"La buena conciencia es la mejor almohada para dormir." (Socrates)

domingo, 30 de junio de 2013

¿Cómo son "nuestros amigos"?

Agradezcamos a Dios el tesoro de la amistad, y pensemos en Jesús, el Mejor Amigo, que nos enseñe a ser como Él.


Por ahí suelen decir que "La familia nos la da Dios y los amigos los elegimos nosotros" Esa elección de personas para darles nuestro afecto y nuestra confianza son muy importantes en nuestra vida. No es fácil tener un amigo o una amiga en quién podamos confiar plenamente pero cuando gozamos de ese privilegio, bien podemos decir que poseemos unos de los más grandes y preciados tesoros. Por la clase de amigos que tenemos se nos puede clasificar sin lugar a equivocación, el refrán dice: "Dime con quién andas y te diré quién eres"

Pero no son lo mismo "nuestros amigos", que se suelen contar en número muy reducido, que nuestras amistades. Estas pueden ser muchas y muy variadas. Son personas que apreciamos sinceramente, pero a veces no van muy acorde con nuestra personalidad. Y ciertamente esas personas nunca pueden llegar a la intimidad de nuestro "yo", pero están en nuestro entorno y convivimos con ellas con gusto y con cariño. 

Entre estas amistades se dan aquellas que siempre están dispuestas a "ganarnos" , y es curioso porque les gusta ganarnos especialmente en cuanto dolor o sucedido desagradable que les podamos platicar:

·  si es un dolor de cabeza... ¡ah no, dolor de cabeza como el de ellas no existe! ;
·  si nos hemos roto un pie... ellas los dos y además la cadera
·  si nos caímos y rodamos dos o tres escaleras... ellas cinco
·  si tenemos gripa... ¡gripa la de ellas y con tos!
·  si el dentista nos está arreglando una muela... a ellas le han tenido que sacar las cuatro del juicio
·  si en la conversación les contamos algo que nos sucedió, siempre a ellas les pasó lo mismo ¡pero mucho peor, mucho más terrible

En fin, jamás les "ganaremos" y al final nos callamos con la impresión de que lo nuestro era "tan poca cosa"... que ni valía la pena de haberlo contado. 

Otra variante de estas amistades es la que nos dejan el alma helada, como si toda la nieve del más crudo invierno nos cubriera sin piedad. Son aquellas que nos llegan con la información más negativa y desesperanzadora jamás sospechada: "el país va a la ruina, este año es el peor para la agricultura, el pescado, todo el pescado está contaminado, la carne, ya no se puede comer carne ¡a las vacas le dan clembuterol para que estén más gordas, el agua no se puede beber, los médicos, los ingenieros, los abogados, etcétera , son unos interesados, la Iglesia y sus ministros se hunden, el año y el fin del mundo..." Es inútil decirle a esas personas que la vida tiene cosas muy hermosas, que el país puede salir adelante, que hay seres humanos muy buenos, que hay que tener fe...Te mirarán con cara de conmiseración y luego al oído te dirán como en secreto: "no seas inocente, yo se de muy buena fuente que..." y otro jarro de agua fría y se irán con sus agoreras predicciones a otra parte y nosotros nos quedamos como si un huracán hubiese acabado con todas las flores de nuestro jardín...

Hay una gama infinita de estas formas de ser. Las hay que fabulan, mienten y se lo creen. Otras son de las que nada ni nadie es capaz de escapar de su crítica, para estas, no hay otros tema de conversación. Padre, madre, hermanos, la suegra, la cuñada, amigas, el vecino, (si es mujer casada, no digamos el pobre marido) nadie se salva. Critican y critican a destajo. El jefe, los compañeros de trabajo, la empresa, nada es de su gusto... el que cae en sus garras sale hecho "trizas". El ingenio se les agudiza, la lengua no para y si no encuentran eco en nosotros, pronto la conversación termina. 

La mayor de mis hijas me decía un día que hay amigas que son como el te de manzanilla y que hay otras que son como la salsa picante. Y es cierto. Todos conocemos a esas personas que al hablar con ellas son como brisa fresca, como un dulce remanso, como cálido y bonito sol de una tarde de primavera que por muchas cosas amargas o impaciencias desbordadas que les contemos, siempre ponen en nuestra alma la tranquilidad, el buen juicio, la ternura de sus palabras o consejos y nos van dejando la paz y el bienestar que deseábamos encontrar : Ellas son, como el te de manzanilla. 

Y hay otras que son algo así como un gran plato de comida irritante o picosa, tomado a la hora de cenar que nos quita el sueño, nos desazona, nos indigesta y nos quita, casi, casi, la alegría de vivir y es que sus miles de tribulaciones, sus vidas conflictivas, sus traumas, sus enojos, sus problemas de ellas contra el mundo, sus dificultades y aprietos contados todos en tropel, casi sin respirar, nos dejan exhaustos e incapaces de decir una palabra que pueda llevar un paliativo a tanta desgracia o infortunio. Por otro lado sabemos que nada ni nadie podrá aligerar ese cúmulo de sucesos en alguien que no está dispuesto a dejar es actitud de agobio y desdicha.

Quizá en mi caso pueda pertenecer a uno de esos grupos o lo más probable es que tenga de todos un poco, pero de todas maneras a las amistades hay que quererlas como son y las necesitamos, porque ponen la sal y la pimienta en nuestras vidas, porque son un tesoro que Dios ha puesto a nuestro lado para que nos ayudemos a ser mejores y estar cerca de Él. Y por nuestro lado haremos un esfuerzo para parecernos más a un te de manzanilla ... a ser benevolente (desear el bien del otro) a ser compasivo con el sufrimiento, a regalar mi tiempo, mi compañía, mis fuerzas....

Agradezcamos a Dios el tesoro de la amistad, y pensemos en Jesús, el Mejor Amigo, que nos ayude a serlo y recordemos este día lo que nos ha dicho:

"Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos" (Jn 15,13).


Autor: María Esther de Ariño.

sábado, 29 de junio de 2013

Entrevista a San Pedro y San Pablo


¿Qué nos platicarían estos grandes apóstoles? ¡Cuántas cosas nos enseñarían! Sus palabras son actuales, solo tenemos que leerlas en las Sagradas Escrituras. 



