"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

martes, 22 de julio de 2014

El pecado trampolín para la santidad


Un pecado nos apena porque ofendimos a Dios, porque pisoteamos nuestra conciencia, porque dañamos a otros.

Un pecado nos apena. Porque ofendimos a Dios, porque pisoteamos nuestra conciencia, porque dañamos a otros (aunque no nos demos cuenta), porque herimos a la Iglesia.

Desde esa pena, si tenemos confianza y nos abrimos a la gracia divina, surge el arrepentimiento. Llega la hora de pedir perdón. Entonces acudiremos al sacramento de la confesión, y tomaremos un generoso propósito de enmienda.

Pero a veces el pecado deja en nuestras almas la idea de que ya no podemos ser santos. Quizá habíamos trabajado por un tiempo para evitar un pecado, para extirpar una mala tendencia y para ser más buenos. Un momento de rabia, un pacto con el placer, una ambición que nos impidió ayudar a un pobre, y un nuevo pecado apareció en nuestras vidas: ¡otra vez caímos!

Se insinúa en nuestro interior una voz engañosa: la santidad no es para ti, no vas a poder, el mal siempre acaba por imponerse en tu alma, eres demasiado frágil...

Esa voz puede surgir desde el orgullo herido: pensábamos que aquel defecto ya estaba superado, y de repente renace con una fuerza que confunde y entristece. O puede surgir desde el demonio, experto en desalentar y mentir, hasta el punto de insinuar que ni siquiera Dios puede perdonarnos.

Necesitamos romper con ese orgullo destructor y cerrar los oídos a la voz del diablo. Porque para el cristiano el pecado no es nunca algo irremediable. Existe la gracia, existe la misericordia, existe un Dios Padre que envió a su Hijo y derramó el Espíritu Santo.

Entonces es posible algo maravilloso: ese pecado que para muchos parece un obstáculo para la santidad se convierte en un medio que nos conduce a ella. ¿Cómo? Porque nos hace humildes, nos acerca a Dios, nos permite acoger su misericordia.

Se hace realidad aquella maravillosa idea que expresó san Pablo desde la experiencia de su propia vida: "donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia" (Rm 5,20). O lo que dijo en otro de sus textos: "cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte" (2Co 12,10).

De esta manera, el pecado se convierte en un auténtico trampolín para la santidad. No porque sea un medio para mejorar (nunca hemos de escoger el pecado en sí mismo), sino porque Dios es tan bueno que se vuelca con un cariño inmenso sobre el pecador arrepentido.

He pecado, lo confieso con pena. Acudo a Dios, acojo su perdón, me dejo guiar por su gracia. Entonces se produce el milagro: brilla la esperanza, la santidad está más cerca, y hay banquete de fiesta en el Reino de los cielos...

Autor: P. Fernando Pascual LC

lunes, 21 de julio de 2014

Aunque no seas un gran artista, deja huella en la historia

Depende de tu confianza en Dios y de tu empeño en ser digno instrumento en la manos del Gran Artesano.

Todos los hombres tenemos algo de artistas; no seremos muy reconocidos, ni haremos grandes obras de arte, pero cada uno de los hombres tiene una encomienda especial del Gran Artista Dios. Él, en su sabiduría infinita, hace que nuestra propia existencia sea una obra maestra y depende de nosotros que se vaya realizando día a día. Por eso, toma atención, que aunque no lo creas, eres el único que puede ayudar a Dios a hacer de tu vida una obra de arte.

Aunque no escribas libros, eres el escritor de tu vida.

Aunque no seas Miguel Ángel, puedes hacer de tu vida una obra maestra.

Aunque no entiendas de cine, ni de cámaras, tu existencia puede transformarse en un film de suspenso y acción con Dios de productor.

Aunque cantes desafinado, tu existencia puede ser una sentida canción, que cualquier afamado compositor envidiaría.

Aunque no entiendas de música, tu vida puede ser una magnífica sinfonía que los clásicos respetarían.

Aunque no hayas estudiado en una escuela de comunicaciones, tu vida puede transformarse en un reportaje modelo.

Aunque no tengas gran cultura, puedes cultivar la sabiduría de un buen vivir.

Aunque tu trabajo sea humilde, puedes convertir tu día en oración llena de buenos frutos.

Aunque tengas cuarenta, cincuenta, sesenta o setenta años, puedes ser joven de espíritu.

Aunque las arrugas ya marquen tu rostro, vale más tu belleza interior.

Aunque tus pies sangren en los tropiezos y piedras del camino, tu rostro puede sonreír.

