"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

jueves, 20 de junio de 2013

Modelos de autoestima


Autor: Pablo Cabellos Llorente

El peligro de una autoestima puramente psicológica, no basada en principios rectos, que nada tiene que ver -más bien, es totalmente opuesta- con la realidad de que somos hijos de Dios, realidad donde sólo puede salir con toda seguridad una sana autoestima.

Modelos de autoestima

Aseguran los comunicadores que se llega mejor al lector contando una historia. Esta es reciente y puede servir. Hace muy pocos días coloqué en Facebook un enlace a un vídeo de un sacerdote -muy bueno, por cierto- en el que se mencionaba la palabra autoestima. Un pequeño grupo, más bien un miembro del grupo apoyado por otro me dijo que la autoestima no es cristiana. Se me ocurrió escribir que dependía de lo que se entienda por tal y que ninguna mejor autoestima que la de saberse hijo de Dios. Aquí comenzó la discusión, y fui acusado de infidelidad al Magisterio de la Iglesia.

La postura de este grupo goza de razón y explicación porque el concepto de autoestima se origina con el psicoanálisis y, con frecuencia, tiene otro significado completamente distinto, que también tendría relación con la fe, pero justamente por ser pecaminoso y apartarnos de ella. Pero no puedo estar de acuerdo con que la autoestima va contra el Magisterio. Volviendo a mis internautas, después de señalarles que casi me condenan -nótese el casi-, puse unas frases de Juan Pablo II y Benedicto XVI utilizando la palabra "maldita": autoestima. Borraron los textos, me dijeron que calumniaba y mentía y que necesitaba humildad. En esto último, al menos, seguro que acertaron.

Y es que es muy difícil erigirse en intérprete del Magisterio, y manejarlo de modo personal. Ya sé que eso lo hace frecuentemente la teología, pero verdaderamente el único intérprete auténtico del Magisterio es el propio Magisterio. Siendo breve: el depósito de la Fe -expresión inspirada de San Pablo- se contiene en la Sagrada Escritura y en la Tradición. La estructura de la Biblia es la del texto escrito y, por tanto, definitivo. La estructura de la Tradición es la de una realidad viva. Por eso pertenece a su esencia que crezca y se desarrolle, pero no en el sentido de que añada novedades al depósito originario, sino porque se puede profundizar en él con la luz del Espíritu Santo. Ese depósito ha sido recibido por la totalidad del Pueblo de Dios, pero con la seguridad de que Pedro, los Apóstoles y sus sucesores fueran los únicos constituidos en sujetos de ese Magisterio (cfr. Lumen Gentium, 21, 24 y 25; Dei Verbum, 7 y 10). Visto así, aunque el Magisterio no se haya pronunciado expresamente, el concepto de autoestima originario no sería admisible.

Pero siempre, aunque todos los cristianos tenemos el deber de evangelizar, la autenticidad es una característica fundamental y exclusiva del Magisterio eclesiástico, que enseña con la misma autoridad que Cristo. Esta es la razón por la que decía antes que es muy difícil interpretar el Magisterio, porque toda interpretación termina en él. Sí caben opiniones en aquellos temas que la Iglesia ha dejado a la libre disquisición de los hombres o incluso, expresar algo así como: yo pienso que el Magisterio aquí quiere decir esto. Y nada más. Esta es la razón por la que no estoy de acuerdo con la afirmación general de que la autoestima está contra el Magisterio. Es más, si se trata de la autoestima ensoberbecida también tiene que ver con la enseñanza de la Iglesia, como dije antes: efectivamente, la soberbia es un pecado, a veces tan grave que, como me dijeron mis amigos de Facebook, en un corazón soberbio no está Dios. 

Ahí reside el peligro de una autoestima puramente psicológica, no basada en principios rectos, que nada tiene que ver -más bien, es totalmente opuesta- con la realidad de que somos hijos de Dios, realidad donde sólo puede salir con toda seguridad una sana autoestima. Ya que se emplea bastante, quizá sea un concepto a rescatar, pero sin ingenuidad.

Cabe recordar que la ausencia de Magisterio ha sido una buena causa de la fragmentación terrible de las confesiones derivadas de la reforma luterana. El principio de la sola Escritura, les ha conducido a quedarse sin depósito, sin sucesión apostólica, sin sacramentos, aunque les queda el Bautismo, por el que el cristiano se incorpora a Cristo, razón por la que el ecumenismo ha de ser una pasión de la Iglesia. Pero no dejó de afirmar el último concilio que la única Iglesia de Jesucristo "subsiste en la Iglesia Católica". No dijo "es", sino "subsiste", para dar espacio eclesial a otras realidades cristianas, que no tienen la plenitud de la Iglesia fundada por Cristo, pero sí una parte.