Entrevista a San Pedro en el cielo
Vamos a hacer una entrevista a aquel pescador de Galilea llamado Simón Pedro:


Pregunta: ¿Qué sentiste al negar a Cristo?



Respuesta: Fue el día más triste de mi vida; no se lo deseo a nadie. Yo era muy duro para llorar, pero ese día lloré a mares; no lo suficiente, porque toda la vida lloré esa falta. Sin embargo, por haber negado al Señor un día, lo amé muchísimo más que si nunca lo hubiera hecho. Esas negaciones fueron un hierro candente que me traspasó el corazón.



Pregunta: ¿Prefieres el nombre de Pedro al de Simón?



Respuesta: Sí, porque el nombre de Simón me lo pusieron mis padres; el de Pedro, Cristo. Además, es un nombre que encierra un gran significado. Por un lado me hace feliz que Él me haya hecho piedra de su Iglesia; por otro lado, me produce gran confusión, porque yo no era roca, sino polvo vil. Cristo ya no me llama Simón, Él prefiere llamarme roca; y en el cielo todos me llaman Pedro. 
Mi antiguo nombre ya se me olvidó. Cuando pienso en mi nuevo nombre, cuando me llaman Pedro, inmediatamente pienso en la Iglesia. Me llaman así con un sentido muy particular los demás vicarios de Cristo que me han seguido, y yo siento ganas de llamarles con el mismo nombre, porque todos somos piedra de la misma cantera, todos sostenemos a la Iglesia.



Pregunta: ¿Por qué dijiste al Señor aquellas palabras: «Señor, a quién iremos, si Tú tienes palabras de vida eterna»?



Respuesta: Me salieron del corazón. La situación era apurada, y había que hacer algo por el Maestro; veía a mis compañeros indecisos, y sentí la obligación de salvar la situación y confiar; por eso dije en plural: «¿A quien iremos Señor? Tú tienes palabras de vida eterna». Yo mismo no comprendía en ese tiempo muchas cosas del Maestro. Ni pienses que entendía la Eucaristía, pero dejé hablar al corazón, y el corazón me habló con la verdad. 
Yo amaba apasionadamente al Maestro y aproveché aquel momento supremo para decir bien claro y bien fuerte: «Yo me quedo contigo». Y, de lo que entonces dije, nunca me arrepentí.



Pregunta: ¿Qué sentiste cuando Cristo Resucitado se te apareció?



Respuesta: Es difícil, muy difícil de expresar, pero lo intentaré. Por un segundo creí ver un fantasma, luego sentí tal alegría que quise abrazarlo con todas mis fuerzas. «¡Es Él!» pensé, pero luego sentí cómo se me helaba la sangre, y quedé petrificado sin atreverme a mover. Él fue quien me abrazó con tal ternura, con tal fuerza... Y oí muy claras sus palabras: «Para mí sigues siendo el mismo Pedro de siempre».



Pregunta: ¿Qué consejo nos das a los que seguimos en este mundo?



Respuesta: Puedo decirles que mi actual sucesor, Benedicto XVI, es de los mejores. Háganle caso y les irá mejor.



Pedro es el típico hombre, humilde de nacimiento, que se hizo grande al contacto con Cristo. El típico hombre, pecador como todos, pero que, arrepentido de su pecado, logró una santidad excelsa.




Entrevista en el cielo a San Pablo



Quisiéramos hoy hacerle algunas preguntas al fariseo Pablo de Tarso.



Pregunta: ¿Qué sentiste en el camino hacia Damasco, caído en el suelo, tirado en el polvo?



Respuesta: Yacía por tierra, convertido en polvo, todo mi pasado. Mis antiguas certezas, la intocable ley mosaica, mi alma de fariseo rabioso, toda mi vida anterior estaba enterrada en el polvo. 



Fue cuestión de segundos. Del polvo emergía poco a poco un hombre nuevo. Los métodos fueron violentos, tajantes, «es duro dar coces contra el aguijón», pero sólo así podía aprender la dura lección. 



En el camino hacia Damasco me encontré con el Maestro un día que nunca olvidaré.



Aquella voz y aquel Cristo de Damasco se me clavaron como espada en el corazón. Cristo entró a saco en mi castillo rompiendo puertas, ventanas; una experiencia terrible; pero considero aquel día como el más grande de mi vida.




Pregunta: ¿Sigues diciendo que todo lo que se sufre en este mundo es juego de niños, comparado con el cielo?



Respuesta: Lo dije y lo digo. Durante mi vida terrena contemplé el cielo por un rato; ahora estaré en él eternamente. El precio que pagué fue muy pequeño. El cielo no tiene precio. ¡Qué pena da ver a tantos hombres y mujeres aferrados a las cosas de la tierra, olvidándose de la eternidad! 



Vale la pena sufrir sin fin y sin pausa para conquistar el cielo. El Cristo de Damasco será mío para siempre; llegando aquí lo primero que le he dicho al Señor ha sido: «Gracias Señor, por tirarme del caballo»; pues Él me pidió disculpas por la manera demasiado fuerte de hacerlo.



Pregunta: ¿Qué querías decir con aquellas palabras: "¿Quién me arrancará del amor a Cristo?"



Respuesta: Lo que las palabras significan: que estaba seguro de que nada ni nadie jamás me separaría de Él, y así fue. Y, si en la tierra pude decir con certeza estas palabras, en el cielo las puedo decir con mayor certeza todavía. 
El cielo consiste en: "Cristo es mío, yo soy de Cristo por toda la eternidad" ¿Sabes lo que se siete, cuando Él me dice: «Pablo, amigo mío?».



Pregunta: Un día dijiste aquellas palabras: "Sé en quién he creído y estoy tranquilo". Explícanos el sentido.



Respuesta: Cuando llegué a conocerlo, no pude menos de seguirlo, de quererlo, de pasarme a sus filas; porque nadie como Él de justo, de santo, de verdadero.
Supe desde el principio que no encontraría otro como Él, que nadie me amaría tanto como aquél que se entregó a la muerte y a la cruz por mí.



Pregunta: ¿Un consejo desde el cielo para los de la tierra?



Respuesta: Uno sólo, y se los doy con toda la fuerza: "Déjense atrapar por el mismo Señor que a mi me derribó en Damasco".



