Madre Dios...
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Hoy celebramos una fiesta que hace referencia al
título más sorprendente que puede tener una criatura humana: Madre Dios... Lo
cual significa que el Salvador del mundo no sólo nació "en" ella,
sino "de" ella. El Hijo formado de sus entrañas es el mismísimo
Hijo Dios, nacido en la carne.
El Evangelio nos narra los acontecimientos de la Navidad, remarcando la
imposición del nombre, dado por el ángel antes de la Concepción: JESÚS (que
significa YHWH [nombre sagrado e inefable de Dios en el A.T.] salva); nombre
puesto por orden divina... misterioso, cargado de significado salvífico [con
todo y por todo lo que significa el "nombre" para los semitas] (ver
a este respecto lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica al explicar
el II mandamiento...).
La invocación de ese nombre trae la salvación (semejante lo que ocurre en la
1a.lectura con el nombre de YHWH, pronunciado una sola vez al año). Nosotros
tenemos el nombre del Señor sobre nosotros: somos cristianos... ¡No lo
digamos con tanta ligereza!
Así, se abre el año con esa fórmula que pide la bendición y el favor de Dios.
Él nunca se la ha negado la humanidad; pero con Cristo esta Bendición es
irrevocable.
Comienza el año civil; y se lo celebra de diversos modos:
· En estas fiestas, se suele hacer mucho ruido
(bailes, fuegos artificiales, pirotecnia,...) mucho ruido ¿Y "pocas
nueces"...?
· Para muchos, las fiestas están cargadas de
melancolía (paso de los años; "los que ya se han ido"; nostalgias;
recuerdos...). Muchos desean "que las fiestas pasen pronto"...
·
Para los pobres (que no son pocos), el dolor de no poder participar de las
alegrías festivas... o de hacerlo con muchas limitaciones.
Pensemos cómo vivimos interiormente las fiestas. Sin interioridad, todo lo
otro es vacío, pura exterioridad e hipocresía: festejamos... nada.
¿Cuál es el motivo para alegramos por las fiestas? El Amor de Dios,
experimentado en estos días como una fuerza que quiere renovarnos
incesantemente. Navidad es el comienzo de una nueva creación (Dios a hecho
con el hombre una Alianza Eterna: Cristo).
Todo comienzo de algo (también el del año civil) debe remitirnos a este
comienzo: al de la Alianza Nueva y Eterna... (la que no pasará jamás, y por
ende radicalmente diversa de lo que no permanece, lo que es pasajero,
transitorio (tiempo; apariencias; exterioridades)... Éste es el fundamento de
nuestra Paz, cuya Jornada mundial cada año celebramos precisamente hoy.
Volvamos a mirar las cosas que nos rodean, pero con esta perspectiva:
pensemos en las cosas que se fueron con el año y los años que pasaron... y
pongámoslas en manos Dios. Pero sepamos que todo lo que hayamos hecho con
amor, y por amor tiene un valor que permanece, y está "eternizado"
en la presencia del Señor.
Todo lo hecho por amor, aunque pequeño, aunque los demás no lo noten, ha sido
tomado en cuenta por Dios, y lo encontraremos renovado en Él.
También las personas que se han ido... Y así, nuestros lazos de amor, lejos
de perderse, serán renovados y glorificados en la Resurrección.
"Nada se pierde, todo se transforma..." también en el orden
espiritual.
Frente al año viejo, y al nuevo, tengamos una mirada de Fe: evaluemos desde
el amor que hemos puesto y hemos de poner para hacer las cosas.
El tiempo pasa, pero el amor permanece; y allí debemos encontrar el motivo de
nuestra alegría: en el amor vivido y en el "por vivir".
"En el atardecer de la vida e juzgará el Amor", nos recuerda San
Juan de la Cruz.
Un nuevo año ha "atardecido"...
Un año más de vida... y un año menos para llegar al cielo.
Un año con sus alegrías... y sus amarguras.
En vista a los acontecimientos de la vida de cada uno de ustedes, quiero hoy
recordarles nuevamente que con todos sus engaños, trampas y sueños rotos,
éste sigue siendo mundo hermoso, que vale la pena vivir como camino al
cielo.
En este valle de lágrimas, la alegría que da el Espíritu Santo es más fuerte
que cualquier pena... Esa alegría profunda, serena, misteriosa, radiante...
(quien la conoce, entiende lo que estoy diciendo... y a quien no la conoce,
le repito con el salmo 33: "prueben y vean qué bueno es el
Señor...").
Pongamos hoy nuevamente nuestra vida en manos de María Santísima. Ella pondrá
el año que termina en manos del Padre Misericordioso, y la en el que comienza
en manos del Hijo Providente... ella que es Soberana de los Ángeles, pero
mucho más aún es nuestra: sangre y dolor de nuestra raza humana.
Amén.
Autor: P Juan Pablo
Esquivel
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
jueves, 1 de enero de 2015
El primer día del año...para María, Madre de Dios
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