Aunque tus manos conserven las cicatrices de los problemas y de las incomprensiones, tus labios pueden agradecer.

Aunque las lágrimas amargas recorran tu rostro, tienes un corazón para amar.
Aunque no lo comprendas, en el cielo tienes reservado un lugar.

Todo, todo... depende de tu confianza en Dios y de tu empeño en SER digno instrumento en la manos de este Gran Artesano que solo busca lo mejor para nosotros. Pon tu vida, aspiraciones, anhelos en las manos de Dios, Él nunca te defraudará.

 Autor: P. Dennis Doren LC

domingo, 20 de julio de 2014

María y una pregunta de Jesús...

¿Quién es mi Madre? Pues, la que hizo la Voluntad de mi Padre y si queréis ser realmente mi hermano, mi hermana y mi madre, debes hacerte, hijo de esta Madre.


Madre, en la Misa de hoy se ha leído una parte del Evangelio que mucho me cuesta comprender... y me quedo mirando tu imagen, buscando en ti las palabras que no hallo.

Más, Tu siempre eres respuesta a tus hijos cuando la búsqueda es sincera, llena de amor y confianza..

- Ven, hija- y te sigo... ya se hace costumbre al alma el seguirte, porque siempre tu compañía me deja mejor trazado el camino hacia Tu Hijo...

Llegamos a Cafarnaúm. Jesús está en casa. Se ha juntado tanta gente que ni siquiera puede comer.

Nos acercamos sin entrar. Nos quedamos junto a la puerta. Allí también se hallan los primos de Jesús (la palabra "hermano", en hebreo, abarca a los primos y parientes)

La gente reparó en ti. Es que tu presencia jamás pasa inadvertida para tus hijos.

La Llena de Gracia, la que ganó por humildad los más grandes regalos de amor del Padre.

La Llena de gracia y en la puerta... esperando, sin hacer ostentación de tus privilegios de Madre.

Y Jesús te ve... y saca de tu presencia una profunda enseñanza...

Le dice la gente "Tu Madre y tus hermanos te buscan, ahí afuera"

La escena es clara, la distancia prudente...

Y Jesús nos habla entonces acerca de ti...

- ¿Quién es mi Madre?- Y sus ojos brillan de manera especial... como haciendo eco a esta pregunta, como diciendo:

- ¿Sabéis vosotros quién es, realmente, esa simple mujer que todos conocen? ¿Sabéis acaso que Ella está en el Corazón del Padre desde antes de la Creación del mundo? ¿Sabéis que sólo en Ella hallé mi complacencia para venir del Padre hasta vosotros? ¿Conocéis que los días que habité en su purísimo vientre fueron los más serenos, los más parecidos a la Mansión del Padre de donde venía?

- ¿Quién es mi Madre?-repite tu Hijo, María, y veo tu mirada baja, humilde, sencilla...

Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, sentados esperando una palabra, un camino... si, Tu Hijo, Madre, les habla a los que se acercan a El y allí se quedan, en espera, Tu Hijo les muestra el camino. El camino que Tú has recorrido...

- Pues, la que hizo la Voluntad de mi Padre (y Jesús volvió a escuchar en su Corazón tus palabras de la Anunciación "Hágase en mi Su Voluntad") y si queréis ser realmente mi hermano, mi hermana y mi madre, debéis haceros, en vuestro corazón, hijos de esta Madre...

Extiendes tu Mano, Madrecita, buscando la mía, como siempre, como cada día aún cuando no lo noto, más aún cuando te creo ausente...

Miro a Jesús a los ojos y mi corazón susurra un "gracias" tembloroso y emocionado, un silencioso "gracias"" que Jesús escucha en las profundidades de mi alma...

Y me dejo llevar por Ti, María, para aprender, en Tu Corazón, el camino de la Voluntad del Padre... 

Amiga mía, amigo mío que lees estas líneas. María tiende hacia ti su Mano. Tómala confiado, que Ella te llevará por un camino corto, perfecto, fácil y seguro, donde Jesús te espera para decirte "hermana mía, hermano mío"

Autor: Marír Susana Ratero

sábado, 19 de julio de 2014

Dichosos los que saben vivir

Dichosos cuando sepan reconocer al Señor en todo los que se encuentran: habrán logrado la verdadera luz y sabiduría. 

Nuestra vida muchas veces va perdiendo el brillo. Los acontecimientos, las circunstancias, más que ayudarnos a crecer, en vez de ser oportunidades de maduración para nuestra persona, nos limitan, nos hacen sufrir y por lo tanto los rechazamos. 