Si todos los enemigos del cristianismo fueran sinceros como Pablo de Tarso, un día u otro, la caída de un caballo, una experiencia fuerte o una caricia de Dios les haría exclamar como él: «Señor, ¿qué quieres que haga?».

Autor: P Mariano de Blas LC,

Nota del Blog: Este articulo quiero dedicárselo de una manera muy especial, a mi gran y muy estimado amigo, Pablo Cabellos Llorente. ¡¡FELICIDADES, PBLO!!

viernes, 28 de junio de 2013

En medio de la enfermedad

He pasado una semana enfermo, débil, sin ánimo para hacer cosas. Curiosamente, no he dejado de sentir la presencia amorosa de Dios. 


He pasado una semana enfermo, débil, sin ánimo para hacer cosas. Curiosamente, no he dejado de sentir la presencia amorosa de Dios. 

Tus fuerzas te abandonan y tú te abandonas ante su presencia soberana. Entonces surge Dios y dice: "No temas, Yo estoy contigo". Y todo cambia. Comprendes que hay un sentido para todo, incluso tu enfermedad.

Por momentos, acostado, me trasladaba con mi mente a una capilla donde esta expuesto Jesús Sacramentado. Me detengo frente a Jesús y lo miro. Y le digo que lo quiero. "Eres mi mejor amigo, Señor". No hacemos más que eso. Pero me siento tan feliz de poder entregarle estos pequeños gestos de amor.

Comprendo lo frágiles que somos los humanos y la grandeza de nuestro espíritu.

Anoche, ocurrió algo significativo. Me dormí profundamente y dormido, en sueños, me puse a rezar. Entonces escuché la voz paternal de Dios que se preguntaba:
"¿Qué haré contigo?"
Yo, intuitivamente respondí:
"Devolverme la salud".
De pronto surgió una pregunta que me estremeció:
"¿Y qué hiciste con la salud que te di?"

Me vi entonces en un tranque vehicular gritándole al conductor de al lado... luego, molesto con una cajera que no me atendió a tiempo. Surgieron así, en cuestión de segundos, cientos de situaciones similares de las que me avergoncé.

Sin dejar de amarme, Dios preguntó:
"¿Amaste?"
"Muy poco Señor", reconocí, "creo que fui egoísta con el tiempo que me diste".
"Está bien reconocerlo", dijo con ternura... "Tendrás otra oportunidad. Ama y haz todo el bien que puedas".

Entonces desperté. 

Algo pasó en ese sueño, que me llenó de esperanza. 

La gripe está cediendo y pronto volveré a salir. Pero esta vez seré diferente. Trataré de ver al prójimo como a mi hermano, y estaré más cerca de Dios: amando, ayudando al que pueda.


Autor: Caludio de Castro.

jueves, 27 de junio de 2013

El Gran Camarógrafo

Si, Jesús es nuestro Único Camarógrafo. No nos debemos preocupar ni afanar por lo que el mundo piense, pida o diga de nosotros. 


Me dijo alguien alguna vez que para comprender a una persona, había que descubrir "para quien es que está filmando". La teoría de este hombre es que todos tenemos alguien que realmente nos importa, y que esa persona es como "un camarógrafo interior" que nos está capturando con su cámara todo el tiempo. Decía este hombre que si descubríamos cual era esa "cámara", comprendíamos cual es el motor interior de ese individuo, lo que nos daría la capacidad de comprender su comportamiento, sus orientaciones y motivaciones personales.

Una teoría bastante peculiar, sin dudas. Pero con los años comprendí que algo de razón tiene, ya que es evidente que no nos interesa la imagen que proyectamos ante todo el mundo por igual. 

Muchas personas se desesperan ante la imagen que de ellos tiene su jefe en el mundo laboral, a tal extremo que terminan haciendo una marioneta de si mismos. Nuestro superior jerárquico representa una cámara muy típica de la sociedad moderna, porque en esa "toma" tan particular de nuestra película se concentra muchas veces nuestra carrera profesional, así como el salario y la estabilidad laboral. 

Para muchos otros, el camarógrafo es su padre, o su madre, quizás ya fallecidos desde hace años. Quieren progresar y acumular méritos mundanos, con el anhelo manifestado en aquella frase: ¡si me vieran mis padres! Para otras personas es la esposa o el esposo la fuente de atención. El deseo de poder demostrar éxito laboral, o inteligencia, o méritos sociales, constituye muchas veces el motivador de los comportamientos. 

Sin embargo, algunas personas están tan llenas de vanidad que literalmente filman para todo el mundo, es decir que quieren lucir exitosas, inteligentes, bellas y socialmente aptas ante todo el que las rodea. Evidentemente que se transforman así en individuos vacíos de contenido, superficiales, sin profundidad ni capacidad de representar a un ser auténtico y fiel a una esencia sostenible en el tiempo. O sea, son personas "de plástico".

La importancia de saber para quien es que filmamos radica en comprender donde están puestos nuestros más profundos anhelos y motivaciones, donde está ubicado nuestro motor interior. El problema es que las más de las veces, ese motor está simplemente puesto en una ubicación errónea. Una definición amplia de lo que es la verdadera sabiduría debería llevarnos a comprender que nuestro único y verdadero camarógrafo interior, es Dios. ¿Acaso no es El quien nos contempla todo el tiempo con la lente del Amor?

Jesús, nuestro Gran Camarógrafo, nos observa con una atención imposible de comprender por nosotros. Su Mirada es permanente, y personal. El nos estudia con ojos de Hermano, expectante de cada paso, cada bocanada de aire que infla nuestros pulmones, cada latir de nuestro corazón. El se entristece cuando encendemos un cigarrillo, se preocupa cuando comemos algo que nos puede hacer mal, se llena de amargura cuando decimos palabras que hieren. Y en particular, se llena de dolor cuando lo olvidamos y actuamos para otros camarógrafos, envaneciéndonos como pavos reales, o tratando de impresionar al "mundo", imitando las propuestas que desde allí nos bombardean a diario.

En nadie debemos poner nuestra confianza, porque no hay hombre ni mujer que pueda dejar de fallarnos en algún momento. Sólo en Dios debemos apoyarnos, porque El es nuestra única fuente de confianza. Es cierto que algunas personas representan en nuestra vida una ayuda importante para comprender y llegar a Dios, pero no es en ellas en quien debemos poner nuestra ultima confianza, sino en quien ellas representan, que es nuestro Buen Jesús.

