"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

lunes, 16 de octubre de 2017

Educa en la Fe a tus hijos antes de que el mundo los “deseduque”.



La educación en la fe es un tema que para muchos ya está pasado de moda o es de poca importancia, sin darse cuenta de que de esto depende la salud espiritual de nuestros hijos y la tranquilidad que puedan tener a lo largo de su vida, ya que les puede permitir tomar las cosas que se les van presentando con sabiduría y tranquilidad, confiando en la providencia y misericordia divina; o las pueden tomar con angustia y estés, como lo hace la mayoría.
Por eso aquí les dejo mis 5Tips para educar a nuestros hijos en la Fe.
PRIMERO. Siempre es mejor desde pequeños.
La mejor educación es la que se recibe desde que los niños tienen conciencia ya que la van viviendo cotidianamente y esto hace que los conocimientos se queden impregnados en el alma de nuestros hijos. Lo mismo pasa con las cosas de la Fe.
Es importante que desde pequeñitos los acostumbremos a ir a la Iglesia, no importa que hagan un poco de ruido y debemos enseñarles como se deben comportar en misa para que poco a poco logren estar tranquilos.
Es bueno también buscar alguna Iglesia en donde haya misa para niños ya que en este tipo de misas las personas que asisten ya saben que encontrarán ruidos, llantos y juegos de los niños y puede ser más fácil para nosotros.


También es muy bueno que desde pequeños enseñemos a nuestros hijos a personarse y algunas de las oraciones básicas como el Padre Nuestro o el Ave María. Para esto existen ahora publicaciones con dibujos grandes y representativos para que nuestros hijos asocien esas imágenes con lo que les vamos diciendo.
Cuando mis hijos eran pequeños hasta les imprimíamos las imágenes y se las dábamos para que la iluminaran mientras rezamos el Rosario.
SEGUNDO. Edúcalos con el ejemplo.
Esto es muy importante ya que la Fe que no es coherente en lugar de educar, fauna a nuestros hijos.
Es importante que aprendan de nuestras acciones más que de nuestras palabras.
Y nuestros hijos nos observan todo el tiempo; observan como reaccionamos ante los problemas, observan que hacemos ante las dificultades y se dan cuenta cuando ponemos a Dios al frente de nuestra vida y le sedemos nuestro tiempo.
Es importante que seamos congruentes para que nuestros hijos vivan la Fe.
TERCERO. También en la adolescencia.
Este punto es algo controvertido ya que hay muchas personas que dicen que cuando los hijos llegan a cierta edad entre los 14 y 18 años, es necesario dejarlos libres para que ellos escojan en que quieren creer; sin darse cuenta que es precisamente a esta edad cuando nuestros hijos adolecen de una conciencia clara.
Es aquí cuando debemos redoblar las enseñanzas en cuestión de Fe y sobre todo las vivencias de una Fe encaminada a hacer la Voluntad de Dios.
Así podrán decidir después, con una conciencia bien formada, que estilo de vida quieren tener.
Si la influencia de los amigos es tan fuerte, busca que tengan amistades afines a su forma de vivir y de pensar.
Es importante que busquemos que nuestros hijos se desarrollen en un ambiente adecuado y propicio para la vivencia de valores y de la Fe como tal.
Con mis hijos tenemos varios círculos de amistades y ellos ya saben distinguir cual es cual. Esto es muy válido y nos ayuda a que nuestros hijos valoren también los beneficios de estas amistades.
CUARTO. Enséñalos a que den testimonio de su Fe.
Es importante que nuestros hijos sean valientes y no les de pena demostrar que son católicos.
Y para esto es importante que vean que a nosotros tampoco nos da pena tener esas manifestaciones públicas de la vivencia de la Fe.
Es hermoso ver que los niños y jóvenes asisten a misa, rezan el rosario, asisten a grupos católicos de formación y convivencia.
Pero también es hermoso ver que nuestros hijos pueden defender lo que piensan frente a algún profesor o algún compañero de la escuela que les diga que lo malo es bueno. Si lo logran hacer, entonces serán valientes y darán testimonio de sus valores y de su Fe.
Un punto importante que debo decir, es que no es necesario llegar a los golpes para defender la Fe, es mejor se inteligentes y dar testimonio con nuestra propia vida.
QUINTO. Y si no te hacen caso… Reza por ellos.
En toda familia, nunca falta un hijo que pase por una etapa rebelde o de falta de Fe y nosotros como papás debemos estar al pendiente de ellos.
Es importante que les expliquemos las dudas que tengan o que les aconsejemos cuando veamos que tiene problemas, pero llega un momento en que las cosas se salen de nuestras manos y parece que el problema no tiene soluciono.
Es ahí donde debe entra la oración. La oración de una madre por sus hijos es poderosísima y puede arrancarle milagros a Dios.
También es bueno que tomemos en cuenta la intercesión de nuestra Madre del Cielo que siempre está lista para ayudarnos y que bien sabe lo que sufre nuestro corazón de madre por un hijo que tiene problemas.
Cuando las cosas se salen de nuestras manos, es sólo Dios quien puede regresarlas a su cause natural y hacer que nuestros hijos vuelvan a la Fe.
No olvidemos que a Jesús le encanta que le pidamos, pero siempre sabe que es lo mejor para cada uno.
No perdamos jamás la esperanza en Dios y pongamos manos a la obra, educando a nuestros hijos para se peregrinos de este mundo, pero sobre todo para que algún día lleguen a ser ciudadanos del Cielo.
 Por: Silvia del Valle | Fuente: www.tipsmama5hijos.com




Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse  aquí

domingo, 15 de octubre de 2017

Todo atentado contra la familia es un atentado contra la humanidad



Dios puso en el corazón del hombre y de la mujer el amor conyugal, el amor paterno y materno, el amor filial

Dios puso en el corazón del hombre y de la mujer, como instinto innato, el amor conyugal, el amor paterno y materno, el amor filial
En estos tiempos en que se habla tanto de derechos humanos y de crímenes contra la humanidad, la enseñanza de Pío XII nos muestra que atentar contra la familia es atentar contra la humanidad.
¿Cuántas leyes que atentan gravísimamente contra la familia están en discusión precisamente en este momento en el Parlamento chileno? Basta señalar los proyectos de legalización del aborto y de la violación de la patria potestad en lo que se refiere a la enseñanza.
Llama la atención que los que se dicen defensores de los derechos humanos están tomados por una especie de fiebre de demolición de esta institución fundamental y primera de la sociedad.
Por: Redacción | Fuente: accionfamilia.org




Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse  aquí

sábado, 14 de octubre de 2017

María, discípula y maestra



La mujer de la palabra y el silencio

Entre las numerosas páginas del beato Santiago Alberione sobre María, existe un opúsculo, María discípula y maestra, de 1959, por tanto anterior al Concilio, pero que contiene algunas intuiciones muy hermosas de valor permanente. En él, como escribía el padre Juan Roatta, uno de los mejores conocedores de nuestro fundador, María “se presenta como una sencilla síntesis de opuestos, a la luz de Dios: es la esclava del Señor y la reina de los apóstoles; es discípula y maestra, virgen y madre...” En ese equilibrio, la ve como el perfecto instrumento de Dios y, por tanto, como el gran ideal para el desarrollo de la personalidad y para la eficacia de la misión apostólica.

María, maestra
 
La Virgen “fue la que más cerca estuvo de su Hijo y, al mismo tiempo, la que hizó más que nadie por darlo al mundo”, escribía el beato Santiago Alberione. Y hacía este razonamiento: “Se dice: a Jesús por María; pues también se podrá decir: a Jesús Maestro por María Maestra... Jesús es el único Maestro; María es maestra por participación”. En realidad, María no escribió ningún libro, ni tuvo una cátedra para enseñar, ni se dedicó a predicar... Y, sin embargo, fue maestra y formadora de Jesús y de la Iglesia, de los apóstoles y de todos los cristianos. ¿En qué sentido?

Para el beato Santiago Alberione, María es maestra porque ha dado al mundo a Jesucristo Maestro, la Verdad por antonomasia. Ella es, según san Epifanio, “el Libro sublime que ha propuesto al mundo la lectura del Verbo”. María es maestra por la santidad de su ejemplo; si queremos configurarnos con Cristo, el camino más fácil es María, Libro que contiene todas las virtudes: la fe (“Dichosa tú que has creído”, Lc 1,45); la esperanza (“Haced lo que él os diga”, Jn 2,5); el amor (“Hágase en mí según tu palabra”, Lc 1,38); por la eficacia de sus oraciones; por la autoridad de sus consejos, pues es la llena de gracia y sabiduría. María “predica no con palabras, sino encarnando al Verbo, escribiendo un Libro con su propia sangre”, concluía Alberione.

Pero María es maestra por ser discípula, por estar totalmente abierta a la escucha y a la participación en el destino de su Hijo muerto y resucitado. En ella, escucha y seguimiento, están íntimamente unidos, como elementos indisolubles del verdadero discipulado.

