dios se ha acunado en los brazos de una mujer. Una mujer, María de Nazaret, que es madre en su cuerpo y sobre todo madre en su corazón, como bellamente nos enseña san Agustín.

1. Al ritmo de la vida de Cristo. Entre la vida de Jesús y la de María hay una estupenda sincronía y un paralelismo magnífico de misterio y de donación. Junto a la Encarnación del Verbo está la Inmaculada Concepción; con el nacimiento de Jesús se relaciona inseparablemente la maternidad de María; a los pies de la cruz del Redentor se halla de pie, firme en su dolor, María, la corredentora; la ascensión de Jesús a los cielos tiene su paralelo en la asunción de María en cuerpo y alma a la gloria celestial.
Vivir al ritmo de Cristo es vivir a ritmo de redención. Así vivió y vive en el cielo María. Ella se desvivió por Jesús en su vida terrena y vive con Jesús y por Jesús en el cielo. Ella no se pertenece, sino que es toda de su Hijo. Su misión es su Hijo, en la historia y en el siempre de la eternidad.

2. Múltiples relaciones. María mantiene diversas relaciones con la Iglesia. Es modelo de virtudes para todos los cristianos. Es Madre de la Iglesia, como la proclamó Pablo VI, pues ésta prolonga a Jesucristo místicamente en la historia. Es, al igual que la Iglesia, esposa del Espíritu y virgen fecunda que engendra continuamente hijos para Dios. Es espejo radiante de gracia y santidad, es pastora solícita del rebaño de Cristo, es abogada y protectora de los pecadores. Estas relaciones de María con la Iglesia y con sus hijos son relaciones vivas, ardientes, profundamente enclavadas en el alma cristiana, como se puede ver acudiendo a los santuarios de devoción mariana. ¿Y nuestras relaciones con María?

La Iglesia nos recomienda una veneración profunda hacia María. Una veneración que entraña una mezcla de algo sagrado y filial, cercano y misterioso. Sí, porque María es nuestra madre, pero al mismo tiempo está toda ella envuelta en el misterio de Dios. Una veneración, por ello, que nace de la profundidad de la fe, pero que toca también la superficie de nuestra sensibilidad. Es toda nuestra persona la que venera a María. Veneramos a María pero no la adoramos, solo se adora a Dios.

3. Madre del Hijo de Dios. María es la única mujer a quien Dios puede llamar madre y Jesús es el único Dios a quien una mujer puede llamar Hijo. En su seno Dios se instaló, creció, se hizo bebé. En sus brazos se acunó, en sus ojos se miró, sobre su pecho se durmió. Cogido de su mano comenzó a dar los primeros pasos por el mundo. Con sus besos María lo ungió de cariño y ternura, con sus labios le habló y le enseñó el lenguaje de su pueblo. Con su corazón lo amó, como sólo una madre puede amar.
Autor: P. Antonio Izquierdo y Florian Rodero .

viernes, 3 de agosto de 2012

LA MUERTE ES EL COMIENZO DE LA VIDA

Si vivo bien, con ayuda de Dios, moriré bien. Según se vive, así se muere.

Comencemos por decir hoy que hay muertes preciosas. Es una muerte maravillosa la de quien puede decir en ese momento: "He cumplido mi misión". Una muerte así es el comienzo de la vida verdadera. Es propiamente entonces cuando se nace. Por eso en el Martirologio, el libro donde se narra la vida de los santos y mártires, no se hace constar el día de su nacimiento, sino el de su muerte, como el verdadero día de su nacimiento, su "dies natalis".

La muerte para los buenos brilla como una estrella de esperanza. Sus frutos son la paz, el descanso, la vida. Con esta paz y serenidad murió Juan XXIII: "¡Qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!.", decía en su lecho de muerte. Un muchacho decía a la hora de su muerte: "¡Qué bueno ha sido Dios conmigo, por haberme concedido vivir 17 años!"; y moría ofreciendo su vida por sus padres y por los que lo habían formado.

Otro decía: "No sé por qué lloran". Aquel joven moría pidiendo perdón a todos, incluso a su novia, pero la novia tuvo un gesto y unas palabras muy oportunas: "No tengo de qué perdonarte, y te lo digo delante del sacerdote, porque desde que te conocí soy más buena". ¿Lo podrías decir tú de tu novio o de tu novia?

Preguntémonos ahora la cosa más importante: ¿Cómo será mi muerte? He aquí lo importante, no el cuándo sino el cómo voy a morir. Es decir, en qué disposiciones. Aunque no podemos fijar el día, el lugar, la forma externa de morir, sí podemos fijar el cómo. Podemos preverlo: se muere según se vive. Si se vive bien, lo normal es que se muera bien; si se vive mal, lo normal es que se muera mal, si Dios no pone remedio. Si vivo bien, con su ayuda moriré bien; si vivo mediocremente, moriré como un mediocre; si vives santamente, no lo dudes, morirás como un santo.