Pensemos en los santos que colman los altares de la Iglesia, ¿en quien pusieron ellos su confianza, sino en Dios? ¿Ante la mirada de quien actuaron ellos sus vidas, sino en la del Rey del Universo? ¿Quién fue su fuente de fortaleza en la adversidad, consuelo en el dolor, riqueza en la pobreza, alegría en la redención? Los santos pudieron amar, porque se liberaron de la preocupación del "que dirán". No se desesperaron por lo que la gente pensara de ellos, sino que dedicaron su vida a amar a las personas como testimonio del infinito amor de Dios. Ellos son testigos del Amor de Dios, y es ese el mayor mérito que acumularon en sus almas.

Las cámaras del mundo nos invitan a lucir exitosos, adinerados, inteligentes, poderosos, seductores, independientes. Mientras tanto, nuestro Jesús nos pide humildad, pequeñez, paciencia, fe y esperanza en el amor. Si, Jesús es nuestro Único Camarógrafo. No nos debemos preocupar ni afanar por lo que el mundo piense, pida o diga de nosotros, porque sólo Dios cuenta. Y si algo del mundo nos atrae o produce alegría, debe ser porque en ello, Dios se alegra también.


Autor: Óscar Schmidt.

miércoles, 26 de junio de 2013

El arte de amar a los enemigos

¿Cómo es posible perdonar?: También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes. 


(Fragmento Homilía Papa Francisco de la misa celebrada el martes 18 de junio, por la mañana, en la capilla de la Domus Sanctae Marthae.)


Amar a nuestros enemigos, a quienes nos persiguen y nos hacen sufrir es difícil; ni siquiera es un "buen negocio", porque nos empobrece. Sin embargo este es el camino indicado y recorrido por Jesús para nuestra salvación. 

¿Cómo es posible perdonar?: También nosotros, todos nosotros, tenemos enemigos, todos. Algunos enemigos débiles, algunos fuertes. También nosotros muchas veces nos convertimos en enemigos de otros; no les queremos. Jesús nos dice que debemos amar a los enemigos.

No se trata de una tarea fácil y generalmente, pensamos que Jesús nos pide demasiado. Pensamos: "Dejemos estas cosas a las monjas de clausura que son santas o a alguna otra alma santa". No es la actitud justa. «Jesús dice que se debe hacer esto porque sino sois como los publicanos, como los paganos, y no sois cristianos».

¿Cómo se puede amar «a quienes toman la decisión de bombardear o matar a tantas personas? ¿Cómo se puede amar a aquellos que por amor al dinero no permiten que las medicinas lleguen a quien la necesita, a los ancianos, y les dejan morir?». Aún más: «¿Cómo se puede amar a las personas que buscan sólo su interés, su poder y hacen tanto mal?».

No sé «cómo se puede hacer. Pero Jesús nos dice dos cosas: primero, mirar al Padre. Nuestro Padre es Dios: hace salir el sol sobre malos y buenos; hace llover sobre justos e injustos. Nuestro Padre, por la mañana, no dice al sol: "Hoy ilumina a estos y a estos; a estos no, déjales en sombra". Dice: "Ilumina a todos". Su amor es para todos, su amor es un don para todos, buenos y malos. Y Jesús concluye con este consejo: "Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial".

Por lo tanto, la indicación de Jesús consiste en imitar al Padre en la perfección del amor. Él perdona a sus enemigos. Hace todo por perdonarles. Pensemos en la ternura con la que Jesús recibe a Judas en el huerto de los Olivos, cuando entre los discípulos se pensaba en la venganza.

La venganza, es ese plato tan rico cuando se come frío; y por ello esperamos el momento preciso para realizarla. «Pero esto no es cristiano. Jesús nos pide amar a los enemigos. ¿Cómo se puede hacer? Jesús nos dice: rezad, rezad por vuestros enemigos. La oración hace milagros; y esto vale no sólo cuando tenemos enemigos; sino también cuando percibimos alguna antipatía, «alguna pequeña enemistad». Entonces es necesario rezar, porque «es como si el Señor viniera con el óleo y preparara nuestro corazón para la paz».

Pero «ahora desearía dejaros una pregunta, a la cual cada uno puede responder en su corazón: ¿rezo por mis enemigos? ¿Rezo por quienes no me quieren? Si decimos que sí, yo os digo: ¡adelante!, reza más, porque éste es un buen camino. Si la respuesta es no, el Señor dice: ¡pobrecillo! También tú eres enemigo de los demás. Entonces es necesario rezar para que el Señor cambie su corazón».

Debemos mirar más el ejemplo de Jesús: «Conocéis, en efecto, la gracia de la que habla hoy el apóstol Pablo: de rico que era, se hizo pobre por vosotros, para que vosotros llegarais a ser ricos por medio de su pobreza. Es verdad: el amor a los enemigos nos empobrece, nos hace pobres, como Jesús, quien, cuando vino, se abajó hasta hacerse pobre. Tal vez no es un "buen negocio" o al menos no lo es según la lógica del mundo. Sin embargo «es el camino que recorrió Dios, el camino que recorrió Jesús» hasta conquistarnos la gracia que nos ha hecho ricos.

Este es el misterio de la salvación: con el perdón, con el amor hacia el enemigo nos hacemos más pobres. Pero esa pobreza es semilla fecunda para los demás, como la pobreza de Jesús llegó a ser gracia y salvación para todos nosotros. 

Pensemos en nuestros enemigos, en quien no nos quiere. Sería hermoso si ofreciéramos la misa por ellos, si ofreciéramos el sacrificio de Jesús por quienes no nos aman. Y también por nosotros, para que el Señor nos enseñe esta sabiduría: tan difícil pero también tan bella, y que nos hace semejantes a su Hijo, quien al abajarse se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza.


Autor: SS Francisco.

martes, 25 de junio de 2013

El orgullo de estar bautizados

El Espíritu Santo desciende sobre el alma del bautizado y la engalana con todos sus dones y queda en ella.
Hay dos acontecimientos extraordinarios en la vida del hombre.