Toma la vida con filosofía, aprende de ella y sácale el jugo, exprime de forma positiva todo lo que Dios permite y así serás una persona feliz y dichosa. 

DICHOSOS los que saben reírse de sí mismos, porque no terminarán nunca de divertirse.

DICHOSOS los que saben distinguir una montaña de una piedra, porque se evitarán muchos inconvenientes.

DICHOSOS los que saben descansar y dormir sin buscarse excusas: llegarán a ser sabios.

DICHOSOS los que saben escuchar y callar: aprenderán cosas nuevas.

DICHOSOS los que son suficientemente inteligentes como para no tomarse en serio: serán apreciados por sus vecinos.

DICHOSOS los que están atentos a las exigencias de los demás, sin sentirse indispensables: serán fuente de alegría.

DICHOSOS ustedes cuando sepan mirar seriamente a las cosas pequeñas y tranquilamente a las cosas importantes: llegarán lejos en esta vida.

DICHOSOS ustedes cuando sepan apreciar una sonrisa y olvidar un desaire: vuestro camino estará lleno de sol.

DICHOSOS ustedes cuando sepan interpretar con benevolencia las actitudes de los demás, aún contra las apariencias: serán tomados por ingenuos, pero es el precio justo de la caridad.

DICHOSOS los que piensan antes de actuar y rezan antes de pensar: evitarán muchas tonterías.

DICHOSOS ustedes sobre todo cuando sepan reconocer al Señor en todo los que se encuentran: habrán logrado la verdadera luz y sabiduría.

Con estos consejos, Santo Tomás Moro nos da algunas pautas de cómo vivir nuestro breve paso por esta tierra llevando un mensaje, unas actitudes y un modo de ser algo diferente de lo que hoy nuestra sociedad contemporánea nos ofrece.

Marca tú la diferencia, y enséñanos con tu ejemplo a vivir...

viernes, 18 de julio de 2014

¿Me estoy haciendo viejo?


¡Cuántos personajes, cuántos seres queridos, de repente, han comenzado a desfilar en la pantalla de mi corazón!

Revisando algunos cajones, he dado con este pensamiento. En la misma página aparecía un abuelo fumando en pipa. De sus frente cuelgan los años en arrugas. Su mirada es cansina, pero segura. Por momentos me parecía el protagonista de “El viejo y el mar”. 

No me he podido resistir y he soltado en mi interior las palomas de los recuerdos. ¡Cuántos personajes, cuántos seres queridos, de repente, han comenzado a desfilar en la pantalla de mi corazón! Y es que me parece un canto a la juventud fresca de nuestros mayores. Léelo despacio, con bastón, si lo necesitas. Percibirás una mirada más profunda, más luminosa de esa etapa final de la existencia terrestre. Son líneas de ilusión y de esperanza. 


Me dicen que me estoy 
haciendo viejo: 
les diré que no es así. 
La “casa” en que vivo, 
ya sé, se está 
deteriorando. 
Eso ya lo sé. 
Es que hace mucho 
tiempo que la habito. 
Ha pasado conmigo 
muchas tormentas. 
Ya está algo débil. 

El techo está 
cambiando de color. 
Las ventanas ya están 
un poco empañadas: 
ya no se ve bien 
hacia afuera. 
Las paredes se sienten 
débiles, quebradizas: 
es que los cimientos ya 
no están tan sólidos 
como hace unos 
cuantos años. 
Mi “morada” se ha 
vuelto temblorosa, 
la estremecen el frío 
del invierno, las noches 
sin sueño. 

Siento que estoy en 
plena juventud, 
ya que la Eternidad está 
a un paso de mí, 
una vida llena de vida, 
sin posibilidad 
de tristezas que 
envejecen, 
sin ausencias que nos 
sacan canas, 
sin dolor que atenta 
contra la verticalidad 
de nuestra existencia. 

La Eternidad está a un 
paso de mí. 
Sin embargo mi “casa” 
no soy todo yo. 
Mis años, transcurridos 
velozmente, 
no me pueden hacer 
viejo a mí, 
alma siempre joven, 
lozana y alegre. 

Una inacabable vida de 
gozo y de verdad. 
Yo viviré allá 
para siempre, 
amando sin temor 
de perder el Amor. 
Y el Amor es la Vida: 
¡que siga la vida! 

¿Y decían que me 
estoy haciendo viejo? 
El que habita en mi 
pequeña “casa” 
está joven, lleno de luz 
y de alegría, 
principiando 
justamente una vida 
que durará, durará, 
durará... 
Ustedes solamente me ven 
por fuera 
y me repiten lo que 
todos dicen: 
anciano arrugado, 
cabizbajo, trémulo, 
lento... 