Si desde hoy te decides a ser un buen hombre, seguro que morirás como un buen hombre, y nunca te arrepentirás; pero, si dejas ese asunto para más adelante, lo dejas para nunca. No se puede improvisar la hora de la muerte. Los dos ladrones que iban a morir, estaban al lado del Redentor, pero sólo uno de los dos compañeros de suplicio de Jesús se convirtió.

Comenta San Agustín: "Hubo un buen ladrón, para que nadie desespere; pero sólo uno, para que nadie presuma y se confíe". Hay que ser lógicos y aprovechar el tiempo. El que pasó, ya pasó, pero el que queda por delante hay que aprovecharlo con avaricia. Si muriera esta noche, ¿estaría preparado?; ¿tendría mis manos llenas, vacías o medio vacías? ¿Estaré preparado el día de mí muerte? Esta es la gran pregunta.

Podríamos terminar estas reflexiones con las palabras de un gran hombre, que todos los días medita sobre la muerte como maestra de vida: "Yo sé que toda la vida humana se gasta y se consume bien o mal, y no hay posible ahorro: los años son esos, y no más. Y la eternidad es lo que sigue a esta vida. Gastarnos por Dios y por amor a nuestros hermanos en Dios es lo razonable y seguro."

Según se vive, así se muere. Si esto es así: de los que viven santamente estamos seguros que morirán santamente. Pero de los que viven en pecado podemos estar seguros que morirán impenitentes.
Autor: P Mariano de Blas.

jueves, 2 de agosto de 2012

EN EL MUNDO.. EL DOLOR DEL HOMBRE

Jesús, te quedaste en la Eucaristía, ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!
Autor: Ma Esther De Ariño.
Hoy hay sombras en la Capilla...quizá sea porque está atardeciendo...

Tu, Jesús, estás como siempre, silencioso en tu eterna espera....pero tienes el oído atento para todo el que llega, para todo el que te quiere decir algo....penas, anhelos, sueños, alegrías y tristezas....Tu corazón abierto está para quién a ti llega....y yo se que te quedaste ahí precisamente porque sabías que en el mundo... hay dolor. ¡Vaya que si lo hay!

En muchas ocasiones este dolor es provocado por el hombre mismo: terrorismo, rencores, odios, venganzas, ambiciones, ansias de poder con el juego sucio y mal intencionado que no se detiene ante nada y llega hasta el crimen... niños que desean vivir y nunca lo harán. Siembra de dolores que parecería no tener límites...

Pero también el hombre sufre por enfermedades incurables y por cataclismos de la naturaleza: terremotos, tifones, lluvias torrenciales que desbordan ríos y rompen presas, fuegos que empiezan por una chispa y se incrementan destruyendo todo lo que alcanza y esto podría ser una lista interminable de dolor y de muerte que constantemente vemos que hay sobre la tierra.

Y el hombre, todos nosotros, Señor, nos preguntamos ¿por qué?

Y esta es una pregunta difícil de contestar...

En silencio te miro Jesús, cierro los ojos y espero...

Pienso en este Planeta donde vivimos... él es como es....tiene nieves que se desploman y forman aludes, tiene lluvias que desbordan ríos, tienen vientos que por circunstancias atmosféricas se convierten en ciclones, tiene movimientos telúricos de acomodación de su corteza terrestre que a veces son sismos catastróficos y mortales, tiene volcanes que están activos y de hecho han llegado a hacer erupción destruyendo a ciudades enteras.

En ese vaivén de acontecimientos vivimos desde que apareció el hombre sobre el planeta Tierra y sabemos que nuestra existencia está sobre la fragilidad de lo que es hoy y mañana no.

Pero para todos los sufrimientos hay una luz en el túnel negro y angustiante del dolor... y tu, mi Señor, me lo estás diciendo: Esa luz está en el misterio de tu Cruz. Tu Cruz permanecerá mientras el mundo gire.

¿Podrías tu Señor, digamos justificarte ante la Historia del hombre, tan llena de sufrimientos, de otro modo que no fuera poniendo en el centro de esa "historia" TU CRUZ?

Tu, además de ser Omnipotente, infinitamente Sabio, infinitamente Justo, no eres el Absoluto y Poderoso que está "fuera del mundo" y al que por lo tanto le es indiferente el sufrimiento humano porque eres... AMOR.

Y por "ese " AMOR, te pones, en libre elección, al servicio de las criaturas.

Si en la historia de la humanidad está presente el sufrimiento, entiendo entonces por qué tu omnipotencia se manifestó con la omnipotencia de la humillación mediante la Cruz.

Mi amado Jesús Sacramentado, El escándalo de tu Cruz - decía el Papa Juan Pablo II en su maravilloso libro "En el umbral de la esperanza"- sigue siendo la clave para la interpretación del GRAN MISTERIO DEL SUFRIMIENTO, que permanece de modo tan integral a la historia del hombre

Ya ha caído la noche. Yo te miro, Tu me miras.... siento la humedad de las lágrimas en los ojos cuando te digo:

Gracias, Señor, por esa Cruz... por tu cruz, que nos redime y que nos da la fuerza para seguir...

¡AUNQUE EL DOLOR NOS ALCANCE!