El acontecimiento natural de nacer y el sobrenatural de hacernos hijos de Dios y pertenecer al Cuerpo Místico de Cristo y a la Iglesia Católica por el Bautismo. Todos los seres humanos somos hijos de Dios y por todos Cristo murió en la Cruz, pero el estar dentro de la Iglesia Católica es un verdadero tesoro. Los católicos debemos estar muy orgullosos de ser bautizados.

Fue el primer Sacramento que instituyó Jesucristo

Jesús fue bautizado por San Juan.

Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que venía de los cielos decía: "Este es mi Hijo amado, en quién me complazco" (Mt 3,16-17). Y Juan el apóstol (Jn 3,22-30) nos dice: "Jesús fue con sus discípulos a Judea y permaneció allí con ellos, bautizando" y esto fue también lo que les encomendó a sus apóstoles que hicieran."

El Bautismo es el Sacramento que nos inicia en la vida de la gracia. El Espíritu Santo desciende sobre el alma del bautizado y la engalana con todos sus dones y queda en ella, para siempre, una señal indeleble. Es por ello que estar bautizados nos confiere una Gracia muy especial.
Por eso no nos cansaremos de repetir que los católicos debemos de estar profundamente orgullosos de haber sido bautizados. Es un deber documentarnos bien sobre este Sacramento.

Generalmente somos bautizados siendo muy pequeños, casi recién nacidos. Los padres y padrinos, en nuestro nombre, dado que nosotros no lo podemos hacer, renuncian a Satanás y a todo aquello que nos impida estar en Gracia de Dios y a ser fieles a nuestra Fe. Esas promesas que hacen sustituyéndonos, serán reafirmadas y renovadas por nosotros -en plena conciencia-, en el Sacramento de la Confirmación y no se deben romper ni olvidar jamás. 

Así como sentimos un legítimo orgullo al decir que somos hijos de nuestros padres y nos sentimos orgullosos de nuestra Patria y llevamos con arrogancia los apellidos de nuestros mayores, pues aún más el de ser hijos de Dios y pertenecer a la Iglesia católica.

Cristo quiso darnos el ejemplo y fue bautizado por San Juan ¿qué falta le hacía a Él si era el mismo Dios? Pero sí como hombre, y quiso entrar por la perfecta puerta que lleva al cielo.
Qué hermoso sería que al final de nuestra vida, en el último suspiro de la separación de nuestra alma y nuestro cuerpo, en la hora de la muerte, podamos oír la voz del Padre que nos llama: "amados hijos". 

Por todo esto, los padres deben reflexionar y desear y preocuparse por bautizar al niño o niña cuanto antes, no tiene sentido el esperar con el afán de hacer un gran festejo...es un Sacramento de una importancia enorme y profunda, debe hacerse con sencillez y mucha alegría.
Ojalá que las familias católicas no pospongamos ese acto transcendental y maravilloso de convertir a nuestros hijos en hijos de Dios enseguida de que nazcan. Preparemos nuestra mente y nuestro corazón para saber y conocer a fondo que es, el Sacramento del Bautismo y cuántas Gracias recibirá nuestro hijo o hija.

Demos un verdadero testimonio de fe de amor a ellos, y de verdaderos creyentes llevando con presteza e ilusión a bautizar a nuestros niños y preparemos una reunión familiar con sencillez y alegría olvidándonos de hacer un gran "fiestón"... y después de este importante acto seamos congruentes con los que hicimos y prometimos.

Enseñemos a nuestros hijos, desde chiquitines, a amar a Dios, formarlos en la Fe y que vayan por la vida siguiendo los pasos de Cristo, para que siempre sintamos la felicidad y el legítimo orgullo de haber sido bautizados y por ello, ser hijos de Dios y herederos del Cielo.


Autor: María Esther de Ariño.

lunes, 24 de junio de 2013

DUEÑOS DE VIDAS Y HACIENDAS

Autor: Pablo Cabellos Llorente
             Al leer el título, quizás el amable lector piense que voy a recordar al Conde Lucanor, un buen libro que gusta a Del Bosque. También que desee referirme a los señores feudales que, efectivamente, eran dueños de vidas y haciendas. Incluso pueden recordar a Octavio Paz escribiendo del cacique americano, casi otro modelo de señor feudal. Estos últimos irían menos descaminados respecto a  mi propósito, porque voy a referirme a algunas formas de totalitarismo, que no tienen nada que envidiar a los señores medievales.

        Bien recientemente, hemos sufrido totalitarismos engullidores del hombre: Nazismo y Comunismo, del que algunos no han logrado salir, no ya en China o Cuba, sino en las propias naciones democráticas. Y los populismos americanos actuales, tipo Chávez y acompañantes, inspirados en el marxismo de Castro. Para decirlo pronto, me refiero al estatismo  de muchos  países democráticos.

          Puede verse en elucidación ideológica: por un lado, la izquierda pensante que ve todo en clave pública, entendiendo por tal lo realizado por el Estado. Pero, como los extremos se tocan, también el Fascismo fue estatista. Y por si fuera poco, hasta esos términos están obsoletos, porque la triste y final realidad es que cada uno -con honrosas excepciones- va a lo suyo. Y si precisan alquilarse a quien tenga poder y dinero, pues lo hacen. Digo alquilarse tomando una idea de Emilio Romero que, acusado de venderse, respondió impertérrito: yo no me vendo, me alquilo. Hay mucha vivienda para arrendar, pero no sé si existen más profesionales en alquiler.

        Si alguien suma los que, más o menos legítimamente, viven en este país del Estado, el asunto resulta alarmante: los funcionarios, que son legión, unos muy necesarios y otros absolutamente prescindibles. Una minucia: un parado acude para apuntarse al INEM. El primer día escucha el tradicional vuelva usted mañana, falta un papel. Retorna con el documento. Cola  larga hasta acceder a la ventanilla para cubrir un cuestionario. A cierta altura del rellenado, le dicen que siga en la ventanilla contigua,  no en directo sino volviendo al último de la fila, asunto que se repite una tercera vez hasta  completar la relación. Posiblemente sobraran los tres porque existe Internet.