Parece que se terminan 
los horizontes. 
No confundan mi 
“casa” con lo que soy yo, 
conmigo: 
un nuevo amanecer, 
horizonte con luz 
indeficiente, 
cielo de azul 
indeclinable. 
¡Que siga la vida! 

¿Todavía dicen que me 
estoy haciendo viejo? 
Autor: Marcelino de Andrés, L. C. y Juan Pablo Ledesma, L. C

jueves, 17 de julio de 2014

La verdadera comunión con el Papa

Los tres vínculos de unidad con el sucesor de Pedro

«La voz del Papa no es una voz como las demás». Lo dijo el arzobispo Antonio Filipazzi, Nuncio apostólico en Indonesia, durante la homilía que pronunció en la catedral de Jakarta por la Solemnidad de los Santos Pedro y Pablo.

Citando el Concilio Vaticano II, el Nuncio subrayó que «es muy importante que cada fiel y cada comunidad cristiana esté en plena comunión con el Papa». 

«No se trata simplemente de un sentimiento de simpatía, de un interés intelectual por lo que dice, o de actos solamente exteriores de entusiasmo para con él. Hay que estar ligados al Papa con vínculos objetivos, visibles, concretos, con esos vínculos que nos unen entre nosotros en la Iglesia».

Monseñor Filipazzi después indicó los tres vínculos de unidad con el sucesor de Pedro. 


Sobre todo, la fe:

Por ello, la voz del Papa no es comparable con «las opiniones de los teólogos, ni siquiera con la de los obispos, sino que es un criterio determinante para evaluar las doctrinas que se enseñan y se predican en la Iglesia, y las opiniones y las teorías que se difunden en la sociedad... El Papa no necesita nuestros aplausos cuando habla, sino que es necesario que su enseñanza se convierta en el punto de referencia constante para nuestros pensamientos y nuestras acciones».


El segundo vínculo es el de la liturgia:

«Como a menudo nos ha recordado Benedicto XVI, nosotros debemos celebrar la liturgia no como algo que inventamos a placer, según nuestras ideas, siguiendo las modas o las teorías del momento, sino que debemos celebrarla como algo más grande que todos nosotros, en la que nosotros entramos y con la que plasmamos nuestra plegaria».

«Es necesario apelar con fuerza la fidelidad hacia las normas sobre la liturgia que ha dado la Iglesia: los obispos y los sacerdotes, ministros de la santa liturgia, no son sus padrones, no pueden cambiarla a placer, y los fieles no deben considerar que las celebraciones litúrgicas pueden ser objeto de sus gustos y deseos. La liturgia no pertenece a nadie y no puede ser manipulada por nadie».


El tercer y último vínculo es el de la disciplina:

A Pedro y a sus sucesores, así como a los obispos en comunión con el Papa, «fue confiada la tarea no solo de enseñar y santificar, sino también la de gobernar al pueblo de Dios, dándole directirces y normas, que deben ser acogidas con respeto y obediencia».

«No se trata de decisiones arbitrarias de los que tienen el poder, sino que a través de ellas se nos manifiesta la divina voluntad... La mentalidad corriente ce a menudo en las leyes y en la autoridad un límite y un obstáculo para la libertad, en vez de una ayuda para vivir la libertad según la verdad y por el verdadero bien de todos. Incluso en las comunidades cristianas permanece la falsa convicción de que el derecho se opone a la pastoral, mientras, en cambio, las leyes también son por el bien de las almas, y existe el riesgo de que en nombre de la pastoral se comentan injusticias y abusos».

«La verdadera comunión con el Papa, pues, también pasa a través de la fiel obediencia a las normas y directrices de la Sede Apostólica. Y no hay unión con el sucesor de Pedro si estas normas y directrices se ignoran, se rechazan o no se desarrollan», con el pretexto de la situación local o de la pertenencia a una cultura particular.


Autor: Andrea Tornielli | Fuente: vaticaninsider.lastampa.it

miércoles, 16 de julio de 2014

En vacaciones...la vida interior... ¿qué?

No olvidemos, porque estamos de vacaciones, todo el esfuerzo que hicimos para mejorar día con día cuando estábamos en tiempo de trabajo


Sería interesante preguntarnos si la vida interior puede o debe tener vacaciones.

Primero partiremos de lo que significa o encierra la palabra: vacación.

