Un continuo aprendizaje
Hay caminos que no tienen atajos y
transitar la paciencia es dejar que el tiempo paute y amase nuestras vidas
En la personalidad del Papa Francisco encontramos aspectos muy
interesantes. Uno de ello es la paciencia. Ya en sus años de obispo auxiliar
primero y después de arzobispo de Buenos Aires encontramos un elogio de la
paciencia muy sugestivo.
En sus años juveniles, el “padre
Bergoglio” estaba muy volcado en la acción. “Jugaba a ser Tarzán”, explica a
Sergio Rubin y a Francesca Ambrogetti, los dos periodistas que recogieron sus
conversaciones con el jesuita Bergoglio en el libro aparecido recientemente con
el título de El Papa Francisco. Conversaciones con Jorge
Bergoglio (Ediciones B).Cuentan los periodistas que, en sus diálogos
con el arzobispo bonaerense, éste pronunciaba repetidamente la expresión
“transitar la paciencia”. Le preguntaron qué quería decir con ese concepto, y
tanto por la rapidez con la que respondió, como por el énfasis que puso,
pudieron advertir que habían abordado un punto muy significativo para el futuro
Papa.
“Es un concepto en el que caí en la
cuenta con los años leyendo el libro de un autor italiano con un título muy
sugestivo: Teologia del fallimento, o sea, teología del fracaso,
donde se expone cómo Jesús actuó con paciencia. En la experiencia del límite
–añade-, en el diálogo con el límite, se fragua la paciencia. A veces la vida
nos lleva a no hacer, sino a padecer, soportando, sobrellevando (del
griego hipomoné) nuestras limitaciones y las de los demás.
Transitar la paciencia –explica- es hacerse cargo de lo que madura es el
tiempo. Transitar la paciencia es dejar que el tiempo paute y amase nuestras
vidas”.
A los humanos nos encantan los atajos y nos infunden temor los caminos.
Sobre todo si son largos caminos. Y hay caminos que no tienen atajos.
“-¿Cree que la paciencia exige un aprendizaje?” –le preguntan los
periodistas.
“-Sí -les responde Bergoglio-. Transitar en paciencia supone aceptar que la
vida es eso: un continuo aprendizaje. Cuando uno es joven cree que puede
cambiar el mundo y eso está bien, tiene que ser así, pero luego, cuando busca,
descubre la lógica de la paciencia en la propia vida y en la de los demás.
Transitar en paciencia es asumir el tiempo y dejar que los otros vayan
desplegando su vida. Un buen padre, al igual que una buena madre, es aquel que
va interviniendo en la vida del hijo lo justo como para marcarle pautas de
crecimiento, para ayudarlo, pero que después sabe ser espectador de los fracasos
propios y ajenos”.
El cardenal Bergoglio proponía a sus interlocutores un modelo del padre que
practica la paciencia en el padre de la parábola del hijo pródigo. Lo hacía con
estas palabras: “Me impresiona mucho esta parábola. El hijo pide la herencia,
el padre se la da, hace “lo que se le canta” y vuelve. Dice el Evangelio que el
padre lo ve venir de lejos. De modo que debe de haber estado mirando, desde la
ventana para ver si lo veía venir. O sea que lo esperó pacientemente.”
Por: Mons. Josep Àngel Saiz Meneses |
Fuente: www.agenciasic.com
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