        Hay jueces que no paran, envueltos en papeles, otros se deben a los medios o a la política; oficinistas que no pegan ni sello: conozco  un ingeniero que cuando va a interesarse por uno de esos asuntos eternos, como no admiten preguntas orales, le indican que presente una nueva instancia. Ya lleva tres. Pero podemos ir al nivel de algunos trabajadores municipales o gente que actúa en una obra pública de las pocas existentes, y vemos mucho descanso, mucho pitillo, mucho vinito... Esto lo pagamos todos, pero los primeros en contribuir son sus compañeros que sí trabajan.

        Dadas esas pinceladas, continuamos con la suma: los legítimamente jubilados también han de ser mantenidos. Los cargos públicos -por cierto, la mayoría mal pagados- hacen subir el montante a límites increíbles: un gobierno central, diecisiete autonomías, un montón de municipios -algunos yuxtapuestos a otros- con su campo deportivo cubierto y descubierto, piscina, asesores duplicados, secretario, corporación, colegio público, uno frente al otro... Miren todo eso en cada provincia, autonomía, y gobierno e instituciones centrales, también con asesores, diputados, etc., etc., que hasta consumen más barato en los bares de edificios oficiales, sin saberse muy bien por qué. Eso no hay bolsillo que lo aguante: al final de 2012 el 20,78% de los trabajadores eran empleados públicos. Y habían descendido.  Presumo que no cuentan los políticos.

         Vayamos a partidos y sindicatos. Aun dejando al margen las malversaciones económicas emergentes cada minuto, ¿por qué razón  han de sostenerse con impuestos de ciudadanos no afiliados al partido o sindicato? Pueden decir que los votan, lo que sólo es una partecita de la verdad porque, ¿qué porcentaje vota en las elecciones sindicales? El de partidos ya lo sabemos. Mas, en todo caso, ¿por qué hemos de pagar a unos señores con dedicación profesional a estos menesteres? Por lo mismo, podíamos pagar a los publicistas, por ejemplo.  Progresa el asombro si avistamos el paro sangrante: ¿Hay alguna encuesta de parados que digan si les ayuda algún sindicato? Los dueños de vidas y haciendas: todo Estado. Sin embargo, la inmensa mayoría trabaja mucho.


        ¿Por qué escribo todo esto?  Porque son temas éticos presentes en toda boca.  Hay más: ¿qué sentido tiene actualmente -en realidad, nunca- la ostentación en forma de coches aparatosos, comidas sibaritas, indumentaria carísima...? Acabo con dos proposiciones complementarias. Juan Pablo II en "Centesimus annus": "Al intervenir directamente y quitar responsabilidad a la sociedad, el Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos, dominados por las lógicas burocráticas más que por la preocupación de servir a los usuarios, con enorme crecimiento de los gastos". Parece que pensaba en la España actual. San Josemaría: "Un hombre o una sociedad que no reaccione ante las tribulaciones o las injusticias, y que no se esfuerce por aliviarlas, no son un hombre o una sociedad a la medida del amor del Corazón de Cristo". Pensaba en ti y en mí.

La indisoluble unión de Jesús y María

Jesús es Dios, pero desde su lado humano: ¿Cómo puede resistirse a los pedidos de Su Mamá?


En los Evangelios queda muy claro que María, con absoluta humildad, ha dejado TODO el lugar para que sea Su Hijo Dios quien nos regale con Su Vida y Su Palabra, el ejemplo y el testimonio necesarios para entender como tenemos que vivir nuestra vida. Por eso es que hay tan escasas referencias a la Madre de Dios en las escrituras. 

¿Porqué entonces María ha acentuado en los últimos siglos su influencia sobre nosotros, con sus diversas apariciones y manifestaciones? ¿Porqué éste cambio, frente a la reducida participación directa que Ella tiene en las Escrituras? 

La clave está en la Santa Biblia: desde el Génesis al Apocalipsis (del inicio al fin de las Escrituras) se hace permanente referencia a la Mujer que vencerá a la serpiente antigua, al dragón. Parece muy claro que en el plan de Dios María es una puerta fundamental en el camino de lucha contra el mal que invade al mundo. Mientras satán lucha por arrancarnos de nuestro destino de realeza, como hijos legítimos del Padre, es un misterio el porqué es una Criatura "asunta" al Reino de los Cielos (por el poder de Dios) quien debe liderar semejante batalla. 

Es que Jesús y María están unidos en el plan celestial desde el mismo Fíat de la Creación.

Jesús es Dios hecho hombre, mostrándonos cómo debe ser vivida la vida, como ejemplo supremo a imitar. El nos redimió con Su muerte en la Cruz. Y con Su Resurrección, nos reafirmó en la esperanza de la vida eterna, derrotando al mal.

María, entregada desde su propia Inmaculada Concepción a la Voluntad de Dios, venció al mal manteniéndose pura en su paso por la vida de criatura. Así, lo que Adán y Eva no pudieron hacer en el paraíso terrenal (obedecer a la Voluntad de Dios) lo logra María, como señal de triunfo en la entrega de la Criatura al querer del Dios Creador.
Así María es la Criatura perfecta que nos muestra como desde un origen humano, se llega a vivir una vida de total entrega a la Voluntad de Dios, derrotando al mal. 

Ambos, inseparablemente, nos muestran un lado Divino que da testimonio de nuestra Realeza como hijos de Dios, y un lado humano a través del cual debemos encontrar el sendero de regreso a la Patria Celestial. Nos muestran como derrotar al mal.

No hay que olvidar que después de la Ascensión de Cristo, María tuvo un liderazgo poco visible pero efectivo sobre los apóstoles. Después del Cenáculo, cuando descendió el Espíritu Santo, todos quedaron unidos en la nueva Iglesia alrededor de la figura de la Madre de Dios. ¡Como no estarlo!.

Como nos recomendó San Luis de Montfort: nosotros debemos ser los apóstoles de estos tiempos.

No nos sorprendamos entonces de ver a Jesús y María indisolublemente unidos y activamente presentes en estos tiempos. Y tampoco de ver a María como incansable trabajadora, ya que Ella es, por mandato Celestial, Capitana del Ejército de Luz en la lucha contra las tinieblas que intentan oscurecer los corazones.

María es nuestra embajadora ante la Santísima Trinidad. Es nuestra intercesora y abogada, defensora de nuestras almas, tolerante frente a nuestras debilidades, Madre de la Misericordia.