Vacación es la suspensión del trabajo o del estudio durante algún tiempo y este tiempo de asueto, descanso y recreo que siempre ha sido sumamente necesario para el hombre, lo es mucho más para el hombre de nuestros días. Y al decir el hombre nos referimos también a la mujer y a los pequeños y grandes estudiantes que llevan un tiempo largo y sostenido en sus quehaceres y trabajos.

El periodo de vacaciones es muy saludable para la mente y para el cuerpo pues la rutina y el esfuerzo de la vida diaria pueden llegar a sumirnos en el estrés y por lo tanto al menor rendimiento de nuestras capacidades. Todo esto lo sabemos y está muy bien hasta ahí, pero.. ¿y la vida interior... el espíritu?

Decididamente es otra parte de la que sabemos se compone el hombre y no puede entrar en vacaciones. El enemigo acecha, siempre está alerta... él no tiene vacaciones. 

Darle vacaciones a nuestra vida interior sería empezar a perder terreno en la batalla del bien contra el mal.

Nuestro espíritu se nutre de la oración, de la meditación, de la cercanía de los Sacramentos y de la presencia de Dios.

Estamos de acuerdo que el cambio en nuestro modo de vivir por vacaciones hará un poco distinto lo habitual pero hemos de procurar dar en todo momento un lugar preponderante a esta parte íntima de nuestro ser.

Hemos de acrecentar el deseo de orar, de elevar nuestra alma al Creador al contemplar una puesta de sol, quizá el mar, quizá la montaña. ¿Quién no puede encontrar, si quiere, un momento para darle gracias a Dios por el lindo día de campo, de viaje, de museos, de alegre diversión, de descanso, de encuentro con amigos o familiares distantes y pedirle nos siga bendiciendo y aumentando nuestra fe, en el siguiente día?

¿Quién no puede, si se lo propone, cumplir con el precepto de la Misa los domingos y tratar de buscar la palabra adecuada, la semilla buena, dejada caer como al azar, para que más tarde germine en el alma de quien tuvimos la ocasión de tratar en un viaje, o en una reunión?

Las vacaciones de nuestro espíritu son un mayor acercamiento a Dios. Ahí se robustece, ahí cobra mayor vigor.

No olvidemos, porque estamos de vacaciones, todo el esfuerzo que hicimos para mejorar día con día cuando estábamos en tiempo de trabajo, por el contrario, empeñemos en obtener, donde quiera que estemos, un mejoramiento y superación en nuestra vida interior y el recuerdo de, que por donde pasamos, intentamos dejar una huella de luz para los demás.

Autor: Ma. Esther De Ariño

martes, 15 de julio de 2014

Católicos desorientados

Un católico pierde el norte de su vida cuando sucumbe al materialismo, cuando se deja atrapar por las modas
Un católico pierde el norte de su vida cuando sucumbe al materialismo, cuando se deja atrapar por las modas, cuando mendiga fuera de su propia Iglesia lo que encontraría en ella con mejor formación y con una auténtica vida de sacramentos.
Lo que acabamos de describir ocurre con más frecuencia de lo que imaginamos. Hay bautizados que casi no leen el Evangelio, pero que consultan los horóscopos. O que no van a misa cada semana, pero acuden a centros y cursos de técnicas confusas, incluso esotéricas y claramente contrarias a la fe. O que no saben distinguir entre un pecado mortal y un pecado venial, pero repiten mantras o aprenden posturas para "relajarse" que vienen de un Oriente muchas veces ajeno al cristianismo.

Hay católicos así, desorientados, porque falta fe, porque no hay una opción decidida por Cristo y por sus enseñanzas, porque no se confía en la Providencia del Padre, porque se vive según las impresiones del momento o según los consejos de los amigos.

Frente a tanta confusión, hace falta promover un serio estudio de la fe. Aprender a leer la Biblia, estudiar el Catecismo de la Iglesia católica, conocer los concilios que van desde Nicea hasta el Vaticano II: son requisitos para empezar a vivir, de verdad, como hijos de la Iglesia.

Además, hay que acercarse a los Santos Padres y a tantos santos y santas que a lo largo de los siglos han presentado caminos de espiritualidad muy hermosos, porque nacen directamente del Evangelio. Nombres como san Agustín, san Atanasio, san Doroteo de Gaza, san Bernardo, santo Tomás de Aquino, santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Juan de Ávila, san Pedro de Alcántara, san Francisco de Sales, deberían convertirse en compañeros cercanos y en alimento para nuestras almas.

