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Si Dios no nos concede eso que pedimos insistentemente es porque desea
darnos algo diferente y mejor.
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Una persona reza por la curación de su hijo. Pasan los días. La enfermedad
avanza. Al final, el desenlace tan temido: muere el hijo. ¿Para qué sirvieron
tantas oraciones?
La lista de ejemplos puede ser enorme. Rezamos para que llueva o para que
haga sol, para que termine la guerra o para encontrar trabajo, para superar
esa pelea por la herencia o para que un gobernante se convierta y busque la
justicia en su pueblo.
Si no sucede eso por lo que rezamos, surge en muchos un sentimiento de
desengaño. No faltan quienes llegan a enfadarse con Dios, o incluso a
chantajearle.
Es entonces cuando hay personas que dejan de rezar, o de ir a misa, o de leer
el Evangelio. Incluso en algunos lugares, la gente suprime la procesión del
santo patrono, como "castigo" porque no se ha logrado este año una
buena cosecha.
Este tipo de reacciones pueden ser señal de un grave error: pensar que Dios
debería someterse a las peticiones humanas. En realidad, Dios es siempre
libre y conoce lo que es mejor para todos, aunque no lo comprendamos muchas
veces.
Por eso no tiene sentido pedirle algo a Dios, si creemos en Él, y luego
"castigarlo" si no concede eso que le habíamos pedido.
La actitud correcta de quien reza desde la fe y la esperanza nos lleva a
reconocer que los planes de Dios no son los nuestros, que no siempre sabemos
pedir con una actitud humilde y confiada, o que en ocasiones pedimos cosas
que no nos convienen.
Necesitamos recordar lo que nos dice la Escritura: Porque no son mis
pensamientos vuestros pensamientos, ni vuestros caminos son mis caminos
-oráculo de Yahveh-. Porque cuanto aventajan los cielos a la tierra, así
aventajan mis caminos a los vuestros y mis pensamientos a los vuestros (Is
55,8 9).
Además, si Dios no nos concede eso que pedimos insistentemente es porque
desea darnos algo diferente y mejor para nosotros. Nos cuesta aceptarlo,
sobre todo cuando rezamos por un ser querido. Pero un día comprenderemos.
Mientras seguimos en el misterioso camino de la vida, tenemos que aprender a
orar con sencillez, confianza y apertura. Sólo entonces nuestra oración será
auténticamente cristiana, porque sabremos que, pase lo que pase, Dios está
siempre a nuestro lado y da en cada momento aquello que más nos conviene.
Autor: P.
Fernando Pascual LC
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"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)
martes, 19 de agosto de 2014
Para no chantajear a Dios
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