"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

domingo, 29 de septiembre de 2013

Pedro Casquero Agundez

Carta que ha sido publicada en el Diario regional Hoy de 29 de Septiembre en su sección Obituario, página 27.

Para adaptarla al tamaño máximo admitido, como podrán comprobar, le ha cortado un par de párrafos, que si aparecen en esta que le reproduzco, al ser el original.



Nacido el diez de octubre de 1.951 en Puebla de Obando, pueblo extremeño, que se sitúa en el ámbito de las Sierras de Loriana y el Vidrio a mitad del camino entre las capitales de Cáceres y Badajoz.

Miembro de una familia integrada por cinco hermanos, a quienes siempre permanece unido y lo que le hace ser un gran hijo y un buen hermano. Desde edad temprana comienzan a resaltar sus virtudes y valores que poco a poco lo fueron curtiendo y hacen de él la gran persona, que los que lo hemos conocido, nos sentimos muy muy orgullosos de él.

En el año 1977 contrae Matrimonio con una gran Mujer, Isabel, quien más tarde fue un ejemplo como Esposa y  Madre, fruto de este matrimonio nacen sus dos hijos Conchi y Manuel, este último era un niño muy especial, por el que se desvivieron y fue todo un ejemplo de padres, como el de su hermana Conchi.

Cabe destacar la figura de la Madre, tranquila, fuerte, alegre y entregada plenamente a su hijo Manuel, demostrando una gran capacidad de trabajo. Dios quiso llevárselo en plena juventud, lo que hoy le hará estar al lado de su Padre.

Hace un año su hija Conchi le hizo abuelo, mayor felicidad imposible, estaba pletórico con su linda Nieta.

Su carrera profesional se desarrolla en el Complejo Hospitalario Infanta Cristina, comenzando en el año 1976,  done destaca de principio a fin, es un trabajador incansable, para el no existía horario, cuantas veces en mis guardias localizadas como Informático, he ido a las cinco o las seis de la mañana y allí estaba Pedro trabajando, así y  desde hace ya muchos años, ocupaba el puesto de Jefe de Servicio de Contabilidad, puesto ganado a base de trabajo y de tesón, y no haber abandonado jamás su formación.

Era un hombre muy muy querido por todos los integrantes del Complejo Hospitalario.

Espero y deseo que el Servicio Extremeño de Salud, aun cuando sea a título póstumo,  sepa premiar y distinguir de alguna manera, su entrega total a esa Institución.

Llevaba también la administración de la Farmacia de la Madre de otro gran Amigo, Javier Blanco, desgraciadamente también fallecido. Las cuatro o cinco personas que integran la plantilla de esa Farmacia, lo han querido siempre y lo tenían como algo muy suyo, muy en especial Leonor la joven Farmacéutica a la que él le tuvo siempre, un cariño muy especial, cierto es, que con todo merecimiento.

Pedro tenia, grandes virtudes y valores, entre lo que solo voy a destacar aquellas que de una manera notoria, a todos nos han llamado la atención.

Su humildad, su bondad y algo que sobresalía por encima de todo, era su gran afán de ayudar a los demás, pero sin aspavientos, de una manera lo más silenciosa posible, eso sí, sin escatimar esfuerzo, por ayudar al que fuera, esto fue siempre digno del mayor elogio.

Pedro siempre tenía una sonrisa para regalar, ante cualquier adversidad, siempre sabia sacarle la parte positiva, su carácter tranquilo, su inmensa bondad, hacían sentirte seguro a su lado.

Ese afán de ayudar, se manifestaba también, cuando alguien tenía algún problema y llevado por esa confianza, que todos tenían en él, se le consultaba y el siempre respondía “tranquilo que todo tiene solución”  sus sabios, tranquilos y acertados consejos, te obligaban a ver las cosas de otra manera.

La muerte repentina,  estando de vacaciones en Marbella, concuerda con su humildad, su sencillez y el querer hacer las cosas en silencio, pues como digo, hasta su muerte ha sido así. ¡¡Qué gran persona se nos ha ido!!  ¡¡Qué gran Esposo!! ¡¡Qué gran Padre!! ¡¡Qué gran Abuelo!! Y para mí, ¡¡Inmejorable amigo!!

Su muerte, nos ha quedado a todos aturdidos, con un inmenso dolor, era tan gran hombre, tan inmejorable persona, que deja tal vacío en nuestros corazones,  imposible de volver a llenar.

Decía yo en una carta que le dirigí, al día siguiente de su muerte: “Si pudiéramos hacer una escalera con todas las personas a las que has ayudado, llegaríamos al Cielo.

Pero a Dios no le hace falta la escalera y ya te tiene a su lado y junto a su hijo Manu, a quien tanto quiso, desde aquí, donde tantísimas veces hemos estado juntos y mirando hacia arriba solo me resta enviarte un gran abrazo de todos los que le hemos conocido y decirte: ¡¡¡Pedro seguiremos siendo amigos!!! “

Manuel Murillo Garcia

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