Desde una vida de oración sencilla y auténtica, con el compromiso sincero de vivir para Dios y para los hermanos, será posible superar tantas desorientaciones que amenazan nuestra fe. Entonces llegaremos a ser auténticos discípulos de quien dio su Cuerpo y su Sangre para salvarnos del pecado y hacernos hijos del mismo Padre.

Autor: P. Fernando Pascual LC

lunes, 14 de julio de 2014

Dios sabe sobre sus proyectos y no se equivoca

Quizá tú no veas cuál es el propósito de Dios para tu vida, pero puedes confiar que te está preparando para alcanzarlo.

Dios siempre saca de un mal un bien, solo basta tener el corazón abierto, cultivar la fe y la esperanza; Dios sabe perfectamente lo que quiere con cada uno de nosotros, a nosotros nos toca confiar, esperar, tener paciencia, con la certeza que en algún momento ese enigma tan grande por el que pasamos se va a aclarar. No te desanimes, no pierdas la confianza en tu Padre Dios, tú confía y prepárate para la gran aventura de tu vida, mientras mejor estés preparado con las virtudes humanas y teologales, en esa medida, atravesarás el gran océano de tu vida.

Intentar algo nuevo quizá sea aterrador y hasta peligroso, por eso es mucho más inteligente aceptar un riesgo calculado, que un paso imprudente.

Charles Lindbergh se metió en un riesgo calculado cuando decidió cruzar el Atlántico solo con un monoplano de un solo motos. ¿Tenía Lindbergh temor? Sin duda podía haberlo tenido si no hubiera volado antes, o si hubiera ignorado todo sobre aviones. 

Si no hubiera confiado en el constructor de su avión, ni en sus mecánicos, también habría tenido una buena razón para estar preocupado. Y si hubiera decidido hacer el viaje por capricho, sin planificación anticipada, sin duda alguna los demás habrían pensado que era imprudente.

No obstante, ninguno de estos factores se dieron en el caso de Lindbergh. Era un piloto y mecánico experimentado que dedicó meses a supervisar en persona la construcción de su avión; participó en la planificación de cada detalle de este vuelo histórico. El resultado final fue un vuelo seguro que terminó antes de lo previsto y con gasolina en el depósito.

En gran medida, el afortunado Lindbergh formó su propia suerte.

Asimismo, los grandes momentos espirituales se basan casi siempre en la preparación anticipada. Moisés creció en la corte del faraón, desconociendo que lo preparaban para el día en que le pediría al faraón que dejara salir a su pueblo de Egipto.

Daniel era un hombre de oración muchos años antes de que el rey firmara el decreto prohibiendo la oración. La violación de la ley llevó a Daniel al foso de los leones, donde se respondieron sus oraciones pidiendo protección.

David pertenecía a la corte del rey Saúl y se casó con su hija; esto fue parte de su preparación para sentarse un día en el trono. Los años que pasó en el desierto lo prepararon en lo espiritual para confiar en Dios, y solo en Dios, de modo que le preservara, protegiera y ayudara a gobernar un imperio. La misma Ester se preparó durante un año antes de ganar el "concurso" de reina.

José el soñador, después de haber sido vendido por sus hermanos, de haber sufrido la traición, el abandono, se convirtió en el ministro del faraón, recibió a sus hermanos en momentos en que Canaán pasaba carestía, y los terminó perdonando y con la siguiente reflexión que solo un hombre lleno del Espíritu de Dios, puede concluir: 

Soy yo su hermano José, a quien ustedes vendieron a los egipcios. Pero no se asusten ni se aflijan por haberme vendido, pues Dios me mandó a Egipto antes que a ustedes para salvarles la vida, un hombre de corazón grande que supo entender los designios de Dios 

Quizá tú no veas con claridad cuál es el propósito de Dios para tu vida, pero puedes confiar en que te está preparando para alcanzarlo. Él no desaprovecha ningún momento de tu vida, sabe sacar del mal muchos bienes, así que haz que cada relación y experiencia cuenten hoy, ¡a sabiendas de que el Señor te está preparando para un futuro mejor! ¿Lo crees?