María, discípula
 
La autoridad del magisterio de María se debe, pues, a su perfecto discipulado con relación al Verbo, al que ella, con su “hágase” ha dado un cuerpo. Hasta tal punto que la verdadera grandeza de María no estriba tanto en su maternidad ni en otros privilegios, cuanto en haber sido fiel y fecunda escuchadora de la palabra de Dios. Jesús mismo lo reconoce cuando, ante el grito de la mujer entusiasmada por sus palabras, responde: “Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen” (Lc 11,27). María es la primera en seguir a Jesús en su misión, compartiendo sus opciones, y así se convierte en la perfecta discípula del Señor.

Además, ella es la mujer de la escucha de la voluntad de Dios expresada en los acontecimientos, que conserva y medita en su corazón (cf Lc 11,27-28; 2,19; 2,51). Su fe no era simple adhesión intelectual, sino experiencia vital. Lo afirma Juan Pablo II en la Catechesi tradendae: “Ella fue la primera de sus discípulos: primera en el tiempo, pues ya al encontrarlo en el templo, recibe de su Hijo adolescente unas lecciones que conserva en su corazón; la primera, sobre todo, porque nadie ha sido enseñado por Dios con tanta profundidad. Madre y a la vez discípula, decía de ella san Agustín, añadiendo atrevidamente que esto fue para ella más importante que lo otro” (n. 73).

Decía Pablo VI que ponernos a su escuela nos “obliga a dejarnos fascinar por ella, por su estilo evangélico, por su ejemplo educador y transformante: es una escuela que nos enseña a ser cristianos”.

Reina de los Apóstoles
 
Y nos enseña también a ser apóstoles, ya que “apostolado es hacer lo que hizo María: dio a Jesús al mundo, a Jesús Maestro, camino, verdad y vida. Dando a Jesús camino nos ha dado la moral cristiana; dándonos a Jesús verdad nos ha dado la dogmática; y dándonos a Jesús vida nos ha dado la gracia”, escribía el beato Santiago Alberione. Y describía al apóstol como “quien lleva a Dios en la propia alma y lo irradia a su alrededor; es un santo que acumuló tesoros y comunica de su abundancia a los hombres... transpira a Dios por todos los poros con sus palabras, obras, oraciones, gestos y actitudes, en público y en privado, en todo su ser.” Y continúa: “En grado sumo y con semejanza inigualable, este es el rostro de María”.

Cuanto mayor sea la adhesión a Cristo, mayor será la capacidad de compromiso. De ahí la importancia de la comunión con él en el itinerario hacia la madurez de la fe, que va transformando la vida en entrega y servicio. No hay que olvidar que la vida grita más fuerte que las palabras y las obras. El apóstol auténtico, primero es y luego actúa, es “testigo antes que maestro”, diría Pablo VI.
Hoy hay tal vez excesivo ruido y poco silencio; demasiadas palabras, pero poca comunicación de vida.

“Palabra y silencio –concluye el mensaje del santo padre para la Jornada de las comunicaciones sociales–. Aprender a comunicar quiere decir aprender a escuchar, a contemplar, además de hablar, y esto es especialmente importante para los agentes de la evangelización: silencio y palabra son elementos esenciales e integrantes de la acción comunicativa de la Iglesia, para un renovado anuncio de Cristo en el mundo contemporáneo. A María, cuyo silencio escucha y hace florecer la Palabra, confío toda la obra de evangelización que la Iglesia realiza a través de los medios de comunicación social”.

Viviendo la dimensión mariana, los creyentes estaremos en condiciones de dejarnos formar en el misterio del Cristo, para que la palabra del Señor se cumpla en nosotros como se cumplió en María, y para poder darlo de manera integral a un mundo que tanto lo necesita, utilizando para ello todos los medios a nuestro alcance.
Por: P. José Antonio Pérez, ssp | Fuente: zenit.org




Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse  aquí

viernes, 13 de octubre de 2017

El que no recoge conmigo, desparrama



Cuidado con los pecados de omisión

Hay, lo sabemos, pecados activos y pasivos, es decir los pecados de acción y los de omisión. La mayoría de la gente que pretende ser buena porque “no le hace mal a nadie”, tampoco le hace mucho bien a alguien. ¡Cuidado con los pecados de omisión!

Lamentablemente entre “los buenos”, hay muchos que se mantienen al margen, en la butaca, ni siquiera en la retaguardia, ante las luchas contra el mal, que avanza ferozmente, el de los enemigos del Cristo.
Los ataques contra el matrimonio y la familia, buscando imponer su redefinición para destruir su esencia, por ejemplo. Esto es muy claro, y quienes defendemos estas instituciones naturales del hombre, bendecidas por Dios, lo decimos al mundo, para que quien quiera oír oiga. El silencio es complicidad.