Jesús es Dios, pero desde su lado humano: ¿Cómo puede resistirse a los pedidos de Su Mamá?


Autor: Oscar Schmidt.

viernes, 21 de junio de 2013

Con Maria y José, en la Elevación

Sé que no soy digna, Señor, de que entres en mi casa, pero una sola palabra Tuya bastara para sanarme. 



El sacerdote, durante la Misa, alza sus manos sosteniendo en alto a Jesús Eucaristía.

Es la Elevación

Y mi corazón te contempla a su derecha, María Santísima, sosteniendo amorosamente su brazo, en tanto que San José se halla a su izquierda. 

Ambos, con infinita delicadeza y suave firmeza, ayudan al sacerdote al sostener al Niño...

- ¿Al Niño, Madre?

- Si hija mía- respondes a mi alma sin soltar tu preciosa carga- el Niño...

José no aparta la mirada de las manos del sacerdote. Ambos son perfectos custodios del Hijo amado.

- Dime, Madre, pues no comprendo ¿Por qué Tu y José ayudan al sacerdote a sostener la Hostia?

Tu manto con piedritas bordadas se ilumina de repente:

- ¿Sabes hija? En cada Elevación vuelven a mi alma aquellos recuerdos de Belén, cuando José y yo tomábamos al pequeño Jesús en brazos. Le alzábamos alto y le contemplábamos... con infinito amor, con serena admiración. Por eso es que, José y yo, nos acercamos al sacerdote en cada Elevación, para volver a abrazar a Jesús.

Las manos consagradas del sacerdote sostienen delicadamente al Niño. 

Si, un Divino Niño que parece pan, pero los ojos de mi alma ven más allá de su apariencia. Esas manos consagradas sostienen a Jesús con la misma delicadeza que José y María lo hacían en los días de Belén.

Las manos santas y las consagradas se han unido, se han mezclado, prodigando al pequeño, las mas suaves caricias.

Y mi alma te entrega la pregunta.

- ¿Belén? ¿Belén en la Elevación, Señora mía?

- Si hija, Belén, José y yo alzando al Niño

Y la Parroquia se transporta toda a la cueva de Belén

Tu, Madre junto a tu esposo, toman delicadamente a Jesús bebe y lo van elevando para que lo vean los pastores. Luego dejan al Niño en manos del sacerdote, quien pronuncia la magnifica invitación:

"Dichosos los invitados a la Cena del Señor"

Y sé que no soy digna, Señor, de que entres en mi casa, pero una sola palabra Tuya bastara para sanarme.

Es tiempo de comunión. Es tiempo de abrazo.

Sales majestuosamente del humilde copón y vas nombrándonos, a todos, uno a uno.

Y eres Niño, y eres Hombre... y eres mi Dios...

Te entregas en un abrazo perfecto, único, irrepetible.

Así, entre parroquianos y pastores, te llegas a mi alma.

Vuelvo lentamente al banco de la parroquia y te suplico, Señora mía:

- Sostenlo, Madre, sostenlo en mi corazón con esa delicadeza que solo Tus manos tienen. Sostenlo y dile que le amo. Tus palabras llegan a Su Corazón más puras que las mías...

Maestra del alma, gracias... Gracias por hacerme conocer este pequeño gran secreto de amor. Gracias por ayudar a cada sacerdote a sostener al Niño.

Ahora viviré plenamente cada Elevación, porque tu generoso Corazón descorrió, para mí, un poquito, el velo que cubre el más profundo de los misterios: La Eucaristía.

Niño de brazos tiernos y perfume de pan. Pan que llega a mi alma con el acompasado latido del Sagrado Corazón de Jesús.



Amiga mía, amigo mío que lees este pequeño relato de amor. Espero que tu alma se inunde de gozo al contemplar, en cada Misa, este sencillo pero profundo gesto. La Elevación. Aunque tus ojos vean solo las manos del sacerdote, tu corazón sabrá, que otras Manos sostienen tan preciosa carga, desde la eternidad.



NOTA de la autora: Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de "Cerrar los ojos y verla" o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a mi imaginación, sin intervención sobrenatural alguna.
Autor: María Susana Ratero.

jueves, 20 de junio de 2013

Modelos de autoestima


Autor: Pablo Cabellos Llorente

El peligro de una autoestima puramente psicológica, no basada en principios rectos, que nada tiene que ver -más bien, es totalmente opuesta- con la realidad de que somos hijos de Dios, realidad donde sólo puede salir con toda seguridad una sana autoestima.

Modelos de autoestima

Aseguran los comunicadores que se llega mejor al lector contando una historia. Esta es reciente y puede servir. Hace muy pocos días coloqué en Facebook un enlace a un vídeo de un sacerdote -muy bueno, por cierto- en el que se mencionaba la palabra autoestima. Un pequeño grupo, más bien un miembro del grupo apoyado por otro me dijo que la autoestima no es cristiana. Se me ocurrió escribir que dependía de lo que se entienda por tal y que ninguna mejor autoestima que la de saberse hijo de Dios. Aquí comenzó la discusión, y fui acusado de infidelidad al Magisterio de la Iglesia.

La postura de este grupo goza de razón y explicación porque el concepto de autoestima se origina con el psicoanálisis y, con frecuencia, tiene otro significado completamente distinto, que también tendría relación con la fe, pero justamente por ser pecaminoso y apartarnos de ella. Pero no puedo estar de acuerdo con que la autoestima va contra el Magisterio. Volviendo a mis internautas, después de señalarles que casi me condenan -nótese el casi-, puse unas frases de Juan Pablo II y Benedicto XVI utilizando la palabra "maldita": autoestima. Borraron los textos, me dijeron que calumniaba y mentía y que necesitaba humildad. En esto último, al menos, seguro que acertaron.