Autor: P. Dennis Doren LC

domingo, 13 de julio de 2014

Elegir el camino adecuado

Frente a la presión de los eventos y de las modas, solos jamás lograremos encontrar el camino justo, y si lo encontramos, no tendremos la fuerza suficiente


El entusiasmo y el clima de fiesta que ustedes saben crear son contagiosos. El entusiasmo es contagioso: pero ustedes saben ¿de dónde viene esta palabra, entusiasmo? Viene del griego y quiere decir tener algo de Dios dentro o ser dentro de Dios. El entusiasmo, cuando es sano, indica esto: que uno tiene dentro de sí algo de Dios y lo expresa alegremente. Están abiertos - con este entusiasmo - a la esperanza y deseosos de plenitud, deseosos de dar significado a su futuro, a su vida entera, de entrever el camino adecuado para cada uno de ustedes y elegir el camino que les traiga serenidad y realización humana. Pero, el camino adecuado, elegir el camino... ¿Qué cosa significa esto? No estar firme - un joven no puede estar firme - y caminar. Esto indica ir hacia algo, porque uno puede moverse sin ser un caminante: ser errante, que da vueltas, que da vueltas por la vida, y la vida no está hecha para dar vueltas. Está hecha para caminar, y esto es vuestro ¡desafío!Por un lado, están en busca de lo que realmente cuenta, de lo que permanece estable en el tiempo y es definitivo, están en búsqueda de respuestas que iluminen sus mentes y calienten su corazón no sólo por el espacio de una mañana o un corto tramo de camino, sino para siempre. La luz al corazón para siempre, la luz a la mente para siempre, el corazón caliente para siempre, definitivo. 

Por otro lado, sienten un fuerte miedo al fracaso: es verdad, quien camina puede fracasar. El miedo a involucrarse demasiado en las cosas, lo han sentido tantas veces la tentación de dejar siempre abierta una pequeña vía de escape, que por si acaso pueda siempre abrir nuevos escenarios y posibilidades. Yo voy en esta dirección, elijo esta dirección, pero dejo abierto esta puerta: si no me gusta, regreso y me voy. Esta precariedad no hace bien: no hace bien, porque te oscurece la mente y te enfría el corazón.

La sociedad contemporánea y sus modelos culturales predominantes - por ejemplo, la "cultura de lo provisorio" - no ofrecen un clima propicio para la formación de elecciones de vida estables con relaciones sólidas, construidas sobre una roca de amor y de responsabilidad en lugar de la arena de la emoción del momento. La aspiración a la autonomía individual es empujada al punto de poner siempre todo en discusión y de romper con relativa facilidad elecciones importantes y ampliamente ponderadas, recorridos de vida emprendidos libremente con compromiso y dedicación. Esto alimenta superficialidad en la asunción de responsabilidades, porque en lo profundo del alma ellas arriesgan con ser consideradas como algo de lo que uno se puede liberar. Hoy escojo esto, mañana escojo aquello, así como va el viento, así voy yo; o cuando termina mi entusiasmo, mis ganas, inicio otro camino ... y así se hace esto de dar vueltas por la vida, propio como un laberinto, ¿eh? Y el camino no es un laberinto. 

Cuando ustedes se encuentren dando vueltas en un laberinto, que tomo de aquí, tomo de allá, tomo de más allá, deténganse. Busquen el hilo para encontrar el laberinto. Busquen el hilo: no se puede desperdiciar la vida dando vueltas. Aun así, queridos jóvenes, el corazón del ser humano aspira a grandes cosas, a valores importantes, a amistades profundas, a lazos que en las pruebas de la vida se fortalecen en lugar de romperse. El ser humano aspira a amar y ser amado: esta es la aspiración más profunda, nuestra: Amar y ser amado. Esta es la aspiración más profunda. Es esto, en modo definitivo. La cultura de lo provisorio no aumenta nuestra libertad, sino que nos priva de nuestro verdadero destino, de las metas más verdaderas y auténticas. Es una vida en pedazos. Es triste llegar a una cierta edad, mirar el camino que hemos recorrido y descubrir que ha sido hecho en diferentes pedazos, sin unidad, sin algo definitivo: todo provisorio ... ¡No se dejen robar el deseo de construir en su vida cosas sólidas y grandes! Es esto, aquello que te lleva adelante. ¡No se den por contentos con metas pequeñas! Aspiren a la felicidad, tengan la valentía, el coraje de salir de sí mismos, de jugarse en plenitud su futuro junto con Jesús.