Lo mismo sucede con el respeto al derecho primigenio a la vida, que está bajo ataque. Por una parte, enormes, gigantescos esfuerzos por no sólo despenalizar el aborto, al no considerarlo como un crimen, un homicidio, sino promoviendo su práctica. Lo mismo sucede con la eutanasia, que cada vez está sujeta a grandes esfuerzos políticos para imponerla a enfermos terminales, inclusive hasta a bebés que no pueden expresar su deseo de vivir, como ya sucede en algunos países “civilizados”.

La cultura de la muerte, al ser aceptada como forma de lucha política y de dominio, se ve justificada al nivel de matar atrozmente a quienes no piensan como los asesinos. Es el caso del “estado islámico”, que no solamente tiene muchos individuos acabando con cristianos y musulmanes moderados, está destruyendo pueblos enteros. Pero además, está reclutando personas en otros países, para que los acompañen en la comisión del genocidio con torturas.

Este último caso es una buena muestra de la increíble pasividad de “los buenos que no hacen mal a nadie”. El mundo se vio muy lento en sorprenderse ante tales crímenes, y además los poderosos política y militarmente se tardaron mucho en reaccionar para defender y atender a los perseguidos y refugiados.

¿Cómo es posible que las voces de alarma se vieran perdidas ante la indiferencia del mundo? Los crímenes son demasiados atroces para permanecer indiferentes. Pero así ha sido. Por muchas partes se levantan voces, carteles y mantas para exigir que aparezcan con vida los 43 de Ayotzinapa en México, pero ante matanzas de miles de cristianos en Nigeria, el mundo mira para otro lado, ni siquiera ha sido noticia más que por unos días, u horas.

Ante el crimen del aborto, que es tema diario noticioso, la mayoría de la “gente buena” no hace absolutamente nada. Peor aún, al no tomarse la pequeña molestia de reflexionar que la vida inicia con la concepción ?algo absolutamente cierto científicamente?, piensan y dicen que es cuestión de un supuesto derecho a elegir. No se toman tampoco el trabajo de pensar que la elección es de matar o no matar a un nonato.

La eutanasia es un tema mucho menos presente en los noticiarios, pero a quienes les parece un asunto muy lejano a sus vidas, sigue sin importarle su difusión y defensa, y hasta su imposición legal en ciertos casos. Si matan a niños por eutanasia en Bélgica pues… allá ellos, piensan (si acaso se toman el trabajo de pensar en eso). De esta forma, con su pasividad, su omisión, no están sus voces presentes en la defensa de la vida: con el silencio no recogen, desparraman.

Dijo el Señor:
"El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama". Muy graves, muy determinantes frases. El pecado de omisión es el de no recoger con el Señor, es desparramar. No defender la vida, la familia, el matrimonio y la correcta sexualidad, no enseñar a los hijos estos valores, es desparramar, es tirar por la borda lo que Dios ha enseñado.

Lo mismo sucede con las injusticias del mundo, las que están cerca de nosotros y las que están lejos. Las que afectan a nuestro prójimo más próximo y a los hermanos que están lejos. Ya en la llamada “aldea global”, todos los hombres son nuestro prójimo (en francés, las palabras prójimo y próximo son la misma). Todos están cercanos.

Recoger con el Señor es sembrar con Él Su palabra, es hacer las buenas obras que son la voluntad del Padre. Como cristianos es nuestro deber difundir el evangelio, no quedarnos callados. Es predicar la Verdad y defenderla, no sentarnos a pensar que eso del aborto, por ejemplo es una barbaridad… y seguir viendo la televisión o el Facebook. Yo soy bueno y que el mundo ruede. No piensan que ese rodar eventualmente puede aplastarlos.

La frase es lapidaria: o estás CON Él o estás CONTRA Él, porque no participar en su prédica y en su obrar nos pone contra Jesús. Aquí no hay medias tintas, la indiferencia y la inacción son desparramar en vez de recoger.

Hagamos todos entonces algo para estar con Él, sobre todo en la palabra y en el ejemplo, para no desparramar su enseñanza y su mandato. No permanezcamos indiferentes y omisos ante los ataques, cada vez más fuertes y a escala mundial, en contra de la vida, la familia y el matrimonio, así como ante la práctica de la injusticia.

Colaboremos con el Señor a recoger más almas para Él, dejemos la pasividad atrás, ante la necesidad imperiosa de predicar su palabra. No dejemos que los predicadores del mal nos dejen callados en nuestro confort.
¡Estemos con Él, no contra Él!
Por: Salvador I. Reding Vidaña




Para leer el Evangelio de hoy, comentado, por favor pulse  aquí