No intento una cerrada defensa del concepto de autoestima, entre otras razones porque la palabra tiene sus riesgos, sino del aprecio al Magisterio. Algo parecido sucede con la palabra valores. Lo que para unos es un valor, para otros es exactamente lo contrario. Un ejemplo: para algunos es un valor que la mujer tenga el derecho a abortar, lo que evidentemente es un desvalor para un cristiano.

Para ir finalizando, voy a transcribir alguna de las frases de los papas citados en las que emplean -en un contexto positivo- la palabra autoestima: Juan Pablo II en diciembre de 1998 a los obispos de Nueva Guinea (por cierto, también utiliza la palabra valores): La situación refleja cierta crisis de las expresiones tradicionales de vuestra cultura, con la consiguiente debilitación de las estructuras e instituciones que han dado a las sociedades tradicionales su estabilidad y han transmitido los valores que las forjaron. La principal es la familia, que recientemente ha sido sometida a una gran presión, y que constituye siempre el núcleo donde se manifiestan los primeros síntomas de malestar social. Existe también un elevado índice de desempleo, que genera frustración e irritación en los jóvenes, haciéndoles perder la autoestima y la esperanza en el futuro.

En octubre de 1998, el mismo Papa decía refiriéndose a las personas ancianas: "Es preciso elaborar estrategias asistenciales que consideren en primer lugar la dignidad de las personas ancianas y les ayuden, en la medida de lo posible, a conservar un sentido de autoestima, para que no les suceda que, sintiéndose un peso inútil, lleguen a desear y pedir la muerte." En un documento más solemne (Carta a los Católicos de Irlanda de marzo de 2010), escribía Benedicto XVI: "Os habéis sentido profundamente conmocionados al conocer los hechos terribles que sucedían (pederastia) en el que debía haber sido el entorno más seguro de todos. En el mundo de hoy no es fácil construir un hogar y educar a los hijos. Se merecen crecer en un ambiente seguro, con cariño y amor, con un fuerte sentido de su identidad y su valor. Tienen derecho a ser educados en los auténticos valores morales, enraizados en la dignidad de la persona humana, a inspirarse en la verdad de nuestra fe católica y a aprender modos de comportamiento y acción que los lleven a una sana autoestima y a la felicidad duradera." Nótese que escribe sana autoestima.

Finalmente, en su Exhortación Apostólica Africae Munus, de diciembre de 2011, decía el mismo Benedicto XVI: 

En mi viaje a África, insistí en que «hay que reconocer, afirmar y defender la misma dignidad del hombre y la mujer: ambos son personas, diferentes de cualquier otro ser viviente del mundo que les rodea». El cambio de mentalidad en este campo es desgraciadamente demasiado lento. La Iglesia tiene la obligación de contribuir a este reconocimiento y liberación de la mujer, siguiendo el ejemplo de Cristo (cf. Mt 15,21-28; Lc 7,36-50; 8,1-3; 10,38-42; Jn 4,7-42). Crear para ella un ámbito en el que pueda tomar la palabra y desarrollar sus talentos mediante iniciativas que refuercen su valía, su autoestima y su especificidad, les permitirá ocupar en la sociedad un puesto igual al del hombre –sin confundir ni uniformar la especificidad de cada uno–, pues ambos son «imagen» del Creador (cf. Gn 1,27). 

Con todo, hay que saber exactamente qué se dice cuando se emplea la tan citada palabra, porque si encierra la soberbia de la autosuficiencia, la no necesidad de Dios, si lo entiende así un cristiano, estaría en el peligro de pelagianismo al que se ha referido estos días el Papa Francisco, que es una falsa doctrina que cuenta con las fuerzas humanas sin valorar la ayuda de la gracia, imprescindible para la vida cristiana.

2 comentarios:

  1. Hola. D. Manuel. ¡Claro que es un sentimiento cristiano la autoestima!...si nos nos estimamos despreciamos la obra que somos de Dios. Otra cosa es que no sepamos colocar nuestro amor a nosotros mismos por debajo del amor a Dios, por ejemplo. Eso sería soberbia...y también hay que colocarlo debajo del amor a nuestros hijos, por ej. En fin...yo también estoy en facebook. Me hubiera gustado leer todo eso que le decían.Mi cordial saludo.

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  2. Sra. Qintana:
    Lo primero agradecer la amabilidad de dejar un comentario, tras ello
    decirle que me parece acertamiento su comentario.
    Le reitero mi agradecimiento.
    Muy atentamente.
    Manuel Murillo

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