Solos no podremos. Frente a la presión de los eventos y de las modas, solos jamás lograremos encontrar el camino justo, y si lo encontramos, no tendremos la fuerza suficiente para perseverar, para afrontar las subidas y los obstáculos imprevistos. Y aquí entra a tallar la invitación del Señor Jesús: "Si quieres... sígueme". Nos invita para acompañarnos en el camino, no para explotarnos, no para hacernos esclavos: para hacernos libres. En esta libertad nos invita para acompañarnos en el camino. Es así. Solamente juntos con Jesús, rezándole y siguiéndolo encontramos claridad de visión y fuerza para ir adelante. Él nos ama definitivamente, nos ha elegido definitivamente, se ha donado definitivamente a cada uno de nosotros. Es nuestro defensor y hermano mayor y será nuestro único juez. ¡Qué bello es poder enfrentar las vicisitudes que se suceden en la existencia en compañía de Jesús, tener con nosotros su Persona y su mensaje! Él no quita autonomía o libertad; al contrario, robusteciendo nuestra fragilidad, nos permite ser verdaderamente libres, libres para hacer el bien, fuertes para continuar haciéndolo, capaces de perdonar y capaces de pedir perdón. Pero, este es Jesús que nos acompaña. ¡Y así es el Señor! 

Una palabra que a mi me gusta repetir, porque nos olvidamos tanto: Dios no se cansa de perdonar. Pero esto es verdad, ¿eh? ¡Esto es verdad! Es tan grande su amor, que está siempre cerca de nosotros. Somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón, pero Èl perdona siempre, todas las veces que le pedimos.Él perdona definitivamente, cancela y olvida nuestro pecado si nos dirigimos a Él con humildad y confianza. Él nos ayuda a no desalentarnos en las dificultades, a no considerarlas insuperables; y entonces, confiándose en Él, echarán nuevamente las redes para una pesca sorprendente y abundante, tendrán coraje y esperanza también en el enfrentar las dificultades que derivan de los efectos de la crisis económica. El coraje y la esperanza son dotes de todos pero en particular caracterizan a los jóvenes: coraje y esperanza. El futuro ciertamente está en las manos de Dios. Él es providente, nos asegura que son las manos de un Padre providente. Esto no significa negar las dificultades y los problemas, sino verlos, éstos si, como provisorios y superables. Las dificultades, las crisis, con la ayuda de Dios y la buena voluntad de todos pueden ser superadas, vencidas, transformadas. 

No quiero terminar sin decir una palabra sobre un problema que les afecta, un problema que ustedes viven en la actualidad: la desocupación. Es triste encontrar jóvenes "no - no"; ¿qué cosa significa este "no - no"? No estudiamos, porque no podemos, no tenemos la posibilidad, no trabajamos. Y este es el desafío que comunitariamente todos nosotros debemos vencer. ¡Debemos salir adelante para vencer este desafío! No podemos quedarnos resignados a perder toda una generación de jóvenes que no tienen la fuerte dignidad del trabajo. El trabajo nos da dignidad, y todos nosotros debemos hacer de todo para que no se pierda una generación de jóvenes. Hay que poner adelante nuestra creatividad, para que los jóvenes sientan la alegría de la dignidad que viene del trabajo. Una generación sin trabajo es una derrota futura para la patria y para la humanidad. Debemos luchar contra esto. Y ayudarnos los unos a los otros, a encontrar un camino de solución, de ayuda, de solidaridad. Los jóvenes son valientes, lo he dicho, los jóvenes tienen esperanza y - tercero - los jóvenes tienen la capacidad de ser solidarios. Y esta palabra solidaridad es una palabra que no le gusta escuchar al mundo de hoy. Algunos piensan que es una grosería: no, no es una grosería. Es una palabra cristiana: ir adelante con el hermano para ayudar a superar los problemas. Valientes, con esperanza y con solidaridad.

Estamos reunidos ante al Santuario de la Virgen Dolorosa, levantado en el lugar donde dos jóvenes de esta tierra, Fabiana y Serafina, en 1888 tuvieron una visión de la Madre de Dios mientras trabajaban en el campo. María es madre, nos socorre siempre: cuando trabajamos y cuando estamos en busca de trabajo, cuando tenemos las ideas claras y cuando estamos confundidos, cuando la oración brota espontánea y cuando el corazón es árido: ella está siempre ahí para ayudarnos. María es la Madre de Dios, madre nuestra y madre de la Iglesia. Tantos hombres y mujeres, jóvenes y ancianos se han dirigido a Ella para decirle gracias y suplicar una gracia. María nos lleva a Jesús, Jesús nos da la paz. Recurramos a Ella confiados en su ayuda, con coraje y esperanza. El Señor bendiga a cada uno de ustedes, en vuestro camino, en vuestro camino de valentía, de esperanza y solidaridad. Gracias.Ahora recemos a la Virgen, todos juntos. Dios te salve María...

Por favor, les pido de rezar por mí: por favor, ¡háganlo! Y no se olviden: ¡caminar en la vida, jamás dar vueltas en la vida!

Autor: Papa Francisco