Y es que es muy difícil erigirse en intérprete del Magisterio, y manejarlo de modo personal. Ya sé que eso lo hace frecuentemente la teología, pero verdaderamente el único intérprete auténtico del Magisterio es el propio Magisterio. Siendo breve: el depósito de la Fe -expresión inspirada de San Pablo- se contiene en la Sagrada Escritura y en la Tradición. La estructura de la Biblia es la del texto escrito y, por tanto, definitivo. La estructura de la Tradición es la de una realidad viva. Por eso pertenece a su esencia que crezca y se desarrolle, pero no en el sentido de que añada novedades al depósito originario, sino porque se puede profundizar en él con la luz del Espíritu Santo. Ese depósito ha sido recibido por la totalidad del Pueblo de Dios, pero con la seguridad de que Pedro, los Apóstoles y sus sucesores fueran los únicos constituidos en sujetos de ese Magisterio (cfr. Lumen Gentium, 21, 24 y 25; Dei Verbum, 7 y 10). Visto así, aunque el Magisterio no se haya pronunciado expresamente, el concepto de autoestima originario no sería admisible.

Pero siempre, aunque todos los cristianos tenemos el deber de evangelizar, la autenticidad es una característica fundamental y exclusiva del Magisterio eclesiástico, que enseña con la misma autoridad que Cristo. Esta es la razón por la que decía antes que es muy difícil interpretar el Magisterio, porque toda interpretación termina en él. Sí caben opiniones en aquellos temas que la Iglesia ha dejado a la libre disquisición de los hombres o incluso, expresar algo así como: yo pienso que el Magisterio aquí quiere decir esto. Y nada más. Esta es la razón por la que no estoy de acuerdo con la afirmación general de que la autoestima está contra el Magisterio. Es más, si se trata de la autoestima ensoberbecida también tiene que ver con la enseñanza de la Iglesia, como dije antes: efectivamente, la soberbia es un pecado, a veces tan grave que, como me dijeron mis amigos de Facebook, en un corazón soberbio no está Dios. 

Ahí reside el peligro de una autoestima puramente psicológica, no basada en principios rectos, que nada tiene que ver -más bien, es totalmente opuesta- con la realidad de que somos hijos de Dios, realidad donde sólo puede salir con toda seguridad una sana autoestima. Ya que se emplea bastante, quizá sea un concepto a rescatar, pero sin ingenuidad.

Cabe recordar que la ausencia de Magisterio ha sido una buena causa de la fragmentación terrible de las confesiones derivadas de la reforma luterana. El principio de la sola Escritura, les ha conducido a quedarse sin depósito, sin sucesión apostólica, sin sacramentos, aunque les queda el Bautismo, por el que el cristiano se incorpora a Cristo, razón por la que el ecumenismo ha de ser una pasión de la Iglesia. Pero no dejó de afirmar el último concilio que la única Iglesia de Jesucristo "subsiste en la Iglesia Católica". No dijo "es", sino "subsiste", para dar espacio eclesial a otras realidades cristianas, que no tienen la plenitud de la Iglesia fundada por Cristo, pero sí una parte.

No intento una cerrada defensa del concepto de autoestima, entre otras razones porque la palabra tiene sus riesgos, sino del aprecio al Magisterio. Algo parecido sucede con la palabra valores. Lo que para unos es un valor, para otros es exactamente lo contrario. Un ejemplo: para algunos es un valor que la mujer tenga el derecho a abortar, lo que evidentemente es un desvalor para un cristiano.

Para ir finalizando, voy a transcribir alguna de las frases de los papas citados en las que emplean -en un contexto positivo- la palabra autoestima: Juan Pablo II en diciembre de 1998 a los obispos de Nueva Guinea (por cierto, también utiliza la palabra valores): La situación refleja cierta crisis de las expresiones tradicionales de vuestra cultura, con la consiguiente debilitación de las estructuras e instituciones que han dado a las sociedades tradicionales su estabilidad y han transmitido los valores que las forjaron. La principal es la familia, que recientemente ha sido sometida a una gran presión, y que constituye siempre el núcleo donde se manifiestan los primeros síntomas de malestar social. Existe también un elevado índice de desempleo, que genera frustración e irritación en los jóvenes, haciéndoles perder la autoestima y la esperanza en el futuro.

En octubre de 1998, el mismo Papa decía refiriéndose a las personas ancianas: "Es preciso elaborar estrategias asistenciales que consideren en primer lugar la dignidad de las personas ancianas y les ayuden, en la medida de lo posible, a conservar un sentido de autoestima, para que no les suceda que, sintiéndose un peso inútil, lleguen a desear y pedir la muerte." En un documento más solemne (Carta a los Católicos de Irlanda de marzo de 2010), escribía Benedicto XVI: "Os habéis sentido profundamente conmocionados al conocer los hechos terribles que sucedían (pederastia) en el que debía haber sido el entorno más seguro de todos. En el mundo de hoy no es fácil construir un hogar y educar a los hijos. Se merecen crecer en un ambiente seguro, con cariño y amor, con un fuerte sentido de su identidad y su valor. Tienen derecho a ser educados en los auténticos valores morales, enraizados en la dignidad de la persona humana, a inspirarse en la verdad de nuestra fe católica y a aprender modos de comportamiento y acción que los lleven a una sana autoestima y a la felicidad duradera." Nótese que escribe sana autoestima.

Finalmente, en su Exhortación Apostólica Africae Munus, de diciembre de 2011, decía el mismo Benedicto XVI: 

En mi viaje a África, insistí en que «hay que reconocer, afirmar y defender la misma dignidad del hombre y la mujer: ambos son personas, diferentes de cualquier otro ser viviente del mundo que les rodea». El cambio de mentalidad en este campo es desgraciadamente demasiado lento. La Iglesia tiene la obligación de contribuir a este reconocimiento y liberación de la mujer, siguiendo el ejemplo de Cristo (cf. Mt 15,21-28; Lc 7,36-50; 8,1-3; 10,38-42; Jn 4,7-42). Crear para ella un ámbito en el que pueda tomar la palabra y desarrollar sus talentos mediante iniciativas que refuercen su valía, su autoestima y su especificidad, les permitirá ocupar en la sociedad un puesto igual al del hombre –sin confundir ni uniformar la especificidad de cada uno–, pues ambos son «imagen» del Creador (cf. Gn 1,27). 

Con todo, hay que saber exactamente qué se dice cuando se emplea la tan citada palabra, porque si encierra la soberbia de la autosuficiencia, la no necesidad de Dios, si lo entiende así un cristiano, estaría en el peligro de pelagianismo al que se ha referido estos días el Papa Francisco, que es una falsa doctrina que cuenta con las fuerzas humanas sin valorar la ayuda de la gracia, imprescindible para la vida cristiana.